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“Familia y Hogar son dos cosas que se reclaman
mutuamente... tenemos que insistir en los derechos
de la familia, y no sólo en los derechos individuales.
La familia es un bien del cual la sociedad no puede
prescindir, pero necesita ser protegida” (AL, 44).
Exhortación Apostólica
Amoris Laetitia
Apostamos por la familia
2
-	Presentación…………………………………………………………………………………………………………… 3
-	 Primera Asamblea:
	 Familia cristiana, llamada al amor desde la Palabra. ………………… 4
-	 Segunda Asamblea:
	 Vivir la sexualidad humana con gracia de Dios.…………………………… 9
-	 Tercera Asamblea:
	 En el matrimonio, juntos son una sola carne. ………………………………… 14
-	 Cuarta Asamblea:
	 Para que el amor crezca, debe ser fecundo. …………………………………… 19
-	 Quinta Asamblea:
	 Ser hogar para todo hermano que sufre…………………………………………… 24
-	 Sexta Asamblea:
	 La Iglesia domestica madre y maestra que se preocupa. …… 29
-	 Séptima Asamblea:
	 Misión familiar: optar por la vida,
	 y una vida en abundancia …………………………………………………………………………… 34
Índice
Centro Bíblico Verbo Divio
Diseño y Diagramación: Mega-Store
Fotografía: Shuttersotck, Archivo fotográfico CBVD
Quito - Ecuador
3
Este es el mejor tiempo posible. El ayer ya pasó, el mañana aún no se
construye. Así, este en un valioso momento para fortalecer nuestra fa-
milia, expresando el cariño que nos tenemos, proponiendo una buena
relación en el hogar, reforzando las fragilidades que existan y animando
una vida eclesial intensa.
Sin embargo, descubrimos una triste realidad: cada vez más las familias
no tienen bases sólidas que les permita superar las crisis que surgen en la
convivencia. Es doloroso ver la cantidad de divorcios, familias disfuncio-
nales y fracasos humanos dentro de las familias.
El Centro Bíblico Verbo Divino, atendiendo al llamado a una revitalizada
pastoral matrimonial y familiar hecho por el Sínodo de Familia, acoge
este desafío pastoral, convencido de que “cuando se logra mostrar una
visión global del matrimonio y la familia según la fe cristiana, se percibe
su verdad, bondad y belleza” (Desafíos pastorales sobre la familia en el
contexto de la evangelización, 2014).
El Papa Francisco, al promulgar la Exhortación Apostólica Amoris Laeti-
tia, nos ofrece una buena oportunidad para reafirmar nuestra opción por
la vida y nuestro rechazo a la cultura de muerte que afecta hoy a muchas
familias. Con estas Asambleas Bíblicas Familiares queremos aportar al
esfuerzo eclesial por preservar los valores cristianos.
Nuestro deseo, desde la Palabra de Dios y desde la Amoris Laetitia, es
explicar los fundamentos de una familia cristiana que se construye desde
el amor, donde se aprende a convivir con alegría y respeto. Esperamos
contribuir, con eficacia, a formar una iglesia doméstica donde no haya
cabida al individualismo, sino donde se visibilice el amor conyugal y
paternal.
El presente folleto desarrolla 7 temas donde se busca reflexionar los datos
importantes para la conformación de las familias, reconociendo el rol que
desempeña cada uno de sus miembros. Para ello, se hacen acercamientos
bíblicos, teológicos y pastorales.
Ojalá que estas asambleas nos ayuden a acompañar, con misericordia y
ternura, a todas las familias, especialmente aquellas que viven momen-
tos de crisis o confusión.
Centro Bíblico Verbo Divino
Presentación
4
Primera
Asamblea
Familia cristiana llamada al
amor desde la Palabra
Camina familia, lo que se te promete es siempre más.
No te desesperes por tus límites,
no renuncies a buscar el amor y la comunión
-Papa Francisco, Amoris Laetitia -
Oración Inicial
5
Lecturas
Provocadoras
Un día un sabio preguntó: “¿Por qué la gente grita cuando está mo-
lesta?”, Uno respondió: “Porque pierden la calma” … El sabio dijo:
“Pero, ¿por qué gritar si la otra persona está cerca? ¿No es posible
hablar en voz baja?”. Se dieron otras respuestas, pero ninguna sa-
tisfizo al sabio.
Finalmente, él explicó: “Cuando dos personas están enojadas, se alejan
mucho. Para cubrir la distancia deben gritar para escucharse. Mientras
más enojados, más gritan para escucharse…”. Luego preguntó: “¿Qué
sucede cuando dos personas se enamoran? No se gritan, sino que se
hablan suavemente porque están cerca, la distancia es corta. Cuando
se enamoran más, ya ni siquiera hablan, sólo susurran, se miran, y eso
es suficiente”.
“Cuando discutan, no se alejen, no digan palabras que los distancien
más, llegará el día en que la distancia sea tanta que no hallarán el ca-
mino de regreso”.
El amor es la misión de nuestra vida, de él nacimos y de él bebemos.
Esto significa que amar a Dios y al prójimo es la razón de nuestra vida.
Una verdad de nuestra fe es que Dios es amor. La Biblia está llena de
imágenes al respecto: Dios es Padre y Madre, que acoge al hijo (Lc
15,11-32; Is 66,13), Pastor que busca a su oveja (Lc 15,3-7); Amigo que
da su vida por el amigo (Jn 11,35); Maestro que enseña a amar y servir
(Mt 22,39); Sembrador que cuida su campo hasta que dé fruto (Jn 15,1),
Rey que invita a calmar el hambre (Mt 22,1-14). Está atento al grito del
ciego y le ayuda (Mc 10,46-52); se compadece y acoge (Mt 14,13- 21), se
ofrece a sí mismo (Mt 26,26).
Pero, sin duda, una de las figuras mayores del Amor de Dios es el
matrimonio, metáfora que hace referencia a la Alianza de Dios con su
pueblo. El amor de Dios por su pueblo tiene todas las características de
un matrimonio: es apasionado y sincero, duro y sacrificado, soporta re-
tos e incluso la traición. A ratos Dios se enoja, se decepciona, amenaza
con separación… pero siempre se impone su amor y vuelve a perdonar
y renovar su deseo de servir a su esposa, el pueblo, la Iglesia. ¡Perdón
y servicio transforman cualquier matrimonio!
¿Por qué gritamos en la familia?
6
Lectio Divina
Juan 2,1-12
Tres días más tarde se celebraba una
boda en Caná de Galilea, y la madre
de Jesús estaba allí. También fue invi-
tado Jesús con sus discípulos. Sucedió
que se terminó el vino preparado para
la boda. Entonces la madre de Jesús le
dijo: “No tienen vino”. Jesús le respon-
dió: “Mujer, ¿por qué te metes en mis
asuntos? Aún no ha llegado mi hora”.
Pero su madre dijo a los sirvientes:
“Hagan lo que él les diga”. Había allí
seis recipientes de piedra, de los que
usan los judíos para sus purificacio-
nes, de unos cien litros de capacidad
cada uno. Jesús dijo: “Llenen de agua
esos recipientes”. Y los llenaron has-
ta el borde. “Saquen ahora, les dijo, y
llévenle al mayordomo”. Y ellos se lo
llevaron.
Después de probar el agua conver-
tida en vino, el mayordomo llamó
al novio, pues no sabía de dónde
provenía, a pesar de que lo sabían
los sirvientes que habían sacado el
agua. Y le dijo: “Todo el mundo sir-
ve al principio el vino mejor, y cuan-
do ya todos han bebido bastante, les
dan el de menos calidad; pero tú has
dejado el mejor vino para el final”.
Esta señal milagrosa fue la primera,
y Jesús la hizo en Caná de Galilea.
Así manifestó su gloria y sus discí-
pulos creyeron en él.
Lectura: Leemos el texto bíblico,
de forma lenta y con pausas: ¿Qué-
dice el texto?
Meditación: En silencio, cada uno
escoge una palabra o frase que le re-
suena en el interior y en silencio res-
ponde a la pregunta: “¿Qué me dice
Dios en esta palabra o frase?”
Oración: Dedicamos 2 o 3 minutos
para responder al Señor, agrade-
ciendo, pidiendo, cuestionando:
“¿Qué le digo a Dios?”
Contemplación: Cada uno, con li-
bertad, puede dedicar 1 o 2 minutos
para hacer un gesto personal de ado-
ración y de compromiso al Señor.
7
Puntos para
reflexionar
En la Biblia aparecen muchas ve-
ces la imagen del matrimonio para
describir el amor de Dios por sus
creaturas. Con ello Dios revela que
el amor conyugal es una experien-
cia de santidad que hay que aco-
ger, desarrollar y valorar.
El Papa Francisco, en la exhorta-
ción Amoris Laetitia, en el capítu-
lo I, nos recuerda: “La Biblia está
poblada de familias, de generacio-
nes, de historias de amor y de crisis
familiares”. La “pareja que ama y
genera la vida es la verdadera “es-
cultura” viviente —no aquella de
piedra u oro que el Decálogo pro-
híbe—, capaz de manifestar al Dios
creador y salvador. Por eso el amor
fecundo llega a ser el símbolo de
las realidades íntimas de Dios”.
Esta Exhortación es una propues-
ta para las familias cristianas, que
las estimule a valorar los dones
del matrimonio y de la familia, y
a sostener un amor fuerte y lleno
de valores como la generosidad,
el compromiso, la fidelidad o la
paciencia. Procura alentar a todos
para que sean signos de misericor-
dia y cercanía allí donde la vida fa-
miliar no se realiza perfectamente
o no se desarrolla con paz y gozo.
La Biblia considera a la familia
como sede de la catequesis de los
hijos. Eso brilla en la descripción
de la celebración pascual (Ex 12,26-
27). Los padres tienen el deber de
cumplir con seriedad su misión
educadora, como enseñan a me-
nudo los sabios (Prov 3,11-12). Los
hijos están llamados a acoger y
practicar el mandamiento: “Honra
a tu padre y a tu madre” (Ex 20,12).
“El que honra a su padre expía sus
pecados, el que respeta a su madre
acumula tesoros” (Sir 3,3-4).
Ante cada familia se presenta el
icono de la familia de Nazaret, con
8
Preguntas para
comentar
•	 ¿Qué aspecto del amor de Dios se debe cultivar
con urgencia en el matrimonio?
•	 ¿En qué se diferencia el amor de Dios de la ma-
nera humana de amar?
•	 ¿Qué forma de amar venden los medios de co-
municación?
Compromiso
La reflexión que más llamó mi atención hoy fue:……………………………………………………………
…………………………………………………………………………………………………………………………………………………………………
Y eso me compromete a:………………………………………………………………………………………………………………
…………………………………………………………………………………………………………………………………………………………………
Oración final
su cotidianeidad hecha de cansan-
cios, como cuando sufrió la incom-
prensible violencia de Herodes,
experiencia que se repite trágica-
mente hoy, en tantas familias de
prófugos, desechados e inermes.
Como los magos, las familias son
invitadas a contemplar al Niño y
a su Madre, a postrarse y adorarlo
(Mt 2,11). Como María, somos ex-
hortados a vivir con coraje y se-
renidad sus retos, y a meditar en
el corazón las maravillas de Dios
(Lc 2,19.51). En el corazón de María
están también los acontecimientos
de cada una de nuestras familias,
que ella conserva cuidadosamente.
Por eso nos ayuda a interpretarlos
para reconocer en la historia familiar
el mensaje de Dios.
9
Segunda
Asamblea
Vivir la sexualidad humana
como gracia de Dios
“La imagen de Dios tiene como paralelo explicativo a la
pareja, hombre y mujer... La fecundidad de la pareja es
imagen eficaz, signo visible del acto creador”.
-Papa Francisco, Amoris Laetitia -
Oración Inicial
10
Lecturas
Provocadoras
Un ermitaño vivía en una cueva con su hijo, quien no conocía a nadie,
ni nunca había ido al pueblo. Pero, para celebrar sus 15 años, su pa-
dre decidió llevarlo al pueblo para comprarle un regalo. Fueron a ver
monturas para su caballo y luego a la tienda deportiva para ver los
cuchillos de cacería.
Mientras iban por la calle, vieron una señorita de 15 años. El joven
preguntó a su padre: “¿Qué es eso?”Su padre, sorprendido, porque no
quería que su hijo se interesase por una chica, por lo que le dijo: “Es
una gansa, hijo”. El resto del día el joven conoció perros, rifles, pistolas.
Al fin del día, el papa le pregunto a su hijo: “ Bueno, hijo, te he ense-
ñado muchas cosas hoy, ¿qué te gustaría de regalo?” Sin titubear, el
muchacho contestó: ¡quiero una gansa!”.
La atracción sexual del varón y la mujer es tan antigua como el mundo
mismo; se originó en la mente de Dios: “No es bueno que el hombre
este solo; haré ayuda idónea para él”. Después de formar a la mujer del
mismo Adán, entonces Dios se la llevó para que se vivieran juntos en
una relación matrimonial plena.
Para los cristianos, el amor es la misión. Dios nos creó para amarnos
unos a otros. En esta Asamblea veamos cómo el cuerpo tiene un sig-
nificado no sólo físico, sino espiritual, que debe ser cultivado con ex-
periencias tangibles: arte, cultura, música, caridad, fiestas, liturgias,
ayunos. ¡Todo ello nos permite conocer y vivir la gloria de Dios! En
ese sentido, el matrimonio es una de las experiencias más valiosas para
crecer como personas.
Los cuerpos de los cónyuges se complementan de su masculinidad y
feminidad, con la finalidad de revelar la naturaleza de Dios como co-
munión de amor y de vida. Juntos, hombre y mujer imitan el amor de
Dios, viven de forma íntima y comprometida, alegre y misericordiosa,
perdonadora y fértil. Esto, si duda, se asegura con una perseverante
vida eclesial. Una pareja no puede vivir el amor de Dios de manera
egoísta, como si fuese una prueba, experimento o negocio. El matri-
monio no es un romance privado, sino un compromiso con Dios, por
medio de la pareja, los hijos, la sociedad, etc. El matrimonio, bendecido
por Dios, está llamado a ser testimonio del amor de Dios.
¿Cómo vivimos la sexualidad?
11
Lectio Divina
Génesis 2,18-25
Dijo Dios: “No es bueno que el hom-
bre esté solo. Le daré, pues, un ser se-
mejante a él para que lo ayude”. En-
tonces Dios formó de la tierra a todos
los animales del campo y las aves del
cielo, y los llevó ante el hombre para
que les pusiera nombre.
Y el nombre de todo ser viviente ha-
bía de ser el que el hombre le había
dado. El hombre puso nombre a to-
dos los animales, a las aves del cielo y
a las fieras salvajes. Pero no se encon-
tró a ninguno que fuera a su altura y
lo ayudara.
