El cielo son los otros
En su libro “El Amor incondicional”, John Powell, padre jesuita, narra la historia de cómo conoció a Tommy, un joven que conoció en la Universidad donde impartía clases de teología de la fe. Su primer encuentro con Tommy fue de sorpresa, ya que el cabello pelirrojo y largo le llamaron de sobremanera la atención. Pero fue su actitud que hizo que el Padre lo catalogara con una “E” de extraño.
Tommy resultó ser el “ateo en residencia”, además de que dudaba de la posibilidad de la existencia de un Padre-Dios que amara incondicionalmente. Sin embargo, el curso llegó a su fin sin mayores complicaciones y, mientras el joven entregaba su examen final le hizo una pregunta: “¿Cree que alguna vez encontraré a Dios?”, a lo que el Padre respondió “¡No!”, “¡Él te encontrará a ti!”
¿Te gustaría saber cómo termina la historia de Tommy? ¿Se te hace familiar la actitud del joven? Acompaña al Padre Rogelio en la siguiente reflexión, donde nos comparte esta bella anécdota de cuando Dios se hace presente, aun cuando dejamos de buscarlo.
"Lo que tú quieras", biografía ilustrada de Montse Grases.
Reflexión La Alegría de la Caridad 10 de septiembre 2017
1. PASAR DE LA SOLEDAD A LA ALTERIDAD.
“En aquel tiempo, Jesús dijo a sus discípulos: “Si tu hermano comete un
pecado, ve y amonéstalo a solas. Si te escucha, habrás salvado a tu hermano. Si
no te hace caso, hazte acompañar de una o dos personas, para que todo lo que
se diga conste por boca de dos o más testigos. Pero si ni así te hace caso,
apártate de él como de un pagano o de un publicano. Yo les aseguro que todo lo
que aten en la tierra quedará atado en el cielo, y todo lo que desaten en la tierra
quedará desatado en el cielo.
Yo les aseguro también que si dos de ustedes se ponen de acuerdo para pedir
algo, sea lo que fuere, mi Padre celestial se lo concederá; pues donde dos o tres
se reúnen en mi nombre, ahí estoy yo en medio de ellos”. (Mt 18,15-20).
1.- Muy gentiles amigos:
El Evangelio nos habla el día de hoy sobre la importancia que tiene la
comunidad para nosotros los cristianos. Se trata de esos primeros pasos
de la religión cristiana, en los que se contempla al individuo unido
estrechamente a la comunidad y viviendo siempre en relación con ella.
Para el auténtico cristiano, un creyente sólo podrá ser pensado en
comunidad. Aquí es en donde empieza precisamente el núcleo de lo que
se llamará Iglesia: la Comunidad de los creyentes.
2.- Sin embargo, nunca han faltado a lo largo de la historia de nuestra
Iglesia y de la sociedad, aquellos que han rechazado abiertamente el seno
de la comunidad. Han abundado personas que han predicado la FUGA
MUNDI, como si fuera una invitación a alejarse del hermano para instalarse
en algún lugar como lobos esteparios. De esta manera han aparecido los
eremitas, los estilitas y los dendritas guarecidos en sus claustros.
Aunque te parezca contradictorio, este nuestro tiempo, así llamado de la
globalización, ha traído hacia el interior del hombre la fragmentación y ha
provocado hacia el interior de las comunidades, un individualismo egoísta.
Hoy, pululan en nuestras calles los solitarios navegantes, sobreviven
muchos náufragos en sus islas solitarias y, aún hacia el interior de nuestros
hogares, son tantos caracoles ermitaños que piensan dirigirse hacia la
Patria de todos los hombres, sin preocuparse precisamente de los
hombres, sus hermanos.
3.- Pensaba en esa peste mortífera llamada soledad y se daba cita en mi
memoria aquel libro de René Latourelle titulado “EL HOMBRE Y SUS
PROBLEMAS A LA LUZ DE CRISTO”, el cual leí hace algunos veinte
años. En él se nos presenta el triste perfil del hombre contemporáneo
viviendo la paradoja de encontrarse inserto en esta sociedad de las
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2. comunicaciones, del diálogo, de las consultas y del compartir, al mismo
tiempo lastimado por el flagelo de la soledad. Hoy, que se piensa, se
trabaja y se vive en grupo, el hombre vive en la soledad. ¿No te has dado
cuenta como hoy en día, una palabra de verdadera amistad nos parece
más preciosa que una fortuna?
¡Fíjate como hay muchas y muy variadas clases de soledad!
4.- Por un lado está la soledad provocada por la indiferencia: Se
trata de un fenómeno de nuestras ciudades. Es una forma de soledad
ampliamente extendida, que se debe al estilo de vida impuesto por nuestro
mundo “progresista”. Cuando alguien experimenta la indiferencia en las
otras personas, es entonces que se experimenta terriblemente solo.
Las apariencias nos muestran supuestas “cercanías”: la ciudad, el teléfono,
los automotores, el metro, las vías aéreas, la internet, los wattsapp, los
twitter, el Facebook... Pero en la realidad, vivimos el reinado de la célula y
del “encarcelamiento”. Es posible que nos crucemos con un vecino sin
identificarlo y sin identificarse. Alguien puede morir en su casa, sin que
nadie se entere y sin que nadie se preocupe.
Los hombres pasan, desfilan y se van. El vecino es, muy pocas veces, un
“próximo”. En la ciudad suenan lúgubremente las campanas de la soledad.
