1. 4. LA PENÍNSULA IBÉRICA EN LA EDAD MEDIA: LOS REINOS CRISTIANOS
4.1 Los primeros núcleos de resistencia
La franja cantábrica, libre de la ocupación musulmana, y los Pirineos, eran la zona más atrasada
de la Península: la pobreza de sus recursos, su clima y las dificultades de acceso las hicieron poco
atractivas para los conquistadores y excelente refugio para los que se resistieron a la invasión. Allí
surgieron los cuatro primeros focos de resistencia origen de los futuros reinos cristianos medievales.
• El reino astur-leonés siglo VIII-X. En la zona cantábrica, habitada por astures y cántabros, se
organizó el foco de resistencia más antiguo. Pelayo, protagonista de Covadonga, probablemente
era un noble visigodo, al que los astures proclamaron rey. El primer monarca de importancia fue
Alfonso I que realizó varias campañas por la meseta norte y repobló su reino con mozárabes
procedentes de esa zona. Sus sucesores, sin embargo, tuvieron que comprar su independencia a
los emires de córdoba. Con Alfonso II el reino de Asturias se convirtió en un auténtico estado
con capital en Oviedo. Pero la mayor expansión territorial se consiguió con Alfonso III que
trasladó la capital a León. El siglo X fue un período de crisis por la práctica independencia del
Condado de Castilla (Fernán González) y el continuo hostigamiento musulmán, en especial de
Almanzor.
• El reino de Pamplona. Embrión del futuro reino de Navarra, se constituyó en el siglo IX.
Integrado fundamentalmente por vascones, sus orígenes son confusos. La familia Jimena,
primera dinastía del reino, extendió su poder por tierras de La Rioja y llevó a cabo una política de
enlaces matrimoniales con todos los territorios vecinos, incluido el Califato de Córdoba. Ello
permitió el engrandecimiento del reino, durante el reinado de Sancho III el Mayor, con la
incorporación de los condados de Castilla y de Aragón, así como ejercer una indiscutible
autoridad sobre el reino de León.
• El Condado de Aragón. Habitado por una escasa población montañesa, se limitaba, en
principio, a la zona de Jaca. Sus orígenes se remontan al siglo IX. Durante el reinado de Sancho
III el Mayor formó parte del reino de Pamplona. A la muerte de Sancho, en el 1035, Aragón le
correspondió a su hijo Ramiro y tras la unión con los condados de Sobrarbe y Ribagorza se
convirtió en un reino.
• Los condados catalanes. Desde finales del siglo VIII, Carlomagno, pretendió crear, con ayuda
de los hispani, una barrera entre el Islam y el reino franco (la Marca Hispánica). Surgió, de este
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2. modo, un conjunto de condados integrados en la monarquía carolingia, pero con un afán de
independencia que fue creciendo a lo largo del siglo IX. El Condado de Barcelona llegó a ser
hegemónico gracias a dos de sus condes: Vifredo el Velloso (874-898) y Borrell II (947-992).
4.2 Principales etapas de la reconquista
El proceso se divide en cuatro etapas bien diferenciadas que van del siglo VIII al siglo XIII.
• Siglos VIII-X: ocupación de la cuenca del Duero, entre el sistema Central y la Cordillera
Cantábrica, zona casi despoblada porque los bereberes la abandonaron después de la rebelión del
741 y porque muchos cristianos se dirigieron al reino asturiano durante las campañas de Alfonso
I. Por tanto, si se prescinde del triunfalismo cristiano respecto de la batalla de Covadonga, la
realidad es que el avance durante esta época se limitó a la ocupación de territorios casi vacíos.
