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Presentación del Guión homilético 2015-2016
Lema: “misericordiosos como el Padre” (Lc 6,36)
La frase ―misericordiosos como el Padre‖, tomado del Evangelio de San Lucas, nos
recuerda una de las notas fundamentales de Dios, el cual es ―clemente y compasivo, tardo a la
cólera y rico en amor y fidelidad, que mantiene su amor por mil generaciones y perdona la
iniquidad, la rebeldía y el pecado…‖ (Ex 34,6-7; cf. Dt 4,31; Jl 2,13; Jon 4,2).
El Santo Padre, el Papa Francisco ha convocado un Jubileo Extraordinario de la
Misericordia (del 8 de Diciembre de 2015, Solemnidad de la Inmaculada Concepción, al 20
de noviembre de 2016, Solemnidad de Cristo Rey). Para ese fin, promulgó una ―Bula‖ con el
título MisericordiaeVultus (―Rostro de misericordia‖), recordándonos que ―Jesucristo es el
rostro de la misericordia del Padre‖ (cf. MV 1) y que ―siempre tenemos necesidad de
contemplar el misterio de la misericordia‖ (cf. MV 2).
El 8 de diciembre del presente año el Santo Padre ―abrirá la Puerta Santa en el
quincuagésimo aniversario del Concilio Ecuménico Vaticano II‖…porque ―la Iglesia siente la
necesidad de mantener vivo este evento. Para ella iniciaba un nuevo período de su historia‖
(cf. MV 4).
Fieles al principio sentiré cum Ecclesia, la Conferencia Episcopal Paraguaya (CEP)
estableció como lema para el año litúrgico: ―misericordiosos como el Padre‖ (Lc 6,36) porque
Dios, nuestro Creador, es el principio y fundamento de la Misericordia.
Para dar forma a lo establecido, el Consejo Episcopal Pastoral de la CEP solicitó al
Instituto Superior de Teología la organización de la novena de la Virgen de Caacupé que
servirá de base de todos los novenarios que se realizarán en la Provincia Eclesiástica del
Paraguay.
Para cada día se propone, además de los textos bíblicos que hacen referencia al tema,
una o dos obras de misericordia, que son acciones caritativas por medio de las cuales los
cristianos ponen en práctica la Palabra de Dios.
El esquema del Guión homilético es sencillo: Se parte del enunciado del ―día‖ del
novenario; luego, en algunos casos, se especifica una ―peregrinación‖ especialmente
programada; a continuación se detalla la lista de los dos predicadores del día; se enuncia el
tema y la obra de misericordia correspondiente; sigue la presentación de los textos bíblicos, la
exposición de las ideas centrales y algunos textos del Magisterio que se proponen para la
reflexión. Al final, se ofrece un breve texto sobre la Virgen María.
El material presentado es una pequeña ayuda para el predicador, el cual tiene la misión
de animar e iluminar a la comunidad eclesial, y a cada bautizado, para que comprendiendo la
Palabra de Dios proclamada y celebrada, y viviendo intensamente la Eucaristía, pueda
adherirse cada vez más a Jesucristo, el ―revelador definitivo de la misericordia de Dios‖ (cf.
MV 1)y responda a su vocación de ser ―discípulos y misioneros de Jesucristo, para que
nuestros Pueblos en Él tengan vida‖ (Aparecida).
Conferencia Episcopal Paraguaya (CEP)
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PRIMER DÍA: sábado 28 de noviembre de 2015
Peregrinación nacional de la juventud
Predicadores:
07:00 hs. Mons. Gabriel Escobar, Obispo del Vicariato Apostólico del Chaco – Alto
Paraguay.
19:00 hs. Mons. Ricardo Valenzuela, Obispo de Villarrica del Espíritu Santo.
Tema: La juventud, alegría y expresión de la misericordia de Dios
Obra de misericordia:Instruir o enseñar a quien no sabe
Quien no sabe es un pobre. Una pobreza física o económica es comprensible, y atendible,
pero ―instruirse o capacitarse‖ para superar la pobreza de salud, en techo y alimentación,
requiere de gente misericordiosa. Del joven, anciano, varón o mujer que ayuden.
La pobreza cultural es más costosa; se requiere de gente que enseñe, instruya para ocasiones
de falta de oportunidades y de formación. El pobre de costumbre no interpreta el pasado y no
puede soñar un futuro mejor.
Recibir la instrucción, en la Biblia, todavía es más necesaria, porque ayuda a vencer la
pobreza relacional, caracterizada por la soledad, la dispersión familiar y la disgregación
social. La pobreza espiritualse supera con la instrucción en la fe, la cual capacita a la persona
anímica y espiritualmente.
Esta instrucción será capaz de promover la participación, la solidaridad, para socorrer los
casos extremos del vacío de Dios, perversión cultural y corrupción moral. La obra de caridad
que instruye no fracasa, siempre queda algo y mucho que agradecer y convertirse en un
eslabón voluntario a favor de quienes son más pobres.
Los jóvenes tienen mucho que aprender y también mucho que enseñar desde ya.
Lecturas: 1 Sam 16,1-13;
Sal 51 (50);
Lc 15,11-32
Ideas centrales delos textos bíblicos
1 Sam 16,1-13
El cuadro final describe a Samuel ungiendo a David, el más ―pequeño‖ o ―joven‖ de todos los
hermanos. Es el cumplimiento de lo que ya había sido anticipado (13,14; 15,28). Como
ocurrió con la unción de Saúl, David es directamente ordenado por Dios. La unción es secreta.
Se le oculta a Saúl; aunque los ancianos de Belén son invitados, no se menciona su presencia.
La unción recae sobre el hijo más joven de Jesé. En la Biblia siempre se privilegia al más
joven: Por ejemplo: Abel en relación a Caín; Jacob en relación a Esaú; aquí David en relación
a sus hermanos mayores, etc. En hebreo, el mismo vocablo para decir ―joven‖ (bajar) se
emplea para decir ―elegido‖ (bajur).
Se subraya el poder profético: ―El Señor no ve como ven los mortales‖ (16,7). Una vez
ungido, ―el espíritu del Señor se apoderó con fuerza de David desde aquel día‖ (16,13).
Samuel vuelve a Ramá. Su tarea ha terminado. En escena queda el nominado para rey. Ahora
queda por desenvolverse los acontecimientos.
3
Salmo 51 (50)Miserere
Este Salmo se denomina el ―Miserere‖. El salmista reconoce su culpa, admite que ha pecado y
merece el castigo. No se culpa a nadie; se trata más bien de una ―confesión‖ por la cual el
orante asiente que es proclive al pecado desde el día de su nacimiento.
Es particularmente digno de mención que este salmista no sólo pide perdón sino también
transformación. Una cosa es pedir que Dios ―borre‖ o lave completamente los resultados de
pecados anteriores (51,3.4.9.11) y otra muy distinta pedir la transformación del propio
corazón y el espíritu (51,12). Este salmista penitente pide que lo libren no sólo de las
consecuencias del pecado sino también de toda futura inclinación a pecar. Esto es lo que se
sugiere con las palabras o expresiones como ―espíritu contrito‖ y ―corazón contrito y
humillado‖ (51,19). El sacrificio que Dios quiere es la voluntad de transformarse, de aceptar
una nueva personalidad sin inclinación al pecado.
Evangelio:Lc 15,11-32
En la nomenclatura tradicional se la conoce como la ―parábola del hijo pródigo‖. Se la ha
llegado a considerar como ―la obra maestra de todas las parábolas de Jesús‖. La parábola
combina actitudes como la libertad y responsabilidad, enajenación y despersonalización de la
existencia, nostalgia y retorno, gracia, angustia y reconciliación, rasgos universales de la vida
humana y necesidades básicas de la persona. Se la conoce también como parábola dela
misericordia, del amor o de la alegría del Padre. El Padre, en realidad, es el verdadero
protagonista de la narración (―un padre tenía dos hijos‖: v. 11).
Parece lógico suponer que, en labios de Jesús, el acento recaería esencialmente sobre el amor
del padre; un amor incondicional e ilimitado que no solo acoge con la mayor solicitud al hijo
que retorna de sus extravíos, sino que, además, no consiente que la frialdad del hijo fiel, del
observante, obstaculice la manifestación de ese amor hacia el hijo que ―estaba muerto y ha
vuelto a la vida‖ (v. 32).
Dos aspectos caben destacar: Primero, la parábola refleja una estructura según el esquema
perdido – encontrado (vv. 24. 32) lo mismo que las parábolas anteriores. El final se
caracteriza por la alegría de haber hallado lo perdido. Aquí toma forma de banquete festivo.
Segundo, dentro del contexto de todo el capítulo, es decir incluyendo la introducción (vv. 1-
3), el objeto de la parábola es dar respuesta a las observaciones críticas de los fariseos y de los
doctores de la ley. La actitud del hijo mayor caracteriza indudablemente la postura de esos
personajes, y así quedan alegorizados ciertos detalles, como ―sin desobedecer nunca una
orden tuya‖ (v. 29) o ―tantos años que te sirvo‖ (v. 29).
No hay la más mínima indicación sobre las características del hermano menor, su estado civil,
soltero o casado. Quizá se trata de un muchacho en la etapa de la adolescencia; es el menor, el
más joven.
El hijo menor emigró a un país lejano, derrochó su fortuna y vivió desenfrenadamente. En el
v. 30 se afirma que ese desenfreno se trata de un convivio con prostitutas.
Cuando lo gastó todo, en el marco de un hambre terrible, empezó a pasar necesidad. Entonces
se puso al servicio de un pagano (cuidar cerdos). El cerdo se considera un animal impuro en el
judaísmo. Este detalle es un indicio de la degradación moral a la que se ve sometido del
muchacho. El joven desearía acallar su hambre con la comida de los cerdos, pero sentía una
repugnancia insuperable. Una presentación tan grotesca subraya el extremo de necesidad al
que había llegado el chico.
Obsérvese el proceso: El joven entra en sí (conciencia de su situación y remordimiento por su
conducta errática). Son los primeros pasos de su proceso de conversión. Se dijo: ... Me
levantaré e iré... Diré: He pecado contra el cielo y ante ti (adquiere una conciencia tal que le
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afecta psicológicamente hasta el punto de reconocer que no merece la consideración del hijo
de tal padre); Cuando todavía está lejos, el padre le vio y se le partió el corazón. Acto
seguido sale a su encuentro (es la manifestación del cariño y de la ternura del padre). Luego
sobrevendrá una ―explosión‖ de amor y de alegría: abrazo, besos, se le hecho al
cuello…(manifestación efusiva del perdón paterno). El hijo confiesa sus pecados así como se
había propuesto, pero antes de hacer su petición, el padre le interrumpe y empieza a dar
órdenes y disposiciones a sus criados: la mejor o primera túnica, anillos, sandalias todas
nuevas, lo mejor. El ternero cebado es signo de la satisfacción del padre por haber recuperado
sano y salvo a su hijo. Y se realiza el banquete.
Entra en escena el hijo mayor, el cumplidor, el trabajador. Se indigna por la fiesta; se niega a
entrar aunque lo pida el padre. Reclama y saca a relucir su servicio y fidelidad de tantos años.
Estas actitudes reflejan a los críticos intransigentes de Jesús. El hijo mayor deja entrever su
amargura porque piensa que se premia el vicio y no se reconoce la virtud. No reconoce a su
hermano (―ese hijo tuyo‖); lo acusa; enumera sus pecados. El padre le hace notar que todo lo
suyo le pertenece, que está cerca del padre; es el mayor, el primogénito, depositario de las
bendiciones.
El padre procura que el mayor reconozca al menor: ―ese hermano tuyo‖, le corrige, con
suavidad. En definitiva, el padre conduce la situación con paciencia, con misericordia hacia
los dos hijos. El padre es el verdadero protagonista.
En consecuencia, la parábola presenta al padre como símbolo del amor del propio Dios; un
amor, una misericordia incondicional, abierta, ilimitada, que no sólo se vuelca sobre el
pecador arrepentido –el hijo menor–, sino también sobre el crítico intransigente –el hijo
mayor–, que se obstina en su incomprensión. La parábola es, al mismo tiempo, una espléndida
caracterización del mensaje salvífico de Jesús, el gran predicador del Reino.
La parábola insiste en la misericordia del padre; que por encima de todo, incluso del pecado
más grave, está el amor y la comprensión del padre. Y Si Jesús acoge a los ―recaudadores y
pecadores‖, y hasta ―come con ellos‖, es porque Dios mismo los acepta y los quiere. Dios ama
al pecador aún en su situación de pecado, es decir, incluso antes de que se convierta; es más,
en cierto modo, lo que realmente hace posible la conversión es ese amor misericordioso del
Padre.
EvangeliiGaudium
→ Sobre la alegría, cf. del 2 al 8:
El gran riesgo del mundo actual, con su múltiple y abrumadora oferta de consumo, es una
tristeza individualista que brota del corazón cómodo y avaro, de la búsqueda enfermiza de
placeres superficiales, de la conciencia aislada…Con todo, nadie podrá quitarnos la dignidad
que nos otorga este amor infinito e inquebrantable. El nos permite levantar la cabeza y volver
a empezar, con una ternura que nunca nos desilusiona y que siempre puede devolvernos la
alegría. No huyamos de la resurrección de Jesús, nunca nos declaremos muertos, pase lo que
pase. ¡Que nada pueda más que su vida que nos lanza hacia adelante.
Los libros del Antiguo Testamento habían preanunciado la alegría de la salvación, que se
volvería desbordante en los tiempos mesiánicos. Así, por ejemplo, el profeta Isaías se dirige al
Mesías esperado saludándolo con regocijo. ―Tú multiplicaste la alegría, acrecentaste el gozo‖
(9,2). Y anima a los habitantes de Sión a recibirlo con cantos. ―Dad gritos de gozo y de
júbilo‖ (12,6).
El evangelio, donde deslumbra gloriosa la cruz de Cristo, invita intensamente a la alegría.
Bastan algunos ejemplos: ―Alégrate‖ es el saludo del ángel a María (Lc 1,28). La visita de
María a Isabel hace que Juan salte de alegría en el seno de su madre (cf. Lc 1,41.
5
Hay cristianos cuya opción parece ser la de una Cuaresma sin pascua. Pero reconozco que la
alegría no se vive del mismo modo en todas las etapas y circunstancias de la vida, a veces
muy duras….
Aparecida
→ Sobre los jóvenes:
443: Los jóvenes y adolescentes constituyen la gran mayoría de la población de América
Latina y del Caribe. Representan un enorme potencial para el presente y el futuro de la Iglesia
y de nuestros pueblos, como discípulos y misioneros del Señor Jesús. Los jóvenes son
sensibles a descubrir su vocación a ser amigos y discípulos de Cristo. Están llamados a ser
centinelas del mañana, comprometiéndose en la renovación del mundo a la luz del plan de
Dios. No temen el sacrificio ni la entrega de la propia vida, pero sí una vida sin sentido. Por
su generosidad, están llamados a servir a sus hermanos, especialmente a los más necesitados
con todo su tiempo y vida. Tienen la capacidad para oponerse a falsas ilusiones de felicidad y
a los paraísos engañosos de la droga, el placer, el alcohol y todas formas de violencia. En su
búsqueda del sentido de la vida son capaces y sensibles para descubrir el llamado particular
que el Señor Jesús les hace. Como discípulos misioneros, las nuevas generaciones están
llamadas a transmitir a sus hermanos jóvenes sin distinción alguna, la corriente de vida que
viene de Cristo y a compartirla en comunidad construyendo la Iglesia y la sociedad.
→Los jóvenes y la pastoral vocacional (discurso del Papa Benedicto XVI).
En América Latina, la mayoría de la población está formada por jóvenes. A este respecto,
debemos recordarles que su vocación consiste en ser amigos de Cristo, sus discípulos,
centinelas de la mañana, como solía decir mi predecesor Juan Pablo II. Los jóvenes no tienen
miedo al sacrificio, sino de una vida sin sentido. Son sensibles a la llamada de Cristo que les
invita a seguirle. Pueden responder a esa llamada como sacerdotes, como consagrados y
consagradas, o como padres y madres de familia, dedicados totalmente a servir a sus
hermanos con todo su tiempo y capacidad de entrega, con su vida entera. Los jóvenes afrontan
la vida como un descubrimiento continuo, sin dejarse llevar por las modas o las mentalidades
en boga, sino procediendo con una profunda curiosidad sobre el sentido de la vida y sobre el
misterio de Dios, Padre creador, y de Dios Hijo, nuestro redentor dentro de la familia humana.
Deben comprometerse también en una continua renovación del mundo a la luz de Dios. Más
aún, deben oponerse a los fáciles espejismos de la felicidad inmediata y de los paraísos
engañosos de la droga, del placer, del alcohol, así como a todo tipo de violencia.
Laudato si
→ Sobre el futuro que depara a los jóvenes o futuras generaciones, podría considerarse los
números: 159 al 162.
159: La noción de bien común incorpora también a las generaciones futuras. Las crisis
económicas internacionales han mostrado con crudeza los efectos dañinos que trae aparejado
el desconocimiento de un destino común, del cual no pueden ser excluidos quienes vienen
detrás de nosotros. Ya no se puede hablar de desarrollo sostenible sin una solidaridad
intergeneracional. Cuando pensamos en la situación en que se deja el planeta a las
generaciones futuras, entramos en otra lógica, la del don gratuito que recibimos y
comunicamos…
160: ¿Qué tipo de mundo queremos dejar a quienes nos suceden, a los niños (a los jóvenes)
que están creciendo? Esta pregunta no afecta sólo al ambiente de manera aislada, porque no se
puede plantear la cuestión de modo fragmentario. Cuando nos interrogamos por el mundo que
queremos dejar, entendemos sobre todo su orientación general, su sentido, sus valores…
6
161: Las predicciones catastróficas ya no pueden ser miradas con desprecio e ironía. A las
próximas generaciones podríamos dejarles demasiados escombros, desiertos y suciedad. El
ritmo de consumo, de desperdicio y de alteración del medio ambiente ha superado las
posibilidades del planeta, de tal manera que el estilo de vida actual, por ser insostenible, sólo
puede terminar en catástrofes, como de hecho ya está ocurriendo periódicamente en diversas
regiones…
162: La dificultad para tomar en serio este desafío tiene que ver con un deterioro ético y
cultural, que acompaña al deterioro ecológico. El hombre y la mujer del mundo postmoderno
corren el riesgo permanente de volverse profundamente individualistas, y muchos problemas
sociales se relacionan con el inmediatismo egoísta actual, con la crisis de los lazos familiares
y sociales, con las dificultades para el reconocimiento del otro. Muchas veces hay un
consumo inmediatista y excesivo de los padres que afecta a los propios hijos, quienes tienen
cada vez más dificultades para adquirir una casa propia y fundar una familia. Además, nuestra
incapacidad para pensar seriamente en las futuras generaciones está ligada a nuestra
incapacidad para ampliar los intereses actuales y pensar en quienes quedan excluidos del
desarrollo. No imaginemos solamente a los pobres del futuro, basta que recordemos a los
pobres de hoy, que tienen pocos años de vida en esta tierra y no pueden seguir esperando. Por
eso, ―además de la leal solidaridad intergeneracional, se ha de reiterar la urgente moral de una
renovada solidaridad intrageneracional‖.