Entonces Yahvé hizo caer en un pro-
fundo sueño al hombre y éste se dur-
mió. Le sacó una de sus costillas y
rellenó el hueco con carne. De la cos-
tilla que Yahvé había sacado al hom-
bre, formó una mujer y se la llevó.
Entonces el hombre exclamó: “Esta sí
es hueso de mis huesos y carne de mi
carne. Esta será llamada varona por-
que del varón ha sido tomada”.
Por eso el hombre deja a su padre y
a su madre para unirse a su mujer, y
pasan a ser una sola carne. Los dos es-
taban desnudos, pero no sentían ver-
güenza.
Lectura: Leemos el texto bíblico,
de forma lenta y con pausas. ¿Qué
dice el texto?
Meditación: En silencio, cada uno
escoge una palabra o frase que le
resuena en el interior y responde
a la pregunta: “¿Qué me dice Dios
en esta palabra o frase?
Oración: Dedicamos 2 o 3 minutos
para responder al Señor, agrade-
ciendo, pidiendo, cuestionando.
Contemplación: Cada uno, con li-
bertad, puede dedicar 1 o 2 minu-
tos para hacer un gesto personal de
adoración al Señor y compromiso.
12
Puntos para
reflexionar
El Papa Francisco, en Amoris Lae-
titia, sostiene que los sentimientos,
deseos y emociones ocupan un lu-
gar importante en el matrimonio.
Citando a Benedicto XVI, explica
que la enseñanza oficial de la Iglesia
“no rechaza el eros como tal, sino que
declara guerra a una desviación que lo
deshumaniza. Dios creó la sexualidad,
regalo maravilloso para sus criaturas”.
En ese sentido, Juan Pablo II recha-
zó la idea de que la enseñanza de la
Iglesia implique “negar el valor del
sexo humano, o que sólo lo tolere por
la necesidad de la procreación”. La ne-
cesidad sexual de los esposos no es
“objeto de desprecio”, pero “no podemos
ignorar que muchas veces la sexualidad
se despersonaliza y se llena de patologías,
convirtiéndose cada vez más ocasión de
afirmación del propio yo y de satisfacción
egoísta de los propios deseos e instintos”.
Por ello, Francisco insiste que “un
acto conyugal impuesto al cónyuge sin
considerar su situación actual y sus legí-
timos deseos, no es un verdadero acto de
amor. Debe ser rechazada, por lo tanto,
toda forma de sometimiento sexual”.
Para el Papa Francisco: “esta es la
historia del amor, la historia de la obra
maestra de la creación, el llamado al
amor, la comunión y la vida, que in-
volucra a todo varón y mujer, cuerpo
y alma. La persona humana es, simul-
táneamente, ser físico y espiritual. El
cuerpo, en cierto sentido, revela a la
persona. Como resultado, la sexuali-
dad humana nunca es simplemente
funcional. La diferencia sexual, visible
en el cuerpo, contribuye directamente
al carácter esponsal y la capacidad para
amar. En el centro de este llamado se
encuentra la llamada de Dios: sean fe-
cundos y multiplíquense (Gén 1,28)”.
La castidad, casados o no, es el há-
bito de vivir la sexualidad con dig-
nidad, a la luz del mandato de Dios.
Lo opuesto es la lujuria, que impli-
ca mirar al otro de forma utilitaria,
como si existiera sólo para satisfacer
un apetito. “El amor conyugal sitúa el
eros en el contexto del amor, cuidado, fi-
delidad y franqueza… el celibato ubica
la intimidad sexual en el contexto del
amor, del cuidado y de la fidelidad” (En-
cuentro de Familias, 2014).
13
Preguntas para
comentar
•	 ¿Cómo valorar y disfrutar la creación y el cuer-
po sin denigrar su dignidad?
•	 ¿Por qué crees que la Iglesia invita a vivir el
ayuno, la castidad, el celibato, con la misma
dignidad que se vive el matrimonio?
Compromiso
La reflexión que más llamó mi atención hoy fue:……………………………………………………………
…………………………………………………………………………………………………………………………………………………………………
Y eso me compromete a:………………………………………………………………………………………………………………
…………………………………………………………………………………………………………………………………………………………………
Oración final
14
Tercera
Asamblea
En el matrimonio,
juntos son una sola carne
En el horizonte del amor, central en la experiencia cristiana
del matrimonio, se destaca otra virtud, algo ignorada en
tiempos de relaciones superficiales: la ternura.
-Papa Francisco, Amoris Laetitia -
Oración Inicial
15
Lecturas
Provocadoras
Un trompo dijo a una pelota: “¿Por qué no somos novios?”. La pelota, que
era de cuero y se creía muy bella, no se dignó contestarle. Al día siguiente, al
dueño del trompo se le ocurrió pintarlo y dejarlo hermoso. Entonces, volvió a
preguntar: “Qué dice ahora, ¿podemos ser novios? Somos uno para el otro”.
La pelota respondió: “Yo vengo de familia de noble cuero y sólo puedo acep-
tar a alguien noble. De hecho, estoy prometida con un canario, al que cada vez
que salto le veo y nos sonreímos”.
Al día siguiente, el niño salió a jugar con la pelota; saltaba tan alto que
se perdía a la vista, caía y volvía a saltar… pero en uno de esos saltos,
desapareció y no volvió. Por mucho que buscaron, no la hallaron.
Cuánto sufrió el trompo, mientras más pensaba en ella, más enamorado se
sentía.Así pasaron los años, el trompo se hizo viejo, por lo que el dueño, un
día decidió pintarlo todo de dorado. Quedó tan hermoso que el dueño lo
sacó a jugar, con tal mala suerte que dio un salto tan grande que se perdió...
Lo buscaron por todas partes, pero no lo encontraron. Había ido a parar a
un basurero. El trompo, decepcionado por su suerte, miró alrededor y vio
una vieja pelota que llevaba años allí, consumida por la humedad.
“¡Gracias a Dios ha venido uno de los nuestros para hablar!”, dijo la pelota.
“Como ve, soy de cuero, me cosieron a mano, pero nadie me aprecia; estuve a
punto de casarme con un canario, pero caí en este basurero y he sufrido lluvias
y sol”. El trompo no respondió, pensando en su viejo amor. Al rato lle-
gó el niño y lo rescató; volvió a la habitación y recobró su honor… de
la pelota nada se supo.
Hoy se nos invita a reflexionar las implicaciones del amor vivido en
el matrimonio y en la familia. Cuando una pareja se compromete a
amarse como Dios ama, hace un compromiso de entregarse no sólo
físicamente, sino sentimentalmente, con misericordia y perdón.
El matrimonio fue instituido por Jesucristo, es sostenido por la vida
sacramental, y se construye en la humildad y el sacrificio de la pareja,
por igual. El matrimonio crea comunión íntima, incluso en tiempo de
sufrimiento y penuria. “El amor es nuestra misión”, reza el título del ca-
tecismo, porque el amor nos libera de la falsedad y la carencia de amor
y nos hace plenamente vivos.
¿Cuál es el secreto del éxito en el matrimonio?
16
Lectio Divina
Efesios 3,14-21
Pensando en todo esto, doblo las ro-
dillas en presencia del Padre, al que
se refiere toda patria en la tierra y
toda familia celestial, pues “patria”
viene de “padre”. Que él se digne, se-
gún la riqueza de su gloria, fortalecer
en ustedes, por su Espíritu, al hom-
bre interior.
Que Cristo habite en sus corazones
por la fe, que estén arraigados en el
amor y en él puedan edificarse. Que
sean capaces de comprender, con to-
dos los creyentes, cuán ancho, y cuán
largo, y alto y profundo es, en una
palabra, que conozcan este amor de
Cristo que supera todo conocimiento.
En fin, que queden colmados hasta re-
cibir toda la plenitud de Dios.
A Dios, cuya fuerza actúa en nosotros
y que puede realizar mucho más de
lo que pedimos o imaginamos, a él la
gloria en la Iglesia y en Cristo Jesús,
por todas las generaciones y todos los
tiempos. Amén.
Lectura: Leemos personalmente el
texto bíblico, de forma lenta y con
pausas.
Meditación: Se proclama el texto
y en un momento de silencio cada
uno escoge una palabra o frase que
le resuena en el interior. En silencio
responde a la pregunta: “¿Qué me
dice Dios en esta palabra o frase?
Oración: Dedicamos 2 o 3 minutos
para responder al Señor, agrade-
ciendo, pidiendo, cuestionando.
Contemplación: Cada uno, con
libertad, puede dedicar 1 o 2 mi-
nutos para hacer un gesto personal
de adoración al Señor.
17
Puntos para
reflexionar
En el sacramento del matrimonio el
amor humano se incorpora al amor
de Cristo. En ese sentido, la pareja
se vuelve signo de fidelidad y en-
trega, al estilo del amor de Cristo
por la Iglesia, su novia. La mise-
ricordia crece cuando se ama en
Cristo; la gracia del matrimonio
es fruto de la cruz de Cristo, fuente
de la vida cristiana.
En Amoris Laetitia, el Papa sugiere
algunos ‘rituales cotidianos’: “Es
bueno darse siempre un beso por
la mañana, bendecirse todas las
noches, esperar al otro y recibirlo
cuando llega, tener alguna salida
juntos, compartir tareas domésti-
cas. También es bueno interrumpir
la rutina, no perder la capacidad de
celebrar en familia, alegrarse y fes-
tejar las experiencias lindas”.
En el sacramento del matrimonio se
hace visible la Alianza de Dios con
su pueblo, es decir su Gracia pene-
tra a la pareja y se vuelve cimien-
to de la familia. Por eso, la Iglesia
por medio de los sacramentos, la
enseñanza y la oración, ofrece a la
pareja un medio para sobrellevar
la vida matrimonial, alimentar el
amor y crecer en el perdón mutuo.
A lo largo de los siglos, los seres hu-
manos se han casado por muchas
razones, unas nobles, otras prag-
máticas. La Iglesia entiende el ma-
trimonio como espacio de gracia y
aprendizaje del amor de Dios, don-
de la reconciliación y la fidelidad
son la base de la vida conyugal; allí
se fomenta la verdadera comunión.
Para el hombre y la mujer posmo-
derno, que no sabe en qué o quién
confiar, tal aventura parece riesgo-
sa, pero la Iglesia, que conoce el co-
razón humano mejor, lo promueve
como un muy buen camino para
llegar a la felicidad plena de Jesús.
En el tema 11 de Amoris Laetitia, el
Papa Francisco insiste en la exigen-
cia de preparar mejor a los novios
para el matrimonio, con participa-
ción de toda la comunidad. “Cada
Iglesia local debe elegir cómo hacerlo;
se trata de una suerte de ‘iniciación’
al sacramento del matrimonio que les
aporte los elementos para recibirlo con
las mejores disposiciones y comenzar
con cierta solidez la vida familiar. No
hay que olvidar los valiosos recursos
de la pastoral popular, por ejemplo, el
día de san Valentín, que en algunos
países es aprovechado más por los co-
merciantes que por los pastores”. La
preparación es una posibilidad de
“reconocer incompatibilidades o ries-
gos; de ese modo se puede llegar a ad-
vertir si no es razonable apostar por
esa relación, para no exponerse a un
fracaso de consecuencias dolorosas”.
18
Preguntas para
comentar
•	 ¿Cuál crees que son los aspectos claves de la
espiritualidad católica del matrimonio?
•	 ¿Qué podemos hacer para proteger el matri-
monio de las tentaciones?
Compromiso
La reflexión que más llamó mi atención hoy fue:……………………………………………………………
…………………………………………………………………………………………………………………………………………………………………
Y eso me compromete a:………………………………………………………………………………………………………………
…………………………………………………………………………………………………………………………………………………………………
Oración final
19
Cuarta
Asamblea
Para que el amor crezca,
debe ser fecundo
El fruto de «ser una sola carne» es el hijo que nacerá,
el cual llevará en sí, uniéndolas no sólo genéticamente sino
también espiritualmente, las dos carnes.
-Papa Francisco, Amoris Laetitia -
Oración Inicial
20
Lecturas
Provocadoras
Un niño preguntó a su maestra: “¿qué es el amor?”. La maestra, como
ya era hora del recreo, les pidió que de regreso trajeran cosas que invi-
taran a amar. Los pequeños salieron, y cuando volvieron mostraron a
la maestra lo que cada uno había encontrado. El primer alumno dijo:
“Yo traje esta flor, ¿no es bonita?”… Otro dijo: “Yo traje un pajarito que
encontré en un nido, ¿no es gracioso?”… Y así los chicos, uno a uno,
fueron mostrando lo que habían recogido en el patio.
Cuando terminaron, la maestra advirtió que una niña no había traí-
do nada, y que permanecía en silencio. Se sentía avergonzada por
no tener nada que enseñar. La maestra se dirigió a ella: “¿Tú no has
encontrado nada que puedas amar?”. La niña respondió: “Lo siento,
sentí el perfume de la flor y quise arrancarla, pero preferí dejarla
para que dé su aroma más tiempo… vi una mariposa llena de color,
pero parecía tan feliz que no quise cogerla… vi el pajarito, pero al
subir al árbol, noté la mirada triste de su madre y preferí dejarlo
allí… Así que traigo conmigo el perfume de la flor, la libertad de la
mariposa y la gratitud de la madre del pajarito... pero, ¿cómo se los
puedo mostrar?”.
La maestra le dio las gracias a todos, pero emocionada les dijo que la
niña había sido la única en advertir que lo que se ama no es un trofeo
para mostrar, sino un afecto que se lleva en el corazón.
El matrimonio es la base de una comunidad de amor más amplia, a la
que se llama familia. Matrimonio y amor conyugal son la vía natural
para la procreación y educación de los hijos. El Catecismo de la Iglesia
sostiene: “el amor conyugal confiere a los esposos la gran dignidad de
ser ‘cooperadores de Dios’ al transmitir la vida”.
Los hijos son signo viviente del amor de pareja. La autenticidad del
amor conyugal lleva consigo una mutua entrega, abierta a la vida. Son
un don de Dios que manifiesta así su bendición a la pareja. Cada hijo
supone una gran responsabilidad de los padres, porque deben cola-
borar con Dios en la tarea de hacerlos buenos ciudadanos y buenos
cristianos. Esto incluye hijos engendrados fuera del matrimonio, con
los cuales los padres tienen obligaciones ineludibles.
¿Mirando a tus hijos, cómo te sientes, por qué?
21
Lectio Divina
Salmo 127, 1-6
Si el Señor no construye la casa en
vano trabajan los albañiles; si el Señor
no protege la ciudad, en vano vigila el
centinela.
En vano te levantas tan temprano y te
acuestas tan tarde,
y con tanto sudor comes tu pan: él lo
da a sus amigos mientras duermen.
Un regalo del Señor son los hijos, re-
compensa, el fruto de las entrañas.
Como flechas en manos del guerrero
son los hijos de la juventud.