Este hombre indiferente no encontrará a su alrededor más que indiferencia.
5.- Una segunda forma de la soledad es la que nace de la
incomprensión por parte de aquellos que están tan cercanos a nosotros:
familia, parientes, amigos, compañeros de trabajo. Soledad tanto más
penosa, cuanto que proviene de aquellos con los que, normalmente,
deberíamos contar más en nuestra vida.
Este tipo de soledades se encuentra en esas Familias en dónde los
esposos viven codo con codo, en donde cohabitan padres e hijos,
arrimados el uno al otro. También se encuentra en muchas comunidades
religiosas y entre los sacerdotes que en las parroquias o en los seminarios
debiéramos convivir pastoral y fraternalmente. Son esos lugares en donde
los miembros se encuentran sin hablarse, o se hablan sin encontrarse de
verdad, ya que por una parte o por otra se sienten incomprendidos. Es el
drama actual de la incomprensión entre padres e hijos; unos padres
impotentes y sin recursos, a pesar de su inmensa buena voluntad; unos
hijos que abandonan el hogar dando un golpe en la puerta, para juntarse
en grupos clandestinos, inadaptados; y lo que puede ser peor, en el alcohol
o en la droga.
6.- La tercera manifestación de soledad es la provocada por el
abandono, el desamparo y el rechazo: Esta soledad es, sin duda, la que
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3. más temen todos los hombres: es la más vaga, la más visceral, la más
profunda y la más difundida. Es la experiencia de la total devaluación y
desintegración del ser. “Para aquellos que te han abandonado tú no
has valido ni un centavo”. Es el estado en el que se encuentran muchos
ancianos, enfermos crónicos, enfermos terminales y los discapacitados. El
hombre siente que para este mundo utilitarista y despersonalizante ya no
tienes un rostro, ni tienes nombre y, entonces se siente uno reducido o
arrojado “a ese desván de la vida”: en donde van a parar los objetos y los
sujetos inservibles. Se experimenta una muerte social que muy pronto se
podrá convertir en muerte biológica.
7.- En el cuarto lugar está la soledad por el aislamiento: Aquí se
encuentra ese ser humano que piensa poder vivir solo, es la soledad que
se ha podrido. Aparece con frecuencia en personas que han conocido el
triunfo fugaz y que de pronto se topan con el fracaso en su vida, pero sin la
capacidad de aceptarlo ni la posibilidad de superarlo. Se han llenado de
amargura, de resquemor, de agresividad contra todo y contra todos.
Entonces sí, una vida que podría dar fruto abundante se convierte en una
vida estéril. El aislamiento puede coincidir con una vida en medio de la
masa, ya que esta soledad se identifica no con la ausencia de personas
sino con el exceso de egoísmo en una persona. El aislamiento es un
estado de ruptura consigo mismo y con los demás. No es raro que esta
soledad conduzca al suicidio.
El número tremendo de divorcios, de dramas conyugales y familiares,
revela una forma trágica de esta soledad. Por diversos motivos dos
personas que no podían vivir la una sin la otra empiezan a huir uno del
otro, a odiarse mutuamente. Esta ruptura engendra al mismo tiempo una
espiral de rupturas, de aislamientos: entre los hijos y los padres, entre los
hijos en guerra contra una sociedad que los ha reducido a no pertenecer a
nadie. Éste fenómeno de “soledades en cadena”, “soledades
acompañadas o compartidas” es una de las más tristes características
de nuestra época.
8.- Y llegamos a la última clasificación: la soledad provocada por el
aislamiento de Dios... No podemos dejar de decir una palabra acerca de
esa forma extrema de aislamiento, de soledad mala, que consiste en
marginarse de Dios. Se trata de aquellos que no aceptan a Dios o que le
niegan, se trata de aquellos que pretensiosamente buscan vivir esta vida
con sus propias leyes y al margen de una enseñanza salvífica. Se trata
también de aquellos que no aceptan la voluntad de Dios o que han
convertido a Dios en su “enemigo”. Aquellos que lejos de experimentar a
Dios como el Padre que ama a los hijos, y que en su Hijo Jesucristo nos ha
3
4. manifestado su ternura, se sienten perseguidos, incomprendidos,
abandonados.
9.- Es aquí en donde se nos concede una palabra esperanzadora para el
corazón de todos los hombres: Jesucristo es el Dios con nosotros, es el
Dios que se ha hecho prójimo. Solamente Él ha traído esa respuesta última
a nuestras soledades humanas. En Jesucristo, el Hijo eterno del Padre, el
hombre puede encontrar respuesta a todas sus incógnitas y vacuidades.
Pero no podemos engañarnos: Jesucristo nos ha invitado también a ser
prójimos del hermano. La respuesta, que hoy nos ofrece el Evangelio no es
un discurso, sino una actitud.
El cristiano al conocer y vivir el Evangelio de Jesucristo logra escaparse del
vacío y del hastío de la vida, de todas las formas de escepticismo y de
amargura, del rencor y del odio, logra superar la soledad mala y el
encarcelamiento del egoísmo.
10.- En la Iglesia es tan importante el hermano. Ya desde el amanecer de
la humanidad, Caín ha sido cuestionado sobre la ubicación de su hermano,
y Dios le ha dejado en claro que, sí es él el guardián de su hermano.