MisericordiaeVultus
9: En las parábolas dedicadas a la misericordia, Jesús revela la naturaleza de Dios como la de
un Padre que jamás se da por vencido hasta tanto no haya disuelto el pecado y superado el
rechazo con la compasión y la misericordia. Conocemos estas parábolas; tres en particular: la
de la oveja perdida y de la moneda extraviada, y la del padre y los dos hijos (cf. Lc 15,1-32).
Es estas parábolas, Dios es presentado siempre lleno de alegría, sobre todo cuando perdona.
En ellas encontramos el núcleo del Evangelio y de nuestra fe, porque la misericordia se
muestra como la fuerza que todo vence, que llena de amor el corazón y que consuela con el
perdón.
Jesús afirma que la misericordia no es solo el obrar del Padre, sino que ella se convierte en el
criterio para saber quiénes son realmente sus verdaderos hijos. Así, entonces, estamos
llamados a vivir de misericordia, porque a nosotros en primer lugar se nos ha aplicado
misericordia… ¡Cómo e difícil perdonar muchas veces! Y, sin embargo, el perdón es el
instrumento puesto en nuestras frágiles manos para alcanzar la serenidad del corazón. Dejar
caer el rencor, la rabia, la violencia y la venganza son condiciones necesarias para vivir
felices…‖Dichosos los misericordiosos, porque ellos encontrarán misericordia‖ (Mt 5,7) es la
bienaventuranza en la que hay que inspirarse durante este Año Santo….
Virgen María
―Alégrate, has sido llenada de gracia, el Señor está Contigo‖ es el saludo del ángel Gabriel a
la Virgen María (Lc 1,28), preservada por Dios para ser la Madre de su Hijo. La misericordia
de Dios se encarna en el seno de una joven muchacha de Nazaret.
María representa no solo la alegría de Dios por aceptar la voluntad divina sino también la
alegría de la humanidad porque con su ―Sí‖ coopera para que la Misericordia nos visite.
7
SEGUNDO DÍA: domingo 29 de noviembre de 2015
Peregrinación de los indígenas
Predicadores:
07:00 hs. Mons. Lucio Alfert, Obispo-Vicario Apostólico del Pilcomayo.
19:00 hs. Pbro. Dr. Cristino Bohnert, Rector del Seminario Mayor Nacional del Paraguay.
Tema: La misericordia llena la tierra
Obra de misericordia:Dar techo a quien no lo tiene
Al parecer la hospitalidad es la virtud que promueve ―posadas para los peregrinos‖ o ―techos
para quienes no lo tienen‖. Los hospedajes nacieron como una obra de caridad a los
peregrinos y viajeros.
Las experiencias de una vida itinerante hacen más conscientes del valor de la hospitalidad. Se
aprende de niños por el ejemplo de los padres, al jugar construyendo unas casitas y al
compartir los campamentos. El movimiento de la Acción católica, tenía la costumbre de
ayudarse para ampliar la casa o dar techo al hermano; y hasta hoy día las cooperativas y
fundaciones ayudan a tener un techo propio.
La meta de ser misericordiosos ayudando a dar cobijo a la familia y a las personas son una
bella inspiración y una gracia de Dios misericordioso.
Lecturas:
a) Textos bíblicos del domingo 29 de noviembre
Jer 33,14-16
Sal 24, 4-14
1 Tes 3,12—4,2
Lc 21, 25-28. 34-36.
b) Textos bíblicos que sean de cualquier día que no sea domingo
Gen 2, 4-9, 15-17 o Eclo 17, 1-13
Sal 33 o Sal 8,1-9.
Mc 4,26-32.
Ideas centrales de los textos bíblicos
―La misericordia de Yahvéhllena la tierra‖, reza el salmista (Sal 33,5). Podemos entender
que esta oración indica que la misericordia es infinita, que no tiene límites ni fronteras. Que
hermoso es comprender que la misericordia de Dios puede llegar a todos los hombres, que
hermoso es sentir que la misericordia podemos experimentar en nuestra existencia humana y
en nuestra vida como cristianos. Esta tierra es obra maravillosa de la creación de Dios para el
uso adecuado de los hombres. La naturaleza creada es una manifestación amorosa de Dios, la
misericordia de Dios se hace presente por medio de las cosas creadas y confiadas a los
hombres para su cuidado y protección.
Misericordia es el acto último y supremo con el cual Dios viene a nuestro encuentro.
Misericordia es la Ley fundamental que habita en el corazón de cada persona cuando mira con
ojos sinceros al hermano que encuentra en el camino de la vida. Misericordia es la vía que une
8
Dios y el hombre, porque abre el corazón a la esperanza de ser amado para siempre no
obstante el límite de nuestro pecado.
Destinatarios del amor de Dios son los hombres que viven en una determinada región, en
un planeta llamada ―tierra‖, que se va deteriorando, lamentablemente, en forma acelerada.
Dios ha confiado al hombre el cuidado y la ―administración‖ de este planeta porque es el
hombre el que puede hacerla habitable; pero, al mismo tiempo, tiene el poder de destruirla. La
misericordia del Señor llenará la tierra cuando el hombre tenga el deseo de sentir el amor de
Dios y al mismo tiempo cuando se hace responsable del uso adecuado de la tierra.
La misericordia de Dios llenará la tierra cuando el hombre responda a la llamada Dios,
cuando acepte la invitación amorosa de Dios. ―Dios que quiere que todos los hombres se
salven y lleguen al conocimiento de la verdad‖, pero el hombre debe ―querer‖ también y
aceptar libremente a participar de la vida eterna y gloriosa por medio de la fe. La fe es la
puerta de la salvación.
El Papa Francisco invita a todos a acogerse a la misericordia de Dios: ―La palabra del perdón
y la llamada e experimentar la misericordia no deje a ninguno indiferente. Mi invitación a la
conversión se dirige con mayor insistencia a aquellas personas que se encuentran lejanas de la
gracia de Dios debido a su conducta de vida. Pienso en modo particular a los hombres y
mujeres que pertenecen a algún grupo criminal, cualquiera que este sea. Por vuestro bien os
pido cambiar de vida. Os lo pido en el nombre del Hijo de Dios que si bien combate el
pecado nunca rechaza a ningún pecador‖.
EvangeliiGaudium
218. La paz social no puede entenderse como un irenismo o como una mera ausencia de
violencia lograda por la imposición de un sector sobre los otros. También sería una falsa paz
aquella que sirva como excusa para justificar una organización social que silencie o
tranquilice a los más pobres, de manera que aquellos que gozan de los mayores beneficios
puedan sostener su estilo de vida sin sobresaltos mientras los demás sobreviven como pueden.
Las reivindicaciones sociales, que tienen que ver con la distribución del ingreso, la inclusión
social de los pobres y los derechos humanos, no pueden ser sofocadas con el pretexto de
construir un consenso de escritorio o una efímera paz para una minoría feliz. La dignidad de
la persona humana y el bien común están por encima de la tranquilidad de algunos que no
quieren renunciar a sus privilegios. Cuando estos valores se ven afectados, es necesaria una
voz profética.
229. Este criterio evangélico nos recuerda que Cristo ha unificado todo en sí: cielo y tierra,
Dios y hombre, tiempo y eternidad, carne y espíritu, persona y sociedad. La señal de esta
unidad y reconciliación de todo en sí es la paz. Cristo «es nuestra paz» (Ef 2,14). El anuncio
evangélico comienza siempre con el saludo de paz, y la paz corona y cohesiona en cada
momento las relaciones entre los discípulos. La paz es posible porque el Señor ha vencido al
mundo y a su conflictividad permanente «haciendo la paz mediante la sangre de su cruz» (Col
1,20). Pero si vamos al fondo de estos textos bíblicos, tenemos que llegar a descubrir que el
primer ámbito donde estamos llamados a lograr esta pacificación en las diferencias es la
propia interioridad, la propia vida siempre amenazada por la dispersión dialéctica. Con
corazones rotos en miles de fragmentos será difícil construir una auténtica paz social.
234. Entre la globalización y la localización también se produce una tensión. Hace falta
prestar atención a lo global para no caer en una mezquindad cotidiana. Al mismo tiempo, no
conviene perder de vista lo local, que nos hace caminar con los pies sobre la tierra. Las dos
cosas unidas impiden caer en alguno de estos dos extremos: uno, que los ciudadanos vivan en
un universalismo abstracto y globalizante, miméticos pasajeros del furgón de cola, admirando
los fuegos artificiales del mundo, que es de otros, con la boca abierta y aplausos programados;
9
otro, que se conviertan en un museo folklórico de ermitaños localistas, condenados a repetir
siempre lo mismo, incapaces de dejarse interpelar por el diferente y de valorar la belleza que
Dios derrama fuera de sus límites.
Aparecida
6. Por eso, ante todo, damos gracias a Dios y lo alabamos por todo lo que nos ha sido
regalado. Acogemos la realidad entera del Continente como don: belleza y fecundidad de sus
tierras, la riqueza de humanidad que se expresa en las personas, familias, pueblos y cultura del
continente. Sobre todo, nos ha sido dado Jesucristo, la plenitud de la Revelación de Dios, un
tesoro incalculable, la ―perla preciosa‖(cf. Mt 13,45), el Verbo de Dios hecho carne, Camino,
Verdad y Vida de los hombres y mujeres, a quienes abre un destino de plena justicia y
felicidad. Él es el único Salvador que, con su muerte y resurrección, rompió las cadenas
opresivas del pecado y la muerte, que revela al amor misericordioso del Padre y la vocación,
dignidad y destino de la persona humana.
84. En las decisiones sobre las riquezas de la biodiversidad y de la naturaleza, las poblaciones
tradicionales han sido prácticamente excluidas. La naturaleza ha sido y continúa siendo
agredida. La tierra fue depredada. Las aguas están siendo tratadas como si fuera una
mercancía negociable por las empresas, además de haber sido transformadas en un bien
disputado por las grandes potencias. Un ejemplo importante en esta situación es la amazonia.
Laudato Si
V. Inequidad planetaria
48. El ambiente humano y el ambiente natural se degradan juntos, y no podremos afrontar
adecuadamente la degradación ambiental si no prestamos atención a causas que tienen que ver
con la degradación humana y social. De hecho, el deterioro del ambiente y el de la sociedad
afectan de un modo especial a los más débiles del planeta: «Tanto la experiencia común de la
vida ordinaria como la investigación científica demuestran que los más graves efectos de
todas las agresiones ambientales los sufre la gente más pobre». Por ejemplo, el agotamiento
de las reservas ictícolas perjudica especialmente a quienes viven de la pesca artesanal y no
tienen cómo reemplazarla, la contaminación del agua afecta particularmente a los más pobres
que no tienen posibilidad de comprar agua envasada, y la elevación del nivel del mar afecta
principalmente a las poblaciones costeras empobrecidas que no tienen a dónde trasladarse. El
impacto de los desajustes actuales se manifiesta también en la muerte prematura de muchos
pobres, en los conflictos generados por falta de recursos y en tantos otros problemas que no
tienen espacio suficiente en las agendas del mundo.
139. Cuando se habla de «medio ambiente», se indica particularmente una relación, la que
existe entre la naturaleza y la sociedad que la habita. Esto nos impide entender la naturaleza
como algo separado de nosotros o como un mero marco de nuestra vida. Estamos incluidos en
ella, somos parte de ella y estamos interpenetrados. Las razones por las cuales un lugar se
contamina exigen un análisis del funcionamiento de la sociedad, de su economía, de su
comportamiento, de sus maneras de entender la realidad. Dada la magnitud de los cambios, ya
no es posible encontrar una respuesta específica e independiente para cada parte del problema.
Es fundamental buscar soluciones integrales que consideren las interacciones de los sistemas
naturales entre sí y con los sistemas sociales. No hay dos crisis separadas, una ambiental y
otra social, sino una sola y compleja crisis socio-ambiental. Las líneas para la solución
requieren una aproximación integral para combatir la pobreza, para devolver la dignidad a los
excluidos y simultáneamente para cuidar la naturaleza.
227. Una expresión de esta actitud es detenerse a dar gracias a Dios antes y después de las
comidas. Propongo a los creyentes que retomen este valioso hábito y lo vivan con
10
profundidad. Ese momento de la bendición, aunque sea muy breve, nos recuerda nuestra
dependencia de Dios para la vida, fortalece nuestro sentido de gratitud por los dones de la
creación, reconoce a aquellos que con su trabajo proporcionan estos bienes y refuerza la
solidaridad con los más necesitados.
MisericordiaeVultus
6. «Es propio de Dios usar misericordia y especialmente en esto se manifiesta su
omnipotencia». Las palabras de santo Tomás de Aquino muestran cuánto la misericordia
divina no sea en absoluto un signo de debilidad, sino más bien la cualidad de la omnipotencia
de Dios. Es por esto que la liturgia, en una de las colectas más antiguas, invita a orar diciendo:
«Oh Dios que revelas tu omnipotencia sobre todo en la misericordia y el perdón». Dios será
siempre para la humanidad como Aquel que está presente, cercano, providente, santo y
misericordioso.
Virgen María
Dios ha cumplido en la Virgen María grandes cosas que ella aceptó. Virginidad significa
ausencia de hombre y presencia de Dios. No es una fuga de lo humano inducida por el
pesimismo o autosuficiencia, sino absoluta confianza en Dios. La Iglesia invita a la Virgen
María no tanto para proclamar sus propias palabras ―no conozco varón‖, sino para testimoniar
una afectiva y confiada dependencia de Dios solo. Ella será modelo de amor, de la alabanza,
de la complementación de la Trinidad, ella que es santa como es santa la Iglesia a la que
pertenece.
La misericordia de Dios llena la tierra por que la Virgen María se ocupa y se preocupa de
todos sus hijos que vivan en dignidad respetando y cuidando la naturaleza que es fruto de la
misericordia divina. El amor de Dios es el mismo amor de la Virgen María hacia los hombres
que están llamados a la salvación eterna, a una vida plena y alegre.
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TERCER DÍA: lunes 30 de noviembre de 2015
Peregrinación del Clero Nacional
Predicadores:
07:00 hs. Mons. Joaquín Robledo, Obispo de San Lorenzo.
19:00 hs. Pbro. Dr. Mariosvaldo Florentino, Custodio de los Padres Capuchinos del Paraguay.
Tema: Dios nuestro Padre es misericordioso
Obra de misericordia: Perdonar las injurias al ofensor
El perdón es un don recibido de Dios para perdonar a ―los que nos ofenden‖, como rezamos
en el Padrenuestro y está atestiguada en la Sagrada Escritura. San Mateo (6,9) escribió: ―Si
perdonan sus faltas a los demás, el Padre que está en el cielo los perdonará‖.
La voluntad y la confesión para perdonar son necesarias y suficientes para obtener el perdón
de Dios y acercarse a la comunión sacramental. Pero los recuerdos, las heridas y las penas
remanentes después del sacramento, no son faltas de la misericordia de Dios. Harán falta el
tiempo, la indulgencia y la orientación espiritual para crecer en el amor y la misericordia para
con los demás y consigo mismo.
Mucho se ha escrito al respecto y las ofensas, deudas o injurias lo confiamos para otro espacio
de la sabiduría y misericordia de Dios.
Lecturas: 1 Pe 1,13-21
Sal 145 (144)
Mt 5,38-48
Ideas centrales de los textos bíblicos
1 Pe 1,13-21
La esperanza es el tema en torno al cual gira el mensaje. Se habla de la llamada a la santidad y
a una conducta religiosamente respetuosa. La memoria creyente del acontecimiento liberador
llevado a cabo gracias a la sangre de Cristo es la razón profunda del cambio de conducta de
los cristianos, del paso de una vida sin sentido a una vida en la esperanza, y de la ignorancia a
la santidad.
La vida de santidad es una vida testimoniada mediante los valores del evangelio. Consiste
en la adhesión a Cristo, a su persona, a su modo de ser, de pensar, de obrar, de relacionarse
con los demás. Y la clave de estos valores es la misericordia.
La razón última de la santidad es la santidad de Dios: ―Seréis santos, porque santo soy yo‖
(1 Pe 1,16) y Dios es santo porque es fiel y misericordioso.
Dios nuestro Padre nos ha rescatado, Él, mediante Jesucristo nos ha procurado la
salvación, por eso debemos vivir en el santo temor de Dios, es decir, en la búsqueda de Dios y
en la asimilación a Jesucristo. En él ciframos nuestras esperanzas.
Sal 145 (144)
El salmista canta una oración de alabanza celebrando la suprema realeza de Dios. La
soberanía de Dios comprende creación y providencia, se difunde sobre todo el ser; carece de
principio y fin (v. 13), es eterna y se manifiesta en la majestad (vv. 3-5), es justicia y bondad
12
(vv. 6-7), clemencia y amor (vv. 8-9), fidelidad y protección (vv. 13-14), liberalidad (vv. 15-
16) y ternura paterna (vv. 17-20).
Pero el rostro real de Yhwh dibujado en el Salmo se parece mucho más al de un padre
amoroso, misericordioso y lleno de ternura que a la figura de un emperador. Ciertamente Dios
es un soberano trascendente, pero está también atento al hambre de sus criaturas (vv. 15-16).
Evangelio: Mt 5,43-48
Mientras el amor al prójimo se halla en el Código de Santidad (Lv 19,18), el mandamiento del
odio hacia los enemigos, así como se plantea en nuestro texto, no aparece en el Antiguo
Testamento. Con el término ―prójimo‖ se indica al que pertenece al pueblo de Dios, mientras
los enemigos son paganos que, idólatras, constituyen una amenaza para la fe de Israel. Por
tanto, si bien no existe en el Antiguo Testamento un mandamiento explícito de odiar a los
propios enemigos, se puede concluir que en la tradición bíblica el adversario de Dios es el
mismo que el del pueblo (Sal 139,21-22).
En la tradición judía, junto a los textos que invitan a contraponerse al enemigo, existen otros
que en cambio exhortan a la misericordia. Por tanto Jesús parece colocarse sobre esta línea
que dilata y extiende el amor en manera universal, también de frente al adversario.
