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Nómadas (Col)
ISSN: 0121-7550
nomadas@ucentral.edu.co
Universidad Central
Colombia
Walsh, Catherine
¿Son posibles unas ciencias sociales/ culturales otras? Reflexiones en torno a las epistemologías
decoloniales
Nómadas (Col), núm. 26, 2007, pp. 102-113
Universidad Central
Bogotá, Colombia
Disponible en: http://www.redalyc.org/articulo.oa?id=105115241011
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NÓMADAS
102 NO. 26. ABRIL 2007. UNIVERSIDAD CENTRAL – COLOMBIA
¿Son posibles unas
ciencias sociales/
culturales otras?
Reflexiones en torno a las
epistemologías decoloniales
Catherine Walsh*
El artículo se pregunta por la posibilidad de refutar los supuestos epistemológicos que localizan la producción de
conocimiento solo en la academia y dentro de los cánones y paradigmas establecidos por el cientificismo occidental. La
autora argumenta que las ciencias sociales pueden y deben ser repensadas desde una pluri-versalidad epistemológica que
tenga en cuenta y dialogue con las formas de producción de conocimientos que se generan en ámbitos extra-académicos
y extra-científicos. Concretamente se refiere al pensamiento producido por comunidades indígenas y afro-andinas, que
ha sido sistemáticamente invisibilizado por lo que Leopoldo Zea llamó el “Pensamiento latinoamericano”.
Palabras clave: Diálogo de saberes, interculturalidad, colonialidad, eurocentrismo.
O artigo se pergunta pela possibilidade de refutar os supostos epistemológicos que localizam a produção de conhecimento
unicamente na academia e dentro dos cânones e paradigmas estabelecidos pelo cientificismo ocidental. A autora argu-
menta que as ciências sociais podem e devem ser repensadas desde uma pluri-versalidade epistemológica que leve em
conta e dialogue com as formas de produção de conhecimentos que são geradas em âmbitos extra-acadêmicos e extra-
científicos. Concretamente se refere ao pensamento produzido por comunidades indígenas e afro-andinas, que tem sido
sistematicamente invisibilizado pelo que Leopoldo Zea chamou de o “Pensamento latino-americano”.
Palavras chaves: Diálogo de saberes, interculturalidade, colonialidade, eurocentrismo.
The article asks for the possibility of refuting the epistemological assumptions that place the knowledge production
only in the academy and inside canons and paradigms established by the Western scientificism. The author argues that
the social sciences can and must be thought from an epistemological pluriversality that takes into account and dialogues
with the forms of knowledge production that are generated in both extra- academic and extra-scientific milieus. In
concrete, she makes reference to the thought produced by indigenous and African Andean communities, though that
has been systematically made invisible by what Leopoldo Zea called the “Latin American thought”.
Key words: dialogue among knowledges, interculturality, coloniality, eurocentrism.
* Doctora en Lingüística. Profesora titular y Directora del Doctorado en Estudios Cultu-
rales Latinoamericanos, Coordinadora del Taller Intercultural, Universidad Andina
Simón Bolívar, sede Ecuador. E-mail: cwalsh@uasb.edu.ec
ORIGINAL RECIBIDO: 30-VI-2006 – ACEPTADO: 09-II-2007
nomadas@ucentral.edu.co • PÁGS.:102-113
103
NÓMADAS
WALSH, C.: ¿SON POSIBLES UNAS CIENCIAS SOCIALES/CULTURALES OTRAS?
[...] Es necesario ‘deconstruir’
lo pensado para pensar lo por pensar.
Para desentrañar lo más entrañable
de nuestros saberes y para dar curso
a lo inédito, arriesgándonos a desbarrancar
nuestras últimas certezas y a cuestionar
el edificio de la ciencia.
Enrique Leff
En América Latina, como en
otras partes del mundo, el campo
de las ciencias sociales ha sido par-
te de las tendencias neo-
liberales, imperiales y
globalizantes del capi-
talismo y de la moder-
nidad. Son tendencias
que suplen la localidad
histórica por formula-
ciones teóricas monolí-
ticas, monoculturales y
“universales” y que po-
sicionan el conocimien-
to científico occidental
como central, negando
así o relegando al estatus
de no conocimiento, a
los saberes derivados
de lugar y producidos
a partir de racionalida-
des sociales y culturales
distintas. Claro es que
en esta jerarquización,
existen ciertos supuestos
como la universalidad,
la neutralidad y el no-
lugar del conocimiento
científico hegemónico y
la superioridad del logo-
centrismo occidental
como única racionali-
dad capaz de ordenar el mundo.
Son estos supuestos asumidos
como verdad los que han venido
organizando y orientando las cien-
cias sociales hegemónicas desde su
origen. No obstante, y desde los
años 90, se observa en Latino-
américa un fortalecimiento de es-
tos supuestos como parte de la
globalización neoliberal extendida a
los campos de la ciencia y el conoci-
miento. A partir de este fortaleci-
miento, evidente en la mayoría de
las universidades de la región, la es-
cisión cartesiana entre el ser, hacer
y conocer, entre ciencia y práctica
humana, se mantiene firme; el
canon eurocéntrico-occidental se
reposiciona como marco principal
de interpretación teórico: y el bo-
rramiento del lugar (incluyendo la
importancia de las experiencias
basadas-en-lugar) se asume sin ma-
yor cuestionamiento. Las conse-
cuencias, como argumenta Arturo
Escobar (2005), se encuentran, por
un lado, en las asimetrías promo-
vidas por la globalización (en don-
de lo local se equipara al lugar y a
la tradición y lo global al espacio,
al capital y a la historia) y, por el
otro, en las concepciones de co-
nocimiento, cultura, naturaleza,
política y economía y la relación
entre ellas.
Cierto es que en los últimos años
la ciencia, el conocimiento especia-
lizado de la academia en general y
de las ciencias sociales en
particular y las posturas po-
líticas, sociales y culturales
dominantes en torno a sus
formas de teorización han
sido temas de debate glo-
bal1
. Sin embargo, y al pa-
recer, el impacto de estos
debates en el pensamiento y
la ciencia social latinoame-
ricana y su práctica ha sido
casi nulo. En contraste con
las iniciativas de los años 60
a 70 para construir unas
ciencias sociales propias y
críticas, promover diálogos
Sur-Sur e impulsar una pra-
xis y un pensamiento de
América Latina desde aden-
tro2
, actualmente se eviden-
cia en la región un regreso a
los paradigmas liberales del
siglo XIX, incluyendo las
metanarrativas universales
de modernidad y progreso y
una posición de no involu-
cramiento (Lander, 2000).
Pero también se evidencia la
instalación de una nueva ra-
cionalidad científica que “niega el
carácter racional a todas las formas
de conocimiento que no parten de
sus principios epistemológicos y sus
reglas metodológicas” (Sousa San-
tos, 1987: 10-11).
Por lo tanto, el problema no
descansa simplemente en abrir,
Augusto Rendón, sin título. Grabado, 1966
NÓMADAS
104 NO. 26. ABRIL 2007. UNIVERSIDAD CENTRAL – COLOMBIA
impensar o reestructurar las cien-
cias sociales como algunos estudios
sugieren, sino más bien en poner en
cuestión sus propias bases. Es decir,
refutar los supuestos que localizan
la producción de conocimiento
únicamente en la academia, entre
académicos y dentro del cientifi-
cismo, los cánones y los paradigmas
establecidos. También refutar los
conceptos de racionalidad que ri-
gen el conocimiento mal llamado
“experto”3
, negador y detractor de
las prácticas, agentes y saberes que
no caben dentro de la racionalidad
hegemónica y dominante. Tal re-
futación no implica descartar por
completo esta racionalidad, sino
hacer ver sus pretensiones colonia-
les e imperiales y disputar su posi-
cionamiento como única, de esta
manera cuestionan también la su-
puesta universalidad del conoci-
miento científico que preside las
ciencias sociales, en la medida en
que no capta la diversidad y ri-
queza de la experiencia social ni
tampoco las alternativas epistemo-
lógicas contra-hegemónicas y de-
coloniales que emergen de esta
experiencia.
¿Pueden las ciencias sociales
hegemónicas ser reconcebidas y re-
construidas desde la perspectiva de
la pluri-versalidad epistemológica y
la creación de vínculos dialógicos
dentro de esta pluri-versalidad?
¿Qué implicaría considerar con se-
riedad las epistemologías que en-
cuentran sus bases en filosofías,
cosmovisiones y racionalidades dis-
tintas, incluyendo en ellas las rela-
cionadas con la experiencia social,
con el territorio y la naturaleza, las
luchas políticas y epistémicas vivi-
das y con lo que Escobar (2005) lla-
ma prácticas-en-lugar? ¿Es posible
la construcción de ciencias socia-
les/culturales “otras” que no repro-
duzcan la subalternización de sub-
jetividades y de saberes, ni el
eurocentrismo, el colonialismo y la
racialización de las ciencias hege-
mónicas, sino que apunten a una
mayor proyección e intervención
epistémica y social de-coloniales?
Son estas preguntas las que guían
la presente discusión.
La modernidad/
colonialidad y la
relación raza-saber-ser-
naturaleza
Un punto de partida para esta
indagación se encuentra en los orí-
genes y el desarrollo de la moder-
nidad y en el colonialismo y el
capitalismo como sus partes cons-
titutivas. Entendemos modernidad
no como fenómeno intra-europeo
sino desde su dimensión global,
vinculada con la hegemonía, pe-
riferización y subalternización
geopolítica, racial, cultural y epis-
témica que la modernidad ha es-
tablecido desde la posición de
Europa como centro. La colonia-
lidad es el lado oculto de la mo-
dernidad, lo que articula desde la
Conquista los patrones de poder
desde la raza, el saber, el ser y la
naturaleza de acuerdo con las ne-
cesidades del capital y para el be-
neficio blanco-europeo como
también de la elite criolla. La mo-
dernidad/colonialidad entonces
sirve, por un lado, como perspec-
tiva para analizar y comprender
los procesos, las formaciones y el
ordenamiento hegemónicos del
proyecto universal del sistema-mun-
do (a la vez moderno y colonial) y,
por el otro, para visibilizar, desde
la diferencia colonial, las historias,
subjetividades, conocimientos y
lógicas de pensamiento y vida que
desafían esta hegemonía.
