La belleza y el arte sacro la identidad del arte sacro contemporaneo
1. La belleza y el arte sacro:
¿Cuál es la verdadera identidad del arte sacro contemporáneo?
Héctor Balvanera Alfaro/ ID 3372140
Universidad Popular Autónoma del Estado de Puebla
Función de los Bienes Culturales
de Origen Eclesiástico
Agradezco a los artistas plásticos,
David Calderín, Antonio Hernández
y Arturo Vonn Hartung, cuya vida y
obra da estimonio de Cristo.
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¿Cuál es la verdadera identidad del arte sacro contemporáneo?
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Para tratar sobre la cuestión de la verdadera identidad del arte sacro
contemporáneo, este trabajo propone establecer un análisis a partir del contexto, los
elementos que componen la cuestión y los sujetos que intervienen en ella. Tomaremos
como referencia la Iglesia que peregrina en Puerto Rico dentro del entorno
latinoamericano.
Quid is veritas? Est vir qui ades1
En cuanto a lo verdadero, lo veraz, se ha tomado como referencia primera la
verdad como uno de los atributos de Dios, junto a la bondad y la belleza, según postula la
tradición escolástica, sistema filosófico que por siglos ha aportado las bases del
pensamiento cristiano. Por tanto, lo verdadero, se relacionaría con una característica
inherente a la experiencia cristiana, parte del compromiso de los bautizados a la imitación
de Cristo: camino, verdad y vida (Juan 14, 6).
La identidad, como concepto, esta ligada a las experiencias de los individuos
respecto al colectivo, a partir de lo cual se establece el sentido de pertenencia. La
identidad, entendida como conciencia de sí mismo, en su relación con el arte, apunta a
los atributos divinos antes mencionados, entendiendo el arte como lenguaje por
excelencia para la expresión de la belleza. Luego entonces, si al concepto de arte se añade
la categoría de sacro, esto supeditaría dicha identidad a la vocación evangélica, en cuanto
a que el arte sacro esta íntimamente ligado a Dios -la belleza sublime- y al servicio de su
Iglesia, como medio efectivo y vigente para comunicar la fe: catequética, caritativa y
cultualmente. Por lo tanto, la identidad del arte sacro, por sus fines y características
1 Qvid is veritas? Est vir qui ades: ¿Qué es la Verdad? Es el hombre que esta frente a ti. Anagrama latino de la Época Medieval de
autor anónimo, que piadosamente intenta responder la celebre pregunta que hizo Poncio Pilato a Jesús, según narra el Evangelio de
Juan (18, 38), aludiendo al discurso en el que el Nazareno se proclama como la Verdad: Yo soy el Camino, la Verdad y la Vida: Juan
14, 6.
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particulares, esbozarían el singular llamado2
a los artistas, sujetos de esta cuestión, y la
correspondiente respuesta personal de los mismos a participar activamente en la
edificación de la Iglesia.
La posible definición del arte sacro, se circunscribe dentro de la contradictoria
teoría contemporánea del mismo arte, que como criterio general postula la superación de
los valores tradicionales del mismo, por lo que lo experiencial, individual y subjetivo
gobierna la crítica internacional.
El optimismo conciliar de los años 60’s y 70’s que avizoró un escenario de
abundantes frutos, incluso con los artistas no creyentes, propugnó una actitud de diálogo
sobremedida con el propósito de no incomodar al interlocutor, por lo cual la imagen y lo
figurativo quedaba en segundo plano, como propuesta ecuménica, tal como si se pudiese
tapar la basílica de San Pedro con una mano. En 1964, a la par de la Sacrosanctum
Concilium, Plazaola (Arte Sacro Actual, Biblioteca de Autores Cristianos, Madrid)
incluía a los artistas no creyentes dentro de los posibles artífices del arte para la
evangelización, sin considerar los desafíos que representa tanto para el creativo como
para el comitente resolver la debida exposición de la fe desde la perspectiva de la
experiencia del agnosticismo o el ateísmo.