El amor o la misericordia, que no se reduce a un sentimiento psicológico, sino se realiza en
los gestos concretos de ayuda y de socorro, halla el mejor ámbito de verificación en la oración
que, hecha ante Dios, hace emerger la verdad en las relaciones. Es precisamente en la oración
donde el amor hacia los enemigos no es fruto de conveniencia, de demagogia, de buena
educación, sino es únicamente moldeado / modelado por la relación con Dios.
La misericordia o el amor, por tanto, no corresponde a una ideología o a una acción
política, sino tiene su modelo en Jesús mismo, el cual ha sido rechazado o crucificado por su
pueblo.
Ser misericordiosos y amar al enemigo constituye al hombre ―hijo del Padre celestial‖.
Esta identidad no es estática, sino corresponde a un proceso dinámico: se ya es hijo, pero se
llega a la plenitud de la filiación cuando se reproduce la misma lógica del Padre, el cual
extiende en manera universal su amor y su misericordia. De hecho, precisamente con esta
actitud, de por sí no requerida en la tradicional ética de la época, que los hombres revelan en
modo más evidente la peculiaridad de Dios: la paternidad. Solamente dos veces el primer
evangelio recurre a la expresión ―hijos de Dios‖ en referencia a los hombres (cf. 5, 9). En los
dos textos, la filiación indica a quien crea relaciones de paz y de amor. Estas dos actitudes
propias de los hijos en el modo más preciso y adecuado revelan el rostro paterno de Dios, el
fundamento de este amor sin barreras se tiene en la misma imagen de Dios, el cual no solo es
Padre, sino también dador de los bienes de la creación destinados en manera indiscriminada a
todos los hombres.
El estilo del ―padre‖ se indica mediante breves ejemplos. El amor que solo es de intercambio,
porque se da en el marco de una relación corporativa y elitista, no puede ser distintivo del
discípulo; recuerda más bien el comportamiento de los ―publicanos‖ que, excluidos del pueblo
santo, buscaban una recompensa humana. Del mismo modo, el saludo dirigido
exclusivamente al propio compatriota o correligionario no corresponde a la dinámica de la
―justicia sobreabundante‖ (Mt 5,20) que distingue y connota al creyente, pero hace pensar en
el comportamiento de los ―paganos‖. El saludo, de hecho, que en el ambiente del tiempo
corresponde a un augurio sincero de la paz no puede limitarse exclusivamente al propio
―hermano‖, indicando con este término la pertenencia a la comunidad creyente, sino debe ser
dado sin exclusiones o diferencias.
Esta apertura, que no crea separaciones, puede ser comprendida también a la luz de la
eclesiología de Mateo. Su comunidad está compuesta, de hecho, de justos e injustos que, en
13
el tiempo histórico están llamados a convivir juntos, porque solo al final de la historia serán
definitivamente separados (13, 24-30.36-43.47-50).
La frase final, inspirada en el principio de la imitatio Dei, no concluye solamente este texto
sino recapitula y procura la clave de interpretación de todo el texto (vv. 21-48). La perfección
no es aquella propuesta por el mundo griego, sino tiene su modelo en Dios, según la
revelación bíblica. Si bien la expresión no tiene paralelo en el Antiguo Testamento, el
estribillo que se halla en el Código de Santidad: ―Sed santos como yo soy santo‖ (Lv 19,2; 20,
26; 21, 8), parece proponer la misma lógica en la invitación a la santidad que está fundada
sobre aquella misma de Dios. Dios es perfecto porque es misericordioso.
El término ―perfecto‖ (griego: teleios) aparece de nuevo en el requerimiento planteado al
joven rico de seguir a Jesús (19, 21). La perfección, que no se realiza en la observancia de los
mandamientos sino en dar a los pobres los propios bienes y en ponerse en seguimiento de
Jesús, se pone en movimiento, por eso, en el amor pleno hacia él. Este amor misericordioso
indiviso no es solamente sinónimo de perfección, sino también de ―justicia sobreabundante‖
(5,20), indicada como el cumplimiento de la ―ley‖ y de los ―profetas‖ (5,17).
EvangeliiGaudium
3:―Dios no se cansa nunca de perdonar, somos nosotros los que nos cansamos de acudir a su
misericordia. Aquel que nos invitó a perdonar ´setenta veces siete‘ (Mt 18,22) nos da ejemplo:
Él perdona setenta veces siete. Nos vuelve a cargar sobre sus hombros una y otra vez. Nadie
podrá quitarnos la dignidad que nos otorga este amor infinito e inquebrantable. Él nos permite
levantar la cabeza y volver a empezar, con una ternura que nunca nos desilusiona y que
siempre puede devolvernos la alegría. No huyamos de la resurrección de Jesús, nunca nos
declaremos muertos, pase lo que pase‖.
Aparecida
17: ―El amor del Padre nos ha sido revelado en Cristo que nos ha invitado a entrar en su reino.
Él nos ha enseñado a orar diciendo ´Abba, Padre‘ (Rm 8,15; cf. Mt 6,9)‖.
23: ―Bendito sea Dios, Padre de nuestro Señor Jesucristo, que nos ha bendecido con toda clase
de bendiciones en la persona de Cristo (cf. Ef, 1,3). El Dios de la Alianza, rico en
misericordia, nos ha amado primero; inmerecidamente, nos ha amado a cada uno de nosotros;
por eso, lo bendecimos, animados por el Espíritu Santo, Espíritu vivificador, alma y vida de la
Iglesia. Él, que ha sido derramado en nuestros corazones, gime e intercede por nosotros y nos
fortalece con sus dones en nuestro camino de discípulos y misioneros‖.
MisericordiaeVultus
9: ―En las parábolas dedicadas a la misericordia (cf. Lc 15,1-32), Jesús revela la naturaleza de
Dios como la de un Padre que jamás se da por vencido hasta tanto no haya disuelto el pecado
y superado el rechazo con la compasión y la misericordia… En estas parábolas, Dios es
presentado siempre lleno de alegría, sobre todo cuando perdona. En ellas encontramos el
núcleo del Evangelio y de nuestra fe, porque la misericordia se muestra como la fuerza que
todo vence, que llena de amor el corazón y que consuela con el perdón‖.
12: ―En nuestras parroquias, en las comunidades, en las asociaciones y movimientos, en fin,
dondequiera que haya cristianos, cualquiera debería poder encontrar un oasis de
misericordia‖.
Laudato Si
65: ―El Creador puede decir a cada uno de nosotros: ´Antes que te formaras en el seno de tu
madre, yo te conocía‘ (Jr 1,5). Fuimos concebidos en el corazón de Dios, y por eso ´cada uno
14
de nosotros es el fruto de un pensamiento de Dios. Cada uno de nosotros es querido, cada uno
es amado, cada uno es necesario‘‖.
Virgen María
―El pensamiento se dirige ahora a la Madre de la Misericordia. La dulzura de su mirada nos
acompañe en este Año Santo, para que todos podamos redescubrir la alegría de la ternura de
Dios. Ninguno como María ha conocido la profundidad del misterio de Dios hecho hombre.
Todo en su vida fue plasmado por la presencia de la misericordia hecha carne. La Madre del
Crucificado Resucitado entró en el santuario de la misericordia divina porque participó
íntimamente en el misterio de su amor‖ (Misericordiaevultus 24).
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CUARTO DÍA: martes 1 de diciembre de 2015
Predicadores:
07:00 hs. Mons. Adalberto Martínez Flores, Obispode las FF.AA y la Policía Nacional.
19:00 hs.Mons. Mario Melanio Medina, Obispo de San Juan Bautista de las Misiones.
Tema: Jesucristo, “el buen samaritano”
Obra de misericordia: Visitar a los enfermos
El amor y la misericordia tienen su lugar ante todo en las relaciones humanas de proximidad.
Pero a partir de la cultura de la misericordia, condición fundamental de convivencia en la
familia y en los pueblos.
Los indigentes más que los familiares y amigos siempre están presentes con el paciente.
Los legionarios, las cofradías y los ministros de la comunión realizan una hermosa obra de
misericordia. En otros lugares, los enfermos no permanecen en los hospitales y pueden recibir
ayuda hospitalaria a domicilio.
La visita al enfermo, como obra y cultura de misericordia, es sobre todo una exigencia de la
caridad cristiana. Cristo nos da la salud desde la cruz, nos redime con el perdón de los
pecados y, en ese sentido, somos deudores de Cristo. Visitar al enfermo es un deber y un
derecho, y un poderoso antídoto de caridad para el enfermo, que debilitado no debe dudar del
amor de Dios. Más aún, ofrecerá sus oraciones y sufrimientos como oblación por sus seres
queridos y por las personas.
Lecturas: Dt 30,9-14
Sal 68,14. 17. 30-31. 36-37
Lc 10,25-37
Ideas centrales de los textos bíblicos:
Deuteronomio (30,9-14)
La palabra está muy cerca de ti, en tu boca y en tu corazón, para que la practiques. Este texto
es como el ―evangelio‖ del Deuteronomio. Los israelitas estarán llenos de su palabra porque
se restaurará el gobierno de la Palabra del Señor. El precepto no es superior a nuestras fuerzas
ni está fuera de nuestro alcance (v. 11).
Ya ha sido pronunciada la Palabra del Señor y está en nuestra boca y en nuestro corazón.
Si nos llenamos de su palabra, se realizará su voluntad (v. 14). Y la voluntad del Señor
consiste en estar cerca y amar a nuestro prójimo, brindarle nuestra ayuda y nuestro auxilio
oportuno, mostrar un gesto de amor y misericordia.
Salmo 69 (68)
El sufriente suplica al Señor por una respuesta. Su situación es desesperada, de peligro. Este
peligro amenaza con bajar al orante hasta el abismo de la muerte.
Ante la amenaza y el peligro inminentes, el salmista reza, suplica, grita a Dios. Al final, se
muestra confiado en que el Señor escucha sus clamores.
16
Evangelio: Lucas 10,25-37
Jesús nos invita a ser prójimos (próximos) de los demás.Jesús le da la vuelta a la pregunta del
doctor de la Ley antigua: le indica como él mismo puede y debe ser el prójimo de los demás.
No quiere responder cuál es el prójimo en pasivo, sino que quiere descubrir quién es el
prójimo en activo. Cristo traslada el centro de interés. El doctor de la ley se pone a sí mismo
en el pedestal; y a los demás los pone a su alrededor. Pero el centro no es el yo, sino todo el
que se encuentra en mi camino y tiene necesidad de ayuda, de comprensión, de amor.
El problema fundamental del cristiano no es el de saber quién es su prójimo. Su problema
esencial consiste en hacerse prójimo, desplazando el centro de interés del yo a los demás. El
samaritano ha sabido colocarse en la perspectiva exacta, es decir, en la parte del otro, del
necesitado.
Además, Jesús rechaza las diferentes categorías de prójimos, como las indicaba la ley.
Anuncia un mensaje nuevo y original: todos los hombres son nuestros prójimos. No sólo hay
que amar a los hermanos de raza o de religión. Hay que amar también a los extranjeros, e
incluso a los enemigos, a cada uno de los seres humanos. Sólo así somos sujetos portadores de
la misericordia de Dios para los hombres. La Iglesia está llamada a comportarse como el buen
samaritano delante del mundo.
MisericordiaeVultus
4. He escogido la fecha del 8 de diciembre por su gran significado en la historia reciente de la
Iglesia. En efecto, abriré la Puerta Santa en el quincuagésimo aniversario de la conclusión del
Concilio Ecuménico Vaticano II. La Iglesia siente la necesidad de mantener vivo este evento.
Para ella iniciaba un nuevo periodo de su historia. Los Padres reunidos en el Concilio habían
percibido intensamente, como un verdadero soplo del Espíritu, la exigencia de hablar de Dios
a los hombres de su tiempo en un modo más comprensible. Derrumbadas las murallas que por
mucho tiempo habían recluido la Iglesia en una ciudadela privilegiada, había llegado el
tiempo de anunciar el Evangelio de un modo nuevo. Una nueva etapa en la evangelización de
siempre. Un nuevo compromiso para todos los cristianos de testimoniar con mayor
entusiasmo y convicción la propia fe. La Iglesia sentía la responsabilidad de ser en el mundo
signo vivo del amor del Padre.
Vuelven a la mente las palabras cargadas de significado que san Juan XXIII pronunció en la
apertura del Concilio para indicar el camino a seguir: « En nuestro tiempo, la Esposa de Cristo
prefiere usar la medicina de la misericordia y no empuñar las armas de la severidad … La
Iglesia Católica, al elevar por medio de este Concilio Ecuménico la antorcha de la verdad
católica, quiere mostrarse madre amable de todos, benigna, paciente, llena de misericordia y
de bondad para con los hijos separados de ella ». En el mismo horizonte se colocaba también
el beato Pablo VI quien, en la Conclusión del Concilio, se expresaba de esta manera: «
Queremos más bien notar cómo la religión de nuestro Concilio ha sido principalmente la
caridad … La antigua historia del samaritano ha sido la pauta de la espiritualidad del Concilio
… Una corriente de afecto y admiración se ha volcado del Concilio hacia el mundo moderno.
Ha reprobado los errores, sí, porque lo exige, no menos la caridad que la verdad, pero, para
las personas, sólo invitación, respeto y amor. El Concilio ha enviado al mundo
contemporáneo en lugar de deprimentes diagnósticos, remedios alentadores, en vez de
funestos presagios, mensajes de esperanza: sus valores no sólo han sido respetados sino
honrados, sostenidos sus incesantes esfuerzos, sus aspiraciones, purificadas y bendecidas…
Otra cosa debemos destacar aún: toda esta riqueza doctrinal se vuelca en una única dirección:
servir al hombre. Al hombre en todas sus condiciones, en todas sus debilidades, en todas sus
necesidades ».
17
Con estos sentimientos de agradecimiento por cuanto la Iglesia ha recibido y de
responsabilidad por la tarea que nos espera, atravesaremos la Puerta Santa, en la plena
confianza de sabernos acompañados por la fuerza del Señor Resucitado que continua
sosteniendo nuestra peregrinación. El Espíritu Santo que conduce los pasos de los creyentes
para que cooperen en la obra de salvación realizada por Cristo, sea guía y apoyo del Pueblo de
Dios para ayudarlo a contemplar el rostro de la misericordia.
Aparecida
417: La Iglesia ha hecho una opción por la vida. Esta nos proyecta necesariamente hacia las
periferias más hondas de la existencia: el nacer y el morir, el niño y el anciano, el sano y el
enfermo. San Ireneo nos dice que ―la gloria de Dios es el hombre viviente‖, aun el débil, el
recién concebido, el gastado por los años y el enfermo. Cristo envió a sus apóstoles a predicar
el Reino de Dios y a curar a los enfermos, verdaderas catedrales del encuentro con el Señor
Jesús.
418. Desde el inicio de la evangelización, se ha cumplido este doble mandato. El combate a la
enfermedad tiene como finalidad lograr la armonía física, psíquica, social y espiritual para el
cumplimiento de la misión recibida. La Pastoral de la Salud es la respuesta a los grandes
interrogantes de la vida, como son el sufrimiento y la muerte, a la luz de la muerte y
resurrección del Señor.
419. La salud es un tema que mueve grandes intereses en el mundo, pero que no proporcionan
una finalidad que la trascienda. En la cultura actual no cabe la muerte y, ante su realidad, se
trata de ocultarla. Abriéndola a su dimensión espiritual y trascendente, la Pastoral de la Salud
se transforma en el anuncio de la muerte y resurrección del Señor, única verdadera salud. Ella
aúna, en la economía sacramental del amor de Cristo, el amor de muchos ―buenos
samaritanos‖, presbíteros, diáconos, religiosas, laicos y profesionales de la salud. Las
instituciones católicas dedicadas a la Pastoral de la Salud en América Latina representan un
recurso para la evangelización que se debe aprovechar.
420. En las visitas a los enfermos en los centros de salud, en la compañía silenciosa al
enfermo, en el cariñoso trato, en la delicada atención a los requerimientos de la enfermedad,
se manifiesta, a través de los profesionales y voluntarios discípulos del Señor, la maternidad
de la Iglesia que arropa con su ternura, fortalece el corazón y, en el caso del moribundo, lo
acompaña en el tránsito definitivo. El enfermo recibe con amor la Palabra, el perdón, el
Sacramento de la Unción y los gestos de caridad de los hermanos. El sufrimiento humano es
una experiencia especial de la cruz y de la resurrección del Señor.
421. Se debe, por tanto, alentar en las Iglesias particulares la Pastoral de la Salud que incluya
distintos campos de atención. Consideramos de gran prioridad fomentar una pastoral con
personas que viven con el VIH Sida, en su amplio contexto y en sus significaciones
pastorales: que promueva el acompañamiento comprensivo, misericordioso y la defensa de los
derechos de las personas infectadas; que implemente la información, promueva la educación y
la prevención, con criterios éticos, principalmente entre las nuevas generaciones, para que
despierte la conciencia de todos a contener esta pandemia. Desde esta V Conferencia,
pedimos a los gobiernos el acceso gratuito y universal de los medicamentos para el Sida y las
dosis oportunas.
Deus CharitasEst(Benedicto XVI)
25. Llegados a este punto, tomamos de nuestras reflexiones dos datos esenciales:
a) La naturaleza íntima de la Iglesia se expresa en una triple tarea: anuncio de la Palabra de
Dios (kerygma-martyria), celebración de los Sacramentos (leiturgia) y servicio de la caridad
(diakonia). Son tareas que se implican mutuamente y no pueden separarse una de otra. Para la
18
Iglesia, la caridad no es una especie de actividad de asistencia social que también se podría
dejar a otros, sino que pertenece a su naturaleza y es manifestación irrenunciable de su propia
esencia.
b) La Iglesia es la familia de Dios en el mundo. En esta familia no debe haber nadie que sufra
por falta de lo necesario. Pero, al mismo tiempo, la caritas-agápe supera los confines de la
Iglesia; la parábola del buen Samaritano sigue siendo el criterio de comportamiento y muestra la
universalidad del amor que se dirige hacia el necesitado encontrado «casualmente» (cf. Lc 10,
31), quienquiera que sea. No obstante, quedando a salvo la universalidad del amor, también se
da la exigencia específicamente eclesial de que, precisamente en la Iglesia misma, como
familia, ninguno de sus miembros sufra por encontrarse en necesidad. En este sentido, siguen
teniendo valor las palabras de la Carta a los Gálatas: «Mientras tengamos oportunidad,
hagamos el bien a todos, pero especialmente a nuestros hermanos en la fe» (6, 10).
