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ORIGEN                                   DEL                                   GAUCHO




En el año de 1768 , cuando gobernaba a Montevideo por el rey de España don Agustín de
la Rosa, fueron expulsados los jesuitas de nuestras tierras. Con este motivo, las
reducciones uruguayas maltratadas por los gobernadores militares, empezaron a ser
abandonadas de sus pobladores, los cuales, buscando la tranquilidad y la riqueza se
establecieron en buen número sobre las campiñas de Montevideo y Maldonado. Pronto se
iniciaron entre los nuevos pobladores y los que ya habitaban el país, relaciones
industriales y de orden social que fueron estrechándose, y por fin resultó, que una nueva
sociedad se había formado.

 De en medio de estos elementos tan diversos, nació un tiempo que era el resultado de
todas las fusiones , y que estaba destinado a desempeñar un gran papel y dar su nombre
a la población de las campañas del Plata : era el GAUCHO.

Los primeros gauchos o “gauderios” , sin embargo, no eran todos uruguayos, pues
muchas componían el número de los portugueses y españoles fugados del presidio : se
les llamaba gauchos como se les hubiera podido llamar bandidos u holgazanes. Pero de
allí a poco, hízose extensiva la designación a todos aquellos que sin quehaceres fijos,
gustaban vagar errantes por los campos, o se hacían notables por sus lances amorosos,
sus rencillas y sus cantares.

 Lo rudimentario del trabajo y la facilidad de efectuarlo con pocos brazos, hacía que en
todas las familias, numerosas de suyo, hubiese siempre un sobrante de varones que no
eran absolutamente necesarios a las faenas domésticas. Los más enérgicos de ellos,
aguzados por su natural inquieto, abandonaban pronto el hogar paterno para procurarse
atractivos de otro género en medio de una naturaleza salvaje, luchando con las fieras y
los animales cerriles , y aventurándose en los lances apurados de cualquier género.

 Estos fueron de aquí para adelante los verdaderos gauchos, mezcla informe de grandes
pasiones y de pensamientos mezquinos, arrojados y pueriles , trovadores melancólicos
que al son de la guitarra cantaban endechas de amor, y enseguida reñían a cuchillazos



                                                                                       1
por la menor palabra ; valientes hasta la temeridad y supersticiosos hasta la ridiculez.
Había ya en este fruto prematuro de una raza nueva, todos los rasgos salientes de su
futuro carácter , parece como que el gaucho hubiera presentido por su temeridad sin
objeto y sus melancolías sin causa, que era el primer eslabón de una agrupación humana
destinada a conquistar su independencia y su libertad por el valor militar y la resignación
cívica.         Tal          fue         el          origen          del            gaucho.
(Francisco Bauzá de “Estudios Literarios”)

VIDA DE LOS CRIOLLOS

A fines del Siglo XVIII – y de acuerdo a noticias de los viajeros de la época – comenzaron
a aparecer en campos inmediatos a Montevideo y Maldonado, unos habitantes nuevos,
tenidos por vagos, llamados “gauderios” , vestidos de una mala camisa , chiripá
cubriendo las piernas, y a medio calzar unas botas rústicas , hechas con el cuero de las
patas de los vacunos y yeguarizos , las cuales le cubrían pantorrillas y pies dejando
afuera la punta de los dedos.

 Para evitar el frío y aun el sol , se cubrían con un pocho , y armados siempre de un largo
cuchillo llamado facón , atravesado en la cintura por detrás, vagaban por los campos,
siempre jinetes en caballos cerriles. La vida fácil y abundante les llevaba a la holganza,
dedicando así su tiempo, a enamorar a las mujeres, realizar faenas de rústica belleza,
como las de bolear o enlazar animales, y desahogar sus tristezas o su alegría de vivir,
cantando peculiares canciones acompañándose con una pequeña guitarra española que
muchos de ellos habían aprendido a pulsar.

Estos hombres primitivos, llamados al principio “gauderios” , luego tomaron el nombre
definitivo de “gauchos” , con el cual pasaron a la historia. Eran descendientes de
españoles, o de los hijos de éstos, tenidos, no sólo con mujeres de igual raza, sino
también con indias y con negras.

La vida al aire libre les hizo fuertes, vivaces y valientes. Su padres españoles les dejaron,
junto a su religión, un singular sentido del honor y de la hidalguía, particularidades éstas
con las cuales más adelante se iban a singularizar ante los demás hombres.

 Al producirse los primeros levantamientos contra el régimen español o portugués, en pro
de la independencia, estos hombres, mal mirados al principio por las clases cultas de las
ciudades, iban a ser los guerreros indisciplinados y heroicos, en los cuales se apoyaron
los caudillos, para llevar la guerra a los opresores , tras las ideas de Libertad. Ellos fueron
de este modo, los primeros y más auténticos soldados de la Patria. Con ellos contó
Artigas para iniciar el proceso de nuestra independencia; y con ellos contaron, igualmente
para continuarla, los caudillos que vinieron en pos de nuestro héroe mayor.

El gaucho, así , en su vida de guerrero, y después de afianzada la independencia en su
vida de trabajador campesino , aprendió todos sus saberes en el gran libro abierto que la
naturaleza ofrece al hombre.

Por eso si al principio el nombre de gauderio o de gaucho fue sinónimo de vago, como lo
fue luego de esforzado y valiente, en los últimos tiempos de su breve existencia, su
nombre significó – y significa aún – cualidad de hombre baqueano , servicial , sufrido y
pundonoroso. Por eso , la palabra gaucho , mas que aludir a un hombre de raza o estirpe


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determinada, significa una cualidad o un conjunto de cualidades correspondientes a ese
hombre. De ahí que el pueblo haya creado la palabra gauchada, pues hacer una gauchada,
es hacer un servicio sin que medie para ello el más mínimo interés. El gaucho fiero,
cimarrón y heroico , hace años ya que desapareció de nuestra vida campestre ; sólo
existe hoy el trabajador rural llamado paisano, el cual , al moverse en el mismo medio
ambiente de aquél, heredó algunas de sus costumbres y características, cual el amor a la
“prenda” – como llamaba a la mujer - ; la habilidad en el manejo del caballo, del lazo y las
boleadoras; así como la afición por la guitarra , el canto y la danza ; amén del valor
personal, la capacidad para sufrir las inclemencias del tiempo y de la vida, y por sobre
todo eso : el amor a la libertad junto con la consecuencia hacia su bandera, su divisa y
sus                                                                               caudillos.

(Fernán Silva Valdés de “Lectores de Historia Nacional”)

LOS ATUENDOS CRIOLLOS


PONCHO

Es una especie de capa cerrada, una manta cuadrilonga con la abertura en el centro para
pasar la cabeza, de modo que quede el poncho pendiente de los hombros, de uno y otro
lado, para poder dar libertad a los brazos. Por delante llega hasta la rodilla y por detrás
tiene generalmente un palmo más de largo. Las medidas, más o menos, son : 12 palmos
de largo por 7 palmos de ancho. El poncho patria es de paño grueso, generalmente de
color azul, forrado por exelencia, sirviendo para abrigo contra las inclemencias del
tiempo; el que lleva el tropero , el carrero y todo aquel que tenga que hacer un viaje largo
a través de la campaña, pues sirve contra la lluvia y es la mejor cobija para su cama.