• Siglo XI y primera mitad del XII: avance hasta la cuenca del Tajo. El siglo XI marca el
verdadero comienzo de la reconquista, ya que se produjo un cambio radical con el fin del Califato
y el fortalecimiento de los reinos cristianos. Estos últimos aprovecharon la debilidad de los reinos
de taifas para someterlos al pago de parias y avanzar hacia el sur: Alfonso VI, rey de Castilla y
León, conquistó Toledo en el 1085; los reyes de Aragón el valle del Ebro (Huesca y Zaragoza) y,
aunque los almorávides consiguieron frenar el avance por un tiempo y derrotar a los cristianos en
Sagrajas, a mediados del siglo XII se ocuparon el valle del Tajo hasta Lisboa y el valle del Ebro
hasta Tortosa.
• Segunda mitad del siglo XII. El poder almohade y las disputas entre los reinos cristianos
frenaron el avance. No obstante, se produjeron dos novedades importantes: la creación y
protagonismo de las Órdenes Militares y la firma de tratados entre Castilla y León y la Corona
de Aragón, para delimitar los territorios que les correspondían en las conquistas futuras (Tudillén
y Cazorla).
• Siglo XIII. Ante el creciente poder almohade los reinos cristianos finalizaron sus disputas y se
unieron frente al peligro común. Un numeroso ejército dirigido por los reyes de Castilla (Alfonso
VIII), Aragón (Pedro II) y Navarra (Sancho VII) derrotó a los almohades en las Navas de Tolosa
(1212). La reconquista cobró un nuevo impulso: Portugal fue el primer reino en completarla en
su área de expansión, la Corona de Aragón efectuó un avance muy rápido con Jaime I el
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3. Conquistador (Mallorca, Ibiza, Valencia) y Castilla y León, definitivamente unidas con Fernando
III el Santo, conquistó Extremadura y el Valle del Guadalquivir y más tarde, con Alfonso X el
Sabio, terminó la conquista de Andalucía y Murcia. Quedaba el reino nazarí de Granada, cuyas
fronteras con Castilla apenas variaron en los dos siglos siguientes.
4.3 Las formas de ocupación del territorio y su influencia en la estructura de la propiedad.
Modelos de repoblación y organización social
La organización social en el medioevo cristiano fue consecuencia de tres factores: los modelos de
repoblación, el protagonismo absoluto de la Iglesia en el terreno ideológico y la importancia de la
fuerza militar en una sociedad en guerra casi permanente.
• Modelos de repoblación.
o La presura (siglos VIII-X). Ocupación de una tierra despoblada que se reparte en
pequeñas y medianas propiedades. Se aplicó en parte de Galicia, la Cuenca del Duero, el
alto Ebro y en el piedemonte pirenáico. En estos territorios existía una mínima población que
carecía de todo tipo de organización política, estas tierras se consideraban abandonadas y sin
dueño. Para favorecer la llegada de nuevas gentes los reyes permitieron que los campesinos
fueran dueños de las tierras que pudieran explotar. A esta forma de acceso a la propiedad se
le llamó presura y aprisio en las comarcas catalanas. Hacia el siglo X se encargó la
repoblación a monasterios, obispos o nobles, que también accedían a la propiedad por
presura, podían ceder la explotación de la tierra a campesinos llamados colonos, que tenían
que pagar una renta o foro. Había también tierras comunales además de las del señor y las de
los colonos.
o La repoblación concejil (siglos XI y XII). Se conquistaron las tierras comprendidas entre el
Duero y Tajo, se encargó la repoblación a los concejos. El territorio se dividía en concejos
con grandes términos o alfoces, regidos por una ciudad o villa cabecera, en la que se instalaba
un representante del rey y un grupo de caballeros para su defensa. El rey otorgaba un Fuero o
Carta Puebla, normas que regulaban la vida municipal. La estructura de la propiedad
resultante se caracterizó por el predominio de la mediana propiedad libre y la abundancia
de tierras comunales. Se aplicó en las tierras entre el Duero y los Montes de Toledo y en el
valle del Ebro.
