1. 10. LA ESPAÑA DEL SIGLO XVIII
10.1. La guerra de Sucesión y el Sistema de Utrecht.
En 1700 murió sin descendencia Carlos II, último rey de la dinastía de los Habsburgo. Los dos
candidatos con más derechos al trono eran el archidurque Carlos de Austria, y Felipe de Anjou de la
casa de Borbón ( nieto de Luis XIV de Francia) a quien Carlos II había nombrado heredero. En 1701
sube al trono Felipe V con la oposición del Imperio austriaco, Inglaterra, Holanda y Portugal que
apoyaban al archiduque Carlos ante el temor de la unión en una misma corona de Francia y España ya
que Felipe V no había renunciado a sus derechos sucesorios al trono francés.
La guerra de Sucesión ( 1701-1714) se trató al mismo tiempo de una contienda europea y de
una guerra civil española. Como guerra europea, se enfrentaron el bando francoespañol y la Alianza
antiborbónica ( Inglaterra, Austria, Holanda y Portugal, a las que se añadió Saboya); como guerra
civil española, la Corona de Aragón ( Aragón, Cataluña y Valencia) era partidaria del archiduque
Carlos de Austria, mientras que la Corona de Castilla apoyaba a Felipe de Borbón. La guerra finalizó a
raíz de la elección del archiduque Carlos de Austria como emperador de Alemania en 1711, tras la
muerte de su hermano. Este cambio de situación planteaba una nueva amenaza para Europa en el caso
de que Carlos proclamara también rey de España, ya que formaría un gran bloque hispanoalemán
como en los tiempos de Carlos I. Ante esta posibilidad, Inglaterra presionó para firmar la paz.
La paz de Utrecht (1713) se trataba en realidad de una serie de tratados entre los contendientes
de la guerra de Sucesión. Inglaterra fue la gran vencedora y obtuvo ventajas mercantiles, como el
asiento de negros –monopolio del comercio de esclavos negros en la América española durante 30
años-- y el navío de permiso –autorización para enviar a América un navío al año con 500 toneladas
de mercancías para su venta, y concesiones territoriales: España cede a Inglaterra Gibraltar y
Menorca y Francia cede Terranova.
España fue la gran perdedora ya que, a cambio del reconocimiento de Felipe V como rey,
perdió todos sus territorios europeos: Sicilia, los Países Bajos, el ducado de Milán, Nápoles y
Cerdeña a favor de Austria y Saboya, además quedó relegada a potencia de segundo rango, como
aliada de Francia y rival de Inglaterra y Austria. La paz de Utrecht inaugura un nuevo orden
internacional, basado en el equilibrio entre tres grandes potencias rivales: Francia, que perdió su
hegemonía, Austria, territorio muy extenso pero falto de unidad e Inglaterra, que se convirtió en la
gran potencia comercial y marítima. En torno a ellas se agrupaban las demás naciones.
2. 10.2. Cambio dinástico. Los primeros Borbones.
La monarquía autoritaria de los Austrias ya había iniciado, en el siglo XVII, un proceso de
concentración de poder en Castilla. Sus Cortes apenas se reunían y, si lo hacían, era aprobar impuestos.
En Aragón, Navarra y el País Vasco se habían conservado las Cortes como instituciones propias y un
cierto grado de soberanía con respecto al poder central.
La llegada de los Borbones en el siglo XVIII supuso la implantación del modelo político
llamado absolutismo, que había sido implantado en Francia por Luis XIV durante el siglo XVII. Esta
fórmula política suponía que el monarca absoluto era la encarnación misma del Estado: a él pertenecía
el territorio y de él emanaban las instituciones. Su poder era prácticamente ilimitado pues era fuente de
ley, autoridad máxima del gobierno y cabeza de justicia. Con esta nueva concepción, los monarcas no
hacían sino fortalecer su poder.
Los primeros Borbones españoles, Felipe V (1700-1746) y Fernando VI (1746-1759)
asumieron la tarea de unificar y reorganizar los diferentes reinos peninsulares. Felipe V mediante los
Decretos de Nueva Planta (Valencia 1707, Aragón 1707-1711, Mallorca 1715 y Cataluña 1716),
impuso la organización político-administrativa de Castilla, y se unificaron en un modelo centralista.
Con la excepción de Navarra y País Vasco.
La Nueva Planta abolió también las Cortes de los diferentes reinos, integrándolas en las de
Castilla, que de hecho se convirtieron en las únicas Cortes. Consideradas incompatibles con la
autoridad del monarca, sólo se reunían a petición del Rey y para jurar al heredero. Se suprimió el
Consejo de Aragón y el Consejo de Castilla asumió sus funciones. De cualquier forma las
instituciones de la época de los Austrias pasaron a ser órganos meramente consultivos.