Feliz el hombre que con tales flechas
ha llenado su aljaba, cuando a la puer-
ta vayan a litigar, sus contrarios no lo
harán callar.
Lectura: Leemos personalmente el
texto bíblico, de forma lenta y con
pausas.
Meditación: Se proclama el texto
y en un momento de silencio cada
uno escoge una palabra o frase que
le resuena en el interior. En silencio
responde a la pregunta: “¿Qué me
dice Dios en esta palabra o frase?
Oración: Dedicamos 2 o 3 minutos
para responder al Señor, agrade-
ciendo, pidiendo, cuestionando.
Contemplación: Cada uno, con li-
bertad, puede dedicar 1 o 2 minutos
para hacer un gesto personal de ado-
ración al Señor.
22
Puntos para
reflexionar
Dios creó dos personas.sexuadas
distintas,.pero complementarias en
dignidad. El matrimonio.“se inscribe
en la naturaleza del hombre y la mujer,
según salen de la mano del Creador; el
matrimonio no es institución puramen-
te humana, pese a las variaciones que
ha sufrido a lo largo de los siglos en di-
versas culturas, sociedades y religiones.
La diversidad no nos debe hace olvidar
sus rasgos comunes y permanentes”
(CIC 1603). “Dios que crea al hombre
por amor, lo llama también al amor, vo-
cación innata del ser humano... de este
modo, el amor mutuo entre esposos se
convierte en imagen del amor absoluto
con que Dios ama al hombre. Este amor
es muy bueno a los ojos del Creador”
(CIC 1604).
El hombre, la “única criatura a la
que Dios ha amado por sí mismo, no
puede encontrar su propia plenitud si
no es en la entrega sincera de sí mis-
mo a los demás” (GS 24). Pero, el
pecado rompe esta comunión, y la
convierte en dominio y lujuria: “El
orden de la creación subsiste aunque
gravemente perturbado. Para sanar las
heridas del pecado, el hombre y la mu-
jer necesitan la ayuda de la gracia que
Dios, en su misericordia, jamás les ha
negado. Sin esta ayuda, el hombre y la
mujer no pueden realizar la unión de
sus vidas…” (CIC 1608).
Un buen antídoto que tiene el matri-
monio es abrirse a la vida: “el amor
conyugal tiende a ser fecundo. El niño
no viene de fuera a añadirse al amor de
los esposos; brota del corazón mismo de
ese don recíproco, del que es fruto y cum-
plimiento” (CIC 2366). Un hijo es un
“don excelente del matrimonio; acogerlo
es participar del poder creador y de la pa-
ternidad de Dios…” (CIC 2367).
Francisco da la alarma sobre la dis-
minución demográfica, debido “a la
mentalidad antinatalista que promueve
una política de salud reproductiva”. Re-
cuerda que “la Iglesia rechaza con todas
sus fuerzas las intervenciones coercitivas
del Estado en favor de la anti concepción,
la esterilización e incluso el aborto”. Es
importante considerar la situación
de ese matrimonio que no puede
tener hijos; él cuenta con la gracia
de Dios para volcar la riqueza de
su amor de diversas maneras que
igual colman de felicidad.
23
El quinto capítulo deAmoris Laetitia
nos recuerda que la familia es el ám-
bito “no sólo de generación, sino de aco-
gida de la vida”. El Papa sostiene que
“si un niño llega al mundo en circuns-
tancias no deseadas, los padres u otros
miembros de la familia, deben hacer lo
posible por aceptarlo como don de Dios”.
Las familias numerosas son “una
alegría para la Iglesia”, aunque sin
olvidar la “sana advertencia” de
Juan Pablo II: “la paternidad respon-
sable no es procreación ilimitada”.
Francisco recuerda que es importan-
te que el niño se sienta esperado: “Se
ama a un hijo porque es hijo, no porque es
hermoso o porque es de una u otra mane-
ra; no, ¡porque es hijo! No porque piensa
como yo o encarna mis deseos”.
El Papa se dirige a las embaraza-
das: “Ese niño merece tu alegría. No
permitas que las preocupaciones, los
miedos, los comentarios ajenos o los
problemas apaguen la felicidad de ser
instrumento de Dios para traer una
nueva vida al mundo”.
Preguntas para
comentar
•	 ¿Por qué crees que hoy los matrimonios jóve-
nes no quieren tener hijos?
•	 ¿Cómo puedes describir tu experiencia de ser
padre/madre o de haber sido hijo?
Compromiso
La reflexión que más llamó mi atención hoy fue:……………………………………………………………
…………………………………………………………………………………………………………………………………………………………………
Y eso me compromete a:………………………………………………………………………………………………………………
…………………………………………………………………………………………………………………………………………………………………
Oración final
24
Quinta
Asamblea
Ser hogar para todo
hermano que sufre
El narcisismo vuelve a la persona incapaz de mirar más allá de sí misma,
de su deseo y necesidades. Quien utiliza a los demás, tarde o temprano,
termina siendo utilizado, manipulado y abandonado con la misma lógica”.
-Papa Francisco, Amoris Laetitia -
Oración Inicial
25
Lecturas
Provocadoras
Una vez, un hombre que iba por el bosque encontró un aguilucho; lo
llevó a su casa y lo puso en un corral, donde aprendió a comer la comi-
da que los pollos y a actuar como ellos. Un día, un biólogo le preguntó
al propietario porqué un águila, rey de todas las aves, permanecía en-
cerrada en el corral de los pollos.
El hombre respondió: “ha comido comida de los pollos y ha actuado
como ellos; vive como pollo, por tanto no es un águila, ni sabe volar”.
Pero el biólogo estaba convencido que tenía corazón de águila y con
seguridad aprendería a volar”.
Después de discutir un poco, convinieron en averiguar si eso era posi-
ble. El biólogo la tomó en sus brazos y le dijo: “perteneces al cielo, no a
la tierra; abre tus alas y vuela”. El águila se sintió confundida, y al ver
a los pollos saltó y se reunió con ellos.
Sin desanimarse, el biólogo la llevó al tejado de la casa y le animó:
“Eres águila, abre las alas y vuela”. Pero el águila por miedo a lo des-
conocido saltó una vez más en busca de los pollos. El biólogo la llevó a
una montaña y le animó: “Eres águila y perteneces al cielo y a la tierra;
abre las alas y vuela”. El águila miró hacia el corral y hacia el cielo,
pero no voló. Entonces, el biólogo la levantó hacia el sol… y el águila
empezó a temblar, abrió lentamente sus alas y con un grito, voló, ale-
jándose hacia el cielo.
Es posible que el águila recuerde todavía a los pollos con nostalgia. Es
posible que, de vez en cuando, vuelva a visitar el corral, pero nunca
más fue un pollo.
Muchas personas enfrentan situaciones dolorosas que surgen de la po-
breza, la discapacidad, la enfermedad, las adicciones, el desempleo o la
soledad. Son tantas, y de manera tan recurrente que se nos han vuelto
parte del panorama cotidiano.
Acoger al hermano, no es una dádiva, es una sagrada obligación que
debemos aprender desde el hogar mismo.
¿Cómo vivimos la solidaridad en mi hogar?
26
Lectio Divina
Lucas 10, 25-37
Un maestro de la Ley, que quería po-
nerlo a prueba, se levantó y le dijo:
“Maestro, ¿qué debo hacer para conseguir
la vida eterna?”. Jesús le dijo: “¿Qué está
escrito en la Escritura? ¿Qué lees en ella?”.
El hombre contestó: “Amarás al Señor,
tu Dios, con todo tu corazón, con toda tu
alma, con todas tus fuerzas y con toda tu
mente; y amarás a tu prójimo como a ti
mismo”. Jesús le dijo: “¡Excelente res-
puesta! Haz eso y vivirás”.
El otro, que quería justificar su pre-
gunta, replicó: “¿Y quién es mi próji-
mo?”. Jesús empezó a decir: “Bajaba
un hombre por el camino de Jerusalén
a Jericó y cayó en manos de unos ban-
didos que lo despojaron de sus ropas,
lo golpearon y se marcharon deján-
dolo medio muerto. Por casualidad
bajaba por ese camino un sacerdote;
lo vio, tomó el otro lado y siguió. Lo
mismo hizo un levita que llegó a ese
lugar: lo vio, tomó el otro lado y pasó
de largo. Un samaritano también pasó
por aquel camino y lo vio; pero éste se
compadeció de él, se acercó, curó sus
heridas con aceite y vino y se las ven-
dó; después lo montó sobre el animal
que él traía, lo condujo a una posada y
se encargó de cuidarlo. Al día siguien-
te sacó dos monedas y se las dio al po-
sadero diciéndole: ‘Cuídalo, y si gastas
más, yo te lo pagaré a mi vuelta’.
Jesús entonces le preguntó: “Según tu
parecer, ¿cuál de los tres fue prójimo del
hombre que cayó en manos de los saltea-
dores?”. El maestro de la Ley contestó:
“El que se mostró compasivo con él”. Je-
sús le dijo: “Vete y haz tú lo mismo”.
Lectura:Leemospersonalmenteeltex-
tobíblico,deformalentayconpausas.
Meditación: Se proclama el texto y
en un momento de silencio cada uno
escoge una palabra o frase que le re-
suena en el interior. En silencio res-
ponde a la pregunta: “¿Qué me dice
Dios en esta palabra o frase?
Oración: Dedicamos 2 o 3 minutos
para responder al Señor, agrade-
ciendo, pidiendo, cuestionando.
Contemplación: Cada uno, con li-
bertad, puede dedicar 1 o 2 minu-
tos para hacer un gesto personal de
adoración al Señor.
27
Puntos para
reflexionar
La familia, iglesia doméstica, debe
vivir la misión de curar y consolar a
quienes sufren, como una forma de
hacer presente a Cristo. Esto comien-
za por nuestra propia necesidad de
encontrar a Cristo y permitirle que
nos cure, como personas, matrimo-
nio, familia. En los Evangelios hay
muchos relatos de curaciones. Cristo
Médico es una imagen frecuente: “El
Señor, como médico y hacedor, conocía
mejor que el enfermo mismo lo que pasa-
ba en él. Los médicos hacen respecto de la
salud física, lo que el Señor hace respecto
a la salud espiritual” (S. Agustín).
En la parábola del buen.samarita-
no, Agustín ve a la Iglesia como la
posada donde el herido es llevado
para que se recupere: “Maltrechos,
roguemos al Médico, ser llevados a la po-
sada para ser curados… También, pues,
hermanos, la Iglesia, en que el maltrecho
es sanado durante este tiempo, es posada
de caminante”. Participar de los sa-
cramentos, la oración, la caridad, la
Iglesia, es el camino para la conver-
sión al hermano herido que debe ser
sanado. “La llamada de Cristo a la con-
versión resuena en la vida del cristiano.
La segunda conversión es una tarea inin-
terrumpida para la Iglesia, que recibe en
su propio seno al pecador, y que siendo
santa al mismo tiempo, necesita de pu-
rificación constante’’ (Encuentro de las
Familias, 2014).
La solidaridad y acogida da bue-
nos frutos, especialmente cuando
se acoge a quien ha experimentado
el divorcio, la separación, la atrac-
ción al mismo sexo.
En el sexto capítulo de Amoris
Laetitia el Papa afronta algunas
vías pastorales para construir fami-
lias fecundas según el plan de Dios.
Se confirma que la familia es sujeto
y no sólo objeto de evangelización:
“a los ministros ordenados les suele
faltar formación adecuada para tratar
los complejos problemas actuales de las
familias” (AL 202). Si por una parte
es necesario mejorar la formación
psico-afectiva de los seminaristas e
involucrar más a la familia en la for-
mación al ministerio (AL 203), por
28
otra, “puede ser útil… también la expe-
riencia de la larga tradición oriental de
los sacerdotes casados” (AL 239).
Entre otras cosas se habla del acom-
pañamiento de las personas abando-
nadas, separadas y divorciadas y se
subraya la importancia de la reciente
reforma de los procedimientos para
el reconocimiento de los casos de
nulidad matrimonial. Se pone de
relieve el sufrimiento de los hijos en
situaciones de conflicto: “El divorcio
es un mal, y es muy preocupante el cre-
cimiento del número de divorcios. Por
eso, sin duda, nuestra tarea pastoral más
importante respecto a las familias, es for-
talecer el amor y ayudar a sanar las heri-
das, de manera que podamos prevenir el
avance de este drama” (AL 246).
Se tocan después las situaciones
de matrimonios mixtos y de aque-
llos con disparidad de culto, y las
situaciones de las familias que
tienen en su interior personas con
tendencia homosexual, confirman-
do el respeto en relación a ellos y
el rechazo de toda discriminación,
agresión o violencia.
Preguntas para
comentar
•	 ¿De qué manera mi familia puede acoger a los
necesitados?
•	 ¿Cómo puedo ayudar a que la Iglesia sea “hos-
pital de campaña”, como pide el Papa Francisco,
donde la familia sea fuente de misericordia?
Compromiso
La reflexión que más llamó mi atención hoy fue:……………………………………………………………
…………………………………………………………………………………………………………………………………………………………………
Y eso me compromete a:………………………………………………………………………………………………………………
…………………………………………………………………………………………………………………………………………………………………
Oración final
29
Sexta
Asamblea
La Iglesia domestica,
madre y maestra que se preocupa
A veces nuestro modo de presentar las convicciones cristianas,
y la forma de tratar a las personas, han ayudado a provocar lo
que hoy lamentamos.
-Papa Francisco, Amoris Laetitia -
Oración Inicial
30
Lecturas
Provocadoras
Satanás llamó a una convención de demonios y les dijo: “No podemos
evitar que los cristianos vayan a la Iglesia, lean la Biblia y conozcan la verdad,
ni podemos evitar que sean amigos de Dios. Dejemos que vayan a la Iglesia,
pero robémosle el tiempo, así no tendrán oportunidad para hablar con Dios.
¡Quiero que los distráiganlos todo el día! Inventen discusiones para ocupar
sus mentes. Anímenlos a gastar, a pedir prestado; háganlos trabajar 7 días a la
semana, 8 y 12 horas diarias, así no tendrán tiempo para sus hijos. La familia
se romperá, todo se dañará…
Que mantengan encendido el televisor, la grabadora, la computadora; llenen
sus mesas con revistas y diarios llenos de publicidad y propagandas de produc-
tos y servicios; usen modelos para que se centren en la belleza exterior. Man-
tengan a las esposas cansadas, denles dolores de cabeza para que no tengan
tiempo de amar a sus maridos. Así, ellos buscarán afuera…Y cuando vayan a
la iglesia, llénenlos de chismes, para que no tengan tiempo de orar...”.
Y los demonios fueron ansiosos a trabajar para que los cristianos se
ocupen de mil cosas, con poco tiempo para Dios y la familia.