SOMBRERO

Nuestra gaucho usa su sombrero característico, de fieltro, paño etc. de copa más bien
alta, acampanada, alas anchas, ligeramente arqueadas hacia arriba que él requinta ; es
decir, quiebra el ala hacia la copa, levantando bien la parte del ala de adelante , ( a menos
que por lluvia o sol , la baja hacia los ojos). También lo usaron con copa muy alta,
puntiaguda, casi en forma de cono truncado , alas relativamente angostas,
colocándoselos, en general medio echados hacia atrás, y adornados con una pluma de
ñandú o de pavo real, al costado , lo que llamaban “a la usanza charrúa”. El gaucho no
deja el sombrero, ni para dormir; de día se tapa la cara para evitar el sol y si es de noche,
para evitar el rocío.

VINCHA

Nuestros gauchos, hombres y mujeres, sostenían la melena con un pañuelo doblado : era
la vincha. Las mozas criollas tenían su vincha, adornando su frente con una cinta ; los
corredores de caballos, antiguamente, siempre se ponían vincha para correr ; el
esquilador, a fin de que no le moleste el sudor a los ojos, mientras trabaja, usa vincha,
siendo unas veces un simple cordón ; otras veces, de usar melena, hace dos trenzas, una
a cada lado , y ata en medio de la frente.

CHIRIPA


                                                                                           3
Prenda de ropa, pintoresco atavío, propio del gaucho. Una manta cuadrilonga de dos
varas de largo y una de ancho, poco más o menos, que sujeta por uno de los lados más
angostos, a la parte de atrás de la cintura ; pasa por entre las piernas y queda sujeta a la
misma altura pro la parte de adelante, ciñéndola con una faja destinada al efecto o
sencillamente por el tirador. Esta indumentaria de origen indio, se generalizó a fines del
siglo XVIII , y lo vemos reproducido en los hermosos cuadros de Blanes , donde se ve al
gaucho, usando chiripá de mantilla, que se coloca alrededor de la cintura a guisa de saya,
tal cual se ponen los panaderos el paño que les rodea la cintura, mientras están en el
trabajo. El chiripá usado en esta forma, se llamaba “A la Oriental”

CUCHILLO

EL “compañero” … el “necesario” ¿ Puede concebirse un gaucho sin cuchillo? Y por
modesto que sea, hasta el de mango o cabo de madera, el gaucho lo estima por los
servicios que le presta y llega hasta sentir cariño por él. Es percha, para colgar el
rebenque o su sombrero ; lo usa para degollar o desollar un animal : con él tusa :
despunta la cola, crines y copete ; hace tarjas en un palo llevando una cuenta : corta y
desvira tientos ; recorta el vaso del caballo, lo usa para pinchar una brasita del fuego del
fogón y encender el cigarro ; corta el asado, sirviéndose de la punta cual un tenedor y
para escarbarse los dientes ; forma parte de su almohada de dormir , para …estar siempre
a mano… él es el que lo va a defender.


TIRADOR                                        O                                       CINTO

El tirador es un cinturón que sirve para sostener el chiripá o las bombachas y de sostén
del cuchillo o facón. Generalmente, abrochaban por medio de una hebilla de metal común
o de plata y oro cincelados. Los había que prendían por medio de una botonadura. Los
tiradores son hechos con cuero de carpincho, lobo , cerdo , etc. , curtido, de baqueta ,
gamuza , tafilete, terciopelo bordado con flores, corazones , etc. y cuando eran adornados
con monedas se llamaba tirador punteado de monedas . Cinto es sinónimo de tirador.

BOTAS                                        DE                                       POTRO

La bota de potro, es de cuero más suave y fino que la bota de vaca. Se hacen con el cuero
de la parte inferior de los muslos (la pierna) , garrón y parte de la canilla del potro,
sacando el cuero sin cortarlo. También de la misma manera se hacía con las de vaca.
Sacado el cuero se descarna bien y después se soba. No llevan costura ni tacón ; la parte
del garrón del animal hace las veces de él.

ESPUELAS

Instrumento de metal, que lleva una rodaja de puntas a manera de estrella, que puesta en
el calcañar , sirve para picar el caballo. Está formada por las piernas, piguello y la rodaja.
Piernas son las partes que abrazan el pie ; piguelo es la parte donde va colocada la rodaja.
Se sujetan con correas de cuero o cadenas de metal, que se llaman cabrestillos, otros le
llaman alzaprimas , y si son de cadenas, cadenillas ; de ser largas y colgantes, cadenillas
con cascabeles.




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ENAGUAS

El paisano dice “naguas” . Polleras y enaguas, eran todo el lujo de nuestras criollas, para
lucir en las fiestas. Las polleras eran en general de zarazas de colores vivos y llenas de
voladitos. Las enaguas las usaban festonadas de ancho vuelo y muy almidonadas, al
punto de hacer ruido cuando se caminaba. Ambas prendas las llevaban muy largas y en
general bordaban las zapatillas haciendo juego con el color de la pollera. Con una pollera
bien chillona , unas enaguas bien almidonadas, un pañuelo de golilla , una cinta de vincha
y una flor detrás de la oreja , ya estaba paqueta la china.

(Roberto J. Bouton de “La vida rural en el Uruguay” )

LA                                        CARRETA

En viajes dilatados, con carga regular de ciento cincuenta arrobas, siempre la tiran cuatro
bueyes, de los cuales los dos de delante se llaman cuarteros . (…) Para cada carreta es
indispensable un peón, que va sentado bajo el techo delantero, sobre un petacón en que
lleva sus trastos, y sólo se apea cuando se descompone algunas de las coyundas o para
cuartear pasajes de ríos y otros malos pasos. Además de las ciento cincuenta arrobas
llevan una botica grande de agua, leña y maderas para la compostura de la carreta, que
con el peso del peón y sus trastos llega a doscientas arrobas. En las carretas no hay
hierro alguna ni clavo, porque todo es de madera. Casi todos los días dan sebo al eje y
bocinas de las ruedas, para que no se gasten las mazas , porque en estas carretas va
firme el eje en el techo, y la rueda es la que da vuelta. (…) A los bueyes sólo les fatiga el
calor del sol, por lo que regularmente paran a las diez del dia. A las cuatro de la tarde se
reanuda el caminar , y se para la segunda vez el tiempo suficiente para hacer la cena,
porque en caso de estar la noche clara y el camino sin estorbo , vuelven a uncir a las once
de       la       noche         y     se       camina        hasta      el      amanecer…
(Concolorcorvo de “El Lazarillo de los ciegos caminantes”)



LOS PUEBLOS DE LA CAMPAÑA

En torno al 1800 apenas unas 20.000 personas habitaban la dilatada campaña. Desde la
fundación de Montevideo, pequeños pueblos empezaron a salpicar la soledad. Rara vez
pasaban de algunos centenares de vecinos. Nacían en un cruce de caminos forjados por
las carretas o en torno a puestos militares, a veces alrededor de una capilla o un casco de
estancia.

