SlideShare una empresa de Scribd logo
1 de 36
Descargar para leer sin conexión
- r
                               j
                                   0




                                       ')
                                       '




                I
          Literatura juanica
y cristianismo nuevotestamentario
El rasgo mas caracteristico de esos escritos que Ia tradici6n eclesial
ha asociado al ap6stol Juan es, sin duda, su singularidad literaria: a pe-
sar de ser tan diferentes entre si, desde el punto de vista del glmero, se
presentan como un universe literario y teol6gico homogemeo. Es l6gico
pensar que tras esto peculiar literoturo existo uno comunidad cri stiono
singular.
     El objetivo de este tema introductorio es identificor el periodo del
cristianismo nuevotestomentorio en el que ho de situorse Ia comunidad
;uanica, y desde el que tendr6 que entenderse Ia literatura que produ jo.
El tema, en realidad, supondrio un on6lisis pormenorizodo de los escri-
tos de Juan; aqui bostor6 con hacerse con uno vision global de Ia eta-
pa postpaulino del cristionismo del primer siglo y, dentro de el, recons-
truir Ia silueta y el proceso hist6rico de Ia comunidad ju6nica, una
comunidad ton original como Ia literature que nos ho legado.
La literatura juanica ocupa dentro de la producci6n literaria del NT un Iugar pro-
pia: a traves de ella podemos atisbar un periodo diferenciado dentro de Ia histo-
ria del primer cristianismo y una comunidad de acusada personalidad y peculiar
vivencia cristiana.
    Esta epoca y esta comunidad cristiana pertenecen a lo que se ha llamado pe-
riodo postapost6lico 1• Semejante denominaci6n noes ingenua: es consecuencia 16-
gica de la tendencia a considerar los escritos paulinos como norma de Ia literatu-
ra nuevotestamentaria y, por ende, calificar de catolicismo temprano las tendencias
presentes en los escritos que tienen ala tercera gener~ci6n cristiana como au tory
que mostrarian a Ia iglesia como una instituci6n salvifica ordenada uniformemen-
te mediante tradici6n y doctrina, ministerio y sucesi6n apost6lica2•
    El periodo en el que surge la literatura juanica se situa al final del siglo pri-
.mero, a caballo entre la etapa constituyente de la iglesia y el tiempo de los padres
apost61icos. Es una epoca que bien podria llamarse postpaulina, dado que Ia uni-
ca fuente documental previa existente era Ia correspondencia paulina. En ella con-
viven diversas comprensiones del hecho cristiano, que comparten una mayor pre-
ocupaci6n por el afianzamiento de lo conseguido y no parecen estar demasiado
interesadas por la expansion misionera, ocupadas como estan por conservar y re-
coger Ia tradici6n eclesial mas que por crearla.




    1 De   hecho, y aunque el prefiera denominarlo era sub-apost6lica, Brown admite que «para fina-
les del segundo tercio del siglo, esto es, para el afio 67 d. C., los tres ap6stoles de los que poseemos
un conocimiento detallado a traves del NT habfan desaparecido de Ia escena... A excepci6n de las car-
tas indiscutiblemente de Pablo, Ia mayor parte d~l NT habria sido escrito en este ultimo tercio de si-
glo» (Iglesias 15).
    2 Cf.
        D. J. Harrington, Light ofAll Nations. Essays on the Church in the New Testament Research
(Wilmington 1982) 61-78.


                                                                                                     15
1. El PERIODO POSTPAULINO:
         INTENTO DE RECONSTRUCCION

      Para encuadrar mejor Ia comunidad jminica y su obra literaria, in teresa acercarse
      a los acontecimientos hist6ricos que prepararon y urgieron de la comunidad cris-
      tiana una respuesta semejante; aunque esta no fuera homogenea, estuvo motiva-
      da por acontecimientos en torno al aiio 70, que cambiaron profundamente las con-
      diciones de vida de las comunidades y sus formas de pensar y de pensarse.


      1.1. Tres sucesos previos
 Entre los aiios 60 al 64 hay que localizar, probablemente, la desaparici6n {isica de
(j)
 los representantes mas cualificados del cristianismo mas temprano, aquellos que,
 segun Gal2,9, eran reconocidos como 'columnas' de Ia comunidad y que tuvieron
 un papel importante en Ia asamblea de Jerusalen (Hch 15; Gal2,1-10): Pedro, San-
 tiago, Juan y Pablo. Estas personalidades gozaron, sin duda, de un respeto y una
 audiencia superior al que tenfan los lfderes de las iglesias locales; tras su ausencia
 pudieron emerger fuerzas y figuras regionales que, continuando el trabajo de los
 grandes misioneros, dieron al movimiento cristiano una mayor.variedad y un plu-
 ralismo nuevo, debido al arraigue de esas comunidades en su mundo circundante.
8}    La catastro(e judfa del aiio 70, con la destrucci6n de Jerusalen y su templo, tu-
 vo consecuencias sin precedentes tanto para el judafsmo como para el cristianis-
 mo3. Dentro del judaismo superviviente surgi6 la tendencia ala reestructuraci6n
 interna y codificacion can6nica de tradiciones bfblicas y su interpretacion ortodo-
 xa, junto a una voluntad positiva de separaci6n definitiva contra toda secta judfa
 y, en especial, frente a la comunidad cristiana. Ademas, esta clarificaci6n de pos-
 turas trajo consigo, dentro de la comunidad cristiana, que los intereses y preocu-
 paciones de los grupos originarios judios perdieran su fuerza dentro de la Iglesia,
 incluso, su presencia en Palestina; Ia polaridad entre judios cristianos y cristianos
 helenistas, que habia caracterizado la etapa anterior, quedo asi superada4 •
@ A partir del aiio 70, Ia comunidad cristiana, extend ida por el mundo, tuvo que
 presentarse paulatinamente como religion independiente. L6gicamente, su inser-


           3
             Aunque Ia primera guerra judfa no hiciera necesario que los cristianos se separaran de los judios,
      lo cierto es que Ia crisis del70 contribuy6 a robustecer Ia autonomfa de los cristianos y fortaleci6la con-
      ciencia de su peculiaridad. Cf. Trevijano, Origenes 84-85.
           4
             Cf. Conzelmann-Lindemann, Arbeitbuch 426. «When John was writing, the Judaism that any Je-
      wish Christian faced was very dynamic. It was vigorously adjusting to the new conditions prevailing among
      Jewry after 70 C.E. It was not only a reacting Judaism, but one actively engaged in proselytizing and pre-
      senting its case against the encroachments of the Christian and other movements... John had to come
      to terms with a militant Judaism. The recognition of this 'foreground' illuminates much in his Gospel»
      (W. D. Davies, «Aspects of the Jewish Background of the Gospel of John», en Culpepper-Black, Ex-
      ploring 51).



      16
ci6n en Ia cultura helenista y bajo el imperio romano, fue inevitable y le produjo
   un esfuerzo de adaptaci6n notable y los primeros conflictos serios. Mientras que
   basta Ia persecuci6n de Ner6n, bacia el aiio 64, los cristianos babfan gozado de Ia
   protecci6n imperial como religio licita, al ser vista como una secta mas del judafs-
   mo, a partir de ella fueron considerados como religion nueva y tratados de forma
   discriminatoria. La separaci6n definitiva de Ia sinagoga habfa supuesto, sin duda,
   un gran avance de clarificaci6n doctrinal; pero, al mismo tiempo, los enfrent6 con
   el entorno politico y religioso imperante en Ia sociedad, en Ia que pretendia bus-
   car un Iugar de inserci6n; Ia integraci6n en el mundo grecorromano no fue facil ni
   dejaria de tener consecuencias, algunas realmente desfavorables.


   1.2. Nuevas tendencias teol6gicas
   La nueva situaci6n hist6rica no pudo pasar sin motivar cambios en Ia comprensi6n
   de las comunidades cristianas. La iglesia que se habia sabido en confrontaci6n con
   un mundo que estaba a punto de perecer, considen}ndose ella misma como el fi-
   nal de ese mundo, debe ria abora acomodarse en ely a el; qui en se entendia como
   realidad escatol6gica bubo de reconoccr, no sin titubeos, su naturaleza bist6rica.
        Las comunidades cristianas no solo debian vivir en Ia historia a elias contem-
   poranea, sino que iban teniendo bistoria elias mismas. Su fundador se les conver-
   tia cada dia mas en objeto de tradici6n, ya no memoria de un pasado com partido;
   de igual forma, las grandes figuras de los primeros tiempos adquirieron una im-
   portancia desconocida basta entonces como garantes de esa tradici6n (cf. 21,24).
   El descubrimiento de un pasado al que ser fiel cambi6 radicalmente la conciencia
   eclesial, e hizo que surgieran nuevos problemas y se intentaran soluciones nuevas.


   1.2. 1. Correcci6n de las esperanzas escato/6gicas

r-=;:;;;:....=.-=-===--=.;::...:.;~.:::::...::::;::..:':j-r-=..;
                                                             roporcion6, y
                                         durante largo tiempo, serias dificultades a
  las comunidades cristi nas, aunque no llegase a representar una crisis total5. La
  espera del inminente regreso del Seiior, no verificada, propici6, en cambio, el que
  la comunidad cristiana iniciara un proceso de inserci6n en su mundo y de asimi-
  laci6n de sus valores, no exento de problemas; el reto oblig6 a formular nuevas
  comprensiones del hecho cristiano6•
      La dilaci6n de la parusia impuso Ia aceptaci6n del tiempo y de la historia co-
  mo dimensiones de la salvaci6n. Ella no pudo aceptarse sin consecuencias: el rei-
  no de Dios no sera ya tanto alga temporalmente inminente; la esperanza de una

         5
             Asi, p. e., Goppelt, Theologie II 485-486.
         6
         Conzelmann, Gnmdri.ss 339, habla de dos tipos de soluciones: Ia que, apoyada en concepciones
  apocaHpticas, cre6 una concepcion nueva de Ia historia (Lucas) y Ia que profundiz6 en Ia dimension rea-
  lizada de Ia fe (Col, Ef, Heb, Jn).


                                                                                                     17
resurreccion que, en su inicio, no hacia diferencias entre Ia vuelta a Ia vida de to-
dos los muertos y el retorno personal a ella, se va configurando como una espe-
ranza para difuntos individuates en primer Iugar; y entre ambas se interpone una
distancia temporal cada vez mas grande. La relacion entre escatologfa y etica se
hace mas consciente y crea, dentro de Ia comprension de la vida cristiana, una ten-
sion casi insuperable: en Iugar de Ia Hamada escatologica a Ia conversion total apa-
rece Ia regulacion practica de Ia vida cristiana; a la utopia del reino sucede Ia vi-
vencia cotidiana de la fe.


1.2.2. Preocupaci6n en torno a Ia tradici6n apost6/ica
Consecuencia inevitable de esa aceptacion de lo temporal es el in teres de Ia terce-
ra eneracion por conservar Ia tradicion recibida y conservarse en ella; Ia necesi-
dad de sentirse en Ia misma herencia doctrinal que recogiera las tradiciones sobre
Jesus y Ia predicacion apostolica actuo de propulsor de una voluntad de normali-
zacion del deposito recibido. Este proceso fue urgido, no iniciado, por un nuevo
hecho: comenzaban a aparecer grupos dentro del cristianismo que ofrecian
comprensiones diversas, y aun opuestas, y que se postulaban legitimas lecturas de
Ia tradicion recibida.
     Se impuso una tarea de reflexion y discernimiento. Por una parte, este esfuer-
zo se quiso fiel y en continuidad con lo transmitido, pero, inevitablemente, inicio
nuevos desarrollos: si el objeto de la fe recibida era Ia revelacion misma, ahora el
centro de interes giro en torno a Ia doctrina sobre esa revelacion. La unica garan-
tia de conservacion y transmisi6n de lo revelado se puso en que hubiera sido en-
sefiado porIa autoridad apost6lica (Lc 1,1-4; Reb 2,3; 1 Tim 2,5-7; 2 Tim 2,8). Por
otra parte, aparejada al concepto de doctrina apostolica emerge una cierta imagen
de apostol (Hch; 2 Tim), que asegura Ia autenticidad de la tradici6n por ser testi-
go presencia! de ella. Se inicia asi un proceso de idealizacion de Ia etapa anterior
que supone su consagracion como unica y uniforme; Ia ortodoxia de las siguientes
etapas se mide por la continuidad que mantengan con ella.
     En realidad, jamas bubo unanimidad doctrinal en el cristianismo primitivo.
Las diversas comprensiones cristianas subsistieron, dado que tras ellas estaban fi-
guras veneradas y aceptadas universalmente; cuando estas desaparecieron, se hi-
zo dificilla interpretacion correcta de Ia fe transmitida. El criterio ultimo de au-
tenticidad no radicara ya tanto en Ia repeticion de Ia tradici6n recibida, sino en el
mantenimiento de Ia cadena de transmision. Las ideas nuevas, o las que asi se pre-
sentaban, resultaron sospechosas, como sospechosa resultaba toda interpretacion
que, como lagnosis, desligara Ia salvacion de Ia historia, Dios de su mundo7 •
     La polemica antiheretica es el reverso de Ia preocupacion porIa sana doctrina
que conservar (1 Tim 1,10; 6,20). Curiosamente, el rechazo de la herejia se apoyo


     7
         Cf. Conzelmann. Geschichte 106.


18
en el principia de valoraci6n moral mas que en argumentaciones te6ricas, para,
despues, basarse en su oposici6n, pensada mas doctrinalmente, con Ia tradici6n
apost61ica. Esta lucha por la fidelidad al deposito recibido no hay que verla como
una mera cuesti6n intraeclesial; es consecuencia de Ia inserci6n de la comunidad
cristiana en un mundo cultural y religiosamente diverso. Llama Ia atenci6n, en
efecto, que la ortodoxia cristiana, apenas iniciada su voluntad de aceptaci6n del
mundo circundante, preservara en su elaborado concepto de tradici6n el valor de
una salvaci6n ofrecida a todos junto a Ia negativa a desvalorizar el mundo y la his-
toria humana.


1.2.3. Afan porIa organizaci6n eclesial


despertaron en la tercera generaci6n el deseo de institucionalizar Ia vida eclesial. En
tiempos paulinos, en cambia, no parece que hubiera una ordenaci6n eclesial fija y
universalmente establecida, aunque sf habia una cierta jerarquia en las comunidades
locales8.
    Diversas tendencias teol6gicas, acuciadas por la conciencia de una' tradici6n
que conservar, intentaron unir sus credos y sus interpretaciones con figuras del pa-
sado inmediato, aceptadas mayoritariamente como ap6stoles. Y para asegurarse
una cadena ininterrumpida basta ellos, afirmaron la validez de su version de la tra-
dicion mediante la creaci6n de servicios o ministerios dentro de la comunidad. Es-
ta orientacion catolizante esta ya presente en el NT, pero fue fuera de el, en tiem-
pos de Ignacio de Antioquia (muerto en torno al 135), cuando llego a su plena
expresion.
     Cuanto mas tiempo pasaba y mayor se hacfa Ia iglesia, mas crecfa la necesidad
de fijar su forma de actuar; Ia organizaci6n de su vida y Ia estructuracion de sus
servicios fueron una necesidad hist6rica. Con todo, Ia afirmaci6n de un arden ecle-
sial no era tan solo una cuestion juridica, pues comport6 criterios dogmaticos y
una cierta concepcion de la esencia de Ia iglesia. Poco a poco se impuso una je-
rarquia que se pensaba y queria guardiana de la doctrina tradicional y adminis-
tradora de su culto: la iglesia empezaba a verse como instituci6n salvffica.




    8
     Juan J. Bartolome, Pablo de Tarso. Una introducci6n a Ia vida y a Ia obra de un ap6stol de Cristo
(Madrid 2 1998) 120-137.316-325.


                                                                                                  19
2. LITERATURA JUANICA

A pesar de las grandes diferencias que median entre elias, bubo en este perfodo
un conjunto de experiencias y tendencias comunes en las iglesias, que «encontra-
ron su decantaci6n en el cuerpo escriturfstico neotestamentario» 9•
     La literatura producida en esta etapa elabora una teologfa cristiana divergen-
te y variada, aunque tambien muestre rasgos comunes. El principal, y mas nota-
ble, es Ia ausencia de Ia problematica surgida en la confrontaci6n entre el cristia-
nismo de version 'udeo- alestinense el cristianismo roveniente del ~ganismo.
Ademas, entre estos escritos a enas ha interes e reso or Ia misi6n; al tiempo
de Ia fuerte expansion proselitista ha seguido una epoca de replegamiento e inte-
riorizaci6n; su publico son cristianos amenazados en su fe por herejias (Jds 17-18;
2 Pe 2,10-11; 1 Jn 2,18; 4,1-2; 5,1.5-6; Heb 13,9-10), o en su vida por las persecu-
ciones (2 Tim 2,8; Ap 2-3; 13, 17-18).
     Esta literatura ost aulina sur e en el tercio ultimo del siglo I. Es la que cre6
los generos literarios especificamente nuevotestamentarios (los evangelios escri-
tos, el apocalipsis), ademas de seguir imitando a Pablo en su comunicaci6n apos-
t6lica a traves de cartas, sean deuteropaulinas, las que imitaron el estilo y profun-
dizaron en el pensamiento de Pablo, tras su primera recopilaci6n, o cat6licas,
aquellas que, supuestamente escritas por ap6stoles, fueron dirigidas a la comuni-
dad cristiana universaP 0 •


2.1. Una respuesta original
La literatura juanica incluye, excepto Hch, todos los generos literarios presentes
en el NT (evangelio, cartas [ly un tratado?], lapocalipsis 11 ?). <<Es un fen6meno in-


     9    Bomkamm, Historia 129.
     10   Eusebio, HE II 23,25.
     11
       La adscripci6n del Ap a Ia literatura jminica esta en debate (U. Vanni, «L' Apocalypse johanni-
que. Etat de la question», en J. Lambrecht [ed. ], L 'Apocalypse johannUjue et I 'Apocalyptique dans /e Nou-
veau Testament [Gembloux-Leuven 1980}33; Emst,Johannes 14); con todo, puede decirse que «a con-
sensus of modem scholarhip assigns Revelation to another author» (Smith, Theology 57).
      No todos los que constatan elementos tradicionales comunes entre el Ap y Jn, consideran el
Ap como escrito de la escuela juanica (asi, p. e., E. Schliissler-Fiorenza, «The Quest for the johannine
School: The Apocalypse and the Fourth Gospel»: NTS 23 [1977] 402-427; ld., The Book of Revelation:
Justice and Judgment [Philadelphia 1985}; E. Lohse, «Wie christlich ist die Offenbarung des Johannes?»:
NTS 34 [1988] 331-338). S. S. Smaley defiende que Ap, Jn y las cartas nacen en una misma situaci6n co-
munitaria y retlejan su reacci6n teol6gica; elDiscipulo Amado seria el au tor del Ap y el inspirador del
evangelic (Thunder and Love. John's Revelation and John's Community [Waco 1994] 57-69). A favor
de dos autores de Ia misma tradici6n yen la misma epoca (90-100), 0. B&her, «Das Verhaltnis der
Apokalyse des Johannes zum Evangelium des Johannes», en J. Lambrecht (ed.),L 'Apocalysejohanni-
que et I'Apoca/yptique dans /e Nouveau Testament (Leuven 1980) 289-301; Id., «Johanneisches in der


20
teresante el hecho de que escritos como 1-3 Jn, que apenas tienen relaci6n con la
historia de Jesus, y un evangelio pudieran nacer de una misma comunidad.» 12
     Pero no es esta, con todo, Ia unica raz6n de su peculiaridad. La comunidad de
Juan 13 estaba enfrentada a los mismos retos que asediaban a las restantes 14• Basica-
mente eran dos: la ruptura consumada con el judaismo, ad extra (9,22; 16,2), y los pri-
meros fen6menos de escisi6n, ad intra, or motivos cristol6gicos (1 Jn 2,18-19; 1 Jn
7). Su respuesta desvela un nuevo y singular tipo de comunidad cristiana, que, de al-
guna forma, no entra c6modamente en Ia imagen usual del cristianismo primitivo 15 •
     Puede uno referirse, a modo de ejemplo, a Ia soluci6n dada por el pensamiento
jminico al problema de Ia parusia. La mas primitiva comunidad -Pablo es su me-
jor testigo- vivi6 expectante, orientada bacia la aparici6n inminente del Sefior
Jesus; no parecia tener conciencia de la necesidad de un espacio intermedio; en-
tre el pasado y el porvenir no cabia larga distancia. Por Ia conversion al evangelio
se iniciaba ya la existencia nueva, definitiva, escatol6gica. La dilaci6n del futuro
esperado confiere irremisiblemente un puesto al tiempo del interin y surge la ne-
cesidad de darle un sentido salvifico: el presente se introduce entre la memoria y
Ia esperanza; se comienza a crear lazos con el pasado (personates: el ministerio
eclesial; te6ricos: Ia tradici6n can6nica) para vivir el futuro de Ia fe con 'seguridad.




Apokalypse des Johannes»: NTS 27 [1981] 310-321. En un estudio dedicado al tema, J. W. Taeger,Jo-
hannesapokalypse und johanneischer Kreis (Berlin 1988) 206-212, concluye que el Ap seria la etapa mas
desarrollada del pensamiento escatol6gico jminico. Con todo, diferencias de vocabulario, de visi6n de
la historia, de pensamiento cristol6gico, antropol6gico y eclesiol6gico, Ia mismo que divergencias en el
empleo del AT hacen prefenble no colocar al Ap en relaci6n inmediata con el evangelio y las cartas (con
Schnelle, Einleitung 498; para Brown, el Ap seria como el primo lejano de Ia obra juanica, Epistles 100
n.o 232). Los numerosos elementos comunes «miissten in den grosseren Rahmen der Traditionsges-
chichte der johanneischen Schule eingeordnet werden» (Strecker, Literaturgeschichte 275). Con Con-
zelmann, Grundriss 351; U. D. Muller, Die Offenbarung des Johannes (Giitersloh 1984) 49; J. Roloff, Die
Offenbarungdes Johannes (Zurich 1984) 19-20.
     12Vielhauer, Historia 496. «Fiir die job. Gemeinde stand amEnde der literarischen Produktion of-
fenbar ein Kanon aus vier Schriften ... : ein Evangelium und drei Briefen» (Becker,Evangelium I 33).
     13 Hablar de  comunidad juanica es una forma c6moda de referirse al grupo donde surgieron evan-
gelio y cartas; en realidad «no s6lo no podemos hablar de una ciudad definida, ni siquiera podemos re-
ferirnos a una regi6n concreta. Por otra parte tampoco acaba de ser claro si estamos ante una comuni-
dad urbana o rural. Y por si todo esto fuera poco no sabemos si se trata de una comunidad unica o de
un grupo de comunidades que se reune esporadicamente>> (Tufii, Comunidades 10).
     14
        «Los libros y sus diferentes estratos redaccionales son fruto de situaciones de crisis. No basta se-
iialar en la introducci6n Ia 'ocasi6n', Ia 'finalidad' y las circunstancias de composici6n del escrito. Los
autores y redactores bfulicos trabajaron en situaciones opresivas, sin salida, en un intento de superar ta-
les circunstancias» (D. von Oppen, «Die Schrift und die Bewaltigung menschlicher Situation», en C. H.
Ratschow [ed.], Sola Scriptura. Ringvorlesungen der theologischen Fakultat der Philipps-Universitat
[Marburg 1977] 185).
     15 Esa escuela «es Ia clave para entender la continuidad y, al mismo tiempo, Ia transformaci6n de
Ia tradici6n ... , el origen y la evoluci6n de la literatura juanica» (Vidal, Escritos 40).


                                                                                                        21
El presente de Ia comunidad comienza a adquirir importancia, pero pierde en
carga escatol6gica: la salvaci6n es una experiencia actual, mas que objeto de an-
helo. En esta situaci6n acecha el peligro de acoger en el cristianismo, aun inicial,
formas y contenidos del entorno cultural y religioso, donde se unian Ia mas since-
ra busqueda de la salvaci6n con la valorizaci6n unica del presente como tiempo
salvifico: surge Ia tentaci6n gn6stica.
     La comunidad juanica responde de modo creativo: asumiendo imagineria y
sensibilidad gn6sticas, elabora un evangelio donde la realidad de la salvaci6n cris-
tiana queda a salvo; aqui el revelador entrara en Ia historia, al hacerse hombre
(1,14; 1 Jn 4,2-3). Con todo, esta respuesta no pudo quedar totalmente libre de
cierto sabor gnostizante: el interes por el futuro se desvanece, basta el punto
de que sectores ortodoxos en Ia comunidad cristiana consideraran Jn como obra
espurea; avanza, en cambio, Ia valoraci6n del presente de la comunidad como ofer-
ta de salvaci6n; por ultimo, y basico para una respuesta que se quiera cristiana, se
confirma la centralidad del pasado como tiempo de salvaci6n, anclado en Ia vida
y Ia muerte de Jesus de Nazaret.
     La respuesta que la comunidad elabora, «nacida de contrastes y entre con-
trastes»16, es tan profunda como original. La teologia juanica es, emihentemente,
cristol6gica, subrayando Ia afirmaci6n de la divinidad de Jesus y su preexistencia;
esta cristologia alta, tan tipica del cuarto evangelio y una de las razones de su po-
pularidad, fue pronto causa de tensiones e, incluso, divisiones intracomunitarias
(1 Jn 4,2; 2 Jn 7) 17 • Por desgracia, una cristologia tan elevada acabaria por no po-
der sostener Ia unidad eclesial (2 Jn 10; 3 Jn 9-10); 1 Jn ya consideraba el evange-
lio como tradici6n autorizaday recibida (1 Jn 1,5; 3,11), que no necesita ser ni ci-
tada ni definida (2 Jn 1-4; 3 Jn 1.3.8.12) 18• La comunicaci6n oral, mediante una
predicaci6n que nose mantuvo siempre dentro de la fe comun (1 Jn 2,18-19), no
bastaba; s61o lo escrito podrfa mantener Ia comuni6n. A traves de el se tuvo que
intervenir, de forma energica, para salvar la unidad entre las comunidades (2 Jn y
3 Jn). Mientras un buen grupo evolucion6 basta el gnosticismo, el resto se integr6
en la iglesia universal, cat6lica, segun Ia expresi6n de Ignacio (Esm 8,2) 19•




     16   Segalla, Panorai1UlS 350.
      17 «Los cristianos juanicos debieron ser extremadamente polemicos debido a su cristologia, discu-

tida tanto por los judfos que no creian en Jesus como por los que creian» (Brown, Iglesias 103).
     18
        «Pour les eglises johanniques, 1'evangile se presente desormais comme le livre de la foi et de la
vie (Jn 20,30-31), comme le temoignage conforme a Ia verite (Jn 21,24). Le milie johannique s' est don-
ne un canon•> (Zumstein,Apprentissage 37).
     19
         F. Vouga, «La reception de Ia theologie johannique dans les epitres», en J.D. Kaestli- J. M. Pof-
fet - J. Zumstein, La Communaute johannique. La trajectoire de I' evangile de Jean aux deux premiers
siecles (Geneve 1990) 284-302.