¿Se puede establecer un diálogo de altura, sensato y lógico sin reconocerse así
mismo, ocultando lo que se es? La respuesta teológica que presentó la Santa Sede sobre
estos aspectos es clara, resulta indispensable la caridad desde la verdad, en tanto el gesto
de misericordia de escuchar al que piensa distinto no puede ser honesto ocultando lo que
se es y a quién se pertenece (Declaración Dominus Iesus, 2000).3
Así, el arte entendido
2 Dentro de las enseñanzas de la Iglesia se dispone de múltiples ejemplos biblical (cf. Jn 13, 15; Rm 15,5; Flp 2, 5) donde se encuentra
de manera directa o indirecta el concepto de llamado o vocación, además de lo expuesto en el propio Catecismo y el Magisterio
Pontificio como: cf. Pablo VI: “Toda vida es una vocación”. (Populorum progressio, 26.III.1967)
3 La introducción de esta declaración doctrinal permite establecer una clara consideración, fundamental, para establecer un autentico
diálogo a la luz de las enseñanzas de la Iglesia. Esto conlleva asumir con honestidad que la Iglesia ha recibido el depósito de la Fe, y
por extensión, la actitud de los creyentes debe ponderar la clara diferencia entre el carácter de cristiano, como distinto de lo profano
o/y lo acatólico: Congregación para la Doctrina de la Fe (2000), Declaración Dominus Iesus, Librería Editrice Vaticana,
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como espacio privilegiado de diálogo sobre la fe, no puede comprometer su veracidad
soslayando los valores que le son inherentes, como su carácter figurativo-simbólico, y sus
fines didáctico, expositivo y kerygmático.
La constante imposición de una estética limitada por el miedo a la expresión
figurativa nos sitúa en el escenario de una neo iconoclasia que patrocina lo kitsch de
catálogo, en donde en 24 horas se reciben a la puerta de la parroquia lo mismo una
imagen del santo patrono, realizada en fibra de vidrio; ornamentos 100% acrílico o vasos
sagrados de latón, cuyos modelos replican en cada edición el registro de la expulsión de
una porción de los hijos de la Iglesia, los artistas, hacia una Siberia donde son abundantes
los lagos gélidos del llamado arte líquido4
.
A la luz de esta problemática que traspasa el medio siglo, contrasta la postura de
Rodolfo Papa5
cuya valiosa aportación pone en vigencia la reflexión crítica, madura y
sistemática sobre el arte católico, particularmente desde el contexto personal como artista
y creyente. Resulta evidente la necesaria revisión de las tesis que han dado por sentado la
suficiencia de la buena voluntad de la Iglesia, como medio de vinculación al mundo del
arte, creyente o no. La razón como elemento que se ha evadido en la ecuación de lo
espiritual ha cobrado su precio al arte sacro, en tanto que la etiqueta de “lo religioso”
puede constituirse en prejuicio y rechazo, incluso en los propios medios católicos.
La incertidumbre a la que esta expuesto el artista y el arte sacro, en relación con la
Iglesia, apuntaría al establecimiento de referencias que sirvan de guía general para el
diálogo, desde la postura clara y honesta de la fe, como identificación con el ethos
cristiano, y teniendo como herramienta la razón. La historia del arte alecciona sobre los
encargos de obras al servicio de la Iglesia, en donde la libertad del artista que ejecuta una
obra con calidad de sacra, ha estado sujeta a las necesidades de la fe sin que ello demerite
su creación, antes bien, es testimonio de la actitud bíblica de la sujeción de las criaturas a
4 Castillo, J.L. (2009), Una nota sobre arte, ¿líquido?,de Zygmunt Bauman y otros; Sociológica, año 24, n. 71, septiembre-diciembre ,
195-210 [Recurso electrónico] obtenido el 17 de octubre de 2015, de: www.revistasociologica.com.mx/pdf/7109.pdf
5 Rodolfo Papa, artista y teórico italiano: www.rodolfopapa.it/
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su Creador, como fue el caso de las dificultades inquisitoriales padecidas por El Greco,
que no obstaron en la expresión sobrenatural de sus obras de tema sacro y religioso.
Otro aspecto pertinente para este análisis es la influencia del dogmatismo
relativista e indiferente de los curadores, quienes determinan los cánones que “profesa” el
mundo artístico, con micro religiones personales donde el “gran creador” es el mismo
artista y la obra de sus manos se antepone incluso a los valores naturales del arte de todos
los siglos, poniendo franca distancia con el mínimo atisbo del pensamiento cristiano.