o La repoblación de las Órdenes militares (segunda mitad del S. XII y primera mitad del
S.XIII). Se llegó hasta el Guadiana, el Guadalupe, la cuenca baja del Turia y las islas
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4. Baleares. La estructura de la propiedad predominante fueron los latifundios, dedicados a la
ganadería. La característica general era la escasez de pobladores, crecía mucho el territorio
disponible y muy poco la población. Se aplicó en zonas extensas y poco pobladas, sobre todo
en La Mancha y Extremadura, en cuya conquista tuvieron un papel importante las Órdenes
militares de Alcántara y Santiago en Extremadura y Calatrava en La Mancha.
o La repoblación por repartimientos siglo XIII. Se ocuparon el bajo Guadiana, el
Guadalquivir, el Júcar y el Segura, es decir, Andalucía occidental y penibética, el sur de
Valencia y Murcia. Tras la ocupación de una ciudad y el territorio circundante, los oficiales
reales hacían inventario de los bienes y los dividían en donadíos, cuyo tamaño y valor estaba
en relación con el rango social de quien lo recibía. Se aplicó al valle del Guadalquivir y al
litoral levantino. El resultado fue la adquisición de grandes latifundios por parte de la
nobleza, las órdenes militares y la Iglesia.
• Organización social.
Se consolidó una estructura tripartita definida por la función esencial que cada grupo o
estamento desempeñaba para el conjunto de la comunidad: el clero –oradores-, encargado de velar
por la salvación de las almas; la nobleza –defensores-, cuyo cometido era la defensa de la
comunidad; y el estado llano –labradores-, al que correspondía trabajar para el mantenimiento de
todos.
La nobleza para poder cumplir la función que se le había encomendado recibía del rey un
territorio del cual obtener rentas suficientes para sufragar sus gastos. Los nobles no pagaban
impuestos, tenían sus propios jueces, podían ocupar cargos políticos. Existía según su rango o
riqueza al alta y la baja nobleza. El clero para poder cumplir con su función también el rey le
entregaba unas tierras, podían cobrar impuestos, como el diezmo. Gozaban asimismo de privilegios y
no pagaban impuestos. Al igual que la nobleza había alto clero (arzobispos, obispos…) y bajo clero
secular y regular. El pueblo llano, formado básicamente por campesinos que podían ser libres o no
libres (siervos). Si estaban adscritos a un latifundio señorial, de un monasterio o de realengo, además
de trabajar sus tierras estaban obligados a trabajar también las del señor durante unos días al año.
Otro grupo era el de los hombres libres, que eran los que vivían en los burgos o ciudades a los que al
principio del resurgir de las ciudades se les llamó burgueses.
En términos generales, la división social era rígida, cada estamento se regía por normas
diferentes, la movilidad vertical era muy escasa y, por último, el único estamento realmente abierto
era el clero, aunque con una clara delimitación de cargos según el origen social de sus miembros.
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5. 4.4 Diversidad cultural: cristianos, musulmanes y judíos
Si hay un rasgo sobresaliente del panorama cultural de la Península Ibérica en la Edad Media
es sin duda su carácter plural: la existencia de mudéjares en los territorios cristianos y de
mozárabes en los musulmanes, así como de judíos en ambas zonas, propició el contacto frecuente y
el intercambio de conocimientos entre las tres culturas, más allá de las diferencias religiosas o las
rivalidades políticas y militares.
Tras la caída del Imperio Romano fue la Iglesia, en concreto los monasterios, la que
asumió el papel de preservar y trasmitir la cultura, sobre todo mediante la copia y conservación de
libros. Hasta el siglo XI, los únicos centros de instrucción elemental fueron algunas escuelas
monacales, pero enseñaban a futuros monjes. Fuera del clero, sólo algunos nobles o altos
funcionarios sabían leer y escribir.
Por el camino de Santiago llegaron a la península modos culturales del otro lado de los
Pirineos como el arte románico y los cantares de gesta. El latín ya no era una lengua oral, pero
seguía siendo la que se empleaba para escribir hasta que aparecieron las obras de Berceo o el Poema
de Mio Cid.