Virgen María
La madre de nuestro Señor Jesucristo ha vivido en su vida cotidiana esta atención de ser el
prójimo (próximo) de los demás, como se ve en su visitación a su pariente Isabel que estaba
esperando un hijo en su vejez. Ella se hizo prójima, se aproximó a su pariente para ayudarla
en un momento difícil de su vida. Su amor a Dios, su docilidad al Espíritu, la hizo a ella
sujeto misionero de la misericordia de Dios: «su misericordia llega a sus fieles de generación
en generación» (Lc 2,50.54).
19
QUINTO DÍA: miércoles 2 de diciembre de 2015
Predicador:
07:00 hs. Mons. Francisco Javier Pistilli, Obispo de la Santísima Encarnación.
19:00 hs.Mons. Francisco Javier Pistilli, Obispo de la Santísima Encarnación.
Tema: La mujer, destinataria de la misericordia divina
Obra de misericordia: Aconsejar y dar de comer al hambriento
Quién no recuerda o valora los consejos de las madres o abuelas; y quién olvida la casa o la
comida a cargo de la mujer. El hogar donde se aprende la actitud y la obra de misericordia
desde el seno materno. La casa donde llama el hambriento y el pobre en la mayoría de los
casos es regido por la mujer.
Los consejos son funciones de los sabios, ancianos, profesionales (…) y de la mujer, cuando
se la reconoce, dignifica y promueve. Ella realiza por sí y por nosotros las obras de
misericordia, que en caso contrario reinarían en las familias y en la sociedad personas
inmisericordes, expuestas a graves males.
Las mujeres, en nuestra nación y en otros pueblos, son un don privilegiado de misericordia
para cada persona y para la Iglesia. Sólo faltaría que a falta del reconocimiento se tolere y
consienta todo aquello que deje que las cosas sigan de la misma manera, sería un dejar hacer,
una falsa misericordia, por razones éticas de colegialidad o de amistad.
Lecturas: 1 Re 17,17-24
Sal 116
Lc 7,36-50
Ideas centrales de los textos bíblicos:
1 Reyes 17,17-24
Se trata del caso de la viuda de Sarepta en Sidón, una mujer extranjera que fue destinataria de
la misericordia y de la acción milagrosa de Yhwh por mediación del profeta Elías. Este es un
hecho significativo, teniendo presente que la intervención de Dios se realiza en el país de
Jezabel, la reina pagana, esposa del rey Ajab, cuyo dios es el ídolo Ba‘al.
Cuando Elías resucita al hijo de la viuda, esa mujer extranjera exclama: ―Ahora reconozco
que eres un hombre de Dios y que la palabra del Señor que tu pronuncias se cumple‖ (v. 24).
Esta acción profética que pone en movimiento la acción misericordiosa y prodigiosa de
Dios, indica que para el Señor no hay fronteras para la misericordia; no hace acepción de
personas; al contrario, derrama su favor sobre los pobres, extranjeros, sobre las mujeres
desamparadas como la viuda de Sarepta.
Sal 116
Es un himno de acción de gracias unido a una súplica y a expresiones de confianza. Se narra
la historia de una grave dolencia, una auténtica trampa mortal. Pero Dios ha intervenido y el
orante, en un soliloquio, evoca la liberación con gran intensidad de sentimientos y de
imágenes.
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Además, el orante reconoce que Dios no es indiferente a la muerte de sus fieles, que el justo
es miembro de la familia de Dios y que el Señor rompe las cadenas de la muerte.
Se trata, pues, de un canto de enorme confianza en el poder de Dios, que prevalece sobre la
muerte física y sobre el mal.
Evangelio: Lc 7,36-50
En este pasaje se centra sobre el tema del amor, del perdón y de la misericordia.El principio
que emerge es el siguiente: A mucho amor corresponde mucho perdón.
El contexto se desarrolla en un banquete en casa de un fariseo. Y nos pone en contraposición
entre los dones (ofrendas) del fariseo y los de la mujer. El fariseo le invita a una comida
material. El fariseo se atreve a sancionar la actitud del maestro. Tiene su verdad hecha,
conoce ya a Dios y no necesita que nadie le enseñe la nueva profundidad del reino y de la
vida. Sin embargo, la pecadora pública, no está invitada pero viene. Sabe que Jesús busca la
salvación, lucha por los demás, la mujer viene a ofrecerle lo que tiene, el perfume que usa en
su propio ―trabajo‖, sus propias lágrimas y sus besos. El fariseo juzga a la mujer por su
conducta alejada de los mandatos de Dios y, además, también juzga a Jesús por recibir a una
mujer pecadora, dejar que lo toque y que lo bese, dejándose contaminar por una mujer siendo
pecadora pública.
Jesús, sin embargo, interpreta la actitud de la mujer como consecuencia de su amor hacia ella,
es una expresión de agradecimiento por ser amada, comprendida y perdonada.
Jesús ilumina la situación con una parábola, la de los dos deudores insolventes: Amará más
aquel deudor que tenía mayor deuda. Jesús ofrece el perdón de Dios a las personas insolventes
de la tierra, lo que nos indica que nunca se merecerá recibir el perdón, sino que siempre será
un regalo.
El fariseo no está preocupado en aceptar el perdón, porque no se siente aludido a lo que Jesús
dice, cree que paga siempre la deuda con sus méritos, cumpliendo estrictamente lo que Dios
manda, él ya merece recibir el perdón, por lo tanto, no le afecta lo que Jesús está diciendo.
La mujer se siente pecadora ante Dios y ante los hombres, se confiesa insolvente, pues nunca
podrá pagar toda la deuda de sus pecados. Antes se sentía condenada, porque no podría pagar
todos sus pecados, y ahora que llega Jesús, se siente acogida, comprendida y amada
profundamente.
El amor de la mujer es una respuesta al Amor de Dios porque Dios siempre toma la iniciativa,
ya que ―Él nos amó primero‖ (1 Jn 4,10), aun sabiendo que sería traicionado, regala todo su
amor a través de su Hijo. Además, luego del encuentro y el gesto de gratitud, tendría que
venir, las ganas de seguirlo, convirtiéndose en su discípula.
Jesús no sólo recibe a esta mujer pecadora, sino que deja que ella lo toque, y lo bese. Y
porque se reconoce pecadora con todos los gestos que hace con Él, entonces la pone como
ejemplo de humildad ante los que están ahí en la casa. Y finalmente, le dice que sus pecados
le son perdonados.
―Cada hombre vale, lo que puede valer su amor. El amor no tiene precio lo hemos escuchado
tantas veces, por eso si alguien quisiese comprar el amor con sus riquezas, se hace el más
despreciable entre los hombres.
El amor es algo inapreciable y vale más que todas las riquezas del mundo, por eso vale más la
persona capaz de amar. ¿Quieres saber cuánto vales? No cuentes lo que tienes, mira si te
aman y si amas; como la pecadora del Evangelio que amaba a Cristo y Cristo lo amaba porque
sabía que le daba no sólo un valioso perfume, sino un valioso amor que vale más que todas las
riquezas del fariseo.
21
El fariseo dejaba de lado a todos aquellos que él consideraba pecadores pero no sabía que en
el corazón de Jesús no hay apartados. Él ama a todos los hombres y espera ser correspondido
por cada uno de nosotros. De igual forma el Señor nos invita: a amarnos los unos a los otros,
sin mirar condiciones sociales u otras diferencias o defectos. El amor cubre una multitud de
pecados, por eso ella escucha de labios de Jesús, ¡vete en paz!
Benedicto XVI
―El amor es la fuerza del alma y la llave que abre todas las puertas‖ (7 de marzo de 2008).
EvangeliiGaudium
24. ―La Iglesia en salida es la comunidad de discípulos misioneros que primerean, que se
involucran, que acompañan, que fructifican y festejan. ‗Primerear‖: sepan disculpar este
neologismo. La comunidad evangelizadora experimenta que el Señor tomó la iniciativa, la ha
primereado en el amor (cf. 1 Jn 4,10); y, por eso, ella sabe adelantarse, tomar la iniciativa sin
miedo, salir al encuentro, buscar a los lejanos y llegar a los cruces de los caminos para invitar
a los excluidos. Vive un deseo inagotable de brindar misericordia, fruto de haber
experimentado la infinita misericordia del Padre y su fuerza difusiva‖.
Aparecida
451. ―La antropología cristiana resalta la igual dignidad entre varón y mujer, en razón de ser
creados a imagen y semejanza de Dios. El misterio de la Trinidad nos invita a vivir una
comunidad de iguales en la diferencia. En una época de marcado machismo, la práctica de
Jesús fue decisiva para significar la dignidad de la mujer y su valor indiscutible: habló con
ellas (cf. Jn 4,27), tuvo singular misericordia con las pecadoras (cf. Lc 7,36-50; Jn 8,11), las
eligió como primeras testigos de su resurrección (cf. Mt 28,9-10), e incorporó mujeres al
grupo de personas que le eran más cercanas (cf. Lc 8,13). La figura de María, discípula por
excelencia entre discípulos, es fundamental en la recuperación de la identidad de la mujer y de
su valor en la Iglesia. El canto del Magnificat muestra a María como mujer capaz de
comprometerse con su realidad y de tener una voz profética ante ella‖.
453. ―…su urgente dignificación y participación (de la mujer) pretende ser distorsionada por
corrientes ideológicas, marcadas por la impronta cultural de las sociedades del consumo y el
espectáculo, que son capaces de someter a las mujeres a nuevas esclavitudes‖.
MisericordiaeVultus
9. ―La misericordia de Dios es su responsabilidad por nosotros. Él se siente responsable, es
decir, desea nuestro bien y quiere vernos felices, colmados de alegría y serenos…Como ama
el Padre, así aman los hijos. Como Él es misericordioso, así estamos nosotros llamados a ser
misericordiosos los unos con los otros‖.
14. ―¡Cuánto mal hacen las palabras cuando están motivadas por sentimientos de celos y
envidia! Hablar mal del propio hermano en su ausencia equivale a exponerlo al descrédito, a
comprometer su reputación y a dejarlo a merced del chisme. No juzgar y no condenar
significa, en positivo, saber percibir lo que de bueno hay en cada persona y no permitir que
deba sufrir por nuestro juicio parcial y por nuestra presunción de saberlo todo. Sin embargo,
esto no es todavía suficiente para manifestar la misericordia. Jesús pide también perdonar y
dar. Ser instrumentos del perdón, porque hemos sido los primeros en haberlo recibido de
Dios‖.
22
Virgen María
MisericordiaeVultus 24. ―El pensamiento se dirige ahora a la Madre de la Misericordia. La
dulzura de su mirada nos acompañe en este Año Santo, para que todos podamos redescubrir la
alegría de la ternura de Dios. Ninguno como María ha conocido la profundidad del misterio
de Dios hecho hombre. Todo en su vida fue plasmado por la presencia de la misericordia
hecha carne. La Madre del Crucificado Resucitado entró en el santuario de la misericordia
divina porque participó íntimamente en el misterio de su amor‖.
23
SEXTO DÍA: jueves 3 de diciembre de 2015
Predicador/es:
07:00 hs. Mons. Miguel Ángel Cabello, Obispo de la Santísima Concepción.
19:00 hs.Mons. Guillermo Steckling, Obispo de Ciudad del Este.
Tema: El sacramento de la reconciliación, lugar de la misericordia de Dios
Obras de misericordia:Consolar y confortar
La acción de consolar se orienta a cubrir de misericordia a la persona sola, abatida y
sobrecargada. Es un don de Dios ofrecido sobretodo en el sacramento de la reconciliación. El
sacerdote en el ejercicio del ministerio y el perdón ofrecido y recibido entre los cónyuges son
los lugares privilegiados. También toma la forma de visitar al encarcelado o redimir al
cautivo.
Pero siempre se necesita de una compañía, unos gestos o palabras, como lo sugiere San Pablo:
―reír con el que ríe, llorar con el que llora‖, o como se valora en esta época el ―compartir‖.
Confortar, en cambio, se traduce por ―corregir al pecador‖ o hacer fuerte al débil según el
apoyo que precise. El conocimiento de la persona, las disculpas de los defectos y las palabras
o ejemplos oportunos pueden confortar o ayudar la misericordia de Dios, bajo las formas del
perdón, el consuelo y el fortalecimiento.
A propósito, el fortalecimiento es un uso actual en las instituciones, personas y programas que
requieren de una acción oportuna de apoyo: es una forma secular de la obra de misericordia.
Lecturas: Is 40,1-8
Sal 51(50) Miserere
Lc 5,17-26
Ideas centrales de los textos bíblicos:
Isaías 40,1-8
Isaías declara que Dios quiere el consuelo para su pueblo porque ya se ha cumplido su
condena. La voz declara: ―Hablad al corazón de Jerusalén‖, anunciando de esta forma una
palabra que, en lenguaje bíblico, debe afectar no sólo a los sentimientos, sino a la inteligenica
y a la voluntad del que la recibe. Una voz (anónima) confía a un grupo la misión de bajar las
monstañas (cf. las montañas de la arrogancia del I Isaías), con objeto de abrir el camino de la
humildad que Yhwh exige para venir a su pueblo.
Se trata de un texto muy misterioso puesto que, a raíz de lo que precede, se ha constatado que
para hacer renunciar al orgullo se necesita una mediación sobrenatural, que supera, con
mucho, las posibilidades de la buena voluntad del hombre. ¿Quién será el encargado de llevar
a cabo esta obra? En el v. 6 la voz se dirige al profeta, que tendrá que recordar al pueblo la
solidez de la palabra de Dios (v. 8) que viene. Esta venida se refiere a la del Todopoderoso
que es presentado como el pastor que colma de ternura y atenciones a su rebaño (cf. v. 11).
Salmo 51 (50) Miserere
24
* Sobre este salmo, cf. la explicación presentada para el ―Primer día del novenario‖, en la
página 3.
Evangelio: Lc 5,17-22
La escena descrita en este relato está llena de dramatismo. A media mañana una multitud
estaba apiñada en una casa, ansiosa por escuchar a Jesús. También está presente un grupo de
expertos religiosos que han oído hablar de los hechos de Jesús. Se muestran llenos de
suspicacia porque han oído qué clase de cosas hace. Pero son ciegos al poder de Dios y no lo
reconocen en Jesús.
Encima, en la terraza, unos hombres han subido allí a un enfermo y han quitado las tejas
para poder bajar la camilla directamente frente a Jesús. Hubo protestas por esa acción; pero a
Jesús le agradó: ―hombre, tus pecados quedan perdonados‖. Las autoridades religiosas quedan
consternadas al oír lo que consideran una blasfemia. Aquellos fariseos estaban convencidos de
que sólo el Dios de Israel podía perdonar los pecados, después de los sacrificios y actos
penitenciales apropiados.
Jesús les pregunta: ¿Qué es más fácil, decir: ―Tus pecados quedan perdonados‖ o decir
―levántate y anda‖? Por supuesto, ninguna de esas cosas es ―más fácil!‖; las dos requieren
poder divino.
Pero los expertos religiosos estaban tan ciegos que no podían ver que el poder de Jesús
para curar y su poder para perdonar procedían del mismo Dios.
La muchedumbre volvió a sus casas atónita, lo cual significa que en realidad no habían
comprendido lo que acababa de suceder.
Por lo menos tienen que suceder tres cosas para que los fieles redescubran la belleza y el
poder del Sacramento de la Reconciliación. En primer lugar, es necesario recuperar la
conciencia del poder destructivo del pecado. En segundo lugar, es necesario recuperar una
saludable conciencia de nuestra tendencia pecaminosa. En tercer lugar, es necesario lograr
una visión clara de los beneficios tangibles que provienen de sentir la curación y el
fortalecimiento del poder de la misericordia de Dios en este Sacramento.
En la primera lectura se presenta por eso a Dios que quiere consolar a su pueblo atribulado
por sus propios pecados y lo llama a la conversión. El Salmo, que es el pedido de perdón por
excelencia, es la súplica de quien se reconoce pecador, requisito esencial para recibir el
sacramento de la reconciliación. La Iglesia pide que si no existe una contrición perfecta, por
lo menos una contrición imperfecta, que es aquella en la que la persona humana reconoce
necesitar de la misericordia de Dios, es necesaria para recibir con fruto el sacramento del
perdón de los pecados.
Dios mismo en Jesucristo a través de su Iglesia sigue perdonando los pecados de las personas
humanas, lo cual tiene consecuencias en la vida integral de la persona. El sacramento de la
reconciliación es un sacramento de curación de las consecuencias funestas del pecado en la
vida de los seres humanos.
El Dios de misericordia sigue esperando a todos sus hijos con los brazos abiertos para
ofrecerles su abrazo, su perdón, su amor infinito que pide no ser desdeñado.
MisericordiaeVultus
17.La Cuaresma de este Año Jubilar sea vivida con mayor intensidad, como momento fuerte
para celebrar y experimentar la misericordia de Dios. ¡Cuántas páginas de la Sagrada
Escritura pueden ser meditadas en las semanas de Cuaresma para redescubrir el rostro
misericordioso del Padre! Con las palabras del profeta Miqueas también nosotros podemos
repetir: Tú, oh Señor, eres un Dios que cancelas la iniquidad y perdonas el pecado, que no
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mantienes para siempre tu cólera, pues amas la misericordia. Tú, Señor, volverás a
compadecerte de nosotros y a tener piedad de tu pueblo. Destruirás nuestras culpas y arrojarás
en el fondo del mar todos nuestros pecados (cf. 7,18-19).
Las páginas del profeta Isaías podrán ser meditadas con mayor atención en este tiempo de
oración, ayuno y caridad: « Este es el ayuno que yo deseo: soltar las cadenas injustas, desatar
los lazos del yugo, dejar en libertad a los oprimidos y romper todos los yugos; compartir tu
pan con el hambriento y albergar a los pobres sin techo; cubrir al que veas desnudo y no
abandonar a tus semejantes. Entonces despuntará tu luz como la aurora y tu herida se curará
rápidamente; delante de ti avanzará tu justicia y detrás de ti irá la gloria del Señor. Entonces
llamarás, y el Señor responderá; pedirás auxilio, y él dirá: ―¡Aquí estoy!‖. Si eliminas de ti
todos los yugos, el gesto amenazador y la palabra maligna; si partes tu pan con el hambriento
y sacias al afligido de corazón, tu luz se alzará en las tinieblas y tu oscuridad será como al
mediodía. El Señor te guiará incesantemente, te saciará en los ardores del desierto y llenará
tus huesos de vigor; tú serás como un jardín bien regado, como una vertiente de agua, cuyas
aguas nunca se agotan » (58,6-11).