Hoy, el Evangelio al hablarnos sobre la corrección fraterna y la oración en
común, nos ha invitado a salir de nuestro aislamiento, a corregir nuestras
soledades, nos invita a practicar la alteridad. Hace falta que los hombres
dejemos de ser islas en los océanos de la vida, y que nos convirtamos en
verdaderos continentes a través de una vivencia concreta en la familia
cristiana.
Escribía el católico francés Charles Peguy en su libro “El Misterio de la
caridad de Juana de Arco”: “Hay que salvarse juntos. Hay que llegar
juntos hasta Dios. Hay que presentarse unidos. No podemos ir a ver a
Dios los unos sin los otros. Es preciso que volvamos todos a la vez a
casa de nuestro Padre, hay que pensar también algo en los demás.
Hay que esforzarse un poco los unos por los otros. ¿Qué nos diría Él
si llegásemos, si volviésemos los unos sin los otros?” (p.38).
11.- Debemos reconocer a los otros como “personas” y, más que como
personas como “hermanos”. Se trata de corregir al hermano y se trata de
estar unidos en la oración, al Padre le gusta ver reunida a su familia y que
le pidamos las cosas por Cristo, nuestro hermano mayor.
¿Sabes? Estoy convencido de que aquello que causa mayor dolor en el
corazón de cualquier padre de familia es el constatar que sus hijos no se
procuran, que no se hablan, que no se dan la mano, que vive cada uno
encerrado en el laberinto de su propia indiferencia. A Dios tampoco le
agrada que el hombre viva en soledad, pero nuestro egoísmo, y no la
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5. voluntad de Dios, hace que el fantasma de la soledad ejecute su macabra
danza en las azoteas de tantos hogares.
EL CIELO SON LOS OTROS.
“Si tu hermano comete un pecado, ve y amonéstalo a solas. Si te escucha,
habrás salvado a tu hermano. Si no te hace caso, hazte acompañar de una o dos
personas, para que todo lo que se diga conste por boca de dos o más testigos.
Pero si ni así te hace caso, apártate de él como de un pagano o de un publicano.
Yo les aseguro que todo lo que aten en la tierra quedará atado en el cielo, y todo
lo que desaten en la tierra quedará desatado en el cielo.
1.- Corregir al hermano, Salvar al hermano, Orar con el hermano… El
núcleo de lo que se llamará Iglesia empieza aquí. Surgen, las comunidades
de creyentes, que generarán la comunidad de comunidades.
2.- La verdad es que me estremece pensar en el dolor que acompaña la
así llamada soledad provocada por nuestro aislamiento de Dios… Y tengo
que decirte que suele ser más frecuente de lo que tú pudieras imaginarte.
3.- Al respecto, me viene a la memoria una historia narrada por el padre
John Powell, en su libro: “El amor incondicional”.
“Hace unos quince años, observaba cómo mis estudiantes universitarios
estraban en el salón de clases para nuestra primera sesión de teología de
la fe. Esa fue la primera vez que ví a Tommy. Mis ojos y mente
parpadearon. Él peinaba su cabello largo de color pajizo, el cual llegaba
quince centímetros debajo de sus hombros. Era la primera vez que veía un
joven con un cabello tan largo. Supongo que entonces empezaba a
ponerse de moda. Sé que lo que cuenta no es lo que está sobre la cabeza,
sino lo que hay en su interior, pero ese día no estaba preparado y mis
emociones quedaron sin control y de inmediato catalogué a Tommy con
una “E” de extraño... muy extraño.
Tommy resultó ser el “ateo en residencia” en mi curso de teología de la fe.
De una manera constante, él objetaba, sonreía o gimoteaba respecto a la
posibilidad de un Padre-Dios que amara incondicionalmente. Durante un
semestre, vivimos en relativa paz los dos, aunque admito que en ocasiones
me resultaba molesto. Cuando al final del curso, se acercó para
entregarme el examen final, me preguntó con un tono un poco cínico:
-¿Cree que alguna vez encontraré a Dios?
Al instante decidí darle un poco de terapia de choque.
-¡No! – respondí con mucho énfasis.
-¡Oh – fue su respuesta-. Pensé que ese era el producto que promovía.
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6. Lo deje alejarse cinco pasos de la puerta del salón de clases y le grité:
¡Tommy! ¡No creo que tú llegues a encontrarlo, pero estoy absolutamente
seguro de que Él te encontrará a ti!
Él encogió un poco los hombros y salió de mi clase y de mi vida
(temporalmente). Me sentí un poco desilusionado al pensar que no
comprendió mi frase ingeniosa “¡Él te encontrará!” Al menos, yo pensaba
que era ingeniosa.
Más tarde, me enteré de que Tommy se graduó, por lo cual me sentí
debidamente complacido. Luego me llegó una noticia triste. Me enteré de
que Tommy tenía un cáncer mortal. Antes de que pudiera buscarlo, él fue a
verme. Su cuerpo estaba enflaquecido y su cabello largo se había caído,
como resultado de la quimioterapia. Sin embargo, sus ojos brillaban y su
voz era firme, por primera vez, según creo.
-Tommy, he pensado en ti con frecuencia. ¡me enteré de que estabas
enfermo! –exclamé.
-Oh, sí, muy enfermo. Tengo cáncer en los dos pulmones. Es cuestión de
semanas.
-¿Puedes hablar sobre ello, Tom?
-Seguro, ¿qué le gustaría saber?
-¿Qué se siente tener sólo veinticuatro años y estar muriendo?
-Bueno, podría ser peor.
-¿Cómo qué?