22
2.2. Una original comunidad cristiana
Es ya una caracteristica propia de esta literatura, tradicionalmente ligada a Juan,
el que necesitara de los diversos generos literarios cristianos para poder expre-
sarse. Los argumentos de crftica interna no convalidan Ia opinion tradicional que
hacfa de estos escritos obras autenticas del apostol Juan. Con todo, hay que acep-
tar que, a pesar de las diferencias que existen entre ellos, tienen en comun un ori-
gen tradicional y un substrato cultural homogeneo: una comunidad local, posible-
mente poco estructurada aun, y con escasa vinculacion con las restantes iglesias.
    Hay suficientes indicios como para postular la existencia de una particular co-
munidad como contexto social de Ia literatura ju{mica, cuyos intereses, voz inclui-
da (21,24; 1 Jn 1,2-3), se dejan sentir en ella 20 •
    1.0 El Iexico es comun, tanto en los terminos que prefiere (amar, verdad, en-
         gendrar, conocer, testimoniar, creer, pennanecer, odiar, conservar, mandato,
         vida, cosmos) como en los que evita, a pesar de ser caracteristicos del ke-
         rigma cristiano (evangelizar, recibir, predicar, exhortar, ap6stol, escriba, po-
         der, esperanza, anuncio, evangelio, panibola, fe, sabiduria )21 •
  - 2. o Conee tos teolo icos e incluso formulaciones si nificativas sort identicas:
         La unidad del Padre y del Hijo (5,20; 10,30.38; 14,10; 1 Jn 1,3; 2,22-24; 4,14;
         2 Jn 9), la humanidad de Jesucristo (1,14; 1 Jn 4,2; 2 Jn 7), el dualismo an-
         tag6nico entre Dios y el mundo (14-17; 1 Jn 2,15-17; 2 Jn 7), nacer de Dios
         (1,13; 3,3; 1 Jn 2,29; 3,9; 4,7), conocera Dios (1,10; 8,55; 14,7; 16,3; 2 Jn 2,3-
         5.13-14; 3,1.6; 4.6-8), permanecer en Dios, en Cristo, en la verdad (8,31;
         14,10.17; 15,4-10; 1 Jn 2,6.24.27; 4,12-15; 2 Jn 2.9), agua y sangre de Jesu-
         cristo (19, 34-35; 1 Jn 5,6-8), el mandamiento del amor (13,34-35; 1 Jn 2,7-
         8; 3,11; 2 Jn 4-6), ser de Dios (8,47; 1 Jn 3,10; 4,1-6; 3 Jn 11), ser de Ia ver-
         dad, conocer La verdad (8,32; 18,37; 1 Jn 2,21; 3,19; 2 Jn 1; 3 Jn 3.8),guardar
         los preceptos (14,15.21.23; 15,10; 1 Jn 2,3-4; 3,22.24; 5,2-3) 22•



     20«Allein das Vorhandensein dieses Nachtrags und das keineswegs schriftstellerisch, sondem als
Plural communicis zu verstehenden 'wir' in v.24b sind Hinweise auf eine joh. Schule» (Schnelle,Einlei-
tung 496). Cf. A. von Harnack, «Das 'Wir' in den johanneischen Schriften»: Kleine Schriften zur A/ten
Kirche (Leipzig 1923) 626-643.
     21 Becker habla de «eine Art Sondersprache dieses speziellen Gemeindeverbandes» («Johannese-
vangelium» 29). Aunque Bonnard reconozca que «incontestablement, son vocabulaire et son style rap-
pellent eux du quatrieme evangile», afirma no obstante que aparecen cambios semanticos que reflejan
una epoca diferenciada: «elles tendent a identifier Ia fidelite au Christ 'johannique' a la fidel ite a un en-
seignement deja r~u» ( «Epitre» 301.305).
     22 «Die literarische Spriinge im Johannesevangelium und im ersten Johannesbriefbrauchen nun

nicht zwingend auf Quellenvorlagen hinzuweiserl, sondem konnen ein Zeichen fiir nichtliterarische,
mundliche Oberlieferungsstucke sein, die in der Schute des Johannes gepragt und weitergegeben wur-
den. Die ZugehOrigkeit zur johanneischen Schule kommt in den sprachlichen und sachlichen Obereins-
tinunungen zum Ausdruck, welche die johanneischen Schriften durchziehen» (Strecke, «Anfiinge» 33).


                                                                                                          23
3.0 Los miembros de Ia comunidad se reconocen a si mismos como amigos (3
             Jn 15; cf. Jn 11,11; 15,14-15), hijos (13,33; 1 Jn 2,1.12.28; 3,7.18; 4,4; 5,21},
             [de Dios] (1,12; 11,52; 1 Jn 3,1.2.10; 5,2; 2 Jn 1,4.13; 3 Jn 4) o hermanos
             (20,17; 21,23, 3 Jn 3.45.10); el comportamiento al que se exhorta se centra
             en el mantenimiento de Ia cohesion del grupo creyente (13,34-35; 1 Jn 2,7-
             11; 2 Jn 5-6), que se sabe como ellugar donde Jesus, el maestro (3,2;
             7,16.17), revela todo cuanto ha recibido del Padre (15,15; 17,26; cf.
             8,26.28) 23 •
         Esta singular comunidad cristiana uso generos literarios anteriores a ella y por
    ella recibidos; pero los empleo de forma nueva, tanto como para crear dificultad
    a quien los coteje. Ni el Apocalipsis -que, a pesar de su nombre, se presenta co-
    mo carta y deja ver rasgos de la literatura profetica-, ni las cartas -que, sobre
    todo, Ia primera no cumple con las exigencias del genero-, ni el evangelio -cu-
    ya comparacion con los sin6pticos sustenta la cuesti6n jwinica, a(m por resolver sa-
    tisfactoriamente-, pueden reducirse a lo que logicamente se esperaria de tales
    nombres. Sin duda, la originalliteratura presupone una comunidad cristiana ori-
    ginal, y es su mejor prueba.
         La reconstrucci6n hi.Storica de la comunidad jminica resulta hipotetica debido
    a Ia escasez de fuentes. Dentro del NT, solo Ia literatura jminica ofrece apoyos va-
    lidos; no habria que pasar por alto, con todo, que ninguna otra comunidad primi-
    tiva, a excepcion de las comunidades paulinas y Ia lucana, cuentan con tanta do-
    cumentaci6n escrita. La mayor dificultad depende, mas bien, de Ia naturaleza de
    las fuentes: son libros teol6gicos; y de afirmaciones confesionales hay que ganar
    hechos hist6ricos. Para la recuperaci6n de su bistoria se ha de partir, pues, del tes-
    timonio implfcito de la obra juanica, caso analogo, por otra parte, al de la tradi-
    ci6n sinoptica.
         La concentracion cristologica24 y un numero de rasgos comunes, de estilo y de
    pensamiento, son en ella tan caracteristicos que hacen obvio apuntar a un mismo
    ambiente religioso y cultural 25 ; ello no obliga, todavia, a pensar en un origen bis-
    torico unico, cuestion aun abierta. Es pensable, con todo, que fuese Asia Menor,
    Efeso mas concretamente, el centro geografico de Ia comunidad juanica. Una tra-
    dicion muy antigua sirua alii el evangelio, que habria escrito el ap6stol Juan a edad


         23   Cf. Schnelle, Christologie 53-57.
         24
           «No tenemos otros documentos del NT que alcancen este nivel cristol6gico tan elevado. Porque
    tanto el EJ como las cartas (1 y 2 Jn) presentan una interpretacion de Jesus que hunde sus rafces en Ia
    confesi6n de Ia Hamada pre-existencia de Jesus. La cristologfa adquiere asi una amplitud y una profun-
1   didad que no tienen parang6n en el NT (con Ia posible excepci6n de Heb)~~ (Tufti, Comunidades 20).
         25 Hay que tener en cuenta Ia reserva de Hengel: «The 'history' of the school is first and foremost
    the 'history' of its master and head between fiJnO and 100/110 CE. The more redactors and authors who
    are introduced - even with opposed theological views - the more difficult it is to explain the origin of
    both the corpus and the Gospel with its stylistic unity, unique in earliest Christianity, and the closed na-
    ture of its thought-world» (Question 90).


    24
avanzada26 • La recepci6n del evangelio fue, ademas, temprana e importante en
Asia Menor27 ; Ia similitud que, en concepciones teol6gicas mantiene Ia tradici6n
jminica con Ia paulina28 , apuntan, igualmente, en esta direcci6n.
    La existencia de un cfrculo juanico29 o, mejor quiza, una escuela 30 parece no poder
obviarse. AI ser evidentes en los escritos juanicos caracteristicas como Ia relevancia
que se concede a Ia persona de su lfder, el cuidado por la tradici6n a el debida, el
ideal de amistad y Ia confrontaci6n con el mundo extemo que tipifican Ia vida de co-
munidad, incipiente institucionalizaci6n de Ia vida comun31 • La identificaci6n del fun-
dador es discutida; siguen proponiendose Juan el ap6stol, el disdpulo amado, Juan el
presbitero32, el presbitero autor de 2-3 Jn 33 • Miembros de la comunidad parecen estar
tras afmnaciones como 3,11; 21,24 o 1 Jn 1,2-3; yen algtin discurso de Jesus podrian
resonar aun discusiones de escuela (cf.16,16-33)34 • Habria que pensar que Ia comuni-
dad productora de esa literatura tuvo una larga vida y un espacio de implantaci6n am-
plio; rasgos que Ia diversifican del caso de Pablo y de sus herederos35 •


    26
       «.Juan, el discipulo del Seiior, el que se habfa reclinado sobre su pecho, tambien elpuplic6 el evan-
gelio, mientras moraba en Efeso de Asia» (Eusebio, HE V 8,4 [296]; cf. Ireneo, Adv. Haer. III 1,1 ).
    11
          Hengel, Question 1-23.
     28 Cf. D. Zeller, «Paulus und Johannes»: BZ 27 (1983) 167-182; U. Schnelle, ((Paulus und Johan-
neS?>: EvT 47 (1987) 212-228; R. Schnackenburg, (<Ephesus: Entwicklung einer Gemeinde von Paulus
zu Johannes»: BZ 35 (1991) 41-64.
     29 Cf. 0. Cull mann, Der johanneisische Kreis. Sein Platz im Spatjudentum, in der Jiingerschaft Jesu

und im Urchristenum (Tiibingen 1975); X. Levieils, «Juifs et Grecs dans la communaute johannique»:
Bib 82 (2001) 51-78.
     30A diferencia del circulo, Ia escuela es «mehr sach', weniger personenorientiert» (Ernst, Johan-
nes 14 n. 0 7). Cf. R. A Culppeper, The Johannine SchooL An Evaluation of the Johannine-School Hy-
pothesis based on an Investigation of the Nature of Ancient Schools (Missoula 1975); G. Strecker, «Die
Anfange der johanneischen Schute»: NTS 32 (1986) 31-47; F. Vouga, «The Johannine School: A Gnos-
tic Tradition in Primitive Christianity?»: Bib 69 (1988) 371-385. Sigue teniendo valor Ia advertencia de
H. Streeter: «The word 'School' is one of those vague seductive expressions which it is so easy to accept
as a substitute for clear thinking» (Gospels 459).
     31R. A Culppeper, The Johannine School An Evaluation of the Johannine-School Hypothesis Ba-
sed on an Investigation of the Nature of Ancient Schools (Atlanta 1975) 258-259. Ver una critica, con-
vencida que no convincente, a esta hip6tesis en auge en Schmithals: ((Die johannesiche Schute is mit-
samt ihrer kiinstlich und anhaltlos konstruierten Geschichte ein Kind der Phantasie, geschaffen, urn die
Verlegenheiten der Forschung und die UnzuHinglichkeit ihrer Ergebnisse mit dem Anschein der Wis-
senschaftlichkeit zu rechtfertigen» (Johannesevangelium 218, cf. 208-214}
    32
          Defendida con convicci6n par Hengel, Question 102-135.
     33 Para Strecker (Literaturgeschichte 216-217. Cf. W. Heitm iiller, «Zur Johannes-Tradition»: ZNW
15 [1914] 189-209), el fundador habria sido el presbitero autor de 2-3 Jn.
     34 Mas aun, Becker, Evangelium I 42, piensa que el cuarto evangelio serfa ((ein zur Literatur ge-

wordener Dialog innerhalb der johanneischen Schule».
     35 Aunque tambien las cartas paulinas, autenticas y pseudoepignificas, son un ejemplo de perma-

nencia de una tradici6n a traves de su reelaboraci6n y acomodaci6n, fueron pensadas para comunida-
des diferentes, lo que no corresponde con el caso de Ia literatura juanica.


                                                                                                        25
La comunidad ·uanica se un una hi 6tesis lausible36 habria asado or va-
rias eta as. En su origen, antes incluso de Ia puesta por escrito del evangelic, bu-
bo un grupo de judios, radicados posiblemente en Palestina, que aceptaron el me-
sianismo davidico de Jesus; se habian agrupado en torno a un hombre que habia
conocido a Jesus durante su ministerio publico y le habia seguido. A este grupo
inicial, en el que habria disdpulos del Bautista (1,35-40), se unieron pronto judfos cri-
ticos con el Templo que misionaron Samaria, impulsaron una cristologia mas de-
sarrollada, afirmando Ia preexistencia y divinidad de Jesus y, por ello, sufrieron Ia
expulsion del judaismo oficial; en esta etapa, y a consecuencia de lo vivido, el gru-
po opt6 por ver las expectativas escatol6gicas realizadas en Jesus Resucitado.
     El evangelic refleja, en efecto, una situaci6n comunitaria donde se ha consu-
mado Ia separaci6n con el judafsmo (9,22; 12,42-43; 16,2), que se ha convertido
mas en sfmbolo de Ia resistencia ala fe (8,44) que en realidad hist6rica; los judios
son prototipos de Ia incredulidad (12,37-40) y la comunidad se abre a los gentiles
(12,20-23). Mientras se esta dando este cambio de comprensi6n, Ia comunidad se
muda a Ia diaspora (7,35) y escribe un evangelic, cuyos terminos semiticos tradu-
ce a sus lectores; se advierte una tendencia al aislamiento progresivo de Ia comu-
nidad dentro de su entorno (17, 15-16; 14,30; 16,33) y de las demas comunidades
cristianas, que no comparten su cristologia (6,67-69; 10,16; 17,11). Frente a los ju-
dios insiste en Ia presencia de Dios en Cristo, que lleva a la superaci6n de las fies-
tas y suplantaci6n del Templo. Polemiza, asimismo, con cristianos por su judaismo
larvado, su tibieza en la profesi6n de Ia fe o su incapacidad para confesar la pree-
xistencia de Cristo; en la epoca mas reciente, criticara, ademas, a cuantos no afir-
man la realidad humana de Jesus. La experiencia cristiana esta profundizada, y se


     36
        Cf. Brown, Introduction 374-376; ld., «Johannine Ecclesiology -The Community's Origin»: lnt
31 (1977) 379-393; Id., «Other Sheep Not of This Fold'. The Johannine Perspective on Christian Di-
versity in the Late First Century»:JBL 97 (1978) 5-22.
      Su hip6tesis es deudora de dos intentos prevlos. Martyn pens6 en tres eta pas («Glimpses» 150-175).
En sus inicios, la comunidad convivia en paz con Ia sinagoga y compartia expectativas mesianicas judfas;
los materiales, en forma de homilfas, se habrian ya configurado como un evangelio rudimentario; serfa
probable que el discfpulo amado dominara este periodo. La ruptura traumatica con la sinagoga obligo
a Ia comunidad a definirse mejor y elabor6 una cristologfa mas radical y un dualismo etico pronuncia-
do; Ia expulsion y el martirio hizo del grupo de cristianos judfos una comunidad judeocristiana. La co-
munidad tuvo que seguir defmiendo su identidad, ante Ia pennanencia de cristianos que preferian vivir
en paz con Ia sinagoga, mientras otros eran perseguidos; percatandose de Ia existencia de otras comu-
nidades judeocristianas, alimento Ia esperanza de reunificacion.
     G. Richter enumera cuatro fases. Un grupo de judeocristianos, que ven a Jesus como profeta se-
gun el tipo de Moises y creen en una escatologfa futura, son expulsados de Ia sinagoga; ya tienen un
cvangelio base. A consecuencia de Ia expulsion, este grupo desarrolla una cristologfa del Hijo de Dios,
que origina division intema; editan el evangelici e incorporan un vision realizada de la escatologia. Den-
tro de este grupo aparecen una interpretaci6n 'docetista de Ia cristologia alta, que favorecera una revi-
sion del evangelio, que asume las dos tendencias previas de Ia escatologfa («Prasentische und futuris-
che Eschatologie im 4. Evangelium», en J. Hainz [ed.), Studien zum Johannesevangelium [Regensburg
1977] 346-382).


26
expresa como un cierto intimismo cristocentrico; la vivencia comun de la fe es una
           preocupaci6n sentida; el amor mutuo, exigencia caracteristica (13,34; 15,12.17).
                    d o_  a-t.c;me-r-en--Guenta ue dificulta lie ar a conclusiones se uras es ue
           1 Jn no ofrezca cita al una de Jn.      ~do aparecen las cartas, unos aftos despues,
           e      :nge "sta habia concluido a u-ebra, aunque el evangelio no habria conocido
           aun su ultima edici6n 7• Las cartas, escritas por otra(s) persona(s), reflejan una si-
           tuaci6n comunitaria diversa 38 : el problema con los judios esta ya superado; ahora
           las tensiones nacen en el seno mismo de la comunidad (1 Jn 2,18-19; 2 Jn 7), de-
           bido tanto a divergencias cristol6gicas como a diferencias en la gesti6n de la vida
           comun39 • Se advierte en elias los inicios de una organizaci6n monarquica de Ia co-
           munidad local (Jn 21,15-17), no muy bien soportada por los Hderes carismaticos
           deambulantes (3 Jn), ni suficientemente aceptada dentro de la comunidad (1 Jn
           4,1-6); la persistencia de misioneros itinerantes causaba problemas. Los antagonis-
           tas son ya cristianos, autoridades de comunidades locales, o herejes, creyentes que
           interpretan diversamente Ia misma tradici6n. Las tres cartas habrfan sido redac-
           tadas en un corto periodo de tiempo.
                La comunida ael a ocali sis? ~ajo la presion de Ia persecuci6n politica y
    ~ ?/   mira al mundo con -eseemfi nza y desapego. La insistencia en una esca~ologia fu-
/          tura la separa netamente de la escatologia realizada, predominante en el cuarto evan-
           gelio. La imagineria simb6lica proviene de Ia apocalfptica judia. La tradici6n juani-
           ca ha sido asumida aquf muy libremente; aunque las coincidencias tematicas y de
           vocabulario son obvias40 , son mayores las diferencias 41 • La comunidad del apocalip-
           sis representa, probablemente, «una desviaci6n temprana de Ia tendencia jminica» 42•

                37   Hengel, Question 33.
                38
                   En contra Schnelle, Einleitung 500, que, siguiendo a Strecker, ~~Anf<inge» 31-47, defiende otra se-
           cuencia (2 Jn, 3 Jn, 1 Jn y Jn); 2 Jn y 3 Jn serian los textos mas primitives de Ia escuelajuanica, escritos
           por Juan el anciano. 1 Jn, donde no habrfa referencias al evangelio, atestiguarfa Ia controversia antido-
           cetista; serfa posterior y escrita par otro au tor. Despues vendrfa Jn, pues supondria tal discusi6n ya da-
           da y Ia profundizarfa; el evangelic seria «den Hohenpunkt und Abschluss der in der job. Schute ens-
           tandenen und uns uberlieferten Literatur» (Schnelle, Christologie 256-257; Strecker, Literaturgeschichte
           218-219). Klauck cree que en 1 Jn «dem entgiiltigen Abschluss des johanneischen Schriftums und sei-
           ner Herausgabe als Korpus in der jetzigen Form urn einiges vorausliegt» (Johannesbriefe 109).
                39Zumstein, «Communaute» 363-365. «This truth is now at risk. This situation, which in the eyes
           to the presbyter is acute~y threatening, binds all three letters together» (Hengel, Question 38).
                40
                 Para una detallada comparaci6n entre el Ap y Jn, cf. H. B. Swete, The Apocalypse ofSt. John (Lon-
           don 21909) cxxvi-cxxx.
               41
                   Cf. J. Lambrecht ( ed. ), L 'Apocalypse johannique et l'Apocalytique dans le Nouveau Testament
           (Gembloux 1980) 289-301; E. Schussler-Fiorenza, The Book ofApocalyse: Justice and Judgement (Phila-
           del;>hia 1985) 85-133.
                42
                  Brown, Iglesias 24. «Los destinatarios del libra de Ia Revelaci6n fueron sucesores de Ia tradici6n
           de Juan, los cuales (tal vez debido a una temprana migraci6n de Palestina o a una temprana actividad
           misionera en Asia Menor) no habian sido catequizados por el cuarto evangelista ni por ninguno de sus
           compafteros; no influyendo, por esta raz6n, en ellos Ia principal sintesis teol6gica de Ia tradici6n juani-
           ca que aparece en el cuarto evangelic» ( o.c., 24 ).


                                                                                                                   27
No parece, pues, que el autor del apocalipsis pueda ser identificado como miem-
      bro de la comunidad juanica que escribi6 el evangelio43 y/o las cartas44 •
           Es, por ultimo, si nificativa Ia rece ci6n ue la obra ·uanica ha encontrado en
      la iglesia. Desde el inicio el exito rapido y Ia temprana difusi6n, tanto en sectores
rAA   ortodoxos como en los heterodoxos, va unida al recelo y el rechazo; ligado a Ia
      aceptaci6n de la literatura juanica por Ia gran iglesia aparece, pues, el conflicto
      por su interpretacion. La popularidad que Jn yAp obtuvieron en circulos gn6sti-
      cos contribuy6 a retrasar su aceptaci6n eclesial en amplios sectores. La tendencia
      antidoceta de 1 J n favoreci6 su popularidad en circulos ortodoxos. Las tensiones
      que motivaron 2-3 Jn, con independencia de c6mo se las interprete, reflejan una
      epoca de consolidaci6n de las comunidades locales y de su progresiva institucio-
      nalizaci6n.




           43Vidal, Escritos 13-14. R. H. Charles, The Revelation of St. John (Edinburgh 1920) pensaba en dos
      autores diversos, pero vinculados. Para Hengel, Question 127, el autor del Ap pertenecerfa a Ia escuela
      juanica. Sin mucho fundamento se ha pensado que el atitor del Ap habria confiado Ia tarea de escribir
      el evangelio y las cartas a un secretario Mbil escritor, cf. D. Guthrie, New Testament Introduction (Dow-
      ners Glove/London 1970) 940-962. «The Evangelist and the prophet have minds made in different molds.
      The difference in their modes of presenting the common faith is matched by the differences in their lan-
      guage- differences the more striking in that both authors appear to think in Aramaic and write in Gre-
      ek, though they do so in consistently different ways» (Beasly-Murray,John lxix).
           44
             El autor del Ap serfa autor de 2 y 3 de Jn, segun J. Moffatt, An Introduction to the Literature of
      the New Testament (Naperville/Edinburgh 31918) 480-481. Mas verosfmil es Ia opini6n de Hengel, para
      quien «the Apocalypse was also published in this milieu as a Johannine 'outsider' ... later than the Gos-
      pel and the letters» (Question 51).


      28
«Entre los Iibras del Nuevo Testamento sobresalen
       los evangelios y de estos es primicia el de Juan,
        cuyo sentido profunda nadie puede entender
a no ser que haya reclinado su cabeza sabre el pecho de Jesus
         o haya recibido de El a Marla como madre.»
              {ORfGENES, In Joh. I 6: PG 14,31-32)




                           · II
         Evangelio segun Juan
Ante el cuarto evangelic han surgido siempre impresiones contrapues--
   tas en Ia historic del cristianismo: de un lado, Jn despert6 desde el ini-
   cio un entusiasmo enorme porIa profundidad de Ia imagen de Jesus y
   Ia concepcion teol6gica de Ia vida cristiana que este «evangelic espiri-
   tual» 1 transpire; de otro Ia do, es asimismo permanente cierto embarazo
   ante «este producto extraiio», esta creaci6n literaria «tan peculiar que
   dificilmente cabe ordenarlo al lado de los restantes escritos nuevotesta-
   mentarios»2.
   No ha de sorprender, pues, que haya sido continuamente 'objeto de es-
   pecial interes por parte de Ia comunidad cristiana y, al mismo tiempo,
   tema invariable de investigaci6n critica; siendo «el mas acabado testi-
   monio sobre Ia vida de Jesus en su relaci6n con el Padre», noes una
   obra facil; «cuanto masse lee este texto, mas firma es Ia convicci6n de
   que guarda celosamente sus secretos»3 .
   Para facilitar Ia comprensi6n del cuarto evangelic este capitulo analiza
   las cuestiones introductorias mas importantes con cierto detenimiento.




     1 Eusebio    (263-339), apoyandose en el testimonio de Oemente Alejandrino (150-215), escnbe que
«Juan, el ultimo de todos, viendo que en los evangelios de los otros se cuenta lo que se refiere al cuer-.
po de Cristo, el, bajo la inspiraci6n del Espiritu Santo y a petici6n de sus allegados, escribi6 un evange-
lic espiritual>> (HE VI 14: PG 20, 552; cf. PG 9, 749).
      2 Bornkamm, Historia 141. Jn serla «el verdadero enigma del cristianismo primitivo» (Vielhauer,

Historia 430).
      3 Cothenet, «Evangelio» 203. Para P. S. Minear, Jn tiene Ia particularidad de producir mayor con-

fusi6n cuanto masse estudia, lo que produce, sin duda, frustraci6n («The Audience of the Fourth Evan-
gelist»: Int 31 [1977}339). «Everything we want to know about this book is uncertain, and everything
about it that is apparently knowable is matter of dispute» (Beasley-Murray, John xxxii). .Ya Agustin re-
conoda que «este evangelista vuela muy alto y apenas puede ser comprendido» (Tratado 36, 6 [11 ]).
1. EL TEXTO

 Como resultado de descubrimientos recientes, acaecidos no hace mas de cincuenta
 aiios, Jn es el evangelic que goza de Ia atestaci6n manuscrita mas antigua4 • Silas
 primeras ediciones de imprenta, en el siglo XVI, tenian como base codices medie-
 vales de los siglos x-XI, y las primeras ed' ·    criticas de los siglos XIX-XX utili-
 zaron los c6dices rna 'sculos del si I IV (Vaticano: . Lachmann en 183~1- '
(fiCO~ B. R Westcott - F. S. A. Hort, en 188 ,    ' ·mas ediciones puedeiY a)myarse
)raen papiros de los siglos n y 111.
     EI_mas antiguo de todos los papiros del NT basta hoy descubierto y publicado
 es ~52 ,_R,ylands 457, un pequefio fragmento escrito por ambas caras, que con-
 tie~1-33 en el anverso, 18,37-38, en el reverso. Datado en Ia primera mitad
 del siglo 11, prueba que Jn era conocido en Egipto5; extremo confirmado por el ha-
 llazgo en Egipto de tres fragmentos de un evangelio desconocido, que utiliza, al
   a ec textos de Jn, en concreto 5,39.54; 8,59; se trata delllamado papi~
           table en torno al1506•                                            __              ~-    ~




     Mas decisivos para Ia reconstrueei6nile Ia historia del texto son~od­
 mer XV, descubierto en 19567, y~dmer II, hallado en 1961 8• Fechados en

     4
       Panimolle, Giovanni 525-534; Braun,Jean II 86-100. Cf. V. Salmon, Quatriime Evangile. Histoi-
re de Ia tradition textuelle de I' original grec (Paris 1969) 17-46.
    s C. H. Roberts, An Unpublished Fragment of the Fourth Gospel in the John Ryland's Library (Man-
chester 1935); Ph. H. Menoud, L 'evangile de Jean d 'apres les recherches recentes (Neuch!tel1947) 8-9.
     6H. I. Bell - T. C. Skeat, Fragments ofan Unknown Gospel (London 1935); M. Gogtiel, «Les frag-
ments nouvellement decouverts d'un Evangile du II" siecle»: RHPR 15 (1935) 459-466; Braun, Jean I
87-94.404-406. En 1987 se ba descubierto un cuarto fragmento del mismo manuscrito (cf. M. Grone-
wald, Kolner Papyri. Vol6 (1987] 136ss). Otros retrasan Ia dataci6n basta finales del siglo II (p. e., Scb-
mithals,Johannesevangelium 9; Hennecke- Schneemelcher,Apo/ayphen 82).
     7 C. L Porter, «Papyrus Bodmer XV (P75 ) and the Text of Codex VaticanUS»: JBL 81 (1962) 363-
376; V. Martin- R. Kasser, Papyrus Bodmer XV. Evangile de Jean, ch. 1-15 (Cologny-Geneve 1961 ). Cf.
J. Delobel, «The Bodmer Papyri of John. A Short Survey of the Methodological Problems», eo M. de
Jonge (ed.),L 'EvangiledeJean (Gembloux 1977) 317-323.
     8 V. Martin, Papyrus Bodmer II. Evangile de Jean, ch. 1-XIV (Cologny-Geneve 1956); K Aland, .

«Papyrus Bodmer II»: TLZ 82 (1957) 162-184; M. E. Boismard, «l..e papyrus Bodmer lb: RB 64 (1957)


                                                                                                       31
torno al final del siglo II, _contienen ya dos tercios, bien conservados, de todo el
evangelio; el P66 ofrece en 52 folios 1,1-6,11; 6,35-14,26.29-30; 15,2-26; 16,10-20.22-
23; 20.25-21,9; el P 75 , en 27 folios tiene, ademas de Lc, 1,1-9,45.48-57; 12,3-13,1.8-
9; 14,8-30; 15,7-8. Ambos testimonian ya la titulacion tradicional e-iJayyti..Lov Ka-
Ta 'I w6:Wllv 9, lo que parece indicar que Ia atribucion a Juan era usual ya en Egipto
a finales del siglo n10•
    Existen otros papiros griegos del siglo m11 , y una version copta del evangelio1
papiro Bodmer III, del siglo IV12, contemporaneo a los grandes codices may11scu-
los (Sinaitico: /01; Vaticano: B/03) 13.
    Si se quiere valorar el estado del texto, habran de tenerse en cuenta dos he-
chos. En primer Iugar, apenas dos generaciones separan el original de las copias
que han llegado a nosotros. En segundo Iugar, el texto de los papiros del siglo II
queda ratificado por los mejores c6dices existentes: el P75 se emparenta con el Va-
ticano (B/03), el f66, con el Sinaltico (/01) y el de Beza (D/05). Sin poder postular
que refleje el original, el texto del que disponemos esta criticamente bien asegu-
rado14.