La Iglesia es Madre y Maestra de pueblos. Fue fundada por Jesucristo
para que, en el transcurso de los siglos, encontrarán su salvación, con
la plenitud de una vida excelente, todos cuantos habían de entrar en
el seno de aquélla y recibir su abrazo. A esta Iglesia, “columna y funda-
mente de la verdad”, (1Tim 3,15), confió su divino fundador una doble
misión, engendrar hijos para sí y educarlos, velando con maternal so-
licitud por la vida de los individuos y de los pueblos, cuya superior
dignidad miró siempre la Iglesia con el máximo respeto y defendió con
la mayor vigilancia (Mater et Magistra, 1)
Así, a la luz de la sagrada doctrina del Concilio Vaticano II, la Iglesia
se presenta ante nosotros como sujeto social de la responsabilidad de
la verdad divina. Con profunda emoción escuchamos a Cristo cuando
dice: “La palabra que oyen no es mía, sino del Padre que me ha enviado” (Jn
14,24). Por eso se exige de la Iglesia que, cuando profesa y enseña la
fe, esté íntimamente unida a la verdad divina (Dei Verbum, 5,10,21)
y la traduzca en conductas vividas de obsequio conforme a la razón
(Redemptor Hominis, 19).
¿Cómo te sientes frente a la Iglesia, con esperanza o con desánimo?
31
Lectio Divina
Gálatas 3,1-12
¡Qué tontos son ustedes, gálatas!
¿Cómo se han dejado hipnotizar uste-
des, a quienes se les presentó a Cristo
Jesús crucificado como si lo vieran? Les
preguntaré sólo esto: ¿recibieron el Es-
píritu por haber practicado la Ley o por
haber aceptado la fe? ¡Qué tontos son!
¡Empezar con el espíritu para terminar
con la carne! ¡Haber probado inútil-
mente favores tan grandes! Pues en ese
caso no les habrían servido de nada.
Cuando Dios reparte los dones del Es-
píritu y obra milagros entre ustedes,
¿qué tiene que ver con la Ley? ¿No será
más bien porque han acogido la fe?
Acuérdense de Abrahán: creyó a Dios,
que se lo tomó en cuenta y lo consideró
un justo. Entiendan que quienes toman
el camino de la fe son hijos de Abrahán.
La Escritura anticipó que Dios daría a
los paganos la verdadera rectitud por
el camino de la fe. Por eso Abrahán
recibió esta promesa: La bendición
pasará de ti a todas las naciones. Así
los que entran por la fe reciben la ben-
dición junto con el creyente Abrahán.
Por el contrario, pesa una maldición
sobre todos los que se van a las ob-
servancias, pues está escrito: Maldito
el que no cumple siempre todo lo que
está escrito en la Ley. Con la Ley na-
die llega a ser justo a los ojos de Dios;
la cosa es cierta, pues el justo vivirá
por la fe, y la Ley no da lugar a la fe
cuando dice: El que cumple estas co-
sas tendrá vida por ellas.
Lectura:Leemospersonalmenteeltex-
tobíblico,deformalentayconpausas.
Meditación: Se proclama el texto y
en un momento de silencio cada uno
escoge una palabra o frase que le re-
suena en el interior. En silencio res-
ponde a la pregunta: “¿Qué me dice
Dios en esta palabra o frase?
Oración: Dedicamos 2 o 3 minutos
para responder al Señor, agrade-
ciendo, pidiendo, cuestionando.
Contemplación: Cada uno, con li-
bertad, puede dedicar 1 o 2 minu-
tos para hacer un gesto personal de
adoración al Señor.
32
Puntos para
reflexionar
La Iglesia está llamada a ser partí-
cipe de las esperanzas y tristezas
humanas, es decir llamada a ser
modelo de solidaridad en todo lu-
gar y tiempo, haciendo presente el
Reino de Dios.
La Iglesia es sacramento del amor,
esperanza que sostiene todo pro-
yecto de liberación y promoción
humana. Y no está sola en el es-
fuerzo por humanizar el mundo,
sino que tiene el apoyo del Señor
que anuncia el amor redentor del
Padre que se vive en la historia y
en el mundo.
Único e irrepetible, todo creyente
es un ser abierto a la relación con
la comunidad. Convivir genera re-
laciones de encuentro y comunica-
ción, que aseguran mejor calidad
de vida. En ese sentido, la Iglesia
es madre que invita a responder
al llamado del Señor: “La Iglesia
es más que una institución, es madre,
esposa, familia y alianza. Todo bauti-
zado es hijo suyo, y eso le da una iden-
tidad fundamental y autentica que
hace que ningún pecado, por grande
que sean, nos quiete el ser imagen de
Dios. ¡El pecado no borra la santidad!
Es decir, a pesar de nuestros defectos,
no dejamos de ser invitados a predi-
car el Evangelio, a llevar adelante la
misión de anunciar el reino de Dios”
(Encuentro de Familias, 2014).
El capítulo 3 de Amoris Laetitia se
centra en una Iglesia que toma en
serio las relaciones quebrantadas,
la cohabitación, las uniones civiles,
con el compromiso, característico
de una Iglesia madre y maestra, de
conducir a la plenitud lo que está
aún en camino, y de curar las heri-
das de los que, por diversas razo-
nes, sufren el dolor de una relación
rota.  
Los verbos de este acompañamien-
to espiritual son: anunciar, acoger,
animar, reencontrar, apoyar, con-
solar, cuidar, permanecer al lado,
que denotan una base evangélica
de “verdad misericordiosa”, de mi-
rada atenta para entender las mo-
tivaciones y asumir el sufrimiento.
33
Preguntas para
comentar
•	 ¿Por qué crees que Jesús ama incondicional-
mente a la Iglesia?
•	 ¿Cómo apoyar a la Iglesia desde tu vida coti-
diana?
Compromiso
La reflexión que más llamó mi atención hoy fue:……………………………………………………………
…………………………………………………………………………………………………………………………………………………………………
Y eso me compromete a:………………………………………………………………………………………………………………
…………………………………………………………………………………………………………………………………………………………………
Oración final
34
Séptima
Asamblea
Misión familiar: optar por la
vida, y una vida en abundancia
En la difícil situación que vive la persona necesitada, la Iglesia debe
tener especial cuidado en comprender, consolar y evitar imponer
normas que sólo consiguen que se sienta juzgada y abandonada por
esa Madre que está llamada a acercarles la misericordia de Dios”.
-Papa Francisco, Amoris Laetitia -
Oración Ini-
cial
35
Lecturas
Provocadoras
Cierto día Antonio, regresando del trabajo, se encontró con un tránsi-
to infernal; notó que un señor conducía apurado, tratando de abrirse
paso entre los autos. Cuando se aproximó al auto de Antonio, se le
atravesó de manera tan brusca que por poco chocan. Antonio tuvo de-
seos de insultarlo e impedirle el paso, pero luego pensó: “¡Pobre! Está
tan nervioso y apurado… ¡Sabrá Dios si tiene un problema y necesita
llegar cuanto antes a su destino!
Con esos pensamientos, decidió cederle el paso. Al llegar a casa, Anto-
nio recibió la noticia de que su hijo de tres años había sufrido un grave
accidente y había sido llevado al hospital por su esposa. Inmediata-
mente, se dirigió al hospital, y al llegar, su esposa corrió a sus brazos
y lo tranquilizó diciéndole: “Gracias a Dios todo está bien, el médico
llegó justo a tiempo para salvar la vida de nuestro hijo; ya está fuera
de peligro”.
Aliviado, Antonio pidió hablar con el médico para agradecerle. Su
sorpresa fue descubrir que el médico era el señor nervioso y apurado
a quien le había cedido el paso. Hay que estar siempre dispuesto a
ayudar al prójimo, más allá de su apariencia o condición económica.
Detrás de la actitud que no entiendes, existe una historia, un motivo
que lleva a actuar de determinada manera.
Dios nos hizo por una razón. Su amor es nuestra misión en la vida.
Esta misión nos permite encontrar nuestra verdadera identidad. Si de-
cidimos abrazar esta misión, tendremos una perspectiva nueva sobre
muchas cuestiones, no solo la familia. Vivir la misión de la Iglesia do-
méstica significa que las familias católicas vivirán, a veces, como mi-
norías, con valores diferentes de los que tiene la cultura que las rodea.
Nuestra misión de amor exigirá valentía y fortaleza. Jesús está llaman-
do y nosotros podemos responder, eligiendo una vida de fe, esperan-
za, caridad, gozo, servicio y misión. A través de nuestra fe, se nos da
un cimiento basado en el amor antes que en las fuerzas destructivas
descontroladas en nuestra sociedad. Llamadas por Cristo, las familias
cristianas tienen la tarea d e promover en el mundo el Evangelio de
Jesús, quien es amor y vida.
¿Cómo vivimos nuestra misión familiar?
36
Lectio Divina
Efesios 6,10-20
Por lo demás, fortalézcanse en el Se-
ñor y en el poder de su fuerza. Revís-
tanse con toda la armadura de Dios
para que puedan estar firmes contra
las insidias del diablo. Porque nues-
tra lucha no es contra sangre y carne,
sino contra principados, potestades y
poderes (gobernantes) de este mundo
de tinieblas; contra las fuerzas espiri-
tuales de maldad en las regiones ce-
lestes. Por tanto, tomen la armadura
de Dios, para que puedan resistir en
el día malo, y habiéndolo hecho todo,
estar firmes. Estén, pues, firmes, ceñi-
da su cintura con la verdad, revesti-
dos con la coraza de la justicia, y cal-
zados los pies con la preparación para
anunciar el Evangelio de la paz. Sobre
todo, tomen el escudo de la fe con el
que podrán apagar todos los dardos
encendidos del maligno. Tomen tam-
bién el casco de la salvación, y la es-
pada del Espíritu que es la palabra de
Dios. Con toda oración y súplica oren
en todo tiempo en el Espíritu, y así,
velen con toda perseverancia y súpli-
ca por todos los santos. Oren también
por mí, para que me sea dada palabra
al abrir mi boca, a fin de dar a conocer
sin temor el misterio del evangelio,
por el cual soy embajador en cadenas;
que al proclamar lo hable sin temor,
como debo hablar.
Lectura:Leemospersonalmenteeltex-
tobíblico,deformalentayconpausas.
Meditación: Se proclama el texto y
en un momento de silencio cada uno
escoge una palabra o frase que le re-
suena en el interior. En silencio res-
ponde a la pregunta: “¿Qué me dice
Dios en esta palabra o frase?
Oración: Dedicamos 2 o 3 minutos
para responder al Señor, agrade-
ciendo, pidiendo, cuestionando.
Contemplación: Cada uno, con li-
bertad, puede dedicar 1 o 2 minu-
tos para hacer un gesto personal de
adoración al Señor.
37
Puntos para
reflexionar
Los católicos tenemos por misión
mostrar la verdad acerca del amor
y eso se lo hace viviendo el amor en
la familia y en la comunidad. “¡Fa-
milia sé lo que eres!” (Juan Pablo II).
Esta misión emana de su identidad
con el Reino de Dios, “dado que, se-
gún designio divino, se constituye en
intima comunidad de vida y amor; la
familia tiene la misión de ser cada vez
más lo que es, es decir en medio de la
tensión esforzarse por cumplir con el
Reino de Dios. Cuando la familia acep-
ta su identidad misionera, se transfor-
ma en aquello que siempre debió ser”
(Encuentro de Familias, 2014).
En el capítulo 8 de Amoris Laetitia,
se habla de “acompañar, discernir e
integrar la fragilidad”. El Papa Fran-
cisco sostiene que “se trata de inte-
grar a todos, de ayudar a cada uno
a encontrar su propia manera de
participar en la comunidad eclesial,
para que se sienta objeto de una
misericordia inmerecida, incondi-
cional y gratuita. Nadie puede ser
condenado para siempre, porque
esa no es la lógica del Evangelio. No
me refiero sólo a los divorciados en
nueva unión, sino a todos, en cual-
quier situación que se encuentren.
Obviamente, si alguien ostenta un
pecado objetivo como si fuese parte
del ideal cristiano o quiere imponer
algo diferente a lo que enseña la
Iglesia, no puede pretender dar ca-
tequesis o predicar, y en ese sentido
hay algo que lo separa de la comu-
nidad (Mt 18,17). Necesita volver a
escuchar el anuncio del Evangelio
y la invitación a la conversión. Pero
aun él puede de alguna manera
participar en la vida de la comuni-
dad, sea en tareas sociales, reunio-
nes de oración o como se lo sugiera
su propia iniciativa, en comunión
con su pastor”.
Si se tiene en cuenta la diversidad de
situaciones concretas, como las que
mencionamos antes, puede com-
prenderse que no debía esperarse
del Sínodo o de esta Exhortación una
nueva normativa de tipo canónica,
aplicable a todos los casos. Sólo cabe
un nuevo aliento a un responsable
discernimiento personal y pastoral
de los casos particulares, que debería
reconocer que, puesto que “el grado
de responsabilidad no es igual en
todos los casos”, las consecuencias o
efectos de una norma no necesaria-
mente son las mismas.
38
Preguntas para
comentar
•	 ¿Cómo hacer de la catequesis una enseñanza
para la vida?
•	 ¿Cómo podemos disfrutar de la vida sin poner
en riesgo nuestra fe?
•	 ¿Qué valores vitales son visibles en nuestra
vida familiar?
Compromiso
La reflexión que más llamó mi atención hoy fue:……………………………………………………………
…………………………………………………………………………………………………………………………………………………………………
Y eso me compromete a:………………………………………………………………………………………………………………
…………………………………………………………………………………………………………………………………………………………………
Oración final
39
¿Cómo hacer una Lectio Divina?
L
ectio Divina significa “lectura
divina” y se refiere al enfo-
que de la oración y la lectura
de las Escrituras practicado por los
monjes desde la Iglesia primitiva. La
idea de orar con la Sagrada Escritu-
ra nos viene a través de una antigua
tradición judía que los cristianos
de la Iglesia primitiva continuaron
y mejoraron según la práctica de la
oración y la meditación, utilizando
principalmente los salmos como una
rica fuente de compromiso sincero
con Dios...
En el siglo XI, el prior cartujo Guigo
formalizó la Lectio Divina, método
que describe en una carta escrita a un
compañero religioso. Esa carta es co-
nocido como “La Escalera de los Mon-
jes”; allí se describe una escalera de
cuatro escalones que va al cielo. Cada
uno de esos peldaños es un paso en el
método de lectura de las Escrituras en
oración.
•	 Lectio (lectura): lenta y atenta reci-
tación de un pasaje de la Escritura,
buscando la voluntad y el ingenio
de todos.
•	 Meditatio (meditación): esfuerzo
por comprender el texto y aplicarlo
a la vida propia, haciendo uso de
la mente para conocer lo que está
oculto.
•	 Oratio (oración): diálogo con Dios
acerca del pasaje, para que Él nos
ilumine y podamos reconocer lo
que es bueno y evitar lo que es
malo.