A partir del siglo XII con el renacimiento de la vida urbana, cobraron importancia las
catedrales. Surgieron, pues, las escuelas catedralicias que impartían también instrucción elemental a
los hijos de la burguesía, de la pequeña nobleza urbana, e incluso al clero, cuya ignorancia
preocupaba en primer lugar a la propia Iglesia.
Las Universidades o Estudios Generales aparecieron en el siglo XIII y agrupaba a
profesores y estudiantes. Fueron fundaciones regias, pero necesitaban de la autorización del Papa. La
más antigua fue la de Palencia, de corta y precaria vida, y le siguieron la de Salamanca, Valladolid,
Lérida y Lisboa.
La colaboración intelectual entre cristianos, musulmanes y judíos se llevó a cabo
fundamentalmente en los centros de traducción del árabe, que surgieron de forma espontánea en
diversas ciudades como Tudela (Navarra), Tarazona (Zaragoza), Zaragoza, Barcelona y Toledo.
Alcanzó gran notoriedad la Escuela de Traductores de Toledo. Esta escuela contaba con la
presencia de judíos que conocían bien el latín y el árabe y podían traducir las obras de unas lenguas a
otras, poniendo así en contacto las dos culturas y sirvió también para la difusión por Occidente de
obras de la antigüedad griega y de los tratados científicos del mundo islámico. En el siglo XIII, el
prestigio de Toledo se incrementó aún más bajo el mecenazgo de Alfonso X el Sabio, que alentó
además, la utilización de las lenguas vulgares como el gallego y sobre todo el castellano, al cual se
tradujeron del árabe numerosas obras científicas, filosóficas y literarias. También en los territorios
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6. del reino de Aragón se desarrolló una importante obra escrita de crónicas cuyos autores más
conocidos pueden ser Bernat Desclot o Ramón Muntaner. Ramón Llull, contemporáneo de
Alfonso X, escribió al menos 273 obras en latín, árabe, catalán y provenzal. Cabe destacar ya en el S.
XIV la Escuela Cartográfica de Mallorca.
4.5. Manifestaciones artísticas
El románico es un arte religioso y monacal que se desarrolla durante los siglos XI y XII
difundido por los monjes de Cluny y el auge europeo de las peregrinaciones, en la península sería a
través del camino de Santiago.
• Arquitectura: Hay dos tipologías: iglesias con planta de cruz latina y monasterios con claustro,
sala capitular y otras dependencias. Los exteriores macizos, con gruesos muros de sillares de
piedra y escasos vanos y los interiores oscuros, invitan a la oración. Emplea el arco de medio
punto en ventanas y portadas, ábsides en la cabecera y bóveda de cañón cubriendo las naves.
Las fachadas están encuadradas por dos torres y portadas de acceso abocinadas con decoración
escultórica. Ejemplos: catedral de Jaca, San Martín de Frómista, (Palencia), Santiago de
Compostela.
• Escultura: Está subordinada a la arquitectura y tiene una función moralizante (adoctrinar
mediante imágenes a una sociedad analfabeta). Solo trata temas religiosos y representaciones del
Maligno o animales fantásticos (bestiario) que simbolizan vicios y pecados. En ella sólo importa
el mensaje doctrinal y por eso huye del naturalismo tanto por su rigidez como por su simetría
formal y compositiva (ley del marco arquitectónico) y busca la expresividad, la desproporción
anatómica y el esquematismo. Se localiza en capiteles de iglesias y claustros (Monasterio de
Silos) o portadas de acceso (Pórtico de la Gloria de Compostela). En los tímpanos, se representa
el pantocrator o Cristo Juez rodeado del tetramorfos, presidiendo un Juicio Final a toda la
humanidad. En escultura exenta, destacan los Crucificados de cuatro clavos y Maiestas Mariae
(Virgen que sirve de trono al Niño).