Dentro de la colonialidad po-
demos distinguir cuatro esferas o
dimensiones de operación que, a
partir de su articulación, contri-
buyen a mantener la diferencia co-
lonial y la subalternización. La
primera la constituye lo que Aní-
bal Quijano (1999) ha llamado la
colonialidad del poder, entendida
como los patrones del poder mo-
derno que vinculan la raza, el con-
trol del trabajo, el Estado y la
producción de conocimiento. Esta
colonialidad del poder instauró en
América Latina una estratificación
social que ubica al blanco europeo
en la cima mientras el indio y el
negro ocupan los últimos peldaños
–estos dos grupos son construidos
como identidades homogéneas y
negativas–. Fue este uso e institu-
cionalización de la raza como sis-
tema y estructura de clasificación
el que sirvió como base para posi-
cionar jerárquicamente ciertos
grupos sobre otros en los campos
del saber. Esta segunda dimensión
es la de la colonialidad del saber
que no sólo estableció el eurocen-
trismo como perspectiva única de
conocimiento, sino que al mismo
tiempo, descartó por completo la
producción intelectual indígena
y afro como “conocimiento” y,
consecuentemente, su capacidad
intelectual.
La promoción de este enlace
entre raza y saber, a lo que Eze
(2001) se refiere como “el color de
la razón”, se encuentra claramente
en el pensamiento que, desde el si-
glo XVIII ha venido orientando la
filosofía occidental y la teoría so-
cial. Tal vez el ejemplo más desca-
rado es del Immanuel Kant, quien
105
NÓMADAS
WALSH, C.: ¿SON POSIBLES UNAS CIENCIAS SOCIALES/CULTURALES OTRAS?
en su antropología filosófica señala
que “La humanidad existe en su
mayor perfección en la raza blan-
ca… Los negros son inferiores y los
más inferiores son parte de los pue-
blos [nativos] americanos” (Kant ci-
tado por Eze, 2001: 231).
Esta perspectiva también se
encuentra en el pensamiento lati-
noamericano. Para Sar-
miento, por ejemplo, el
indio representa “la bar-
barie y, por tanto, hay que
eliminarle para abrir paso
al progreso y la civiliza-
ción... definitivamente
existe la superioridad de
unas razas sobre otras;
entre ellas, de la raza an-
glosajona” (citado por
Sacoto, 1994: 9). El mis-
mo José Carlos Mariáte-
gui, conocido como uno
de los pensadores latinoa-
mericanos más progre-
sistas del siglo XX, fue
impulsor de esta colo-
nialidad que propagó la
idea de una jerarquía ra-
cial y epistémica, en este
caso, en torno a los pue-
blos negros, justificando
su exclusión social, cultu-
ral, política y económica,
como también su silen-
ciamiento dentro de la
construcción teórica y discursiva de
la modernidad. Para Mariátegui,
mientras que los indígenas sí po-
drían hacer una contribución social
y cultural a la sociedad moderna,
los negros no estaban en condicio-
nes de contribuir a la creación de
ninguna cultura “por la influencia
cruda y viviente de su barbarie”
(Walsh, 2004: 336). Hasta el
antropólogo Fernando Ortiz, quien
hizo mucho por visibilizar las prác-
ticas culturales de los afrocubanos,
tuvo en su trabajo temprano un
pensamiento negativo sobre los
pueblos negros: “una raza que bajo
muchos aspectos ha conseguido
marcar característicamente la mala
vida cubana comunicándole sus
supersticiones, sus organizaciones,
sus lenguajes, sus danzas, etc.”
(Ortiz, 1917: 38).
Es a partir de esta racialización
moderno-colonial que se forjó la
idea de que los indios y negros por
sí mismos no piensan; cualquier
saber viene simplemente de la
práctica de/con la naturaleza, así
clasificado y nombrado como “tra-
dición”, nunca como ciencia o co-
nocimiento. De hecho, para Kant,
la “raza” se basaba en un principio
no histórico de la razón. Es decir, la
razón (el pensamiento y el conoci-
miento) estaba directamente liga-
da al estatus humano; los conside-
rados menos humanos –los indios y
negros– no tenían razón o capaci-
dad de pensar.
Es en esta ligazón entre huma-
nidad y razón la que apunta a una
tercera dimensión de carácter
ontológico, la colonialidad del ser,
que ocurre cuando algu-
nos seres se imponen so-
bre otros, ejerciendo así
un control y persecución
de diferentes subjetivida-
des como una dimensión
más de los patrones de
racialización, colonialis-
mo y dominación que
hemos discutido. En este
sentido, lo que señala la
colonialidad del ser no es la
violencia ontológica en
sí, sino el carácter prefe-
rencial de la violencia
que está claramente ex-
plicado por la colonia-
lidad del poder; es decir,
la cuestión del ser coloni-
zado tiene un arraiga-
miento en la historia y el
espacio: “La concepción
del espacio invita a la re-
flexión no solamente
sobre el Ser, sino más
específicamente sobre su
aspecto colonial, el que
hace que los seres humanos sientan
que el mundo es como un infierno
ineludible” (Maldonado-Torres,
2006: 103). Esta atención al espa-
cio es importante por evidenciar
cómo la supuesta neutralidad de las
ideas filosóficas y las teorías socia-
les esconde “una cartografía impe-
rial implícita que fusiona la raza y
el espacio [...] en las formas de olvi-
do de la condenación, racismo
epistémico y muchas otras [...] en
Augusto Rendón, “Insidian la vida del justo y la sangre inocente condenan”
(Salmo 93). Grabado, 1967
NÓMADAS
106 NO. 26. ABRIL 2007. UNIVERSIDAD CENTRAL – COLOMBIA
la cartografía de lo que se suele con-
siderar como trabajo filosófico y
pensamiento crítico” (Ibíd.:128-
129). Pero también es importante
por lo que sugiere en términos de
estrategia opuesta. Escobar (2005)
lo aclara cuando argumenta que la
mejor manera de contrarrestar es-
tas tendencias imperializantes del
espacio propio –las que producen
la mirada desituada y desprendida
propia del cartesianismo y la cien-
cia moderna– es activar la especi-
ficidad del lugar como noción
contextualizada y situada de la
práctica humana.
Esta localización de seres y de sus
conocimientos no sólo desafía la no-
ción del vacío y no-lugar del conoci-
miento científico, sino que también
lleva a la discusión la cuarta dimen-
sión de la colonialidad (no identifi-
cada o considerada por Quijano), la
que refiero aquí como la colonialidad
de la naturaleza. Con esta dimensión
de la colonialidad, hago referencia a
la división binaria cartesiana entre
naturaleza y sociedad, una división
que descarta por completo la rela-
ción milenaria entre seres, plantas y
animales como también entre ellos,
los mundos espirituales y los ancestros
(como seres también vivos). De he-
cho, esta colonialidad de la natu-
raleza ha intentado eliminar la
relacionalidad que es base de la vida,
de la cosmología y del pensamiento
en muchas comunidades indígenas y
afros de Abya Yala4
y América Lati-
na. Es esta lógica racionalista, como
sostiene Noboa (2006), la que niega
la noción de la tierra como “el cuer-
po de la naturaleza”, como ser vivo
con sus propias formas de inteligen-
cia, sentimientos y espiritualidad,
como también la noción de que los
seres humanos son elementos de la
tierra-naturaleza.
Por lo tanto, la colonialidad de
la naturaleza añade un elemento
fundamental a los patrones del po-
der discutidos (partiendo así de ellos
y constantemente conectándoseles):
el dominio sobre las racionalidades
culturales, las que en esencia forman
los cimentos del ser y del saber. Es la
relación continua del ser con el pen-
sar, con el saber y el conocer, que
parte de un enlace fluido entre tres
mundos: el mundo biofísico de aba-
jo, el mundo supranatural de arriba
y el mundo humano de ahora, así
como las formas y condiciones tan-
to del ser como del estar en ellos. El
control que ejerce la colonialidad de
la naturaleza es el de “mitoi-
zar” esta relación, es decir,
convertirla en mito, leyen-
da y folclor y, a la vez, posi-
cionarla como no racional,
como invención de seres no
modernos. De esta manera,
intenta eliminar y controlar
los sustentos, los sentidos y
las comprensiones de la vi-
da misma que parten de lu-
gar territorio-pacha mama,
reemplazándolos con una
racionalidad moderna-occi-
dental deslocalizada que
desde las escuelas, los pro-
yectos de desarrollo y hasta
la universidad procura go-
bernar a todos.
En forma similar, Leff
(2004) pone en discusión el proble-
ma del logos científico que intenta
regir la racionalidad ambiental des-
de las condiciones del ser –el ser cons-
tituido por su cultura en los diferentes
contextos en los que significa a la na-
turaleza–. Por ambiente se entiende,
El campo de relaciones entre la
naturaleza y la cultura, de lo ma-
terial y lo simbólico, de la com-
plejidad del ser y del pensa-
miento; es un saber sobre las es-
trategias de apropiación del
mundo y la naturaleza a través
de las relaciones de poder que
se han inscrito en las formas do-
minantes de conocimiento. [Es]
el saber ambiental que entreteje
en una trama compleja de co-
nocimientos, pensamientos,
cosmovisiones y formaciones
discursivas que desborda el cam-
po del logos científico, abrien-
do un diálogo de saberes en
donde se confrontan diversas
racionalidades y tradiciones
(Leff, 2004, 4-5)
Tanto el saber ambiental del que
habla Leff como la naturaleza como
la entendemos aquí, abren otras vías
para entender y enfrentar el proble-
ma del conocimiento construido por
la modernidad/colonialidad; plan-
tean perspectivas distintas de com-
prensión y apropiación del mundo
que encuentran sus bases en la expe-
riencia social y las epistemologías que
se construyen a partir de ella. En es-
Augusto Rendón, Grabado,
107
NÓMADAS
WALSH, C.: ¿SON POSIBLES UNAS CIENCIAS SOCIALES/CULTURALES OTRAS?
tas perspectivas la experiencia huma-
na no queda subsumida bajo la apli-
cación práctica, instrumental y
utilitarista del conocimiento obje-
tivo, como ocurre en las ciencias
sociales hegemónicas. Tampoco que-
dan fijados estos elementos dentro
del proyecto epistémico de la moder-
nidad: la representación de lo real a
través del concepto, la voluntad de
unificación del ser y la objetivación
y transparencia del mundo a través
del conocimiento (Leff, 2004). Mas
bien, estos campos de saber marcan
una “apertura” (en contraste con el
cierre que hace el “conocimiento
científico”), donde la creencia y el
precepto epistémico-vivencial cen-
tral es que se llega al conocimiento
desde el mundo –desde la experien-
cia, pero también desde la cosmo-
logía ancestral y la filosofía de
existencia que da comprensión a esta
experiencia y a la vida5
–. En cam-
bio, la perspectiva moderno-occi-
dental asume que se llega al mundo
desde el conocimiento. Y es ésta úl-
tima perspectiva ya asumida y natu-
ralizada como abstracto universal,
que se puede observar tanto en la
esfera política (incluyendo en la
relación civilización-progreso-mer-
cado) como en la universidad, par-
ticularmente en su tendencia actual
neoliberal corporativa, donde la lo-
calidad histórica es suplida por
formulaciones teóricas monolíticas,
monoculturales y “universales”.