363-368; H. Zimmerman, ~Papyrus Bodmer II und seine Bedeutung fiir die Textgeschichte des Johan-
nesevangeliums»: BZ 2 (1958) 214-243; G. Danesi, «11 piu antico codice del vangelo di Giovanni. II pa-
piro Bodmer II recentemente scoperto»: RivB 6 (1958) 295-322; V. Martin - J. W. B. Barns, Papyrus
Bodmer IL Suplement. Evangile de Jean, ch. XIV-XXI (Cologny-Geneve 1962).
      9
      «Es gibt also gute Griinde fiir die Annahme, dass die dem vierten Evangelium zugeordnete
Uberschrift nicht ein spiiter Akt der Herausgabe war, sondern dass sie in die Zeit fallt, als dieses Werk
zur Vorbreitung freigegeben wurde - d h. wahrscheinlich in die erste Halfte des zweiten JahrhundertS»
(Zumstein, «Relecture» 395).
     10
      «In third -and second- century Egypt the Fourth Gospel was most prized of all the Gospels»
(Hengel, Question 6). Cf. K. Aland, «Der Text des Johannes-Evangeliums im 2. Jahrhundert», en W.
Schrage (ed.), Studien zum Text und Ethik des Neuen Testaments. FS. H. Greeven (Berlin-New York,
1986) 1-10.
     11    ps, Oxyrinco 208 (1,23-31.33-40; 16,14-30; 20,11-17;19-20.22--25); P 22, Oxyrinco 1228 (15,25-16,2.21-
32); P 28,  Oxyrinco 1596 (6,8-12.17-22); p39, Oxyrinco 1780 (8,14-22); P'5, Chester Beatty I (10,7-25; 10,30-
11 ,10.18.36.42-57).
     12
     E. M. Husselman, The Gospel of John in Fayumic Coptic (Ann Arbor 1962); R. Kasser, Papyrus
Bodmer Ill. Evangile de Jean et Genese I-IV,2 en boharique (Louvain 1958).
     13 «Out of all the NT books, the Gospel of John has the most witnesses among the papyrus MSS-
twenty-two to date (P2, 5,6,22,28,36,39,44,45,52,55,60,63,66,75,76,80,84,90,93 and 95). Two of these MSS,
P66 y P75, contain a good portion of this gospel by themselves; and when all the MSS are compiled to-
gether, they cover nearly the entire book. .. The Gospel of John, above all other NT books, possesses the
greatest number of papyrus manuscripts that are dated before A.D. 300 - eteven in total: P
5,22,28,45,66,75,80,90 and 95. Having such evidence, it is possible to reconstruct the text of John as it
might have appeared in Egypt between the mid-second century to the mid-fourth century, a period prior
to all the great uncial MSS except Codex VaticanuS» (Comfort, «Text» 624).
      14«Das Evangelium hat offensichtlich nie in einer anderen als der uns iiberlieferten Gestalt exis-
tiert. Auch der sogenannte 'Nacbtrag' (Joh 21) felht nirgends. Keine einzige der oft postulierten Tex-
tumstellungen und -ausscheidungen als sekundarer Partien hat an der handschriftlichen Oberlieferung
Keinen Anhalt» (Thyen, «Johannesevangelium» 200).


32
Pueden llegar a unas cincuenta las variantes dignas de atenci6n 2 sean produc-
to de errores de trascripcion o prueba de dificultades de interpretacion en el pro-
:eso de transmisi6n. Solo una pericopa de nuestro actual texto canonico es de du-
dosa autenticidad (7,53-8,11): no esta atestiguada ni en los mas antiguos papiros
(P75 y J>66) ni en los c' ·    del si lo 1v15• Identico es el caso de 5 3b-4.
    Caso a arte s 1, 13. eido en singular, es una de las variantes mas contro-
vertidas. Aunque i        rada por todos los manuscritos griegos, codices unciales y
los principales papiros, fue utilizada por Ireneo (Adv. Haer. III 16,2; 19,2; 21,5.7),
por Thrtuliano (De Came Christi XV 3; XIX 1) en Ia polemica antignostica y ates-
tiguada con oscilaciones por Origenes, Ambrosio y Agustfn entre otros. Algunos
exegetas actuates defienden con fuerza su autenticidad, una posicion esta no exen-
ta de intereses dogmaticos 16•



2. ACEPTACION ECLESIAL: RESENA HISTORICA

Desde los inicios mismos del cristianismo, Jn ha sido el evangelio mas c~ntrover­
tido. La Hamada cuestion judnica, abierta un tanto tardiamente en el siglo XIX, se
:entra en negarle al ap6stol Juan la patemidad Iiteraria del evangelio; este «asal-
to contra el cuarto evangelio» 17 noes, con todo, una empresa modema. Jn tuvo
ms primeros detractores tan pronto como fue conocido y, curiosamente, al inicio
fueron herejes sus mas acerrimos partidarios.
     Desde principios del siglo III basta bien entrada el siglo XIX ha dominado Ia
::lpini6n que atribuia Ia paternidad del cuarto evangelio al ap6stol Juan, el hijo del
Zebedeo (Mt 4,21; Me 10,39), discipulo preferido de Jesus y testigo ocular de cuan-
to escribiria (21,24).



     15  «The evidence for the non-Johannine origin of the pericope of the adulteress is overwhelming»
(Metzger, Commentaty 219). Segun Brown, «We may have here an old story about Jesus' mercy towards
~inners, that traveled independently of the four Gospels and could not be included until there was a
:hange in the church' s reluctance to forgive adultery» (Introduction 376-377).
      16 P. e., I. de Ia Potterie, «La Mere de Jesus et la conception virginale dli"Fils de Dieu»: Marianum

40 (1978) 79-90. Cf. M. E. Boismard, Le Prologue de saint Jean (Paris 1953) 56-65; J. Galot, Etre ne de
Dieu. Jean 1,13 (Roma 1969); P. Hofrichter,Nich/ aus Blut sondem monogen aus Gott geboren (Wiirz-
Jurg 1978); A. C. Vicent, «La doble generaci6n de Jesucristo segllll Jn 1,13-14~: EstBib 40 (1983) 49-
117; Id., «La huella cristo16gica de Jn 1,13 en el siglo 11 y Ia ins6lita audacia de esta f6rmula joanea»: Est-
Bib 43 (1985) 275-320. «The singular number may have arisen either from a desire to make the Fourth
Gospel allude explicitly to the virgin birth or from the influence of the singular number of the imme-
:liately precedingautou» (Metzger, Commentary 191).
      17 Van den Bussche, Evangelio 9. «El tema del autor del evangelio de Juan fue el punto de partida

je Ia investigaci6n crftica y constituy6, basta bien entrado el siglo XX, el m1cleo de Ia cuesti6n juanica»
(Tufif, «Evangelio» 141}.


                                                                                                           33
2.1. Periodo precrrtico
El primer y principal testigo de esta tradici6n e4Ireneo de                       Lyon~140-202),
                                                                                     un
griego del Asia Menor que lleg6 a ser obispo y portavoz de la Igl sia de las Ga·
lias. Su testimonio (ca. 180) es importante dada la antigiiedad y precision que Io
caracterizan: «Despues de ellos, Juan, el discipulo del Sefior, que se habia re·
costado sobre su pecho, escribi6 el evangelio, durante su residencia en Efeso de
Asia» 18•
     Recogiendo noticias dispersas en Ireneo y Eusebio se form6 la tradici6n que
sefialaba a Efeso como estancia de Juan; alli conoceria a Policarpo, obispo de Es-
mirna (muerto el155). Bajo Domiciano (81-96) serfa desterrado a Patmos, isla del
mar Egeo, donde habrfa escrito el Apocalipsis (Ap 1, 9). En tiempos del empera-
dor Nerva (96-98), regresaria a Efeso, donde habria muerto bajo Trajano (98-117),
en edad avanzada, como parece poder deducirse por 21,20-23. Asi quedaria, ade-
mas, explicada su identificaci6n con el presbitero (2 Jn 1; 3 Jn 1), autor de las dos
ultimas cartas.
     Una generaci6n mas tarde, Clemente de Alejandria escribiria en Hypotyposen,
una obra que no ha llegado a nosotros, que Juan habria escrito el cuarto evange-
lic motivado por sus discipulos, con la intenci6n de componer un 'evangelic espi-
ritual', ya que en los anteriores se habia expuesto lo 'corporal' (Eusebio, HE VI
14,7) 19•
     Si fue gracias a Ireneo, quien habia descubierto Ia importancia del cuarto evan-
gelic en su Iucha antign6stica, que Jn entr6 definitivamente en la lista can6nica de
la £Omunidad cristiana, hay suficiente evidencia como para pensar que el evange-
lic era conocido, y estaba ya extendido, ai iniciarse el siglo m. Trascrito a breve dis-
tancia de su ublicaci6n, fue citado r ad res here· es a partir de los primeros
decenios del si lo 1. us          muerto en torno al165), en su exposici6n sobre el
Logos, tiene puntos de contacto con el (Dial 63, cf. 1,13; Dia/88, cf. 1,20.23; Apol
I 32, cf. 1,4), aunque dependa claramente en su exposici6n del estoicismo fi.los6-
fico acian · discfpulo, coloc6 en el Diatesseron (bacia el 170; cf. Eusebio, HE
IV 2 , este evangelic al mismo nivel que los tres sin6pticos y Th6filo de Antic-
quia, a finales del siglo 11, apoya su teoria sobre el Logos en las escrituras y en to-
dos los hombres inspirados, «entre ellos Juan» 20, siendo esta Ia primera cita expli-
cita del cuarto evangelic por parte de un escritor eclesiastico.


     18 Adv. Haer.   III 1,1: PG 7,844. Cf. II 22,5. Eusebio, HE III 23,3. «Juan evangelists es el mismo que,
entre todos los discipulos, repos6 sobre el pecho del Senor y por el cual el Senor, que a todos amaba,
tuvo, sin embargo, especial predilecci6n>> (Agustin, TraiiJdo 16,3 [4371).
     19
        Parecidas opiniones en Eusebio (HE III 24,5-14), el Canon Muratori (Jineas 9-34) y Jeronimo,
De viris Ill. III 9.
     20
        Ad Auto/ycum II 22: PG 6,1088 «II' es incontestable que 1evangile selon Jean est accueilli ala fin
du nc siecle par exemple dans les christianismes romain et gaulois et que sa rectitude dogmatique est
affirmee» (Zumstein, «Communaute» 360).


34
esia sectas rivalizaban r a ro iarse el evangelio. El recelo
que pu o encontrar Ia gran iglesia estaba motivado por Ia aceptaci6n que recibia
en circulos gn6sticos21 ; cuando se convirti6 en arma contra ellos, su aceptaci6n fue
inmediata22• Por parte sectaria hay suficientes indicios para probar su aceptaci6n
y uso entre los gn6sticos de Nag Hammadi (EvFlp 15, cf. 6,31-32; 23, cf. 6,53; Ev-
Ver 18,20, cf. 14,6; cf. 20,22); resulta, ademas, revelador que fuera un gn6stico va-
lentiniano, Heracleo, su primer comentarista y que hubiera elementos ortodoxos
que negaron que el ap6stol Juan fuera el autor de un evangelio, en el que solfan
basar su error gn6sticos y montanistas. Ireneo, que se apoyaba en Jn para defen-
der Ia humanidad y divinidad del Verbo (Adv. Haer. II 13,8; III 11,1 ), conoce a
«unos que no admiten la forma del evangelio segl1n Juan, en el que el Seiior pro-
meti6 que enviarfa el Espiritu» 23 ; para mejor negarle autoridad apost6lica, com-
paraban su testimonio con el de los sin6pticos. A partir de entonces, el cuarto evan-
gelio ha sido siempre un 'controvertido libro de exito'24
    En el si lo ~atequesis bautismal de I tur ia romana se oy6 en el y su
pr        · ·e-=tif(a notable influencia en Ia formulacion e a fe cristol6gica an-
tes y despues de Nicea.~. 160 - ca. 225) se apoya en una exegesis li-
teral de 1,14 para defen~modalis                     f. 10,30; 14,9-10), Ia r&lidad de.
Ia encarnaci6n del Verbo (Adv. Prax. II 5 . Origenes 85-254) redact6 un extenso
comentario, que no ha llegado a nosotros co            o, para combatir Ia interpreta-
ci6n gn6stica de Heracleo (en tomo al 150): partiendo del sentido literal intenta-
ba llegar al espiritual, o mfstico, dentro de una orientaci6n cristol6gica y eclesio-
16gica25.


    21 Tal fue   el caso del sacerdote romano Gayo, segln Eusebio (HE III 3,4). «Die erste Bliitezeit des
Job in gnostischen Kreisen zu suchen ist» (Becker, Evangelium I 59; ld., «Literatur» 345). De ahi de-
duce Kasemann que Jn seria «Vestigia de una comunidad arrinconada del primitive cristianismo» (Tes-
tamento 90).
      22 Singular Ia postura de Kasemann, para quien Ia aceptaci6n can6nica de Jn habrfa tenido Iugar

«errore hominum et providentia Dei. Contra todas sus intenciones, Ia iglesia aquf, seducida porIa ima-
gen del Dios Jesus que camina sabre Ia tierra, atribuy6 a los ap6stoles Ia voz fuera de aqui silenciada de
aquellos que, una generaci6n mas tarde de nuestro evangelic, fueron condenados como herejes. Se asen-
taba como celestiallo que no se podia localizar en lo terrene». «Hist6ricamente, la iglesia se equivoc6
cuando lo declar6 ortodoxo» (Testamento 167.169).
      23 Adv. Haer. 11111,9: PG 6 1088. Cf. A. Bludau, Die ersten Gegner der Johannesschriften (Freiburg

1925) 10-40; E. H. Pagels, The lohannine Gospel in Gnostic Exegesis. Heracleons Commentary on John
(Nashville 1973); J.D. Kaestli, «L' exegese valentinienne du quatri~me evangile», en J.D. Kaestli- J.
M. Poffet - J. Zumstein (eds. ), La communaute johannique et son histoire. La trajectoire de d 'evangile
de Jean aux deux premiers siecles (Geneve 1990) 322-350.
      24 Cf. W. von Loewenich, Das Johannesverstiindnis im zweitenlahrhundeTt.(Giessen 1932); M. F. Wi-

les, The Spiritual Gospel. The Interpreation of the Fourth Gospel in the early Church (Cambridge 1960);
T. E. Pollard, Johannine Christology and the Early Church (Cambridge 1970).
      25 Origenes, Commentaria in Evangeliumlohannis: PG 14 21-830. Jeronimo habla de 391ibros, de

los que se conservan alga menos de una tercera parte (1-11: 1,1-7; VI: 1,19-29; X: 2,8-25; XIII: 4,13-54;
XIX-XX: 8,19-22; XXII: 13,1-33).


                                                                                                      35
Los comentario ne os d loss' os Iv-v ;ian, en cambio, marcados porIa
polemica antiarriana.         'o se apoy     ~xtos del evangelio (10,34; 14,10;
17,3.11) y sus opositores tuvieron que acudir a otros textos del mismo pa~a reba-
tide (1,1-2.3; 3,16.18; 10,30; 14,8-9) 26• El comentario ~rode Mo _sue~
(350-428) y las homiHa e uan nsos om - 54-407) son los ejemplos sefieros
de este periodo27 ; ambos privi egtan una lectura literal del texto y, siguiendo Ia cris-
tologia de la escuela antioquena, acentuan Ia humanidad de Cristo, como Iugar de
manifestaci6n de la condescendencia divina. Igualmente antiarriano fue el co-
mentario ~rilo de Alejan~0-444), escrito antes del428 y, por tanto, li-
bre de la polemica antinestoriana.
       n Ia · esia latin 1 comentario de rna or incidencia se debe Agustin de Hi-
  o             ), redactado en forma de tratados u homilias. Esta colecct n e 8
discursos, pronunciados al pueblo durante los afios 413 y 418, se caracteriza por
un profundo talante pastoral, junto a una preocupaci6n notable por Ia defensa de
Ia fe ( antidonatista, antiarriano, antipelagianista, antisabeliano) y por el esfuerzo
mantenido por ver sugeridas en el texto las grandes cuestiones trinitarias y cristo-
l6gicas de su tiempo. La lectura del texto parte del sentido literal para llegar al es-
piritual; en cuestiones debatidas, Agustin suele proponer las divenas soluciones y
dejar libertad a sus oyentes28•
     Durante toda 1 ~era copiado y comentado continuamente. La ex-
posicion d                 erable (673-735), depende sustancialmente de san Agus-
tin29. D omas de Aquino 224-1274) nos han llegado dos comentarios: Ia Lec-
tura, gue m que comentario es trascripci6n, reportatio, de lecciones tenidas en
Paris durante los afios 1270-1271 y revisadas por el autor; Ia catena aurea, dentro
de las glosas a los cuatro evangelios redactados en Roma, entre el afio 1262 y 1267.
El primero es un ejemplo de exegesis academica, que se apoya en los comentarios
patristicos para resolver problemas teol6gicos de su epoca; el segundo, una pre-
sentaci6n para predicadores, que divide el texto en secciones explicadas segun los
cuatro sentidos de Ia Escritura, tfpico de Ia exegesis medieval; en cuestiones apar-
te trata los problemas teo16gicos que se derivan del texto30•


     26 «So ist die Vaterexegese mehr als Spiegel der Dogmenentwicklung denn als Erhellungjoh. The-

ologie zu verstehen» (Becker, «.Johannesevangelium» 76).
     27 Teodoro de Mopsuestia, Commentarius in Evangelium Johannis apostoli, CSCO 115-116 (Lou-

vain 1940); Juan Cris6stomo,Homiliae inlohannem: PG 59,23-482.
     28 Por citar un ejemplo: «Old, pues, carisimos, lo que pienso yo sobre este pun to (comentando 4,44),

sin prevenci6n alguna contra lo que penseis vosotros, si es que es mas acertado. Porque unico es el maes-
tro de todos y unica es tambien Ia escuela de Ia que somos todos condisdpulos. Este es, pues, mi pen-
samiento.., y ved sino es verdadero o nose acerca ala verdad» (Agustin, Tratado 16 3 [437)]).
                                                                         ,
     29 Agustin, In Johannis Evangelium Tractatus CX:XIV: PL 35 1375-1976. Beda, In sancti Joannis

Evangelium Expositio: PL 92 633-938.
     30 Tomas de Aquino, Super Evangelium sancti Joannis Lectura. E. Cai (ed.) (Torino 1952); Id., Ca·

lena aurea in quatucr evangelia II (Torino 1925) 355-650.


36
:49'£j~~OO:JS~oe-cu~e~s~ti~o~[{i,la estima por el cuarto evange ·o. Melanchton
  "t

rio . Luter
                          1alvino 509-1564) en-1533 publicaron sen os comenta-
                            , aunque lo tuvo en gran estima32, nolo comentarfa; de-
jo sermones, pronunciados en diversas ocasiones33 ; partiendo del texto, hace una
lectura teologica con frecuentes a licaciones pnicticas no exentas de polemi~ an-
ticatolica. De Ia e ca la ntrarre orma ca 'lica habria ue recordar ados exe-
getas jesuitas; uan Maldonado                    omeho a lit i      567-1637); Mal-
donado comentolos cuatro evangelios con finura filologica y control de Ia tradici6n
exegetica cat6lica; en los puntos controvertidos expone las opiniones de los padres
y propone su opcion personal; atento a Ia interpretacion teologica, raramente acu-
de al sentido espiritual; con frecuencia rebate a los protestantes, Calvino en par-
ticular. Cornelio publico un comentario a toda Ia Biblia notable por su erudicion,
donde conflula Ia orientaci6n filologica, nacida en el renacimiento, con una inter-
pretacion teologica que, bas ada en Ia exegesis patristica y medieval, intentaba res-
ponder a la lectura protestante34 •


2.2. La cuesti6n juanica
Aunque en los comentarios del siglo XVIII aparece ya Ia tendencia critica, los pri-
meros racionalistas no empaftanin la reverencia con que Jn era acogido en la igle-
sia. Con todo, se va haciendo publica cierta insatisfacci6n ante Ia postura armoni-
zadora que la tradici6n eclesial defendia. La cuestion jminica nace cuando,
advertida la singularidad de Jn, se pone en discusi6n su atribucion al ap6stol 35 • En
1892 se pudo escribir que el cuarto evangelic era signo de contradiccion, una apre-




     31
        Melancbton, Annotationes in Evangelium Joannis (Hagenau 1523); Enamztio in Evange/ium Jo-
annis: CR 14 (Halle 1848) 1-440; Calvino, In Evangelium secundum Joannem commentarius (Genf 1553);
In Evangelium Joannis: CR 75 (Brunswig 1892) 1-458.
     32
        Juan es «der grosste Evangelisb (WA 29,366), «Sein Evangelium so boch an und fiirht es auch
also hindurch, dass er schier in allen Bucbstaben Christi Gottheit predigt, welches keiner der anderen
Evangelisten tut» (WA 10,11,197). «Johannis Evangelium [ist] das einige, zarte, rechte Haupt-Evange-
lium und denen andem dreien weit, weit vorzuziehen und hoher zu heben» (Vorrede aufdas Neue Tes-
tament, 1522· WA 6, 10).
     33 Lutero, D. Martin Luthers Evangelien-Auslegung. IV: Das Johannesevangelium (Gottingen

1961).
     34 Juan Maldonado, Comentarii in quatuor Evangelistas (Pont-a-Mousson 1597); Cornelius a Lapi-

de, Commentaria in quatuor Evangelia (Antwerp 1670).
     35 «Die erste grosse Phase der historisch-kritischen Erforschung der johannesichen Schriften stand

im Zeichen der Frage nach deren 'Echtheit'... Die,anderen a us der Tradition iiberlieferten Probleme,
die Fragen nach der Absicht des Evangelisten und nach der Integritii.t des JoliEv, standen zunachst ganz
 im Schatten der alles entscheidenden Frage nach der Identitlit des Verfassers von JohEv und JohBr»
 (Schmithals, Johannesevangelium 50).


                                                                                                    37
ciacion que es aun actuaP6: Jn sigue estando en el centro de una de las mas vivas
controversias que se dan en Ia investigaci6n contemponinea.
     El primer au tor modemo que cuestionola autenticidad de Jn fue el deista in-
gles E. Evanson en 1792, que atribuyo el evangelio a un escritor neoplat6nico del
siglo n. Haciendose portavoz de un estado de opinion, Karl G. Bretschneider (1776-
1848) expreso dudas sobre Ia apostolicidad de Jn en 1820, apoyandose en su esca-
sa conformidad con los sinopticos, Ia divergente presentacion de Jesus, su conte-
nido poco judfo y Ia tardia datacion de los testigos textuales. Juan no habria
pretendido enmendar ni suplantar los sinopticos; el evangelio era un escrito apo-
logetico, dirigido contra los seguidores del Bautista y contra Cerinto y los gnosti-
cos. Bretschneider escribio su obra en latin para evitar el escandalo entre la gen-
te y no se atrevio a negar taxativamente el origen apost61ico; con todo, Ia cuesti6n
jminica quedo propuesta claramente y pedia soluciones37•
     A pesar de Ia defensa casi unanime que suscito tal ataque y que personalida-
des del rango deE D. Schleiermacher (1768-1834) defendieran Ia autoria litera-
ria del apostol Juan, basandose en que una imagen tan espiritual de Jesus solo po-
dria provenir de un testigo ocular, no tardo mucho tiempo en que se volviera a
plantear Ia cuesti6n.~~a~08-1874) mostro en su vitla de Jesus c6mo
Jn, en comparacion cODlos smopticos, aparecia como un momento mas desarro-
llado en el proceso de mitificaci6n de I~ figura de Jesus, por lo que su testimonio
no era fidedigno; Strauss fue el primero en establecer netamente Ia alternativa 'o
Juan o los sin6pticos' en Ia reconstrucci6n historica de Ia vida de Jesus~
(1792-1860) aseguro metodol6gicamente las afirmaciones de Strauss y d~
gelio en tomo al aiio 170. Jn seria una obra de sfntesis del cristianismo primitivo;
pero su tesis mas influyente en Ia investigaci6n posterior fue, sin duda, negar to-
do valor hist6rico al testimonio juanico sobre Jesus, cuya presentaci6n en el cuar-
to evangelio seria ya reflejo de la fe en su divinidad38•
    Esta critica radical encontr6 aceptaci6n y rechazo al mismo tiempo, pero mar-
c6 profundamente Ia investigaci6n. De Ia reserva frente a Ia tradici6n eclesial so-
bre el origen apost61ico del cuarto evangelio se pas6 a cuestionar su valor hist6ri-



     36
       Cf. H. J. Holtzmann, Lehrbuch der historisch-kritischen Einleitung in das Neue Testament (Frei-
burg 31892) 434. Jn «ist und bleibt spatestens seit Beginn des vorigen Jahrhunderts bis in die Gegenwart
das 'Schmerzenskind' der ntl. Wissentschaft» (Becker,Evangelium I 27).                                 ·
     37 E. Evanson, The Dissonance of the four generally received evangelists and the Evidence of their res-

pective authority examined (Ipswich 1792); K.G. Bretschneider, Probabi/ia de evangelii et episto/arum Jo-
annis apostoli indole et origine eruditorum judiciis modeste sll,jecit (Leipzig 1820). Cf. Kiimmel, Geschich-
te 101-102; Schmithals,Johannesevangelium 50-60.
      38
         D. F. Strauss, Das Leben Jesu, kritisch bearbeitet. 1-11 (Tiibingen 1835-1836); F. C. Baur, Kritis-
che Untersuchungen uber die kanonischen Evangelien, ihr Verhiiltnis zueinander, ihr Charakter und Urs-
prnng (Tiibingen 1847); ld., «Die johannesiche Frage und ihre neuesten Beantwortungen»: ThJb 13
(1854) 196-287. Cf. Kummel, Geschichte 152; Schmithals,Johannesevangelium 61-70.


38
coy a estudiarlo como obra literaria39 • Ha sido en este estudio donde se han acu-
mulado los mayores esfuerzos y se han intentado las soluciones mas variadas; los
resultados fueron tan dispares que se lleg6 a declarar, precipitadamente, en via
muerta todo amilisis de critica literaria de Jn.
    Una nueva esperanza se abri6 con el estudio comparado de las religiones, a
inicios del siglo xx. Se descubri6 asi un camino de posible explicaci6n de Ia origi-
nalidad manifiesta de este evangelio; Jn dej6 de verse como una meditacion in-
temporal sobre Cristo para convertirse en un escrito enraizado en una cultura y
con prop6sitos definidos. La comparaci6n con los nuevos textos religiosos de sec-
tas contemporaneas al cristianismo juanico sostuvo dependencias o influencias que
aclararian el origen y las peculiaridades del cuarto evangelio. Cuando se obtuvo
una visi6n mas matizada y plural de los movimientos religiosos contemporaneos,
se super6 Ia altemativa 'o judaismo o helenismo', que habia dominado Ia investi-
gaci6n durante el siglo XIX; ello contribuy6 a ampliar el espectro de los posibles
antecedentes del evangelio (mandeismo40 y/o gnosticismo41 ). Hoy domina Ia idea
de que Ia originalidad del cuarto evangelio encuentra explicaci6n en Ia original co-
munidad que lo cre6.
     Con un articulo programatico, redactado                          4-1976), sobre
Ia importancia de unos documentos mandeos, rect n          u tertos, se inicia Ia eta-
pa contemporanea de Ia investigaci6n del cuarto evangelio en 192542• Casi veinte
afios despues publicaria su monumental comentario Das Evangelium des Johannes
(Gottingen 1941)43, una de las obras exegeticas mas importantes del siglo44, en el
que recogia, formuladas en elaboraci6n personal, la mayor parte de las intuicio-
nes de la investigaci6n critica anterior. Puede considerarse el intento mas elabo-
rado compacta por resolver Ia cuesti6n juanica. Su discusi6n de los problemas y



     39   Pioneros fueron los trabajos de J. Wellhausen, Erweiterungen und.Anderungen im vielten Evan-
gelium (Berlin 1907); F. Spitta, Das Johannes-Evangelium als QueUe der Geschichte Jesu (Gottingen 1910);
G. C. Soltau, Das vierte Evangelium in seiner Enstehungsgeschichte (Heidelberg 1916).
       40 W. Bauer, Das Johannesevangelium {Ti.ibingen 31933) 5-8. Reticente E. Percy, Untersuchungen

iiber den Ursprung der johanneischen Theologie. Zugleich ein Beitrag zur Frage nach der Entstehung des
Gnostizismus (Lund 1939) 5.
       41
          A. Loisy, Le Quatrie~Jre Evangile. Les epitres dites de Jean (Paris 21921 ). «ES ist eingenartig, wie-
viel Loisy von der spliteren Forschung vorweggenommen hat» (Haenchen,Johannesevangelium 32).
       42 R. Bultmann, «Die Bedeutung der neuerschlossenen Mandliischen und Manichliischen Quellen

fi.ir das Verstlindnis des Johannesevangelium»: ZNW24 (1925) 100-146. Para una asequible exposici6n
de su teoria, cf.ld., «Johannesevangelium»:RGG III (31959) 840-850; Ashton, Understanding 50-52.
       43 «Die letzte bedeutende Versuch einer durchgehenden Quellenscheidung im Job gewertet wer-

den» (Beutler, «Gattungen» 2520). Dos presentaciones, equilibradas al par que criticas, pueden verse
en E. Haenchen, «Das Johannesevangelium und sem Kommentar»: TLZ 89 (1964) 881-898; D. M. Smith,
 The Composition and Order of the Founh Gospel. Bultmann 's Literary Theory (New Haven-London
 1965).
       44 J. K Riches,A Century of New Testament (Valley Forge, PN 1993) 82




                                                                                                            39
sus soluciones, aunque no fueran aceptadas 45 , condiciona aun hoy la investigaci6n
       actual46•
            En su obra lo mas caracteristico es, sin duda, su interpretacion existencial del
       kerigma juanico. Parte de un doble principio: recurriendo a Ia critica literaria cons-
       tata Ia desorganizaci6n existente en el texto actual y Ia explica recurriendo, de un
       lado, a Ia hip6tesis del cambio de folios, expuesta por vez primera en 1871; afir-
       ma, de otro lado, una segunda edici6n del documento evangelico a cargo de un su-
       puesto redactor. Desde el punto de vista de Ia historia de las religiones, cree ver
       en los escritos religiosos mandeos Ia clave interpretativa de todo el evangelio.
            Desde estos presupuestos explica su genesis. En el origen de Jn estarfa Ia fi-
       gura de un evangelista, probablemente un gn6stico convertido, que elaboraria su
       escrito a partir de tres fuentes: una colecci6n de milagros, diversa de las presen-
       tes en Ia tradici6n sin6ptica, escrita en griego pero con fuerte influencia semitica
       (Semeia-Quelle); una serie de discursos, de factura poetica y contenido gn6stico,
       en los que un salvador se manifiesta a sus iniciados (Offenbarungsquelle ); y un re-
       lato de Ia Pasion, independiente de Ia sin6ptica pero a ella analoga (Passionsges-
       chichte)47. Existiria, posteriormente, un redactor eclesiastico que, para lograr Ia
       aceptaci6n del evangelio por parte de Ia comunidad ortodoxa, mtentaria Ia har-
       monizaci6n de este con el testimonio sin6ptico y expurgaria las concepciones gn6s-
       ticas aftadiendo aspectos teol6gicos, como el simbolismo sacramental (3,5; 6,51c-
       58) y la futurizaci6n de Ia escatologla (5,28-29; 6,39.40.44.54), que ayudaron a Ia
       utilizaci6n comunitaria del cuarto evangelio. De esta forma, el primitivo redentor
       mitol6gico se convertirfa en el Jesus hist6rico, logos encarnado, y el dualismo me-
, II   taflsico, tfpico del gnosticismo, Se harfa etico, mucho mas conforme con eJ gustO
'1:1   cristiano y las exigencias de Ia fe en un unico Dios creador.


