Jesús se rebela contra la sociedad judía que excluía y rechazaba a los leprosos, considerándolos impuros e indignos. Cuando un leproso se le acerca a Jesús pidiendo sanación, Jesús lo toca para curarlo y liberarlo del estigma social, mostrando que Dios no excluye ni castiga a nadie. De manera similar, la sociedad actual tiende a excluir y marginar a grupos vulnerables como delincuentes menores, drogadictos y desamparados en lugar de ayudarlos.