•	 Contemplatio (contemplación):
quedarse absorto en las palabras
de Dios, tal como el Espíritu Santo
nos hace participar en su presen-
cia, a través de la escritura.
40
Documentos de la Iglesia relacionados
al matrimonio y la familia
A continuación, ofrecemos algunos documentos de la Iglesia que tratan sobre
el matrimonio y la familia. Les invitamos a buscarlos y leerlos para continuar
ahondando lo que dice la Iglesia respecto a la identidad y la misión de l apareja
y de toda la familia.
-	Paternidad: Dives in Misericordia (sobre Dios Padre) y Redemptoris Custos (sobre
san José), ambas de Juan Pablo II.
-	Maternidad: Mulieris Dignitatem (sobre la dignidad y vocación de la mujer) y
Redemptoris Mater (sobre María, Madre del Redentor), ambas de Juan Pablo II.
-	Matrimonio: Casti Connubi (sobre el matrimonio cristiano), de Pío XI; y Huma-
nae Vitae (sobre la transmisión de la vida humana), de Pablo VI.
-	Familia: Familiaris Consortio (sobre la familia cristiana en el mundo moderno), de
Juan Pablo II; Carta de los derechos de la familia, de la Congregación para la Doc-
trina de la Fe; Carta a los mayores, Carta a los niños y Carta a las familias, todas de
Juan Pablo II.

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Familia: llamada al amor desde la Palabra

  • 1. “Familia y Hogar son dos cosas que se reclaman mutuamente... tenemos que insistir en los derechos de la familia, y no sólo en los derechos individuales. La familia es un bien del cual la sociedad no puede prescindir, pero necesita ser protegida” (AL, 44). Exhortación Apostólica Amoris Laetitia Apostamos por la familia
  • 2. 2 - Presentación…………………………………………………………………………………………………………… 3 - Primera Asamblea: Familia cristiana, llamada al amor desde la Palabra. ………………… 4 - Segunda Asamblea: Vivir la sexualidad humana con gracia de Dios.…………………………… 9 - Tercera Asamblea: En el matrimonio, juntos son una sola carne. ………………………………… 14 - Cuarta Asamblea: Para que el amor crezca, debe ser fecundo. …………………………………… 19 - Quinta Asamblea: Ser hogar para todo hermano que sufre…………………………………………… 24 - Sexta Asamblea: La Iglesia domestica madre y maestra que se preocupa. …… 29 - Séptima Asamblea: Misión familiar: optar por la vida, y una vida en abundancia …………………………………………………………………………… 34 Índice Centro Bíblico Verbo Divio Diseño y Diagramación: Mega-Store Fotografía: Shuttersotck, Archivo fotográfico CBVD Quito - Ecuador
  • 3. 3 Este es el mejor tiempo posible. El ayer ya pasó, el mañana aún no se construye. Así, este en un valioso momento para fortalecer nuestra fa- milia, expresando el cariño que nos tenemos, proponiendo una buena relación en el hogar, reforzando las fragilidades que existan y animando una vida eclesial intensa. Sin embargo, descubrimos una triste realidad: cada vez más las familias no tienen bases sólidas que les permita superar las crisis que surgen en la convivencia. Es doloroso ver la cantidad de divorcios, familias disfuncio- nales y fracasos humanos dentro de las familias. El Centro Bíblico Verbo Divino, atendiendo al llamado a una revitalizada pastoral matrimonial y familiar hecho por el Sínodo de Familia, acoge este desafío pastoral, convencido de que “cuando se logra mostrar una visión global del matrimonio y la familia según la fe cristiana, se percibe su verdad, bondad y belleza” (Desafíos pastorales sobre la familia en el contexto de la evangelización, 2014). El Papa Francisco, al promulgar la Exhortación Apostólica Amoris Laeti- tia, nos ofrece una buena oportunidad para reafirmar nuestra opción por la vida y nuestro rechazo a la cultura de muerte que afecta hoy a muchas familias. Con estas Asambleas Bíblicas Familiares queremos aportar al esfuerzo eclesial por preservar los valores cristianos. Nuestro deseo, desde la Palabra de Dios y desde la Amoris Laetitia, es explicar los fundamentos de una familia cristiana que se construye desde el amor, donde se aprende a convivir con alegría y respeto. Esperamos contribuir, con eficacia, a formar una iglesia doméstica donde no haya cabida al individualismo, sino donde se visibilice el amor conyugal y paternal. El presente folleto desarrolla 7 temas donde se busca reflexionar los datos importantes para la conformación de las familias, reconociendo el rol que desempeña cada uno de sus miembros. Para ello, se hacen acercamientos bíblicos, teológicos y pastorales. Ojalá que estas asambleas nos ayuden a acompañar, con misericordia y ternura, a todas las familias, especialmente aquellas que viven momen- tos de crisis o confusión. Centro Bíblico Verbo Divino Presentación
  • 4. 4 Primera Asamblea Familia cristiana llamada al amor desde la Palabra Camina familia, lo que se te promete es siempre más. No te desesperes por tus límites, no renuncies a buscar el amor y la comunión -Papa Francisco, Amoris Laetitia - Oración Inicial
  • 5. 5 Lecturas Provocadoras Un día un sabio preguntó: “¿Por qué la gente grita cuando está mo- lesta?”, Uno respondió: “Porque pierden la calma” … El sabio dijo: “Pero, ¿por qué gritar si la otra persona está cerca? ¿No es posible hablar en voz baja?”. Se dieron otras respuestas, pero ninguna sa- tisfizo al sabio. Finalmente, él explicó: “Cuando dos personas están enojadas, se alejan mucho. Para cubrir la distancia deben gritar para escucharse. Mientras más enojados, más gritan para escucharse…”. Luego preguntó: “¿Qué sucede cuando dos personas se enamoran? No se gritan, sino que se hablan suavemente porque están cerca, la distancia es corta. Cuando se enamoran más, ya ni siquiera hablan, sólo susurran, se miran, y eso es suficiente”. “Cuando discutan, no se alejen, no digan palabras que los distancien más, llegará el día en que la distancia sea tanta que no hallarán el ca- mino de regreso”. El amor es la misión de nuestra vida, de él nacimos y de él bebemos. Esto significa que amar a Dios y al prójimo es la razón de nuestra vida. Una verdad de nuestra fe es que Dios es amor. La Biblia está llena de imágenes al respecto: Dios es Padre y Madre, que acoge al hijo (Lc 15,11-32; Is 66,13), Pastor que busca a su oveja (Lc 15,3-7); Amigo que da su vida por el amigo (Jn 11,35); Maestro que enseña a amar y servir (Mt 22,39); Sembrador que cuida su campo hasta que dé fruto (Jn 15,1), Rey que invita a calmar el hambre (Mt 22,1-14). Está atento al grito del ciego y le ayuda (Mc 10,46-52); se compadece y acoge (Mt 14,13- 21), se ofrece a sí mismo (Mt 26,26). Pero, sin duda, una de las figuras mayores del Amor de Dios es el matrimonio, metáfora que hace referencia a la Alianza de Dios con su pueblo. El amor de Dios por su pueblo tiene todas las características de un matrimonio: es apasionado y sincero, duro y sacrificado, soporta re- tos e incluso la traición. A ratos Dios se enoja, se decepciona, amenaza con separación… pero siempre se impone su amor y vuelve a perdonar y renovar su deseo de servir a su esposa, el pueblo, la Iglesia. ¡Perdón y servicio transforman cualquier matrimonio! ¿Por qué gritamos en la familia?
  • 6. 6 Lectio Divina Juan 2,1-12 Tres días más tarde se celebraba una boda en Caná de Galilea, y la madre de Jesús estaba allí. También fue invi- tado Jesús con sus discípulos. Sucedió que se terminó el vino preparado para la boda. Entonces la madre de Jesús le dijo: “No tienen vino”. Jesús le respon- dió: “Mujer, ¿por qué te metes en mis asuntos? Aún no ha llegado mi hora”. Pero su madre dijo a los sirvientes: “Hagan lo que él les diga”. Había allí seis recipientes de piedra, de los que usan los judíos para sus purificacio- nes, de unos cien litros de capacidad cada uno. Jesús dijo: “Llenen de agua esos recipientes”. Y los llenaron has- ta el borde. “Saquen ahora, les dijo, y llévenle al mayordomo”. Y ellos se lo llevaron. Después de probar el agua conver- tida en vino, el mayordomo llamó al novio, pues no sabía de dónde provenía, a pesar de que lo sabían los sirvientes que habían sacado el agua. Y le dijo: “Todo el mundo sir- ve al principio el vino mejor, y cuan- do ya todos han bebido bastante, les dan el de menos calidad; pero tú has dejado el mejor vino para el final”. Esta señal milagrosa fue la primera, y Jesús la hizo en Caná de Galilea. Así manifestó su gloria y sus discí- pulos creyeron en él. Lectura: Leemos el texto bíblico, de forma lenta y con pausas: ¿Qué- dice el texto? Meditación: En silencio, cada uno escoge una palabra o frase que le re- suena en el interior y en silencio res- ponde a la pregunta: “¿Qué me dice Dios en esta palabra o frase?” Oración: Dedicamos 2 o 3 minutos para responder al Señor, agrade- ciendo, pidiendo, cuestionando: “¿Qué le digo a Dios?” Contemplación: Cada uno, con li- bertad, puede dedicar 1 o 2 minutos para hacer un gesto personal de ado- ración y de compromiso al Señor.
  • 7. 7 Puntos para reflexionar En la Biblia aparecen muchas ve- ces la imagen del matrimonio para describir el amor de Dios por sus creaturas. Con ello Dios revela que el amor conyugal es una experien- cia de santidad que hay que aco- ger, desarrollar y valorar. El Papa Francisco, en la exhorta- ción Amoris Laetitia, en el capítu- lo I, nos recuerda: “La Biblia está poblada de familias, de generacio- nes, de historias de amor y de crisis familiares”. La “pareja que ama y genera la vida es la verdadera “es- cultura” viviente —no aquella de piedra u oro que el Decálogo pro- híbe—, capaz de manifestar al Dios creador y salvador. Por eso el amor fecundo llega a ser el símbolo de las realidades íntimas de Dios”. Esta Exhortación es una propues- ta para las familias cristianas, que las estimule a valorar los dones del matrimonio y de la familia, y a sostener un amor fuerte y lleno de valores como la generosidad, el compromiso, la fidelidad o la paciencia. Procura alentar a todos para que sean signos de misericor- dia y cercanía allí donde la vida fa- miliar no se realiza perfectamente o no se desarrolla con paz y gozo. La Biblia considera a la familia como sede de la catequesis de los hijos. Eso brilla en la descripción de la celebración pascual (Ex 12,26- 27). Los padres tienen el deber de cumplir con seriedad su misión educadora, como enseñan a me- nudo los sabios (Prov 3,11-12). Los hijos están llamados a acoger y practicar el mandamiento: “Honra a tu padre y a tu madre” (Ex 20,12). “El que honra a su padre expía sus pecados, el que respeta a su madre acumula tesoros” (Sir 3,3-4). Ante cada familia se presenta el icono de la familia de Nazaret, con
  • 8. 8 Preguntas para comentar • ¿Qué aspecto del amor de Dios se debe cultivar con urgencia en el matrimonio? • ¿En qué se diferencia el amor de Dios de la ma- nera humana de amar? • ¿Qué forma de amar venden los medios de co- municación? Compromiso La reflexión que más llamó mi atención hoy fue:…………………………………………………………… ………………………………………………………………………………………………………………………………………………………………… Y eso me compromete a:……………………………………………………………………………………………………………… ………………………………………………………………………………………………………………………………………………………………… Oración final su cotidianeidad hecha de cansan- cios, como cuando sufrió la incom- prensible violencia de Herodes, experiencia que se repite trágica- mente hoy, en tantas familias de prófugos, desechados e inermes. Como los magos, las familias son invitadas a contemplar al Niño y a su Madre, a postrarse y adorarlo (Mt 2,11). Como María, somos ex- hortados a vivir con coraje y se- renidad sus retos, y a meditar en el corazón las maravillas de Dios (Lc 2,19.51). En el corazón de María están también los acontecimientos de cada una de nuestras familias, que ella conserva cuidadosamente. Por eso nos ayuda a interpretarlos para reconocer en la historia familiar el mensaje de Dios.
  • 9. 9 Segunda Asamblea Vivir la sexualidad humana como gracia de Dios “La imagen de Dios tiene como paralelo explicativo a la pareja, hombre y mujer... La fecundidad de la pareja es imagen eficaz, signo visible del acto creador”. -Papa Francisco, Amoris Laetitia - Oración Inicial
  • 10. 10 Lecturas Provocadoras Un ermitaño vivía en una cueva con su hijo, quien no conocía a nadie, ni nunca había ido al pueblo. Pero, para celebrar sus 15 años, su pa- dre decidió llevarlo al pueblo para comprarle un regalo. Fueron a ver monturas para su caballo y luego a la tienda deportiva para ver los cuchillos de cacería. Mientras iban por la calle, vieron una señorita de 15 años. El joven preguntó a su padre: “¿Qué es eso?”Su padre, sorprendido, porque no quería que su hijo se interesase por una chica, por lo que le dijo: “Es una gansa, hijo”. El resto del día el joven conoció perros, rifles, pistolas. Al fin del día, el papa le pregunto a su hijo: “ Bueno, hijo, te he ense- ñado muchas cosas hoy, ¿qué te gustaría de regalo?” Sin titubear, el muchacho contestó: ¡quiero una gansa!”. La atracción sexual del varón y la mujer es tan antigua como el mundo mismo; se originó en la mente de Dios: “No es bueno que el hombre este solo; haré ayuda idónea para él”. Después de formar a la mujer del mismo Adán, entonces Dios se la llevó para que se vivieran juntos en una relación matrimonial plena. Para los cristianos, el amor es la misión. Dios nos creó para amarnos unos a otros. En esta Asamblea veamos cómo el cuerpo tiene un sig- nificado no sólo físico, sino espiritual, que debe ser cultivado con ex- periencias tangibles: arte, cultura, música, caridad, fiestas, liturgias, ayunos. ¡Todo ello nos permite conocer y vivir la gloria de Dios! En ese sentido, el matrimonio es una de las experiencias más valiosas para crecer como personas. Los cuerpos de los cónyuges se complementan de su masculinidad y feminidad, con la finalidad de revelar la naturaleza de Dios como co- munión de amor y de vida. Juntos, hombre y mujer imitan el amor de Dios, viven de forma íntima y comprometida, alegre y misericordiosa, perdonadora y fértil. Esto, si duda, se asegura con una perseverante vida eclesial. Una pareja no puede vivir el amor de Dios de manera egoísta, como si fuese una prueba, experimento o negocio. El matri- monio no es un romance privado, sino un compromiso con Dios, por medio de la pareja, los hijos, la sociedad, etc. El matrimonio, bendecido por Dios, está llamado a ser testimonio del amor de Dios. ¿Cómo vivimos la sexualidad?