La iniciativa ―24 horas para el Señor‖, a celebrarse durante el viernes y sábado que anteceden
el IV domingo de Cuaresma, se incremente en las Diócesis. Muchas personas están volviendo
a acercarse al sacramento de la Reconciliación y entre ellas muchos jóvenes, quienes en una
experiencia semejante suelen reencontrar el camino para volver al Señor, para vivir un
momento de intensa oración y redescubrir el sentido de la propia vida. De nuevo ponemos
convencidos en el centro el sacramento de la Reconciliación, porque nos permite
experimentar en carne propia la grandeza de la misericordia. Será para cada penitente fuente
de verdadera paz interior.
Nunca me cansaré de insistir en que los confesores sean un verdadero signo de la misericordia
del Padre. Ser confesores no se improvisa. Se llega a serlo cuando, ante todo, nos hacemos
nosotros penitentes en busca de perdón. Nunca olvidemos que ser confesores significa
participar de la misma misión de Jesús y ser signo concreto de la continuidad de un amor
divino que perdona y que salva. Cada uno de nosotros ha recibido el don del Espíritu Santo
para el perdón de los pecados, de esto somos responsables. Ninguno de nosotros es dueño del
Sacramento, sino fiel servidor del perdón de Dios. Cada confesor deberá acoger a los fieles
como el padre en la parábola del hijo pródigo: un padre que corre al encuentro del hijo no
obstante hubiese dilapidado sus bienes. Los confesores están llamados a abrazar ese hijo
arrepentido que vuelve a casa y a manifestar la alegría por haberlo encontrado. No se cansarán
de salir al encuentro también del otro hijo que se quedó afuera, incapaz de alegrarse, para
explicarle que su juicio severo es injusto y no tiene ningún sentido ante la misericordia del
Padre que no conoce confines. No harán preguntas impertinentes, sino como el padre de la
parábola interrumpirán el discurso preparado por el hijo pródigo, porque serán capaces de
percibir en el corazón de cada penitente la invocación de ayuda y la súplica de perdón. En fin,
los confesores están llamados a ser siempre, en todas partes, en cada situación y a pesar de
todo, el signo del primado de la misericordia.
Carta del Papa Francisco a Mons. RinoFisichella, ante la cercanía del año de la
Misericordia (01 de setiembre)
La carta está dirigida al Presidente del Consejo Pontificio para la Promoción de la Nueva
Evangelización y contiene indicaciones específicas sobre el perdón de pecados graves como
el aborto, las indulgencias plenarias y otros temas de interés para todos los católicos.
Uno de los graves problemas de nuestro tiempo es, ciertamente, la modificación de la relación
con la vida. Una mentalidad muy generalizada que ya ha provocado una pérdida de la debida
sensibilidad personal y social hacia la acogida de una nueva vida. Algunos viven el drama del
aborto con una consciencia superficial, casi sin darse cuenta del gravísimo mal que comporta
26
un acto de ese tipo. Muchos otros, en cambio, incluso viviendo ese momento como una
derrota, consideran no tener otro camino por donde ir. Pienso, de forma especial, en todas las
mujeres que han recurrido al aborto. Conozco bien los condicionamientos que las condujeron
a esa decisión. Sé que es un drama existencial y moral. He encontrado a muchas mujeres que
llevaban en su corazón una cicatriz por esa elección sufrida y dolorosa. Lo sucedido es
profundamente injusto; sin embargo, sólo el hecho de comprenderlo en su verdad puede
consentir no perder la esperanza. El perdón de Dios no se puede negar a todo el que se haya
arrepentido, sobre todo cuando con corazón sincero se acerca al Sacramento de la Confesión
para obtener la reconciliación con el Padre. También por este motivo he decidido conceder a
todos los sacerdotes para el Año jubilar, no obstante cualquier cuestión contraria, la facultad
de absolver del pecado del aborto a quienes lo han practicado y arrepentidos de corazón piden
por ello perdón. Los sacerdotes se deben preparar para esta gran tarea sabiendo conjugar
palabras de genuina acogida con una reflexión que ayude a comprender el pecado cometido, e
indicar un itinerario de conversión verdadera para llegar a acoger el auténtico y generoso
perdón del Padre que todo lo renueva con su presencia.
Virgen María
La Virgen María, la Inmaculada Concepción, Madre de la Iglesia, Madre de todos los
cristianos es ejemplo de la postura necesaria para acceder a la reconciliación con el Señor: es
la humildad: «He aquí a la sierva del Señor, se cumpla en mí según tu palabra», «Ha mirado
la humillación de su esclava», «[el Señor] enaltece a los humildes».
SEPTIMO DÍA: viernes 4 de diciembre de 2015
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Predicador:
07:00 hs. Mons. Juan Bautista Gavilán, Obispo de Coronel Oviedo.
19:00 hs.Mons. Juan Bautista Gavilán, Obispo de Coronel Oviedo.
Tema: Justicia y misericordia, plenitud del amor:
Obras de misericordia:redimir al cautivo
Cautivo es el que está sometido a un régimen de privación de la libertad en razón de una
causa justa o injusta. Es el ―cautivo‖, el ―encarcelado‖, el ―recluso‖, el ―confinado‖, el que
vive en cautiverio forzoso. Y por tanto, vive en una situación de ―límite‖ por el cual no puede
desplazarse o irse donde quisiera.
Es verdad que muchos presos y encarcelados van a las penitenciarías por causas justas,
pero también es cierto que muchos están en las cárceles injustamente, sin haber cometido
delito alguno fueron llevados por error, por falsa acusación o por otro motivo. Jesús fue
puesto en prisión injustamente; también Pedro y Pablo, los apóstoles y tantos cristianos que
dieron testimonio de Jesús.
Jesús mismo se identifica con el ―preso‖: ―(estuve) en la cárcel y acudisteis a mí‖ (Mt
25,36). Mucho bien se puede hacer visitando a los presos, llevándoles palabras de aliento, de
esperanza, interesándose por su causa, promoviendo sentencias justas o luchando por su
liberación si son inocentes.
Lecturas: Sir 28,1-7
Sal 34 (33)
Mt 5,1-8
Ideas centrales de los textos bíblicos
Sirácide (Eclesiático) 28,1-7
Dos de los atributos básicos de Dios en la Biblia son la justicia y la misericordia. Los que
tratan de vengarse de los demás tendrán que hacer frente a la justicia de Dios. Sobre esta
misma dinámica se comprende la parábola del siervo injusto de Mt 18,23-35.
Los que van tras la misericordia de Dios deben estar dispuestos a ser misericordiosos con los
demás (28,2-5). Como ulterior motivación para el perdón, el sabio es invitado a ―recordar‖ la
muerte y los mandamientos dela alianza de Dios (28,6-7). Solo quienes son misericordiosos
con los demás pueden esperar misericordia de Dios. De otro modo, habrá que estar preparado
para la estricta justicia de Dios.
Salmo 34 (33)
El salmista bendice a Yahvéh en el que se gloría su ser y clama para que ―lo oigan los
humildes y se alegren‖ (v. 2). Yahvé libra al orante de sus temores (v. 5) y escucha el grito del
pobre y lo salva de todas sus angustias (v. 7). El cantor antiguo invita a buscar a Yahvéh
porque quien lo posee de nada carece (v. 11). Insiste en el ―temor de Dios‖ que es principio de
toda sabiduría.
El Salmista recomienda, en su oración, la prudencia, ―guardar del mal la lengua‖, evitar la
mentira, huir del mal y obrar el bien, buscar constantemente la paz. Dios protege al justo, oye
sus gritos y lo libra de sus angustias, da muerte al malvado. Se advierte que Dios hará pagar al
que odia al justo.
28
Evangelio: Mateo 5,1-8
El texto se refiere a las bienaventuranzas, inicio del sermón del monte: Discurso programático
de Jesús al inicio de su ministerio en Galilea.
En los motivos de bienaventuranza, justicia y misericordia guardan estrecha relación. De
hecho, justicia y misericordia no se oponen; son dos bienaventuranzas anunciadas por Jesús
como signo de la pertenencia al Reino; no se oponen sino se complementan porque el Dios de
la Biblia al tiempo de ser misericordioso es también un Dios justo.
Actuar con misericordia, por tanto, no implica actuar injustamente; al contrario, quien es
misericordioso no desconoce la justicia; la asume y la dimensiona en un espíritu
misericordioso y compasivo; la justicia es el contenido fundamental de las Bienaventuranzas;
se repite 2 veces, resume las bienaventuranzas; es el contenido fundamental del programa de
Jesús que vino para que se cumpla toda justicia.
En el centro del anuncio se halla, precisamente, las bienaventuranzas que hacen relación a la
justicia y a la misericordia:
Sobre la justicia: Se declara bienaventurados a los que tienen hambre y sed de la justicia.
Hambre y sed son necesidades espontáneas y elementales. Se trata de un deseo que requiere
satisfacción inmediata. Sin esa satisfacción, en un lapso breve de tiempo, la vida del hombre
se expone a la muerte. Se trata de una necesidad fuerte y natural.
La justicia de la que habla Mateo no es ni legislativa ni distributiva. Se trata del proyecto
de Dios, de su voluntad que actúa a través del hombre mediante el ejercicio del amor (25,37).
Hambrientos y sedientos de la justicia son aquellos que han hecho del cumplimiento de la
voluntad de Dios la máxima aspiración y realización de la propia vida, hasta tal punto que su
búsqueda resulta vital para ellos, para su sobrevivencia, como el comer y el beber. La
recompensa consiste en la saciedad, en la comunión plena y definitiva con Dios y con los
hermanos.
Sobre la misericordia: se declara felices a los misericordiosos. La misericordia es una de las
actitudes que en el Antiguo Testamento Dios ejerce con más frecuencia en relación con su
pueblo: perdonándoles los pecados, socorriendo a los necesitados. Mateo presenta a Jesús
como misericordioso, apelando al dicho de Os 6, 6: misericordia quiero y no sacrificios (Mt
9, 13). Se trata de una actitud que se opone, básicamente, al puritanismo (cf. 12, 7). De hecho,
la religiosidad de Jesús no estaba centrada ni preocupada por una pureza cúltica sino en el
amor solidario o en el amor manifestado en la solidaridad con los más necesitados. Por eso,
cura a enfermos, dan pan al hambriento, socorre al necesitado. En este sentido, un ejemplo de
anti-misericordia se plantea en el relato que describe al siervo despiadado que fue incapaz de
actuar con misericordia con su colega, al contrario del rey que tuvo misericordia de él (cf. Mt
18, 21-35).
De hecho, el perdón fraterno es la única condición (según el v. 35) para poder obtener
también el perdón de Dios. Esto mismo plantea la oración del Padre Nuestro: ...Perdona
nuestras deudas así como nosotros perdonamos a nuestros deudores...
La misericordia, amor solidario con relación al prójimo, es el criterio para recibir la
misericordia de Dios.
Finalmente, la última bienaventuranza de nuevo plantea el tema de la justicia. Se refiere a los
perseguidos por causa de la justicia.No cualquier persecución hace del perseguido un
bienaventurado. Solo por causa de la justicia; justicia realizada por aquel que actúa en
conformidad con la voluntad de Dios.
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Los discípulos sufren persecución a causa de Jesús porque su actuación contraviene la lógica
del mundo. Por eso, hay un paralelismo entre las dos expresiones ―a causa de la justicia‖ y
―por causa mía‖. El cumplimiento de la justicia está en estrecha relación con Jesús, el
revelador definitivo. La persecución puede tomar varias formas: insulto, maledicencia,
difamación.
Los perseguidos por causa de la justicia se asocian a todos los mártires, desde Abel
hasta Zacarías (cf. Mt 23, 34-35); se asocian al destino del crucificado. Por eso, a ellos les
corresponde el Reino, la misma promesa de la primera bienaventuranza (los pobres en el
espíritu).
EvangeliiGaudium
No a la inequidad que genera violencia
45. Hoy en muchas partes se reclama mayor seguridad. Pero hasta que no se reviertan la
exclusión y la inequidad dentro de una sociedad y entre los distintos pueblos será imposible
erradicar la violencia. Se acusa de violencia a los pobres y a los pueblos pobres, pero, sin
igualdad de oportunidades, las diversas formas de agresión y de guerra encontrarán un caldo
de cultivo que tarde o temprano provocará su explosión. Cuando la sociedad –local, nacional
o mundial – abandona en la periferia una parte de sí misma, no habrá programas políticos ni
recursos policiales o de inteligencia que puedan asegurar indefinidamente la tranquilidad.
Esto no sucede solamente porque la inequidad provoca la reacción violenta de los excluidos
del sistema, sino porque el sistema social y económico es injusto en su raíz. Así como el bien
tiende a comunicarse, el mal consentido, que es la injusticia, tiende a expandir su potencia
dañina y a socavar silenciosamente las bases de cualquier sistema político y social por más
sólido que parezca. Si cada acción tiene consecuencias, un mal enquistado en las estructuras
de una sociedad tiene siempre un potencial de disolución y de muerte. Es el mal cristalizado
en estructuras sociales injustas, a partir del cual no puede esperarse un futuro mejor. Estamos
lejos del llamado ―fin de la historia‖, ya que las condiciones de un desarrollo sostenible y en
paz todavía no están adecuadamente planteadas y realizadas.
→ Puede verse también, los números 182 al 185: La enseñanza de la Iglesia sobre cuestiones
sociales; y los números 202 al 208: Economía y distribución del ingreso.
Aparecida
384:Ser discípulos y misioneros de Jesucristo para que nuestros pueblos, en Él, tengan vida,
nos lleva a asumir evangélicamente y desde la perspectiva del Reino las tareas prioritarias que
contribuyen a la dignificación de todo ser humano, y a trabajar junto con los demás
ciudadanos e instituciones en bien del ser humano. El amor de misericordia para con todos los
que ven vulneradas su vida en cualquiera de sus dimensiones, como bien nos muestra el Señor
en todos sus gestos de misericordia, requiere que socorramos las necesidades urgentes, al
mismo tiempo que colaboremos con otros organismos o instituciones para organizar
estructuras más justas en los ámbitos nacionales e internacionales. Urge crear estructuras que
consoliden un orden social, económico y político en el que no haya inequidad y donde haya
posibilidades para todos. Igualmente, se requieren nuevas estructuras que promuevan una
auténtica convivencia humana, que impidan la prepotencia de algunos y faciliten el diálogo
constructivo para los necesarios consensos sociales.
385: La misericordia siempre será necesaria, pero no debe contribuir a crear círculos viciosos
que sean funcionales a un sistema económico inicuo. Se requiere que las obras de
misericordia estén acompañadas por la búsqueda de una verdadera justicia social, que vaya
elevando el nivel de vida de los ciudadanos, promoviéndolos como sujetos de su propio
desarrollo. Benedicto XVI afirma que ―el orden justo de la sociedad y del Estado es una tarea
principal de la política‖ y no de la Iglesia. Pero la Iglesia ―no puede ni debe quedarse al
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margen en la lucha por la justicia. Ella colabora purificando la razón de todos aquellos
elementos que la ofuscan e impiden la realización de una liberación integral. También es tarea
de la Iglesia ayudar con la predicación, la catequesis, la denuncia, y el testimonio del amor y
de justicia, para que se despierten en la sociedad las fuerzas espirituales necesarias y se
desarrollen los valores sociales. Sólo así las estructuras serán realmente más justas, podrán ser
eficaces y sostenerse en el tiempo. Sin valores no hay futuro, y no habrá estructuras
salvadoras, ya que en ellas siempre subyace la fragilidad humana.
→ Puede verse también: 386 al 430.
Laudato si
93: …La tradición cristiana nunca reconoció como absoluto o intocable el derecho a la
propiedad privada y subrayó la función social de cualquier forma de propiedad privada. San
Juan Pablo II recordó con mucho énfasis esta doctrina, diciendo que ―Dios ha dado la tierra a
todo el género humano para que ella sustente a todos sus habitantes, sin excluir a nadie ni
privilegiar a ninguno‖. Son palabras densas y fuertes. Remarcó que ―no sería verdaderamente
digno del hombre un tipo de desarrollo que no respetara y promoviera los derechos humanos,
personales y sociales, económicos y políticos, incluidos los derechos de las naciones y de los
pueblos‖. Con toda claridad explicó que ―la Iglesia defiende, sí, el legítimo derecho a la
propiedad privada, pero enseña con no menor claridad que sobre toda propiedad privada grava
siempre una hipoteca social, para que los bienes sirvan a la destinación general que Dios les
ha dado‖. Por tanto, afirmó que ―no es conforme con el designio de Dios usar este don de
modo tal que sus beneficios favorezcan sólo a unos pocos‖. Esto cuestiona seriamente los
hábitos injustos de una parte de la humanidad. Cf. la continuación en el No
94.
→ Puede verse también del 159 al 162 (―justicia entre las generaciones‖).
MisericordiaeVultus
20: No será inútil en este contexto recordar la relación existente entre justicia y misericordia.
No son dos momentos contrastantes entre sí, sino dos dimensiones de una única realidad que
se desarrolla progresivamente hasta alcanzar su ápice en la plenitud del amor…
21: La misericordia no es contraria a la justicia sino que expresa el comportamiento de Dios
hacia el pecador, ofreciéndole una ulterior posibilidad para examinarse, convertirse y creer…
Virgen María
La justicia de Dios no consiste en una justicia forense, como la de los Tribunales; es una
justicia ―causativa‖, sobreabundante que ―justifica‖ y ―redime‖; por eso, Dios es justo cuando
nos salva y nosotros somos justos cuando nos dejamos salvar, cuando decimos ―sí‖ al plan de
Dios.
María, Madre de nuestro Redentor fue la primera entre todos quien dio su ―Sí‖ generoso al
enviado de Dios. Ella permitió que la ―Justicia de Dios‖ se haga realidad colaborando con el
plan de salvación, aceptando humildemente que el Dios Todopoderoso derrame su gracia y su
misericordia sobre la humanidad.
OCTAVO DÍA: sábado 5 de diciembre de 2015
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Predicador/es:
07:00 hs. Mons. Ignacio Gogorza Izaguirre, ObispoEmérito de la Santísima Encarnación.
19:00 hs.Mons. Ignacio Gogorza Izaguirre, Obispo Emérito de la Santísima Encarnación.
Tema: “misericordia quiero y no sacrificios”
Obras de misericordia:vestir al desnudo y enterrar a los muertos
La desnudez es una expresión de la disminución de la dignidad, al que pueden acompañar los
sentimientos de vergüenza u ofensa. Es próxima a la mendicidad y requieren de mucho
respeto, cercanía y apoyo discreto.
Para que sea una auténtica obra de caridad, el desnudo no debería quedar dependiente, deudor
o humillado por su situación, para que reconozca la misericordia de Dios. Al contrario, la baja
autoestima, el crecimiento espiritual y la promoción humana quedarían al margen; o se
cambiaría por una nueva dependencia de quienes los ayudan. En esto vale el refrán: ―que la
mano izquierda no sepa lo que hace la derecha‖.