El monarca era apoyado en su labor por las Secretarías, parecidas a los actuales ministerios,
los secretarios eran nombrados y destituidos por el Rey. También se reorganizó el territorio:
eliminaron los antiguos virreinatos (menos los americanos) y crearon demarcaciones provinciales,
gobernadas por capitanes generales con atribuciones militares, administrativas y judiciales. Por último
se generalizó para el gobierno de las principales ciudades la institución de los corregidores
castellanos.
Los primeros Borbones comprendieron la importancia de tener un ejército y una marina
eficientes, por eso impulsaron nuevos sistemas de reclutamiento (1704) entre la población masculina,
de la nobleza provenían los oficiales. También en la organización militar, el tercio se sustituyó por el
regimiento. Se creó un ejército permanente y profesionalizado.
3. 10.3. Reformas en la organización del Estado. La monarquía centralista.
Con la llegada de la nueva dinastía se llevan a cabo reformas administrativas y económicas,
que tuvieron como base el centralismo francés y las nuevas ideas ilustradas:
• Reformas en la administración del Estado. Se promulgaron los Decretos de Nueva Planta, que
supusieron el fin de la autonomía de los países de la Corona de Aragón e implantaron un modelo
único de administración territorial (excepto Navarra y Provincias Vascas), que establecía como
máxima autoridad a un Capitán General al frente de una Audiencia y dividía el territorio en
intendencias, equivalente a las actuales provincias. Además se produjo la centralización del
poder político: las Cortes perdieron definitivamente todo su poder.
• Reformas en la Hacienda Real. Como consecuencia de los Decretos de Nueva Planta los
territorios de la Corona de Aragón tuvieron que contribuir con una cantidad equivalente a la que
pagaba Castilla. Aprovechando el derecho de conquista, se implantaron en los territorios de la
Corona de Aragón los siguientes impuestos: el equivalente y la talla en Valencia, la única en
Aragón y el catastro en Cataluña. El éxito del catastro por el que se recaudaba más, impulsó a los
monarcas a extenderlo a toda España (Marqués de la Ensenada. Catastro de Ensenada), que
fracasó porque se opusieron los privilegiados.
• Reformas Económicas.
- La cuestión agraria. El problema de la agricultura era fundamentalmente una cuestión social,
por eso las reformas técnicas que se llevan a cabo no resolvieron el problema de fondo: la
estructura desigual de la propiedad y un régimen de explotación abusivo que impedían la
modernización. Los gobiernos ilustrados realizaron el Expediente General, como punto de
partida para confeccionar una Ley Agraria que no llegó a realizarse (Jovellanos). Todos
coincidían en la necesidad de poner en cultivo nuevas tierras haciendo propietarios a los
labradores, pero sólo se disponía de las tierras comunales de propios y baldíos, si no se quería
atacar instituciones como el mayorazgo.
- Libertad de comercio. Los decretos de libre comercio abrían definitivamente el comercio
directo con América a otros pueblos peninsulares. Esto permitió la ampliación de capitales, en
especial andaluces y catalanes, y supuso un aumento en la recaudación de Hacienda. Se produjo
el desarrollo del comercio exterior pero el comercio interior se estancó por las malas
comunicaciones y la política de precios y tasas. El principal obstáculo radicaba en el desigual
reparto de la renta, especialmente agraria, que mantenía a gran parte de la población en el
autoconsumo e impedía liberar mano de obra para actividades industriales y comerciales.
- La producción artesanal. En la industria española predominaba el pequeño taller, de escasa
producción, o los métodos de trabajo arcaicos y rutinarios, derivados de un sistema gremial que
coartaba la libertad, la innovación y la competencia.
4. 10.4 La práctica del despotismo ilustrado: Carlos III
El despotismo ilustrado fue la teoría política dominante en Europa durante el siglo XVIII y se
basaba en dos principios fundamentales: el poder absoluto de la monarquía y el ideal del rey
filósofo. Sólo un rey filósofo, asistido por las minorías ilustradas del país, sabía lo que convenía a sus
súbditos y estaba en condiciones de impulsar desde el poder la reforma de la sociedad en todos los
aspectos necesarios para el progreso y la felicidad de su pueblo: en la educación ( para que fuera útil),
en al economía ( para que aumentara la producción y la riqueza), en la Iglesia ( para que cumpliera su
función con moralidad y eficacia).
En este planteamiento político, el pueblo aparecía como objeto, pero nunca como sujeto de su
propia historia. La filosofía que inspiraba el despotismo ilustrado quedaba, pues, resumida en la
famosa frase todo para el pueblo, pero sin el pueblo.