  • 11. 11 Lectio Divina Génesis 2,18-25 Dijo Dios: “No es bueno que el hom- bre esté solo. Le daré, pues, un ser se- mejante a él para que lo ayude”. En- tonces Dios formó de la tierra a todos los animales del campo y las aves del cielo, y los llevó ante el hombre para que les pusiera nombre. Y el nombre de todo ser viviente ha- bía de ser el que el hombre le había dado. El hombre puso nombre a to- dos los animales, a las aves del cielo y a las fieras salvajes. Pero no se encon- tró a ninguno que fuera a su altura y lo ayudara. Entonces Yahvé hizo caer en un pro- fundo sueño al hombre y éste se dur- mió. Le sacó una de sus costillas y rellenó el hueco con carne. De la cos- tilla que Yahvé había sacado al hom- bre, formó una mujer y se la llevó. Entonces el hombre exclamó: “Esta sí es hueso de mis huesos y carne de mi carne. Esta será llamada varona por- que del varón ha sido tomada”. Por eso el hombre deja a su padre y a su madre para unirse a su mujer, y pasan a ser una sola carne. Los dos es- taban desnudos, pero no sentían ver- güenza. Lectura: Leemos el texto bíblico, de forma lenta y con pausas. ¿Qué dice el texto? Meditación: En silencio, cada uno escoge una palabra o frase que le resuena en el interior y responde a la pregunta: “¿Qué me dice Dios en esta palabra o frase? Oración: Dedicamos 2 o 3 minutos para responder al Señor, agrade- ciendo, pidiendo, cuestionando. Contemplación: Cada uno, con li- bertad, puede dedicar 1 o 2 minu- tos para hacer un gesto personal de adoración al Señor y compromiso.
  • 12. 12 Puntos para reflexionar El Papa Francisco, en Amoris Lae- titia, sostiene que los sentimientos, deseos y emociones ocupan un lu- gar importante en el matrimonio. Citando a Benedicto XVI, explica que la enseñanza oficial de la Iglesia “no rechaza el eros como tal, sino que declara guerra a una desviación que lo deshumaniza. Dios creó la sexualidad, regalo maravilloso para sus criaturas”. En ese sentido, Juan Pablo II recha- zó la idea de que la enseñanza de la Iglesia implique “negar el valor del sexo humano, o que sólo lo tolere por la necesidad de la procreación”. La ne- cesidad sexual de los esposos no es “objeto de desprecio”, pero “no podemos ignorar que muchas veces la sexualidad se despersonaliza y se llena de patologías, convirtiéndose cada vez más ocasión de afirmación del propio yo y de satisfacción egoísta de los propios deseos e instintos”. Por ello, Francisco insiste que “un acto conyugal impuesto al cónyuge sin considerar su situación actual y sus legí- timos deseos, no es un verdadero acto de amor. Debe ser rechazada, por lo tanto, toda forma de sometimiento sexual”. Para el Papa Francisco: “esta es la historia del amor, la historia de la obra maestra de la creación, el llamado al amor, la comunión y la vida, que in- volucra a todo varón y mujer, cuerpo y alma. La persona humana es, simul- táneamente, ser físico y espiritual. El cuerpo, en cierto sentido, revela a la persona. Como resultado, la sexuali- dad humana nunca es simplemente funcional. La diferencia sexual, visible en el cuerpo, contribuye directamente al carácter esponsal y la capacidad para amar. En el centro de este llamado se encuentra la llamada de Dios: sean fe- cundos y multiplíquense (Gén 1,28)”. La castidad, casados o no, es el há- bito de vivir la sexualidad con dig- nidad, a la luz del mandato de Dios. Lo opuesto es la lujuria, que impli- ca mirar al otro de forma utilitaria, como si existiera sólo para satisfacer un apetito. “El amor conyugal sitúa el eros en el contexto del amor, cuidado, fi- delidad y franqueza… el celibato ubica la intimidad sexual en el contexto del amor, del cuidado y de la fidelidad” (En- cuentro de Familias, 2014).
  • 13. 13 Preguntas para comentar • ¿Cómo valorar y disfrutar la creación y el cuer- po sin denigrar su dignidad? • ¿Por qué crees que la Iglesia invita a vivir el ayuno, la castidad, el celibato, con la misma dignidad que se vive el matrimonio? Compromiso La reflexión que más llamó mi atención hoy fue:…………………………………………………………… ………………………………………………………………………………………………………………………………………………………………… Y eso me compromete a:……………………………………………………………………………………………………………… ………………………………………………………………………………………………………………………………………………………………… Oración final
  • 14. 14 Tercera Asamblea En el matrimonio, juntos son una sola carne En el horizonte del amor, central en la experiencia cristiana del matrimonio, se destaca otra virtud, algo ignorada en tiempos de relaciones superficiales: la ternura. -Papa Francisco, Amoris Laetitia - Oración Inicial
  • 15. 15 Lecturas Provocadoras Un trompo dijo a una pelota: “¿Por qué no somos novios?”. La pelota, que era de cuero y se creía muy bella, no se dignó contestarle. Al día siguiente, al dueño del trompo se le ocurrió pintarlo y dejarlo hermoso. Entonces, volvió a preguntar: “Qué dice ahora, ¿podemos ser novios? Somos uno para el otro”. La pelota respondió: “Yo vengo de familia de noble cuero y sólo puedo acep- tar a alguien noble. De hecho, estoy prometida con un canario, al que cada vez que salto le veo y nos sonreímos”. Al día siguiente, el niño salió a jugar con la pelota; saltaba tan alto que se perdía a la vista, caía y volvía a saltar… pero en uno de esos saltos, desapareció y no volvió. Por mucho que buscaron, no la hallaron. Cuánto sufrió el trompo, mientras más pensaba en ella, más enamorado se sentía.Así pasaron los años, el trompo se hizo viejo, por lo que el dueño, un día decidió pintarlo todo de dorado. Quedó tan hermoso que el dueño lo sacó a jugar, con tal mala suerte que dio un salto tan grande que se perdió... Lo buscaron por todas partes, pero no lo encontraron. Había ido a parar a un basurero. El trompo, decepcionado por su suerte, miró alrededor y vio una vieja pelota que llevaba años allí, consumida por la humedad. “¡Gracias a Dios ha venido uno de los nuestros para hablar!”, dijo la pelota. “Como ve, soy de cuero, me cosieron a mano, pero nadie me aprecia; estuve a punto de casarme con un canario, pero caí en este basurero y he sufrido lluvias y sol”. El trompo no respondió, pensando en su viejo amor. Al rato lle- gó el niño y lo rescató; volvió a la habitación y recobró su honor… de la pelota nada se supo. Hoy se nos invita a reflexionar las implicaciones del amor vivido en el matrimonio y en la familia. Cuando una pareja se compromete a amarse como Dios ama, hace un compromiso de entregarse no sólo físicamente, sino sentimentalmente, con misericordia y perdón. El matrimonio fue instituido por Jesucristo, es sostenido por la vida sacramental, y se construye en la humildad y el sacrificio de la pareja, por igual. El matrimonio crea comunión íntima, incluso en tiempo de sufrimiento y penuria. “El amor es nuestra misión”, reza el título del ca- tecismo, porque el amor nos libera de la falsedad y la carencia de amor y nos hace plenamente vivos. ¿Cuál es el secreto del éxito en el matrimonio?
  • 16. 16 Lectio Divina Efesios 3,14-21 Pensando en todo esto, doblo las ro- dillas en presencia del Padre, al que se refiere toda patria en la tierra y toda familia celestial, pues “patria” viene de “padre”. Que él se digne, se- gún la riqueza de su gloria, fortalecer en ustedes, por su Espíritu, al hom- bre interior. Que Cristo habite en sus corazones por la fe, que estén arraigados en el amor y en él puedan edificarse. Que sean capaces de comprender, con to- dos los creyentes, cuán ancho, y cuán largo, y alto y profundo es, en una palabra, que conozcan este amor de Cristo que supera todo conocimiento. En fin, que queden colmados hasta re- cibir toda la plenitud de Dios. A Dios, cuya fuerza actúa en nosotros y que puede realizar mucho más de lo que pedimos o imaginamos, a él la gloria en la Iglesia y en Cristo Jesús, por todas las generaciones y todos los tiempos. Amén. Lectura: Leemos personalmente el texto bíblico, de forma lenta y con pausas. Meditación: Se proclama el texto y en un momento de silencio cada uno escoge una palabra o frase que le resuena en el interior. En silencio responde a la pregunta: “¿Qué me dice Dios en esta palabra o frase? Oración: Dedicamos 2 o 3 minutos para responder al Señor, agrade- ciendo, pidiendo, cuestionando. Contemplación: Cada uno, con libertad, puede dedicar 1 o 2 mi- nutos para hacer un gesto personal de adoración al Señor.
  • 17. 17 Puntos para reflexionar En el sacramento del matrimonio el amor humano se incorpora al amor de Cristo. En ese sentido, la pareja se vuelve signo de fidelidad y en- trega, al estilo del amor de Cristo por la Iglesia, su novia. La mise- ricordia crece cuando se ama en Cristo; la gracia del matrimonio es fruto de la cruz de Cristo, fuente de la vida cristiana. En Amoris Laetitia, el Papa sugiere algunos ‘rituales cotidianos’: “Es bueno darse siempre un beso por la mañana, bendecirse todas las noches, esperar al otro y recibirlo cuando llega, tener alguna salida juntos, compartir tareas domésti- cas. También es bueno interrumpir la rutina, no perder la capacidad de celebrar en familia, alegrarse y fes- tejar las experiencias lindas”. En el sacramento del matrimonio se hace visible la Alianza de Dios con su pueblo, es decir su Gracia pene- tra a la pareja y se vuelve cimien- to de la familia. Por eso, la Iglesia por medio de los sacramentos, la enseñanza y la oración, ofrece a la pareja un medio para sobrellevar la vida matrimonial, alimentar el amor y crecer en el perdón mutuo. A lo largo de los siglos, los seres hu- manos se han casado por muchas razones, unas nobles, otras prag- máticas. La Iglesia entiende el ma- trimonio como espacio de gracia y aprendizaje del amor de Dios, don- de la reconciliación y la fidelidad son la base de la vida conyugal; allí se fomenta la verdadera comunión. Para el hombre y la mujer posmo- derno, que no sabe en qué o quién confiar, tal aventura parece riesgo- sa, pero la Iglesia, que conoce el co- razón humano mejor, lo promueve como un muy buen camino para llegar a la felicidad plena de Jesús. En el tema 11 de Amoris Laetitia, el Papa Francisco insiste en la exigen- cia de preparar mejor a los novios para el matrimonio, con participa- ción de toda la comunidad. “Cada Iglesia local debe elegir cómo hacerlo; se trata de una suerte de ‘iniciación’ al sacramento del matrimonio que les aporte los elementos para recibirlo con las mejores disposiciones y comenzar con cierta solidez la vida familiar. No hay que olvidar los valiosos recursos de la pastoral popular, por ejemplo, el día de san Valentín, que en algunos países es aprovechado más por los co- merciantes que por los pastores”. La preparación es una posibilidad de “reconocer incompatibilidades o ries- gos; de ese modo se puede llegar a ad- vertir si no es razonable apostar por esa relación, para no exponerse a un fracaso de consecuencias dolorosas”.
  • 18. 18 Preguntas para comentar • ¿Cuál crees que son los aspectos claves de la espiritualidad católica del matrimonio? • ¿Qué podemos hacer para proteger el matri- monio de las tentaciones? Compromiso La reflexión que más llamó mi atención hoy fue:…………………………………………………………… ………………………………………………………………………………………………………………………………………………………………… Y eso me compromete a:……………………………………………………………………………………………………………… ………………………………………………………………………………………………………………………………………………………………… Oración final
  • 19. 19 Cuarta Asamblea Para que el amor crezca, debe ser fecundo El fruto de «ser una sola carne» es el hijo que nacerá, el cual llevará en sí, uniéndolas no sólo genéticamente sino también espiritualmente, las dos carnes. -Papa Francisco, Amoris Laetitia - Oración Inicial
  • 20. 20 Lecturas Provocadoras Un niño preguntó a su maestra: “¿qué es el amor?”. La maestra, como ya era hora del recreo, les pidió que de regreso trajeran cosas que invi- taran a amar. Los pequeños salieron, y cuando volvieron mostraron a la maestra lo que cada uno había encontrado. El primer alumno dijo: “Yo traje esta flor, ¿no es bonita?”… Otro dijo: “Yo traje un pajarito que encontré en un nido, ¿no es gracioso?”… Y así los chicos, uno a uno, fueron mostrando lo que habían recogido en el patio. Cuando terminaron, la maestra advirtió que una niña no había traí- do nada, y que permanecía en silencio. Se sentía avergonzada por no tener nada que enseñar. La maestra se dirigió a ella: “¿Tú no has encontrado nada que puedas amar?”. La niña respondió: “Lo siento, sentí el perfume de la flor y quise arrancarla, pero preferí dejarla para que dé su aroma más tiempo… vi una mariposa llena de color, pero parecía tan feliz que no quise cogerla… vi el pajarito, pero al subir al árbol, noté la mirada triste de su madre y preferí dejarlo allí… Así que traigo conmigo el perfume de la flor, la libertad de la mariposa y la gratitud de la madre del pajarito... pero, ¿cómo se los puedo mostrar?”. La maestra le dio las gracias a todos, pero emocionada les dijo que la niña había sido la única en advertir que lo que se ama no es un trofeo para mostrar, sino un afecto que se lleva en el corazón. El matrimonio es la base de una comunidad de amor más amplia, a la que se llama familia. Matrimonio y amor conyugal son la vía natural para la procreación y educación de los hijos. El Catecismo de la Iglesia sostiene: “el amor conyugal confiere a los esposos la gran dignidad de ser ‘cooperadores de Dios’ al transmitir la vida”. Los hijos son signo viviente del amor de pareja. La autenticidad del amor conyugal lleva consigo una mutua entrega, abierta a la vida. Son un don de Dios que manifiesta así su bendición a la pareja. Cada hijo supone una gran responsabilidad de los padres, porque deben cola- borar con Dios en la tarea de hacerlos buenos ciudadanos y buenos cristianos. Esto incluye hijos engendrados fuera del matrimonio, con los cuales los padres tienen obligaciones ineludibles. ¿Mirando a tus hijos, cómo te sientes, por qué?