-Como tener cincuenta años y no tener valores o ideales. Como tener
cincuenta años y pensar que beber mucho alcohol, seducir mujeres y
gastar dinero son las cosas “importantes” en la vida.
Empecé a buscar en mi archivo mental la letra “E”, donde clasifique a Tom
como extraño. (Juro que todos a los que trato de rechazar por clasificación,
Dios los envía de vuelta a mi vida para educarme.)
-Por lo que vine a verlo, en realidad – añadió Tom-, es por algo que me dijo
el último día de clases.
-Le pregunté si pensaba que algún día encontraría yo a Dios –continuó-, y
usted dijo, “¡no!”, lo cual me sorprendió. Después añadió, “pero él te
encontrará”. Pensé mucho en eso, a pesar de que mi búsqueda de Dios no
era muy intensa en aquel tiempo.
-Sin embargo, cuando los médicos me quitaron un tumor de la ingle y me
dijeron que era maligno, entonces pensé en localizar a Dios. Cuando la
malignidad se extendió por mis órganos vitales, empecé a golpear con los
6
7. puños ensangrentados contra la puerta de bronce del cielo, pero Dios no
salió. En realidad, no sucedió nada. ¿Alguna vez intentó algo durante
mucho tiempo, con mucho esfuerzo pero sin éxito? Uno se harta
psicológicamente, se fastidia de intentarlo y se da por vencido. Un día
desperté y en lugar de lanzar más golpes inútiles a esa pared alta de
ladrillos para llamar a Dios, me dí por vencido.
Fue entonces que decidí pasar el tiempo que me quedaba haciendo algo
más provechoso. Pensé en usted y en su clase, y recordé algo más que
dijo: “La tristeza esencial es pasar por la vida sin amar. Sin embargo, sería
casi igualmente triste el pasar por esta vida y dejar este mundo sin ni
siquiera decirles a aquellos que uno ama que los ha amado.”
“Así, empecé con el más difícil: mi papá. Él leía el periódico cuando me
acerqué a él y le dije: “Papá...”
“-Sí, ¿qué? –preguntó él, sin bajar el periódico.
“-Papá, me gustaría hablar contigo.
“-Bueno, habla.
“-Quiero decir... Es realmente importante.
“El periódico bajó lentamente unos ocho centímetros.
“-¿Qué es?
“-Papá, te amo. Sólo quería que lo supieras.”
Tom me sonrió y dijo con satisfacción obvia, como si sintiera fluir una
alegría cálida y secreta en su interior:
-El periódico cayó al piso. Entonces, mi padre hizo dos cosas, que yo no
recordaba que hubiera hecho con anterioridad. Lloró y me abrazó.
Hablamos toda la noche, a pesar de que él tenía que irse a trabajar muy
temprano al día siguiente. Me sentía tan bien al estar cerca de mi padre, al
ver sus lágrimas, al sentir su abrazo, al escucharlo decir que me amaba.
“Fue más fácil con mi madre y hermanito. Ellos también lloraron conmigo,
nos abrazamos, empezamos a decirnos cosas bonitas. Compartimos las
cosas que guardamos en secreto durante tantos años. Sólo lamenté una
cosa: el haber esperado tanto tiempo. Allí estaba yo, a la sombra de la
muerte, y apenas empezaba a abrirme a las personas a las que había
tenido tan cerca.
“Fue entonces que me dí cuenta que Dios estaba allí, muy cerca,
demasiado cerca. Supongo que yo era como una especie de entrenador
de animales que sostiene un aro y les dice: “vamos, salta a través de él,
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8. Vamos, te daré tres días, tres semanas,.. uno, dos... ¡salta!, ¡salta!, el
tiempo se te está acabando. Y Dios no es una mascota, sino una persona.
-¿Sabe? Dios hace las cosas a su manera y a su tiempo, y a veces no
soportamos eso.
“Pero, lo importante, es que Él estaba allí. Él estaba sonriendo y me
encontró. Usted tenía razón. Yo no lo encontré, sino que Él fue el que me
encontró, incluso después de que dejé de buscarlo.
-Tommy, creo que estás diciendo algo muy importante y mucho más
grande de lo que tú crees. Para mí, al menos, estás diciendo que la
manera más segura para encontrar a Dios es no hacerlo una posesión
privada, un solucionador de problemas, o un consuelo instantáneo en
momentos de necesidad, sino cuando uno se abre al amor. ¿Sabes que
san Juan también lo dijo? “Dios es amor, y cualquiera que viva en el amor,
vive en Dios y Dios vive en él”.
-¿Podría pedirte un favor, Tom? –pregunté-. Cuando te tuve en mi clase te
consideré una verdadera molestia, pero ahora puedes compensarme.
¿Vendrías a mi curso actual de teología de la fe y les dirías lo que acabas
de decirme? Si yo se los dijera, no sería tan efectivo como si tú se los
dices. ¡Tú lo sabes!, muchos jóvenes necesitan escuchar lo que yo he
escuchado.
-¡Oh! Estaba listo para usted, mas no sé si estoy listo para la clase.
-Tom, piénsalo. Si llegas a estar listo, me llamas.
Tommy llamó unos días después, dijo estar listo para la clase y que quería
hacer eso por Dios y por mí. Fijamos una fecha. Sin embargo, nos
quedamos esperando, nunca pudo hacerlo. Él tenía otra cita mucho más
importante que la que tenía conmigo y con mi clase. Por supuesto, su vida
no terminó en realidad con su muerte, sólo cambió y él ya lo sabía. Dio el
gran paso desde la fe hacia la contemplación perfecta. Encontró una vida
mucho más hermosa que la que el ojo humano ha visto o el oído humano
ha escuchado o la mente humana ha imaginado.