            45 «Rudolf Bultmann, unmatched in learning, breadth, and understanding, towers like a colossus.
       Nevertheless, in spite of his pre-eminence, every answer Bultmann gives to the really important ques-
       tions he raises- is wrong», segl1n Ashton, quien, no obstante, le concede «the peculiar ability to see John
       clearly and to see him whole» (Understanding 45).
             46 Thyen, «Uteratur» 45. «Dieses epochemanden Werk» que revolucion6la exegesis juanica (E.

       Haenchen, «Das Johannesevangelium und sein Kommentar»: TLZ 87 [1964] 886), «stellt die Glanz-
       leistung der ersten Halfte des Jahrhunders dar. R. Bultmanns imponierende Leistung ist darin grossar-
       tig, dass er dialektische Theologie, existenziaJe Interpretation, Religionsgeschichte, Quellenkritik und
       Redaktionsgeschichte mit 'faszinierender Geschlossenl!.eit' zu einer so erhabenen Einheit verschmol- ·
       zen hat, dass kaum ein Kritiker mit ibm in dieser Hohe und Weite diskutieren konnte- eine glanzende
       Gesamtlosung... , die Ieider nicht stimmt» (J. M. Robinson, «Vorwort», en E. Haenchen,Das Johanne·
       sevangelium. Ein Kommentar (Tiibingen 1980] v). Con todo, es cierto que «die gegenwartige Forschung
       auf den Kommentar von Bultmann als kritischen Massstab ftxiert bleibt» (Schmithals,Johannesevange-
       lium 176).
            47 De Ia reconstrucci6n bultmanniana Ja fuente de discursos ha sido la que ha encontrado menos

       favor, a pesar del esfuerzo de unos pocos: H. Becker, Die Reden des Johannesevangeliums und der Stil
       der gnostischen Offenbarungsreden (GOttingen 1956); 0. Merlier, Le Quameme Evangile. Le question jo-
       hannique (Paris 1961).


       40
Aunque Ia interpretacion bultmanniana de Jn no tard6 en verse contestada,
los estudios juanicos permanecen bajo su impresi6n y efecto48• Se sigue propo-
niendo, aunque con variaciones importantes, Ia tesis del arraigo del cuarto evan-
gelio en el mundo gn6stico; el descubrimiento de los textos de Nag Hammadi
(1945) y su cuidada publicaci6n49 lo han favorecido.
     En un breve y polemico ensay;;B. ~ma;;;:; @<16-1998) considera el cuar-
to evangelio como docetismo ingenuo y a su comunidad, secta gnostizante50 • El
autor hace presentaci6n del pensamiento jminico desde Jn 17, combinando afirma-
ciones sueltas, sin someter su tesis a Ia prueba de amilisis detallado: Ia gloria,
manifestaci6n divina {1,14), es el tema basico, clave del evangelio51 ; Ia vida de Je-
sus, desde el anonimato inicial y en el final cruento, es simplemente su teofanfa;
los milagros manifiestan esa gloria; sus mon6logos descubren la intimidad con el
Padre; la comunidad surge por Ia relaci6n personal del creyente con el Senor Re-
sucitado; el Espiritu, no 6rganos institucionales, aseguran el discemimiento de Ia
tradici6n. Jesus es el revelador de Dios, o mejor Dios mismo 'paseandose por Ia
 ierra'. El evangelista vivirla en un docetismo primitivo, al margen de Ia gran Igle-
sia, lo mismo que de grupos gn6sticos.        ~
     Mas consecuente es Ia obra deGho~ 1en extrae de los textos gn6s-
ticos (en especial, elApocryphon de Juan) su vision del mundo y Ia compara con el
cuarto evangelio; Jn serfa «el primer sistema conocido de una gnosis que se ha
adaptado a Ia tradici6n cristiana»52, enraizado como esta en un ~ualismo rigido,


     48 «Wenignstens in Deutschland» (Schnackenburg,Johannesevangelium I 190). Como prueba, ver
un reciente comentario, J. Becker, Das Evangelium des Johannes (Gutersloh 1979-1981). «His formida-
ble knowledge of pagan Greek and Christian sectarian writings commands respect, although in rabbi-
nic matters he is often confined to what Strack-Billerbeck's anthology tells him. His command of the
exegetical literature had no parallel in Johannine scholarship up to his time. This, plus his frrm grasp on
the overall design of the evangelist, continues to make his commentary worth consulting before anything
more recent is looked at» (Sloyan, Saying 11 ).
     49
        Cf. U. Bianchi (ed.),Le origini dello Gnostidsmo. Colloquia di Messina, 13-18 Aprile 1966 (Lei-
den 1970); R. MeL Wilson, Gnosis and the New Testament (Philadelphia 1968); S. Petrement, Le Dieu
separe. Les origines du gnosticisme (Paris 1984).
     50 E. Kiisemann, El Testamento de JesUs. Ellugar bist6rico del evangelio de Juan (Salamanca, 1983);

publicado por vez primera en 1966, ha sido repetidamente reeditado,la ultima vez en 1980. La tesis prin-
cipal estaba ya insinuada en un articulo anterior, «Ketzer und Zeugen. Zumjohanneischen Verfas,c;er-
problem»: ZTK 48 (1951) 292-311. Una posici6n «totally untenable» (Hengel, Question 68); Ia critica me-
jor documentada Ia ha hecho G. Bornkamm, «Zur Interpretation des Johannesevangeliums. Eine
Auseinandersetzung mit E. Kasemanns Schrift' Jesu Letzter Wille nach Johnnes 17»: EvT 28 (1968) 8-25.
     51 «There may seem something quixotic, not to say perverse, in arguing for a docetic interpretation

of the Gospel from the vety verse which has always been at the heart of the Church's confession of faith
in the incarnation... Kasemann' s book is bard to assess, not just because of the difficulty of his style, but
because it is so riddled with rhetoriC» (Ashton, Understanding 12).
     52 L Schottroff, Der Glilubende und die feindliche Welt. Beobachtungen zum gnostischen Dualismus

und seiner Bedeutung fiir Paulus und das Johannesevangelium (Neukirchen 1970) 295.; Id., «Heil als
innerweltliche Entweltlichung»: NT 11 (1969) 294-317.


                                                                                                          41
tras eliminar completamente Ia historia: Ia decision determina Ia pertenencia a
uno de los dos mundos posibles. Ambas posiciones han de verse como extremas;
no falta quien admitiendo Ia cercanfa de Jn al mundo gnostico, piense que el evan-
gelic ha roto el presupuesto basico con Ia afirmacion neta de Ia encarnacion del
logos5 3•
     Si en Ia esfera de influencia alemana Ia investigacion siguio reaccionando an-
te las tesis propuestas por Bultmann, Ia critica anglosajona54, por temperamento
menos inclinada bacia reconstrucciones hipoteticas y con mayor sensibilidad por
lo historico, favorece posiciones mas interesadas en. dar valor his to rico a las tradi-
ciones de Jn55 y en rehacer las lineas teologicas del evangelic tal como ha llegado
a nosotros.                      ~

     La obra postuma        ~C. ~-1937),                un monumental comentario a
Jn publicado en 1947,~ejemplo. El evangelista, que conocia los sinopticos, no
los utilizo; escribi6 su obra en alguna parte de Siria, se dirigirfa a personas con su-
ficiente informacion sobre Ia vida de Jesus, tratando de mostrarles el sentido que
esta presente en Ia historia y que va mas alia de los hechos: tras el narrador estaria
Ia comunidad apost61ica, tras esta el Senor Jes11s yen ella gloria manifiesta de Dios;
polemico con los judios, ellibro tendria a los cristianos, no a her~ticos, como des-
tinatarios; judia era Ia matriz del evangelic y, basicamente, hist6rico su testimonio,
por m~no qu~aga Ia separaci6n entre cronica e interpretaci6n56 • En 1953
publi~H. DoQ.til884-1973) un importante estudio en el que situa el cuarto
evangelic afin al movimiento hermetico y, subsidiariamente, al platonismo de Fi-
16n; desde el explica los temas teologicos y, en una propuesta que ha encontrado
amplio eco, analiza el argumento y la estructura del evangelic, que ve dividido en
dos libro§_(el-.de los sis~~ I de Ia pasi6n )57 • Dos afios mas tarde aparece el co-
mentarid-de-cJ<. Barret~M 7-1999), que propone una lectura de Jn que es el re-
verso de Ia de Bultmann: el evangelic seria una obra literaria unitaria, en la que no
son discernibles con certeza fuente alguna, por mas que se puedan individuar al-
gunos episodios (2,1-11.13-19; 4,45-53; 12,1-8.12-15); es probable, en cambio, que

    53 Asi', p. e., K. M. Fischer, «Der johanneische Christus und der gnostiche Erli>ser», en K. H. TrO-
ger (ed.), Gnosis und Neues Testament. Studien aus Religionswissenschaft und Theologie (Giitersloh
1976) 245-266.
     54 «Die Englander, die auf hervorragende Werke zum Joh-Ev zuriickblicken konnen ... , sind die

Spuren Bultmanns kaum gefolgt» (Schnackenburg, «Forschung» 21).
     55 «Tras el cuarto evangelio subyace una antigua tradici6n independiente de los otros evangelios, que

merece ser considerada seriamente en cuanto contribuci6n a nuestro conocimiento de los datos relativos
a Jesucristo. A mi juicio, tal conclusi6n goza de un altt! grado de probabilidad» (Dodd, Tradicion 417).
     56 Cf. E. Hoskyns, The Fourth Gospel. F. N. Davey (ed.) (London 1940).

     57
        C. H. Dodd, The Interpretation of the Fourth Gospel (Cambridge 1953) [InterpretaciOn del cuarto
evange/io. Madrid 1978]. Aiios mas tarde Dodd publicani otra gran obra, H'rstorical Tradition in the Fourth
Gospel (Cambridge: University Press, 1963) [La Tradicwn /iliroricll en el cuarto evangelio. Madrid 1978],
en Ia que, mediante el amllisis comparativo de Ia tradici6n juanica con Ia sin6ptica, postula Ia existen-
cia de una antigua tradici6n, previa a Jn, independiente de Ia sin6ptica e hist6ricamente fiable.
Jn conociera a Me y, quiza, tambien a Lc; las diferencias evidentes que mantiene
 con ellos se explican por el diferente pr        edit ·      teol6gico58•
      En unbalance de Ia investi aci6 J. M. Robi             1924) definia con acierto
 Ia nue~ ituacion de Ia investi aci6n ·u mea urante los afios cincuenta en cinco
 tesis: .0 arece improbable Ia depend~... directa de Jn de los sin6pticos; Jn tu-
 vo sus propias fuentes de informaci6n0/Ha vuel~encontrar partidarios Ia te-
 sis de un origen palestinense del cuarto evangelio~or lo que se refiere a suva-
 lor hist6rico, se admiten tradiciones tan cercanas a los hechos narrados como las
 que se suponen a la base del relato sin6ptico.~e admite la originalidad del pen-
 samiento juan~independizandolo de cualquier influencia dentro del cristianis-
 mo primitivo~ cuesti6n en tomo al au tor se centra mas que en una hipoteti-
 ca identificaci6n del personaje, en el valor testimonial del escrito y en su origen
 apost61ico59•
      La existencia de fuentes previas, propuesta por Bultmann, no tard6 en sercues-
 tionada, apoyandose en Ia unidad estilistica del evangelio60 o en la supuesta exis-
 tencia de tradiciones previas61 • Con todo, Ia utilizaci6n de fuentes por parte de Jn
 iba siendo paulatinamente aceptada, aunque no coincidiera con Ia propuesta bult-
                                                                            1
 manniana, ni en sus Hmites ni en su origen religioso. En J             rec       •

 volumen del gran comentario cat6lico de este siglo, obra          R. Schnackenbur
 que combina amilisis literario y explicaci6n teo16gica con una in or               nci-
 clopedica; acepta fuentes para el pr6logo, los relatos de los signos y Ia narraci6n
 de Ia pasi6n, aunque rechace Ia naturaleza gn6stica de los discursos de reve~aci'
 ~?era provenientes de tradiciones orales62 • Mas reticente se mostr' R. E.
~28-1999}, el otro gran comentarista cat61ico de este tiempo; prefiere i-


       58C. K. Barrett, The Gospel according to St. John (London 1955, 21978). «Es ist neben Dodds Ar-
  beiten zum Johannesevangelium zumindest in England das bekanneste Werk zum vierten Evangelien»
  (Becker, «Literatur» 286). «Mutiger Vorstoss nach dem faszinierenden Werk von R. Bultmann», lo lla-
  ma Schnackenburg ( «Forschung» 19).
       59   Cf. J. AT. Robinson, «The New Look on the Fourth Gospel»: TU 13[SE I} (1959) 338-350.
        60 E. Ruckstuhl, Die Literarische Einheit des Johannesevangeliums. Der gegenwartige Stand der

   einschlagigen Forschungen (Fnbourg 1951). Aftos antes de que apareciera el comentario de Bultmann,
  ya E. Schweizer habla intentado probar el estilo unitarlo del evangelio ('Ego eimi'. Die religionsgeschitli-
  che Herkunft und theologische Bedeutung des Johanneischen Bildreden zugleich ein Beitrag zur Quel/en-
  frage des vierten Evangeliums [Gottingen 1933]). La contundencia de las pruebas fue tal que «no serious
   source criticism was undertaken for nearly two decades» (Kysar, Evangelist 16), basta que el articulo de
   J. Becker, «Wunder und Eschatology. Zum literarischen und christologischen Problem der Wunder in
   Johannesevangelium»: NTS 16 ( 1969nO) 113-148, pusiera en cuesti6n que Ia unidad estilfstica diera ra-
   z6n de las contradicciones existentes en el evangelio; Ia homogeneidad en el estilo se deberla a que tra-
   dici6n y redacci6n surgen en el mismo ambiente comunitario.
       61
         A D. Noack, Zur johanneischen Tradition. Beitrii.ge zur Kritik an der literarkritischen Analyse
  des vierten Evangeliums (Kopenhagen 1954); S. Sthulz, Komposition und Herkunft der johanneischen
  Reden (Stuttgart 1960).
       62R. Schnackenburg, Das Johannesevangelium. 1-111 (Freiburg 1965-1975); ld., Das Johannesevan-
  geliwn. Erganzende Auslegungen und Exkurse (Freiburg-Basel-Wien 1984).


                                                                                                          43
bujar un largo proceso de puesta por escrito del evangelio a individuar supuestas
fuentes, excepci6n hecha del pr6logo en el que descubre un himno cristiano pre-
vio (1,1-2.3-5.10-12b.14-16)63 ; defiende que los textos de escatologfa futurista son
tradicionales, ante rio res incluso al texto evangelico64 •
     No obstante, los esfuerzos por asegurar Ia existencia de fuentes no han desa-
parecido y, lo que es mas meritorio, tienen ya en cuenta las reservas de E. Rucks-
tuhl. R. T. Fortna ha aislado y reconstruido Ia fulica fuente que estarfa tras todo el
evangelio, utilizando critica literaria y estilfstica y recurriendo, a veces, a Ia reco-
locaci6n de materiales (p. e., 21,2-14 serfa el tercer signo, despues de 4,46-54); es-
ta fuente, o evangelio de signos, pretenderia mostrar la mesianidad de Jesus por su
milagrosa actuaci6n. El evangelio habria sido, basicamente, obra de un solo autor,
quien, durante Ia elaboraci6n de materiales previos, introdujo en su relato las apo-
rias presentes en el actual evangelio65 • Mas cauto se muestra W. Nicol 2 quien se-
para tradici6n de redacci6n en los relatos de signos, examina la forma literaria de
las tradiciones aisladas y el trabajo redaccional, aunque reconozca la dificultad de dis-
tinguir en Jn tradici6n y redacci6n66 ; Jn habria utilizado una tradici6n indepen-
diente de milagros, que le habria llegado ya en forma escrita y que reflejaria pen-·
samiento y esperanzas judias. El proyecto de H. M. Teeple es 'lllas ambicioso;
combina el descubrimiento de las fuentes con un esbozo de la historia literaria del
evangelio67• Caso aparte es A. Dauer, por reducir el am1lisis al rclato juanico de Ia
pasi6n; sostiene que tras el hay una tradici6n previa que utiliz6 materiales, oralcs

     63
         R. E. Brown, The Gospel according to John. I-II (Garden City, NY 1966-1970) [El Evangelio se-
g(lnJuan. 1: I-XII; II: XIII-XXI. Madrid 1979}.
      64 Alguien tan poco sospechoso como M. Hengel los ha considerado recientemente (1993) «die

grossten neueren Johanneskommentare» («Aufgabe der neutestamentlichen Wissenschaft»: NTS 40
[1994] 347).
      65 R. T. Fortna, The Gospel of Signs. A Reconstruction of the Narrative Source Underlying the

Fourth Gospel (Cambridge 1970). La obra ha sido considerada «the best and the most helpful source-
criticism of the Fourth Gospel we have to date» (Martyn, «Glimpses» 151 n.0 6). Con todo, «je kompli-
zierter die Quellentheorie wird, urn so schwieriger ist die ErkUirung der jetzigen Gestalt des Evange-
liums. Bei Umstellung miissen die Grunder dafiir hinreichend ausgewiesen werden. Problematisch ist
auch die Verbindung von Passions' und Ostergeschichten und anderem erzahlenden Material mit den
eigentlichen Wundergeschichten» (Schnackenburg, «Forschung» 25). Dieciocho afios mas tarde, Fort-
na varia su hip6tesis, al proponer que antes de que el evangelista escribiera su 'evangelio de signos', Ia
fuente de signos previa y un relato de la pasi6n se habrfan ya combinado: The Fourth Gospel and Its Pre-
decessor. From Narrative Source to Present Gospel (Edinburgh 1988). Ver una evaluaci6n en Ashton,.
Understanding 86-88.
      66 «The source was probably his 'Gospel' from which he had preached for years, thus more or less

knowing it by heart. When he finally started writing his own Gospel, he probably wrote down the tradi-
tional miracle stories from memory» (W. Nicol, The Semeia in the Fourth Gospel [Leiden 1972] 5-6).
      67 Distingue dos fuentes (una, de los signos, 'S', y otra, 'G', cuyo origen situa en el rnisticismo cris-

tiano helenista [ca. 90}, para el material diScursivo) del trabajo editorial del autor, 'E' [ca. 95], que da-
rla un tono gnostizante similar al de 'G', y, fmalmente, de la redacci6n, 'R' [ca. 125], que responderia a
las preocupaciones de la iglesia. Cf. H. M. Teeple, The Literary Origin of the Gospel ofJohn (Evanston
1976).


44
Juan1
Juan1
Juan1
Juan1

Más contenido relacionado

La actualidad más candente

El coraje de ser católico - P. Ángel Peña o.a.r.
El coraje de ser católico - P. Ángel Peña o.a.r.El coraje de ser católico - P. Ángel Peña o.a.r.
El coraje de ser católico - P. Ángel Peña o.a.r.EdwardCrumpp
 
Notificacion escritos Jose Antonio Pagola
Notificacion escritos Jose Antonio PagolaNotificacion escritos Jose Antonio Pagola
Notificacion escritos Jose Antonio PagolaNotificaciones
 
LOS JUDÍOS Y PÍO XII- LA LEYENDA NEGRA- ANTONIO GASPARI
LOS JUDÍOS Y PÍO XII- LA LEYENDA NEGRA- ANTONIO GASPARILOS JUDÍOS Y PÍO XII- LA LEYENDA NEGRA- ANTONIO GASPARI
LOS JUDÍOS Y PÍO XII- LA LEYENDA NEGRA- ANTONIO GASPARIBRIAN MOORE
 
La respuesta está en la escrituras - p. Flaviano Amatulli Valente
La respuesta está en la escrituras - p. Flaviano Amatulli ValenteLa respuesta está en la escrituras - p. Flaviano Amatulli Valente
La respuesta está en la escrituras - p. Flaviano Amatulli ValenteEdwardCrumpp
 
LITURGIA Y CATEQUESIS EN LOS PADRES DE LA IGLESIA- José Rico Pavés
LITURGIA Y CATEQUESIS EN LOS PADRES DE LA IGLESIA- José Rico PavésLITURGIA Y CATEQUESIS EN LOS PADRES DE LA IGLESIA- José Rico Pavés
LITURGIA Y CATEQUESIS EN LOS PADRES DE LA IGLESIA- José Rico PavésBRIAN MOORE
 
365 días con Juan Pablo II - Aldino Cazzago
365 días con Juan Pablo II - Aldino Cazzago365 días con Juan Pablo II - Aldino Cazzago
365 días con Juan Pablo II - Aldino CazzagoJasterRogue2
 
Epistola Corintios
Epistola CorintiosEpistola Corintios
Epistola Corintiosguest0a65b0
 
LA CONJURACIÓN ANTICRISTIANA
LA CONJURACIÓN ANTICRISTIANALA CONJURACIÓN ANTICRISTIANA
LA CONJURACIÓN ANTICRISTIANABRIAN MOORE
 
Faustina diario
Faustina diarioFaustina diario
Faustina diariodambrocisa
 
Stam262 canonización de dos papas
Stam262 canonización de dos papasStam262 canonización de dos papas
Stam262 canonización de dos papasJosias Espinoza
 
Iniciacion a la liturgia de la iglesia [j. a. abad ibañez m. garrido bonaño...
Iniciacion a la liturgia de la iglesia [j. a. abad ibañez   m. garrido bonaño...Iniciacion a la liturgia de la iglesia [j. a. abad ibañez   m. garrido bonaño...
Iniciacion a la liturgia de la iglesia [j. a. abad ibañez m. garrido bonaño...BRIAN MOORE
 
Symposio teologico del conosur
Symposio teologico  del conosurSymposio teologico  del conosur
Symposio teologico del conosurTeologos De la Sat
 
Aparecida
AparecidaAparecida
Aparecidarolanro
 
Dificultades con nuestros hermanos protestantes - p. Hugo Estrada
Dificultades con nuestros hermanos protestantes - p. Hugo EstradaDificultades con nuestros hermanos protestantes - p. Hugo Estrada
Dificultades con nuestros hermanos protestantes - p. Hugo EstradaEdwardCrumpp
 
Dificultades con nuestros hermanos protestantes - P. Hugo Estrada
Dificultades con nuestros hermanos protestantes - P. Hugo EstradaDificultades con nuestros hermanos protestantes - P. Hugo Estrada
Dificultades con nuestros hermanos protestantes - P. Hugo EstradaJasterRogue2
 
Faustina diario
Faustina diarioFaustina diario
Faustina diariomuro345
 

La actualidad más candente (18)

El coraje de ser católico - P. Ángel Peña o.a.r.
El coraje de ser católico - P. Ángel Peña o.a.r.El coraje de ser católico - P. Ángel Peña o.a.r.
El coraje de ser católico - P. Ángel Peña o.a.r.
 
Notificacion escritos Jose Antonio Pagola
Notificacion escritos Jose Antonio PagolaNotificacion escritos Jose Antonio Pagola
Notificacion escritos Jose Antonio Pagola
 
LOS JUDÍOS Y PÍO XII- LA LEYENDA NEGRA- ANTONIO GASPARI
LOS JUDÍOS Y PÍO XII- LA LEYENDA NEGRA- ANTONIO GASPARILOS JUDÍOS Y PÍO XII- LA LEYENDA NEGRA- ANTONIO GASPARI
LOS JUDÍOS Y PÍO XII- LA LEYENDA NEGRA- ANTONIO GASPARI
 
La respuesta está en la escrituras - p. Flaviano Amatulli Valente
La respuesta está en la escrituras - p. Flaviano Amatulli ValenteLa respuesta está en la escrituras - p. Flaviano Amatulli Valente
La respuesta está en la escrituras - p. Flaviano Amatulli Valente
 
LITURGIA Y CATEQUESIS EN LOS PADRES DE LA IGLESIA- José Rico Pavés
LITURGIA Y CATEQUESIS EN LOS PADRES DE LA IGLESIA- José Rico PavésLITURGIA Y CATEQUESIS EN LOS PADRES DE LA IGLESIA- José Rico Pavés
LITURGIA Y CATEQUESIS EN LOS PADRES DE LA IGLESIA- José Rico Pavés
 
365 días con Juan Pablo II - Aldino Cazzago
365 días con Juan Pablo II - Aldino Cazzago365 días con Juan Pablo II - Aldino Cazzago
365 días con Juan Pablo II - Aldino Cazzago
 
Galatas
GalatasGalatas
Galatas
 
Epistola Corintios
Epistola CorintiosEpistola Corintios
Epistola Corintios
 
LA CONJURACIÓN ANTICRISTIANA
LA CONJURACIÓN ANTICRISTIANALA CONJURACIÓN ANTICRISTIANA
LA CONJURACIÓN ANTICRISTIANA
 
Clase 2 ibm occidente
Clase 2   ibm occidenteClase 2   ibm occidente
Clase 2 ibm occidente
 
Faustina diario
Faustina diarioFaustina diario
Faustina diario
 
Stam262 canonización de dos papas
Stam262 canonización de dos papasStam262 canonización de dos papas
Stam262 canonización de dos papas
 
Iniciacion a la liturgia de la iglesia [j. a. abad ibañez m. garrido bonaño...
Iniciacion a la liturgia de la iglesia [j. a. abad ibañez   m. garrido bonaño...Iniciacion a la liturgia de la iglesia [j. a. abad ibañez   m. garrido bonaño...
Iniciacion a la liturgia de la iglesia [j. a. abad ibañez m. garrido bonaño...
 