Los artistas, como agentes vinculantes de comunicación, son un sector que no
figura en los planes pastorales, no así los médicos, abogados, sicólogos y algunos otros
gremios cuya población creyente esta asociada eclesiásticamente o bien se les da voz en
la actividad pastoral general. Mientras que los creadores, como miembros de una Iglesia
que se ha servido y apoyado en las artes para cumplir su misión, pareciera no ser
reconocida, ni integrada eficazmente dentro del resto de los bautizados.
En el ánimo de identificar las distintas realidades de los artistas, se pueden
clasificar, además de por su relación con la fe -como creyentes y no creyentes-, según su
vinculación con la producción del arte al servicio de la fe, a partir de lo cual se
distinguiría: artesanos; iconógrafos; artistas en cuya obra omiten el tema y los artistas que
participan del proyecto de arte sacro o religioso; este último con dos subcategorías: los
artistas que se vinculan al arte como vocación y los que sencillamente lo tratan como otro
más de los temas de su obra.
Para ejemplificar los talentos potenciales de los creativos se cuenta con el caso
puertorriqueño de los talladores de santos de palo,6
los artesanos que históricamente
contribuyeron a mantener la experiencia de fe en el contexto familiar de la ruralía, donde
la complejidad geográfica dificultaba la participación regular en los oficios litúrgicos. La
contribución apostólica de estos artífices, la mayoría autodidactas, cumplieron con una
6 Vidal Santoni, T. (1979): Santeros Puertorriqueños; Ediciones Alba, San Juan de Puerto Rico.
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función que podría compararse con la de los iconógrafos, grupo identificado
principalmente a la comunidad ortodoxa, pero que en el contexto universal esta ligado a
través de la veintena de Iglesias orientales en plena comunión con la Sede de Pedro.7
Resultaría pertinente un análisis más profundo del complejo panorama de la
realidad del mundo de los artistas en su relación con la fe, la Iglesia y el arte religioso y
sacro, no sólo como fenómeno, sino también como potencial herramienta de
evangelización y para identificar las necesidades especificas que permitirían su actividad
apostólica, entendiendo la función del artista, y el arte, como medios de comunicación
natural de lo sobrenatural
Localmente no se tiene registro de algún apostolado formal para y desde el arte,
ya que la actitud preponderante en los proyectos para la nuevas creaciones se circunscribe
a privilegiar las necesidades de la parte comitente, con escasas excepciones en los que
gracias a la iniciativa personal del propio artista o de algún pastor sensible a estos temas,
se ofrece alguna atención pastoral dirigida a los creadores.
En el caso del artista creyente que no incluye en su obra el tema religioso o no
expresa su experiencia de fe, incluso el de aquel que lleva una vida activa en su
comunidad eclesiástica, plantea la consideración de los factores externos de las corrientes
de pensamiento que adquiere el creativo en su formación académica y en el medio
intelectual en que se desarrolla el arte actual. La vinculación con lo religioso puede
considerarse en ciertos medios culturales como un estigma al que profesionalmente se
rehúye.
Otro factor adverso sería la tendencia inmediatista y superficial, en la que, los
agentes pastorales hacen encargos, en los cuales no se considera plenamente el valor y
función del lenguaje del arte, ni el particular del artista, y por ende de sus obras, cuando
7 Iglesias Orientales en Unión Plena con la Sede de Roma: ucraniana; melkita; maronita; armenia; siria; caldea; copta; siro-malankara,
siro-malabar; etiope; bizantina; eritrea; eslovaca; húngara; italo-albanesa; griega; rutena; serbo-croata; macedonia; albanesa; rusa y
bielorusa.
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no ha sido el caso del total desprecio, en los que se ha preferido la adquisición de
artículos religiosos en lugar de arte. Luego de lo antes expuesto, resulta evidente la escasa
actividad de encargos de obra religiosa o sacra, indicando la necesidad de encarnar
aquello que ha pronunciado a través del Magisterio en sus puntuales mensajes a los
artistas, acompañado todo ello de la debida catequesis sobre la belleza, partiendo de ella
como atributo de Dios y luego de sus expresiones y aplicaciones en la práctica de la vida
cristiana, teniendo como culmen y fundamento la celebración de la liturgia y los
sacramentos.8
El estado de la cuestión resulta ambivalente, pendiendo entre una dramática
expectativa y la inacción adversa. Sin embargo, tanto en el escenario puertorriqueño
como en la aldea global, según se pretende definir nuestra actual sociedad, se mantienen
encendidas luces de esperanza.