Antes de que muriera, hablamos por última vez.
-No podré asistir a su clase- dijo Tom.
Lo sé, Tom.
-Ahora yo le quiero pedir un favor, Padre Powell.
-¿Cuál? Tom.
-¿Se los dirá por mí? ¿Se lo dirá... a todo el mundo por mí?
-Lo haré, Tom. Se los diré. Lo haré lo mejor posible.
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9. La vida sobre la tierra de Tom terminó. -Y cuando el Padre Powell concluye
su libro.- termina diciendo:
-Se los dije, Tommy... lo mejor que pude.
4.- Hasta aquí la referencia al libro del Padre John Powell…
En el ministerio y la vida de Jesucristo, todos hemos recibido la respuesta
última a nuestras soledades humanas. Pero no podemos engañarnos. Su
respuesta no es un discurso, sino un testimonio y una actitud. Y así en la
vida cristiana no se trata tan sólo de conocer sino de vivir realmente una
pauta de vida.
Y esta es también nuestra constatación: Bien le podríamos decir a Jean
Paul Sartre que los otros no son el infierno, sino que “los otros son Cristo”.
Cristo que se ha identificado hasta tal punto con los “otros” que la
sentencia de vida o de muerte que decidirá nuestra suerte eterna está
ligada a nuestra actitud de acogida o de rechazo a “los otros”, a quienes
ahora debemos reconocer como hermanos.
SOLEDADES COMPARTIDAS.
“En aquel tiempo, Jesús dijo a sus discípulos: “Si tu hermano comete un
pecado, ve y amonéstalo a solas. Si te escucha, habrás salvado a tu hermano.
Si no te hace caso, hazte acompañar de una o dos personas, para que todo lo
que se diga conste por boca de dos o más testigos”.
1.- Muy queridos amigos:
Hoy el Señor nos invita a utilizar, en una situación de maleamiento, los
necesarios métodos correctivos antes de que sean lamentablemente
necesarios los métodos forenses.
Se trata de que amonestes y de que te escuchen. A ti te toca hablar y al
otro le corresponde escuchar. Él tiene su papel y tú tienes el tuyo, pero lo
que se busca es la salvación. Nuestro problema, no obstante, suele ser el
del desinterés.
El Evangelio es certero en su enseñanza: si es verdad que una palabra nos
estimula, nos ayuda a enmendar el camino y nos impulsa a seguir
luchando y a no claudicar, también es cierto que el silencio nos confina a la
inactividad, nos condena a los errores invencibles y a vivir perpetuamente
en una actitud derrotista y cobarde.
Quisiera aplicar esta enseñanza al Matrimonio,... y es que cada día que
pasa he podido constatar como suele ser el silencio y la apatía uno de los
vicios del matrimonio que los conduce a la ruina y que exige, hoy por hoy,
una actitud nueva en la búsqueda de su recreación.
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10. ¿Te has fijado como son demasiados los que piensan que el matrimonio se
termina de un momento a otro? ¡No puedo estar de acuerdo con ellos!
2.- Yo creo que, si bien puede existir una situación difícil y dolorosa que
funcione como una maquinaria demoledora también es cierto que las
grandes construcciones se van destruyendo poco a poco en el descuido,
hasta que se vuelve difícil volver atrás. Yo considero que un árbol, si bien
se puede cortar en un instante con un golpe tristemente certero por el
hacha de la desventura también es cierto que un árbol muere cuando se
han abandonado los cuidados necesarios. Yo estimo que si bien una fogata
se puede extinguir con un enorme balde de agua que se derrame sobre
ella, también es cierto que al dejar de atizar el fuego este está condenado a
desaparecer ineludiblemente.
Y así acontece con el matrimonio. Yo creo que en el plano correctivo
existen algunas señales tempranas de que el matrimonio va por un mal
camino, y tenemos que atenderlas antes que tengamos que llamar al
médico forense.
3.- ¿Sabes? Existen algunas señales del deterioro en el matrimonio que
nos indican una situación de alarma y que debiera atenderse.
4.- Primer señal de alarma: Las agendas distintas: En muchos
matrimonios ella tiene su calendario de actividades y él tiene el propio. Los
dos calendarios aparecen las más de las veces como incompatibles. Sé
que es un mal de nuestro tiempo, parece ser que no es cosa del otro
mundo que cada quien vaya por su lado, pero al mismo tiempo suele ser
un mal augurio, ya que se está dando mayor importancia al trabajo, a las
actividades personales y no se deja tiempo para la relación de pareja.
Considero que en la agenda personal de cada uno de los esposos también
se debe dar prioridad a las actividades en común: una salida a cenar, un
paseo de un día fuera de la ciudad, el ir al cine juntos y, ¿por qué no?,
ratos en casa, pero en común.
5.- Segunda señal: cuando se piensa lo peor de la otra persona:
Considero que es positivo el que la persona piense siempre cosas positivas
sobre el ser amado, de tal manera que cuando hay un retraso al regreso
del trabajo uno pueda pensar que el ser querido está en medio de un
embotellamiento de tránsito o que tuvo que trabajar tiempo extra. El
problema sobreviene cuando sólo se piensa lo peor: “¿Por que no llama?”
o “Nunca piensa en nadie más que en sí mismo”. Incluso se puede llegar a
explicaciones ruines: "Tiene otra mujer", "Se detuvo a tomar un trago en
un bar". Suele ser un mal síntoma, de ahí que sea siempre mejor el
diálogo antes que las conclusiones sin premisas.