Symposio teologico del conosur
Symposio teologico  del conosurSymposio teologico  del conosur
Symposio teologico del conosur
 
Aparecida
AparecidaAparecida
Aparecida
 
Dificultades con nuestros hermanos protestantes - p. Hugo Estrada
Dificultades con nuestros hermanos protestantes - p. Hugo EstradaDificultades con nuestros hermanos protestantes - p. Hugo Estrada
Dificultades con nuestros hermanos protestantes - p. Hugo Estrada
 
Dificultades con nuestros hermanos protestantes - P. Hugo Estrada
Dificultades con nuestros hermanos protestantes - P. Hugo EstradaDificultades con nuestros hermanos protestantes - P. Hugo Estrada
Dificultades con nuestros hermanos protestantes - P. Hugo Estrada
 
Faustina diario
Faustina diarioFaustina diario
Faustina diario
 

Destacado

Anexo 02 cuestionario para familias 3 años
Anexo 02   cuestionario para familias 3 añosAnexo 02   cuestionario para familias 3 años
Anexo 02 cuestionario para familias 3 añosleongonsa
 
Silvia may rami
Silvia may ramiSilvia may rami
Silvia may ramiluzmila80
 
Estructura nanotecnologia de un barco copy
Estructura nanotecnologia de un barco copyEstructura nanotecnologia de un barco copy
Estructura nanotecnologia de un barco copymanuelUTP
 
intercambio académico y cultural Colombia argertina
intercambio académico y cultural Colombia argertinaintercambio académico y cultural Colombia argertina
intercambio académico y cultural Colombia argertinacristian0998
 
Cuando haya finalizado la carga este sera el entorno de trabajo
Cuando haya finalizado la carga este sera el entorno de trabajoCuando haya finalizado la carga este sera el entorno de trabajo
Cuando haya finalizado la carga este sera el entorno de trabajoBender Rodriguez
 
45 sems (nuevas leyes físicas) y cei ps
45   sems (nuevas leyes físicas) y cei ps45   sems (nuevas leyes físicas) y cei ps
45 sems (nuevas leyes físicas) y cei psMiguel Cabral Martín
 
Plan gestión tic i.e chorrillo- 2012
Plan gestión tic   i.e chorrillo- 2012Plan gestión tic   i.e chorrillo- 2012
Plan gestión tic i.e chorrillo- 2012Cesar O
 
Plan gestion uso_tics_jga
Plan gestion uso_tics_jgaPlan gestion uso_tics_jga
Plan gestion uso_tics_jgacolegiojga
 
Aprendizaje significativo y aprendizaje autónomo iliana carbajal
Aprendizaje significativo y aprendizaje autónomo iliana carbajalAprendizaje significativo y aprendizaje autónomo iliana carbajal
Aprendizaje significativo y aprendizaje autónomo iliana carbajalIliana Carbajal
 
Computacion aplicada cp23 robalino sanipatin
Computacion aplicada cp23 robalino sanipatinComputacion aplicada cp23 robalino sanipatin
Computacion aplicada cp23 robalino sanipatinEstudiante Universitario
 
Periféricos de entrada y comunicación
Periféricos de entrada y comunicaciónPeriféricos de entrada y comunicación
Periféricos de entrada y comunicaciónMarisol Oña
 
Proceso de elaboración del yoghurt
Proceso de elaboración del yoghurtProceso de elaboración del yoghurt
Proceso de elaboración del yoghurtNayeli Pérez
 
Diseño de Proyectos
Diseño de ProyectosDiseño de Proyectos
Diseño de Proyectoshelenforero
 
Derechos humanos
Derechos humanosDerechos humanos
Derechos humanoscristiblack
 
41 nuevas leyes físicas (contactos y seguidores de la troika (financiera)
41   nuevas leyes físicas (contactos y  seguidores de la troika (financiera)41   nuevas leyes físicas (contactos y  seguidores de la troika (financiera)
41 nuevas leyes físicas (contactos y seguidores de la troika (financiera)Miguel Cabral Martín
 

Destacado (20)

Anexo 02 cuestionario para familias 3 años
Anexo 02   cuestionario para familias 3 añosAnexo 02   cuestionario para familias 3 años
Anexo 02 cuestionario para familias 3 años
 
Silvia may rami
Silvia may ramiSilvia may rami
Silvia may rami
 
Animales en extinción
Animales en extinciónAnimales en extinción
Animales en extinción
 
Estructura nanotecnologia de un barco copy
Estructura nanotecnologia de un barco copyEstructura nanotecnologia de un barco copy
Estructura nanotecnologia de un barco copy
 
intercambio académico y cultural Colombia argertina
intercambio académico y cultural Colombia argertinaintercambio académico y cultural Colombia argertina
intercambio académico y cultural Colombia argertina
 
Cuando haya finalizado la carga este sera el entorno de trabajo
Cuando haya finalizado la carga este sera el entorno de trabajoCuando haya finalizado la carga este sera el entorno de trabajo
Cuando haya finalizado la carga este sera el entorno de trabajo
 
45 sems (nuevas leyes físicas) y cei ps
45   sems (nuevas leyes físicas) y cei ps45   sems (nuevas leyes físicas) y cei ps
45 sems (nuevas leyes físicas) y cei ps
 
Reproducción y sexualidad
Reproducción y sexualidadReproducción y sexualidad
Reproducción y sexualidad
 
Plan gestión tic i.e chorrillo- 2012
Plan gestión tic   i.e chorrillo- 2012Plan gestión tic   i.e chorrillo- 2012
Plan gestión tic i.e chorrillo- 2012
 
Plan gestion uso_tics_jga
Plan gestion uso_tics_jgaPlan gestion uso_tics_jga
Plan gestion uso_tics_jga
 
Guia para la forma de consulta de agenda de alumno (2)
Guia para la forma de consulta de agenda de alumno (2)Guia para la forma de consulta de agenda de alumno (2)
Guia para la forma de consulta de agenda de alumno (2)
 
Sistemas de gestion ambiental
Sistemas de gestion ambientalSistemas de gestion ambiental
Sistemas de gestion ambiental
 
Aprendizaje significativo y aprendizaje autónomo iliana carbajal
Aprendizaje significativo y aprendizaje autónomo iliana carbajalAprendizaje significativo y aprendizaje autónomo iliana carbajal
Aprendizaje significativo y aprendizaje autónomo iliana carbajal
 
Computacion aplicada cp23 robalino sanipatin
Computacion aplicada cp23 robalino sanipatinComputacion aplicada cp23 robalino sanipatin
Computacion aplicada cp23 robalino sanipatin
 
Periféricos de entrada y comunicación
Periféricos de entrada y comunicaciónPeriféricos de entrada y comunicación
Periféricos de entrada y comunicación
 
Proceso de elaboración del yoghurt
Proceso de elaboración del yoghurtProceso de elaboración del yoghurt
Proceso de elaboración del yoghurt
 
Diseño de Proyectos
Diseño de ProyectosDiseño de Proyectos
Diseño de Proyectos
 
Derechos humanos
Derechos humanosDerechos humanos
Derechos humanos
 
41 nuevas leyes físicas (contactos y seguidores de la troika (financiera)
41   nuevas leyes físicas (contactos y  seguidores de la troika (financiera)41   nuevas leyes físicas (contactos y  seguidores de la troika (financiera)
41 nuevas leyes físicas (contactos y seguidores de la troika (financiera)
 
Las Células Madres
Las Células MadresLas Células Madres
Las Células Madres
 

Similar a Juan1

Transfondo histórico de los ecritos de Juan
Transfondo histórico de los ecritos de JuanTransfondo histórico de los ecritos de Juan
Transfondo histórico de los ecritos de JuanAlejandro Torres
 
Historia de la iglesia para jovenes (1)
Historia de la iglesia para jovenes (1)Historia de la iglesia para jovenes (1)
Historia de la iglesia para jovenes (1)Patrix MolRa
 
El relato pre marcano de la pasion y la historia del cristianismo
El  relato pre marcano de la pasion y la historia del cristianismoEl  relato pre marcano de la pasion y la historia del cristianismo
El relato pre marcano de la pasion y la historia del cristianismoAurora Inés López Morales
 
Escrito textos nuevo testamento
Escrito   textos nuevo testamentoEscrito   textos nuevo testamento
Escrito textos nuevo testamentojuan kard
 
Escrito textos nuevo testamento
Escrito   textos nuevo testamentoEscrito   textos nuevo testamento
Escrito textos nuevo testamentojuan kard
 
Los laicos como esperanza del Reino d Dios en la Parroquia
Los laicos como esperanza del Reino d Dios en la ParroquiaLos laicos como esperanza del Reino d Dios en la Parroquia
Los laicos como esperanza del Reino d Dios en la ParroquiaJesus Lopez
 
70.- Cartas joánicas. Reseña Bíblica.pdf
70.- Cartas joánicas. Reseña Bíblica.pdf70.- Cartas joánicas. Reseña Bíblica.pdf
70.- Cartas joánicas. Reseña Bíblica.pdfJosDanielAlfonzo
 
JM Un Progresismo vergonzante2017.pdf
JM Un Progresismo vergonzante2017.pdfJM Un Progresismo vergonzante2017.pdf
JM Un Progresismo vergonzante2017.pdfMarioVeritas
 
El Cristianismo,Tema2
El Cristianismo,Tema2El Cristianismo,Tema2
El Cristianismo,Tema2profe07
 
Van baalan el_caos_de_las_sectas
Van baalan el_caos_de_las_sectasVan baalan el_caos_de_las_sectas
Van baalan el_caos_de_las_sectasGrammatteus M
 
Origen De La Iglesia
Origen De La IglesiaOrigen De La Iglesia
Origen De La IglesiaDaniel Scoth
 
Natzratim: cuando los evangélicos no saben que hacer para sentirse judíos
Natzratim: cuando los evangélicos no saben que hacer para sentirse judíos Natzratim: cuando los evangélicos no saben que hacer para sentirse judíos
Natzratim: cuando los evangélicos no saben que hacer para sentirse judíos Derej HaShem
 
Historia del antisemitismo cristiano
Historia del antisemitismo cristianoHistoria del antisemitismo cristiano
Historia del antisemitismo cristianoantso
 
Historia de dogmas. Control de lectura.docx
Historia de dogmas. Control de lectura.docxHistoria de dogmas. Control de lectura.docx
Historia de dogmas. Control de lectura.docxAnonymousmh4SBU
 

Similar a Juan1 (20)

Recopilación del origen del cristianismo
Recopilación del origen del cristianismoRecopilación del origen del cristianismo
Recopilación del origen del cristianismo
 
Transfondo histórico de los ecritos de Juan
Transfondo histórico de los ecritos de JuanTransfondo histórico de los ecritos de Juan
Transfondo histórico de los ecritos de Juan
 
22
2222
22
 
Historia de la iglesia para jovenes (1)
Historia de la iglesia para jovenes (1)Historia de la iglesia para jovenes (1)
Historia de la iglesia para jovenes (1)
 
El relato pre marcano de la pasion y la historia del cristianismo
El  relato pre marcano de la pasion y la historia del cristianismoEl  relato pre marcano de la pasion y la historia del cristianismo
El relato pre marcano de la pasion y la historia del cristianismo
 
Escrito textos nuevo testamento
Escrito   textos nuevo testamentoEscrito   textos nuevo testamento
Escrito textos nuevo testamento
 
Escrito textos nuevo testamento
Escrito   textos nuevo testamentoEscrito   textos nuevo testamento
Escrito textos nuevo testamento
 
Los laicos como esperanza del Reino d Dios en la Parroquia
Los laicos como esperanza del Reino d Dios en la ParroquiaLos laicos como esperanza del Reino d Dios en la Parroquia
Los laicos como esperanza del Reino d Dios en la Parroquia
 
70.- Cartas joánicas. Reseña Bíblica.pdf
70.- Cartas joánicas. Reseña Bíblica.pdf70.- Cartas joánicas. Reseña Bíblica.pdf
70.- Cartas joánicas. Reseña Bíblica.pdf
 
JM Un Progresismo vergonzante2017.pdf
JM Un Progresismo vergonzante2017.pdfJM Un Progresismo vergonzante2017.pdf
JM Un Progresismo vergonzante2017.pdf
 
El Cristianismo,Tema2
El Cristianismo,Tema2El Cristianismo,Tema2
El Cristianismo,Tema2
 
Van baalan el_caos_de_las_sectas
Van baalan el_caos_de_las_sectasVan baalan el_caos_de_las_sectas
Van baalan el_caos_de_las_sectas
 
Bbbbbb
BbbbbbBbbbbb
Bbbbbb
 
7 verbum dei en la iglesia card errázuriz - 120802
7 verbum dei en la iglesia   card errázuriz - 1208027 verbum dei en la iglesia   card errázuriz - 120802
7 verbum dei en la iglesia card errázuriz - 120802
 
Religiosidad popular trabajo
Religiosidad popular trabajoReligiosidad popular trabajo
Religiosidad popular trabajo
 
Origen De La Iglesia
Origen De La IglesiaOrigen De La Iglesia
Origen De La Iglesia
 
Natzratim: cuando los evangélicos no saben que hacer para sentirse judíos
Natzratim: cuando los evangélicos no saben que hacer para sentirse judíos Natzratim: cuando los evangélicos no saben que hacer para sentirse judíos
Natzratim: cuando los evangélicos no saben que hacer para sentirse judíos
 
Historia del antisemitismo cristiano
Historia del antisemitismo cristianoHistoria del antisemitismo cristiano
Historia del antisemitismo cristiano
 
Historia de dogmas. Control de lectura.docx
Historia de dogmas. Control de lectura.docxHistoria de dogmas. Control de lectura.docx
Historia de dogmas. Control de lectura.docx
 
