1. “Todo son sacrificios que podemos ofrecer por
amor de Dios, y en este santo tiempo de
cuaresma, en que debemos acompañar a
nuestro amado Jesús en su Santísima pasión y
a la Santísima Virgen en sus dolores.
Debemos aprovecharnos de todo y sufrir con
mucha resignación todos los trabajos y
contrariedades que se digne enviarnos”
Carta nº 260
En esta carta se percibe la fuerza con que la M. Cándida trasmite a sus
compañeras el deseo de vivir en profundidad el tiempo de
cuaresma, aprovechándose de todo lo que la vida cotidiana trae.
En palabras tan simples, podemos descubrir en ella la espiritualidad de lo
cotidiano.
4. Me sereno y me dispongo a encontrarme con Dios.
Respiro serenamente, una y otra vez, dejando que en
cada respiración, Dios entre y me comunique su vida y
paz. Dios está aquí. Dios está en mí.
5. Señor, que todas mis
intenciones,
acciones y procesos interiores,
estén totalmente ordenados
a cumplir tu voluntad.
6. Traer junto a
Imaginar delante
Jesús, a todos
de mí a Cristo
los crucificados
nuestro
de la historia.
Señor, puesto en
cruz.
“Fijemos la mirada en Él que es el iniciador y consumador
de nuestra fe” Heb 12,2
7. Señor, Concédeme
vergüenza y confusión
de mí misma,
porque
por mis pecados
padeciste en la cruz,
y hoy sigues
padeciendo en la cruz de
mis hermanas y hermanos
Me doy el tiempo necesario para hacer
esta petición al Señor. Que El mismo me
introduzca a su contemplación.
8. Escuchemos a la Madre Cándida que también contempla a
Jesús y se deja impactar por este acontecimiento Salvífico.
“Mortifiquémonos, hijas mías, y hagamos
penitencia por nuestros pecados, que tanto le
costaron a nuestro pacientísimo Jesús, que, como
manso cordero, se dejó sacrificar por aquellos
crueles judíos, que, cual lobos carniceros, le
despedazaron sus carnes hasta que le
crucificaron. Pero ¿Quiénes son éstos sino
nuestros pecados? Pensémoslo bien , y esto nos
hará andar con más cuidado para evitar toda
falta, por mínima que sea, para que así podamos
darle una prueba de amor y consolar su afligido
corazón.” Carta nº 260
9. Escuchemos a Jesús que se nos ofrece como camino de
Conversión y Salvación.
Dijo Jesús: De la misma manera que Moisés levantó en alto la
serpiente en el desierto, también es necesario que el Hijo del
hombre sea levantado en alto, para que todos los que creen en
él tengan Vida eterna.
Sí, Dios amó tanto al mundo, que entregó a su Hijo único para
que todo el que cree Él no muera, sino que tenga Vida eterna.
Porque Dios no envió a su Hijo para juzgar al mundo, sino para
que el mundo se salve por Él. El que cree en Él no es
condenado; el que no cree, ya está condenado, porque no ha
creído en el Nombre del Hijo único de Dios. En esto consiste el
juicio: la luz vino al mundo, y los hombres prefirieron las
tinieblas a la luz, porque sus obras eran malas. Todo el que
obra el mal odia la luz y no se acerca a ella, por temor de que
sus obras sean descubiertas. En cambio el que obra conforme
a la verdad se acerca a la luz, para que se ponga de
manifiesto que sus obras han sido hechas en Dios. Juan 3, 14-21
10. - La M. Cándida vivió una experiencia profunda de conversión al
contemplar a Jesús
- ¿Cuál es mi experiencia de conversión?
- ¿ Qué provoca en mí la contemplación de Jesús en la cruz?
- ¿Qué significa para mí la cruz de mis hermanos?
- ¿Me dejo convertir por Jesús en la Cruz? ¿Me dejo Salvar por Él?
- ¿ A qué cambios concretos me está invitando el Señor, en esta
cuaresma?
- Como la Madre Cándida , ¿permito que la cruz de Jesús me
invite nuevamente a cambiar de vida, a acoger tanto amor
demostrado en su entrega, a serle fiel en los compromisos
asumidos por El y por la humanidad?.
11. Muerto en el yeso muerto,
TERMINO MI ORACIÓN
hablas, vivo y convocas
Dialogando con el Señor.
nuestras vidas,
Señor Crucificado.
Entre el cielo y la tierra,
distendido, Tú reinas,
bajando en un abrazo
sobre todo castigo,
echado en un lamento
contra toda esperanza,
volando en la victoria
conquistada en la muerte.
Guitarra tus costillas, grito y
canto.
Manos y pies, clavados y en
camino.
Caída, en alta dádiva, la
fraterna cabeza.
Amor inapelable, más fuerte
que la muerte.
¡Jesús Crucificado!
Pedro María Casaldáliga
12. Ahora que estamos en el Santo
tiempo de Cuaresma, acompañémosle
en su pasión Santísima, y a la Virgen
Santísima en sus dolores. Carta 65
Cándida María De Jesús.
Viceprovincia Argentina.
Inmaculada de M. Cándida