Prometeo engañó a Zeus escondiendo la carne y las vísceras de un buey sacrificado, enfureciendo a Zeus. Como venganza, Zeus ocultó el fuego a los humanos y creó a Pandora, la primera mujer, dotándola de cualidades atractivas pero también de una vasija que contenía todos los males del mundo. Pandora abrió la vasija y liberó las enfermedades y desgracias sobre la humanidad, excepto la Esperanza. Ahora los humanos deben trabajar para sobrevivir, en lugar de vivir fácilmente como
1. Prometeo y Pandora
En su Teogonía, el poeta griego Hesíodo narra que, en los orígenes, cuando los dioses y los
mortales se separaron, Zeuz le encargó a Prometeo que dividiera un buey en dos partes. Prometeo,
para favorecer a los hombres, escondió la carne y las vísceras, y ofreció a Zeuz los huesos y la
grasa. Enfurecido por este engaño, Zeuz ocultó el fuego a los hombres. En Los trabajos y los días,
esta historia se da por conocida. Su continuación explica la causa por la que la humanidad se vio
obligada a trabajar.
Los dioses, en efecto ocultaron a los hombres el sustento de la vida; pues, de otro modo
durante un solo día trabajarías lo suficiente para todo el año, viviendo sin hacer nada. Al punto
colgarías el mango del arado por encima del humo, y pararías el trabajo de los bueyes y de los
sufridos mulos. Pero Zeus ocultó este secreto, irritado en su corazón porque el muy astuto
Prometeo lo había engañado. Por eso preparó a los hombres males lamentables, ocultó el fuego
que el excelente hijo de Jepeto había robado en una caña hueca abierta para dársela a los
hombres, engañando así a Zeus que disfruta del rayo. Entonces, Zeus dijo:
«¡Japetónida! Más astuto que ninguno, te alegras de que me has robado el fuego y has
conseguido engañar mi inteligencia, pero eso constituirá una gran desdicha para ti y para los
hombres futuros. Yo a cambio del fuego les daré un mal del que quedarán encantados y
abrazarán con cariño su propia desgracia.»
Así dijo y rompió en carcajadas el padre de hombres y dioses; ordenó al muy ilustre Hefesto
mezclar cuanto antes tierra con agua, infundirle voz y vida humana y hacer una linda y
encantadora figura de doncella semejante en rostro a las diosas inmortales. Luego encargó a
Atenea que le enseñara sus labores, a tejer la tela de finos encajes. A la dorada Afrodita le
mandó rodear su cabeza de gracia, irresistible sensualidad y halagos cautivadores; y a Hermes,
matador de Argos, le encargó dotarle de una mente cínica y un carácter voluble.
Dio estas órdenes y aquéllos obedecieron al soberano Zeus Crónida. Al punto, el ilustre rengo
de ambos pies, por orden de Zeus, modeló con tierra una imagen semejante a una virgen
venerable; la diosa Atenea, la de ojos claros, la vistió y la adornó; las diosas Cárites y la
venerable Persuasión colocaron en su cuello dorados collares y las Horas de hermosos cabellos
la coronaron con flores de primavera; Palas Atenea le adornó todo el cuerpo; y el mensajero
matador de Argos, por orden de Zeuz retumbante, le inspiró las mentiras, los halagos y las
perfidias; y finalmente el mensajero de los dioses puso en ella la voz. Y Zeuz llamó a esta
mujer Pandora porque todos los dioses de las mansiones olímpicas le dieron algún don, que se
convirtiera en daño de los hombres que se alimentan de pan.
Tras acabar su espinoso e irresistible engaño, el Padre Zeuz envió hacia Epimeteo al ilustre
matador de Argos, rápido mensajero de los dioses, con ese presente; y Epimeteo no pensó en
que Prometeo le había recomendado que no aceptara nada de Zeuz Olímpico y que le
devolviera sus presentes, para que no trajesen una desgracia a los mortales. Y aceptó el
obsequio, y no sintió el mal hasta después de haberlo recibido.
Antes de aquel día, las generaciones de hombres vivían sobre la tierra libres de males y del
rudo trabajo, y de las enfermedades crueles que acarrean la muerte a los hombres.
2. Y aquella mujer, levantando la tapa de una vasija que tenía en las manos, esparció sobre los
hombres las miserias horribles. Únicamente la Esperanza quedó en el vaso, detenida en los
bordes, y no echó a volar porque Pandora había vuelto a cerrar la tapa por orden de Zeuz.
Y he aquí que se esparcen innumerables males entre los hombres, y llenan la tierra y cubren el
mar; noche y día abruman las enfermedades a los hombres, trayéndoles en silencio todos los
dolores, porque el sabio Zeus les ha negado la voz. Y así es que nadie puede evitar la voluntad
de Zeus.