Los casos accidentales de obras de arte con calidad sacra producto de un mundo
artístico desvinculado de Dios o de la Fe, contrasta con los contemporáneos “Fra
Angélicos” que están clamando en el desierto superpoblado –a pesar del relativismo
silente impuesto -, ya sea desde las mega ciudades, la jungla, los olvidados campos
agrícolas o la contemporánea celda monástica con conexión Wi-Fi.
La directrices del Concilio Vaticano II posibilitaron la adecuación de otros
sistemas filosóficos distintos al Tomismo, con más o menos resultado positivo en los
ámbitos de la educación, incluyendo los seminarios, y la intelectualidad, provocando las
voces de alarma como la del distinguido filósofo y teólogo Dietrich Von Hildebrand,9
indicador de la omisión de un periodo paulatino para hacer accesible al pueblo las
reformas y para que paliar la interpretación apresurada del mismo, lo que ha representado
8 Pontificio Consejo para la Cultura (2008), Via pulchritudinis: Caminos de evangelización y diálogo, [Recurso Electrónico] Obtenido
el 11 de marzo de 2012, de: http://www.cultura.va/content/cultura/es/archivio/documenti/ViaPulchritudinis.html
9 Von Hildrebrand, D. (1967), The Trojan Horse in the City of God: The Catholic Crisis Explaine; 2da Ed. (1999) Sophia Institute
Press, Manchester, Nueva Hampshire.
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en la sustitución de escenarios que siguen resultando incomprensibles para el fiel sencillo,
que ayer fueron de oropel y hoy son de plástico. El propio discurso del llamado
Movimiento Litúrgico preconciliar enmudeció ante los tibios resultados de la avalancha
mundial de los turbulentos 60’s dejo atrás.
Durante el pontificado de Benedicto XVI se encuentra un ejemplo significativo
dentro de la didáctica magisterial, en la cual se hace uso del las figuras literarias que a
través de lo símbolos y escenas facilitan su comprensión, por lo que este caso confirma lo
funcional de la obra sacra; ya que, en lo tangible, la vida de la Iglesia se ve impregnada
del abundante arte que proclama lo intangible. Es la fe de un Dios que se ha hecho ver,
para salvar al genero humano. El Verbo que es la Palabra encarnada, es la prueba máxima
para el cristiano de la realidad sobrenatural que irrumpe en la historia: Quien le ha visto,
ha visto al Padre (Juan 14, 9).
La literatura como arte de la palabra, confirma la necesidad y utilidad de la
imagen para la fe. Lo sensible se ve invitado a la recreación, a partir de los cientos de
pasajes bíblicos y magisteriales, lo celestial se abaja para hacer accesible el conocimiento
de Dios a los hombres.
Por tanto, la concreción necesaria para proclamar las verdades de la fe se
contrapone con la máxima minimalista - adaptación agnóstica y no monástica- del less is
more, a partir de la rica expresión de lo sobrenatural como real, tangible. Como ejemplo,
encontramos las manifestaciones del arte relacionado con la piedad popular, como es el
caso de la acumulación paulatina de pequeñas cantidades de metales preciosos que fueron
fundidos para componer muchos de los vasos sagrados y el arte de la orfebrería litúrgica,
como evidencia de la piedad de los fieles y los eventos extraordinarios que han vivido, es
decir los llamamos “milagros”,10
por lo que podría decirse que cada gramo de plata es
producto de una oración.
10 Nos referimos a los pequeños exvotos que la piedad popular ha producido, en piezas regularmente de metal precioso que dan
testimonio del agradecimiento de los fieles por una gracia recibida.En Puerto Rico encontramos documentado ejemplos de esta
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La afirmación de que: la auténtica11
belleza salvará al mundo, choca de frente
contra la propuesta teórica que niega el mínimo intento de definir la sublime expresión
del arte, reduciéndolo a lo mercantil, cuantificación valorada en tanto constituye un
activo de los ficticios altibajos bursátiles. Entonces ¿Es el arte católico actual un reducto
mundial del arte, como expresión de verdad y belleza, cuyo papel podría compararse con
el servicio que prestaron a la cultura los monasterios medievales?
