2. Esta trillada pregunta carece de respuesta, no porque nos remita hacia atrás en la monotonía de un ciclo repetitivo sino porque debido al efecto acumulativo de pequeños cambios en cada vuelta del ciclo, los protagonistas –a la larga-desaparecen. Una genealogía del pollo que se remontará a mil millones de años nos revelaría una gradual transformación de nuestro emplumado compañero en una forma que ya no seria, de ninguna manera, un pollo. Por mi parte, aventuro que seria algo tan pequeño como la cabeza de un alfiler y viviría en el Océano. Tendríamos parecida constatación si trazáramos nuestro propio linaje hasta tan lejos.
3. ¿Y si llegáramos aún más allá? Debemos presumir que fue el inicio. Las insinuaciones sobre la inmortalidad del ADN, hechas en el capitulo anterior, exigen ahora mejor perspectiva. Estas enormes moléculas, llenas de necesaria información para crear nuestras actuales formas vivientes sobre la Tierra, deben de haber tenido un comienzo modesto en algún momento de un pasado distante.
4. Las mejores estimaciones suponen que la vida comenzó hace 3.000.000.000 de años, cuando, al cabo de unos 2.000.000.000 de años después de formarse la Tierra, ésta se había enfriado lo suficiente. Existen fósiles de más de 2.000.000.000 de años de antigüedad de criaturas marinas, muy sencillas y extremadamente pequeñas. Seguramente, los antepasados de aquellas criaturas fosilizadas eran aún más pequeños, y cabe suponer también que la forma más primitiva de vida fue una célula, probablemente no muy distinta de las formas más sencillas de organismos unicelulares que abundan actualmente.
5. Así las cosas, la cuestión principal para nosotros es: ¿Cómo se supone que apareció la primera célula? (No cómo apareció, pregunta que nunca obtendrá una respuesta segura, ya que nadie estuvo allí para verlo.) Cabe imaginar ingeniosas suposiciones y hacer experimentos que nos indiquen probabilidades.
6. LOS INGREDIENTES ESENCIALES Tenemos una bonita idea, basada en las conclusiones de los estudios de los geólogos, paleontólogos, físicos y biólogos, acerca de cómo era probablemente la Tierra hace 3.000.000.000 de años. Los libros y las película de ciencias ficción son muy gráficos al respecto y probablemente bastante correctos: grises extensiones, completamente estériles, de roca y lava, sin una brizna de hierba; volcanes en erupción; escayados picos montañosos; mares humeantes; sombrías nubes y continuos e interminables aguaceros perturbados periódicamente por relámpagos y rachas de truenos – algo que no vio ni oyó ninguna criatura viva. Hubiera sido, sin duda, un lugar miserable para cualquier ser humano, pero fue bueno para el inicio de la vida. He aquí lo que habría sido necesario para que la vida echara a andar: Elevada temperatura. Gran cantidad de agua. Fuentes de los átomos necesarios de carbono, hidrógeno, nitrógeno, oxígeno y fósforo. Una fuente de energía.
7. Ningún problema por lo que respecta al calor y a l agua. Mientras la Tierra se enfriaba, millones de años de lluvia llenaron los océanos, que se calentaban por el calor que todavía retenía la Tierra. Proporcionaban la energía los relámpagos así como la radiación ultravioleta procedente del Sol, siempre que sus rayos lograban atravesar las nubes. (Estas radiaciones fueron mucho más potentes entonces que ahora, debido a que en aquel tiempo no había la capa de ozono existente en la parte alta de nuestra atmósfera. El ozono absorbe con eficacia la radiación ultravioleta. La capa de ozono se ha formado a partir del oxígeno que gradualmente se ha ido acumulando en la Tierra como consecuencia de la actividad de la vida vegetal).