En esencia, lo que está en juego
entonces, son sistemas distintos de
pensar y de construir conocimiento.
¿Qué implicaría para las ciencias so-
ciales no limitarse a un sistema –mal
posicionado como universal– sino
poner en consideración una
pluri-versalidad de perspec-
tivas epistemológicas, bus-
cando de este modo un
diálogo entre ellas? ¿Qué
ofrecería dar visibilidad y
credibilidad a la experien-
cia social, a las prácticas y a
los agentes y saberes no te-
nidos en cuenta por la ra-
cionalidad hegemónica?
¿Son estas consideraciones
suficientes o, más bien, ne-
cesitamos ser más radicales,
contemplando la construc-
ción de ciencias sociales/
culturales “otras”, que apun-
ten hacia una mayor pro-
yección e intervención
epistémica, sociopolítica y
cultural de-coloniales?
Reflexiones en
torno a epistemologías
de-coloniales y
ciencias sociales
y culturales “otras”
Existen distintas perspectivas
desde las cuales podemos empezar
a pensar la epistemología y las
ciencias sociales de otra manera.
Una perspectiva propuesta por Boa-
ventura de Sousa Santos (2005) en
el marco de la experiencia del Foro
Social Mundial y desde la opera-
ción epistemológica y ontológica
efectuada por los movimientos y
organizaciones sociales, apunta la
necesidad de “una epistemología
del sur” que de credibilidad a las
nuevas experiencias sociales con-
trahegemónicas y a los supuestos
epistemológicos alternativos que
estas experiencias construyen y
marcan. Para Santos, esta opera-
ción epistemológica consiste en
dos procesos que podrían enfren-
tar el sentido común de las cien-
cias sociales hegemónicas, lo que
él llama la “sociología de las au-
sencias” y la “sociología de las
emergencias”. Mientras la primera
se basa en el reconocimiento y la
valorización de diferentes racio-
nalidades, conocimientos, prácticas
y actores sociales moviéndose así en
el campo de las experiencias socia-
les, la segunda pretende “identificar
y ampliar los indicios de las posibles
experiencias futuras, bajo la aparien-
cia de tendencias y latencias que son
activamente ignoradas por la racio-
nalidad y el conocimiento hege-
mónicos” (Ibíd., 38), actuando de
esta manera en el campo de las ex-
pectativas sociales a partir de po-
sibilidades radicales y concretas6
.
Conjuntamente, estas dos socio-
logías por su inconformismo y sus
dimensiones sociales, políticas, éti-
cas, subjetivas y de porvenir, permi-
ten comprender, actuar e imaginar
el mundo de otra manera, lo que
no hacen las ciencias sociales tra-
dicionales. Además, sugieren otras
formas de involucramiento, de
análisis e investigación como tam-
bién de elaboración y producción
de teoría.
“Mataos los unos a los otros”, 1963
NÓMADAS
108 NO. 26. ABRIL 2007. UNIVERSIDAD CENTRAL – COLOMBIA
Claramente, la perspectiva an-
terior pone sobre el tapete el rol de
la universidad tradicional, tanto
por su aislamiento de las nuevas
prácticas de los actores emergentes
–lo que resulta en conceptos y
teorías que no se adecuan a las rea-
lidades actuales– como por su
academicismo, elitismo, falta de
interés y de capacidad de apoyar
procesos de teorización y reflexión
con los movimientos y otros acto-
res sociales. Es a partir de esta rea-
lidad que se ha venido planeando
la Universidad Popular de los Mo-
vimientos Sociales como una red de
conocimiento con dos argumentos
centrales: (1) promover el encuen-
tro entre gente dedicada predomi-
nantemente a las prácticas de
transformación social y otros dedi-
cados principalmente a la produc-
ción teórica, y (2) avanzar en el
desarrollo de un espacio para la for-
mación de activistas y líderes de los
movimientos sociales y de cientistas
sociales dedicados al estudio de la
transformación social (Santos,
2003).
Otra perspectiva está reflejada
en los procesos políticos y episté-
micos de las comunidades y orga-
nizaciones indígenas y afros de la
región, procesos que parten de la
racialización, el colonialismo y la
dominación con la exigencia de
enfrentar lo que Manuel Zapata
Olivella ha denominado como las
cadenas que ya no están en los pies
sino en las mentes. Con este obje-
tivo, se pueden presenciar iniciati-
vas emergentes enfocadas en la
construcción y fortalecimiento de
pensamientos y epistemologías pro-
pias. Estas iniciativas “casa adentro”
ponen en debate y discusión la pro-
ducción de saber local y ancestral,
incluyendo sus consecuencias filo-
sóficas, identitarias, ontológicas
(subjetivas) y políticas (Cfr. Cric,
2004; Walsh, 2004; Walsh y García,
2002 y Walsh y León, en prensa).
Estas iniciativas también han veni-
do poniendo en consideración la
producción intelectual-activista de
personajes rara vez incluidos en las
ciencias sociales nacionales y lati-
noamericanas, como Zapata Olive-
lla y Manuel Quintín Lame en
Colombia, Fausto Reinaga en Bo-
livia, Dolores Cuacuango y Juan
García en Ecuador, entre otros, cu-
yos actos, discursos y escritos se di-
rigen a los procesos de liberación
de su propia gente. Como he argu-
mentado en otra parte (Walsh,
2004), buscar la manera de que es-
tos conocimientos y perspectivas
epistemológicas penetren los espa-
cios académicos de la universidad,
rompiendo así los silencios e ingre-
sando en el diálogo de pensamien-
to, tanto de las ciencias sociales
como de otros campos discipli-
nares, es un reto enorme.
Un ejemplo de llevar las episte-
mologías propias no sólo a casa
adentro sino casa afuera y en el con-
texto de la educación superior, se
Augusto Rendón,
Santa Bárbara.
Grabado, 1963
109
NÓMADAS
WALSH, C.: ¿SON POSIBLES UNAS CIENCIAS SOCIALES/CULTURALES OTRAS?
encuentra en la propuesta de la
Universidad Intercultural Amawtay
Wasi de las Nacionalidades y Pue-
blos Indígenas del Ecuador, concep-
tualizada y pensada desde la filosofía
y cosmología de Abya Yala. Amaw-
tay Wasi considera su tarea central
de la siguiente manera:
Responder desde la epistemolo-
gía, la ética y la política a la
descolonialización del conoci-
miento [...], un espacio de re-
flexión que proponga nuevas
formas de concebir la construc-
ción de conocimiento […] poten-
ciar los saberes locales y construir
las ciencias del conocimiento,
comorequisitoindispensablepara
trabajar no desde las respuestas al
orden colonial epistemológico,
filosófico, ético, político y eco-
nómico; sino desde la propuesta
construida sobre la base de prin-
cipios filosóficos [andinos].
(Amawtay Wasi, 2004: 165)
A partir del ejemplo de Amaw-
tay Wasi, podemos empezar a
visualizar “un proyecto-otro” de
educación universitaria que toma
como punto de partida una lógica
y pensamiento enraizados en el en-
tendimiento y uso renovados de la
cosmovisión y teoría filosófica de
Abya Yala, cuyo principio clave es
la relacionalidad: la integración,
articulación e interconexión entre
todos los elementos de la Pacha-
mama. Esta relacionalidad vivencial
simbólica implica asumir una pers-
pectiva epistémica y sociocultural
que dé cuenta de la unidad en la
diversidad, la dualidad complemen-
taria y la reciprocidad o Ayni que
apunta al rol fundamental del in-
tercambio de saberes y la construc-
ción colectiva del conocimiento
como responsabilidad compartida.
Es a partir de esta perspectiva
epistémico-filosófica que Amawtay
Wasi construye su propuesta intercul-
tural basada en la necesidad de re-
conocer e interrelacionar diversas
racionalidades que articulan y res-
ponden a cosmovisiones, experien-
cias colectivas, “mitos fundantes”,
lógicas y axiomas distintos, “de
acuerdo a los cuales dan respuestas
reflexivas y prácticas a preguntas
claves relacionadas con la naturale-
za de la realidad (pregunta ontoló-
gica), las relaciones y posibilidades
de conocimiento de esa realidad
(pregunta epistemológica) y el o los
caminos posibles de conocimiento
(pregunta metodológica)” (173). Es
a partir de tal perspectiva que la
Amawtay Wasi intenta retar la frag-
mentación entre saber-ser-naturale-
za característica de la racionalidad
científica occidental (enfocando en
sentido colectivo de pertenencia la
propia racionalidad y sabiduría
como bases necesarias para el en-
cuentro con el otro), buscando la
complementariedad, la decolo-
nialidad y la promoción de un diá-
logo intercultural permanente entre
racionalidades distintas7
. El hecho
de que Amawtay Wasi haya sido
concebida como parte del proyecto
político del movimiento indígena y
como respuesta a los legados colo-
niales, evidencia una comprensión
y práctica de la interculturalidad que
radicalmente se diferencia de la que
está asociada al Estado y sus políti-
cas sociales y educativas. Aquí la
interculturalidad es un paradigma de
disrupción, pensado por medio de
la praxis política y la construcción
de un mundo más justo (Walsh,
2004).
Una última perspectiva por
mencionar en esta construcción de
ciencias sociales/culturales de otro
modo es la que orienta el Doctorado
de Estudios Culturales Latinoame-
ricanos de la Universidad Andina
Simón Bolívar, sede Ecuador, cuyo
enfoque central se orienta alrededor
de la problemática de las geopo-
líticas del conocimiento, es decir, de
la relación entre conocimiento,
modernidad y colonialidad.
A diferencia de la mayoría de
programas de posgrados, este doc-
torado tiene características muy
especiales, tal vez por el perfil de
los alumnos –la mayoría con una
larga trayectoria de trabajo com-
prometido con movimientos y pro-
cesos sociales– y tal vez por el perfil
de los profesores –algunos vincula-
dos con el proyecto colectivo de
modernidad/colonialidad latino-
americano y otros más ampliamen-
te con las luchas de transformación
social–. Por eso y casi desde su ini-
cio, el programa se convirtió en un
espacio de reflexión colectiva tan-
to sobre la problemática de la su-
puesta universalidad de las ciencias
sociales y humanas, como sobre la
realidad latinoamericana en tiem-
pos de capitalismo transnacional,
imperialismo neoliberal y global, y
de lo que Frei Betto recientemente
ha llamado la “globocolonializa-
ción”8
. Buscar y trabajar hacia la
configuración de espacios-otros de
análisis, intervención y de produc-
ción de conocimientos ha sido, en-
tonces, parte central de la praxis del
programa.