Cristiandad
CristiandadCristiandad
Cristiandad
 

Juan1

  • 1. - r j 0 ') ' I Literatura juanica y cristianismo nuevotestamentario
  • 2. El rasgo mas caracteristico de esos escritos que Ia tradici6n eclesial ha asociado al ap6stol Juan es, sin duda, su singularidad literaria: a pe- sar de ser tan diferentes entre si, desde el punto de vista del glmero, se presentan como un universe literario y teol6gico homogemeo. Es l6gico pensar que tras esto peculiar literoturo existo uno comunidad cri stiono singular. El objetivo de este tema introductorio es identificor el periodo del cristianismo nuevotestomentorio en el que ho de situorse Ia comunidad ;uanica, y desde el que tendr6 que entenderse Ia literatura que produ jo. El tema, en realidad, supondrio un on6lisis pormenorizodo de los escri- tos de Juan; aqui bostor6 con hacerse con uno vision global de Ia eta- pa postpaulino del cristionismo del primer siglo y, dentro de el, recons- truir Ia silueta y el proceso hist6rico de Ia comunidad ju6nica, una comunidad ton original como Ia literature que nos ho legado.
  • 3. La literatura juanica ocupa dentro de la producci6n literaria del NT un Iugar pro- pia: a traves de ella podemos atisbar un periodo diferenciado dentro de Ia histo- ria del primer cristianismo y una comunidad de acusada personalidad y peculiar vivencia cristiana. Esta epoca y esta comunidad cristiana pertenecen a lo que se ha llamado pe- riodo postapost6lico 1• Semejante denominaci6n noes ingenua: es consecuencia 16- gica de la tendencia a considerar los escritos paulinos como norma de Ia literatu- ra nuevotestamentaria y, por ende, calificar de catolicismo temprano las tendencias presentes en los escritos que tienen ala tercera gener~ci6n cristiana como au tory que mostrarian a Ia iglesia como una instituci6n salvifica ordenada uniformemen- te mediante tradici6n y doctrina, ministerio y sucesi6n apost6lica2• El periodo en el que surge la literatura juanica se situa al final del siglo pri- .mero, a caballo entre la etapa constituyente de la iglesia y el tiempo de los padres apost61icos. Es una epoca que bien podria llamarse postpaulina, dado que Ia uni- ca fuente documental previa existente era Ia correspondencia paulina. En ella con- viven diversas comprensiones del hecho cristiano, que comparten una mayor pre- ocupaci6n por el afianzamiento de lo conseguido y no parecen estar demasiado interesadas por la expansion misionera, ocupadas como estan por conservar y re- coger Ia tradici6n eclesial mas que por crearla. 1 De hecho, y aunque el prefiera denominarlo era sub-apost6lica, Brown admite que «para fina- les del segundo tercio del siglo, esto es, para el afio 67 d. C., los tres ap6stoles de los que poseemos un conocimiento detallado a traves del NT habfan desaparecido de Ia escena... A excepci6n de las car- tas indiscutiblemente de Pablo, Ia mayor parte d~l NT habria sido escrito en este ultimo tercio de si- glo» (Iglesias 15). 2 Cf. D. J. Harrington, Light ofAll Nations. Essays on the Church in the New Testament Research (Wilmington 1982) 61-78. 15
  • 4. 1. El PERIODO POSTPAULINO: INTENTO DE RECONSTRUCCION Para encuadrar mejor Ia comunidad jminica y su obra literaria, in teresa acercarse a los acontecimientos hist6ricos que prepararon y urgieron de la comunidad cris- tiana una respuesta semejante; aunque esta no fuera homogenea, estuvo motiva- da por acontecimientos en torno al aiio 70, que cambiaron profundamente las con- diciones de vida de las comunidades y sus formas de pensar y de pensarse. 1.1. Tres sucesos previos Entre los aiios 60 al 64 hay que localizar, probablemente, la desaparici6n {isica de (j) los representantes mas cualificados del cristianismo mas temprano, aquellos que, segun Gal2,9, eran reconocidos como 'columnas' de Ia comunidad y que tuvieron un papel importante en Ia asamblea de Jerusalen (Hch 15; Gal2,1-10): Pedro, San- tiago, Juan y Pablo. Estas personalidades gozaron, sin duda, de un respeto y una audiencia superior al que tenfan los lfderes de las iglesias locales; tras su ausencia pudieron emerger fuerzas y figuras regionales que, continuando el trabajo de los grandes misioneros, dieron al movimiento cristiano una mayor.variedad y un plu- ralismo nuevo, debido al arraigue de esas comunidades en su mundo circundante. 8} La catastro(e judfa del aiio 70, con la destrucci6n de Jerusalen y su templo, tu- vo consecuencias sin precedentes tanto para el judafsmo como para el cristianis- mo3. Dentro del judaismo superviviente surgi6 la tendencia ala reestructuraci6n interna y codificacion can6nica de tradiciones bfblicas y su interpretacion ortodo- xa, junto a una voluntad positiva de separaci6n definitiva contra toda secta judfa y, en especial, frente a la comunidad cristiana. Ademas, esta clarificaci6n de pos- turas trajo consigo, dentro de la comunidad cristiana, que los intereses y preocu- paciones de los grupos originarios judios perdieran su fuerza dentro de la Iglesia, incluso, su presencia en Palestina; Ia polaridad entre judios cristianos y cristianos helenistas, que habia caracterizado la etapa anterior, quedo asi superada4 • @ A partir del aiio 70, Ia comunidad cristiana, extend ida por el mundo, tuvo que presentarse paulatinamente como religion independiente. L6gicamente, su inser- 3 Aunque Ia primera guerra judfa no hiciera necesario que los cristianos se separaran de los judios, lo cierto es que Ia crisis del70 contribuy6 a robustecer Ia autonomfa de los cristianos y fortaleci6la con- ciencia de su peculiaridad. Cf. Trevijano, Origenes 84-85. 4 Cf. Conzelmann-Lindemann, Arbeitbuch 426. «When John was writing, the Judaism that any Je- wish Christian faced was very dynamic. It was vigorously adjusting to the new conditions prevailing among Jewry after 70 C.E. It was not only a reacting Judaism, but one actively engaged in proselytizing and pre- senting its case against the encroachments of the Christian and other movements... John had to come to terms with a militant Judaism. The recognition of this 'foreground' illuminates much in his Gospel» (W. D. Davies, «Aspects of the Jewish Background of the Gospel of John», en Culpepper-Black, Ex- ploring 51). 16
  • 5. ci6n en Ia cultura helenista y bajo el imperio romano, fue inevitable y le produjo un esfuerzo de adaptaci6n notable y los primeros conflictos serios. Mientras que basta Ia persecuci6n de Ner6n, bacia el aiio 64, los cristianos babfan gozado de Ia protecci6n imperial como religio licita, al ser vista como una secta mas del judafs- mo, a partir de ella fueron considerados como religion nueva y tratados de forma discriminatoria. La separaci6n definitiva de Ia sinagoga habfa supuesto, sin duda, un gran avance de clarificaci6n doctrinal; pero, al mismo tiempo, los enfrent6 con el entorno politico y religioso imperante en Ia sociedad, en Ia que pretendia bus- car un Iugar de inserci6n; Ia integraci6n en el mundo grecorromano no fue facil ni dejaria de tener consecuencias, algunas realmente desfavorables. 1.2. Nuevas tendencias teol6gicas La nueva situaci6n hist6rica no pudo pasar sin motivar cambios en Ia comprensi6n de las comunidades cristianas. La iglesia que se habia sabido en confrontaci6n con un mundo que estaba a punto de perecer, considen}ndose ella misma como el fi- nal de ese mundo, debe ria abora acomodarse en ely a el; qui en se entendia como realidad escatol6gica bubo de reconoccr, no sin titubeos, su naturaleza bist6rica. Las comunidades cristianas no solo debian vivir en Ia historia a elias contem- poranea, sino que iban teniendo bistoria elias mismas. Su fundador se les conver- tia cada dia mas en objeto de tradici6n, ya no memoria de un pasado com partido; de igual forma, las grandes figuras de los primeros tiempos adquirieron una im- portancia desconocida basta entonces como garantes de esa tradici6n (cf. 21,24). El descubrimiento de un pasado al que ser fiel cambi6 radicalmente la conciencia eclesial, e hizo que surgieran nuevos problemas y se intentaran soluciones nuevas. 1.2. 1. Correcci6n de las esperanzas escato/6gicas r-=;:;;;:....=.-=-===--=.;::...:.;~.:::::...::::;::..:':j-r-=..; roporcion6, y durante largo tiempo, serias dificultades a las comunidades cristi nas, aunque no llegase a representar una crisis total5. La espera del inminente regreso del Seiior, no verificada, propici6, en cambio, el que la comunidad cristiana iniciara un proceso de inserci6n en su mundo y de asimi- laci6n de sus valores, no exento de problemas; el reto oblig6 a formular nuevas comprensiones del hecho cristiano6• La dilaci6n de la parusia impuso Ia aceptaci6n del tiempo y de la historia co- mo dimensiones de la salvaci6n. Ella no pudo aceptarse sin consecuencias: el rei- no de Dios no sera ya tanto alga temporalmente inminente; la esperanza de una 5 Asi, p. e., Goppelt, Theologie II 485-486. 6 Conzelmann, Gnmdri.ss 339, habla de dos tipos de soluciones: Ia que, apoyada en concepciones apocaHpticas, cre6 una concepcion nueva de Ia historia (Lucas) y Ia que profundiz6 en Ia dimension rea- lizada de Ia fe (Col, Ef, Heb, Jn). 17
  • 6. resurreccion que, en su inicio, no hacia diferencias entre Ia vuelta a Ia vida de to- dos los muertos y el retorno personal a ella, se va configurando como una espe- ranza para difuntos individuates en primer Iugar; y entre ambas se interpone una distancia temporal cada vez mas grande. La relacion entre escatologfa y etica se hace mas consciente y crea, dentro de Ia comprension de la vida cristiana, una ten- sion casi insuperable: en Iugar de Ia Hamada escatologica a Ia conversion total apa- rece Ia regulacion practica de Ia vida cristiana; a la utopia del reino sucede Ia vi- vencia cotidiana de la fe. 1.2.2. Preocupaci6n en torno a Ia tradici6n apost6/ica Consecuencia inevitable de esa aceptacion de lo temporal es el in teres de Ia terce- ra eneracion por conservar Ia tradicion recibida y conservarse en ella; Ia necesi- dad de sentirse en Ia misma herencia doctrinal que recogiera las tradiciones sobre Jesus y Ia predicacion apostolica actuo de propulsor de una voluntad de normali- zacion del deposito recibido. Este proceso fue urgido, no iniciado, por un nuevo hecho: comenzaban a aparecer grupos dentro del cristianismo que ofrecian comprensiones diversas, y aun opuestas, y que se postulaban legitimas lecturas de Ia tradicion recibida. Se impuso una tarea de reflexion y discernimiento. Por una parte, este esfuer- zo se quiso fiel y en continuidad con lo transmitido, pero, inevitablemente, inicio nuevos desarrollos: si el objeto de la fe recibida era Ia revelacion misma, ahora el centro de interes giro en torno a Ia doctrina sobre esa revelacion. La unica garan- tia de conservacion y transmisi6n de lo revelado se puso en que hubiera sido en- sefiado porIa autoridad apost6lica (Lc 1,1-4; Reb 2,3; 1 Tim 2,5-7; 2 Tim 2,8). Por otra parte, aparejada al concepto de doctrina apostolica emerge una cierta imagen de apostol (Hch; 2 Tim), que asegura Ia autenticidad de la tradici6n por ser testi- go presencia! de ella. Se inicia asi un proceso de idealizacion de Ia etapa anterior que supone su consagracion como unica y uniforme; Ia ortodoxia de las siguientes etapas se mide por la continuidad que mantengan con ella. En realidad, jamas bubo unanimidad doctrinal en el cristianismo primitivo. Las diversas comprensiones cristianas subsistieron, dado que tras ellas estaban fi- guras veneradas y aceptadas universalmente; cuando estas desaparecieron, se hi- zo dificilla interpretacion correcta de Ia fe transmitida. El criterio ultimo de au- tenticidad no radicara ya tanto en Ia repeticion de Ia tradici6n recibida, sino en el mantenimiento de Ia cadena de transmision. Las ideas nuevas, o las que asi se pre- sentaban, resultaron sospechosas, como sospechosa resultaba toda interpretacion que, como lagnosis, desligara Ia salvacion de Ia historia, Dios de su mundo7 • La polemica antiheretica es el reverso de Ia preocupacion porIa sana doctrina que conservar (1 Tim 1,10; 6,20). Curiosamente, el rechazo de la herejia se apoyo 7 Cf. Conzelmann. Geschichte 106. 18
  • 7. en el principia de valoraci6n moral mas que en argumentaciones te6ricas, para, despues, basarse en su oposici6n, pensada mas doctrinalmente, con Ia tradici6n apost61ica. Esta lucha por la fidelidad al deposito recibido no hay que verla como una mera cuesti6n intraeclesial; es consecuencia de Ia inserci6n de la comunidad cristiana en un mundo cultural y religiosamente diverso. Llama Ia atenci6n, en efecto, que la ortodoxia cristiana, apenas iniciada su voluntad de aceptaci6n del mundo circundante, preservara en su elaborado concepto de tradici6n el valor de una salvaci6n ofrecida a todos junto a Ia negativa a desvalorizar el mundo y la his- toria humana. 1.2.3. Afan porIa organizaci6n eclesial despertaron en la tercera generaci6n el deseo de institucionalizar Ia vida eclesial. En tiempos paulinos, en cambia, no parece que hubiera una ordenaci6n eclesial fija y universalmente establecida, aunque sf habia una cierta jerarquia en las comunidades locales8. Diversas tendencias teol6gicas, acuciadas por la conciencia de una' tradici6n que conservar, intentaron unir sus credos y sus interpretaciones con figuras del pa- sado inmediato, aceptadas mayoritariamente como ap6stoles. Y para asegurarse una cadena ininterrumpida basta ellos, afirmaron la validez de su version de la tra- dicion mediante la creaci6n de servicios o ministerios dentro de la comunidad. Es- ta orientacion catolizante esta ya presente en el NT, pero fue fuera de el, en tiem- pos de Ignacio de Antioquia (muerto en torno al 135), cuando llego a su plena expresion. Cuanto mas tiempo pasaba y mayor se hacfa Ia iglesia, mas crecfa la necesidad de fijar su forma de actuar; Ia organizaci6n de su vida y Ia estructuracion de sus servicios fueron una necesidad hist6rica. Con todo, Ia afirmaci6n de un arden ecle- sial no era tan solo una cuestion juridica, pues comport6 criterios dogmaticos y una cierta concepcion de la esencia de Ia iglesia. Poco a poco se impuso una je- rarquia que se pensaba y queria guardiana de la doctrina tradicional y adminis- tradora de su culto: la iglesia empezaba a verse como instituci6n salvffica. 8 Juan J. Bartolome, Pablo de Tarso. Una introducci6n a Ia vida y a Ia obra de un ap6stol de Cristo (Madrid 2 1998) 120-137.316-325. 19
  • 8. 2. LITERATURA JUANICA A pesar de las grandes diferencias que median entre elias, bubo en este perfodo un conjunto de experiencias y tendencias comunes en las iglesias, que «encontra- ron su decantaci6n en el cuerpo escriturfstico neotestamentario» 9• La literatura producida en esta etapa elabora una teologfa cristiana divergen- te y variada, aunque tambien muestre rasgos comunes. El principal, y mas nota- ble, es Ia ausencia de Ia problematica surgida en la confrontaci6n entre el cristia- nismo de version 'udeo- alestinense el cristianismo roveniente del ~ganismo. Ademas, entre estos escritos a enas ha interes e reso or Ia misi6n; al tiempo de Ia fuerte expansion proselitista ha seguido una epoca de replegamiento e inte- riorizaci6n; su publico son cristianos amenazados en su fe por herejias (Jds 17-18; 2 Pe 2,10-11; 1 Jn 2,18; 4,1-2; 5,1.5-6; Heb 13,9-10), o en su vida por las persecu- ciones (2 Tim 2,8; Ap 2-3; 13, 17-18). Esta literatura ost aulina sur e en el tercio ultimo del siglo I. Es la que cre6 los generos literarios especificamente nuevotestamentarios (los evangelios escri- tos, el apocalipsis), ademas de seguir imitando a Pablo en su comunicaci6n apos- t6lica a traves de cartas, sean deuteropaulinas, las que imitaron el estilo y profun- dizaron en el pensamiento de Pablo, tras su primera recopilaci6n, o cat6licas, aquellas que, supuestamente escritas por ap6stoles, fueron dirigidas a la comuni- dad cristiana universaP 0 • 2.1. Una respuesta original La literatura juanica incluye, excepto Hch, todos los generos literarios presentes en el NT (evangelio, cartas [ly un tratado?], lapocalipsis 11 ?). <<Es un fen6meno in- 9 Bomkamm, Historia 129. 10 Eusebio, HE II 23,25. 11 La adscripci6n del Ap a Ia literatura jminica esta en debate (U. Vanni, «L' Apocalypse johanni- que. Etat de la question», en J. Lambrecht [ed. ], L 'Apocalypse johannUjue et I 'Apocalyptique dans /e Nou- veau Testament [Gembloux-Leuven 1980}33; Emst,Johannes 14); con todo, puede decirse que «a con- sensus of modem scholarhip assigns Revelation to another author» (Smith, Theology 57). No todos los que constatan elementos tradicionales comunes entre el Ap y Jn, consideran el Ap como escrito de la escuela juanica (asi, p. e., E. Schliissler-Fiorenza, «The Quest for the johannine School: The Apocalypse and the Fourth Gospel»: NTS 23 [1977] 402-427; ld., The Book of Revelation: Justice and Judgment [Philadelphia 1985}; E. Lohse, «Wie christlich ist die Offenbarung des Johannes?»: NTS 34 [1988] 331-338). S. S. Smaley defiende que Ap, Jn y las cartas nacen en una misma situaci6n co- munitaria y retlejan su reacci6n teol6gica; elDiscipulo Amado seria el au tor del Ap y el inspirador del evangelic (Thunder and Love. John's Revelation and John's Community [Waco 1994] 57-69). A favor de dos autores de Ia misma tradici6n yen la misma epoca (90-100), 0. B&her, «Das Verhaltnis der Apokalyse des Johannes zum Evangelium des Johannes», en J. Lambrecht (ed.),L 'Apocalysejohanni- que et I'Apoca/yptique dans /e Nouveau Testament (Leuven 1980) 289-301; Id., «Johanneisches in der 20
  • 9. teresante el hecho de que escritos como 1-3 Jn, que apenas tienen relaci6n con la historia de Jesus, y un evangelio pudieran nacer de una misma comunidad.» 12 Pero no es esta, con todo, Ia unica raz6n de su peculiaridad. La comunidad de Juan 13 estaba enfrentada a los mismos retos que asediaban a las restantes 14• Basica- mente eran dos: la ruptura consumada con el judaismo, ad extra (9,22; 16,2), y los pri- meros fen6menos de escisi6n, ad intra, or motivos cristol6gicos (1 Jn 2,18-19; 1 Jn 7). Su respuesta desvela un nuevo y singular tipo de comunidad cristiana, que, de al- guna forma, no entra c6modamente en Ia imagen usual del cristianismo primitivo 15 • Puede uno referirse, a modo de ejemplo, a Ia soluci6n dada por el pensamiento jminico al problema de Ia parusia. La mas primitiva comunidad -Pablo es su me- jor testigo- vivi6 expectante, orientada bacia la aparici6n inminente del Sefior Jesus; no parecia tener conciencia de la necesidad de un espacio intermedio; en- tre el pasado y el porvenir no cabia larga distancia. Por Ia conversion al evangelio se iniciaba ya la existencia nueva, definitiva, escatol6gica. La dilaci6n del futuro esperado confiere irremisiblemente un puesto al tiempo del interin y surge la ne- cesidad de darle un sentido salvifico: el presente se introduce entre la memoria y Ia esperanza; se comienza a crear lazos con el pasado (personates: el ministerio eclesial; te6ricos: Ia tradici6n can6nica) para vivir el futuro de Ia fe con 'seguridad. Apokalypse des Johannes»: NTS 27 [1981] 310-321. En un estudio dedicado al tema, J. W. Taeger,Jo- hannesapokalypse und johanneischer Kreis (Berlin 1988) 206-212, concluye que el Ap seria la etapa mas desarrollada del pensamiento escatol6gico jminico. Con todo, diferencias de vocabulario, de visi6n de la historia, de pensamiento cristol6gico, antropol6gico y eclesiol6gico, Ia mismo que divergencias en el empleo del AT hacen prefenble no colocar al Ap en relaci6n inmediata con el evangelio y las cartas (con Schnelle, Einleitung 498; para Brown, el Ap seria como el primo lejano de Ia obra juanica, Epistles 100 n.o 232). Los numerosos elementos comunes «miissten in den grosseren Rahmen der Traditionsges- chichte der johanneischen Schule eingeordnet werden» (Strecker, Literaturgeschichte 275). Con Con- zelmann, Grundriss 351; U. D. Muller, Die Offenbarung des Johannes (Giitersloh 1984) 49; J. Roloff, Die Offenbarungdes Johannes (Zurich 1984) 19-20. 12Vielhauer, Historia 496. «Fiir die job. Gemeinde stand amEnde der literarischen Produktion of- fenbar ein Kanon aus vier Schriften ... : ein Evangelium und drei Briefen» (Becker,Evangelium I 33). 13 Hablar de comunidad juanica es una forma c6moda de referirse al grupo donde surgieron evan- gelio y cartas; en realidad «no s6lo no podemos hablar de una ciudad definida, ni siquiera podemos re- ferirnos a una regi6n concreta. Por otra parte tampoco acaba de ser claro si estamos ante una comuni- dad urbana o rural. Y por si todo esto fuera poco no sabemos si se trata de una comunidad unica o de un grupo de comunidades que se reune esporadicamente>> (Tufii, Comunidades 10). 14 «Los libros y sus diferentes estratos redaccionales son fruto de situaciones de crisis. No basta se- iialar en la introducci6n Ia 'ocasi6n', Ia 'finalidad' y las circunstancias de composici6n del escrito. Los autores y redactores bfulicos trabajaron en situaciones opresivas, sin salida, en un intento de superar ta- les circunstancias» (D. von Oppen, «Die Schrift und die Bewaltigung menschlicher Situation», en C. H. Ratschow [ed.], Sola Scriptura. Ringvorlesungen der theologischen Fakultat der Philipps-Universitat [Marburg 1977] 185). 15 Esa escuela «es Ia clave para entender la continuidad y, al mismo tiempo, Ia transformaci6n de Ia tradici6n ... , el origen y la evoluci6n de la literatura juanica» (Vidal, Escritos 40). 21
  • 10. El presente de Ia comunidad comienza a adquirir importancia, pero pierde en carga escatol6gica: la salvaci6n es una experiencia actual, mas que objeto de an- helo. En esta situaci6n acecha el peligro de acoger en el cristianismo, aun inicial, formas y contenidos del entorno cultural y religioso, donde se unian Ia mas since- ra busqueda de la salvaci6n con la valorizaci6n unica del presente como tiempo salvifico: surge Ia tentaci6n gn6stica. La comunidad juanica responde de modo creativo: asumiendo imagineria y sensibilidad gn6sticas, elabora un evangelio donde la realidad de la salvaci6n cris- tiana queda a salvo; aqui el revelador entrara en Ia historia, al hacerse hombre (1,14; 1 Jn 4,2-3). Con todo, esta respuesta no pudo quedar totalmente libre de cierto sabor gnostizante: el interes por el futuro se desvanece, basta el punto de que sectores ortodoxos en Ia comunidad cristiana consideraran Jn como obra espurea; avanza, en cambio, Ia valoraci6n del presente de la comunidad como ofer- ta de salvaci6n; por ultimo, y basico para una respuesta que se quiera cristiana, se confirma la centralidad del pasado como tiempo de salvaci6n, anclado en Ia vida y Ia muerte de Jesus de Nazaret. La respuesta que la comunidad elabora, «nacida de contrastes y entre con- trastes»16, es tan profunda como original. La teologia juanica es, emihentemente, cristol6gica, subrayando Ia afirmaci6n de la divinidad de Jesus y su preexistencia; esta cristologia alta, tan tipica del cuarto evangelio y una de las razones de su po- pularidad, fue pronto causa de tensiones e, incluso, divisiones intracomunitarias (1 Jn 4,2; 2 Jn 7) 17 • Por desgracia, una cristologia tan elevada acabaria por no po- der sostener Ia unidad eclesial (2 Jn 10; 3 Jn 9-10); 1 Jn ya consideraba el evange- lio como tradici6n autorizaday recibida (1 Jn 1,5; 3,11), que no necesita ser ni ci- tada ni definida (2 Jn 1-4; 3 Jn 1.3.8.12) 18• La comunicaci6n oral, mediante una predicaci6n que nose mantuvo siempre dentro de la fe comun (1 Jn 2,18-19), no bastaba; s61o lo escrito podrfa mantener Ia comuni6n. A traves de el se tuvo que intervenir, de forma energica, para salvar la unidad entre las comunidades (2 Jn y 3 Jn). Mientras un buen grupo evolucion6 basta el gnosticismo, el resto se integr6 en la iglesia universal, cat6lica, segun Ia expresi6n de Ignacio (Esm 8,2) 19• 16 Segalla, Panorai1UlS 350. 17 «Los cristianos juanicos debieron ser extremadamente polemicos debido a su cristologia, discu- tida tanto por los judfos que no creian en Jesus como por los que creian» (Brown, Iglesias 103). 18 «Pour les eglises johanniques, 1'evangile se presente desormais comme le livre de la foi et de la vie (Jn 20,30-31), comme le temoignage conforme a Ia verite (Jn 21,24). Le milie johannique s' est don- ne un canon•> (Zumstein,Apprentissage 37). 19 F. Vouga, «La reception de Ia theologie johannique dans les epitres», en J.D. Kaestli- J. M. Pof- fet - J. Zumstein, La Communaute johannique. La trajectoire de I' evangile de Jean aux deux premiers siecles (Geneve 1990) 284-302. 22
  • 11. 2.2. Una original comunidad cristiana Es ya una caracteristica propia de esta literatura, tradicionalmente ligada a Juan, el que necesitara de los diversos generos literarios cristianos para poder expre- sarse. Los argumentos de crftica interna no convalidan Ia opinion tradicional que hacfa de estos escritos obras autenticas del apostol Juan. Con todo, hay que acep- tar que, a pesar de las diferencias que existen entre ellos, tienen en comun un ori- gen tradicional y un substrato cultural homogeneo: una comunidad local, posible- mente poco estructurada aun, y con escasa vinculacion con las restantes iglesias. Hay suficientes indicios como para postular la existencia de una particular co- munidad como contexto social de Ia literatura ju{mica, cuyos intereses, voz inclui- da (21,24; 1 Jn 1,2-3), se dejan sentir en ella 20 • 1.0 El Iexico es comun, tanto en los terminos que prefiere (amar, verdad, en- gendrar, conocer, testimoniar, creer, pennanecer, odiar, conservar, mandato, vida, cosmos) como en los que evita, a pesar de ser caracteristicos del ke- rigma cristiano (evangelizar, recibir, predicar, exhortar, ap6stol, escriba, po- der, esperanza, anuncio, evangelio, panibola, fe, sabiduria )21 • - 2. o Conee tos teolo icos e incluso formulaciones si nificativas sort identicas: La unidad del Padre y del Hijo (5,20; 10,30.38; 14,10; 1 Jn 1,3; 2,22-24; 4,14; 2 Jn 9), la humanidad de Jesucristo (1,14; 1 Jn 4,2; 2 Jn 7), el dualismo an- tag6nico entre Dios y el mundo (14-17; 1 Jn 2,15-17; 2 Jn 7), nacer de Dios (1,13; 3,3; 1 Jn 2,29; 3,9; 4,7), conocera Dios (1,10; 8,55; 14,7; 16,3; 2 Jn 2,3- 5.13-14; 3,1.6; 4.6-8), permanecer en Dios, en Cristo, en la verdad (8,31; 14,10.17; 15,4-10; 1 Jn 2,6.24.27; 4,12-15; 2 Jn 2.9), agua y sangre de Jesu- cristo (19, 34-35; 1 Jn 5,6-8), el mandamiento del amor (13,34-35; 1 Jn 2,7- 8; 3,11; 2 Jn 4-6), ser de Dios (8,47; 1 Jn 3,10; 4,1-6; 3 Jn 11), ser de Ia ver- dad, conocer La verdad (8,32; 18,37; 1 Jn 2,21; 3,19; 2 Jn 1; 3 Jn 3.8),guardar los preceptos (14,15.21.23; 15,10; 1 Jn 2,3-4; 3,22.24; 5,2-3) 22• 20«Allein das Vorhandensein dieses Nachtrags und das keineswegs schriftstellerisch, sondem als Plural communicis zu verstehenden 'wir' in v.24b sind Hinweise auf eine joh. Schule» (Schnelle,Einlei- tung 496). Cf. A. von Harnack, «Das 'Wir' in den johanneischen Schriften»: Kleine Schriften zur A/ten Kirche (Leipzig 1923) 626-643. 21 Becker habla de «eine Art Sondersprache dieses speziellen Gemeindeverbandes» («Johannese- vangelium» 29). Aunque Bonnard reconozca que «incontestablement, son vocabulaire et son style rap- pellent eux du quatrieme evangile», afirma no obstante que aparecen cambios semanticos que reflejan una epoca diferenciada: «elles tendent a identifier Ia fidelite au Christ 'johannique' a la fidel ite a un en- seignement deja r~u» ( «Epitre» 301.305). 22 «Die literarische Spriinge im Johannesevangelium und im ersten Johannesbriefbrauchen nun nicht zwingend auf Quellenvorlagen hinzuweiserl, sondem konnen ein Zeichen fiir nichtliterarische, mundliche Oberlieferungsstucke sein, die in der Schute des Johannes gepragt und weitergegeben wur- den. Die ZugehOrigkeit zur johanneischen Schule kommt in den sprachlichen und sachlichen Obereins- tinunungen zum Ausdruck, welche die johanneischen Schriften durchziehen» (Strecke, «Anfiinge» 33). 23
  • 12. 3.0 Los miembros de Ia comunidad se reconocen a si mismos como amigos (3 Jn 15; cf. Jn 11,11; 15,14-15), hijos (13,33; 1 Jn 2,1.12.28; 3,7.18; 4,4; 5,21}, [de Dios] (1,12; 11,52; 1 Jn 3,1.2.10; 5,2; 2 Jn 1,4.13; 3 Jn 4) o hermanos (20,17; 21,23, 3 Jn 3.45.10); el comportamiento al que se exhorta se centra en el mantenimiento de Ia cohesion del grupo creyente (13,34-35; 1 Jn 2,7- 11; 2 Jn 5-6), que se sabe como ellugar donde Jesus, el maestro (3,2; 7,16.17), revela todo cuanto ha recibido del Padre (15,15; 17,26; cf. 8,26.28) 23 • Esta singular comunidad cristiana uso generos literarios anteriores a ella y por ella recibidos; pero los empleo de forma nueva, tanto como para crear dificultad a quien los coteje. Ni el Apocalipsis -que, a pesar de su nombre, se presenta co- mo carta y deja ver rasgos de la literatura profetica-, ni las cartas -que, sobre todo, Ia primera no cumple con las exigencias del genero-, ni el evangelio -cu- ya comparacion con los sin6pticos sustenta la cuesti6n jwinica, a(m por resolver sa- tisfactoriamente-, pueden reducirse a lo que logicamente se esperaria de tales nombres. Sin duda, la originalliteratura presupone una comunidad cristiana ori- ginal, y es su mejor prueba. La reconstrucci6n hi.Storica de la comunidad jminica resulta hipotetica debido a Ia escasez de fuentes. Dentro del NT, solo Ia literatura jminica ofrece apoyos va- lidos; no habria que pasar por alto, con todo, que ninguna otra comunidad primi- tiva, a excepcion de las comunidades paulinas y Ia lucana, cuentan con tanta do- cumentaci6n escrita. La mayor dificultad depende, mas bien, de Ia naturaleza de las fuentes: son libros teol6gicos; y de afirmaciones confesionales hay que ganar hechos hist6ricos. Para la recuperaci6n de su bistoria se ha de partir, pues, del tes- timonio implfcito de la obra juanica, caso analogo, por otra parte, al de la tradi- ci6n sinoptica. La concentracion cristologica24 y un numero de rasgos comunes, de estilo y de pensamiento, son en ella tan caracteristicos que hacen obvio apuntar a un mismo ambiente religioso y cultural 25 ; ello no obliga, todavia, a pensar en un origen bis- torico unico, cuestion aun abierta. Es pensable, con todo, que fuese Asia Menor, Efeso mas concretamente, el centro geografico de Ia comunidad juanica. Una tra- dicion muy antigua sirua alii el evangelio, que habria escrito el ap6stol Juan a edad 23 Cf. Schnelle, Christologie 53-57. 24 «No tenemos otros documentos del NT que alcancen este nivel cristol6gico tan elevado. Porque tanto el EJ como las cartas (1 y 2 Jn) presentan una interpretacion de Jesus que hunde sus rafces en Ia confesi6n de Ia Hamada pre-existencia de Jesus. La cristologfa adquiere asi una amplitud y una profun- 1 didad que no tienen parang6n en el NT (con Ia posible excepci6n de Heb)~~ (Tufti, Comunidades 20). 25 Hay que tener en cuenta Ia reserva de Hengel: «The 'history' of the school is first and foremost the 'history' of its master and head between fiJnO and 100/110 CE. The more redactors and authors who are introduced - even with opposed theological views - the more difficult it is to explain the origin of both the corpus and the Gospel with its stylistic unity, unique in earliest Christianity, and the closed na- ture of its thought-world» (Question 90). 24