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11. 6.- Tercer señal: Ausencia de caricias: En no pocas ocasiones
provoca curiosidad el que una pareja de 30 años de casados se tome de la
mano al caminar por la calle, a mí en lo personal me suele provocar
alegría. El lenguaje del cuerpo es verdaderamente elocuente, cuando hay
amor no se puede pasar junto al otro sin que se hagan una caricia. Lástima
que algunos los consideren cursilerías y arrumacos.
7.- Cuarto: falta de comunicación: Existe un taller de comunicación
entre cónyuges que tiene un ejercicio en el que se le pregunta a los
cónyuges: ¿Quién es el enemigo de tu esposo en el trabajo? ¿Qué
inquietudes y preocupaciones tiene tu esposa?
Si uno de los dos ya no conoce los gustos y aversiones del otro, ni las
situaciones que le ponen tenso, hay problemas en puerta.
8.- Y por último: el cambio de tono: Algunos esposos suelen contar
alegremente la forma en que se conocieron y se torna divertido escuchar
esas historias envueltas de risas y de afecto amenamente anecdótico.
Pero en algunas ocasiones el tono divertido se vuelve sarcástico y hasta
burlón: "Ella me atrapó; por eso nos casamos", o "El me persiguió
hasta que me cansé de correr".
Te quería comentar que nunca he olvidado aquella ocasión en que iba con
un amigo en el coche a través del Distrito Federal y, conduciendo por el
periférico hacia la salida a Querétaro, pasamos por un Vip´s ya cerca de
Cuatitlán y me dice señalizando el restaurant: "Mira, padre, allí me tomé el
café más caro de mi vida". Yo le pregunté, el por qué y me respondió: "Allí
le pedí a mi esposa que nos casáramos". –Y se rió sonoramente- Trataba
de pensar que era una broma, pero el comentario me dejó intrigado. Es
una señal que no debe pasarse por alto. Es verdaderamente lamentable lo
anterior.
9.- Quizá algunos de los elementos del perfil matrimonial coincidan con
alguien a quien ustedes conozcan en la calle, en el trabajo, entre los
amigos, los parientes, en la vecindad o,... quizá en el espejo. Sólo les
quiero decir que los matrimonios felizmente casados no dejan pasar
muchos días antes de resolver sus diferencias
Uniendo esto a la reflexión sobre la soledad que abordábamos en el primer
segmento, es ahora tiempo, de que pensemos si, ¿acaso no serán
nuestros seres queridos los que son sometidos a la más injusta de las
soledades?
10.- Me acordaba de aquella rima de Antonio Machado en sus "Nuevas
Canciones":
" Tengo a mis amigos
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12. en mi soledad;
cuando estoy con ellos
¡qué lejos están!
Hoy, bien podríamos abusar y parafrasear, poniendo en labios de tantos
padres de familia aquella rima de Machado:
" Tengo a mis hijos
en mi soledad;
cuando estoy con ellos
¡qué lejos están!
Y lo mismo se podría decir de los esposos, pero también de los hermanos
y de todos los demás...
" Tengo a mi esposo
en mi soledad;
cuando estoy con él
¡qué lejos está!...
" Tengo a mis hermanos
en mi soledad;
cuando estoy con ellos
¡qué lejos están!
11.- Según el uruguayo, Eduardo Galeano en su obra titulada "El libro de
los abrazos", las mascotas en nuestro tiempo están siendo utilizadas para
remediar la soledad de las personas.
Cuenta que en un lugar llamado Calella, el cual, es muy visitado por
turistas norteamericanos, quienes llegan con suficientes dólares para pasar
el período del invierno, pero que son muchos los que llegan solos.
" A veces, al fin de la temporada, cuando los turistas se iban de
Calella, se escuchan aullidos desde el monte. Eran los clamores de
los perros atados a los árboles. Los turistas usaban los perros, para
alivio de la soledad, mientras duraban las vacaciones; y después, a la
hora de partir, los ataban monte adentro, para que no los siguieran.
Y, ellos, cuenta, que cuando eran niños iban a recoger a los perros
para venderlos en la próxima temporada alta de vacacionistas.”
... Lo mismo sucede en muchas otras ciudades, demasiado cercanas y
demasiado conocidas por nosotros.
Respeto el lugar que tienen los animales en la creación y comprendo que
el reino animal es el más cercano a la vida del hombre. Respeto a la
sociedad protectora de animales, pero estoy convencido de que un perro
jamás debe reemplazar a un amigo, ni a un hermano, ni a un hijo,... ni a un
esposo. Nada puede justificar el destierro afectivo del hombre.
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13. 12.- ¿Alguno de ustedes ha leído las Crónicas Marcianas de Ray
Bradbury escritas en 1950? Allí se narra la historia de una familia desde
Enero de 1999 hasta Agosto de 2026.
En la ciencia ficción del genio de Bradbury, afirma que los hombres de la
tierra, ahogados por el tedio y enfermos de soledad llegaron a Marte. Nos
enfrenta al drama del tiempo, de la soledad sin término, de la congoja
individual. Y señala que si el hombre no es capaz de humanizarse, la
conquista del espacio no será más que la extensión de la vida del hombre
en la sociedad contemporánea.