De hecho, estos procesos han
implicado la re-significación de lo
que entendemos por “estudios cul-
turales latinoamericanos”9
. Como
he descrito en otra parte,
Es abrir un espacio de diálogo
desde Latinoamérica y especí-
NÓMADAS
110 NO. 26. ABRIL 2007. UNIVERSIDAD CENTRAL – COLOMBIA
ficamente desde la región an-
dina sobre la posibilidad de
(re)pensar y (re)construir los ‘es-
tudios culturales’ como espacio
de encuentro político, crítico y
de conocimientos diversos. Un
espacio de encuentro entre
disciplinas y proyectos intelec-
tuales, políticos y éticos que pro-
vienen de distintos momentos
históricos y de distintos lugares
epistemológicos, que tiene co-
mo objetivo confrontar el em-
pobrecimiento de pensamiento
impulsado por las divisiones dis-
ciplinarias, epistemológicas,
geográficas, etc. (Moreiras) y la
fragmentación socio-política
que cada vez más hace que la
intervención cívica y el cambio
social aparezcan como proyec-
tos de fuerzas divididas (Walsh,
2003: 12)
En este sentido, “los estudios
culturales” nombra un proyecto in-
telectual dirigido al (re)pensa-
miento crítico y transdisciplinar, a
las relaciones íntimas entre cultu-
ra, poder, política y economía y a
las problemáticas a la vez locales y
globales reflejo de la actual lógica
multicultural del capitalismo trans-
nacional y tardío. También repre-
senta una fuerza para enfrentar las
tendencias dominantes en las uni-
versidades latinoamericanas, es-
pecialmente en los últimos años,
orientadas a la adopción y reinsta-
lación de perspectivas eurocén-
tricas del saber (Lander, 2000b).
Estudios culturales en este progra-
ma refleja entonces el interés de
articular desde América Latina, en
conversación con otras regiones del
mundo, proyectos intelectuales y
políticos que ponen en debate pen-
samientos críticos con el objetivo
de pensar fuera de los límites defi-
nidos por el neoliberalismo y la
modernidad, y con el propósito de
construir mundos y modos de pen-
sar y ser distintos.
Reflexiones finales
Al retomar la perspectiva de
Santos, Escobar (2005) ha argu-
mentado recientemente que la ta-
rea no es la búsqueda de soluciones
modernas a problemas modernos,
sino imaginar soluciones realmen-
te novedosas con base en la prácti-
ca de los actores sociales de mayor
proyección epistemológica y social.
En sí, la producción del saber tiene
consecuencias políticas.
¿Es posible pensar unas ciencias
sociales/culturales “otras”? Y, ¿qué
implica este pensar en relación con
epistemologías de-coloniales? Para
terminar, propongo unas conside-
raciones e interrogantes críticas:
1. Primero se debe considerar,
tal como lo ha afirmado el
intelectual-activista afro-
esmeraldeño Juan García
(Walsh y García, 2002), los
conocimientos que han si-
do considerados no-conoci-
mientos. Es decir, poner en
cuestión y tensión los signifi-
cados mantenidos y reprodu-
cidos por las universidades en
general y las ciencias socia-
les en particular, sobre qué es
conocimiento, conocimiento
de quiénes, y conocimiento
para qué, es decir, con qué
propósitos. También significa
poner en cuestión y tensión
la utilidad de teorías euro-
céntricas para comprender la
condición colonial, pasada y
presente.
2. Igualmente es necesario con-
siderar el posicionamiento
de pensamientos / conocimien-
tos otros, entendidos no como
un pensamiento o conoci-
miento más que podría ser
sumado o añadido al cono-
cimiento “universal” (una
suerte de multiculturalismo
epistémico), sino como un
pensamiento/conocimiento
plural desde la(s) diferen-
cia(s) colonial(es), conecta-
do por la experiencia común
del colonialismo y marcado
por el horizonte colonial de
la modernidad. ¿Es posible
posicionar seriamente estos
conocimientos en las univer-
sidades en general y en las
ciencias sociales/culturales en
particular? De posicionarlos,
¿cómo podemos asegurar que
no llegarán a ser simplemen-
te un conocimiento más, un
elemento de la foclorización
y, peor aún, una herramienta
de manipulación y control
político?
3. ¿Cómo pensar nuevos luga-
res de pensamiento dentro y
fuera de la universidad? Lu-
gares de pensamiento que
permitan trascender, re-
construir y sobrepasar las li-
mitaciones puestas por “la
ciencia” y los sistemas de
conocimiento (epistemolo-
gía) de la modernidad. Lu-
gares, que a la vez, pongan
en debate, diálogo y discu-
sión lógicas y racionalidades
diversas.
Hace 35 años Rodolfo Staven-
hagen publicó un texto con el títu-
lo: “¿Cómo descolonizar las ciencias
sociales?” Como antropólogo, el
111
NÓMADAS
WALSH, C.: ¿SON POSIBLES UNAS CIENCIAS SOCIALES/CULTURALES OTRAS?
interés de Stavenhagen fue, sobre
todo, pensar las ciencias sociales no
sólo desde las formas dominantes
de la organización social de su épo-
ca (el pensamiento social y políti-
co de la Ilustración), sino también
como un espacio de expresión de
“contracorrientes radicales y de la
conciencia crítica” (Stavenhagen,
1971: 39). Según argumenta él, el
conocimiento que produce el cien-
tífico social, “puede y debe volver-
se un instrumento para el cambio
que, mediante el despertar y desa-
rrollo de la conciencia crítica crea-
tiva, capacite a los que no tienen
poder, a los oprimidos y coloniza-
dos, a cuestionar primero, luego a
subvertir, y modificar el sistema
existente”. (Ibíd., 39).
No obstante, lo que Staven-
hagen no tomó en consideración es
la existencia de estos modos “otros”
de saber. En la lucha de la deco-
lonialidad del poder, saber, natura-
leza y ser, lo que los movimientos y
grupos afrodescendientes e indíge-
nas necesitan no es un “despertar y
desarrollo de conciencia crítica
creativa”, ni tampoco recibir capa-
citación por intelectuales “con-
cientes” de la izquierda. Las ciencias
sociales/culturales tampoco necesi-
tan simplemente una nueva inyec-
ción de enfoques izquierdistas del
posmarxismo o posmodernismo,
aunque sean radicales. Lo que ne-
cesitamos todos/as, es un giro dis-
tinto, un giro que parta no de la
lucha de clases, sino de la lucha de
la decolonialidad, haciendo ver de
este modo la complicidad moder-
nidad-colonialidad como marco
central que sigue organizando y
orientando “las ciencias” y el pen-
samiento académico-intelectual.
En la filosofía y el pensamiento
de los pueblos de Abya Yala, esta-
mos entrando en una nueva era de
Pachakutik, la era de la claridad. La
entrada en esta era ya está eviden-
ciándose, tanto en los proyectos
políticos y epistémicos de los mo-
vimientos, como en los giros deco-
loniales que estos proyectos están
moviendo. Por eso mismo, quiero
terminar con las palabras de Evo
Morales pronunciadas en su ponen-
cia inaugural: “Estamos acá para
decir, basta a la resistencia. De la
resistencia de 500 años a la toma
del poder para 500 años, indígenas,
obreros, todos los sectores para aca-
bar con esa injusticia, para acabar
con esa desigualdad, para acabar
sobre todo con la discriminación,
opresión donde hemos sido some-
tidos [...]” (Morales, 2006).
Citas
1 Estas discusiones empezaron a visibilizarse
con la publicación del informe de la Co-
misión Gulbenkian en 1996 Abrir las
ciencias sociales, aunque se evidenciaban
anteriormente en algunos autores euro-
peos como Foucault y Bourdieu, y auto-
res latinoamericanos como Stavenhagen,
Augusto Rendón, La víctima. Grabado, 1964
NÓMADAS
112 NO. 26. ABRIL 2007. UNIVERSIDAD CENTRAL – COLOMBIA
González Cassanova y Quijano, entre
otros. Para debates más recientes y par-
tiendo del problema de la modernidad/
colonialidad, ver Castro-Gómez (2000),
Lander (2000a), Walsh, Schiwy y Cas-
tro-Gómez (2002).
2 No obstante, y como argumenta Lander
(2000b), esta producción teórica todavía
permanecía dentro de las metanarrativas
universales de modernidad y progreso;
poco consideraba “las implicaciones enor-
mes de la pluralidad de historias, sujetos y
culturas que caracterizan América Lati-
na” (521), como también los conocimien-
tos de estos sujetos y culturas y su produc-
ción intelectual. Esto porque su locus cen-
tral de atención fue enfocado en la eco-
nomía como el lugar de dominación, pa-
sando por alto otras formas de poder, par-
ticularmente la raza como base tanto de la
clasificación social como del Estado-na-
ción (Crf. Quijano, 2000).
3 Como argumenta Mignolo (2003), el
conocimiento “experto” sirve como base
no sólo de la epistemología y la “ciencia”
sino también de la filosofía económico-
política, incluyendo los conceptos de
“democracia”, “libertad” y su conexión
con el “desarrollo” y “progreso”, todos
ligados al mercado.
4 Abya Yala es el nombre acuñado por los
cunas de Panamá para referirse al territo-
rio y las naciones indígenas de las Amé-
ricas. Significa “tierra en plena madu-
rez”. Para Muyulema (2001), esta forma
de nombrar tiene un doble significado:
como posicionamiento político y como
lugar de enunciación, es decir, como
manera de confrontar el peso colonial
presente en “América Latina” entendi-
da como proyecto cultural de occiden-
talización articulado ideológicamente en
el mestizaje.
5 Un ejemplo concreto se encuentra en
las luchas de los movimientos indígenas
en contra del TLC. Más que simplemen-
te un desacuerdo con las políticas del Es-
tado y la imposición capitalista-imperial
del control del mercado, estas luchas for-
man parte de una resistencia histórica
en defensa de la existencia y de la vida en
la cual el entretejido entre ser-naturale-
za-saber tiene una posición clave.
6 Interesante anotar aquí el argumento del
autor de que es la misma modernidad
occidental la que ha creado la discrepan-
cia entre experiencias y expectativas,
principalmente, por medio del concepto
de progreso.
7 Claro es que un problema central con la
propuesta es la falta de atención que da a
otras nacionalidades indígenas no
kichwas, y a los pueblos afroecuatorianos.
La Universidad misma acepta esta falen-
cia pero hasta el momento no ha busca-
do una manera de resolverla.
8 Entrevista El Comercio, 1 de agosto del
2004.
9 Esta re-significación se diferencia de lo
que muchas veces se ha denominado
como la “primera generación” de los es-
tudios culturales en América Latina re-
flejado en los trabajos de Néstor García
Canclini, Jesús Martín Barbero y Renato
Ortiz, entre otros, pero también de las
trayectorias despolitizadas de los estudios
culturales en los Estados Unidos.