En la lista encontramos a San Carlos , Rosario del Colla, Canelones, Las Piedras, San
José       ,     Minas      ,      Pando         ,     Mercedes      ,     Melo      …
Es brotar de pueblos fue consecuencia del progreso del comercio con los productos
rurales. Primero el cuero y el sebo ; a partir del 1780 también el tasajo (carne seca y
salada)
(Enrique Méndez Vives de “ Artigas y la Patria Grande” )




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MOZOS DE MALA CAMISA


Abundancia relativa, la de caballos, paisaje y carne; únicamente lujos de un medio rudo,
que se tradujo en un tipo social único, pero común a todo el territorio de esa frontera: el
gaucho. De él dijo Concolorcorvo : “son unos mozos nacidos en Montevideo y en los
vecinos pagos” , de “mala camisa y peor vestido”. Para algunos autores nace apegado a
la evolución del paisaje y a partir de los pobladores europeos que , cercados en Buenos
Aires por los indios pampas y en San Fe por los charrúas y mocovíes, buscan nuevos
terrenos donde surtirse de carne y cueros. Desde que la presencia portuguesa de agudiza,
se agrega la posibilidad del contrabando en aquellos confines del Imperio español
sometidos al monopolio comercial.

 Entonces, “al principio la vaquería es solo la aventura hacia la selva o el desierto, hacia
un límite desconocido y agreste pero no tan lejano, pero más tarde es el cruce del río, es
el internarse en una tierra de nadie, pródiga y libérrima. Los convoyes de carretas en
semi-círculo , la luz de los fogones , el tufo acre de la grasa y de la sangre, el bramido del
tigre y el grito del charrúa, las noches al sereno bajo la inmensa bóveda azul, la
persecución del toro bravío a través de dilatados llanos y cuchillas, todo eso agudiza el
problema , todo contribuye a desgarrar al hombre de su matriz europea” “Pero con el
cruce del río (hacia la Banda Oriental) un nuevo fenómeno habrá de catalizar definitiva y
profundamente ese proceso”. “Reiniciando su marcha de conquista y colonización hacia
el sur, interrumpida por el período de anexión a España, Portugal ha fundado frente a
Buenos Aires la que será manzana de la discordia entre las dos coronas”. “Aquellos
mozos santafesinos y porteños acostumbrados a vagabundear en la periferia de sus
pueblos, a su albedrío, amparados en la abundancia de alimentos, sin oficio conocido,
que ya eran preocupación un siglo antes para el hacendoso Hernandarias, encuentran un
motivo de aventura y desarrollo a su natural inclinación en las primeras cuereadas y
vaqueadas. Allí empiezan a hacerse de un oficio: la faena del ganado y el conocimiento de
la tierra. Resultando así vaqueros y baqueanos”. “Este doble conocimiento los hace
especialmente útiles cuando se inicia la faena clandestina en gran escala de nuestro
territorio”. “Después de la segunda fundación de la Colonia y a consecuente de
Montevideo, ese maridaje hispano-lusitano en el cual el contrabando juega principalísimo
rol, se incrementa enormemente con el consiguiente aumento de faeneros clandestinos,
que ya imbuidos de su propio valor se conchaban alternativamente a unos y otros para la
charqueada y el transporte de los cueros”. “A los primeros porteños y santafesinos se
han agregado nuevos contingentes del mismo origen y bien pronto mestizos paraguayos (
y hasta criollos chilenos) , tapes avanzados de las estancias misionales, que vuelven a la
ventajas de la vida libre y que aportan sus mujeres (elementos quedados en nuestro
territorio principalmente de entre los que vinieron a la destrucción de la Colonia y para la
expulsión de los portugueses de Montevideo ) ; también se suman a ellos pero en forma
esporádica y sin el sentido del oficio que aquellos ya denotan, elementos del grupo
conglomerado charrúa-minuano”. “Justamente esas grandes matanzas semi-oficiales de
ganados a principios del siglo, que se realizan sistemáticamente en el triángulo territorial
que se forma tirando una línea imaginaria entre las bocas del Río Negro y las del Santa
Lucía, provocan una merma realmente alarmante en los ganados allí aposentados y los
sobrevivientes pronto huyen hacia el norte y hacia el este” “De este modo podemos decir
que nace el gaucho”. “El elemento central de nuestra vida rural”. “Centro de su estructura
económica en el siglo XVIII y de su formación política en el siguiente”. “No es un


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campesino en la acepción correcta de término, tampoco es un rural afincado a la tierra”.
“Es un típico marginal. Descendiente de individuos semi-urbanos del grupo guerrero
conquistador, no de verdaderos colonos; hombres duros y duchos en la pelea, viriles, ya
adaptados a una vida áspera, individualistas y despegados de la fórmula social hogareña,
como los marinos que forman parte del núcleo inicial y lo incrementan de modo notable
por su facilidad de adaptación a las condiciones de vida vagabunda, casi errática, sin
oficio definido, trabajando , o mejor conchabándose para subvenir una necesidad
inmediata que nunca es la del alimento o sea la de la supervivencia, puesto que la comida
está siempre asegurada por la abundancia pantagruélica de carne fruto de las hecatombes
de la vaquería” “Las características del medio agreste y el contacto con el indígena
acentúan hasta hacer hondas huellas sus rasgos de barbarie. No es ni siquiera un
verdadero pastor con su metodología de nomadismo engordador de ganados,
aprovechador directo de la riqueza primaria y secundaria de éstos, con su grupo patriarcal
perfectamente organizado. Pocos autores registraron con mayor sentido crítico esa
cultura masculina que Félix de Azara, cuando describe a “los gauchos o gauderios” de las
zonas de Montevideo y Maldonado. “Todos son por lo común escapados de las cárceles
de España y del Brasil, o de los que por sus atrocidades huyen a los desiertos. Su
desnudez, su barba larga, su cabello nunca peinado, y la oscuridad y porquería de
semblante, les hacen espantosos a la vista. Por ningún motivo ni interés quieren servir a
nadie, y sobre ser ladrones, roban también mujeres. Las llevan a los bosques, y viven con
ellas en una choza, alimentándose con vacas silvestres. Cuando tiene alguna necesidad
o capricho el gaucho, roba algunos caballos o vacas, las lleva y vende en el Brasil, de
donde trae lo que le hace falta. Yo recogí entre otras, a una de tales mujeres española; me
contó que hacía diez años que la había robado un tal Cuenca: que este le había muerto
otro; que a este había muerto un tercero; y a éste el que la estaba poseyendo”. En las
primeras décadas del siglo XX , cuando ya definitivamente eliminado como tipo social,
pasa a ser un símbolo, un historiador de muy buena pluma sintetiza la realidad con la
necesidad colectiva que todo símbolo encierra, tranzando un retrato diferente. Para
Alberto Zum Felde , el gaucho es el “tipo nacional” , que está “hecho para las actividades
estéticas : para el amor, para el juego , para el canto y para la guerra”. Habitante de una
campaña en que la familia casi no existe y donde la sociabilidad se concentra en
pulperías, pasea si extraño señorío en torno a las carreras de caballos, el truco o la taba.

