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SIRIA: ¿FINAL DEL RÉGIMEN DE AL-ASSAD
1. SIRIA:
¿FINAL DEL JUEGO?
Por Moshé Rozén
Desde Nir Itzjak
Holanda me dijo "Vas a ver que mañana se acaba el juego". Pero se equivocaba,
aunque no por mucho. Julio Cortázar, Final del Juego (1956).
Cada día –en realidad, cada hora- recorren el mundo nuevos
testimonios de la convulsionada realidad en Siria: You Tube y
otras redes colapsaron en los últimos días al emitir un video con
los pormenores del entierro –en vida- de un ciudadano opositor al
régimen de Bashar Al-Assad.
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2. El número de víctimas, de heridos, mutilados, encarcelados o desaparecidos
crece con geométrico ritmo. Se estima ya en diez mil la cantidad de sirios muertos
desde el comienzo de la masiva protesta contra la cúpula dictatorial de Damasco.
En Hama, al norte de la capital siria, como en muchas otras ciudades, se declaró
una huelga general en repudio a la política de masacre y represión.
La prestigiosa periodista austríaca Petra Ramsauer relató -en el matutino israelí
Haaretz- los alucinantes detalles de una apocalíptica rutina: los cien mil
habitantes de la ciudad de Darah no pueden salir de sus casas, sitiadas por
francotiradores, los comercios están cerrados, las calles se ven vacías de gente
pero llenas de residuos, bloques de cemento, llantas quemadas. Los soldados de
Bashar Al-Assad no tienen la más mínima misercordia, ni siquiera en las
enfermerías que todavía funcionan en el caótico entorno de muerte y destrucción.
Amnistía Internacional denuncia múltiples casos de tortura y persecución. Las
Naciones Unidas y la Liga Arabe fracasaron en su intento de reducir la espiral de
violencia. Catherine Ashton, en nombre de la Unión Europea, acusó a Al-Assad de
violar su compromiso de replegar a los efectivos militares emplazados en
poblaciones civiles.
A mi juicio, Bashar Al-Assad logra mantener su férreo control gracias a tres
fuentes de sólido sustento; su base principal es la desesperación: el régimen
consolidado por la secta alawita percibe que el odio acumulado por el resto de los
grupos étnicos y religiosos de la sociedad siria no le permite, a esta altura de los
hechos, un márgen factible de negociación; desde hace más de un año, todos los
factores políticos opositores significativos reclaman la renuncia del gobierno, no
hay lugar para concertaciones.
El segundo bastión de apoyo lo encuentra Bashar Al-Assad en Teherán y su
agente militar en Líbano, el partido Hezbollah.
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3. Pero lo que más debe preocuparnos es la tercer columna de sostén: la respuesta
mediática es cada vez más tibia -los aberrantes crímenes comertidos por Al-
Assad fueron desplazados de los titulares- la esfera diplomática internacional no
ejerce asertiva presión. La creciente indiferencia, el apático
acostumbramiento del mundo exterior ante las repetidas escenas de
violencia y deshumanización, son –como siempre- las más preciadas fichas
de juego para genocidas y represores.
Revista Horizonte para una convivencia en Medio Oriente, Buenos Aires
Sábado, 28 de abril de 2012
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