  • 21. 21 Lectio Divina Salmo 127, 1-6 Si el Señor no construye la casa en vano trabajan los albañiles; si el Señor no protege la ciudad, en vano vigila el centinela. En vano te levantas tan temprano y te acuestas tan tarde, y con tanto sudor comes tu pan: él lo da a sus amigos mientras duermen. Un regalo del Señor son los hijos, re- compensa, el fruto de las entrañas. Como flechas en manos del guerrero son los hijos de la juventud. Feliz el hombre que con tales flechas ha llenado su aljaba, cuando a la puer- ta vayan a litigar, sus contrarios no lo harán callar. Lectura: Leemos personalmente el texto bíblico, de forma lenta y con pausas. Meditación: Se proclama el texto y en un momento de silencio cada uno escoge una palabra o frase que le resuena en el interior. En silencio responde a la pregunta: “¿Qué me dice Dios en esta palabra o frase? Oración: Dedicamos 2 o 3 minutos para responder al Señor, agrade- ciendo, pidiendo, cuestionando. Contemplación: Cada uno, con li- bertad, puede dedicar 1 o 2 minutos para hacer un gesto personal de ado- ración al Señor.
  • 22. 22 Puntos para reflexionar Dios creó dos personas.sexuadas distintas,.pero complementarias en dignidad. El matrimonio.“se inscribe en la naturaleza del hombre y la mujer, según salen de la mano del Creador; el matrimonio no es institución puramen- te humana, pese a las variaciones que ha sufrido a lo largo de los siglos en di- versas culturas, sociedades y religiones. La diversidad no nos debe hace olvidar sus rasgos comunes y permanentes” (CIC 1603). “Dios que crea al hombre por amor, lo llama también al amor, vo- cación innata del ser humano... de este modo, el amor mutuo entre esposos se convierte en imagen del amor absoluto con que Dios ama al hombre. Este amor es muy bueno a los ojos del Creador” (CIC 1604). El hombre, la “única criatura a la que Dios ha amado por sí mismo, no puede encontrar su propia plenitud si no es en la entrega sincera de sí mis- mo a los demás” (GS 24). Pero, el pecado rompe esta comunión, y la convierte en dominio y lujuria: “El orden de la creación subsiste aunque gravemente perturbado. Para sanar las heridas del pecado, el hombre y la mu- jer necesitan la ayuda de la gracia que Dios, en su misericordia, jamás les ha negado. Sin esta ayuda, el hombre y la mujer no pueden realizar la unión de sus vidas…” (CIC 1608). Un buen antídoto que tiene el matri- monio es abrirse a la vida: “el amor conyugal tiende a ser fecundo. El niño no viene de fuera a añadirse al amor de los esposos; brota del corazón mismo de ese don recíproco, del que es fruto y cum- plimiento” (CIC 2366). Un hijo es un “don excelente del matrimonio; acogerlo es participar del poder creador y de la pa- ternidad de Dios…” (CIC 2367). Francisco da la alarma sobre la dis- minución demográfica, debido “a la mentalidad antinatalista que promueve una política de salud reproductiva”. Re- cuerda que “la Iglesia rechaza con todas sus fuerzas las intervenciones coercitivas del Estado en favor de la anti concepción, la esterilización e incluso el aborto”. Es importante considerar la situación de ese matrimonio que no puede tener hijos; él cuenta con la gracia de Dios para volcar la riqueza de su amor de diversas maneras que igual colman de felicidad.
  • 23. 23 El quinto capítulo deAmoris Laetitia nos recuerda que la familia es el ám- bito “no sólo de generación, sino de aco- gida de la vida”. El Papa sostiene que “si un niño llega al mundo en circuns- tancias no deseadas, los padres u otros miembros de la familia, deben hacer lo posible por aceptarlo como don de Dios”. Las familias numerosas son “una alegría para la Iglesia”, aunque sin olvidar la “sana advertencia” de Juan Pablo II: “la paternidad respon- sable no es procreación ilimitada”. Francisco recuerda que es importan- te que el niño se sienta esperado: “Se ama a un hijo porque es hijo, no porque es hermoso o porque es de una u otra mane- ra; no, ¡porque es hijo! No porque piensa como yo o encarna mis deseos”. El Papa se dirige a las embaraza- das: “Ese niño merece tu alegría. No permitas que las preocupaciones, los miedos, los comentarios ajenos o los problemas apaguen la felicidad de ser instrumento de Dios para traer una nueva vida al mundo”. Preguntas para comentar • ¿Por qué crees que hoy los matrimonios jóve- nes no quieren tener hijos? • ¿Cómo puedes describir tu experiencia de ser padre/madre o de haber sido hijo? Compromiso La reflexión que más llamó mi atención hoy fue:…………………………………………………………… ………………………………………………………………………………………………………………………………………………………………… Y eso me compromete a:……………………………………………………………………………………………………………… ………………………………………………………………………………………………………………………………………………………………… Oración final
  • 24. 24 Quinta Asamblea Ser hogar para todo hermano que sufre El narcisismo vuelve a la persona incapaz de mirar más allá de sí misma, de su deseo y necesidades. Quien utiliza a los demás, tarde o temprano, termina siendo utilizado, manipulado y abandonado con la misma lógica”. -Papa Francisco, Amoris Laetitia - Oración Inicial
  • 25. 25 Lecturas Provocadoras Una vez, un hombre que iba por el bosque encontró un aguilucho; lo llevó a su casa y lo puso en un corral, donde aprendió a comer la comi- da que los pollos y a actuar como ellos. Un día, un biólogo le preguntó al propietario porqué un águila, rey de todas las aves, permanecía en- cerrada en el corral de los pollos. El hombre respondió: “ha comido comida de los pollos y ha actuado como ellos; vive como pollo, por tanto no es un águila, ni sabe volar”. Pero el biólogo estaba convencido que tenía corazón de águila y con seguridad aprendería a volar”. Después de discutir un poco, convinieron en averiguar si eso era posi- ble. El biólogo la tomó en sus brazos y le dijo: “perteneces al cielo, no a la tierra; abre tus alas y vuela”. El águila se sintió confundida, y al ver a los pollos saltó y se reunió con ellos. Sin desanimarse, el biólogo la llevó al tejado de la casa y le animó: “Eres águila, abre las alas y vuela”. Pero el águila por miedo a lo des- conocido saltó una vez más en busca de los pollos. El biólogo la llevó a una montaña y le animó: “Eres águila y perteneces al cielo y a la tierra; abre las alas y vuela”. El águila miró hacia el corral y hacia el cielo, pero no voló. Entonces, el biólogo la levantó hacia el sol… y el águila empezó a temblar, abrió lentamente sus alas y con un grito, voló, ale- jándose hacia el cielo. Es posible que el águila recuerde todavía a los pollos con nostalgia. Es posible que, de vez en cuando, vuelva a visitar el corral, pero nunca más fue un pollo. Muchas personas enfrentan situaciones dolorosas que surgen de la po- breza, la discapacidad, la enfermedad, las adicciones, el desempleo o la soledad. Son tantas, y de manera tan recurrente que se nos han vuelto parte del panorama cotidiano. Acoger al hermano, no es una dádiva, es una sagrada obligación que debemos aprender desde el hogar mismo. ¿Cómo vivimos la solidaridad en mi hogar?
  • 26. 26 Lectio Divina Lucas 10, 25-37 Un maestro de la Ley, que quería po- nerlo a prueba, se levantó y le dijo: “Maestro, ¿qué debo hacer para conseguir la vida eterna?”. Jesús le dijo: “¿Qué está escrito en la Escritura? ¿Qué lees en ella?”. El hombre contestó: “Amarás al Señor, tu Dios, con todo tu corazón, con toda tu alma, con todas tus fuerzas y con toda tu mente; y amarás a tu prójimo como a ti mismo”. Jesús le dijo: “¡Excelente res- puesta! Haz eso y vivirás”. El otro, que quería justificar su pre- gunta, replicó: “¿Y quién es mi próji- mo?”. Jesús empezó a decir: “Bajaba un hombre por el camino de Jerusalén a Jericó y cayó en manos de unos ban- didos que lo despojaron de sus ropas, lo golpearon y se marcharon deján- dolo medio muerto. Por casualidad bajaba por ese camino un sacerdote; lo vio, tomó el otro lado y siguió. Lo mismo hizo un levita que llegó a ese lugar: lo vio, tomó el otro lado y pasó de largo. Un samaritano también pasó por aquel camino y lo vio; pero éste se compadeció de él, se acercó, curó sus heridas con aceite y vino y se las ven- dó; después lo montó sobre el animal que él traía, lo condujo a una posada y se encargó de cuidarlo. Al día siguien- te sacó dos monedas y se las dio al po- sadero diciéndole: ‘Cuídalo, y si gastas más, yo te lo pagaré a mi vuelta’. Jesús entonces le preguntó: “Según tu parecer, ¿cuál de los tres fue prójimo del hombre que cayó en manos de los saltea- dores?”. El maestro de la Ley contestó: “El que se mostró compasivo con él”. Je- sús le dijo: “Vete y haz tú lo mismo”. Lectura:Leemospersonalmenteeltex- tobíblico,deformalentayconpausas. Meditación: Se proclama el texto y en un momento de silencio cada uno escoge una palabra o frase que le re- suena en el interior. En silencio res- ponde a la pregunta: “¿Qué me dice Dios en esta palabra o frase? Oración: Dedicamos 2 o 3 minutos para responder al Señor, agrade- ciendo, pidiendo, cuestionando. Contemplación: Cada uno, con li- bertad, puede dedicar 1 o 2 minu- tos para hacer un gesto personal de adoración al Señor.
  • 27. 27 Puntos para reflexionar La familia, iglesia doméstica, debe vivir la misión de curar y consolar a quienes sufren, como una forma de hacer presente a Cristo. Esto comien- za por nuestra propia necesidad de encontrar a Cristo y permitirle que nos cure, como personas, matrimo- nio, familia. En los Evangelios hay muchos relatos de curaciones. Cristo Médico es una imagen frecuente: “El Señor, como médico y hacedor, conocía mejor que el enfermo mismo lo que pasa- ba en él. Los médicos hacen respecto de la salud física, lo que el Señor hace respecto a la salud espiritual” (S. Agustín). En la parábola del buen.samarita- no, Agustín ve a la Iglesia como la posada donde el herido es llevado para que se recupere: “Maltrechos, roguemos al Médico, ser llevados a la po- sada para ser curados… También, pues, hermanos, la Iglesia, en que el maltrecho es sanado durante este tiempo, es posada de caminante”. Participar de los sa- cramentos, la oración, la caridad, la Iglesia, es el camino para la conver- sión al hermano herido que debe ser sanado. “La llamada de Cristo a la con- versión resuena en la vida del cristiano. La segunda conversión es una tarea inin- terrumpida para la Iglesia, que recibe en su propio seno al pecador, y que siendo santa al mismo tiempo, necesita de pu- rificación constante’’ (Encuentro de las Familias, 2014). La solidaridad y acogida da bue- nos frutos, especialmente cuando se acoge a quien ha experimentado el divorcio, la separación, la atrac- ción al mismo sexo. En el sexto capítulo de Amoris Laetitia el Papa afronta algunas vías pastorales para construir fami- lias fecundas según el plan de Dios. Se confirma que la familia es sujeto y no sólo objeto de evangelización: “a los ministros ordenados les suele faltar formación adecuada para tratar los complejos problemas actuales de las familias” (AL 202). Si por una parte es necesario mejorar la formación psico-afectiva de los seminaristas e involucrar más a la familia en la for- mación al ministerio (AL 203), por
  • 28. 28 otra, “puede ser útil… también la expe- riencia de la larga tradición oriental de los sacerdotes casados” (AL 239). Entre otras cosas se habla del acom- pañamiento de las personas abando- nadas, separadas y divorciadas y se subraya la importancia de la reciente reforma de los procedimientos para el reconocimiento de los casos de nulidad matrimonial. Se pone de relieve el sufrimiento de los hijos en situaciones de conflicto: “El divorcio es un mal, y es muy preocupante el cre- cimiento del número de divorcios. Por eso, sin duda, nuestra tarea pastoral más importante respecto a las familias, es for- talecer el amor y ayudar a sanar las heri- das, de manera que podamos prevenir el avance de este drama” (AL 246). Se tocan después las situaciones de matrimonios mixtos y de aque- llos con disparidad de culto, y las situaciones de las familias que tienen en su interior personas con tendencia homosexual, confirman- do el respeto en relación a ellos y el rechazo de toda discriminación, agresión o violencia. Preguntas para comentar • ¿De qué manera mi familia puede acoger a los necesitados? • ¿Cómo puedo ayudar a que la Iglesia sea “hos- pital de campaña”, como pide el Papa Francisco, donde la familia sea fuente de misericordia? Compromiso La reflexión que más llamó mi atención hoy fue:…………………………………………………………… ………………………………………………………………………………………………………………………………………………………………… Y eso me compromete a:……………………………………………………………………………………………………………… ………………………………………………………………………………………………………………………………………………………………… Oración final
  • 29. 29 Sexta Asamblea La Iglesia domestica, madre y maestra que se preocupa A veces nuestro modo de presentar las convicciones cristianas, y la forma de tratar a las personas, han ayudado a provocar lo que hoy lamentamos. -Papa Francisco, Amoris Laetitia - Oración Inicial
  • 30. 30 Lecturas Provocadoras Satanás llamó a una convención de demonios y les dijo: “No podemos evitar que los cristianos vayan a la Iglesia, lean la Biblia y conozcan la verdad, ni podemos evitar que sean amigos de Dios. Dejemos que vayan a la Iglesia, pero robémosle el tiempo, así no tendrán oportunidad para hablar con Dios. ¡Quiero que los distráiganlos todo el día! Inventen discusiones para ocupar sus mentes. Anímenlos a gastar, a pedir prestado; háganlos trabajar 7 días a la semana, 8 y 12 horas diarias, así no tendrán tiempo para sus hijos. La familia se romperá, todo se dañará… Que mantengan encendido el televisor, la grabadora, la computadora; llenen sus mesas con revistas y diarios llenos de publicidad y propagandas de produc- tos y servicios; usen modelos para que se centren en la belleza exterior. Man- tengan a las esposas cansadas, denles dolores de cabeza para que no tengan tiempo de amar a sus maridos. Así, ellos buscarán afuera…Y cuando vayan a la iglesia, llénenlos de chismes, para que no tengan tiempo de orar...”. Y los demonios fueron ansiosos a trabajar para que los cristianos se ocupen de mil cosas, con poco tiempo para Dios y la familia. La Iglesia es Madre y Maestra de pueblos. Fue fundada por Jesucristo para que, en el transcurso de los siglos, encontrarán su salvación, con la plenitud de una vida excelente, todos cuantos habían de entrar en el seno de aquélla y recibir su abrazo. A esta Iglesia, “columna y funda- mente de la verdad”, (1Tim 3,15), confió su divino fundador una doble misión, engendrar hijos para sí y educarlos, velando con maternal so- licitud por la vida de los individuos y de los pueblos, cuya superior dignidad miró siempre la Iglesia con el máximo respeto y defendió con la mayor vigilancia (Mater et Magistra, 1) Así, a la luz de la sagrada doctrina del Concilio Vaticano II, la Iglesia se presenta ante nosotros como sujeto social de la responsabilidad de la verdad divina. Con profunda emoción escuchamos a Cristo cuando dice: “La palabra que oyen no es mía, sino del Padre que me ha enviado” (Jn 14,24). Por eso se exige de la Iglesia que, cuando profesa y enseña la fe, esté íntimamente unida a la verdad divina (Dei Verbum, 5,10,21) y la traduzca en conductas vividas de obsequio conforme a la razón (Redemptor Hominis, 19). ¿Cómo te sientes frente a la Iglesia, con esperanza o con desánimo?