El producto de la desvinculación de las generaciones presentes con el arte y la
belleza, representa una grave dificultad pastoral, cuya solución requiere de la activa
participación de los creativos. El papel de los artistas en el plan de Salvación, tiene un
carácter profético, por cuanto es una vocación a expresar a Aquel que es el camino, la
verdad y la vida, cooperando en la comprensión de las verdades de la fe.
Las imágenes con las que el arte representa la Civitas Dei12
expone la rica visión
de la Iglesia, celestial y terrena, como construcción ideal donde se pasean la fe y la razón,
dialogando sobre los misterios de Dios. Mas allá de los idílicos entornos que le rodean,
se encuentran las yermas estepas que son los lugares donde las almas ejercitan el silencio
de los místicos, cuyos frutos servirán para la proclamación de la Buena Nueva en las
plazas y los rincones populosos de la Iglesia, Madre y Maestra, que acoge y atrae a todos
sus hijos y que llama al género humano para abrazarlos y llevarlos hacia Cristo.
La perspectiva de un verdadero arte sacro contemporáneo apunta a una dirección
en donde pueda confirmar su esencia a partir de la hermenéutica de continuidad13
y a
partir del conocimiento y las fuentes de la Tradición bimilenaria de la Iglesia, albergando
las expresiones contemporáneas y procurando la visión creativa fruto de la vida en Cristo.
práctica, como en los tesoros de los santuarios de N. Sra. de Monserrate, en Hormigueros y los de la Virgen de la Divina Providencia y
del Santo Cristo de la Salud en San Juan.
11 Ratzinger, Joseph, complementa la frase original de Fiodor Dovstoyeski (La belleza salvará al mundo), anteponiendo el adjetivo
auténtica, para refiere directamente a Dios: la Belleza sublime.
12 Comparativo apologetico donde la Ciudad Celestial se contrapone a lo profano: San Agustín (S.V), De Civitas Dei contra paganos.
13 Gaspari, A. (2010, mayo, 26): Consultado el 20 de octubre de 2015, de: http://www.zenit.org/it/articles/concilio-vaticano-ii-ed-
ermeneutica-della-continuita
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El legado sustancialmente figurativo del arte, que por más de mil setecientos años ha
producido el Pueblo de Dios, difícilmente podría ser despreciado para servir como
nutriente de las obras del hoy y del mañana. Los efectos directos y colaterales del intento
por catalogar nuestro anterior arte con simple sentido museístico han afectado la propia
comprensión identitaria de los artistas, de su obra y por tanto de la comunidad bautizada,
la cual queda a la desventura de soluciones contrarias a lo que se enseña desde la cátedra.
Como se observa en la actitud y actividad de los creativos, la respuesta vocacional
del artista ya no es connatural hecho de ser bautizado. La fe puede circunscribirse sólo a
la práctica dominical o espiritual sin que esta ilumine la potencial producción de los
talentos del individuo como aportación a la comunidad eclesial. El tesoro que se ha
escondido requiere recuperarse, como la perla preciosa, que debe adornar la Domus
material y espiritual. Pastoralmente, en el binomio fe y arte, los sujetos, la Iglesia y los
artistas, han iniciado un dialogo que requiere concentrar los esfuerzos en la atención a la
cura de almas de los sujetos, cuya humanidad, y experiencia profesional y creativa podrán
ser resplandecientes faros en la mar de la historia, en tanto sean reflejos de Cristo, bajo el
debido cuidado de la comunidad eclesial. Las diversidad de lenguas que el Espíritu Santo
derramó en Pentecostés (Hechos 2) encuentran la unidad en un solo Señor, un sólo
bautismo y una sola fe (Ef. 4, 5), que la Iglesia celebra en el culto eterno y cósmico al
Padre, de la que el artista es participe con su obra material. “Nadie esconde una lámpara
para esconderla debajo de la cama” (Lucas 11, 33): la voz del artista y su misión necesita
oídos dispuestos, para que los ojos recuperen el colirio de la contemplación a través del
arte como medio natural de la experiencia de la fe. Para lograr expresar el misterio de
Dios es necesario emprender el camino de vuelta a la casa del Padre (Lucas 15), la tierra
que mana leche y miel (Éxodo 33,3).
“A los que con apasionada entrega buscan nuevas « epifanías » de la belleza para
ofrecerlas al mundo a través de la creación artística”14
: “Volved a casa, os necesitamos”.15
14 Juan Pablo II (1999) Carta a los Artistas, Libreria Editrice Vaticana, Roma.
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