3. La solidaridad muestra la ayuda desinteresada que surge del
corazón a partir de la máxima que afirma que “hay que dar sin
esperar nada a cambio”.
La solidaridad es un aprendizaje que se adquiere al tomar
conciencia de un problema real. La solidaridad puede ponerse en
práctica en el entorno más cercano. Ser solidario es apostar por la
inteligencia emocional de vivir siendo verdaderamente humano.
Existen personas solidarias que se convierten en un ejemplo y en
un referente para los demás, es decir, en un modelo a seguir.
4. Se refiere a la inclinación a dar y compartir por sobre
el propio interés
La persona generosa piensa en repartir aquello que
tiene con otros menos afortunados. Su conducta se
basa en reconocer las necesidades del prójimo y tratar
de satisfacerlas en la medida de sus posibilidades. Por
ejemplo: una persona que cena en un restaurante
tiene la posibilidad de ser generosa y dejar una
propina importante al camarero que lo atendió.
La generosidad busca el bien común de la sociedad. La
persona generosa no pretende una recompensa por
su accionar, sino que hace lo que cree correcto y justo.
5. Ser solidario es defender los intereses del otro. Defendiendo
los intereses de esa otra persona o grupo, actúo también a
mi favor.
La generosidad es defender los intereses de otro aun cuando
no sean los míos, no porque yo pueda sacar provecho de
ello, sino para que sea el otro quien se beneficie.
La solidaridad es una forma de defenderse entre varios; la
generosidad es, una forma de sacrificarse a sí mismo por los
demás. Por eso, desde un punto de vista moral, la
generosidad es superior a la solidaridad; pero la solidaridad,
desde las perspectivas social y política, es más urgente, más
realista y más eficaz.