¿Te acuerdas, cómo terminó la historia? En un Pic-nic en el que
disfrutaban de la apacible tranquilidad de la vida, en dónde en el reflejo de
un lago contemplaron el rostro de los marcianos: eran sus propios rostros
reflejados en el cristal del agua.
¡Cuánta razón tiene J. Billings al escribir: “La soledad es un buen lugar
para ir de visita, pero es un mal lugar para quedarse”!
NOMBRE Y APELLIDO.
“En aquel tiempo, Jesús dijo a sus discípulos: “Si tu hermano comete un
pecado, ve y amonéstalo a solas. Si te escucha, habrás salvado a tu hermano.
Yo les aseguro también que si dos de ustedes se ponen de acuerdo para pedir
algo, sea lo que fuere, mi Padre celestial se lo concederá; pues donde dos o tres
se reúnen en mi nombre, ahí estoy yo en medio de ellos”.
1.- ¡Corrección fraterna!, ¡oración de dos que se han logrado poner de
acuerdo para pedir algo!, ¡presencia de Cristo en dónde dos o tres están
reunidos en su nombre!... Sin lugar a dudas, el Señor nos invita a la
corresponsabilidad y a una vida de auténtica comunidad cristiana.
2.- Y es que Dios no quiere la soledad, a Dios no le agrada que el
hombre esté sólo.
Y no tan sólo a Dios,... todos los hombres detestamos la soledad.
Aún, cuando puede haber soledades fructíferas como lo fue en el huerto
del Getsemaní y como lo puede haber en nuestro Getsemaní; sin embargo,
no es la soledad lo que Dios había proyectado ni lo que tenía en su
pensamiento para los hombres: “No está bien que el hombre esté sólo”,
sentenciaba el Divino Creador antes de darse a la tarea de crear a las
damas. Y, no obstante, somos tantos los que sufrimos esa lacerante
enfermedad llamada soledad.
Y quizá no terminamos de asimilar que una de las soledades que más hace
sufrir a los seres humanos es aquélla que se experimenta cuando se está
rodeado de personas, y cuando esas personas son aquellos que más
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14. amamos. Todo un mundo de personas está en nuestro entorno y, sin
embargo, están tan distantes y se siente uno tan sólo, por sentirse uno
incomprendido, o por que son indiferentes hacia nuestra persona y lo que
vivimos.
3.- En este tipo de soledad, la costumbre suele ser un factor detonante y
destructivo.
Se trata de la polilla de la costumbre, como aquello que no nos permite
valorar y, por ende agradecer. No valoramos la cosas, las situaciones, los
talentos y las personas a los que nos hemos acostumbrado.
Y así, sucede que nos hemos acostumbrado a nuestros padres, a nuestros
hermanos, al esposo y a la esposa, a los hijos, a los nietos, a Dios y a
nosotros mismos.
Obviamente, al acostumbrarnos a todo lo anterior, no lo agradecemos en
su oportunidad. Sin embargo, al momento de perderlo solemos reclamarle
a Dios por aquello que podemos llegar a considerar como algo injusto que
nos pueda pasar precisamente a nosotros. ¿Qué curioso que al carecer de
algo o de alguien nos volvamos sensibles y le reclamemos a Dios aquello
que jamás agradecimos mientras lo conservábamos a nuestro lado?
4.- La rutina y la costumbre se han convertido en nuestros más
despiadados vicios con los que debemos luchar en nuestra familia. Es
terrible pensar que podemos destruirnos a fuerza de conocernos. ¿Cuántos
hijos son mejores lejos de su familia que en su seno? La razón estriba en
que afuera hay quien cree en ellos y dentro de la familia ya todos le
conocemos. ¡Ya no esperamos en ellos! ¡Ya nada nos sorprende de ellos!
Respóndete a las siguientes preguntas: ¿Sigue creciendo tu esposa o tu
esposo? ¿Tus hijos crecen en la vida diaria? ¿Tus hermanos siguen
desarrollándose en la vida cotidiana? De no ser así, es posible que
encontremos la explicación en la desastrosa monotonía de ese nuestro
irnos acostumbrando a las personas.
5.- En lo personal, han sido tantas las veces en que me he encontrado
con personas que conocen mejor que yo a mi padre, que todavía conservo,
o a mi madre, que goza de Dios, y que son capaces de reconocer su
laboriosidad, su sencillez, su servicialidad, su honestidad y su hospitalidad.
¡Qué lástima que los hijos seamos los últimos en valorar a los que tenemos
y que sea, entonces, cuando ya no los tenemos a nuestro lado, cuando los
valoremos adecuadamente y con justicia!,... y que con injusticia le
reclamemos a Dios por aquellos que nunca valoramos, ni cuidamos, ni le
agradecimos.
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15. La peor de las soledades es la que se vive acompañado de los propios. Y
lo peor que puede sucedernos es que lleguemos a morir en la soledad
teniendo personas bajo el mismo techo y, en el caso de los esposos, hasta
en el mismo lecho.
6.- Hace algunos años leí un pensamiento que me pareció muy
interesante en aquel entonces y que hoy me parece verdaderamente sabio:
“lo más significativo del viaje a la Luna no fue que el hombre pusiera los
pies en la superficie lunar, lo mejor de todo es que el hombre por fin puso
sus ojos en la tierra”. ¡Cuánta razón! Es cierto y verdadero que, a nivel de
nuestra vida, en sobradas ocasiones nos hace falta estar en otro lugar para
poder valorar lo propio. Hace falta tener los pies en la luna para poner los
ojos en nuestra tierra.