  • 13. avanzada26 • La recepci6n del evangelio fue, ademas, temprana e importante en Asia Menor27 ; Ia similitud que, en concepciones teol6gicas mantiene Ia tradici6n jminica con Ia paulina28 , apuntan, igualmente, en esta direcci6n. La existencia de un cfrculo juanico29 o, mejor quiza, una escuela 30 parece no poder obviarse. AI ser evidentes en los escritos juanicos caracteristicas como Ia relevancia que se concede a Ia persona de su lfder, el cuidado por la tradici6n a el debida, el ideal de amistad y Ia confrontaci6n con el mundo extemo que tipifican Ia vida de co- munidad, incipiente institucionalizaci6n de Ia vida comun31 • La identificaci6n del fun- dador es discutida; siguen proponiendose Juan el ap6stol, el disdpulo amado, Juan el presbitero32, el presbitero autor de 2-3 Jn 33 • Miembros de la comunidad parecen estar tras afmnaciones como 3,11; 21,24 o 1 Jn 1,2-3; yen algtin discurso de Jesus podrian resonar aun discusiones de escuela (cf.16,16-33)34 • Habria que pensar que Ia comuni- dad productora de esa literatura tuvo una larga vida y un espacio de implantaci6n am- plio; rasgos que Ia diversifican del caso de Pablo y de sus herederos35 • 26 «.Juan, el discipulo del Seiior, el que se habfa reclinado sobre su pecho, tambien elpuplic6 el evan- gelio, mientras moraba en Efeso de Asia» (Eusebio, HE V 8,4 [296]; cf. Ireneo, Adv. Haer. III 1,1 ). 11 Hengel, Question 1-23. 28 Cf. D. Zeller, «Paulus und Johannes»: BZ 27 (1983) 167-182; U. Schnelle, ((Paulus und Johan- neS?>: EvT 47 (1987) 212-228; R. Schnackenburg, (<Ephesus: Entwicklung einer Gemeinde von Paulus zu Johannes»: BZ 35 (1991) 41-64. 29 Cf. 0. Cull mann, Der johanneisische Kreis. Sein Platz im Spatjudentum, in der Jiingerschaft Jesu und im Urchristenum (Tiibingen 1975); X. Levieils, «Juifs et Grecs dans la communaute johannique»: Bib 82 (2001) 51-78. 30A diferencia del circulo, Ia escuela es «mehr sach', weniger personenorientiert» (Ernst, Johan- nes 14 n. 0 7). Cf. R. A Culppeper, The Johannine SchooL An Evaluation of the Johannine-School Hy- pothesis based on an Investigation of the Nature of Ancient Schools (Missoula 1975); G. Strecker, «Die Anfange der johanneischen Schute»: NTS 32 (1986) 31-47; F. Vouga, «The Johannine School: A Gnos- tic Tradition in Primitive Christianity?»: Bib 69 (1988) 371-385. Sigue teniendo valor Ia advertencia de H. Streeter: «The word 'School' is one of those vague seductive expressions which it is so easy to accept as a substitute for clear thinking» (Gospels 459). 31R. A Culppeper, The Johannine School An Evaluation of the Johannine-School Hypothesis Ba- sed on an Investigation of the Nature of Ancient Schools (Atlanta 1975) 258-259. Ver una critica, con- vencida que no convincente, a esta hip6tesis en auge en Schmithals: ((Die johannesiche Schute is mit- samt ihrer kiinstlich und anhaltlos konstruierten Geschichte ein Kind der Phantasie, geschaffen, urn die Verlegenheiten der Forschung und die UnzuHinglichkeit ihrer Ergebnisse mit dem Anschein der Wis- senschaftlichkeit zu rechtfertigen» (Johannesevangelium 218, cf. 208-214} 32 Defendida con convicci6n par Hengel, Question 102-135. 33 Para Strecker (Literaturgeschichte 216-217. Cf. W. Heitm iiller, «Zur Johannes-Tradition»: ZNW 15 [1914] 189-209), el fundador habria sido el presbitero autor de 2-3 Jn. 34 Mas aun, Becker, Evangelium I 42, piensa que el cuarto evangelio serfa ((ein zur Literatur ge- wordener Dialog innerhalb der johanneischen Schule». 35 Aunque tambien las cartas paulinas, autenticas y pseudoepignificas, son un ejemplo de perma- nencia de una tradici6n a traves de su reelaboraci6n y acomodaci6n, fueron pensadas para comunida- des diferentes, lo que no corresponde con el caso de Ia literatura juanica. 25
  • 14. La comunidad ·uanica se un una hi 6tesis lausible36 habria asado or va- rias eta as. En su origen, antes incluso de Ia puesta por escrito del evangelic, bu- bo un grupo de judios, radicados posiblemente en Palestina, que aceptaron el me- sianismo davidico de Jesus; se habian agrupado en torno a un hombre que habia conocido a Jesus durante su ministerio publico y le habia seguido. A este grupo inicial, en el que habria disdpulos del Bautista (1,35-40), se unieron pronto judfos cri- ticos con el Templo que misionaron Samaria, impulsaron una cristologia mas de- sarrollada, afirmando Ia preexistencia y divinidad de Jesus y, por ello, sufrieron Ia expulsion del judaismo oficial; en esta etapa, y a consecuencia de lo vivido, el gru- po opt6 por ver las expectativas escatol6gicas realizadas en Jesus Resucitado. El evangelic refleja, en efecto, una situaci6n comunitaria donde se ha consu- mado Ia separaci6n con el judafsmo (9,22; 12,42-43; 16,2), que se ha convertido mas en sfmbolo de Ia resistencia ala fe (8,44) que en realidad hist6rica; los judios son prototipos de Ia incredulidad (12,37-40) y la comunidad se abre a los gentiles (12,20-23). Mientras se esta dando este cambio de comprensi6n, Ia comunidad se muda a Ia diaspora (7,35) y escribe un evangelic, cuyos terminos semiticos tradu- ce a sus lectores; se advierte una tendencia al aislamiento progresivo de Ia comu- nidad dentro de su entorno (17, 15-16; 14,30; 16,33) y de las demas comunidades cristianas, que no comparten su cristologia (6,67-69; 10,16; 17,11). Frente a los ju- dios insiste en Ia presencia de Dios en Cristo, que lleva a la superaci6n de las fies- tas y suplantaci6n del Templo. Polemiza, asimismo, con cristianos por su judaismo larvado, su tibieza en la profesi6n de Ia fe o su incapacidad para confesar la pree- xistencia de Cristo; en la epoca mas reciente, criticara, ademas, a cuantos no afir- man la realidad humana de Jesus. La experiencia cristiana esta profundizada, y se 36 Cf. Brown, Introduction 374-376; ld., «Johannine Ecclesiology -The Community's Origin»: lnt 31 (1977) 379-393; Id., «Other Sheep Not of This Fold'. The Johannine Perspective on Christian Di- versity in the Late First Century»:JBL 97 (1978) 5-22. Su hip6tesis es deudora de dos intentos prevlos. Martyn pens6 en tres eta pas («Glimpses» 150-175). En sus inicios, la comunidad convivia en paz con Ia sinagoga y compartia expectativas mesianicas judfas; los materiales, en forma de homilfas, se habrian ya configurado como un evangelio rudimentario; serfa probable que el discfpulo amado dominara este periodo. La ruptura traumatica con la sinagoga obligo a Ia comunidad a definirse mejor y elabor6 una cristologfa mas radical y un dualismo etico pronuncia- do; Ia expulsion y el martirio hizo del grupo de cristianos judfos una comunidad judeocristiana. La co- munidad tuvo que seguir defmiendo su identidad, ante Ia pennanencia de cristianos que preferian vivir en paz con Ia sinagoga, mientras otros eran perseguidos; percatandose de Ia existencia de otras comu- nidades judeocristianas, alimento Ia esperanza de reunificacion. G. Richter enumera cuatro fases. Un grupo de judeocristianos, que ven a Jesus como profeta se- gun el tipo de Moises y creen en una escatologfa futura, son expulsados de Ia sinagoga; ya tienen un cvangelio base. A consecuencia de Ia expulsion, este grupo desarrolla una cristologfa del Hijo de Dios, que origina division intema; editan el evangelici e incorporan un vision realizada de la escatologia. Den- tro de este grupo aparecen una interpretaci6n 'docetista de Ia cristologia alta, que favorecera una revi- sion del evangelio, que asume las dos tendencias previas de Ia escatologfa («Prasentische und futuris- che Eschatologie im 4. Evangelium», en J. Hainz [ed.), Studien zum Johannesevangelium [Regensburg 1977] 346-382). 26
  • 15. expresa como un cierto intimismo cristocentrico; la vivencia comun de la fe es una preocupaci6n sentida; el amor mutuo, exigencia caracteristica (13,34; 15,12.17). d o_ a-t.c;me-r-en--Guenta ue dificulta lie ar a conclusiones se uras es ue 1 Jn no ofrezca cita al una de Jn. ~do aparecen las cartas, unos aftos despues, e :nge "sta habia concluido a u-ebra, aunque el evangelio no habria conocido aun su ultima edici6n 7• Las cartas, escritas por otra(s) persona(s), reflejan una si- tuaci6n comunitaria diversa 38 : el problema con los judios esta ya superado; ahora las tensiones nacen en el seno mismo de la comunidad (1 Jn 2,18-19; 2 Jn 7), de- bido tanto a divergencias cristol6gicas como a diferencias en la gesti6n de la vida comun39 • Se advierte en elias los inicios de una organizaci6n monarquica de Ia co- munidad local (Jn 21,15-17), no muy bien soportada por los Hderes carismaticos deambulantes (3 Jn), ni suficientemente aceptada dentro de la comunidad (1 Jn 4,1-6); la persistencia de misioneros itinerantes causaba problemas. Los antagonis- tas son ya cristianos, autoridades de comunidades locales, o herejes, creyentes que interpretan diversamente Ia misma tradici6n. Las tres cartas habrfan sido redac- tadas en un corto periodo de tiempo. La comunida ael a ocali sis? ~ajo la presion de Ia persecuci6n politica y ~ ?/ mira al mundo con -eseemfi nza y desapego. La insistencia en una esca~ologia fu- / tura la separa netamente de la escatologia realizada, predominante en el cuarto evan- gelio. La imagineria simb6lica proviene de Ia apocalfptica judia. La tradici6n juani- ca ha sido asumida aquf muy libremente; aunque las coincidencias tematicas y de vocabulario son obvias40 , son mayores las diferencias 41 • La comunidad del apocalip- sis representa, probablemente, «una desviaci6n temprana de Ia tendencia jminica» 42• 37 Hengel, Question 33. 38 En contra Schnelle, Einleitung 500, que, siguiendo a Strecker, ~~Anf<inge» 31-47, defiende otra se- cuencia (2 Jn, 3 Jn, 1 Jn y Jn); 2 Jn y 3 Jn serian los textos mas primitives de Ia escuelajuanica, escritos por Juan el anciano. 1 Jn, donde no habrfa referencias al evangelio, atestiguarfa Ia controversia antido- cetista; serfa posterior y escrita par otro au tor. Despues vendrfa Jn, pues supondria tal discusi6n ya da- da y Ia profundizarfa; el evangelic seria «den Hohenpunkt und Abschluss der in der job. Schute ens- tandenen und uns uberlieferten Literatur» (Schnelle, Christologie 256-257; Strecker, Literaturgeschichte 218-219). Klauck cree que en 1 Jn «dem entgiiltigen Abschluss des johanneischen Schriftums und sei- ner Herausgabe als Korpus in der jetzigen Form urn einiges vorausliegt» (Johannesbriefe 109). 39Zumstein, «Communaute» 363-365. «This truth is now at risk. This situation, which in the eyes to the presbyter is acute~y threatening, binds all three letters together» (Hengel, Question 38). 40 Para una detallada comparaci6n entre el Ap y Jn, cf. H. B. Swete, The Apocalypse ofSt. John (Lon- don 21909) cxxvi-cxxx. 41 Cf. J. Lambrecht ( ed. ), L 'Apocalypse johannique et l'Apocalytique dans le Nouveau Testament (Gembloux 1980) 289-301; E. Schussler-Fiorenza, The Book ofApocalyse: Justice and Judgement (Phila- del;>hia 1985) 85-133. 42 Brown, Iglesias 24. «Los destinatarios del libra de Ia Revelaci6n fueron sucesores de Ia tradici6n de Juan, los cuales (tal vez debido a una temprana migraci6n de Palestina o a una temprana actividad misionera en Asia Menor) no habian sido catequizados por el cuarto evangelista ni por ninguno de sus compafteros; no influyendo, por esta raz6n, en ellos Ia principal sintesis teol6gica de Ia tradici6n juani- ca que aparece en el cuarto evangelic» ( o.c., 24 ). 27
  • 16. No parece, pues, que el autor del apocalipsis pueda ser identificado como miem- bro de la comunidad juanica que escribi6 el evangelio43 y/o las cartas44 • Es, por ultimo, si nificativa Ia rece ci6n ue la obra ·uanica ha encontrado en la iglesia. Desde el inicio el exito rapido y Ia temprana difusi6n, tanto en sectores rAA ortodoxos como en los heterodoxos, va unida al recelo y el rechazo; ligado a Ia aceptaci6n de la literatura juanica por Ia gran iglesia aparece, pues, el conflicto por su interpretacion. La popularidad que Jn yAp obtuvieron en circulos gn6sti- cos contribuy6 a retrasar su aceptaci6n eclesial en amplios sectores. La tendencia antidoceta de 1 J n favoreci6 su popularidad en circulos ortodoxos. Las tensiones que motivaron 2-3 Jn, con independencia de c6mo se las interprete, reflejan una epoca de consolidaci6n de las comunidades locales y de su progresiva institucio- nalizaci6n. 43Vidal, Escritos 13-14. R. H. Charles, The Revelation of St. John (Edinburgh 1920) pensaba en dos autores diversos, pero vinculados. Para Hengel, Question 127, el autor del Ap pertenecerfa a Ia escuela juanica. Sin mucho fundamento se ha pensado que el atitor del Ap habria confiado Ia tarea de escribir el evangelio y las cartas a un secretario Mbil escritor, cf. D. Guthrie, New Testament Introduction (Dow- ners Glove/London 1970) 940-962. «The Evangelist and the prophet have minds made in different molds. The difference in their modes of presenting the common faith is matched by the differences in their lan- guage- differences the more striking in that both authors appear to think in Aramaic and write in Gre- ek, though they do so in consistently different ways» (Beasly-Murray,John lxix). 44 El autor del Ap serfa autor de 2 y 3 de Jn, segun J. Moffatt, An Introduction to the Literature of the New Testament (Naperville/Edinburgh 31918) 480-481. Mas verosfmil es Ia opini6n de Hengel, para quien «the Apocalypse was also published in this milieu as a Johannine 'outsider' ... later than the Gos- pel and the letters» (Question 51). 28
  • 17. «Entre los Iibras del Nuevo Testamento sobresalen los evangelios y de estos es primicia el de Juan, cuyo sentido profunda nadie puede entender a no ser que haya reclinado su cabeza sabre el pecho de Jesus o haya recibido de El a Marla como madre.» {ORfGENES, In Joh. I 6: PG 14,31-32) · II Evangelio segun Juan
  • 18. Ante el cuarto evangelic han surgido siempre impresiones contrapues-- tas en Ia historic del cristianismo: de un lado, Jn despert6 desde el ini- cio un entusiasmo enorme porIa profundidad de Ia imagen de Jesus y Ia concepcion teol6gica de Ia vida cristiana que este «evangelic espiri- tual» 1 transpire; de otro Ia do, es asimismo permanente cierto embarazo ante «este producto extraiio», esta creaci6n literaria «tan peculiar que dificilmente cabe ordenarlo al lado de los restantes escritos nuevotesta- mentarios»2. No ha de sorprender, pues, que haya sido continuamente 'objeto de es- pecial interes por parte de Ia comunidad cristiana y, al mismo tiempo, tema invariable de investigaci6n critica; siendo «el mas acabado testi- monio sobre Ia vida de Jesus en su relaci6n con el Padre», noes una obra facil; «cuanto masse lee este texto, mas firma es Ia convicci6n de que guarda celosamente sus secretos»3 . Para facilitar Ia comprensi6n del cuarto evangelic este capitulo analiza las cuestiones introductorias mas importantes con cierto detenimiento. 1 Eusebio (263-339), apoyandose en el testimonio de Oemente Alejandrino (150-215), escnbe que «Juan, el ultimo de todos, viendo que en los evangelios de los otros se cuenta lo que se refiere al cuer-. po de Cristo, el, bajo la inspiraci6n del Espiritu Santo y a petici6n de sus allegados, escribi6 un evange- lic espiritual>> (HE VI 14: PG 20, 552; cf. PG 9, 749). 2 Bornkamm, Historia 141. Jn serla «el verdadero enigma del cristianismo primitivo» (Vielhauer, Historia 430). 3 Cothenet, «Evangelio» 203. Para P. S. Minear, Jn tiene Ia particularidad de producir mayor con- fusi6n cuanto masse estudia, lo que produce, sin duda, frustraci6n («The Audience of the Fourth Evan- gelist»: Int 31 [1977}339). «Everything we want to know about this book is uncertain, and everything about it that is apparently knowable is matter of dispute» (Beasley-Murray, John xxxii). .Ya Agustin re- conoda que «este evangelista vuela muy alto y apenas puede ser comprendido» (Tratado 36, 6 [11 ]).
  • 19. 1. EL TEXTO Como resultado de descubrimientos recientes, acaecidos no hace mas de cincuenta aiios, Jn es el evangelic que goza de Ia atestaci6n manuscrita mas antigua4 • Silas primeras ediciones de imprenta, en el siglo XVI, tenian como base codices medie- vales de los siglos x-XI, y las primeras ed' · criticas de los siglos XIX-XX utili- zaron los c6dices rna 'sculos del si I IV (Vaticano: . Lachmann en 183~1- ' (fiCO~ B. R Westcott - F. S. A. Hort, en 188 , ' ·mas ediciones puedeiY a)myarse )raen papiros de los siglos n y 111. EI_mas antiguo de todos los papiros del NT basta hoy descubierto y publicado es ~52 ,_R,ylands 457, un pequefio fragmento escrito por ambas caras, que con- tie~1-33 en el anverso, 18,37-38, en el reverso. Datado en Ia primera mitad del siglo 11, prueba que Jn era conocido en Egipto5; extremo confirmado por el ha- llazgo en Egipto de tres fragmentos de un evangelio desconocido, que utiliza, al a ec textos de Jn, en concreto 5,39.54; 8,59; se trata delllamado papi~ table en torno al1506• __ ~- ~ Mas decisivos para Ia reconstrueei6nile Ia historia del texto son~od­ mer XV, descubierto en 19567, y~dmer II, hallado en 1961 8• Fechados en 4 Panimolle, Giovanni 525-534; Braun,Jean II 86-100. Cf. V. Salmon, Quatriime Evangile. Histoi- re de Ia tradition textuelle de I' original grec (Paris 1969) 17-46. s C. H. Roberts, An Unpublished Fragment of the Fourth Gospel in the John Ryland's Library (Man- chester 1935); Ph. H. Menoud, L 'evangile de Jean d 'apres les recherches recentes (Neuch!tel1947) 8-9. 6H. I. Bell - T. C. Skeat, Fragments ofan Unknown Gospel (London 1935); M. Gogtiel, «Les frag- ments nouvellement decouverts d'un Evangile du II" siecle»: RHPR 15 (1935) 459-466; Braun, Jean I 87-94.404-406. En 1987 se ba descubierto un cuarto fragmento del mismo manuscrito (cf. M. Grone- wald, Kolner Papyri. Vol6 (1987] 136ss). Otros retrasan Ia dataci6n basta finales del siglo II (p. e., Scb- mithals,Johannesevangelium 9; Hennecke- Schneemelcher,Apo/ayphen 82). 7 C. L Porter, «Papyrus Bodmer XV (P75 ) and the Text of Codex VaticanUS»: JBL 81 (1962) 363- 376; V. Martin- R. Kasser, Papyrus Bodmer XV. Evangile de Jean, ch. 1-15 (Cologny-Geneve 1961 ). Cf. J. Delobel, «The Bodmer Papyri of John. A Short Survey of the Methodological Problems», eo M. de Jonge (ed.),L 'EvangiledeJean (Gembloux 1977) 317-323. 8 V. Martin, Papyrus Bodmer II. Evangile de Jean, ch. 1-XIV (Cologny-Geneve 1956); K Aland, . «Papyrus Bodmer II»: TLZ 82 (1957) 162-184; M. E. Boismard, «l..e papyrus Bodmer lb: RB 64 (1957) 31
  • 20. torno al final del siglo II, _contienen ya dos tercios, bien conservados, de todo el evangelio; el P66 ofrece en 52 folios 1,1-6,11; 6,35-14,26.29-30; 15,2-26; 16,10-20.22- 23; 20.25-21,9; el P 75 , en 27 folios tiene, ademas de Lc, 1,1-9,45.48-57; 12,3-13,1.8- 9; 14,8-30; 15,7-8. Ambos testimonian ya la titulacion tradicional e-iJayyti..Lov Ka- Ta 'I w6:Wllv 9, lo que parece indicar que Ia atribucion a Juan era usual ya en Egipto a finales del siglo n10• Existen otros papiros griegos del siglo m11 , y una version copta del evangelio1 papiro Bodmer III, del siglo IV12, contemporaneo a los grandes codices may11scu- los (Sinaitico: /01; Vaticano: B/03) 13. Si se quiere valorar el estado del texto, habran de tenerse en cuenta dos he- chos. En primer Iugar, apenas dos generaciones separan el original de las copias que han llegado a nosotros. En segundo Iugar, el texto de los papiros del siglo II queda ratificado por los mejores c6dices existentes: el P75 se emparenta con el Va- ticano (B/03), el f66, con el Sinaltico (/01) y el de Beza (D/05). Sin poder postular que refleje el original, el texto del que disponemos esta criticamente bien asegu- rado14. 363-368; H. Zimmerman, ~Papyrus Bodmer II und seine Bedeutung fiir die Textgeschichte des Johan- nesevangeliums»: BZ 2 (1958) 214-243; G. Danesi, «11 piu antico codice del vangelo di Giovanni. II pa- piro Bodmer II recentemente scoperto»: RivB 6 (1958) 295-322; V. Martin - J. W. B. Barns, Papyrus Bodmer IL Suplement. Evangile de Jean, ch. XIV-XXI (Cologny-Geneve 1962). 9 «Es gibt also gute Griinde fiir die Annahme, dass die dem vierten Evangelium zugeordnete Uberschrift nicht ein spiiter Akt der Herausgabe war, sondern dass sie in die Zeit fallt, als dieses Werk zur Vorbreitung freigegeben wurde - d h. wahrscheinlich in die erste Halfte des zweiten JahrhundertS» (Zumstein, «Relecture» 395). 10 «In third -and second- century Egypt the Fourth Gospel was most prized of all the Gospels» (Hengel, Question 6). Cf. K. Aland, «Der Text des Johannes-Evangeliums im 2. Jahrhundert», en W. Schrage (ed.), Studien zum Text und Ethik des Neuen Testaments. FS. H. Greeven (Berlin-New York, 1986) 1-10. 11 ps, Oxyrinco 208 (1,23-31.33-40; 16,14-30; 20,11-17;19-20.22--25); P 22, Oxyrinco 1228 (15,25-16,2.21- 32); P 28, Oxyrinco 1596 (6,8-12.17-22); p39, Oxyrinco 1780 (8,14-22); P'5, Chester Beatty I (10,7-25; 10,30- 11 ,10.18.36.42-57). 12 E. M. Husselman, The Gospel of John in Fayumic Coptic (Ann Arbor 1962); R. Kasser, Papyrus Bodmer Ill. Evangile de Jean et Genese I-IV,2 en boharique (Louvain 1958). 13 «Out of all the NT books, the Gospel of John has the most witnesses among the papyrus MSS- twenty-two to date (P2, 5,6,22,28,36,39,44,45,52,55,60,63,66,75,76,80,84,90,93 and 95). Two of these MSS, P66 y P75, contain a good portion of this gospel by themselves; and when all the MSS are compiled to- gether, they cover nearly the entire book. .. The Gospel of John, above all other NT books, possesses the greatest number of papyrus manuscripts that are dated before A.D. 300 - eteven in total: P 5,22,28,45,66,75,80,90 and 95. Having such evidence, it is possible to reconstruct the text of John as it might have appeared in Egypt between the mid-second century to the mid-fourth century, a period prior to all the great uncial MSS except Codex VaticanuS» (Comfort, «Text» 624). 14«Das Evangelium hat offensichtlich nie in einer anderen als der uns iiberlieferten Gestalt exis- tiert. Auch der sogenannte 'Nacbtrag' (Joh 21) felht nirgends. Keine einzige der oft postulierten Tex- tumstellungen und -ausscheidungen als sekundarer Partien hat an der handschriftlichen Oberlieferung Keinen Anhalt» (Thyen, «Johannesevangelium» 200). 32
  • 21. Pueden llegar a unas cincuenta las variantes dignas de atenci6n 2 sean produc- to de errores de trascripcion o prueba de dificultades de interpretacion en el pro- :eso de transmisi6n. Solo una pericopa de nuestro actual texto canonico es de du- dosa autenticidad (7,53-8,11): no esta atestiguada ni en los mas antiguos papiros (P75 y J>66) ni en los c' · del si lo 1v15• Identico es el caso de 5 3b-4. Caso a arte s 1, 13. eido en singular, es una de las variantes mas contro- vertidas. Aunque i rada por todos los manuscritos griegos, codices unciales y los principales papiros, fue utilizada por Ireneo (Adv. Haer. III 16,2; 19,2; 21,5.7), por Thrtuliano (De Came Christi XV 3; XIX 1) en Ia polemica antignostica y ates- tiguada con oscilaciones por Origenes, Ambrosio y Agustfn entre otros. Algunos exegetas actuates defienden con fuerza su autenticidad, una posicion esta no exen- ta de intereses dogmaticos 16• 2. ACEPTACION ECLESIAL: RESENA HISTORICA Desde los inicios mismos del cristianismo, Jn ha sido el evangelio mas c~ntrover­ tido. La Hamada cuestion judnica, abierta un tanto tardiamente en el siglo XIX, se :entra en negarle al ap6stol Juan la patemidad Iiteraria del evangelio; este «asal- to contra el cuarto evangelio» 17 noes, con todo, una empresa modema. Jn tuvo ms primeros detractores tan pronto como fue conocido y, curiosamente, al inicio fueron herejes sus mas acerrimos partidarios. Desde principios del siglo III basta bien entrada el siglo XIX ha dominado Ia ::lpini6n que atribuia Ia paternidad del cuarto evangelio al ap6stol Juan, el hijo del Zebedeo (Mt 4,21; Me 10,39), discipulo preferido de Jesus y testigo ocular de cuan- to escribiria (21,24). 15 «The evidence for the non-Johannine origin of the pericope of the adulteress is overwhelming» (Metzger, Commentaty 219). Segun Brown, «We may have here an old story about Jesus' mercy towards ~inners, that traveled independently of the four Gospels and could not be included until there was a :hange in the church' s reluctance to forgive adultery» (Introduction 376-377). 16 P. e., I. de Ia Potterie, «La Mere de Jesus et la conception virginale dli"Fils de Dieu»: Marianum 40 (1978) 79-90. Cf. M. E. Boismard, Le Prologue de saint Jean (Paris 1953) 56-65; J. Galot, Etre ne de Dieu. Jean 1,13 (Roma 1969); P. Hofrichter,Nich/ aus Blut sondem monogen aus Gott geboren (Wiirz- Jurg 1978); A. C. Vicent, «La doble generaci6n de Jesucristo segllll Jn 1,13-14~: EstBib 40 (1983) 49- 117; Id., «La huella cristo16gica de Jn 1,13 en el siglo 11 y Ia ins6lita audacia de esta f6rmula joanea»: Est- Bib 43 (1985) 275-320. «The singular number may have arisen either from a desire to make the Fourth Gospel allude explicitly to the virgin birth or from the influence of the singular number of the imme- :liately precedingautou» (Metzger, Commentary 191). 17 Van den Bussche, Evangelio 9. «El tema del autor del evangelio de Juan fue el punto de partida je Ia investigaci6n crftica y constituy6, basta bien entrado el siglo XX, el m1cleo de Ia cuesti6n juanica» (Tufif, «Evangelio» 141}. 33
  • 22. 2.1. Periodo precrrtico El primer y principal testigo de esta tradici6n e4Ireneo de Lyon~140-202), un griego del Asia Menor que lleg6 a ser obispo y portavoz de la Igl sia de las Ga· lias. Su testimonio (ca. 180) es importante dada la antigiiedad y precision que Io caracterizan: «Despues de ellos, Juan, el discipulo del Sefior, que se habia re· costado sobre su pecho, escribi6 el evangelio, durante su residencia en Efeso de Asia» 18• Recogiendo noticias dispersas en Ireneo y Eusebio se form6 la tradici6n que sefialaba a Efeso como estancia de Juan; alli conoceria a Policarpo, obispo de Es- mirna (muerto el155). Bajo Domiciano (81-96) serfa desterrado a Patmos, isla del mar Egeo, donde habrfa escrito el Apocalipsis (Ap 1, 9). En tiempos del empera- dor Nerva (96-98), regresaria a Efeso, donde habria muerto bajo Trajano (98-117), en edad avanzada, como parece poder deducirse por 21,20-23. Asi quedaria, ade- mas, explicada su identificaci6n con el presbitero (2 Jn 1; 3 Jn 1), autor de las dos ultimas cartas. Una generaci6n mas tarde, Clemente de Alejandria escribiria en Hypotyposen, una obra que no ha llegado a nosotros, que Juan habria escrito el cuarto evange- lic motivado por sus discipulos, con la intenci6n de componer un 'evangelic espi- ritual', ya que en los anteriores se habia expuesto lo 'corporal' (Eusebio, HE VI 14,7) 19• Si fue gracias a Ireneo, quien habia descubierto Ia importancia del cuarto evan- gelic en su Iucha antign6stica, que Jn entr6 definitivamente en la lista can6nica de la £Omunidad cristiana, hay suficiente evidencia como para pensar que el evange- lic era conocido, y estaba ya extendido, ai iniciarse el siglo m. Trascrito a breve dis- tancia de su ublicaci6n, fue citado r ad res here· es a partir de los primeros decenios del si lo 1. us muerto en torno al165), en su exposici6n sobre el Logos, tiene puntos de contacto con el (Dial 63, cf. 1,13; Dia/88, cf. 1,20.23; Apol I 32, cf. 1,4), aunque dependa claramente en su exposici6n del estoicismo fi.los6- fico acian · discfpulo, coloc6 en el Diatesseron (bacia el 170; cf. Eusebio, HE IV 2 , este evangelic al mismo nivel que los tres sin6pticos y Th6filo de Antic- quia, a finales del siglo 11, apoya su teoria sobre el Logos en las escrituras y en to- dos los hombres inspirados, «entre ellos Juan» 20, siendo esta Ia primera cita expli- cita del cuarto evangelic por parte de un escritor eclesiastico. 18 Adv. Haer. III 1,1: PG 7,844. Cf. II 22,5. Eusebio, HE III 23,3. «Juan evangelists es el mismo que, entre todos los discipulos, repos6 sobre el pecho del Senor y por el cual el Senor, que a todos amaba, tuvo, sin embargo, especial predilecci6n>> (Agustin, TraiiJdo 16,3 [4371). 19 Parecidas opiniones en Eusebio (HE III 24,5-14), el Canon Muratori (Jineas 9-34) y Jeronimo, De viris Ill. III 9. 20 Ad Auto/ycum II 22: PG 6,1088 «II' es incontestable que 1evangile selon Jean est accueilli ala fin du nc siecle par exemple dans les christianismes romain et gaulois et que sa rectitude dogmatique est affirmee» (Zumstein, «Communaute» 360). 34
  • 23. esia sectas rivalizaban r a ro iarse el evangelio. El recelo que pu o encontrar Ia gran iglesia estaba motivado por Ia aceptaci6n que recibia en circulos gn6sticos21 ; cuando se convirti6 en arma contra ellos, su aceptaci6n fue inmediata22• Por parte sectaria hay suficientes indicios para probar su aceptaci6n y uso entre los gn6sticos de Nag Hammadi (EvFlp 15, cf. 6,31-32; 23, cf. 6,53; Ev- Ver 18,20, cf. 14,6; cf. 20,22); resulta, ademas, revelador que fuera un gn6stico va- lentiniano, Heracleo, su primer comentarista y que hubiera elementos ortodoxos que negaron que el ap6stol Juan fuera el autor de un evangelio, en el que solfan basar su error gn6sticos y montanistas. Ireneo, que se apoyaba en Jn para defen- der Ia humanidad y divinidad del Verbo (Adv. Haer. II 13,8; III 11,1 ), conoce a «unos que no admiten la forma del evangelio segl1n Juan, en el que el Seiior pro- meti6 que enviarfa el Espiritu» 23 ; para mejor negarle autoridad apost6lica, com- paraban su testimonio con el de los sin6pticos. A partir de entonces, el cuarto evan- gelio ha sido siempre un 'controvertido libro de exito'24 En el si lo ~atequesis bautismal de I tur ia romana se oy6 en el y su pr · ·e-=tif(a notable influencia en Ia formulacion e a fe cristol6gica an- tes y despues de Nicea.~. 160 - ca. 225) se apoya en una exegesis li- teral de 1,14 para defen~modalis f. 10,30; 14,9-10), Ia r&lidad de. Ia encarnaci6n del Verbo (Adv. Prax. II 5 . Origenes 85-254) redact6 un extenso comentario, que no ha llegado a nosotros co o, para combatir Ia interpreta- ci6n gn6stica de Heracleo (en tomo al 150): partiendo del sentido literal intenta- ba llegar al espiritual, o mfstico, dentro de una orientaci6n cristol6gica y eclesio- 16gica25. 21 Tal fue el caso del sacerdote romano Gayo, segln Eusebio (HE III 3,4). «Die erste Bliitezeit des Job in gnostischen Kreisen zu suchen ist» (Becker, Evangelium I 59; ld., «Literatur» 345). De ahi de- duce Kasemann que Jn seria «Vestigia de una comunidad arrinconada del primitive cristianismo» (Tes- tamento 90). 22 Singular Ia postura de Kasemann, para quien Ia aceptaci6n can6nica de Jn habrfa tenido Iugar «errore hominum et providentia Dei. Contra todas sus intenciones, Ia iglesia aquf, seducida porIa ima- gen del Dios Jesus que camina sabre Ia tierra, atribuy6 a los ap6stoles Ia voz fuera de aqui silenciada de aquellos que, una generaci6n mas tarde de nuestro evangelic, fueron condenados como herejes. Se asen- taba como celestiallo que no se podia localizar en lo terrene». «Hist6ricamente, la iglesia se equivoc6 cuando lo declar6 ortodoxo» (Testamento 167.169). 23 Adv. Haer. 11111,9: PG 6 1088. Cf. A. Bludau, Die ersten Gegner der Johannesschriften (Freiburg 1925) 10-40; E. H. Pagels, The lohannine Gospel in Gnostic Exegesis. Heracleons Commentary on John (Nashville 1973); J.D. Kaestli, «L' exegese valentinienne du quatri~me evangile», en J.D. Kaestli- J. M. Poffet - J. Zumstein (eds. ), La communaute johannique et son histoire. La trajectoire de d 'evangile de Jean aux deux premiers siecles (Geneve 1990) 322-350. 24 Cf. W. von Loewenich, Das Johannesverstiindnis im zweitenlahrhundeTt.(Giessen 1932); M. F. Wi- les, The Spiritual Gospel. The Interpreation of the Fourth Gospel in the early Church (Cambridge 1960); T. E. Pollard, Johannine Christology and the Early Church (Cambridge 1970). 25 Origenes, Commentaria in Evangeliumlohannis: PG 14 21-830. Jeronimo habla de 391ibros, de los que se conservan alga menos de una tercera parte (1-11: 1,1-7; VI: 1,19-29; X: 2,8-25; XIII: 4,13-54; XIX-XX: 8,19-22; XXII: 13,1-33). 35