“Es por lo general flaco, cetrino y barbudo; pero los hay lampiños y de pelo lacio; y los
hay rubios y de ojos zarcos, abarcando toda la escala de la mestización que va del indio
crudo al conquistador ibero-germano. La vida ecuestre, la alimentación carnívora, la ruda
intemperie, los vientos tónicos del Océano y de la Pampa, le crían magro, duro, ágil, y de
contextura biliosa. Unos sujetan las crines recias con la vincha del indio, otros ponen
sobre su suelta melena el sombrero panzaburro; algunos llevan el broncíneo torso
desnudo, otros se cubren con camisas o ponchos; todos usan la bota de potro y el
chiripá. El desierto y la soledad le hacen taciturno y silencioso. La libertad y la
abundancia le hacen altivo, hospitalario y leal. La hostilidad permanente con la policía
española, y la lucha con las bestias bravías, le dan coraje, audacia, desprecio de la vida
propia y de la ajena. Se acostumbra a morir sin pena y a matar sin asco. Del conquistador
recibe el caballo y la guitarra; del indio el poncho, la vincha, el mate y las boleadoras. Su
lenguaje es mezcla del castellano arcaico del siglo XVI, con elementos indígenas, a los
que se agregan más tarde voces portuguesas y africanas; los giros del lenguaje son
propios y se expresa generalmente por imágenes. El refrán es su forma típica de
respuesta”.




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LA FLOR DEL GAUCHAJE

“Otra cualidad que el gaucho admira en grado sumo y da prestigio en los campos es la
poesía. Todo gaucho toca la guitarra y sabe cantar una copla; pero el payador, el cantor
ingenioso o inspirado, el que anda de pago en pago, con su guitarra y su aventura a la
espalda, haciendo reír y llorar a las almas rudas, el que se pasa las horas enteras
improvisando coplas al son del ronco bordoneo en medio a un atento círculo de auditores,
ese es la flor del gauchaje, un aristócrata, agasajado por los hombres , requerido por las
mujeres, para quien son los mejores puestos y los mejores bocados. Tal es el gaucho
cuando                          entra                      en                     escena”
Así describe al gaucho el historiador F. Assuncao “Es un típico marginal. Descendiente
de individuos semi-urbanos del grupo guerrero conquistador, no de verdaderos colonos;
hombres duros y duchos en la pelea, viriles , ya adaptados a una vida áspera,
individualistas y despegados de la fórmula social hogareña, como los marinos que
forman parte del núcleo inicial y lo incrementan de moto notable por su facilidad de
adaptación a las condiciones de vida vagabunda, casi errática, sin oficio definido,
trabajando, o mejor conchabándose para subvenir una necesidad inmediata que nunca es
la del alimento o sea la de la supervivencia, puesto que la comida está siempre asegurada
por la abundancia pantagruélica de carne fruto de la hecatombes de la vaquería”


AL AMPARO DE LA ESTANCIA


Esa economía depredadora fue orientada hacia una productividad más racional cuando
aparece la estancia. Por merced de la Corona, generalmente, aunque también por compra,
van apareciendo las estancias, siempre de enormes extensiones. El estanciero era
muchas veces un gran ausente. “Era un poseedor que detentaba la tierra no para
colonizarla, sino para utilizarla como lugar de faena del ganado cimarrón que allí
penetraba en busca de pastos o aguadas y que quedaba encerrado en las rinconadas
formadas por la confluencia de los ríos y arroyos caudalosos. Para salvar la apariencia de
que la tierra había sido efectivamente ocupada, a veces dejada en ella un pequeño rodeo
que también servía de sebo para atraer al ganado silvestre que vagaba sin rumbo. Cuando
llegaba la primavera, el propietario comisionaba desde la ciudad a un capataz para que
con una partida de changadores contratados al efecto , se trasladara al campo que él por
lo general no conocía ni de vista, a fin de realizar la matanza en gran escala del ganado
alzado que encontrara, con el exclusivo objeto de extraer el cuero.

 La carne flaca e insípida del ganado cimarrón sólo la comían los perros. El propietario
que realizaba este tipo de explotación no podía ser considerado en realidad un
hacendado, un estanciero, si se le compara con aquel otro que tomaba posesión efectiva
de la tierra, la habitaba con su familia y la poblaba de rodeos. En algunos casos era a la
vez un comerciante radicado en la ciudad que entre otras actividades mercantiles
despachaba los cueros obtenidos a su nombre, sin mayor esfuerzo, sin criar ganados, sin
correr riesgos, sin pagar diezmos”. Paralelo a los estancieros ausentistas, dueños de las
llamadas estancias cimarronas aparecían los simples ocupantes, sin título.

Junto a la escasa población – mas rala aún al norte del Río Negro - , las “partidas de
hombres sueltos” , las dificultades de comunicación, y la inexistencia de límites para
demarcar las propiedades, conforman la serie de problemas que aquejaban al campo.


                                                                                        8
De ese campo deriva la forma de autoridad política que se impondrá en
nuestro territorio en el siglo XIX y de la cual José Artigas es la más clara
expresión : el caudillo. Un gaucho mejor, que potencia los valores del medio
y que en base a carisma se convierte en centro de las huestes de su pago.
“El gaucho ha de admirar en él sus propias cualidades elevadas al grado
heroico, ha de reconocerse y admirarse en él a si mismo” subraya Zum
Felde.


HUESTES DE CHIRIPÁ


Real de Azúa verá justicia retributiva como una forma de poder en ese accionar del
caudillo-estanciero, dando empleo, tierras y protección. Pivel Devoto, en cambio, vio
similitudes con la historia medieval europea (“Impotencia del poder central, dispersión de
la autoridad, protección privada del débil, derecho y obligación de legítima defensa”) y lo
retrató como un señor feudal. “Como en la época feudal, la propiedad iba entonces
acompañada de obligaciones. Los propietarios fronterizos y aún los otros, debían tener
armas y defensas, además de poblar, cultivar y procrear ganado. Como en la época feudal,
el ejército se formaba con la obligación de equipo. Cada Blandengue, para no citar sino
un ejemplo, debía aportar seis caballos al entrar a su cuerpo. Pero sin duda, lo más
característicamente feudal de este estado, se concentraba en la estancia. Cada estancia
era un señorío, con una vida social y económica plenamente autárquica; tenía defensas
militares que remedaban el torreón medioeval, a veces una capilla para servicios
religiosos y siempre una hueste que el estanciero conducía a la guerra, como un señor
feudal”.