Nos hace falta que un día salgamos o que, lamentablemente, perdamos a
los que tenemos para que al tener los pies en otra parte podamos dirigir la
mirada hacia aquellos que hoy se tienen y hacia el mundo en el que se vive
rutinariamente.
El maestro Amado Nervo lo decía de una forma muy bella: “La ausencia es
el ingrediente que le devuelve al amor el gusto que la costumbre le hizo
perder”.
Lo que un día nos falta, es lo que apreciamos mucho más de lo que
tenemos. El jardín del vecino verdea siempre más que el propio, el libro del
estante se nos va empolvando sin leerlo jamás y, cuando alguien se lo
lleva, lo extrañamos y lo reclamamos. La viejecita está sentada en el sofá,
y pasa días inadvertida, porque allí está, ¡simplemente está! Luego se
muere y al ver ahora la silla vacía, duelen los ojos con lágrimas ardientes y
el corazón sufre de soledad, de vacío y de nostalgia.
7.- Hay que comenzar a reconstruir muchos de nuestros hogares. Los
cónyuges deben volver a reubicarse en su papel de compañeros de viaje,
de “ayuda adecuada” el uno para el otro; tal como Dios lo había planeado
desde el principio de la creación. Pidámosle a Dios que fumigue nuestros
hogares contra la polilla de la costumbre que los está destrozando.
¿Que cómo le podemos hacer? El Evangelio el día de hoy nos está dando
la solución en dos indicaciones: el ejercicio de la corrección fraterna y el
arte de la oración en común.
Esta es la forma de ayudarnos a ser mejores cristianos y mejores familias:
mediante dos palabras. La primera palabra expresada en comunión con el
hermano y la segunda palabra que se expresa como oración son bellísimas
a los ojos de Aquel que es Padre Nuestro, Padre de todos los hombres y
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16. que nos invita a salir de nuestro egoísmo para que nos pongamos a rezar
en comunidad y que nos tratemos como verdaderos hermanos.
8.- Primero: ¡Corrección fraterna! Es tan importante el nombre como el
apellido. No olvides que antes de corregir tienes que aprender a ser
fraterno, puesto que, de no ser así, la corrección se juzgará como una
mera intromisión, se recibirá con molestia y no conseguirá sus nobles
propósitos.
Y es que la fraternidad auténtica se expresa en el afecto sincero, en la
calidez, en el acompañamiento, en el respeto, en la presencia, en la
felicitación, en el reconocimiento...
Y es este nuestro error, de pensar equivocadamente que ejercitamos la
corrección fraterna, lo que nos llega a afectar a todos: el párroco, o
viceversa, que quiere aplicar corrección fraterna a sus vicarios sin haber
sido fraterno en lo cotidiano; el padre de familia que regaña a los hijos por
sus errores pero que no les ha felicitado por sus logros ni les ofrece un
verdadero estímulo en el afecto; el hermano que repentinamente reprende
con severidad a su hermano pero que no le dirige la palabra ni siquiera por
teléfono durante todo el año; el esposo que señala a su esposa sus
inconsistencias momentáneas pero que jamás le ha felicitado por sus
consistencias de todos los días...
Y así, la corrección no se recibe porque no es fraterna aunque sea de mi
propio hermano o a mi propio hermano, y por el contrario irá provocando
molestia.
9.- Segundo: ¡Oración en común!
La oración es la acción central de la religión. Decían los escolásticos que la
oración es el acto fundamental en la virtud de la religión. Los maestros
espirituales consideran la oración como el alma de toda la vida cristiana.
La oración, pues, tendrá siempre un papel privilegiado en nuestra
respuesta a la llamada de Dios y a sus deseos de comunicarnos su vida.
No obstante el día de hoy el Evangelio nos invita, ¡digámoslo así!, a la
oración fraterna.
Se trata de una oración en común en la que dos llegan a ponerse de
acuerdo en pedir una sola cosa,... ¿y sí pensáramos que esos dos
debieran ser los esposos? ¿y por qué no un padre y un hijo? ¿o bien dos
hermanos?
¡Qué difícil es que dos personas coincidamos en un mismo juicio de
valoración y que dejemos de ser egoístas!
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17. Y es que hay personas que así como acaparan la conversación acaparan
la oración. La oración la convierten en monólogo. Se trata de un panegírico
de sus virtudes o un listado de sus necesidades. No permiten que Dios
intervenga ni que haya un espacio para el hermano. Creemos que rezamos
pero en la realidad sólo se habla consigo mismo.
Lo importante en la oración no son las palabras sino los latidos del
corazón, para con Dios y para con el hermano.
Creo que cuando más aptos nos encontramos para rezar, es cuando,
sinceramente, nos presentamos ante Dios, sin pose, con el corazón
hinchado pero no de soberbia sino de amor por el hermano. ¡Esa oración,
Dios no la quiere resistir! Y todo nos lo concede.
Decía san Ambrosio de Milán en su homilía sobre Caín y Abel: “Si sólo
ruegas por ti, también tú serás el único que suplica por ti”.
10.- Y así comprendemos lo que nos dice el Señor: nuestra familia tiene
que ser escuela de oración y de corrección. Se trata de una oración que no
se debe separar del compromiso en la historia: el amor a Dios nos abre al
amor al hermano. Se trata de ser fraternos en lo que le decimos al
hermano en la corrección y en lo que le decimos a Dios en la oración.
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