  • 24. Los comentario ne os d loss' os Iv-v ;ian, en cambio, marcados porIa polemica antiarriana. 'o se apoy ~xtos del evangelio (10,34; 14,10; 17,3.11) y sus opositores tuvieron que acudir a otros textos del mismo pa~a reba- tide (1,1-2.3; 3,16.18; 10,30; 14,8-9) 26• El comentario ~rode Mo _sue~ (350-428) y las homiHa e uan nsos om - 54-407) son los ejemplos sefieros de este periodo27 ; ambos privi egtan una lectura literal del texto y, siguiendo Ia cris- tologia de la escuela antioquena, acentuan Ia humanidad de Cristo, como Iugar de manifestaci6n de la condescendencia divina. Igualmente antiarriano fue el co- mentario ~rilo de Alejan~0-444), escrito antes del428 y, por tanto, li- bre de la polemica antinestoriana. n Ia · esia latin 1 comentario de rna or incidencia se debe Agustin de Hi- o ), redactado en forma de tratados u homilias. Esta colecct n e 8 discursos, pronunciados al pueblo durante los afios 413 y 418, se caracteriza por un profundo talante pastoral, junto a una preocupaci6n notable por Ia defensa de Ia fe ( antidonatista, antiarriano, antipelagianista, antisabeliano) y por el esfuerzo mantenido por ver sugeridas en el texto las grandes cuestiones trinitarias y cristo- l6gicas de su tiempo. La lectura del texto parte del sentido literal para llegar al es- piritual; en cuestiones debatidas, Agustin suele proponer las divenas soluciones y dejar libertad a sus oyentes28• Durante toda 1 ~era copiado y comentado continuamente. La ex- posicion d erable (673-735), depende sustancialmente de san Agus- tin29. D omas de Aquino 224-1274) nos han llegado dos comentarios: Ia Lec- tura, gue m que comentario es trascripci6n, reportatio, de lecciones tenidas en Paris durante los afios 1270-1271 y revisadas por el autor; Ia catena aurea, dentro de las glosas a los cuatro evangelios redactados en Roma, entre el afio 1262 y 1267. El primero es un ejemplo de exegesis academica, que se apoya en los comentarios patristicos para resolver problemas teol6gicos de su epoca; el segundo, una pre- sentaci6n para predicadores, que divide el texto en secciones explicadas segun los cuatro sentidos de Ia Escritura, tfpico de Ia exegesis medieval; en cuestiones apar- te trata los problemas teo16gicos que se derivan del texto30• 26 «So ist die Vaterexegese mehr als Spiegel der Dogmenentwicklung denn als Erhellungjoh. The- ologie zu verstehen» (Becker, «.Johannesevangelium» 76). 27 Teodoro de Mopsuestia, Commentarius in Evangelium Johannis apostoli, CSCO 115-116 (Lou- vain 1940); Juan Cris6stomo,Homiliae inlohannem: PG 59,23-482. 28 Por citar un ejemplo: «Old, pues, carisimos, lo que pienso yo sobre este pun to (comentando 4,44), sin prevenci6n alguna contra lo que penseis vosotros, si es que es mas acertado. Porque unico es el maes- tro de todos y unica es tambien Ia escuela de Ia que somos todos condisdpulos. Este es, pues, mi pen- samiento.., y ved sino es verdadero o nose acerca ala verdad» (Agustin, Tratado 16 3 [437)]). , 29 Agustin, In Johannis Evangelium Tractatus CX:XIV: PL 35 1375-1976. Beda, In sancti Joannis Evangelium Expositio: PL 92 633-938. 30 Tomas de Aquino, Super Evangelium sancti Joannis Lectura. E. Cai (ed.) (Torino 1952); Id., Ca· lena aurea in quatucr evangelia II (Torino 1925) 355-650. 36
  • 25. :49'£j~~OO:JS~oe-cu~e~s~ti~o~[{i,la estima por el cuarto evange ·o. Melanchton "t rio . Luter 1alvino 509-1564) en-1533 publicaron sen os comenta- , aunque lo tuvo en gran estima32, nolo comentarfa; de- jo sermones, pronunciados en diversas ocasiones33 ; partiendo del texto, hace una lectura teologica con frecuentes a licaciones pnicticas no exentas de polemi~ an- ticatolica. De Ia e ca la ntrarre orma ca 'lica habria ue recordar ados exe- getas jesuitas; uan Maldonado omeho a lit i 567-1637); Mal- donado comentolos cuatro evangelios con finura filologica y control de Ia tradici6n exegetica cat6lica; en los puntos controvertidos expone las opiniones de los padres y propone su opcion personal; atento a Ia interpretacion teologica, raramente acu- de al sentido espiritual; con frecuencia rebate a los protestantes, Calvino en par- ticular. Cornelio publico un comentario a toda Ia Biblia notable por su erudicion, donde conflula Ia orientaci6n filologica, nacida en el renacimiento, con una inter- pretacion teologica que, bas ada en Ia exegesis patristica y medieval, intentaba res- ponder a la lectura protestante34 • 2.2. La cuesti6n juanica Aunque en los comentarios del siglo XVIII aparece ya Ia tendencia critica, los pri- meros racionalistas no empaftanin la reverencia con que Jn era acogido en la igle- sia. Con todo, se va haciendo publica cierta insatisfacci6n ante Ia postura armoni- zadora que la tradici6n eclesial defendia. La cuestion jminica nace cuando, advertida la singularidad de Jn, se pone en discusi6n su atribucion al ap6stol 35 • En 1892 se pudo escribir que el cuarto evangelic era signo de contradiccion, una apre- 31 Melancbton, Annotationes in Evangelium Joannis (Hagenau 1523); Enamztio in Evange/ium Jo- annis: CR 14 (Halle 1848) 1-440; Calvino, In Evangelium secundum Joannem commentarius (Genf 1553); In Evangelium Joannis: CR 75 (Brunswig 1892) 1-458. 32 Juan es «der grosste Evangelisb (WA 29,366), «Sein Evangelium so boch an und fiirht es auch also hindurch, dass er schier in allen Bucbstaben Christi Gottheit predigt, welches keiner der anderen Evangelisten tut» (WA 10,11,197). «Johannis Evangelium [ist] das einige, zarte, rechte Haupt-Evange- lium und denen andem dreien weit, weit vorzuziehen und hoher zu heben» (Vorrede aufdas Neue Tes- tament, 1522· WA 6, 10). 33 Lutero, D. Martin Luthers Evangelien-Auslegung. IV: Das Johannesevangelium (Gottingen 1961). 34 Juan Maldonado, Comentarii in quatuor Evangelistas (Pont-a-Mousson 1597); Cornelius a Lapi- de, Commentaria in quatuor Evangelia (Antwerp 1670). 35 «Die erste grosse Phase der historisch-kritischen Erforschung der johannesichen Schriften stand im Zeichen der Frage nach deren 'Echtheit'... Die,anderen a us der Tradition iiberlieferten Probleme, die Fragen nach der Absicht des Evangelisten und nach der Integritii.t des JoliEv, standen zunachst ganz im Schatten der alles entscheidenden Frage nach der Identitlit des Verfassers von JohEv und JohBr» (Schmithals, Johannesevangelium 50). 37
  • 26. ciacion que es aun actuaP6: Jn sigue estando en el centro de una de las mas vivas controversias que se dan en Ia investigaci6n contemponinea. El primer au tor modemo que cuestionola autenticidad de Jn fue el deista in- gles E. Evanson en 1792, que atribuyo el evangelio a un escritor neoplat6nico del siglo n. Haciendose portavoz de un estado de opinion, Karl G. Bretschneider (1776- 1848) expreso dudas sobre Ia apostolicidad de Jn en 1820, apoyandose en su esca- sa conformidad con los sinopticos, Ia divergente presentacion de Jesus, su conte- nido poco judfo y Ia tardia datacion de los testigos textuales. Juan no habria pretendido enmendar ni suplantar los sinopticos; el evangelio era un escrito apo- logetico, dirigido contra los seguidores del Bautista y contra Cerinto y los gnosti- cos. Bretschneider escribio su obra en latin para evitar el escandalo entre la gen- te y no se atrevio a negar taxativamente el origen apost61ico; con todo, Ia cuesti6n jminica quedo propuesta claramente y pedia soluciones37• A pesar de Ia defensa casi unanime que suscito tal ataque y que personalida- des del rango deE D. Schleiermacher (1768-1834) defendieran Ia autoria litera- ria del apostol Juan, basandose en que una imagen tan espiritual de Jesus solo po- dria provenir de un testigo ocular, no tardo mucho tiempo en que se volviera a plantear Ia cuesti6n.~~a~08-1874) mostro en su vitla de Jesus c6mo Jn, en comparacion cODlos smopticos, aparecia como un momento mas desarro- llado en el proceso de mitificaci6n de I~ figura de Jesus, por lo que su testimonio no era fidedigno; Strauss fue el primero en establecer netamente Ia alternativa 'o Juan o los sin6pticos' en Ia reconstrucci6n historica de Ia vida de Jesus~ (1792-1860) aseguro metodol6gicamente las afirmaciones de Strauss y d~ gelio en tomo al aiio 170. Jn seria una obra de sfntesis del cristianismo primitivo; pero su tesis mas influyente en Ia investigaci6n posterior fue, sin duda, negar to- do valor hist6rico al testimonio juanico sobre Jesus, cuya presentaci6n en el cuar- to evangelio seria ya reflejo de la fe en su divinidad38• Esta critica radical encontr6 aceptaci6n y rechazo al mismo tiempo, pero mar- c6 profundamente Ia investigaci6n. De Ia reserva frente a Ia tradici6n eclesial so- bre el origen apost61ico del cuarto evangelio se pas6 a cuestionar su valor hist6ri- 36 Cf. H. J. Holtzmann, Lehrbuch der historisch-kritischen Einleitung in das Neue Testament (Frei- burg 31892) 434. Jn «ist und bleibt spatestens seit Beginn des vorigen Jahrhunderts bis in die Gegenwart das 'Schmerzenskind' der ntl. Wissentschaft» (Becker,Evangelium I 27). · 37 E. Evanson, The Dissonance of the four generally received evangelists and the Evidence of their res- pective authority examined (Ipswich 1792); K.G. Bretschneider, Probabi/ia de evangelii et episto/arum Jo- annis apostoli indole et origine eruditorum judiciis modeste sll,jecit (Leipzig 1820). Cf. Kiimmel, Geschich- te 101-102; Schmithals,Johannesevangelium 50-60. 38 D. F. Strauss, Das Leben Jesu, kritisch bearbeitet. 1-11 (Tiibingen 1835-1836); F. C. Baur, Kritis- che Untersuchungen uber die kanonischen Evangelien, ihr Verhiiltnis zueinander, ihr Charakter und Urs- prnng (Tiibingen 1847); ld., «Die johannesiche Frage und ihre neuesten Beantwortungen»: ThJb 13 (1854) 196-287. Cf. Kummel, Geschichte 152; Schmithals,Johannesevangelium 61-70. 38
  • 27. coy a estudiarlo como obra literaria39 • Ha sido en este estudio donde se han acu- mulado los mayores esfuerzos y se han intentado las soluciones mas variadas; los resultados fueron tan dispares que se lleg6 a declarar, precipitadamente, en via muerta todo amilisis de critica literaria de Jn. Una nueva esperanza se abri6 con el estudio comparado de las religiones, a inicios del siglo xx. Se descubri6 asi un camino de posible explicaci6n de Ia origi- nalidad manifiesta de este evangelio; Jn dej6 de verse como una meditacion in- temporal sobre Cristo para convertirse en un escrito enraizado en una cultura y con prop6sitos definidos. La comparaci6n con los nuevos textos religiosos de sec- tas contemporaneas al cristianismo juanico sostuvo dependencias o influencias que aclararian el origen y las peculiaridades del cuarto evangelio. Cuando se obtuvo una visi6n mas matizada y plural de los movimientos religiosos contemporaneos, se super6 Ia altemativa 'o judaismo o helenismo', que habia dominado Ia investi- gaci6n durante el siglo XIX; ello contribuy6 a ampliar el espectro de los posibles antecedentes del evangelio (mandeismo40 y/o gnosticismo41 ). Hoy domina Ia idea de que Ia originalidad del cuarto evangelio encuentra explicaci6n en Ia original co- munidad que lo cre6. Con un articulo programatico, redactado 4-1976), sobre Ia importancia de unos documentos mandeos, rect n u tertos, se inicia Ia eta- pa contemporanea de Ia investigaci6n del cuarto evangelio en 192542• Casi veinte afios despues publicaria su monumental comentario Das Evangelium des Johannes (Gottingen 1941)43, una de las obras exegeticas mas importantes del siglo44, en el que recogia, formuladas en elaboraci6n personal, la mayor parte de las intuicio- nes de la investigaci6n critica anterior. Puede considerarse el intento mas elabo- rado compacta por resolver Ia cuesti6n juanica. Su discusi6n de los problemas y 39 Pioneros fueron los trabajos de J. Wellhausen, Erweiterungen und.Anderungen im vielten Evan- gelium (Berlin 1907); F. Spitta, Das Johannes-Evangelium als QueUe der Geschichte Jesu (Gottingen 1910); G. C. Soltau, Das vierte Evangelium in seiner Enstehungsgeschichte (Heidelberg 1916). 40 W. Bauer, Das Johannesevangelium {Ti.ibingen 31933) 5-8. Reticente E. Percy, Untersuchungen iiber den Ursprung der johanneischen Theologie. Zugleich ein Beitrag zur Frage nach der Entstehung des Gnostizismus (Lund 1939) 5. 41 A. Loisy, Le Quatrie~Jre Evangile. Les epitres dites de Jean (Paris 21921 ). «ES ist eingenartig, wie- viel Loisy von der spliteren Forschung vorweggenommen hat» (Haenchen,Johannesevangelium 32). 42 R. Bultmann, «Die Bedeutung der neuerschlossenen Mandliischen und Manichliischen Quellen fi.ir das Verstlindnis des Johannesevangelium»: ZNW24 (1925) 100-146. Para una asequible exposici6n de su teoria, cf.ld., «Johannesevangelium»:RGG III (31959) 840-850; Ashton, Understanding 50-52. 43 «Die letzte bedeutende Versuch einer durchgehenden Quellenscheidung im Job gewertet wer- den» (Beutler, «Gattungen» 2520). Dos presentaciones, equilibradas al par que criticas, pueden verse en E. Haenchen, «Das Johannesevangelium und sem Kommentar»: TLZ 89 (1964) 881-898; D. M. Smith, The Composition and Order of the Founh Gospel. Bultmann 's Literary Theory (New Haven-London 1965). 44 J. K Riches,A Century of New Testament (Valley Forge, PN 1993) 82 39
  • 28. sus soluciones, aunque no fueran aceptadas 45 , condiciona aun hoy la investigaci6n actual46• En su obra lo mas caracteristico es, sin duda, su interpretacion existencial del kerigma juanico. Parte de un doble principio: recurriendo a Ia critica literaria cons- tata Ia desorganizaci6n existente en el texto actual y Ia explica recurriendo, de un lado, a Ia hip6tesis del cambio de folios, expuesta por vez primera en 1871; afir- ma, de otro lado, una segunda edici6n del documento evangelico a cargo de un su- puesto redactor. Desde el punto de vista de Ia historia de las religiones, cree ver en los escritos religiosos mandeos Ia clave interpretativa de todo el evangelio. Desde estos presupuestos explica su genesis. En el origen de Jn estarfa Ia fi- gura de un evangelista, probablemente un gn6stico convertido, que elaboraria su escrito a partir de tres fuentes: una colecci6n de milagros, diversa de las presen- tes en Ia tradici6n sin6ptica, escrita en griego pero con fuerte influencia semitica (Semeia-Quelle); una serie de discursos, de factura poetica y contenido gn6stico, en los que un salvador se manifiesta a sus iniciados (Offenbarungsquelle ); y un re- lato de Ia Pasion, independiente de Ia sin6ptica pero a ella analoga (Passionsges- chichte)47. Existiria, posteriormente, un redactor eclesiastico que, para lograr Ia aceptaci6n del evangelio por parte de Ia comunidad ortodoxa, mtentaria Ia har- monizaci6n de este con el testimonio sin6ptico y expurgaria las concepciones gn6s- ticas aftadiendo aspectos teol6gicos, como el simbolismo sacramental (3,5; 6,51c- 58) y la futurizaci6n de Ia escatologla (5,28-29; 6,39.40.44.54), que ayudaron a Ia utilizaci6n comunitaria del cuarto evangelio. De esta forma, el primitivo redentor mitol6gico se convertirfa en el Jesus hist6rico, logos encarnado, y el dualismo me- , II taflsico, tfpico del gnosticismo, Se harfa etico, mucho mas conforme con eJ gustO '1:1 cristiano y las exigencias de Ia fe en un unico Dios creador. 45 «Rudolf Bultmann, unmatched in learning, breadth, and understanding, towers like a colossus. Nevertheless, in spite of his pre-eminence, every answer Bultmann gives to the really important ques- tions he raises- is wrong», segl1n Ashton, quien, no obstante, le concede «the peculiar ability to see John clearly and to see him whole» (Understanding 45). 46 Thyen, «Uteratur» 45. «Dieses epochemanden Werk» que revolucion6la exegesis juanica (E. Haenchen, «Das Johannesevangelium und sein Kommentar»: TLZ 87 [1964] 886), «stellt die Glanz- leistung der ersten Halfte des Jahrhunders dar. R. Bultmanns imponierende Leistung ist darin grossar- tig, dass er dialektische Theologie, existenziaJe Interpretation, Religionsgeschichte, Quellenkritik und Redaktionsgeschichte mit 'faszinierender Geschlossenl!.eit' zu einer so erhabenen Einheit verschmol- · zen hat, dass kaum ein Kritiker mit ibm in dieser Hohe und Weite diskutieren konnte- eine glanzende Gesamtlosung... , die Ieider nicht stimmt» (J. M. Robinson, «Vorwort», en E. Haenchen,Das Johanne· sevangelium. Ein Kommentar (Tiibingen 1980] v). Con todo, es cierto que «die gegenwartige Forschung auf den Kommentar von Bultmann als kritischen Massstab ftxiert bleibt» (Schmithals,Johannesevange- lium 176). 47 De Ia reconstrucci6n bultmanniana Ja fuente de discursos ha sido la que ha encontrado menos favor, a pesar del esfuerzo de unos pocos: H. Becker, Die Reden des Johannesevangeliums und der Stil der gnostischen Offenbarungsreden (GOttingen 1956); 0. Merlier, Le Quameme Evangile. Le question jo- hannique (Paris 1961). 40
  • 29. Aunque Ia interpretacion bultmanniana de Jn no tard6 en verse contestada, los estudios juanicos permanecen bajo su impresi6n y efecto48• Se sigue propo- niendo, aunque con variaciones importantes, Ia tesis del arraigo del cuarto evan- gelio en el mundo gn6stico; el descubrimiento de los textos de Nag Hammadi (1945) y su cuidada publicaci6n49 lo han favorecido. En un breve y polemico ensay;;B. ~ma;;;:; @<16-1998) considera el cuar- to evangelio como docetismo ingenuo y a su comunidad, secta gnostizante50 • El autor hace presentaci6n del pensamiento jminico desde Jn 17, combinando afirma- ciones sueltas, sin someter su tesis a Ia prueba de amilisis detallado: Ia gloria, manifestaci6n divina {1,14), es el tema basico, clave del evangelio51 ; Ia vida de Je- sus, desde el anonimato inicial y en el final cruento, es simplemente su teofanfa; los milagros manifiestan esa gloria; sus mon6logos descubren la intimidad con el Padre; la comunidad surge por Ia relaci6n personal del creyente con el Senor Re- sucitado; el Espiritu, no 6rganos institucionales, aseguran el discemimiento de Ia tradici6n. Jesus es el revelador de Dios, o mejor Dios mismo 'paseandose por Ia ierra'. El evangelista vivirla en un docetismo primitivo, al margen de Ia gran Igle- sia, lo mismo que de grupos gn6sticos. ~ Mas consecuente es Ia obra deGho~ 1en extrae de los textos gn6s- ticos (en especial, elApocryphon de Juan) su vision del mundo y Ia compara con el cuarto evangelio; Jn serfa «el primer sistema conocido de una gnosis que se ha adaptado a Ia tradici6n cristiana»52, enraizado como esta en un ~ualismo rigido, 48 «Wenignstens in Deutschland» (Schnackenburg,Johannesevangelium I 190). Como prueba, ver un reciente comentario, J. Becker, Das Evangelium des Johannes (Gutersloh 1979-1981). «His formida- ble knowledge of pagan Greek and Christian sectarian writings commands respect, although in rabbi- nic matters he is often confined to what Strack-Billerbeck's anthology tells him. His command of the exegetical literature had no parallel in Johannine scholarship up to his time. This, plus his frrm grasp on the overall design of the evangelist, continues to make his commentary worth consulting before anything more recent is looked at» (Sloyan, Saying 11 ). 49 Cf. U. Bianchi (ed.),Le origini dello Gnostidsmo. Colloquia di Messina, 13-18 Aprile 1966 (Lei- den 1970); R. MeL Wilson, Gnosis and the New Testament (Philadelphia 1968); S. Petrement, Le Dieu separe. Les origines du gnosticisme (Paris 1984). 50 E. Kiisemann, El Testamento de JesUs. Ellugar bist6rico del evangelio de Juan (Salamanca, 1983); publicado por vez primera en 1966, ha sido repetidamente reeditado,la ultima vez en 1980. La tesis prin- cipal estaba ya insinuada en un articulo anterior, «Ketzer und Zeugen. Zumjohanneischen Verfas,c;er- problem»: ZTK 48 (1951) 292-311. Una posici6n «totally untenable» (Hengel, Question 68); Ia critica me- jor documentada Ia ha hecho G. Bornkamm, «Zur Interpretation des Johannesevangeliums. Eine Auseinandersetzung mit E. Kasemanns Schrift' Jesu Letzter Wille nach Johnnes 17»: EvT 28 (1968) 8-25. 51 «There may seem something quixotic, not to say perverse, in arguing for a docetic interpretation of the Gospel from the vety verse which has always been at the heart of the Church's confession of faith in the incarnation... Kasemann' s book is bard to assess, not just because of the difficulty of his style, but because it is so riddled with rhetoriC» (Ashton, Understanding 12). 52 L Schottroff, Der Glilubende und die feindliche Welt. Beobachtungen zum gnostischen Dualismus und seiner Bedeutung fiir Paulus und das Johannesevangelium (Neukirchen 1970) 295.; Id., «Heil als innerweltliche Entweltlichung»: NT 11 (1969) 294-317. 41
  • 30. tras eliminar completamente Ia historia: Ia decision determina Ia pertenencia a uno de los dos mundos posibles. Ambas posiciones han de verse como extremas; no falta quien admitiendo Ia cercanfa de Jn al mundo gnostico, piense que el evan- gelic ha roto el presupuesto basico con Ia afirmacion neta de Ia encarnacion del logos5 3• Si en Ia esfera de influencia alemana Ia investigacion siguio reaccionando an- te las tesis propuestas por Bultmann, Ia critica anglosajona54, por temperamento menos inclinada bacia reconstrucciones hipoteticas y con mayor sensibilidad por lo historico, favorece posiciones mas interesadas en. dar valor his to rico a las tradi- ciones de Jn55 y en rehacer las lineas teologicas del evangelic tal como ha llegado a nosotros. ~ La obra postuma ~C. ~-1937), un monumental comentario a Jn publicado en 1947,~ejemplo. El evangelista, que conocia los sinopticos, no los utilizo; escribi6 su obra en alguna parte de Siria, se dirigirfa a personas con su- ficiente informacion sobre Ia vida de Jesus, tratando de mostrarles el sentido que esta presente en Ia historia y que va mas alia de los hechos: tras el narrador estaria Ia comunidad apost61ica, tras esta el Senor Jes11s yen ella gloria manifiesta de Dios; polemico con los judios, ellibro tendria a los cristianos, no a her~ticos, como des- tinatarios; judia era Ia matriz del evangelic y, basicamente, hist6rico su testimonio, por m~no qu~aga Ia separaci6n entre cronica e interpretaci6n56 • En 1953 publi~H. DoQ.til884-1973) un importante estudio en el que situa el cuarto evangelic afin al movimiento hermetico y, subsidiariamente, al platonismo de Fi- 16n; desde el explica los temas teologicos y, en una propuesta que ha encontrado amplio eco, analiza el argumento y la estructura del evangelic, que ve dividido en dos libro§_(el-.de los sis~~ I de Ia pasi6n )57 • Dos afios mas tarde aparece el co- mentarid-de-cJ<. Barret~M 7-1999), que propone una lectura de Jn que es el re- verso de Ia de Bultmann: el evangelic seria una obra literaria unitaria, en la que no son discernibles con certeza fuente alguna, por mas que se puedan individuar al- gunos episodios (2,1-11.13-19; 4,45-53; 12,1-8.12-15); es probable, en cambio, que 53 Asi', p. e., K. M. Fischer, «Der johanneische Christus und der gnostiche Erli>ser», en K. H. TrO- ger (ed.), Gnosis und Neues Testament. Studien aus Religionswissenschaft und Theologie (Giitersloh 1976) 245-266. 54 «Die Englander, die auf hervorragende Werke zum Joh-Ev zuriickblicken konnen ... , sind die Spuren Bultmanns kaum gefolgt» (Schnackenburg, «Forschung» 21). 55 «Tras el cuarto evangelio subyace una antigua tradici6n independiente de los otros evangelios, que merece ser considerada seriamente en cuanto contribuci6n a nuestro conocimiento de los datos relativos a Jesucristo. A mi juicio, tal conclusi6n goza de un altt! grado de probabilidad» (Dodd, Tradicion 417). 56 Cf. E. Hoskyns, The Fourth Gospel. F. N. Davey (ed.) (London 1940). 57 C. H. Dodd, The Interpretation of the Fourth Gospel (Cambridge 1953) [InterpretaciOn del cuarto evange/io. Madrid 1978]. Aiios mas tarde Dodd publicani otra gran obra, H'rstorical Tradition in the Fourth Gospel (Cambridge: University Press, 1963) [La Tradicwn /iliroricll en el cuarto evangelio. Madrid 1978], en Ia que, mediante el amllisis comparativo de Ia tradici6n juanica con Ia sin6ptica, postula Ia existen- cia de una antigua tradici6n, previa a Jn, independiente de Ia sin6ptica e hist6ricamente fiable.
  • 31. Jn conociera a Me y, quiza, tambien a Lc; las diferencias evidentes que mantiene con ellos se explican por el diferente pr edit · teol6gico58• En unbalance de Ia investi aci6 J. M. Robi 1924) definia con acierto Ia nue~ ituacion de Ia investi aci6n ·u mea urante los afios cincuenta en cinco tesis: .0 arece improbable Ia depend~... directa de Jn de los sin6pticos; Jn tu- vo sus propias fuentes de informaci6n0/Ha vuel~encontrar partidarios Ia te- sis de un origen palestinense del cuarto evangelio~or lo que se refiere a suva- lor hist6rico, se admiten tradiciones tan cercanas a los hechos narrados como las que se suponen a la base del relato sin6ptico.~e admite la originalidad del pen- samiento juan~independizandolo de cualquier influencia dentro del cristianis- mo primitivo~ cuesti6n en tomo al au tor se centra mas que en una hipoteti- ca identificaci6n del personaje, en el valor testimonial del escrito y en su origen apost61ico59• La existencia de fuentes previas, propuesta por Bultmann, no tard6 en sercues- tionada, apoyandose en Ia unidad estilistica del evangelio60 o en la supuesta exis- tencia de tradiciones previas61 • Con todo, Ia utilizaci6n de fuentes por parte de Jn iba siendo paulatinamente aceptada, aunque no coincidiera con Ia propuesta bult- 1 manniana, ni en sus Hmites ni en su origen religioso. En J rec • volumen del gran comentario cat6lico de este siglo, obra R. Schnackenbur que combina amilisis literario y explicaci6n teo16gica con una in or nci- clopedica; acepta fuentes para el pr6logo, los relatos de los signos y Ia narraci6n de Ia pasi6n, aunque rechace Ia naturaleza gn6stica de los discursos de reve~aci' ~?era provenientes de tradiciones orales62 • Mas reticente se mostr' R. E. ~28-1999}, el otro gran comentarista cat61ico de este tiempo; prefiere i- 58C. K. Barrett, The Gospel according to St. John (London 1955, 21978). «Es ist neben Dodds Ar- beiten zum Johannesevangelium zumindest in England das bekanneste Werk zum vierten Evangelien» (Becker, «Literatur» 286). «Mutiger Vorstoss nach dem faszinierenden Werk von R. Bultmann», lo lla- ma Schnackenburg ( «Forschung» 19). 59 Cf. J. AT. Robinson, «The New Look on the Fourth Gospel»: TU 13[SE I} (1959) 338-350. 60 E. Ruckstuhl, Die Literarische Einheit des Johannesevangeliums. Der gegenwartige Stand der einschlagigen Forschungen (Fnbourg 1951). Aftos antes de que apareciera el comentario de Bultmann, ya E. Schweizer habla intentado probar el estilo unitarlo del evangelio ('Ego eimi'. Die religionsgeschitli- che Herkunft und theologische Bedeutung des Johanneischen Bildreden zugleich ein Beitrag zur Quel/en- frage des vierten Evangeliums [Gottingen 1933]). La contundencia de las pruebas fue tal que «no serious source criticism was undertaken for nearly two decades» (Kysar, Evangelist 16), basta que el articulo de J. Becker, «Wunder und Eschatology. Zum literarischen und christologischen Problem der Wunder in Johannesevangelium»: NTS 16 ( 1969nO) 113-148, pusiera en cuesti6n que Ia unidad estilfstica diera ra- z6n de las contradicciones existentes en el evangelio; Ia homogeneidad en el estilo se deberla a que tra- dici6n y redacci6n surgen en el mismo ambiente comunitario. 61 A D. Noack, Zur johanneischen Tradition. Beitrii.ge zur Kritik an der literarkritischen Analyse des vierten Evangeliums (Kopenhagen 1954); S. Sthulz, Komposition und Herkunft der johanneischen Reden (Stuttgart 1960). 62R. Schnackenburg, Das Johannesevangelium. 1-111 (Freiburg 1965-1975); ld., Das Johannesevan- geliwn. Erganzende Auslegungen und Exkurse (Freiburg-Basel-Wien 1984). 43
  • 32. bujar un largo proceso de puesta por escrito del evangelio a individuar supuestas fuentes, excepci6n hecha del pr6logo en el que descubre un himno cristiano pre- vio (1,1-2.3-5.10-12b.14-16)63 ; defiende que los textos de escatologfa futurista son tradicionales, ante rio res incluso al texto evangelico64 • No obstante, los esfuerzos por asegurar Ia existencia de fuentes no han desa- parecido y, lo que es mas meritorio, tienen ya en cuenta las reservas de E. Rucks- tuhl. R. T. Fortna ha aislado y reconstruido Ia fulica fuente que estarfa tras todo el evangelio, utilizando critica literaria y estilfstica y recurriendo, a veces, a Ia reco- locaci6n de materiales (p. e., 21,2-14 serfa el tercer signo, despues de 4,46-54); es- ta fuente, o evangelio de signos, pretenderia mostrar la mesianidad de Jesus por su milagrosa actuaci6n. El evangelio habria sido, basicamente, obra de un solo autor, quien, durante Ia elaboraci6n de materiales previos, introdujo en su relato las apo- rias presentes en el actual evangelio65 • Mas cauto se muestra W. Nicol 2 quien se- para tradici6n de redacci6n en los relatos de signos, examina la forma literaria de las tradiciones aisladas y el trabajo redaccional, aunque reconozca la dificultad de dis- tinguir en Jn tradici6n y redacci6n66 ; Jn habria utilizado una tradici6n indepen- diente de milagros, que le habria llegado ya en forma escrita y que reflejaria pen-· samiento y esperanzas judias. El proyecto de H. M. Teeple es 'lllas ambicioso; combina el descubrimiento de las fuentes con un esbozo de la historia literaria del evangelio67• Caso aparte es A. Dauer, por reducir el am1lisis al rclato juanico de Ia pasi6n; sostiene que tras el hay una tradici6n previa que utiliz6 materiales, oralcs 63 R. E. Brown, The Gospel according to John. I-II (Garden City, NY 1966-1970) [El Evangelio se- g(lnJuan. 1: I-XII; II: XIII-XXI. Madrid 1979}. 64 Alguien tan poco sospechoso como M. Hengel los ha considerado recientemente (1993) «die grossten neueren Johanneskommentare» («Aufgabe der neutestamentlichen Wissenschaft»: NTS 40 [1994] 347). 65 R. T. Fortna, The Gospel of Signs. A Reconstruction of the Narrative Source Underlying the Fourth Gospel (Cambridge 1970). La obra ha sido considerada «the best and the most helpful source- criticism of the Fourth Gospel we have to date» (Martyn, «Glimpses» 151 n.0 6). Con todo, «je kompli- zierter die Quellentheorie wird, urn so schwieriger ist die ErkUirung der jetzigen Gestalt des Evange- liums. Bei Umstellung miissen die Grunder dafiir hinreichend ausgewiesen werden. Problematisch ist auch die Verbindung von Passions' und Ostergeschichten und anderem erzahlenden Material mit den eigentlichen Wundergeschichten» (Schnackenburg, «Forschung» 25). Dieciocho afios mas tarde, Fort- na varia su hip6tesis, al proponer que antes de que el evangelista escribiera su 'evangelio de signos', Ia fuente de signos previa y un relato de la pasi6n se habrfan ya combinado: The Fourth Gospel and Its Pre- decessor. From Narrative Source to Present Gospel (Edinburgh 1988). Ver una evaluaci6n en Ashton,. Understanding 86-88. 66 «The source was probably his 'Gospel' from which he had preached for years, thus more or less knowing it by heart. When he finally started writing his own Gospel, he probably wrote down the tradi- tional miracle stories from memory» (W. Nicol, The Semeia in the Fourth Gospel [Leiden 1972] 5-6). 67 Distingue dos fuentes (una, de los signos, 'S', y otra, 'G', cuyo origen situa en el rnisticismo cris- tiano helenista [ca. 90}, para el material diScursivo) del trabajo editorial del autor, 'E' [ca. 95], que da- rla un tono gnostizante similar al de 'G', y, fmalmente, de la redacci6n, 'R' [ca. 125], que responderia a las preocupaciones de la iglesia. Cf. H. M. Teeple, The Literary Origin of the Gospel ofJohn (Evanston 1976). 44