El sepelio de los muertos, en cambio, es también una obra de misericordia que expresa la
piedad. Está presente en todas las religiones y culturas ancestrales. No acompañar y expresar
las condolencias sería como un acto irreverente o de ateísmo. Pero tal vez, es uno de los pocos
deberes que no han perdido del sentido real y profundo de la misericordia, aún en las
sociedades secularistas.
Sin embargo, en esta época corre el riesgo de ocultar el sentido familiar y social, cuando no se
cuidan los camposantos o cementerios y pierden la conexión con la vida de la ciudad. La
memoria de los difuntos, el respeto y acompañamiento a los familiares y el cuidado de los
cementerios se suman a las obras de misericordia.
Lecturas: Os 6,1-6
Sal 103 (102)
Mt 9,9-13
Ideas centrales de los textos bíblicos
Oseas 6,1-6
El texto no es una exhortación del profeta a la conversión, ni una auténtica declaración de
los deseos e intenciones de Efraím y Judá, sino un presunto discurso del pueblo pronunciado
por el profeta en nombre de Yhwh, que pone al descubierto la engañosa conversión de su
pueblo.
En los vv. 1-3 el pueblo se aplica a sí mismo de modo positivo las amenazas del anterior
discurso de Yhwh (5,13-15ª): Yhwh se aleja, vayamos pues detrás de él; Yhwh desgarra, pero
cura; Yhwh espera hasta que el pueblo busque su rostro, el pueblo está dispuesto a vivir en su
presencia (―ante su rostro‖); Yhwh espera que lo busquen, y el pueblo supone que su
manifestación será segura como la aurora. Pero Yhwh retoma a su vez (vv. 4-6) la respuesta
del pueblo para denunciar esta ilusoria conversión. Su voluntad se manifestará seguramente,
como la aurora; él no vendrá como la lluvia de invierno o primavera porque la fidelidad de
Israel es como la nube matutina, que promete lluvia, y luego se disipa.
El conocimiento de Yhwh no irrigará la tierra porque la fidelidad de Israel es tenue como
el rocío, que desaparece ante el sol de la mañana. La contraposición se resume en 6,6: ―Quiero
misericordia y no sacrificio‖.
32
Salmo 103 (102)
Este himno de alabanza y de acción de gracias se desarrolla en dos movimientos: En el
primero (vv. 2-10) se exaltan el amor y el perdón de Dios. Dios es el que perdona, sana,
redime, corona, sacia. Dios pone en acción su misericordia divina que perdona.
En el segundo movimiento (vv. 11-19) se comparan el amor eterno de Dios y la fragilidad
humana. Las dimensiones vertical y horizontal del espacio y la psicología de la profundidad
del amor paterno son aplicadas a la ―ternura‖ divina.
Evangelio: Mt 9,9-13
La vocación de Mateo se describe de manera muy escueta. Jesús, pasando por el lugar, da
origen a un movimiento en el que el llamado es solicitado a responder con el seguimiento.
Mientras en el primer evangelio el destinatario de la quinta llamada es Mateo, aquel que
inmediatamente entrará a formar parte del grupo de los ―doce apóstoles‖ (10,3), en los otros
dos sinópticos es en cambio Leví (Mc 2,14; Lc 5,27), que para Marcos es el hijo de Alfeo.
Jesús llama a Mateo mientras él, encontrándose en el banco de los impuestos, ejercita su
profesión de cobrador de impuestos (recaudador). Con mucha posibilidad en Cafarnaúm –
lugar donde Jesús se encuentra– donde hay una aduana sobre la ruta comercial y militar que
lleva a Damasco. Mateo recogía las tasas que iban a parar en la casa del tetrarca. En el
ambiente judío la profesión del recaudador era considerada impura porque la ganancia era
fruto de estafas y de tráficos ilícitos. Por esta razón, los publicanos eran tenidos por
―pecadores‖ (v. 11; cf. Mt 11, 19). Equiparados a los ladrones, delincuentes, jugadores de azar
o al ―pueblo de la tierra‖ que no conocía ni practicaba la ley, los publicanos eran evitados por
los judíos observantes que no querían tener ningún contacto con ellos.
El relato de la vocación de Mateo no es una repetición de la llamada de los primeros cuatro
pescadores (Mt 4,18-22), sino pone a la luz un nuevo aspecto del seguimiento: Jesús, al llamar
a sus discípulos, no mira su pasado, a su condición social o intelectual, ni mucho menos a su
estatuto religioso. Discriminante, en cambio, para entrar a formar parte de los discípulos de
Jesús es la respuesta a su invitación (―sígueme‖) que debe ser inmediata: ―Y él levantándose
lo siguió‖. ―Seguir‖ supone compartir el mismo destino del que llama y abandonar todo
aquello que constituía su realidad precedente (En este caso su actividad profesional).
La tradición sinóptica es concorde respecto al episodio que sigue: Jesús en la mesa con los
publicanos y los pecadores. Para un judío, compartir la mesa era signo de comunión, del
compartir. Jesús, comiendo con ellos, desencadena inmediatamente la reacción de los fariseos
para quienes la separación de los pecadores, y consecuentemente la abstención del pecado,
eran los signos de una auténtica religiosidad.
Los fariseos, con la pregunta dirigida a los discípulos de Jesús: ―¿Porqué vuestro maestro
come con los publicanos y pecadores?‖, evidencian su extrañeza en relación al ―maestro‖. El
apelativo es puesto siempre en los labios de personas extrañas que, al contrario de los
discípulos, no lo reconocen como ―Señor‖. Pero, por el otro lado, el título pone en luz la
misión que Jesús tiene de enseñar y prepara al lector a la sentencia sobre la misericordia que
constituye uno de los aspectos más específicos de su misión.
Vértice de todo el relato es la respuesta de Jesús. Con una sentencia de estilo proverbial él,
recurriendo a la figura del médico que recurre en socorro de los enfermos, funda su misión
hacia los pecadores, que son los verdaderos enfermos. La atención que presta Jesús por los
pecadores, que culmina en su llamada, es equiparable a su acción terapéutica: el pecador es un
enfermo que se cura, entrando a formar parte del grupo de los discípulos.
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Presentación del Guión homilético 2015-2016

  • 1. 1 Presentación del Guión homilético 2015-2016 Lema: “misericordiosos como el Padre” (Lc 6,36) La frase ―misericordiosos como el Padre‖, tomado del Evangelio de San Lucas, nos recuerda una de las notas fundamentales de Dios, el cual es ―clemente y compasivo, tardo a la cólera y rico en amor y fidelidad, que mantiene su amor por mil generaciones y perdona la iniquidad, la rebeldía y el pecado…‖ (Ex 34,6-7; cf. Dt 4,31; Jl 2,13; Jon 4,2). El Santo Padre, el Papa Francisco ha convocado un Jubileo Extraordinario de la Misericordia (del 8 de Diciembre de 2015, Solemnidad de la Inmaculada Concepción, al 20 de noviembre de 2016, Solemnidad de Cristo Rey). Para ese fin, promulgó una ―Bula‖ con el título MisericordiaeVultus (―Rostro de misericordia‖), recordándonos que ―Jesucristo es el rostro de la misericordia del Padre‖ (cf. MV 1) y que ―siempre tenemos necesidad de contemplar el misterio de la misericordia‖ (cf. MV 2). El 8 de diciembre del presente año el Santo Padre ―abrirá la Puerta Santa en el quincuagésimo aniversario del Concilio Ecuménico Vaticano II‖…porque ―la Iglesia siente la necesidad de mantener vivo este evento. Para ella iniciaba un nuevo período de su historia‖ (cf. MV 4). Fieles al principio sentiré cum Ecclesia, la Conferencia Episcopal Paraguaya (CEP) estableció como lema para el año litúrgico: ―misericordiosos como el Padre‖ (Lc 6,36) porque Dios, nuestro Creador, es el principio y fundamento de la Misericordia. Para dar forma a lo establecido, el Consejo Episcopal Pastoral de la CEP solicitó al Instituto Superior de Teología la organización de la novena de la Virgen de Caacupé que servirá de base de todos los novenarios que se realizarán en la Provincia Eclesiástica del Paraguay. Para cada día se propone, además de los textos bíblicos que hacen referencia al tema, una o dos obras de misericordia, que son acciones caritativas por medio de las cuales los cristianos ponen en práctica la Palabra de Dios. El esquema del Guión homilético es sencillo: Se parte del enunciado del ―día‖ del novenario; luego, en algunos casos, se especifica una ―peregrinación‖ especialmente programada; a continuación se detalla la lista de los dos predicadores del día; se enuncia el tema y la obra de misericordia correspondiente; sigue la presentación de los textos bíblicos, la exposición de las ideas centrales y algunos textos del Magisterio que se proponen para la reflexión. Al final, se ofrece un breve texto sobre la Virgen María. El material presentado es una pequeña ayuda para el predicador, el cual tiene la misión de animar e iluminar a la comunidad eclesial, y a cada bautizado, para que comprendiendo la Palabra de Dios proclamada y celebrada, y viviendo intensamente la Eucaristía, pueda adherirse cada vez más a Jesucristo, el ―revelador definitivo de la misericordia de Dios‖ (cf. MV 1)y responda a su vocación de ser ―discípulos y misioneros de Jesucristo, para que nuestros Pueblos en Él tengan vida‖ (Aparecida). Conferencia Episcopal Paraguaya (CEP)
  • 2. 2 PRIMER DÍA: sábado 28 de noviembre de 2015 Peregrinación nacional de la juventud Predicadores: 07:00 hs. Mons. Gabriel Escobar, Obispo del Vicariato Apostólico del Chaco – Alto Paraguay. 19:00 hs. Mons. Ricardo Valenzuela, Obispo de Villarrica del Espíritu Santo. Tema: La juventud, alegría y expresión de la misericordia de Dios Obra de misericordia:Instruir o enseñar a quien no sabe Quien no sabe es un pobre. Una pobreza física o económica es comprensible, y atendible, pero ―instruirse o capacitarse‖ para superar la pobreza de salud, en techo y alimentación, requiere de gente misericordiosa. Del joven, anciano, varón o mujer que ayuden. La pobreza cultural es más costosa; se requiere de gente que enseñe, instruya para ocasiones de falta de oportunidades y de formación. El pobre de costumbre no interpreta el pasado y no puede soñar un futuro mejor. Recibir la instrucción, en la Biblia, todavía es más necesaria, porque ayuda a vencer la pobreza relacional, caracterizada por la soledad, la dispersión familiar y la disgregación social. La pobreza espiritualse supera con la instrucción en la fe, la cual capacita a la persona anímica y espiritualmente. Esta instrucción será capaz de promover la participación, la solidaridad, para socorrer los casos extremos del vacío de Dios, perversión cultural y corrupción moral. La obra de caridad que instruye no fracasa, siempre queda algo y mucho que agradecer y convertirse en un eslabón voluntario a favor de quienes son más pobres. Los jóvenes tienen mucho que aprender y también mucho que enseñar desde ya. Lecturas: 1 Sam 16,1-13; Sal 51 (50); Lc 15,11-32 Ideas centrales delos textos bíblicos 1 Sam 16,1-13 El cuadro final describe a Samuel ungiendo a David, el más ―pequeño‖ o ―joven‖ de todos los hermanos. Es el cumplimiento de lo que ya había sido anticipado (13,14; 15,28). Como ocurrió con la unción de Saúl, David es directamente ordenado por Dios. La unción es secreta. Se le oculta a Saúl; aunque los ancianos de Belén son invitados, no se menciona su presencia. La unción recae sobre el hijo más joven de Jesé. En la Biblia siempre se privilegia al más joven: Por ejemplo: Abel en relación a Caín; Jacob en relación a Esaú; aquí David en relación a sus hermanos mayores, etc. En hebreo, el mismo vocablo para decir ―joven‖ (bajar) se emplea para decir ―elegido‖ (bajur). Se subraya el poder profético: ―El Señor no ve como ven los mortales‖ (16,7). Una vez ungido, ―el espíritu del Señor se apoderó con fuerza de David desde aquel día‖ (16,13). Samuel vuelve a Ramá. Su tarea ha terminado. En escena queda el nominado para rey. Ahora queda por desenvolverse los acontecimientos.
  • 3. 3 Salmo 51 (50)Miserere Este Salmo se denomina el ―Miserere‖. El salmista reconoce su culpa, admite que ha pecado y merece el castigo. No se culpa a nadie; se trata más bien de una ―confesión‖ por la cual el orante asiente que es proclive al pecado desde el día de su nacimiento. Es particularmente digno de mención que este salmista no sólo pide perdón sino también transformación. Una cosa es pedir que Dios ―borre‖ o lave completamente los resultados de pecados anteriores (51,3.4.9.11) y otra muy distinta pedir la transformación del propio corazón y el espíritu (51,12). Este salmista penitente pide que lo libren no sólo de las consecuencias del pecado sino también de toda futura inclinación a pecar. Esto es lo que se sugiere con las palabras o expresiones como ―espíritu contrito‖ y ―corazón contrito y humillado‖ (51,19). El sacrificio que Dios quiere es la voluntad de transformarse, de aceptar una nueva personalidad sin inclinación al pecado. Evangelio:Lc 15,11-32 En la nomenclatura tradicional se la conoce como la ―parábola del hijo pródigo‖. Se la ha llegado a considerar como ―la obra maestra de todas las parábolas de Jesús‖. La parábola combina actitudes como la libertad y responsabilidad, enajenación y despersonalización de la existencia, nostalgia y retorno, gracia, angustia y reconciliación, rasgos universales de la vida humana y necesidades básicas de la persona. Se la conoce también como parábola dela misericordia, del amor o de la alegría del Padre. El Padre, en realidad, es el verdadero protagonista de la narración (―un padre tenía dos hijos‖: v. 11). Parece lógico suponer que, en labios de Jesús, el acento recaería esencialmente sobre el amor del padre; un amor incondicional e ilimitado que no solo acoge con la mayor solicitud al hijo que retorna de sus extravíos, sino que, además, no consiente que la frialdad del hijo fiel, del observante, obstaculice la manifestación de ese amor hacia el hijo que ―estaba muerto y ha vuelto a la vida‖ (v. 32). Dos aspectos caben destacar: Primero, la parábola refleja una estructura según el esquema perdido – encontrado (vv. 24. 32) lo mismo que las parábolas anteriores. El final se caracteriza por la alegría de haber hallado lo perdido. Aquí toma forma de banquete festivo. Segundo, dentro del contexto de todo el capítulo, es decir incluyendo la introducción (vv. 1- 3), el objeto de la parábola es dar respuesta a las observaciones críticas de los fariseos y de los doctores de la ley. La actitud del hijo mayor caracteriza indudablemente la postura de esos personajes, y así quedan alegorizados ciertos detalles, como ―sin desobedecer nunca una orden tuya‖ (v. 29) o ―tantos años que te sirvo‖ (v. 29). No hay la más mínima indicación sobre las características del hermano menor, su estado civil, soltero o casado. Quizá se trata de un muchacho en la etapa de la adolescencia; es el menor, el más joven. El hijo menor emigró a un país lejano, derrochó su fortuna y vivió desenfrenadamente. En el v. 30 se afirma que ese desenfreno se trata de un convivio con prostitutas. Cuando lo gastó todo, en el marco de un hambre terrible, empezó a pasar necesidad. Entonces se puso al servicio de un pagano (cuidar cerdos). El cerdo se considera un animal impuro en el judaísmo. Este detalle es un indicio de la degradación moral a la que se ve sometido del muchacho. El joven desearía acallar su hambre con la comida de los cerdos, pero sentía una repugnancia insuperable. Una presentación tan grotesca subraya el extremo de necesidad al que había llegado el chico. Obsérvese el proceso: El joven entra en sí (conciencia de su situación y remordimiento por su conducta errática). Son los primeros pasos de su proceso de conversión. Se dijo: ... Me levantaré e iré... Diré: He pecado contra el cielo y ante ti (adquiere una conciencia tal que le
  • 4. 4 afecta psicológicamente hasta el punto de reconocer que no merece la consideración del hijo de tal padre); Cuando todavía está lejos, el padre le vio y se le partió el corazón. Acto seguido sale a su encuentro (es la manifestación del cariño y de la ternura del padre). Luego sobrevendrá una ―explosión‖ de amor y de alegría: abrazo, besos, se le hecho al cuello…(manifestación efusiva del perdón paterno). El hijo confiesa sus pecados así como se había propuesto, pero antes de hacer su petición, el padre le interrumpe y empieza a dar órdenes y disposiciones a sus criados: la mejor o primera túnica, anillos, sandalias todas nuevas, lo mejor. El ternero cebado es signo de la satisfacción del padre por haber recuperado sano y salvo a su hijo. Y se realiza el banquete. Entra en escena el hijo mayor, el cumplidor, el trabajador. Se indigna por la fiesta; se niega a entrar aunque lo pida el padre. Reclama y saca a relucir su servicio y fidelidad de tantos años. Estas actitudes reflejan a los críticos intransigentes de Jesús. El hijo mayor deja entrever su amargura porque piensa que se premia el vicio y no se reconoce la virtud. No reconoce a su hermano (―ese hijo tuyo‖); lo acusa; enumera sus pecados. El padre le hace notar que todo lo suyo le pertenece, que está cerca del padre; es el mayor, el primogénito, depositario de las bendiciones. El padre procura que el mayor reconozca al menor: ―ese hermano tuyo‖, le corrige, con suavidad. En definitiva, el padre conduce la situación con paciencia, con misericordia hacia los dos hijos. El padre es el verdadero protagonista. En consecuencia, la parábola presenta al padre como símbolo del amor del propio Dios; un amor, una misericordia incondicional, abierta, ilimitada, que no sólo se vuelca sobre el pecador arrepentido –el hijo menor–, sino también sobre el crítico intransigente –el hijo mayor–, que se obstina en su incomprensión. La parábola es, al mismo tiempo, una espléndida caracterización del mensaje salvífico de Jesús, el gran predicador del Reino. La parábola insiste en la misericordia del padre; que por encima de todo, incluso del pecado más grave, está el amor y la comprensión del padre. Y Si Jesús acoge a los ―recaudadores y pecadores‖, y hasta ―come con ellos‖, es porque Dios mismo los acepta y los quiere. Dios ama al pecador aún en su situación de pecado, es decir, incluso antes de que se convierta; es más, en cierto modo, lo que realmente hace posible la conversión es ese amor misericordioso del Padre. EvangeliiGaudium → Sobre la alegría, cf. del 2 al 8: El gran riesgo del mundo actual, con su múltiple y abrumadora oferta de consumo, es una tristeza individualista que brota del corazón cómodo y avaro, de la búsqueda enfermiza de placeres superficiales, de la conciencia aislada…Con todo, nadie podrá quitarnos la dignidad que nos otorga este amor infinito e inquebrantable. El nos permite levantar la cabeza y volver a empezar, con una ternura que nunca nos desilusiona y que siempre puede devolvernos la alegría. No huyamos de la resurrección de Jesús, nunca nos declaremos muertos, pase lo que pase. ¡Que nada pueda más que su vida que nos lanza hacia adelante. Los libros del Antiguo Testamento habían preanunciado la alegría de la salvación, que se volvería desbordante en los tiempos mesiánicos. Así, por ejemplo, el profeta Isaías se dirige al Mesías esperado saludándolo con regocijo. ―Tú multiplicaste la alegría, acrecentaste el gozo‖ (9,2). Y anima a los habitantes de Sión a recibirlo con cantos. ―Dad gritos de gozo y de júbilo‖ (12,6). El evangelio, donde deslumbra gloriosa la cruz de Cristo, invita intensamente a la alegría. Bastan algunos ejemplos: ―Alégrate‖ es el saludo del ángel a María (Lc 1,28). La visita de María a Isabel hace que Juan salte de alegría en el seno de su madre (cf. Lc 1,41.