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4. son posibles unas ciencias sociales culturales otras

  • 1. Nómadas (Col) ISSN: 0121-7550 nomadas@ucentral.edu.co Universidad Central Colombia Walsh, Catherine ¿Son posibles unas ciencias sociales/ culturales otras? Reflexiones en torno a las epistemologías decoloniales Nómadas (Col), núm. 26, 2007, pp. 102-113 Universidad Central Bogotá, Colombia Disponible en: http://www.redalyc.org/articulo.oa?id=105115241011 Cómo citar el artículo Número completo Más información del artículo Página de la revista en redalyc.org Sistema de Información Científica Red de Revistas Científicas de América Latina, el Caribe, España y Portugal Proyecto académico sin fines de lucro, desarrollado bajo la iniciativa de acceso abierto
  • 2. NÓMADAS 102 NO. 26. ABRIL 2007. UNIVERSIDAD CENTRAL – COLOMBIA ¿Son posibles unas ciencias sociales/ culturales otras? Reflexiones en torno a las epistemologías decoloniales Catherine Walsh* El artículo se pregunta por la posibilidad de refutar los supuestos epistemológicos que localizan la producción de conocimiento solo en la academia y dentro de los cánones y paradigmas establecidos por el cientificismo occidental. La autora argumenta que las ciencias sociales pueden y deben ser repensadas desde una pluri-versalidad epistemológica que tenga en cuenta y dialogue con las formas de producción de conocimientos que se generan en ámbitos extra-académicos y extra-científicos. Concretamente se refiere al pensamiento producido por comunidades indígenas y afro-andinas, que ha sido sistemáticamente invisibilizado por lo que Leopoldo Zea llamó el “Pensamiento latinoamericano”. Palabras clave: Diálogo de saberes, interculturalidad, colonialidad, eurocentrismo. O artigo se pergunta pela possibilidade de refutar os supostos epistemológicos que localizam a produção de conhecimento unicamente na academia e dentro dos cânones e paradigmas estabelecidos pelo cientificismo ocidental. A autora argu- menta que as ciências sociais podem e devem ser repensadas desde uma pluri-versalidade epistemológica que leve em conta e dialogue com as formas de produção de conhecimentos que são geradas em âmbitos extra-acadêmicos e extra- científicos. Concretamente se refere ao pensamento produzido por comunidades indígenas e afro-andinas, que tem sido sistematicamente invisibilizado pelo que Leopoldo Zea chamou de o “Pensamento latino-americano”. Palavras chaves: Diálogo de saberes, interculturalidade, colonialidade, eurocentrismo. The article asks for the possibility of refuting the epistemological assumptions that place the knowledge production only in the academy and inside canons and paradigms established by the Western scientificism. The author argues that the social sciences can and must be thought from an epistemological pluriversality that takes into account and dialogues with the forms of knowledge production that are generated in both extra- academic and extra-scientific milieus. In concrete, she makes reference to the thought produced by indigenous and African Andean communities, though that has been systematically made invisible by what Leopoldo Zea called the “Latin American thought”. Key words: dialogue among knowledges, interculturality, coloniality, eurocentrism. * Doctora en Lingüística. Profesora titular y Directora del Doctorado en Estudios Cultu- rales Latinoamericanos, Coordinadora del Taller Intercultural, Universidad Andina Simón Bolívar, sede Ecuador. E-mail: cwalsh@uasb.edu.ec ORIGINAL RECIBIDO: 30-VI-2006 – ACEPTADO: 09-II-2007 nomadas@ucentral.edu.co • PÁGS.:102-113
  • 3. 103 NÓMADAS WALSH, C.: ¿SON POSIBLES UNAS CIENCIAS SOCIALES/CULTURALES OTRAS? [...] Es necesario ‘deconstruir’ lo pensado para pensar lo por pensar. Para desentrañar lo más entrañable de nuestros saberes y para dar curso a lo inédito, arriesgándonos a desbarrancar nuestras últimas certezas y a cuestionar el edificio de la ciencia. Enrique Leff En América Latina, como en otras partes del mundo, el campo de las ciencias sociales ha sido par- te de las tendencias neo- liberales, imperiales y globalizantes del capi- talismo y de la moder- nidad. Son tendencias que suplen la localidad histórica por formula- ciones teóricas monolí- ticas, monoculturales y “universales” y que po- sicionan el conocimien- to científico occidental como central, negando así o relegando al estatus de no conocimiento, a los saberes derivados de lugar y producidos a partir de racionalida- des sociales y culturales distintas. Claro es que en esta jerarquización, existen ciertos supuestos como la universalidad, la neutralidad y el no- lugar del conocimiento científico hegemónico y la superioridad del logo- centrismo occidental como única racionali- dad capaz de ordenar el mundo. Son estos supuestos asumidos como verdad los que han venido organizando y orientando las cien- cias sociales hegemónicas desde su origen. No obstante, y desde los años 90, se observa en Latino- américa un fortalecimiento de es- tos supuestos como parte de la globalización neoliberal extendida a los campos de la ciencia y el conoci- miento. A partir de este fortaleci- miento, evidente en la mayoría de las universidades de la región, la es- cisión cartesiana entre el ser, hacer y conocer, entre ciencia y práctica humana, se mantiene firme; el canon eurocéntrico-occidental se reposiciona como marco principal de interpretación teórico: y el bo- rramiento del lugar (incluyendo la importancia de las experiencias basadas-en-lugar) se asume sin ma- yor cuestionamiento. Las conse- cuencias, como argumenta Arturo Escobar (2005), se encuentran, por un lado, en las asimetrías promo- vidas por la globalización (en don- de lo local se equipara al lugar y a la tradición y lo global al espacio, al capital y a la historia) y, por el otro, en las concepciones de co- nocimiento, cultura, naturaleza, política y economía y la relación entre ellas. Cierto es que en los últimos años la ciencia, el conocimiento especia- lizado de la academia en general y de las ciencias sociales en particular y las posturas po- líticas, sociales y culturales dominantes en torno a sus formas de teorización han sido temas de debate glo- bal1 . Sin embargo, y al pa- recer, el impacto de estos debates en el pensamiento y la ciencia social latinoame- ricana y su práctica ha sido casi nulo. En contraste con las iniciativas de los años 60 a 70 para construir unas ciencias sociales propias y críticas, promover diálogos Sur-Sur e impulsar una pra- xis y un pensamiento de América Latina desde aden- tro2 , actualmente se eviden- cia en la región un regreso a los paradigmas liberales del siglo XIX, incluyendo las metanarrativas universales de modernidad y progreso y una posición de no involu- cramiento (Lander, 2000). Pero también se evidencia la instalación de una nueva ra- cionalidad científica que “niega el carácter racional a todas las formas de conocimiento que no parten de sus principios epistemológicos y sus reglas metodológicas” (Sousa San- tos, 1987: 10-11). Por lo tanto, el problema no descansa simplemente en abrir, Augusto Rendón, sin título. Grabado, 1966
  • 4. NÓMADAS 104 NO. 26. ABRIL 2007. UNIVERSIDAD CENTRAL – COLOMBIA impensar o reestructurar las cien- cias sociales como algunos estudios sugieren, sino más bien en poner en cuestión sus propias bases. Es decir, refutar los supuestos que localizan la producción de conocimiento únicamente en la academia, entre académicos y dentro del cientifi- cismo, los cánones y los paradigmas establecidos. También refutar los conceptos de racionalidad que ri- gen el conocimiento mal llamado “experto”3 , negador y detractor de las prácticas, agentes y saberes que no caben dentro de la racionalidad hegemónica y dominante. Tal re- futación no implica descartar por completo esta racionalidad, sino hacer ver sus pretensiones colonia- les e imperiales y disputar su posi- cionamiento como única, de esta manera cuestionan también la su- puesta universalidad del conoci- miento científico que preside las ciencias sociales, en la medida en que no capta la diversidad y ri- queza de la experiencia social ni tampoco las alternativas epistemo- lógicas contra-hegemónicas y de- coloniales que emergen de esta experiencia. ¿Pueden las ciencias sociales hegemónicas ser reconcebidas y re- construidas desde la perspectiva de la pluri-versalidad epistemológica y la creación de vínculos dialógicos dentro de esta pluri-versalidad? ¿Qué implicaría considerar con se- riedad las epistemologías que en- cuentran sus bases en filosofías, cosmovisiones y racionalidades dis- tintas, incluyendo en ellas las rela- cionadas con la experiencia social, con el territorio y la naturaleza, las luchas políticas y epistémicas vivi- das y con lo que Escobar (2005) lla- ma prácticas-en-lugar? ¿Es posible la construcción de ciencias socia- les/culturales “otras” que no repro- duzcan la subalternización de sub- jetividades y de saberes, ni el eurocentrismo, el colonialismo y la racialización de las ciencias hege- mónicas, sino que apunten a una mayor proyección e intervención epistémica y social de-coloniales? Son estas preguntas las que guían la presente discusión. La modernidad/ colonialidad y la relación raza-saber-ser- naturaleza Un punto de partida para esta indagación se encuentra en los orí- genes y el desarrollo de la moder- nidad y en el colonialismo y el capitalismo como sus partes cons- titutivas. Entendemos modernidad no como fenómeno intra-europeo sino desde su dimensión global, vinculada con la hegemonía, pe- riferización y subalternización geopolítica, racial, cultural y epis- témica que la modernidad ha es- tablecido desde la posición de Europa como centro. La colonia- lidad es el lado oculto de la mo- dernidad, lo que articula desde la Conquista los patrones de poder desde la raza, el saber, el ser y la naturaleza de acuerdo con las ne- cesidades del capital y para el be- neficio blanco-europeo como también de la elite criolla. La mo- dernidad/colonialidad entonces sirve, por un lado, como perspec- tiva para analizar y comprender los procesos, las formaciones y el ordenamiento hegemónicos del proyecto universal del sistema-mun- do (a la vez moderno y colonial) y, por el otro, para visibilizar, desde la diferencia colonial, las historias, subjetividades, conocimientos y lógicas de pensamiento y vida que desafían esta hegemonía. Dentro de la colonialidad po- demos distinguir cuatro esferas o dimensiones de operación que, a partir de su articulación, contri- buyen a mantener la diferencia co- lonial y la subalternización. La primera la constituye lo que Aní- bal Quijano (1999) ha llamado la colonialidad del poder, entendida como los patrones del poder mo- derno que vinculan la raza, el con- trol del trabajo, el Estado y la producción de conocimiento. Esta colonialidad del poder instauró en América Latina una estratificación social que ubica al blanco europeo en la cima mientras el indio y el negro ocupan los últimos peldaños –estos dos grupos son construidos como identidades homogéneas y negativas–. Fue este uso e institu- cionalización de la raza como sis- tema y estructura de clasificación el que sirvió como base para posi- cionar jerárquicamente ciertos grupos sobre otros en los campos del saber. Esta segunda dimensión es la de la colonialidad del saber que no sólo estableció el eurocen- trismo como perspectiva única de conocimiento, sino que al mismo tiempo, descartó por completo la producción intelectual indígena y afro como “conocimiento” y, consecuentemente, su capacidad intelectual. La promoción de este enlace entre raza y saber, a lo que Eze (2001) se refiere como “el color de la razón”, se encuentra claramente en el pensamiento que, desde el si- glo XVIII ha venido orientando la filosofía occidental y la teoría so- cial. Tal vez el ejemplo más desca- rado es del Immanuel Kant, quien