El mejor representante español de esta concepción política fue Carlos III que había reinado
veinte años en Nápoles, donde había llevado a cabo un importante plan de reformas que quiso aplicar a
su nuevo reino. Para ello intentó modernizar la sociedad española, rodeándose de ministros y
consejeros reformistas, como el conde de Aranda, el conde de Floridablanca y sobre todo
Campomanes, y algunos de origen extranjero como Esquilache.
• Carlos III empezó por la reforma de Madrid, una de las capitales más sucias y pobres de Europa:
se empedraron sus calles, se construyeron paseos monumentales, farolas con aceite para el
alumbrado, evacuación de residuos, etc. No es extraño que se le haya considerado el mejor alcalde
de Madrid.
• Potenció una política económica ( supresión de los privilegios de la Mesta, fomento de
construcciones hidráulicas) que se encaminaba a la modernización y mejora de las estructuras
productivas y comerciales. Entre sus proyectos cabe destacar el asentamiento de 2500 familias en
las colonizaciones de Sierra Morena, donde se pretendía crear un modelo ideal de sociedad,
compuesta por pequeños propietarios y buenos trabajadores.
• La Iglesia también fue objeto de algunas leyes, pero su medida más importante fue la expulsión de
los jesuitas ( 1767).
• También emprendió reformas de la Administración de Justicia y en el Ejército, que adquirió un
carácter más profesional.
• Pero donde mejor se aprecia su espíritu ilustrado es en el afán de extender la modernización a
toda la sociedad, de ahí la importancia de los vehículos de propagación ideológica, como la
educación, las Sociedades Económicas de Amigos del País y la prensa periódica de carácter
científico y cultural.
5. 10.5. Evolución de la política exterior en Europa.
La paz de Utrech puso fin a la guerra de Sucesión española y acabó con la hegemonía de
Francia en la segunda mitad del siglo XVII. Se inauguró un nuevo orden internacional, basado en el
equilibrio entre tres grandes potencias: Francia, Inglaterra y Austria. España quedó relegada a potencia
de segundo rango, como aliada de Francia y rival de Inglaterra y Austria.
La política exterior de Felipe V(1700-1746) se orientó a la recuperación de las antiguas
posesiones españolas en Italia. A esta política contribuyó la presión de su segunda esposa, Isabel
Farnesio, que aspiraba a que sus hijos ocuparan tronos italianos, ya que la corona de España
correspondía a los hijos del primer matrimonio de Felipe V. Pero fue necesaria la alianza con Francia,
a través de los llamados Pactos de Familia, para que esto sucediera.
El Primer Pacto de Familia (1733) involucró a España en la guerra de Sucesión de Polonia al
lado de Francia y contra Austria. Uno de los escenarios de la guerra fue Italia, donde se obtuvo el reino
de Nápoles y Sicilia para el hijo mayor de Isabel Farnesio, el futuro Carlos III. El Segundo Pacto de
familia (1743) involucró a España en la guerra de Sucesión de Austria que proporcionó el Ducado de
Parma a otro de los hijos de Isabel.
Fernando VI (1746-1759) llevó a cabo una política de neutralidad en los conflictos europeos.
La única preocupación fue el cuidado estratégico y económico del imperio colonial español, objetivo
fundamental de su política exterior. También se aprovechó la paz para restaurar la potencia naval
española, que se convirtió en la tercera más importante de Europa.
Durante el reinado de Carlos III (1759-1788) el objetivo fundamental fue intentar frenar el
expansionismo inglés en América. El sistema de alianzas había variado, ahora Austria era aliada de
Francia y rival de Inglaterra. En 1761 se firma el Tercer Pacto de Familia con Francia. España se vio
envuelta en la Guerra de los Siete Años. Al final tuvo que ceder La Florida a Inglaterra y a cambio
recibió La Luisiana de Francia. La gran oportunidad española fue la Guerra de Independencia de los
EE.UU. (1776 - 783), al final de la cual recuperamos Florida y Menorca. Sin embargo, esta última
guerra, de la que surgieron los estados Unidos de América del Norte, creaba una situación nueva pues
el ejemplo de las colonias del norte se podía extender al imperio colonial español.
10.6. La política borbónica en América.
La nueva dinastía borbónica impuso un cambio sustancial respecto a América, tanto en el
político-administrativo como en el plano económico.