  • 5. 5 Hay cristianos cuya opción parece ser la de una Cuaresma sin pascua. Pero reconozco que la alegría no se vive del mismo modo en todas las etapas y circunstancias de la vida, a veces muy duras…. Aparecida → Sobre los jóvenes: 443: Los jóvenes y adolescentes constituyen la gran mayoría de la población de América Latina y del Caribe. Representan un enorme potencial para el presente y el futuro de la Iglesia y de nuestros pueblos, como discípulos y misioneros del Señor Jesús. Los jóvenes son sensibles a descubrir su vocación a ser amigos y discípulos de Cristo. Están llamados a ser centinelas del mañana, comprometiéndose en la renovación del mundo a la luz del plan de Dios. No temen el sacrificio ni la entrega de la propia vida, pero sí una vida sin sentido. Por su generosidad, están llamados a servir a sus hermanos, especialmente a los más necesitados con todo su tiempo y vida. Tienen la capacidad para oponerse a falsas ilusiones de felicidad y a los paraísos engañosos de la droga, el placer, el alcohol y todas formas de violencia. En su búsqueda del sentido de la vida son capaces y sensibles para descubrir el llamado particular que el Señor Jesús les hace. Como discípulos misioneros, las nuevas generaciones están llamadas a transmitir a sus hermanos jóvenes sin distinción alguna, la corriente de vida que viene de Cristo y a compartirla en comunidad construyendo la Iglesia y la sociedad. →Los jóvenes y la pastoral vocacional (discurso del Papa Benedicto XVI). En América Latina, la mayoría de la población está formada por jóvenes. A este respecto, debemos recordarles que su vocación consiste en ser amigos de Cristo, sus discípulos, centinelas de la mañana, como solía decir mi predecesor Juan Pablo II. Los jóvenes no tienen miedo al sacrificio, sino de una vida sin sentido. Son sensibles a la llamada de Cristo que les invita a seguirle. Pueden responder a esa llamada como sacerdotes, como consagrados y consagradas, o como padres y madres de familia, dedicados totalmente a servir a sus hermanos con todo su tiempo y capacidad de entrega, con su vida entera. Los jóvenes afrontan la vida como un descubrimiento continuo, sin dejarse llevar por las modas o las mentalidades en boga, sino procediendo con una profunda curiosidad sobre el sentido de la vida y sobre el misterio de Dios, Padre creador, y de Dios Hijo, nuestro redentor dentro de la familia humana. Deben comprometerse también en una continua renovación del mundo a la luz de Dios. Más aún, deben oponerse a los fáciles espejismos de la felicidad inmediata y de los paraísos engañosos de la droga, del placer, del alcohol, así como a todo tipo de violencia. Laudato si → Sobre el futuro que depara a los jóvenes o futuras generaciones, podría considerarse los números: 159 al 162. 159: La noción de bien común incorpora también a las generaciones futuras. Las crisis económicas internacionales han mostrado con crudeza los efectos dañinos que trae aparejado el desconocimiento de un destino común, del cual no pueden ser excluidos quienes vienen detrás de nosotros. Ya no se puede hablar de desarrollo sostenible sin una solidaridad intergeneracional. Cuando pensamos en la situación en que se deja el planeta a las generaciones futuras, entramos en otra lógica, la del don gratuito que recibimos y comunicamos… 160: ¿Qué tipo de mundo queremos dejar a quienes nos suceden, a los niños (a los jóvenes) que están creciendo? Esta pregunta no afecta sólo al ambiente de manera aislada, porque no se puede plantear la cuestión de modo fragmentario. Cuando nos interrogamos por el mundo que queremos dejar, entendemos sobre todo su orientación general, su sentido, sus valores…
  • 6. 6 161: Las predicciones catastróficas ya no pueden ser miradas con desprecio e ironía. A las próximas generaciones podríamos dejarles demasiados escombros, desiertos y suciedad. El ritmo de consumo, de desperdicio y de alteración del medio ambiente ha superado las posibilidades del planeta, de tal manera que el estilo de vida actual, por ser insostenible, sólo puede terminar en catástrofes, como de hecho ya está ocurriendo periódicamente en diversas regiones… 162: La dificultad para tomar en serio este desafío tiene que ver con un deterioro ético y cultural, que acompaña al deterioro ecológico. El hombre y la mujer del mundo postmoderno corren el riesgo permanente de volverse profundamente individualistas, y muchos problemas sociales se relacionan con el inmediatismo egoísta actual, con la crisis de los lazos familiares y sociales, con las dificultades para el reconocimiento del otro. Muchas veces hay un consumo inmediatista y excesivo de los padres que afecta a los propios hijos, quienes tienen cada vez más dificultades para adquirir una casa propia y fundar una familia. Además, nuestra incapacidad para pensar seriamente en las futuras generaciones está ligada a nuestra incapacidad para ampliar los intereses actuales y pensar en quienes quedan excluidos del desarrollo. No imaginemos solamente a los pobres del futuro, basta que recordemos a los pobres de hoy, que tienen pocos años de vida en esta tierra y no pueden seguir esperando. Por eso, ―además de la leal solidaridad intergeneracional, se ha de reiterar la urgente moral de una renovada solidaridad intrageneracional‖. MisericordiaeVultus 9: En las parábolas dedicadas a la misericordia, Jesús revela la naturaleza de Dios como la de un Padre que jamás se da por vencido hasta tanto no haya disuelto el pecado y superado el rechazo con la compasión y la misericordia. Conocemos estas parábolas; tres en particular: la de la oveja perdida y de la moneda extraviada, y la del padre y los dos hijos (cf. Lc 15,1-32). Es estas parábolas, Dios es presentado siempre lleno de alegría, sobre todo cuando perdona. En ellas encontramos el núcleo del Evangelio y de nuestra fe, porque la misericordia se muestra como la fuerza que todo vence, que llena de amor el corazón y que consuela con el perdón. Jesús afirma que la misericordia no es solo el obrar del Padre, sino que ella se convierte en el criterio para saber quiénes son realmente sus verdaderos hijos. Así, entonces, estamos llamados a vivir de misericordia, porque a nosotros en primer lugar se nos ha aplicado misericordia… ¡Cómo e difícil perdonar muchas veces! Y, sin embargo, el perdón es el instrumento puesto en nuestras frágiles manos para alcanzar la serenidad del corazón. Dejar caer el rencor, la rabia, la violencia y la venganza son condiciones necesarias para vivir felices…‖Dichosos los misericordiosos, porque ellos encontrarán misericordia‖ (Mt 5,7) es la bienaventuranza en la que hay que inspirarse durante este Año Santo…. Virgen María ―Alégrate, has sido llenada de gracia, el Señor está Contigo‖ es el saludo del ángel Gabriel a la Virgen María (Lc 1,28), preservada por Dios para ser la Madre de su Hijo. La misericordia de Dios se encarna en el seno de una joven muchacha de Nazaret. María representa no solo la alegría de Dios por aceptar la voluntad divina sino también la alegría de la humanidad porque con su ―Sí‖ coopera para que la Misericordia nos visite.
  • 7. 7 SEGUNDO DÍA: domingo 29 de noviembre de 2015 Peregrinación de los indígenas Predicadores: 07:00 hs. Mons. Lucio Alfert, Obispo-Vicario Apostólico del Pilcomayo. 19:00 hs. Pbro. Dr. Cristino Bohnert, Rector del Seminario Mayor Nacional del Paraguay. Tema: La misericordia llena la tierra Obra de misericordia:Dar techo a quien no lo tiene Al parecer la hospitalidad es la virtud que promueve ―posadas para los peregrinos‖ o ―techos para quienes no lo tienen‖. Los hospedajes nacieron como una obra de caridad a los peregrinos y viajeros. Las experiencias de una vida itinerante hacen más conscientes del valor de la hospitalidad. Se aprende de niños por el ejemplo de los padres, al jugar construyendo unas casitas y al compartir los campamentos. El movimiento de la Acción católica, tenía la costumbre de ayudarse para ampliar la casa o dar techo al hermano; y hasta hoy día las cooperativas y fundaciones ayudan a tener un techo propio. La meta de ser misericordiosos ayudando a dar cobijo a la familia y a las personas son una bella inspiración y una gracia de Dios misericordioso. Lecturas: a) Textos bíblicos del domingo 29 de noviembre Jer 33,14-16 Sal 24, 4-14 1 Tes 3,12—4,2 Lc 21, 25-28. 34-36. b) Textos bíblicos que sean de cualquier día que no sea domingo Gen 2, 4-9, 15-17 o Eclo 17, 1-13 Sal 33 o Sal 8,1-9. Mc 4,26-32. Ideas centrales de los textos bíblicos ―La misericordia de Yahvéhllena la tierra‖, reza el salmista (Sal 33,5). Podemos entender que esta oración indica que la misericordia es infinita, que no tiene límites ni fronteras. Que hermoso es comprender que la misericordia de Dios puede llegar a todos los hombres, que hermoso es sentir que la misericordia podemos experimentar en nuestra existencia humana y en nuestra vida como cristianos. Esta tierra es obra maravillosa de la creación de Dios para el uso adecuado de los hombres. La naturaleza creada es una manifestación amorosa de Dios, la misericordia de Dios se hace presente por medio de las cosas creadas y confiadas a los hombres para su cuidado y protección. Misericordia es el acto último y supremo con el cual Dios viene a nuestro encuentro. Misericordia es la Ley fundamental que habita en el corazón de cada persona cuando mira con ojos sinceros al hermano que encuentra en el camino de la vida. Misericordia es la vía que une
  • 8. 8 Dios y el hombre, porque abre el corazón a la esperanza de ser amado para siempre no obstante el límite de nuestro pecado. Destinatarios del amor de Dios son los hombres que viven en una determinada región, en un planeta llamada ―tierra‖, que se va deteriorando, lamentablemente, en forma acelerada. Dios ha confiado al hombre el cuidado y la ―administración‖ de este planeta porque es el hombre el que puede hacerla habitable; pero, al mismo tiempo, tiene el poder de destruirla. La misericordia del Señor llenará la tierra cuando el hombre tenga el deseo de sentir el amor de Dios y al mismo tiempo cuando se hace responsable del uso adecuado de la tierra. La misericordia de Dios llenará la tierra cuando el hombre responda a la llamada Dios, cuando acepte la invitación amorosa de Dios. ―Dios que quiere que todos los hombres se salven y lleguen al conocimiento de la verdad‖, pero el hombre debe ―querer‖ también y aceptar libremente a participar de la vida eterna y gloriosa por medio de la fe. La fe es la puerta de la salvación. El Papa Francisco invita a todos a acogerse a la misericordia de Dios: ―La palabra del perdón y la llamada e experimentar la misericordia no deje a ninguno indiferente. Mi invitación a la conversión se dirige con mayor insistencia a aquellas personas que se encuentran lejanas de la gracia de Dios debido a su conducta de vida. Pienso en modo particular a los hombres y mujeres que pertenecen a algún grupo criminal, cualquiera que este sea. Por vuestro bien os pido cambiar de vida. Os lo pido en el nombre del Hijo de Dios que si bien combate el pecado nunca rechaza a ningún pecador‖. EvangeliiGaudium 218. La paz social no puede entenderse como un irenismo o como una mera ausencia de violencia lograda por la imposición de un sector sobre los otros. También sería una falsa paz aquella que sirva como excusa para justificar una organización social que silencie o tranquilice a los más pobres, de manera que aquellos que gozan de los mayores beneficios puedan sostener su estilo de vida sin sobresaltos mientras los demás sobreviven como pueden. Las reivindicaciones sociales, que tienen que ver con la distribución del ingreso, la inclusión social de los pobres y los derechos humanos, no pueden ser sofocadas con el pretexto de construir un consenso de escritorio o una efímera paz para una minoría feliz. La dignidad de la persona humana y el bien común están por encima de la tranquilidad de algunos que no quieren renunciar a sus privilegios. Cuando estos valores se ven afectados, es necesaria una voz profética. 229. Este criterio evangélico nos recuerda que Cristo ha unificado todo en sí: cielo y tierra, Dios y hombre, tiempo y eternidad, carne y espíritu, persona y sociedad. La señal de esta unidad y reconciliación de todo en sí es la paz. Cristo «es nuestra paz» (Ef 2,14). El anuncio evangélico comienza siempre con el saludo de paz, y la paz corona y cohesiona en cada momento las relaciones entre los discípulos. La paz es posible porque el Señor ha vencido al mundo y a su conflictividad permanente «haciendo la paz mediante la sangre de su cruz» (Col 1,20). Pero si vamos al fondo de estos textos bíblicos, tenemos que llegar a descubrir que el primer ámbito donde estamos llamados a lograr esta pacificación en las diferencias es la propia interioridad, la propia vida siempre amenazada por la dispersión dialéctica. Con corazones rotos en miles de fragmentos será difícil construir una auténtica paz social. 234. Entre la globalización y la localización también se produce una tensión. Hace falta prestar atención a lo global para no caer en una mezquindad cotidiana. Al mismo tiempo, no conviene perder de vista lo local, que nos hace caminar con los pies sobre la tierra. Las dos cosas unidas impiden caer en alguno de estos dos extremos: uno, que los ciudadanos vivan en un universalismo abstracto y globalizante, miméticos pasajeros del furgón de cola, admirando los fuegos artificiales del mundo, que es de otros, con la boca abierta y aplausos programados;
  • 9. 9 otro, que se conviertan en un museo folklórico de ermitaños localistas, condenados a repetir siempre lo mismo, incapaces de dejarse interpelar por el diferente y de valorar la belleza que Dios derrama fuera de sus límites. Aparecida 6. Por eso, ante todo, damos gracias a Dios y lo alabamos por todo lo que nos ha sido regalado. Acogemos la realidad entera del Continente como don: belleza y fecundidad de sus tierras, la riqueza de humanidad que se expresa en las personas, familias, pueblos y cultura del continente. Sobre todo, nos ha sido dado Jesucristo, la plenitud de la Revelación de Dios, un tesoro incalculable, la ―perla preciosa‖(cf. Mt 13,45), el Verbo de Dios hecho carne, Camino, Verdad y Vida de los hombres y mujeres, a quienes abre un destino de plena justicia y felicidad. Él es el único Salvador que, con su muerte y resurrección, rompió las cadenas opresivas del pecado y la muerte, que revela al amor misericordioso del Padre y la vocación, dignidad y destino de la persona humana. 84. En las decisiones sobre las riquezas de la biodiversidad y de la naturaleza, las poblaciones tradicionales han sido prácticamente excluidas. La naturaleza ha sido y continúa siendo agredida. La tierra fue depredada. Las aguas están siendo tratadas como si fuera una mercancía negociable por las empresas, además de haber sido transformadas en un bien disputado por las grandes potencias. Un ejemplo importante en esta situación es la amazonia. Laudato Si V. Inequidad planetaria 48. El ambiente humano y el ambiente natural se degradan juntos, y no podremos afrontar adecuadamente la degradación ambiental si no prestamos atención a causas que tienen que ver con la degradación humana y social. De hecho, el deterioro del ambiente y el de la sociedad afectan de un modo especial a los más débiles del planeta: «Tanto la experiencia común de la vida ordinaria como la investigación científica demuestran que los más graves efectos de todas las agresiones ambientales los sufre la gente más pobre». Por ejemplo, el agotamiento de las reservas ictícolas perjudica especialmente a quienes viven de la pesca artesanal y no tienen cómo reemplazarla, la contaminación del agua afecta particularmente a los más pobres que no tienen posibilidad de comprar agua envasada, y la elevación del nivel del mar afecta principalmente a las poblaciones costeras empobrecidas que no tienen a dónde trasladarse. El impacto de los desajustes actuales se manifiesta también en la muerte prematura de muchos pobres, en los conflictos generados por falta de recursos y en tantos otros problemas que no tienen espacio suficiente en las agendas del mundo. 139. Cuando se habla de «medio ambiente», se indica particularmente una relación, la que existe entre la naturaleza y la sociedad que la habita. Esto nos impide entender la naturaleza como algo separado de nosotros o como un mero marco de nuestra vida. Estamos incluidos en ella, somos parte de ella y estamos interpenetrados. Las razones por las cuales un lugar se contamina exigen un análisis del funcionamiento de la sociedad, de su economía, de su comportamiento, de sus maneras de entender la realidad. Dada la magnitud de los cambios, ya no es posible encontrar una respuesta específica e independiente para cada parte del problema. Es fundamental buscar soluciones integrales que consideren las interacciones de los sistemas naturales entre sí y con los sistemas sociales. No hay dos crisis separadas, una ambiental y otra social, sino una sola y compleja crisis socio-ambiental. Las líneas para la solución requieren una aproximación integral para combatir la pobreza, para devolver la dignidad a los excluidos y simultáneamente para cuidar la naturaleza. 227. Una expresión de esta actitud es detenerse a dar gracias a Dios antes y después de las comidas. Propongo a los creyentes que retomen este valioso hábito y lo vivan con
  • 10. 10 profundidad. Ese momento de la bendición, aunque sea muy breve, nos recuerda nuestra dependencia de Dios para la vida, fortalece nuestro sentido de gratitud por los dones de la creación, reconoce a aquellos que con su trabajo proporcionan estos bienes y refuerza la solidaridad con los más necesitados. MisericordiaeVultus 6. «Es propio de Dios usar misericordia y especialmente en esto se manifiesta su omnipotencia». Las palabras de santo Tomás de Aquino muestran cuánto la misericordia divina no sea en absoluto un signo de debilidad, sino más bien la cualidad de la omnipotencia de Dios. Es por esto que la liturgia, en una de las colectas más antiguas, invita a orar diciendo: «Oh Dios que revelas tu omnipotencia sobre todo en la misericordia y el perdón». Dios será siempre para la humanidad como Aquel que está presente, cercano, providente, santo y misericordioso. Virgen María Dios ha cumplido en la Virgen María grandes cosas que ella aceptó. Virginidad significa ausencia de hombre y presencia de Dios. No es una fuga de lo humano inducida por el pesimismo o autosuficiencia, sino absoluta confianza en Dios. La Iglesia invita a la Virgen María no tanto para proclamar sus propias palabras ―no conozco varón‖, sino para testimoniar una afectiva y confiada dependencia de Dios solo. Ella será modelo de amor, de la alabanza, de la complementación de la Trinidad, ella que es santa como es santa la Iglesia a la que pertenece. La misericordia de Dios llena la tierra por que la Virgen María se ocupa y se preocupa de todos sus hijos que vivan en dignidad respetando y cuidando la naturaleza que es fruto de la misericordia divina. El amor de Dios es el mismo amor de la Virgen María hacia los hombres que están llamados a la salvación eterna, a una vida plena y alegre.