“Esta célula social , por su poder, por la protección que dispensaba y por la posibilidad de
trabajo que brindaba, era, en aquel medio rudimentario, un elemento de atracción. En sus
cercanías se agrupaba el rancherío de modestas viviendas de barro y paja, cuando no
prefería buscar la sombra amparadora de alguna capilla rústica”




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Origen del gaucho o gauderio

  • 1. ORIGEN DEL GAUCHO En el año de 1768 , cuando gobernaba a Montevideo por el rey de España don Agustín de la Rosa, fueron expulsados los jesuitas de nuestras tierras. Con este motivo, las reducciones uruguayas maltratadas por los gobernadores militares, empezaron a ser abandonadas de sus pobladores, los cuales, buscando la tranquilidad y la riqueza se establecieron en buen número sobre las campiñas de Montevideo y Maldonado. Pronto se iniciaron entre los nuevos pobladores y los que ya habitaban el país, relaciones industriales y de orden social que fueron estrechándose, y por fin resultó, que una nueva sociedad se había formado. De en medio de estos elementos tan diversos, nació un tiempo que era el resultado de todas las fusiones , y que estaba destinado a desempeñar un gran papel y dar su nombre a la población de las campañas del Plata : era el GAUCHO. Los primeros gauchos o “gauderios” , sin embargo, no eran todos uruguayos, pues muchas componían el número de los portugueses y españoles fugados del presidio : se les llamaba gauchos como se les hubiera podido llamar bandidos u holgazanes. Pero de allí a poco, hízose extensiva la designación a todos aquellos que sin quehaceres fijos, gustaban vagar errantes por los campos, o se hacían notables por sus lances amorosos, sus rencillas y sus cantares. Lo rudimentario del trabajo y la facilidad de efectuarlo con pocos brazos, hacía que en todas las familias, numerosas de suyo, hubiese siempre un sobrante de varones que no eran absolutamente necesarios a las faenas domésticas. Los más enérgicos de ellos, aguzados por su natural inquieto, abandonaban pronto el hogar paterno para procurarse atractivos de otro género en medio de una naturaleza salvaje, luchando con las fieras y los animales cerriles , y aventurándose en los lances apurados de cualquier género. Estos fueron de aquí para adelante los verdaderos gauchos, mezcla informe de grandes pasiones y de pensamientos mezquinos, arrojados y pueriles , trovadores melancólicos que al son de la guitarra cantaban endechas de amor, y enseguida reñían a cuchillazos 1
  • 2. por la menor palabra ; valientes hasta la temeridad y supersticiosos hasta la ridiculez. Había ya en este fruto prematuro de una raza nueva, todos los rasgos salientes de su futuro carácter , parece como que el gaucho hubiera presentido por su temeridad sin objeto y sus melancolías sin causa, que era el primer eslabón de una agrupación humana destinada a conquistar su independencia y su libertad por el valor militar y la resignación cívica. Tal fue el origen del gaucho. (Francisco Bauzá de “Estudios Literarios”) VIDA DE LOS CRIOLLOS A fines del Siglo XVIII – y de acuerdo a noticias de los viajeros de la época – comenzaron a aparecer en campos inmediatos a Montevideo y Maldonado, unos habitantes nuevos, tenidos por vagos, llamados “gauderios” , vestidos de una mala camisa , chiripá cubriendo las piernas, y a medio calzar unas botas rústicas , hechas con el cuero de las patas de los vacunos y yeguarizos , las cuales le cubrían pantorrillas y pies dejando afuera la punta de los dedos. Para evitar el frío y aun el sol , se cubrían con un pocho , y armados siempre de un largo cuchillo llamado facón , atravesado en la cintura por detrás, vagaban por los campos, siempre jinetes en caballos cerriles. La vida fácil y abundante les llevaba a la holganza, dedicando así su tiempo, a enamorar a las mujeres, realizar faenas de rústica belleza, como las de bolear o enlazar animales, y desahogar sus tristezas o su alegría de vivir, cantando peculiares canciones acompañándose con una pequeña guitarra española que muchos de ellos habían aprendido a pulsar. Estos hombres primitivos, llamados al principio “gauderios” , luego tomaron el nombre definitivo de “gauchos” , con el cual pasaron a la historia. Eran descendientes de españoles, o de los hijos de éstos, tenidos, no sólo con mujeres de igual raza, sino también con indias y con negras. La vida al aire libre les hizo fuertes, vivaces y valientes. Su padres españoles les dejaron, junto a su religión, un singular sentido del honor y de la hidalguía, particularidades éstas con las cuales más adelante se iban a singularizar ante los demás hombres. Al producirse los primeros levantamientos contra el régimen español o portugués, en pro de la independencia, estos hombres, mal mirados al principio por las clases cultas de las ciudades, iban a ser los guerreros indisciplinados y heroicos, en los cuales se apoyaron los caudillos, para llevar la guerra a los opresores , tras las ideas de Libertad. Ellos fueron de este modo, los primeros y más auténticos soldados de la Patria. Con ellos contó Artigas para iniciar el proceso de nuestra independencia; y con ellos contaron, igualmente para continuarla, los caudillos que vinieron en pos de nuestro héroe mayor. El gaucho, así , en su vida de guerrero, y después de afianzada la independencia en su vida de trabajador campesino , aprendió todos sus saberes en el gran libro abierto que la naturaleza ofrece al hombre. Por eso si al principio el nombre de gauderio o de gaucho fue sinónimo de vago, como lo fue luego de esforzado y valiente, en los últimos tiempos de su breve existencia, su nombre significó – y significa aún – cualidad de hombre baqueano , servicial , sufrido y pundonoroso. Por eso , la palabra gaucho , mas que aludir a un hombre de raza o estirpe 2
  • 3. determinada, significa una cualidad o un conjunto de cualidades correspondientes a ese hombre. De ahí que el pueblo haya creado la palabra gauchada, pues hacer una gauchada, es hacer un servicio sin que medie para ello el más mínimo interés. El gaucho fiero, cimarrón y heroico , hace años ya que desapareció de nuestra vida campestre ; sólo existe hoy el trabajador rural llamado paisano, el cual , al moverse en el mismo medio ambiente de aquél, heredó algunas de sus costumbres y características, cual el amor a la “prenda” – como llamaba a la mujer - ; la habilidad en el manejo del caballo, del lazo y las boleadoras; así como la afición por la guitarra , el canto y la danza ; amén del valor personal, la capacidad para sufrir las inclemencias del tiempo y de la vida, y por sobre todo eso : el amor a la libertad junto con la consecuencia hacia su bandera, su divisa y sus caudillos. (Fernán Silva Valdés de “Lectores de Historia Nacional”) LOS ATUENDOS CRIOLLOS PONCHO Es una especie de capa cerrada, una manta cuadrilonga con la abertura en el centro para pasar la cabeza, de modo que quede el poncho