Preciosa caminaba sola por un sendero junto al mar tocando su pandero en una noche silenciosa. De repente, escuchó una voz amenazante que la asustó, por lo que tiró su pandero y huyó corriendo, perseguida por el viento. Logró refugiarse en la casa del cónsul inglés, donde los carabineros la acogieron y ella les contó sobre su aventura, mientras afuera aún se oía el rugido del viento.