2. EL BOSCO
• Pintor holandés. Debe su nombre a su ciudad natal, en
la que al parecer permaneció durante toda su vida. Fue
hijo y nieto de pintores, por lo que su educación tuvo
lugar probablemente en el taller familiar, y realizó un
matrimonio ventajoso, que le permitió vivir
desahogadamente, entregado a su vocación por la
pintura, que le reportaría un gran éxito. No muchos
años después de su muerte, personalidades como el
rey Felipe II fueron coleccionistas fervorosos de sus
obras, que se hallan repartidas por todo el mundo y de
las que existe una excelente muestra en el Museo del
Prado.
3. EL BOSCO
• Aunque se desconoce la cronología de su producción
artística, se cree que pertenecen a la primera época
sus obras más convencionales, como El charlatáno La
crucifixión. En el centro de su carrera se sitúan sus
realizaciones más famosas, una serie de creaciones
abarrotadas de figuras, completamente al margen de
la iconografía de la época, ambientadas en paisajes
imaginarios y repletas de elementos fantásticos y
monstruosos, tales como demonios o figuras medio
humanas y medio animales, que conviven con figuras
diáfanas y paisajes tranquilos y encantadores.
4. ELBOSCO
• En esta línea se sitúan los trípticos de Las
tentaciones de san Antonio, El carro del
heno y El jardín de las delicias, en los que más
allá de la fantasía turbulenta y de la dificultosa
interpretación de la simbología, triunfan una
técnica excelente, fluida y pictórica, y un color
brillante, en los que reside buena parte de su
belleza.
5. EL BOSCO
• Después de estas obras magistrales, en las
que algunos intérpretes ven la representación
de la locura humana, realizó cuadros más
tranquilos y positivos (El hijo pródigo), para
cerrar su carrera con una serie de obras sobre
la Pasión de Cristo, en las cuales la figura
bondadosa del Salvador aparece rodeada de
una muchedumbre de seres deformes y de
rostros bestiales.
6. EL BOSCO
• Después de estas obras magistrales, en las
que algunos intérpretes ven la representación
de la locura humana, realizó cuadros más
tranquilos y positivos (El hijo pródigo), para
cerrar su carrera con una serie de obras sobre
la Pasión de Cristo, en las cuales la figura
bondadosa del Salvador aparece rodeada de
una muchedumbre de seres deformes y de
rostros bestiales.