  • 5. 105 NÓMADAS WALSH, C.: ¿SON POSIBLES UNAS CIENCIAS SOCIALES/CULTURALES OTRAS? en su antropología filosófica señala que “La humanidad existe en su mayor perfección en la raza blan- ca… Los negros son inferiores y los más inferiores son parte de los pue- blos [nativos] americanos” (Kant ci- tado por Eze, 2001: 231). Esta perspectiva también se encuentra en el pensamiento lati- noamericano. Para Sar- miento, por ejemplo, el indio representa “la bar- barie y, por tanto, hay que eliminarle para abrir paso al progreso y la civiliza- ción... definitivamente existe la superioridad de unas razas sobre otras; entre ellas, de la raza an- glosajona” (citado por Sacoto, 1994: 9). El mis- mo José Carlos Mariáte- gui, conocido como uno de los pensadores latinoa- mericanos más progre- sistas del siglo XX, fue impulsor de esta colo- nialidad que propagó la idea de una jerarquía ra- cial y epistémica, en este caso, en torno a los pue- blos negros, justificando su exclusión social, cultu- ral, política y económica, como también su silen- ciamiento dentro de la construcción teórica y discursiva de la modernidad. Para Mariátegui, mientras que los indígenas sí po- drían hacer una contribución social y cultural a la sociedad moderna, los negros no estaban en condicio- nes de contribuir a la creación de ninguna cultura “por la influencia cruda y viviente de su barbarie” (Walsh, 2004: 336). Hasta el antropólogo Fernando Ortiz, quien hizo mucho por visibilizar las prác- ticas culturales de los afrocubanos, tuvo en su trabajo temprano un pensamiento negativo sobre los pueblos negros: “una raza que bajo muchos aspectos ha conseguido marcar característicamente la mala vida cubana comunicándole sus supersticiones, sus organizaciones, sus lenguajes, sus danzas, etc.” (Ortiz, 1917: 38). Es a partir de esta racialización moderno-colonial que se forjó la idea de que los indios y negros por sí mismos no piensan; cualquier saber viene simplemente de la práctica de/con la naturaleza, así clasificado y nombrado como “tra- dición”, nunca como ciencia o co- nocimiento. De hecho, para Kant, la “raza” se basaba en un principio no histórico de la razón. Es decir, la razón (el pensamiento y el conoci- miento) estaba directamente liga- da al estatus humano; los conside- rados menos humanos –los indios y negros– no tenían razón o capaci- dad de pensar. Es en esta ligazón entre huma- nidad y razón la que apunta a una tercera dimensión de carácter ontológico, la colonialidad del ser, que ocurre cuando algu- nos seres se imponen so- bre otros, ejerciendo así un control y persecución de diferentes subjetivida- des como una dimensión más de los patrones de racialización, colonialis- mo y dominación que hemos discutido. En este sentido, lo que señala la colonialidad del ser no es la violencia ontológica en sí, sino el carácter prefe- rencial de la violencia que está claramente ex- plicado por la colonia- lidad del poder; es decir, la cuestión del ser coloni- zado tiene un arraiga- miento en la historia y el espacio: “La concepción del espacio invita a la re- flexión no solamente sobre el Ser, sino más específicamente sobre su aspecto colonial, el que hace que los seres humanos sientan que el mundo es como un infierno ineludible” (Maldonado-Torres, 2006: 103). Esta atención al espa- cio es importante por evidenciar cómo la supuesta neutralidad de las ideas filosóficas y las teorías socia- les esconde “una cartografía impe- rial implícita que fusiona la raza y el espacio [...] en las formas de olvi- do de la condenación, racismo epistémico y muchas otras [...] en Augusto Rendón, “Insidian la vida del justo y la sangre inocente condenan” (Salmo 93). Grabado, 1967
  • 6. NÓMADAS 106 NO. 26. ABRIL 2007. UNIVERSIDAD CENTRAL – COLOMBIA la cartografía de lo que se suele con- siderar como trabajo filosófico y pensamiento crítico” (Ibíd.:128- 129). Pero también es importante por lo que sugiere en términos de estrategia opuesta. Escobar (2005) lo aclara cuando argumenta que la mejor manera de contrarrestar es- tas tendencias imperializantes del espacio propio –las que producen la mirada desituada y desprendida propia del cartesianismo y la cien- cia moderna– es activar la especi- ficidad del lugar como noción contextualizada y situada de la práctica humana. Esta localización de seres y de sus conocimientos no sólo desafía la no- ción del vacío y no-lugar del conoci- miento científico, sino que también lleva a la discusión la cuarta dimen- sión de la colonialidad (no identifi- cada o considerada por Quijano), la que refiero aquí como la colonialidad de la naturaleza. Con esta dimensión de la colonialidad, hago referencia a la división binaria cartesiana entre naturaleza y sociedad, una división que descarta por completo la rela- ción milenaria entre seres, plantas y animales como también entre ellos, los mundos espirituales y los ancestros (como seres también vivos). De he- cho, esta colonialidad de la natu- raleza ha intentado eliminar la relacionalidad que es base de la vida, de la cosmología y del pensamiento en muchas comunidades indígenas y afros de Abya Yala4 y América Lati- na. Es esta lógica racionalista, como sostiene Noboa (2006), la que niega la noción de la tierra como “el cuer- po de la naturaleza”, como ser vivo con sus propias formas de inteligen- cia, sentimientos y espiritualidad, como también la noción de que los seres humanos son elementos de la tierra-naturaleza. Por lo tanto, la colonialidad de la naturaleza añade un elemento fundamental a los patrones del po- der discutidos (partiendo así de ellos y constantemente conectándoseles): el dominio sobre las racionalidades culturales, las que en esencia forman los cimentos del ser y del saber. Es la relación continua del ser con el pen- sar, con el saber y el conocer, que parte de un enlace fluido entre tres mundos: el mundo biofísico de aba- jo, el mundo supranatural de arriba y el mundo humano de ahora, así como las formas y condiciones tan- to del ser como del estar en ellos. El control que ejerce la colonialidad de la naturaleza es el de “mitoi- zar” esta relación, es decir, convertirla en mito, leyen- da y folclor y, a la vez, posi- cionarla como no racional, como invención de seres no modernos. De esta manera, intenta eliminar y controlar los sustentos, los sentidos y las comprensiones de la vi- da misma que parten de lu- gar territorio-pacha mama, reemplazándolos con una racionalidad moderna-occi- dental deslocalizada que desde las escuelas, los pro- yectos de desarrollo y hasta la universidad procura go- bernar a todos. En forma similar, Leff (2004) pone en discusión el proble- ma del logos científico que intenta regir la racionalidad ambiental des- de las condiciones del ser –el ser cons- tituido por su cultura en los diferentes contextos en los que significa a la na- turaleza–. Por ambiente se entiende, El campo de relaciones entre la naturaleza y la cultura, de lo ma- terial y lo simbólico, de la com- plejidad del ser y del pensa- miento; es un saber sobre las es- trategias de apropiación del mundo y la naturaleza a través de las relaciones de poder que se han inscrito en las formas do- minantes de conocimiento. [Es] el saber ambiental que entreteje en una trama compleja de co- nocimientos, pensamientos, cosmovisiones y formaciones discursivas que desborda el cam- po del logos científico, abrien- do un diálogo de saberes en donde se confrontan diversas racionalidades y tradiciones (Leff, 2004, 4-5) Tanto el saber ambiental del que habla Leff como la naturaleza como la entendemos aquí, abren otras vías para entender y enfrentar el proble- ma del conocimiento construido por la modernidad/colonialidad; plan- tean perspectivas distintas de com- prensión y apropiación del mundo que encuentran sus bases en la expe- riencia social y las epistemologías que se construyen a partir de ella. En es- Augusto Rendón, Grabado,
  • 7. 107 NÓMADAS WALSH, C.: ¿SON POSIBLES UNAS CIENCIAS SOCIALES/CULTURALES OTRAS? tas perspectivas la experiencia huma- na no queda subsumida bajo la apli- cación práctica, instrumental y utilitarista del conocimiento obje- tivo, como ocurre en las ciencias sociales hegemónicas. Tampoco que- dan fijados estos elementos dentro del proyecto epistémico de la moder- nidad: la representación de lo real a través del concepto, la voluntad de unificación del ser y la objetivación y transparencia del mundo a través del conocimiento (Leff, 2004). Mas bien, estos campos de saber marcan una “apertura” (en contraste con el cierre que hace el “conocimiento científico”), donde la creencia y el precepto epistémico-vivencial cen- tral es que se llega al conocimiento desde el mundo –desde la experien- cia, pero también desde la cosmo- logía ancestral y la filosofía de existencia que da comprensión a esta experiencia y a la vida5 –. En cam- bio, la perspectiva moderno-occi- dental asume que se llega al mundo desde el conocimiento. Y es ésta úl- tima perspectiva ya asumida y natu- ralizada como abstracto universal, que se puede observar tanto en la esfera política (incluyendo en la relación civilización-progreso-mer- cado) como en la universidad, par- ticularmente en su tendencia actual neoliberal corporativa, donde la lo- calidad histórica es suplida por formulaciones teóricas monolíticas, monoculturales y “universales”. En esencia, lo que está en juego entonces, son sistemas distintos de pensar y de construir conocimiento. ¿Qué implicaría para las ciencias so- ciales no limitarse a un sistema –mal posicionado como universal– sino poner en consideración una pluri-versalidad de perspec- tivas epistemológicas, bus- cando de este modo un diálogo entre ellas? ¿Qué ofrecería dar visibilidad y credibilidad a la experien- cia social, a las prácticas y a los agentes y saberes no te- nidos en cuenta por la ra- cionalidad hegemónica? ¿Son estas consideraciones suficientes o, más bien, ne- cesitamos ser más radicales, contemplando la construc- ción de ciencias sociales/ culturales “otras”, que apun- ten hacia una mayor pro- yección e intervención epistémica, sociopolítica y cultural de-coloniales? Reflexiones en torno a epistemologías de-coloniales y ciencias sociales y culturales “otras” Existen distintas perspectivas desde las cuales podemos empezar a pensar la epistemología y las ciencias sociales de otra manera. Una perspectiva propuesta por Boa- ventura de Sousa Santos (2005) en el marco de la experiencia del Foro Social Mundial y desde la opera- ción epistemológica y ontológica efectuada por los movimientos y organizaciones sociales, apunta la necesidad de “una epistemología del sur” que de credibilidad a las nuevas experiencias sociales con- trahegemónicas y a los supuestos epistemológicos alternativos que estas experiencias construyen y marcan. Para Santos, esta opera- ción epistemológica consiste en dos procesos que podrían enfren- tar el sentido común de las cien- cias sociales hegemónicas, lo que él llama la “sociología de las au- sencias” y la “sociología de las emergencias”. Mientras la primera se basa en el reconocimiento y la valorización de diferentes racio- nalidades, conocimientos, prácticas y actores sociales moviéndose así en el campo de las experiencias socia- les, la segunda pretende “identificar y ampliar los indicios de las posibles experiencias futuras, bajo la aparien- cia de tendencias y latencias que son activamente ignoradas por la racio- nalidad y el conocimiento hege- mónicos” (Ibíd., 38), actuando de esta manera en el campo de las ex- pectativas sociales a partir de po- sibilidades radicales y concretas6 . Conjuntamente, estas dos socio- logías por su inconformismo y sus dimensiones sociales, políticas, éti- cas, subjetivas y de porvenir, permi- ten comprender, actuar e imaginar el mundo de otra manera, lo que no hacen las ciencias sociales tra- dicionales. Además, sugieren otras formas de involucramiento, de análisis e investigación como tam- bién de elaboración y producción de teoría. “Mataos los unos a los otros”, 1963
  • 8. NÓMADAS 108 NO. 26. ABRIL 2007. UNIVERSIDAD CENTRAL – COLOMBIA Claramente, la perspectiva an- terior pone sobre el tapete el rol de la universidad tradicional, tanto por su aislamiento de las nuevas prácticas de los actores emergentes –lo que resulta en conceptos y teorías que no se adecuan a las rea- lidades actuales– como por su academicismo, elitismo, falta de interés y de capacidad de apoyar procesos de teorización y reflexión con los movimientos y otros acto- res sociales. Es a partir de esta rea- lidad que se ha venido planeando la Universidad Popular de los Mo- vimientos Sociales como una red de conocimiento con dos argumentos centrales: (1) promover el encuen- tro entre gente dedicada predomi- nantemente a las prácticas de transformación social y otros dedi- cados principalmente a la produc- ción teórica, y (2) avanzar en el desarrollo de un espacio para la for- mación de activistas y líderes de los movimientos sociales y de cientistas sociales dedicados al estudio de la transformación social (Santos, 2003). Otra perspectiva está reflejada en los procesos políticos y episté- micos de las comunidades y orga- nizaciones indígenas y afros de la región, procesos que parten de la racialización, el colonialismo y la dominación con la exigencia de enfrentar lo que Manuel Zapata Olivella ha denominado como las cadenas que ya no están en los pies sino en las mentes. Con este obje- tivo, se pueden presenciar iniciati- vas emergentes enfocadas en la construcción y fortalecimiento de pensamientos y epistemologías pro- pias. Estas iniciativas “casa adentro” ponen en debate y discusión la pro- ducción de saber local y ancestral, incluyendo sus consecuencias filo- sóficas, identitarias, ontológicas (subjetivas) y políticas (Cfr. Cric, 2004; Walsh, 2004; Walsh y García, 2002 y Walsh y León, en prensa). Estas iniciativas también han veni- do poniendo en consideración la producción intelectual-activista de personajes rara vez incluidos en las ciencias sociales nacionales y lati- noamericanas, como Zapata Olive- lla y Manuel Quintín Lame en Colombia, Fausto Reinaga en Bo- livia, Dolores Cuacuango y Juan García en Ecuador, entre otros, cu- yos actos, discursos y escritos se di- rigen a los procesos de liberación de su propia gente. Como he argu- mentado en otra parte (Walsh, 2004), buscar la manera de que es- tos conocimientos y perspectivas epistemológicas penetren los espa- cios académicos de la universidad, rompiendo así los silencios e ingre- sando en el diálogo de pensamien- to, tanto de las ciencias sociales como de otros campos discipli- nares, es un reto enorme. Un ejemplo de llevar las episte- mologías propias no sólo a casa adentro sino casa afuera y en el con- texto de la educación superior, se Augusto Rendón, Santa Bárbara. Grabado, 1963
  • 9. 109 NÓMADAS WALSH, C.: ¿SON POSIBLES UNAS CIENCIAS SOCIALES/CULTURALES OTRAS? encuentra en la propuesta de la Universidad Intercultural Amawtay Wasi de las Nacionalidades y Pue- blos Indígenas del Ecuador, concep- tualizada y pensada desde la filosofía y cosmología de Abya Yala. Amaw- tay Wasi considera su tarea central de la siguiente manera: Responder desde la epistemolo- gía, la ética y la política a la descolonialización del conoci- miento [...], un espacio de re- flexión que proponga nuevas formas de concebir la construc- ción de conocimiento […] poten- ciar los saberes locales y construir las ciencias del conocimiento, comorequisitoindispensablepara trabajar no desde las respuestas al orden colonial epistemológico, filosófico, ético, político y eco- nómico; sino desde la propuesta construida sobre la base de prin- cipios filosóficos [andinos]. (Amawtay Wasi, 2004: 165) A partir del ejemplo de Amaw- tay Wasi, podemos empezar a visualizar “un proyecto-otro” de educación universitaria que toma como punto de partida una lógica y pensamiento enraizados en el en- tendimiento y uso renovados de la cosmovisión y teoría filosófica de Abya Yala, cuyo principio clave es la relacionalidad: la integración, articulación e interconexión entre todos los elementos de la Pacha- mama. Esta relacionalidad vivencial simbólica implica asumir una pers- pectiva epistémica y sociocultural que dé cuenta de la unidad en la diversidad, la dualidad complemen- taria y la reciprocidad o Ayni que apunta al rol fundamental del in- tercambio de saberes y la construc- ción colectiva del conocimiento como responsabilidad compartida. Es a partir de esta perspectiva epistémico-filosófica que Amawtay Wasi construye su propuesta intercul- tural basada en la necesidad de re- conocer e interrelacionar diversas racionalidades que articulan y res- ponden a cosmovisiones, experien- cias colectivas, “mitos fundantes”, lógicas y axiomas distintos, “de acuerdo a los cuales dan respuestas reflexivas y prácticas a preguntas claves relacionadas con la naturale- za de la realidad (pregunta ontoló- gica), las relaciones y posibilidades de conocimiento de esa realidad (pregunta epistemológica) y el o los caminos posibles de conocimiento (pregunta metodológica)” (173). Es a partir de tal perspectiva que la Amawtay Wasi intenta retar la frag- mentación entre saber-ser-naturale- za característica de la racionalidad científica occidental (enfocando en sentido colectivo de pertenencia la propia racionalidad y sabiduría como bases necesarias para el en- cuentro con el otro), buscando la complementariedad, la decolo- nialidad y la promoción de un diá- logo intercultural permanente entre racionalidades distintas7 . El hecho de que Amawtay Wasi haya sido concebida como parte del proyecto político del movimiento indígena y como respuesta a los legados colo- niales, evidencia una comprensión y práctica de la interculturalidad que radicalmente se diferencia de la que está asociada al Estado y sus políti- cas sociales y educativas. Aquí la interculturalidad es un paradigma de disrupción, pensado por medio de la praxis política y la construcción de un mundo más justo (Walsh, 2004). Una última perspectiva por mencionar en esta construcción de ciencias sociales/culturales de otro modo es la que orienta el Doctorado de Estudios Culturales Latinoame- ricanos de la Universidad Andina Simón Bolívar, sede Ecuador, cuyo enfoque central se orienta alrededor de la problemática de las geopo- líticas del conocimiento, es decir, de la relación entre conocimiento, modernidad y colonialidad. A diferencia de la mayoría de programas de posgrados, este doc- torado tiene características muy especiales, tal vez por el perfil de los alumnos –la mayoría con una larga trayectoria de trabajo com- prometido con movimientos y pro- cesos sociales– y tal vez por el perfil de los profesores –algunos vincula- dos con el proyecto colectivo de modernidad/colonialidad latino- americano y otros más ampliamen- te con las luchas de transformación social–. Por eso y casi desde su ini- cio, el programa se convirtió en un espacio de reflexión colectiva tan- to sobre la problemática de la su- puesta universalidad de las ciencias sociales y humanas, como sobre la realidad latinoamericana en tiem- pos de capitalismo transnacional, imperialismo neoliberal y global, y de lo que Frei Betto recientemente ha llamado la “globocolonializa- ción”8 . Buscar y trabajar hacia la configuración de espacios-otros de análisis, intervención y de produc- ción de conocimientos ha sido, en- tonces, parte central de la praxis del programa. De hecho, estos procesos han implicado la re-significación de lo que entendemos por “estudios cul- turales latinoamericanos”9 . Como he descrito en otra parte, Es abrir un espacio de diálogo desde Latinoamérica y especí-