pendiente de los hombros, de uno y otro lado, para poder dar libertad a los brazos. Por delante llega hasta la rodilla y por detrás tiene generalmente un palmo más de largo. Las medidas, más o menos, son : 12 palmos de largo por 7 palmos de ancho. El poncho patria es de paño grueso, generalmente de color azul, forrado por exelencia, sirviendo para abrigo contra las inclemencias del tiempo; el que lleva el tropero , el carrero y todo aquel que tenga que hacer un viaje largo a través de la campaña, pues sirve contra la lluvia y es la mejor cobija para su cama. SOMBRERO Nuestra gaucho usa su sombrero característico, de fieltro, paño etc. de copa más bien alta, acampanada, alas anchas, ligeramente arqueadas hacia arriba que él requinta ; es decir, quiebra el ala hacia la copa, levantando bien la parte del ala de adelante , ( a menos que por lluvia o sol , la baja hacia los ojos). También lo usaron con copa muy alta, puntiaguda, casi en forma de cono truncado , alas relativamente angostas, colocándoselos, en general medio echados hacia atrás, y adornados con una pluma de ñandú o de pavo real, al costado , lo que llamaban “a la usanza charrúa”. El gaucho no deja el sombrero, ni para dormir; de día se tapa la cara para evitar el sol y si es de noche, para evitar el rocío. VINCHA Nuestros gauchos, hombres y mujeres, sostenían la melena con un pañuelo doblado : era la vincha. Las mozas criollas tenían su vincha, adornando su frente con una cinta ; los corredores de caballos, antiguamente, siempre se ponían vincha para correr ; el esquilador, a fin de que no le moleste el sudor a los ojos, mientras trabaja, usa vincha, siendo unas veces un simple cordón ; otras veces, de usar melena, hace dos trenzas, una a cada lado , y ata en medio de la frente. CHIRIPA 3
  • 4. Prenda de ropa, pintoresco atavío, propio del gaucho. Una manta cuadrilonga de dos varas de largo y una de ancho, poco más o menos, que sujeta por uno de los lados más angostos, a la parte de atrás de la cintura ; pasa por entre las piernas y queda sujeta a la misma altura pro la parte de adelante, ciñéndola con una faja destinada al efecto o sencillamente por el tirador. Esta indumentaria de origen indio, se generalizó a fines del siglo XVIII , y lo vemos reproducido en los hermosos cuadros de Blanes , donde se ve al gaucho, usando chiripá de mantilla, que se coloca alrededor de la cintura a guisa de saya, tal cual se ponen los panaderos el paño que les rodea la cintura, mientras están en el trabajo. El chiripá usado en esta forma, se llamaba “A la Oriental” CUCHILLO EL “compañero” … el “necesario” ¿ Puede concebirse un gaucho sin cuchillo? Y por modesto que sea, hasta el de mango o cabo de madera, el gaucho lo estima por los servicios que le presta y llega hasta sentir cariño por él. Es percha, para colgar el rebenque o su sombrero ; lo usa para degollar o desollar un animal : con él tusa : despunta la cola, crines y copete ; hace tarjas en un palo llevando una cuenta : corta y desvira tientos ; recorta el vaso del caballo, lo usa para pinchar una brasita del fuego del fogón y encender el cigarro ; corta el asado, sirviéndose de la punta cual un tenedor y para escarbarse los dientes ; forma parte de su almohada de dormir , para …estar siempre a mano… él es el que lo va a defender. TIRADOR O CINTO El tirador es un cinturón que sirve para sostener el chiripá o las bombachas y de sostén del cuchillo o facón. Generalmente, abrochaban por medio de una hebilla de metal común o de plata y oro cincelados. Los había que prendían por medio de una botonadura. Los tiradores son hechos con cuero de carpincho, lobo , cerdo , etc. , curtido, de baqueta , gamuza , tafilete, terciopelo bordado con flores, corazones , etc. y cuando eran adornados con monedas se llamaba tirador punteado de monedas . Cinto es sinónimo de tirador. BOTAS DE POTRO La bota de potro, es de cuero más suave y fino que la bota de vaca. Se hacen con el cuero de la parte inferior de los muslos (la pierna) , garrón y parte de la canilla del potro, sacando el cuero sin cortarlo. También de la misma manera se hacía con las de vaca. Sacado el cuero se descarna bien y después se soba. No llevan costura ni tacón ; la parte del garrón del animal hace las veces de él. ESPUELAS Instrumento de metal, que lleva una rodaja de puntas a manera de estrella, que puesta en el calcañar , sirve para picar el caballo. Está formada por las piernas, piguello y la rodaja. Piernas son las partes que abrazan el pie ; piguelo es la parte donde va colocada la rodaja. Se sujetan con correas de cuero o cadenas de metal, que se llaman cabrestillos, otros le llaman alzaprimas , y si son de cadenas, cadenillas ; de ser largas y colgantes, cadenillas con cascabeles. 4
  • 5. ENAGUAS El paisano dice “naguas” . Polleras y enaguas, eran todo el lujo de nuestras criollas, para lucir en las fiestas. Las polleras eran en general de zarazas de colores vivos y llenas de voladitos. Las enaguas las usaban festonadas de ancho vuelo y muy almidonadas, al punto de hacer ruido cuando se caminaba. Ambas prendas las llevaban muy largas y en general bordaban las zapatillas haciendo juego con el color de la pollera. Con una pollera bien chillona , unas enaguas bien almidonadas, un pañuelo de golilla , una cinta de vincha y una flor detrás de la oreja , ya estaba paqueta la china. (Roberto J. Bouton de “La vida rural en el Uruguay” ) LA CARRETA En viajes dilatados, con carga regular de ciento cincuenta arrobas, siempre la tiran cuatro bueyes, de los cuales los dos de delante se llaman cuarteros . (…) Para cada carreta es indispensable un peón, que va sentado bajo el techo delantero, sobre un petacón en que lleva sus trastos, y sólo se apea cuando se descompone algunas de las coyundas o para cuartear pasajes de ríos y otros malos pasos. Además de las ciento cincuenta arrobas llevan una botica grande de agua, leña y maderas para la compostura de la carreta, que con el peso del peón y sus trastos llega a doscientas arrobas. En las carretas no hay hierro alguna ni clavo, porque todo es de madera. Casi todos los días dan sebo al eje y bocinas de las ruedas, para que no se gasten las mazas , porque en estas carretas va firme el eje en el techo, y la rueda es la que da vuelta. (…) A los bueyes sólo les fatiga el calor del sol, por lo que regularmente paran a las diez del dia. A las cuatro de la tarde se reanuda el caminar , y se para la segunda vez el tiempo suficiente para hacer la cena, porque en caso de estar la noche clara y el camino sin estorbo , vuelven a uncir a las once de la noche y se camina hasta el amanecer… (Concolorcorvo de “El Lazarillo de los ciegos caminantes”) LOS PUEBLOS DE LA CAMPAÑA En torno al 1800 apenas unas 20.000 personas habitaban la dilatada campaña. Desde la fundación de Montevideo, pequeños pueblos empezaron a salpicar la soledad. Rara vez pasaban de algunos centenares de vecinos. Nacían en un cruce de caminos forjados por las carretas o en torno a puestos militares, a veces alrededor de una capilla o un casco de estancia. En la lista encontramos a San Carlos , Rosario del Colla, Canelones, Las Piedras, San José , Minas , Pando , Mercedes , Melo … Es brotar de pueblos fue consecuencia del progreso del comercio con los productos rurales. Primero el cuero y el sebo ; a partir del 1780 también el tasajo (carne seca y salada) (Enrique Méndez Vives de “ Artigas y la Patria Grande” ) 5
