A partir de la segunda guerra mundial se
empezaron a desarrollar sistemas mas
modernos que permitían el uso de
aviones cada vez mas modernos en el
portaaviones. El primero de estos
sistemas es la catapulta a vapor,
consiste en un riel con un
saliente que va unido a un
émbolo dentro de un tubo
conectado a una caldera.
Durante el despegue, se
introduce vapor a presión
dentro del émbolo que
desplaza rápidamente el
saliente por
el riel conectado a un
avión al saliente con un
cable metálico, así se
consigue darle energía
suficiente para despegar
con los motores al máximo.
El segundo elemento es
el sistema de enganche,
en la cubierta no hay
distancia suficiente para
que un avión
pueda aterrizar
normalmente, asi que se
le dota en su parte
posterior de un gancho
conectado a un pistón, y
se tienden a lo largo de
la cubierta cables
metálicos con pistones
de amortiguación en sus
extremos.
Desde 1950 los portaaviones sufren
cambios en la cubierta que son los
utilizados actualmente por los
portaaviones modernos. Se amplía la
cubierta para colocar a un lado el
puente lateral, para que no interfiera
con las operaciones aéreas, también se
les coloca una pista que forma un
ángulo
respecto a la pista principal para poder
realizar despegues en las catapultas de
proa, como también aterrizajes en la
pista con ángulo. La ampliación de la
cubierta también permitió colocar mas
ascensores para los aparatos en su
interior.
En 1960 se construyó el primer
portaaviones nuclear del mundo, el
Enterprise. La propulsión nuclear era la
única forma de asegurar el suministro de
vapor y energía para las catapultas y
ascensores de naves cada vez mayores
Portaaviones: USS Enterprise
A finales de los 70 la situación cambia al
aparecer un avión de combate de
despegue corto y aterrizaje vertical,
el ”Harrier”, este permite construir
portaaviones eficientes más económicos
y de menor peso, al quitar la catapulta y
las calderas que la alimentan, la
cubierta en ángulo y los cables de
enganche, al ser el aterrizaje vertical.