2. Cada una de nuestras decisiones introduce
algo nuevo en el mundo.
A veces pensamos que ciertas elecciones son
insignificantes, sin valor, sin transcendencia.
En realidad, quedarme a estudiar o ir de
excursión, ver este o aquel programa
televisivo, leer un libro de aventuras o uno
de filosofía, tomar más o menos copas de
cerveza... son decisiones que “entran” en mi
vida, que llegan a ser parte de mí mismo,
que me modifican
3. No sólo yo quedo “tocado” en cada decisión.
También los demás, los más íntimos, los más
cercanos, sienten los efectos de mis
decisiones. Si obedezco con alegría a mis
padres, si doy largas a las peticiones de un
amigo, si olvido a aquella persona a la que
prometí una llamada por teléfono, si
descuido mi atención a la hora de apretar
bien un tornillo... otros serán afectados,
para bien o para mal, de lo que inicia en el
mundo a partir de lo que yo hago o de lo que
yo deje de hacer.
4. Los cercanos... y los lejanos, el mundo
entero, quedan afectado por mis actos. No es
indiferente si me comprometo en serio por
guardar con atención la basura o si arrojo
materiales peligrosos en el primer lugar que
se me ocurre. Mi barrio, mi ciudad, el
planeta tierra, van mejor o peor según mis
costumbres, según mi preocupación por el
ambiente, según mi deseo de evitar gastos
inútiles o comportamientos que aumentan la
contaminación en un mundo sumamente
frágil.
5. Mis decisiones afectan, por lo tanto, a
millones y millones de personas que
necesitan una mano amiga. Personas que
sufren por el hambre o la injusticia, por la
enfermedad o el desprecio, por la soledad o
por abusos en contratos de trabajo
inhumanos. Cada una de mis decisiones
introduce algo distinto, nuevo, bueno o
malo, justo o injusto, en este mundo de
contradicciones y de esperanzas
6. Hay que reflexionar profundamente antes de
tomar una decisión, de empezar un nuevo
acto. Hay que pensar en serio si quiero ser
un pequeño artífice de bien o un simple
estorbo. Hay que escuchar la voz humilde y
sencilla de Dios que me repite, con un tono
suave e íntimo, que hasta un vaso de agua
dado a un pequeñuelo no quedará sin
recompensa. Porque ese gesto de cariño
habrá introducido algo bueno, algo bello, en
el mundo de los corazones sedientos de amor
sincero
Autor: P. Fernando Pascual
7. Hay que reflexionar profundamente antes de
tomar una decisión, de empezar un nuevo
acto. Hay que pensar en serio si quiero ser
un pequeño artífice de bien o un simple
estorbo. Hay que escuchar la voz humilde y
sencilla de Dios que me repite, con un tono
suave e íntimo, que hasta un vaso de agua
dado a un pequeñuelo no quedará sin
recompensa. Porque ese gesto de cariño
habrá introducido algo bueno, algo bello, en
el mundo de los corazones sedientos de amor
sincero
Autor: P. Fernando Pascual