  • 6. MOZOS DE MALA CAMISA Abundancia relativa, la de caballos, paisaje y carne; únicamente lujos de un medio rudo, que se tradujo en un tipo social único, pero común a todo el territorio de esa frontera: el gaucho. De él dijo Concolorcorvo : “son unos mozos nacidos en Montevideo y en los vecinos pagos” , de “mala camisa y peor vestido”. Para algunos autores nace apegado a la evolución del paisaje y a partir de los pobladores europeos que , cercados en Buenos Aires por los indios pampas y en San Fe por los charrúas y mocovíes, buscan nuevos terrenos donde surtirse de carne y cueros. Desde que la presencia portuguesa de agudiza, se agrega la posibilidad del contrabando en aquellos confines del Imperio español sometidos al monopolio comercial. Entonces, “al principio la vaquería es solo la aventura hacia la selva o el desierto, hacia un límite desconocido y agreste pero no tan lejano, pero más tarde es el cruce del río, es el internarse en una tierra de nadie, pródiga y libérrima. Los convoyes de carretas en semi-círculo , la luz de los fogones , el tufo acre de la grasa y de la sangre, el bramido del tigre y el grito del charrúa, las noches al sereno bajo la inmensa bóveda azul, la persecución del toro bravío a través de dilatados llanos y cuchillas, todo eso agudiza el problema , todo contribuye a desgarrar al hombre de su matriz europea” “Pero con el cruce del río (hacia la Banda Oriental) un nuevo fenómeno habrá de catalizar definitiva y profundamente ese proceso”. “Reiniciando su marcha de conquista y colonización hacia el sur, interrumpida por el período de anexión a España, Portugal ha fundado frente a Buenos Aires la que será manzana de la discordia entre las dos coronas”. “Aquellos mozos santafesinos y porteños acostumbrados a vagabundear en la periferia de sus pueblos, a su albedrío, amparados en la abundancia de alimentos, sin oficio conocido, que ya eran preocupación un siglo antes para el hacendoso Hernandarias, encuentran un motivo de aventura y desarrollo a su natural inclinación en las primeras cuereadas y vaqueadas. Allí empiezan a hacerse de un oficio: la faena del ganado y el conocimiento de la tierra. Resultando así vaqueros y baqueanos”. “Este doble conocimiento los hace especialmente útiles cuando se inicia la faena clandestina en gran escala de nuestro territorio”. “Después de la segunda fundación de la Colonia y a consecuente de Montevideo, ese maridaje hispano-lusitano en el cual el contrabando juega principalísimo rol, se incrementa enormemente con el consiguiente aumento de faeneros clandestinos, que ya imbuidos de su propio valor se conchaban alternativamente a unos y otros para la charqueada y el transporte de los cueros”. “A los primeros porteños y santafesinos se han agregado nuevos contingentes del mismo origen y bien pronto mestizos paraguayos ( y hasta criollos chilenos) , tapes avanzados de las estancias misionales, que vuelven a la ventajas de la vida libre y que aportan sus mujeres (elementos quedados en nuestro territorio principalmente de entre los que vinieron a la destrucción de la Colonia y para la expulsión de los portugueses de Montevideo ) ; también se suman a ellos pero en forma esporádica y sin el sentido del oficio que aquellos ya denotan, elementos del grupo conglomerado charrúa-minuano”. “Justamente esas grandes matanzas semi-oficiales de ganados a principios del siglo, que se realizan sistemáticamente en el triángulo territorial que se forma tirando una línea imaginaria entre las bocas del Río Negro y las del Santa Lucía, provocan una merma realmente alarmante en los ganados allí aposentados y los sobrevivientes pronto huyen hacia el norte y hacia el este” “De este modo podemos decir que nace el gaucho”. “El elemento central de nuestra vida rural”. “Centro de su estructura económica en el siglo XVIII y de su formación política en el siguiente”. “No es un 6
  • 7. campesino en la acepción correcta de término, tampoco es un rural afincado a la tierra”. “Es un típico marginal. Descendiente de individuos semi-urbanos del grupo guerrero conquistador, no de verdaderos colonos; hombres duros y duchos en la pelea, viriles, ya adaptados a una vida áspera, individualistas y despegados de la fórmula social hogareña, como los marinos que forman parte del núcleo inicial y lo incrementan de modo notable por su facilidad de adaptación a las condiciones de vida vagabunda, casi errática, sin oficio definido, trabajando , o mejor conchabándose para subvenir una necesidad inmediata que nunca es la del alimento o sea la de la supervivencia, puesto que la comida está siempre asegurada por la abundancia pantagruélica de carne fruto de las hecatombes de la vaquería” “Las características del medio agreste y el contacto con el indígena acentúan hasta hacer hondas huellas sus rasgos de barbarie. No es ni siquiera un verdadero pastor con su metodología de nomadismo engordador de ganados, aprovechador directo de la riqueza primaria y secundaria de éstos, con su grupo patriarcal perfectamente organizado. Pocos autores registraron con mayor sentido crítico esa cultura masculina que Félix de Azara, cuando describe a “los gauchos o gauderios” de las zonas de Montevideo y Maldonado. “Todos son por lo común escapados de las cárceles de España y del Brasil, o de los que por sus atrocidades huyen a los desiertos. Su desnudez, su barba larga, su cabello nunca peinado, y la oscuridad y porquería de semblante, les hacen espantosos a la vista. Por ningún motivo ni interés quieren servir a nadie, y sobre ser ladrones, roban también mujeres. Las llevan a los bosques, y viven con ellas en una choza, alimentándose con vacas silvestres. Cuando tiene alguna necesidad o capricho el gaucho, roba algunos caballos o vacas, las lleva y vende en el Brasil, de donde trae lo que le hace falta. Yo recogí entre otras, a una de tales mujeres española; me contó que hacía diez años que la había robado un tal Cuenca: que este le había muerto otro; que a este había muerto un tercero; y a éste el que la estaba poseyendo”. En las primeras décadas del siglo XX , cuando ya definitivamente eliminado como tipo social, pasa a ser un símbolo, un historiador de muy buena pluma sintetiza la realidad con la necesidad colectiva que todo símbolo encierra, tranzando un retrato diferente. Para Alberto Zum Felde , el gaucho es el “tipo nacional” , que está “hecho para las actividades estéticas : para el amor, para el juego , para el canto y para la