• Pintura: Su función es la misma que la escultura. Se localiza sobre todo en los ábsides. No
existe concepción del espacio, de la profundidad, ni de la luz. Estamos ante representaciones
mentales con una visión frontal de las figuras que se ubican en espacios sagrados (la luz es
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7. Jesucristo), con colores planos y brillantes que dejan a las figuras sin corporeidad, volumen o
sombras. Predomina la línea o dibujo sobre el color, con líneas negras que marcan los
contornos y pliegues de las vestiduras. La composición se organiza en registros siguiendo una
jerarquía social: sólo Jesucristo ofrece mayor tamaño. Los temas son religiosos y a veces
también los doce meses con su zodiaco expresados en labores agrícolas. Los artistas son
anónimos en su mayoría, de ahí que hablemos de escuelas o focos bajo el nombre de “maestros”.
Son famosas las pinturas del Pirineo catalán, (Maestro de Tahúll ) y el panteón de San Isidoro de
León.
El gótico es un arte burgués y urbano desarrollado en los siglos XIII-XV. La orden del Cister
llega a la Península fundando nuevos monasterios e introduciendo el arte gótico por Castilla,
Cataluña y Aragón. A Valencia y Baleares llegará en el siglo XIV y será más mediterráneo (menor
apertura de vitrales). Andalucía (Sevilla y Granada) será el último foco ya del XV, con un estilo más
ornamental.
• Arquitectura: Es una arquitectura esbelta, ligera y luminosa, distinta de la románica. Las
construcciones más significativas son las catedrales y los ayuntamientos y palacios. El Gótico
se caracteriza por la verticalidad, los espacios transparentes y diáfanos: el muro casi desaparece
sustituido por vidrieras de colores que iluminan el interior. La catedral es el edificio más
representativo y está financiada por los gremios de la ciudad, los burgueses y las donaciones
reales o nobiliarias. Su planta es de cruz latina con tres o cinco naves, amplio crucero y cabecera
con capillas radiales y deambulatorio. La elevada bóveda de crucería se apoya en delgados
pilares y los arbotantes o arcos tirantes trasladan el peso de las cubiertas a los contrafuertes
exteriores (estribos). Los arcos apuntados definen portadas y grandes vitrales donde destaca el
rosetón de la fachada principal. La decoración escultórica sólo aparece en el exterior y se
subordina a la arquitectura. La bóveda de crucería y el arbotante suponen una revolución técnica,
superada más tarde por la arquitectura del hierro y cristal a finales del XIX-XX. Ejemplos: León
y Burgos (las más francesas por su verticalidad y transparencia),Toledo, Barcelona y Palma de
Mallorca
• Escultura: Sustituye la rigidez y el hieratismo románico por el naturalismo, la expresividad
amable, la postura graciosa que humaniza ya la figura: Vírgenes que se convierten en madres y
sostienen al Hijo en sus brazos, Crucificados dolientes de tres clavos buscando el realismo, el
Juicio Final es sustituido en las portadas por escenas del Nuevo Testamento., la Crucifixión o la
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8. Coronación de la Virgen, en las jambas los apóstoles dialogan y sus rostros traducen estados
anímicos. En la última época rozará el terreno del retrato. Se desarrolla también la escultura
funeraria sobre catafalcos de panteones reales (Cartuja de Miraflores), o en sepulcros parietales
(El Doncel de la Catedral de Siguenza) y en retablos de altares y sillerías de coros tallados en
madera vista o policromada.
• Pintura: Se localiza sobre todo en los retablos. A partir del siglo XIV hay una mayor
preocupación por el volumen y la perspectiva con fondos de oro o mínimos detalles de
ambientación, tendencia a la idealización de rostros, canon estilizado y posturas elegantes. Más
tarde se introduce el retrato entre los personajes que asisten a la escena religiosa.
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