  • 10. NÓMADAS 110 NO. 26. ABRIL 2007. UNIVERSIDAD CENTRAL – COLOMBIA ficamente desde la región an- dina sobre la posibilidad de (re)pensar y (re)construir los ‘es- tudios culturales’ como espacio de encuentro político, crítico y de conocimientos diversos. Un espacio de encuentro entre disciplinas y proyectos intelec- tuales, políticos y éticos que pro- vienen de distintos momentos históricos y de distintos lugares epistemológicos, que tiene co- mo objetivo confrontar el em- pobrecimiento de pensamiento impulsado por las divisiones dis- ciplinarias, epistemológicas, geográficas, etc. (Moreiras) y la fragmentación socio-política que cada vez más hace que la intervención cívica y el cambio social aparezcan como proyec- tos de fuerzas divididas (Walsh, 2003: 12) En este sentido, “los estudios culturales” nombra un proyecto in- telectual dirigido al (re)pensa- miento crítico y transdisciplinar, a las relaciones íntimas entre cultu- ra, poder, política y economía y a las problemáticas a la vez locales y globales reflejo de la actual lógica multicultural del capitalismo trans- nacional y tardío. También repre- senta una fuerza para enfrentar las tendencias dominantes en las uni- versidades latinoamericanas, es- pecialmente en los últimos años, orientadas a la adopción y reinsta- lación de perspectivas eurocén- tricas del saber (Lander, 2000b). Estudios culturales en este progra- ma refleja entonces el interés de articular desde América Latina, en conversación con otras regiones del mundo, proyectos intelectuales y políticos que ponen en debate pen- samientos críticos con el objetivo de pensar fuera de los límites defi- nidos por el neoliberalismo y la modernidad, y con el propósito de construir mundos y modos de pen- sar y ser distintos. Reflexiones finales Al retomar la perspectiva de Santos, Escobar (2005) ha argu- mentado recientemente que la ta- rea no es la búsqueda de soluciones modernas a problemas modernos, sino imaginar soluciones realmen- te novedosas con base en la prácti- ca de los actores sociales de mayor proyección epistemológica y social. En sí, la producción del saber tiene consecuencias políticas. ¿Es posible pensar unas ciencias sociales/culturales “otras”? Y, ¿qué implica este pensar en relación con epistemologías de-coloniales? Para terminar, propongo unas conside- raciones e interrogantes críticas: 1. Primero se debe considerar, tal como lo ha afirmado el intelectual-activista afro- esmeraldeño Juan García (Walsh y García, 2002), los conocimientos que han si- do considerados no-conoci- mientos. Es decir, poner en cuestión y tensión los signifi- cados mantenidos y reprodu- cidos por las universidades en general y las ciencias socia- les en particular, sobre qué es conocimiento, conocimiento de quiénes, y conocimiento para qué, es decir, con qué propósitos. También significa poner en cuestión y tensión la utilidad de teorías euro- céntricas para comprender la condición colonial, pasada y presente. 2. Igualmente es necesario con- siderar el posicionamiento de pensamientos / conocimien- tos otros, entendidos no como un pensamiento o conoci- miento más que podría ser sumado o añadido al cono- cimiento “universal” (una suerte de multiculturalismo epistémico), sino como un pensamiento/conocimiento plural desde la(s) diferen- cia(s) colonial(es), conecta- do por la experiencia común del colonialismo y marcado por el horizonte colonial de la modernidad. ¿Es posible posicionar seriamente estos conocimientos en las univer- sidades en general y en las ciencias sociales/culturales en particular? De posicionarlos, ¿cómo podemos asegurar que no llegarán a ser simplemen- te un conocimiento más, un elemento de la foclorización y, peor aún, una herramienta de manipulación y control político? 3. ¿Cómo pensar nuevos luga- res de pensamiento dentro y fuera de la universidad? Lu- gares de pensamiento que permitan trascender, re- construir y sobrepasar las li- mitaciones puestas por “la ciencia” y los sistemas de conocimiento (epistemolo- gía) de la modernidad. Lu- gares, que a la vez, pongan en debate, diálogo y discu- sión lógicas y racionalidades diversas. Hace 35 años Rodolfo Staven- hagen publicó un texto con el títu- lo: “¿Cómo descolonizar las ciencias sociales?” Como antropólogo, el
  • 11. 111 NÓMADAS WALSH, C.: ¿SON POSIBLES UNAS CIENCIAS SOCIALES/CULTURALES OTRAS? interés de Stavenhagen fue, sobre todo, pensar las ciencias sociales no sólo desde las formas dominantes de la organización social de su épo- ca (el pensamiento social y políti- co de la Ilustración), sino también como un espacio de expresión de “contracorrientes radicales y de la conciencia crítica” (Stavenhagen, 1971: 39). Según argumenta él, el conocimiento que produce el cien- tífico social, “puede y debe volver- se un instrumento para el cambio que, mediante el despertar y desa- rrollo de la conciencia crítica crea- tiva, capacite a los que no tienen poder, a los oprimidos y coloniza- dos, a cuestionar primero, luego a subvertir, y modificar el sistema existente”. (Ibíd., 39). No obstante, lo que Staven- hagen no tomó en consideración es la existencia de estos modos “otros” de saber. En la lucha de la deco- lonialidad del poder, saber, natura- leza y ser, lo que los movimientos y grupos afrodescendientes e indíge- nas necesitan no es un “despertar y desarrollo de conciencia crítica creativa”, ni tampoco recibir capa- citación por intelectuales “con- cientes” de la izquierda. Las ciencias sociales/culturales tampoco necesi- tan simplemente una nueva inyec- ción de enfoques izquierdistas del posmarxismo o posmodernismo, aunque sean radicales. Lo que ne- cesitamos todos/as, es un giro dis- tinto, un giro que parta no de la lucha de clases, sino de la lucha de la decolonialidad, haciendo ver de este modo la complicidad moder- nidad-colonialidad como marco central que sigue organizando y orientando “las ciencias” y el pen- samiento académico-intelectual. En la filosofía y el pensamiento de los pueblos de Abya Yala, esta- mos entrando en una nueva era de Pachakutik, la era de la claridad. La entrada en esta era ya está eviden- ciándose, tanto en los proyectos políticos y epistémicos de los mo- vimientos, como en los giros deco- loniales que estos proyectos están moviendo. Por eso mismo, quiero terminar con las palabras de Evo Morales pronunciadas en su ponen- cia inaugural: “Estamos acá para decir, basta a la resistencia. De la resistencia de 500 años a la toma del poder para 500 años, indígenas, obreros, todos los sectores para aca- bar con esa injusticia, para acabar con esa desigualdad, para acabar sobre todo con la discriminación, opresión donde hemos sido some- tidos [...]” (Morales, 2006). Citas 1 Estas discusiones empezaron a visibilizarse con la publicación del informe de la Co- misión Gulbenkian en 1996 Abrir las ciencias sociales, aunque se evidenciaban anteriormente en algunos autores euro- peos como Foucault y Bourdieu, y auto- res latinoamericanos como Stavenhagen, Augusto Rendón, La víctima. Grabado, 1964
  • 12. NÓMADAS 112 NO. 26. ABRIL 2007. UNIVERSIDAD CENTRAL – COLOMBIA González Cassanova y Quijano, entre otros. Para debates más recientes y par- tiendo del problema de la modernidad/ colonialidad, ver Castro-Gómez (2000), Lander (2000a), Walsh, Schiwy y Cas- tro-Gómez (2002). 2 No obstante, y como argumenta Lander (2000b), esta producción teórica todavía permanecía dentro de las metanarrativas universales de modernidad y progreso; poco consideraba “las implicaciones enor- mes de la pluralidad de historias, sujetos y culturas que caracterizan América Lati- na” (521), como también los conocimien- tos de estos sujetos y culturas y su produc- ción intelectual. Esto porque su locus cen- tral de atención fue enfocado en la eco- nomía como el lugar de dominación, pa- sando por alto otras formas de poder, par- ticularmente la raza como base tanto de la clasificación social como del Estado-na- ción (Crf. Quijano, 2000). 3 Como argumenta Mignolo (2003), el conocimiento “experto” sirve como base no sólo de la epistemología y la “ciencia” sino también de la filosofía económico- política, incluyendo los conceptos de “democracia”, “libertad” y su conexión con el “desarrollo” y “progreso”, todos ligados al mercado. 4 Abya Yala es el nombre acuñado por los cunas de Panamá para referirse al territo- rio y las naciones indígenas de las Amé- ricas. Significa “tierra en plena madu- rez”. Para Muyulema (2001), esta forma de nombrar tiene un doble significado: como posicionamiento político y como lugar de enunciación, es decir, como manera de confrontar el peso colonial presente en “América Latina” entendi- da como proyecto cultural de occiden- talización articulado ideológicamente en el mestizaje. 5 Un ejemplo concreto se encuentra en las luchas de los movimientos indígenas en contra del TLC. Más que simplemen- te un desacuerdo con las políticas del Es- tado y la imposición capitalista-imperial del control del mercado, estas luchas for- man parte de una resistencia histórica en defensa de la existencia y de la vida en la cual el entretejido entre ser-naturale- za-saber tiene una posición clave. 6 Interesante anotar aquí el argumento del autor de que es la misma modernidad occidental la que ha creado la discrepan- cia entre experiencias y expectativas, principalmente, por medio del concepto de progreso. 7 Claro es que un problema central con la propuesta es la falta de atención que da a otras nacionalidades indígenas no kichwas, y a los pueblos afroecuatorianos. La Universidad misma acepta esta falen- cia pero hasta el momento no ha busca- do una manera de resolverla. 8 Entrevista El Comercio, 1 de agosto del 2004. 9 Esta re-significación se diferencia de lo que muchas veces se ha denominado como la “primera generación” de los es- tudios culturales en América Latina re- flejado en los trabajos de Néstor García Canclini, Jesús Martín Barbero y Renato Ortiz, entre otros, pero también de las trayectorias despolitizadas de los estudios culturales en los Estados Unidos. Bibliografía CASTRO-GÓMEZ, Santiago (ed.), 2000, La reestructuración de las ciencias sociales en América Latina, Bogotá, Instituto Pensar / Centro Editorial Javeriana. CRIC, 2004, Qué pasaría si la escuela…? 30 años de construcción de una educación pro- pia, Popayán, Consejo Regional Indíge- na de Cauca. ESCOBAR, Arturo, 2005, Más allá del tercer mundo. Globalización y diferencia, Bogo- tá, Instituto Colombiano de Antropo- logía e Historia / Universidad de Cauca. 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  • 13. 113 NÓMADAS WALSH, C.: ¿SON POSIBLES UNAS CIENCIAS SOCIALES/CULTURALES OTRAS? STAVENHAGEN, Rodolfo, 1971, “Como descolonizar las ciencias sociales”, en: Sociología y subdesarrollo, México D.F., Nuestro Tiempo. WALLERSTEIN, Emmanuel (coord.), 1996, Abrir las ciencias sociales. Reporte de la Comisión Gulbenkian para la reestructu- ración de las ciencias sociales, México, Si- glo XXI. WALSH, Catherine; Freya Schwy y San- tiago Castro-Gómez (eds.), 2002, In- disciplinar las ciencias sociales, Quito, UASB / Abya Yala. WALSH, Catherine, 2003, “¿Qué saber, qué hacer y cómo ver? Los desafíos y predica- mentos disciplinares, políticos y éticos de los estudios (inter) culturales desde América Andina”, en: C. Walsh (ed.), Estudios culturales latinoamericanos. Re- tos desde y sobre la región andina, Quito, UASB / Abya Yala. , 2004, “Colonialidad, conoci- miento y diáspora afro-andina: Constru- yendo etnoeducación e interculturalidad en la universidad”, en: E. Restrepo y A. Rojas (eds.), Conflicto e (in)visibilidad. Retos en los estudios de la gente negra en Colombia. Estudios Afrocolombianos, Popayán, Universidad del Cauca. WALSH, Catherine y Juan García, 2002, “El pensar del emergente movimiento afroecuatoriano: Reflexiones (des)de un proceso”, en: Daniel Mato (comp.), Es- tudios y otras prácticas intelectuales lati- noamericanas en cultura y poder, Caracas, Clacso / Faces. WALSH, Catherine y Edizon León, (en pren- sa), “Afro Andean Thought and Dias- poric Ancestrality”, en: Marina Ban- chetti y Clevis Headley (eds.), Shifting the Geography of Reason: Gender, Science and Religion, London, Cambridge Scho- lars Press.