  • 31. 31 Lectio Divina Gálatas 3,1-12 ¡Qué tontos son ustedes, gálatas! ¿Cómo se han dejado hipnotizar uste- des, a quienes se les presentó a Cristo Jesús crucificado como si lo vieran? Les preguntaré sólo esto: ¿recibieron el Es- píritu por haber practicado la Ley o por haber aceptado la fe? ¡Qué tontos son! ¡Empezar con el espíritu para terminar con la carne! ¡Haber probado inútil- mente favores tan grandes! Pues en ese caso no les habrían servido de nada. Cuando Dios reparte los dones del Es- píritu y obra milagros entre ustedes, ¿qué tiene que ver con la Ley? ¿No será más bien porque han acogido la fe? Acuérdense de Abrahán: creyó a Dios, que se lo tomó en cuenta y lo consideró un justo. Entiendan que quienes toman el camino de la fe son hijos de Abrahán. La Escritura anticipó que Dios daría a los paganos la verdadera rectitud por el camino de la fe. Por eso Abrahán recibió esta promesa: La bendición pasará de ti a todas las naciones. Así los que entran por la fe reciben la ben- dición junto con el creyente Abrahán. Por el contrario, pesa una maldición sobre todos los que se van a las ob- servancias, pues está escrito: Maldito el que no cumple siempre todo lo que está escrito en la Ley. Con la Ley na- die llega a ser justo a los ojos de Dios; la cosa es cierta, pues el justo vivirá por la fe, y la Ley no da lugar a la fe cuando dice: El que cumple estas co- sas tendrá vida por ellas. Lectura:Leemospersonalmenteeltex- tobíblico,deformalentayconpausas. Meditación: Se proclama el texto y en un momento de silencio cada uno escoge una palabra o frase que le re- suena en el interior. En silencio res- ponde a la pregunta: “¿Qué me dice Dios en esta palabra o frase? Oración: Dedicamos 2 o 3 minutos para responder al Señor, agrade- ciendo, pidiendo, cuestionando. Contemplación: Cada uno, con li- bertad, puede dedicar 1 o 2 minu- tos para hacer un gesto personal de adoración al Señor.
  • 32. 32 Puntos para reflexionar La Iglesia está llamada a ser partí- cipe de las esperanzas y tristezas humanas, es decir llamada a ser modelo de solidaridad en todo lu- gar y tiempo, haciendo presente el Reino de Dios. La Iglesia es sacramento del amor, esperanza que sostiene todo pro- yecto de liberación y promoción humana. Y no está sola en el es- fuerzo por humanizar el mundo, sino que tiene el apoyo del Señor que anuncia el amor redentor del Padre que se vive en la historia y en el mundo. Único e irrepetible, todo creyente es un ser abierto a la relación con la comunidad. Convivir genera re- laciones de encuentro y comunica- ción, que aseguran mejor calidad de vida. En ese sentido, la Iglesia es madre que invita a responder al llamado del Señor: “La Iglesia es más que una institución, es madre, esposa, familia y alianza. Todo bauti- zado es hijo suyo, y eso le da una iden- tidad fundamental y autentica que hace que ningún pecado, por grande que sean, nos quiete el ser imagen de Dios. ¡El pecado no borra la santidad! Es decir, a pesar de nuestros defectos, no dejamos de ser invitados a predi- car el Evangelio, a llevar adelante la misión de anunciar el reino de Dios” (Encuentro de Familias, 2014). El capítulo 3 de Amoris Laetitia se centra en una Iglesia que toma en serio las relaciones quebrantadas, la cohabitación, las uniones civiles, con el compromiso, característico de una Iglesia madre y maestra, de conducir a la plenitud lo que está aún en camino, y de curar las heri- das de los que, por diversas razo- nes, sufren el dolor de una relación rota.   Los verbos de este acompañamien- to espiritual son: anunciar, acoger, animar, reencontrar, apoyar, con- solar, cuidar, permanecer al lado, que denotan una base evangélica de “verdad misericordiosa”, de mi- rada atenta para entender las mo- tivaciones y asumir el sufrimiento.
  • 33. 33 Preguntas para comentar • ¿Por qué crees que Jesús ama incondicional- mente a la Iglesia? • ¿Cómo apoyar a la Iglesia desde tu vida coti- diana? Compromiso La reflexión que más llamó mi atención hoy fue:…………………………………………………………… ………………………………………………………………………………………………………………………………………………………………… Y eso me compromete a:……………………………………………………………………………………………………………… ………………………………………………………………………………………………………………………………………………………………… Oración final
  • 34. 34 Séptima Asamblea Misión familiar: optar por la vida, y una vida en abundancia En la difícil situación que vive la persona necesitada, la Iglesia debe tener especial cuidado en comprender, consolar y evitar imponer normas que sólo consiguen que se sienta juzgada y abandonada por esa Madre que está llamada a acercarles la misericordia de Dios”. -Papa Francisco, Amoris Laetitia - Oración Ini- cial
  • 35. 35 Lecturas Provocadoras Cierto día Antonio, regresando del trabajo, se encontró con un tránsi- to infernal; notó que un señor conducía apurado, tratando de abrirse paso entre los autos. Cuando se aproximó al auto de Antonio, se le atravesó de manera tan brusca que por poco chocan. Antonio tuvo de- seos de insultarlo e impedirle el paso, pero luego pensó: “¡Pobre! Está tan nervioso y apurado… ¡Sabrá Dios si tiene un problema y necesita llegar cuanto antes a su destino! Con esos pensamientos, decidió cederle el paso. Al llegar a casa, Anto- nio recibió la noticia de que su hijo de tres años había sufrido un grave accidente y había sido llevado al hospital por su esposa. Inmediata- mente, se dirigió al hospital, y al llegar, su esposa corrió a sus brazos y lo tranquilizó diciéndole: “Gracias a Dios todo está bien, el médico llegó justo a tiempo para salvar la vida de nuestro hijo; ya está fuera de peligro”. Aliviado, Antonio pidió hablar con el médico para agradecerle. Su sorpresa fue descubrir que el médico era el señor nervioso y apurado a quien le había cedido el paso. Hay que estar siempre dispuesto a ayudar al prójimo, más allá de su apariencia o condición económica. Detrás de la actitud que no entiendes, existe una historia, un motivo que lleva a actuar de determinada manera. Dios nos hizo por una razón. Su amor es nuestra misión en la vida. Esta misión nos permite encontrar nuestra verdadera identidad. Si de- cidimos abrazar esta misión, tendremos una perspectiva nueva sobre muchas cuestiones, no solo la familia. Vivir la misión de la Iglesia do- méstica significa que las familias católicas vivirán, a veces, como mi- norías, con valores diferentes de los que tiene la cultura que las rodea. Nuestra misión de amor exigirá valentía y fortaleza. Jesús está llaman- do y nosotros podemos responder, eligiendo una vida de fe, esperan- za, caridad, gozo, servicio y misión. A través de nuestra fe, se nos da un cimiento basado en el amor antes que en las fuerzas destructivas descontroladas en nuestra sociedad. Llamadas por Cristo, las familias cristianas tienen la tarea d e promover en el mundo el Evangelio de Jesús, quien es amor y vida. ¿Cómo vivimos nuestra misión familiar?
  • 36. 36 Lectio Divina Efesios 6,10-20 Por lo demás, fortalézcanse en el Se- ñor y en el poder de su fuerza. Revís- tanse con toda la armadura de Dios para que puedan estar firmes contra las insidias del diablo. Porque nues- tra lucha no es contra sangre y carne, sino contra principados, potestades y poderes (gobernantes) de este mundo de tinieblas; contra las fuerzas espiri- tuales de maldad en las regiones ce- lestes. Por tanto, tomen la armadura de Dios, para que puedan resistir en el día malo, y habiéndolo hecho todo, estar firmes. Estén, pues, firmes, ceñi- da su cintura con la verdad, revesti- dos con la coraza de la justicia, y cal- zados los pies con la preparación para anunciar el Evangelio de la paz. Sobre todo, tomen el escudo de la fe con el que podrán apagar todos los dardos encendidos del maligno. Tomen tam- bién el casco de la salvación, y la es- pada del Espíritu que es la palabra de Dios. Con toda oración y súplica oren en todo tiempo en el Espíritu, y así, velen con toda perseverancia y súpli- ca por todos los santos. Oren también por mí, para que me sea dada palabra al abrir mi boca, a fin de dar a conocer sin temor el misterio del evangelio, por el cual soy embajador en cadenas; que al proclamar lo hable sin temor, como debo hablar. Lectura:Leemospersonalmenteeltex- tobíblico,deformalentayconpausas. Meditación: Se proclama el texto y en un momento de silencio cada uno escoge una palabra o frase que le re- suena en el interior. En silencio res- ponde a la pregunta: “¿Qué me dice Dios en esta palabra o frase? Oración: Dedicamos 2 o 3 minutos para responder al Señor, agrade- ciendo, pidiendo, cuestionando. Contemplación: Cada uno, con li- bertad, puede dedicar 1 o 2 minu- tos para hacer un gesto personal de adoración al Señor.
  • 37. 37 Puntos para reflexionar Los católicos tenemos por misión mostrar la verdad acerca del amor y eso se lo hace viviendo el amor en la familia y en la comunidad. “¡Fa- milia sé lo que eres!” (Juan Pablo II). Esta misión emana de su identidad con el Reino de Dios, “dado que, se- gún designio divino, se constituye en intima comunidad de vida y amor; la familia tiene la misión de ser cada vez más lo que es, es decir en medio de la tensión esforzarse por cumplir con el Reino de Dios. Cuando la familia acep- ta su identidad misionera, se transfor- ma en aquello que siempre debió ser” (Encuentro de Familias, 2014). En el capítulo 8 de Amoris Laetitia, se habla de “acompañar, discernir e integrar la fragilidad”. El Papa Fran- cisco sostiene que “se trata de inte- grar a todos, de ayudar a cada uno a encontrar su propia manera de participar en la comunidad eclesial, para que se sienta objeto de una misericordia inmerecida, incondi- cional y gratuita. Nadie puede ser condenado para siempre, porque esa no es la lógica del Evangelio. No me refiero sólo a los divorciados en nueva unión, sino a todos, en cual- quier situación que se encuentren. Obviamente, si alguien ostenta un pecado objetivo como si fuese parte del ideal cristiano o quiere imponer algo diferente a lo que enseña la Iglesia, no puede pretender dar ca- tequesis o predicar, y en ese sentido hay algo que lo separa de la comu- nidad (Mt 18,17). Necesita volver a escuchar el anuncio del Evangelio y la invitación a la conversión. Pero aun él puede de alguna manera participar en la vida de la comuni- dad, sea en tareas sociales, reunio- nes de oración o como se lo sugiera su propia iniciativa, en comunión con su pastor”. Si se tiene en cuenta la diversidad de situaciones concretas, como las que mencionamos antes, puede com- prenderse que no debía esperarse del Sínodo o de esta Exhortación una nueva normativa de tipo canónica, aplicable a todos los casos. Sólo cabe un nuevo aliento a un responsable discernimiento personal y pastoral de los casos particulares, que debería reconocer que, puesto que “el grado de responsabilidad no es igual en todos los casos”, las consecuencias o efectos de una norma no necesaria- mente son las mismas.
  • 38. 38 Preguntas para comentar • ¿Cómo hacer de la catequesis una enseñanza para la vida? • ¿Cómo podemos disfrutar de la vida sin poner en riesgo nuestra fe? • ¿Qué valores vitales son visibles en nuestra vida familiar? Compromiso La reflexión que más llamó mi atención hoy fue:…………………………………………………………… ………………………………………………………………………………………………………………………………………………………………… Y eso me compromete a:……………………………………………………………………………………………………………… ………………………………………………………………………………………………………………………………………………………………… Oración final
  • 39. 39 ¿Cómo hacer una Lectio Divina? L ectio Divina significa “lectura divina” y se refiere al enfo- que de la oración y la lectura de las Escrituras practicado por los monjes desde la Iglesia primitiva. La idea de orar con la Sagrada Escritu- ra nos viene a través de una antigua tradición judía que los cristianos de la Iglesia primitiva continuaron y mejoraron según la práctica de la oración y la meditación, utilizando principalmente los salmos como una rica fuente de compromiso sincero con Dios... En el siglo XI, el prior cartujo Guigo formalizó la Lectio Divina, método que describe en una carta escrita a un compañero religioso. Esa carta es co- nocido como “La Escalera de los Mon- jes”; allí se describe una escalera de cuatro escalones que va al cielo. Cada uno de esos peldaños es un paso en el método de lectura de las Escrituras en oración. • Lectio (lectura): lenta y atenta reci- tación de un pasaje de la Escritura, buscando la voluntad y el ingenio de todos. • Meditatio (meditación): esfuerzo por comprender el texto y aplicarlo a la vida propia, haciendo uso de la mente para conocer lo que está oculto. • Oratio (oración): diálogo con Dios acerca del pasaje, para que Él nos ilumine y podamos reconocer lo que es bueno y evitar lo que es malo. • Contemplatio (contemplación): quedarse absorto en las palabras de Dios, tal como el Espíritu Santo nos hace participar en su presen- cia, a través de la escritura.
  • 40. 40 Documentos de la Iglesia relacionados al matrimonio y la familia A continuación, ofrecemos algunos documentos de la Iglesia que tratan sobre el matrimonio y la familia. Les invitamos a buscarlos y leerlos para continuar ahondando lo que dice la Iglesia respecto a la identidad y la misión de l apareja y de toda la familia. - Paternidad: Dives in Misericordia (sobre Dios Padre) y Redemptoris Custos (sobre san José), ambas de Juan Pablo II. - Maternidad: Mulieris Dignitatem (sobre la dignidad y vocación de la mujer) y Redemptoris Mater (sobre María, Madre del Redentor), ambas de Juan Pablo II. - Matrimonio: Casti Connubi (sobre el matrimonio cristiano), de Pío XI; y Huma- nae Vitae (sobre la transmisión de la vida humana), de Pablo VI. - Familia: Familiaris Consortio (sobre la familia cristiana en el mundo moderno), de Juan Pablo II; Carta de los derechos de la familia, de la Congregación para la Doc- trina de la Fe; Carta a los mayores, Carta a los niños y Carta a las familias, todas de Juan Pablo II.