6. • Las reformas administrativas pretendían facilitar un control más eficaz de las colonias
americanas. Entre las medidas adoptadas hay que señalar: el aumento de competencias de las
Secretarías en perjuicio del Consejo de Indias y de la casa de Contratación, disuelta en 1790
una vez desaparecido el monopolio comercial de un solo puerto con América; la creación de dos
nuevos virreinatos, Nueva Granada al norte y Río de la Plata al sur, que se añadieron a los dos ya
existentes de Nueva España y Perú, y, como novedades más importantes, la creación de un
ejército regular americano con destacamentos en diversos enclaves y el establecimiento de
intendencias con las mismas atribuciones que las peninsulares.
• En cuanto a la política comercial, los Borbones descubrieron en América una fuente de ingresos,
a través de una explotación económica de tipo colonial: América exportaba materias primas
(tabaco, cacao, azúcar) e importaba productos peninsulares. Se trataba de aprovechar las
posibilidades comerciales que tan inmenso mercado ofrecía, para ello se adoptaron diferentes
medidas:
- Se imitaron las prácticas inglesas y holandesas, y se crearon Compañías comerciales
privilegiadas y monopolísticas.
- Se adoptaron medidas liberalizadoras del comercio con América, que permitieron
aumentar los intercambios: en 1735 se suprimió el sistema de flotas y galeones por el
sistema de registros, en el que los particulares podían cargar sus mercancías en barcos
autorizados (registros) que partían para América cuando querían y además se autorizó el
libre comercio directo de los puertos peninsulares con los americanos, suprimiendo el
monopolio del puerto de Cádiz.
En conclusión, el comercio aumentó notablemente, como resultado de esta política, pero
América era un mercado excesivo para la escasa capacidad productiva de la industria peninsular. En
consecuencia, la mayoría de las manufacturas enviadas a América eran extranjeras, y en la
exportación propiamente española predominaban los productos agrícolas. Por otra parte, se calcula que
el volumen de contrabando- intercambios directos de Europa con América eludiendo el monopolio
español- era superior al del comercio legal.
10.6. La ilustración en España.
La Ilustración es el fenómeno cultural que define las forma de pensamiento del siglo XVIII Este
partía de los logros de la revolución científica del siglo XVII, que llevaron a la conclusión de que la
naturaleza se regía por leyes comprensibles para la razón humana y que podían ser formuladas
científicamente.
7. La Ilustración se basó, por tanto, en el culto a la razón, ya que ésta no sólo podía explicar las
leyes de la naturaleza, sino también a la sociedad y al hombre, e incluso perfeccionarla. Progreso y
felicidad, fueron las consignas de este siglo.
Sin embargo, el pensamiento ilustrado fue un fenómeno minoritario que se redujo a algunos
círculos intelectuales de la nobleza, la burguesía y clero. No fue un pensamiento revolucionario, sólo
pretendía reformar y modernizar algunos aspectos de la sociedad, sin acabar con los privilegiosde la
nobleza y del clero. Sin embargo, la crítica que la Ilustración emprendió contra la sociedad tradicional
acabó socavando las bases políticas y socioeconómicas del Antiguo Régimen.
La Ilustración llegó a España con cierto retraso y los reinados de Felipe V y Fernando VI no
pueden considerarse más que como una etapa preparatoria. Las nuevas ideas se canalizaban a través de
dos grupos minoritarios: los novatores, término despectivo con el que se designaba a aquellos que
defendían la renovación intelectual, y los proyectistas, término que se aplicó a aquellos que plantearon
reformas concretas para remediar los males del país.
El nuevo pensamiento se desarrolló en España en la segunda mitad del siglo XVIII durante el
reinado de Carlos III, monarca que alentó las reformas y se rodeó de consejeros y ministros ilustrados
como el conde de Aranda, el conde de Floridablanca y, sobre todo, el conde de Campomanes. Otras
figuras relevantes fueron Pablo de Olavide y Melchor Gaspar de Jovellanos. Estos hombres se
esforzaron sinceramente por asegurar el bienestar y la felicidad del pueblo, pero sin el pueblo, y si era
preciso, contra el pueblo.
Como se trataba de impulsar los cambios “desde arriba”, era necesario convencer a la sociedad
de la conveniencia de las reformas. Y para cambiar la mentalidad era fundamental la difusión de las
nuevas ideas. Los vehículos de difusión fueron las Sociedades Económicas de Amigos del País y la
prensa cultural y científica.
La educación fue una obsesión de los ilustrados. Pero su ideal no era una educación general
para toda la sociedad, sino una educación diferenciada según la posición social del individuo y con
una clara finalidad pragmática. Las clases superiores debían prepararse para ejercer su papel dirigente
en la sociedad. En cambio las clases populares debían limitar su aprendizaje a conocimientos básicos y
a la instrucción técnica necesaria para que su trabajo fuera más productivo.
A pesar de todo, las reformas fueron parciales y no alcanzaron los objetivos previstos.