guerra”. Habitante de una campaña en que la familia casi no existe y donde la sociabilidad se concentra en pulperías, pasea si extraño señorío en torno a las carreras de caballos, el truco o la taba. “Es por lo general flaco, cetrino y barbudo; pero los hay lampiños y de pelo lacio; y los hay rubios y de ojos zarcos, abarcando toda la escala de la mestización que va del indio crudo al conquistador ibero-germano. La vida ecuestre, la alimentación carnívora, la ruda intemperie, los vientos tónicos del Océano y de la Pampa, le crían magro, duro, ágil, y de contextura biliosa. Unos sujetan las crines recias con la vincha del indio, otros ponen sobre su suelta melena el sombrero panzaburro; algunos llevan el broncíneo torso desnudo, otros se cubren con camisas o ponchos; todos usan la bota de potro y el chiripá. El desierto y la soledad le hacen taciturno y silencioso. La libertad y la abundancia le hacen altivo, hospitalario y leal. La hostilidad permanente con la policía española, y la lucha con las bestias bravías, le dan coraje, audacia, desprecio de la vida propia y de la ajena. Se acostumbra a morir sin pena y a matar sin asco. Del conquistador recibe el caballo y la guitarra; del indio el poncho, la vincha, el mate y las boleadoras. Su lenguaje es mezcla del castellano arcaico del siglo XVI, con elementos indígenas, a los que se agregan más tarde voces portuguesas y africanas; los giros del lenguaje son propios y se expresa generalmente por imágenes. El refrán es su forma típica de respuesta”. 7
  • 8. LA FLOR DEL GAUCHAJE “Otra cualidad que el gaucho admira en grado sumo y da prestigio en los campos es la poesía. Todo gaucho toca la guitarra y sabe cantar una copla; pero el payador, el cantor ingenioso o inspirado, el que anda de pago en pago, con su guitarra y su aventura a la espalda, haciendo reír y llorar a las almas rudas, el que se pasa las horas enteras improvisando coplas al son del ronco bordoneo en medio a un atento círculo de auditores, ese es la flor del gauchaje, un aristócrata, agasajado por los hombres , requerido por las mujeres, para quien son los mejores puestos y los mejores bocados. Tal es el gaucho cuando entra en escena” Así describe al gaucho el historiador F. Assuncao “Es un típico marginal. Descendiente de individuos semi-urbanos del grupo guerrero conquistador, no de verdaderos colonos; hombres duros y duchos en la pelea, viriles , ya adaptados a una vida áspera, individualistas y despegados de la fórmula social hogareña, como los marinos que forman parte del núcleo inicial y lo incrementan de moto notable por su facilidad de adaptación a las condiciones de vida vagabunda, casi errática, sin oficio definido, trabajando, o mejor conchabándose para subvenir una necesidad inmediata que nunca es la del alimento o sea la de la supervivencia, puesto que la comida está siempre asegurada por la abundancia pantagruélica de carne fruto de la hecatombes de la vaquería” AL AMPARO DE LA ESTANCIA Esa economía depredadora fue orientada hacia una productividad más racional cuando aparece la estancia. Por merced de la Corona, generalmente, aunque también por compra, van apareciendo las estancias, siempre de enormes extensiones. El estanciero era muchas veces un gran ausente. “Era un poseedor que detentaba la tierra no para colonizarla, sino para utilizarla como lugar de faena del ganado cimarrón que allí penetraba en busca de pastos o aguadas y que quedaba encerrado en las rinconadas formadas por la confluencia de los ríos y arroyos caudalosos. Para salvar la apariencia de que la tierra había sido efectivamente ocupada, a veces dejada en ella un pequeño rodeo que también servía de sebo para atraer al ganado silvestre que vagaba sin rumbo. Cuando llegaba la primavera, el propietario comisionaba desde la ciudad a un capataz para que con una partida de changadores contratados al efecto , se trasladara al campo que él por lo general no conocía ni de vista, a fin de realizar la matanza en gran escala del ganado alzado que encontrara, con el exclusivo objeto de extraer el cuero. La carne flaca e insípida del ganado cimarrón sólo la comían los perros. El propietario que realizaba este tipo de explotación no podía ser considerado en realidad un hacendado, un estanciero, si se le compara con aquel otro que tomaba posesión efectiva de la tierra, la habitaba con su familia y la poblaba de rodeos. En algunos casos era a la vez un comerciante radicado en la ciudad que entre otras actividades mercantiles despachaba los cueros obtenidos a su nombre, sin mayor esfuerzo, sin criar ganados, sin correr riesgos, sin pagar diezmos”. Paralelo a los estancieros ausentistas, dueños de las llamadas estancias cimarronas aparecían los simples ocupantes, sin título. Junto a la escasa población – mas rala aún al norte del Río Negro - , las “partidas de hombres sueltos” , las dificultades de comunicación, y la inexistencia de límites para demarcar las propiedades, conforman la serie de problemas que aquejaban al campo. 8
  • 9. De ese campo deriva la forma de autoridad política que se impondrá en nuestro territorio en el siglo XIX y de la cual José Artigas es la más clara expresión : el caudillo. Un gaucho mejor, que potencia los valores del medio y que en base a carisma se convierte en centro de las huestes de su pago. “El gaucho ha de admirar en él sus propias cualidades elevadas al grado heroico, ha de reconocerse y admirarse en él a si mismo” subraya Zum Felde. HUESTES DE CHIRIPÁ Real de Azúa verá justicia retributiva como una forma de poder en ese accionar del caudillo-estanciero, dando empleo, tierras y protección. Pivel Devoto, en cambio, vio similitudes con la historia medieval europea (“Impotencia del poder central, dispersión de la autoridad, protección privada del débil, derecho y obligación de legítima defensa”) y lo retrató como un señor feudal. “Como en la época feudal, la propiedad iba entonces acompañada de obligaciones. Los propietarios fronterizos y aún los otros, debían tener armas y defensas, además de poblar, cultivar y procrear ganado. Como en la época feudal, el ejército se formaba con la obligación de equipo. Cada Blandengue, para no citar sino un ejemplo, debía aportar seis caballos al entrar a su cuerpo. Pero sin duda, lo más característicamente feudal de este estado, se concentraba en la estancia. Cada estancia era un señorío, con una vida social y económica plenamente autárquica; tenía defensas militares que remedaban el torreón medioeval, a veces una capilla para servicios religiosos y siempre una hueste que el estanciero conducía a la guerra, como un señor feudal”. “Esta célula social , por su poder, por la protección que dispensaba y por la posibilidad de trabajo que brindaba, era, en aquel medio rudimentario, un elemento de atracción. En sus cercanías se agrupaba el rancherío de modestas viviendas de barro y paja, cuando no prefería buscar la sombra amparadora de alguna capilla rústica” 9