  • 11. 11 TERCER DÍA: lunes 30 de noviembre de 2015 Peregrinación del Clero Nacional Predicadores: 07:00 hs. Mons. Joaquín Robledo, Obispo de San Lorenzo. 19:00 hs. Pbro. Dr. Mariosvaldo Florentino, Custodio de los Padres Capuchinos del Paraguay. Tema: Dios nuestro Padre es misericordioso Obra de misericordia: Perdonar las injurias al ofensor El perdón es un don recibido de Dios para perdonar a ―los que nos ofenden‖, como rezamos en el Padrenuestro y está atestiguada en la Sagrada Escritura. San Mateo (6,9) escribió: ―Si perdonan sus faltas a los demás, el Padre que está en el cielo los perdonará‖. La voluntad y la confesión para perdonar son necesarias y suficientes para obtener el perdón de Dios y acercarse a la comunión sacramental. Pero los recuerdos, las heridas y las penas remanentes después del sacramento, no son faltas de la misericordia de Dios. Harán falta el tiempo, la indulgencia y la orientación espiritual para crecer en el amor y la misericordia para con los demás y consigo mismo. Mucho se ha escrito al respecto y las ofensas, deudas o injurias lo confiamos para otro espacio de la sabiduría y misericordia de Dios. Lecturas: 1 Pe 1,13-21 Sal 145 (144) Mt 5,38-48 Ideas centrales de los textos bíblicos 1 Pe 1,13-21 La esperanza es el tema en torno al cual gira el mensaje. Se habla de la llamada a la santidad y a una conducta religiosamente respetuosa. La memoria creyente del acontecimiento liberador llevado a cabo gracias a la sangre de Cristo es la razón profunda del cambio de conducta de los cristianos, del paso de una vida sin sentido a una vida en la esperanza, y de la ignorancia a la santidad. La vida de santidad es una vida testimoniada mediante los valores del evangelio. Consiste en la adhesión a Cristo, a su persona, a su modo de ser, de pensar, de obrar, de relacionarse con los demás. Y la clave de estos valores es la misericordia. La razón última de la santidad es la santidad de Dios: ―Seréis santos, porque santo soy yo‖ (1 Pe 1,16) y Dios es santo porque es fiel y misericordioso. Dios nuestro Padre nos ha rescatado, Él, mediante Jesucristo nos ha procurado la salvación, por eso debemos vivir en el santo temor de Dios, es decir, en la búsqueda de Dios y en la asimilación a Jesucristo. En él ciframos nuestras esperanzas. Sal 145 (144) El salmista canta una oración de alabanza celebrando la suprema realeza de Dios. La soberanía de Dios comprende creación y providencia, se difunde sobre todo el ser; carece de principio y fin (v. 13), es eterna y se manifiesta en la majestad (vv. 3-5), es justicia y bondad
  • 12. 12 (vv. 6-7), clemencia y amor (vv. 8-9), fidelidad y protección (vv. 13-14), liberalidad (vv. 15- 16) y ternura paterna (vv. 17-20). Pero el rostro real de Yhwh dibujado en el Salmo se parece mucho más al de un padre amoroso, misericordioso y lleno de ternura que a la figura de un emperador. Ciertamente Dios es un soberano trascendente, pero está también atento al hambre de sus criaturas (vv. 15-16). Evangelio: Mt 5,43-48 Mientras el amor al prójimo se halla en el Código de Santidad (Lv 19,18), el mandamiento del odio hacia los enemigos, así como se plantea en nuestro texto, no aparece en el Antiguo Testamento. Con el término ―prójimo‖ se indica al que pertenece al pueblo de Dios, mientras los enemigos son paganos que, idólatras, constituyen una amenaza para la fe de Israel. Por tanto, si bien no existe en el Antiguo Testamento un mandamiento explícito de odiar a los propios enemigos, se puede concluir que en la tradición bíblica el adversario de Dios es el mismo que el del pueblo (Sal 139,21-22). En la tradición judía, junto a los textos que invitan a contraponerse al enemigo, existen otros que en cambio exhortan a la misericordia. Por tanto Jesús parece colocarse sobre esta línea que dilata y extiende el amor en manera universal, también de frente al adversario. El amor o la misericordia, que no se reduce a un sentimiento psicológico, sino se realiza en los gestos concretos de ayuda y de socorro, halla el mejor ámbito de verificación en la oración que, hecha ante Dios, hace emerger la verdad en las relaciones. Es precisamente en la oración donde el amor hacia los enemigos no es fruto de conveniencia, de demagogia, de buena educación, sino es únicamente moldeado / modelado por la relación con Dios. La misericordia o el amor, por tanto, no corresponde a una ideología o a una acción política, sino tiene su modelo en Jesús mismo, el cual ha sido rechazado o crucificado por su pueblo. Ser misericordiosos y amar al enemigo constituye al hombre ―hijo del Padre celestial‖. Esta identidad no es estática, sino corresponde a un proceso dinámico: se ya es hijo, pero se llega a la plenitud de la filiación cuando se reproduce la misma lógica del Padre, el cual extiende en manera universal su amor y su misericordia. De hecho, precisamente con esta actitud, de por sí no requerida en la tradicional ética de la época, que los hombres revelan en modo más evidente la peculiaridad de Dios: la paternidad. Solamente dos veces el primer evangelio recurre a la expresión ―hijos de Dios‖ en referencia a los hombres (cf. 5, 9). En los dos textos, la filiación indica a quien crea relaciones de paz y de amor. Estas dos actitudes propias de los hijos en el modo más preciso y adecuado revelan el rostro paterno de Dios, el fundamento de este amor sin barreras se tiene en la misma imagen de Dios, el cual no solo es Padre, sino también dador de los bienes de la creación destinados en manera indiscriminada a todos los hombres. El estilo del ―padre‖ se indica mediante breves ejemplos. El amor que solo es de intercambio, porque se da en el marco de una relación corporativa y elitista, no puede ser distintivo del discípulo; recuerda más bien el comportamiento de los ―publicanos‖ que, excluidos del pueblo santo, buscaban una recompensa humana. Del mismo modo, el saludo dirigido exclusivamente al propio compatriota o correligionario no corresponde a la dinámica de la ―justicia sobreabundante‖ (Mt 5,20) que distingue y connota al creyente, pero hace pensar en el comportamiento de los ―paganos‖. El saludo, de hecho, que en el ambiente del tiempo corresponde a un augurio sincero de la paz no puede limitarse exclusivamente al propio ―hermano‖, indicando con este término la pertenencia a la comunidad creyente, sino debe ser dado sin exclusiones o diferencias. Esta apertura, que no crea separaciones, puede ser comprendida también a la luz de la eclesiología de Mateo. Su comunidad está compuesta, de hecho, de justos e injustos que, en
  • 13. 13 el tiempo histórico están llamados a convivir juntos, porque solo al final de la historia serán definitivamente separados (13, 24-30.36-43.47-50). La frase final, inspirada en el principio de la imitatio Dei, no concluye solamente este texto sino recapitula y procura la clave de interpretación de todo el texto (vv. 21-48). La perfección no es aquella propuesta por el mundo griego, sino tiene su modelo en Dios, según la revelación bíblica. Si bien la expresión no tiene paralelo en el Antiguo Testamento, el estribillo que se halla en el Código de Santidad: ―Sed santos como yo soy santo‖ (Lv 19,2; 20, 26; 21, 8), parece proponer la misma lógica en la invitación a la santidad que está fundada sobre aquella misma de Dios. Dios es perfecto porque es misericordioso. El término ―perfecto‖ (griego: teleios) aparece de nuevo en el requerimiento planteado al joven rico de seguir a Jesús (19, 21). La perfección, que no se realiza en la observancia de los mandamientos sino en dar a los pobres los propios bienes y en ponerse en seguimiento de Jesús, se pone en movimiento, por eso, en el amor pleno hacia él. Este amor misericordioso indiviso no es solamente sinónimo de perfección, sino también de ―justicia sobreabundante‖ (5,20), indicada como el cumplimiento de la ―ley‖ y de los ―profetas‖ (5,17). EvangeliiGaudium 3:―Dios no se cansa nunca de perdonar, somos nosotros los que nos cansamos de acudir a su misericordia. Aquel que nos invitó a perdonar ´setenta veces siete‘ (Mt 18,22) nos da ejemplo: Él perdona setenta veces siete. Nos vuelve a cargar sobre sus hombros una y otra vez. Nadie podrá quitarnos la dignidad que nos otorga este amor infinito e inquebrantable. Él nos permite levantar la cabeza y volver a empezar, con una ternura que nunca nos desilusiona y que siempre puede devolvernos la alegría. No huyamos de la resurrección de Jesús, nunca nos declaremos muertos, pase lo que pase‖. Aparecida 17: ―El amor del Padre nos ha sido revelado en Cristo que nos ha invitado a entrar en su reino. Él nos ha enseñado a orar diciendo ´Abba, Padre‘ (Rm 8,15; cf. Mt 6,9)‖. 23: ―Bendito sea Dios, Padre de nuestro Señor Jesucristo, que nos ha bendecido con toda clase de bendiciones en la persona de Cristo (cf. Ef, 1,3). El Dios de la Alianza, rico en misericordia, nos ha amado primero; inmerecidamente, nos ha amado a cada uno de nosotros; por eso, lo bendecimos, animados por el Espíritu Santo, Espíritu vivificador, alma y vida de la Iglesia. Él, que ha sido derramado en nuestros corazones, gime e intercede por nosotros y nos fortalece con sus dones en nuestro camino de discípulos y misioneros‖. MisericordiaeVultus 9: ―En las parábolas dedicadas a la misericordia (cf. Lc 15,1-32), Jesús revela la naturaleza de Dios como la de un Padre que jamás se da por vencido hasta tanto no haya disuelto el pecado y superado el rechazo con la compasión y la misericordia… En estas parábolas, Dios es presentado siempre lleno de alegría, sobre todo cuando perdona. En ellas encontramos el núcleo del Evangelio y de nuestra fe, porque la misericordia se muestra como la fuerza que todo vence, que llena de amor el corazón y que consuela con el perdón‖. 12: ―En nuestras parroquias, en las comunidades, en las asociaciones y movimientos, en fin, dondequiera que haya cristianos, cualquiera debería poder encontrar un oasis de misericordia‖. Laudato Si 65: ―El Creador puede decir a cada uno de nosotros: ´Antes que te formaras en el seno de tu madre, yo te conocía‘ (Jr 1,5). Fuimos concebidos en el corazón de Dios, y por eso ´cada uno
  • 14. 14 de nosotros es el fruto de un pensamiento de Dios. Cada uno de nosotros es querido, cada uno es amado, cada uno es necesario‘‖. Virgen María ―El pensamiento se dirige ahora a la Madre de la Misericordia. La dulzura de su mirada nos acompañe en este Año Santo, para que todos podamos redescubrir la alegría de la ternura de Dios. Ninguno como María ha conocido la profundidad del misterio de Dios hecho hombre. Todo en su vida fue plasmado por la presencia de la misericordia hecha carne. La Madre del Crucificado Resucitado entró en el santuario de la misericordia divina porque participó íntimamente en el misterio de su amor‖ (Misericordiaevultus 24).
  • 15. 15 CUARTO DÍA: martes 1 de diciembre de 2015 Predicadores: 07:00 hs. Mons. Adalberto Martínez Flores, Obispode las FF.AA y la Policía Nacional. 19:00 hs.Mons. Mario Melanio Medina, Obispo de San Juan Bautista de las Misiones. Tema: Jesucristo, “el buen samaritano” Obra de misericordia: Visitar a los enfermos El amor y la misericordia tienen su lugar ante todo en las relaciones humanas de proximidad. Pero a partir de la cultura de la misericordia, condición fundamental de convivencia en la familia y en los pueblos. Los indigentes más que los familiares y amigos siempre están presentes con el paciente. Los legionarios, las cofradías y los ministros de la comunión realizan una hermosa obra de misericordia. En otros lugares, los enfermos no permanecen en los hospitales y pueden recibir ayuda hospitalaria a domicilio. La visita al enfermo, como obra y cultura de misericordia, es sobre todo una exigencia de la caridad cristiana. Cristo nos da la salud desde la cruz, nos redime con el perdón de los pecados y, en ese sentido, somos deudores de Cristo. Visitar al enfermo es un deber y un derecho, y un poderoso antídoto de caridad para el enfermo, que debilitado no debe dudar del amor de Dios. Más aún, ofrecerá sus oraciones y sufrimientos como oblación por sus seres queridos y por las personas. Lecturas: Dt 30,9-14 Sal 68,14. 17. 30-31. 36-37 Lc 10,25-37 Ideas centrales de los textos bíblicos: Deuteronomio (30,9-14) La palabra está muy cerca de ti, en tu boca y en tu corazón, para que la practiques. Este texto es como el ―evangelio‖ del Deuteronomio. Los israelitas estarán llenos de su palabra porque se restaurará el gobierno de la Palabra del Señor. El precepto no es superior a nuestras fuerzas ni está fuera de nuestro alcance (v. 11). Ya ha sido pronunciada la Palabra del Señor y está en nuestra boca y en nuestro corazón. Si nos llenamos de su palabra, se realizará su voluntad (v. 14). Y la voluntad del Señor consiste en estar cerca y amar a nuestro prójimo, brindarle nuestra ayuda y nuestro auxilio oportuno, mostrar un gesto de amor y misericordia. Salmo 69 (68) El sufriente suplica al Señor por una respuesta. Su situación es desesperada, de peligro. Este peligro amenaza con bajar al orante hasta el abismo de la muerte. Ante la amenaza y el peligro inminentes, el salmista reza, suplica, grita a Dios. Al final, se muestra confiado en que el Señor escucha sus clamores.
  • 16. 16 Evangelio: Lucas 10,25-37 Jesús nos invita a ser prójimos (próximos) de los demás.Jesús le da la vuelta a la pregunta del doctor de la Ley antigua: le indica como él mismo puede y debe ser el prójimo de los demás. No quiere responder cuál es el prójimo en pasivo, sino que quiere descubrir quién es el prójimo en activo. Cristo traslada el centro de interés. El doctor de la ley se pone a sí mismo en el pedestal; y a los demás los pone a su alrededor. Pero el centro no es el yo, sino todo el que se encuentra en mi camino y tiene necesidad de ayuda, de comprensión, de amor. El problema fundamental del cristiano no es el de saber quién es su prójimo. Su problema esencial consiste en hacerse prójimo, desplazando el centro de interés del yo a los demás. El samaritano ha sabido colocarse en la perspectiva exacta, es decir, en la parte del otro, del necesitado. Además, Jesús rechaza las diferentes categorías de prójimos, como las indicaba la ley. Anuncia un mensaje nuevo y original: todos los hombres son nuestros prójimos. No sólo hay que amar a los hermanos de raza o de religión. Hay que amar también a los extranjeros, e incluso a los enemigos, a cada uno de los seres humanos. Sólo así somos sujetos portadores de la misericordia de Dios para los hombres. La Iglesia está llamada a comportarse como el buen samaritano delante del mundo. MisericordiaeVultus 4. He escogido la fecha del 8 de diciembre por su gran significado en la historia reciente de la Iglesia. En efecto, abriré la Puerta Santa en el quincuagésimo aniversario de la conclusión del Concilio Ecuménico Vaticano II. La Iglesia siente la necesidad de mantener vivo este evento. Para ella iniciaba un nuevo periodo de su historia. Los Padres reunidos en el Concilio habían percibido intensamente, como un verdadero soplo del Espíritu, la exigencia de hablar de Dios a los hombres de su tiempo en un modo más comprensible. Derrumbadas las murallas que por mucho tiempo habían recluido la Iglesia en una ciudadela privilegiada, había llegado el tiempo de anunciar el Evangelio de un modo nuevo. Una nueva etapa en la evangelización de siempre. Un nuevo compromiso para todos los cristianos de testimoniar con mayor entusiasmo y convicción la propia fe. La Iglesia sentía la responsabilidad de ser en el mundo signo vivo del amor del Padre. Vuelven a la mente las palabras cargadas de significado que san Juan XXIII pronunció en la apertura del Concilio para indicar el camino a seguir: « En nuestro tiempo, la Esposa de Cristo prefiere usar la medicina de la misericordia y no empuñar las armas de la severidad … La Iglesia Católica, al elevar por medio de este Concilio Ecuménico la antorcha de la verdad católica, quiere mostrarse madre amable de todos, benigna, paciente, llena de misericordia y de bondad para con los hijos separados de ella ». En el mismo horizonte se colocaba también el beato Pablo VI quien, en la Conclusión del Concilio, se expresaba de esta manera: « Queremos más bien notar cómo la religión de nuestro Concilio ha sido principalmente la caridad … La antigua historia del samaritano ha sido la pauta de la espiritualidad del Concilio … Una corriente de afecto y admiración se ha volcado del Concilio hacia el mundo moderno. Ha reprobado los errores, sí, porque lo exige, no menos la caridad que la verdad, pero, para las personas, sólo invitación, respeto y amor. El Concilio ha enviado al mundo contemporáneo en lugar de deprimentes diagnósticos, remedios alentadores, en vez de funestos presagios, mensajes de esperanza: sus valores no sólo han sido respetados sino honrados, sostenidos sus incesantes esfuerzos, sus aspiraciones, purificadas y bendecidas… Otra cosa debemos destacar aún: toda esta riqueza doctrinal se vuelca en una única dirección: servir al hombre. Al hombre en todas sus condiciones, en todas sus debilidades, en todas sus necesidades ».
  • 17. 17 Con estos sentimientos de agradecimiento por cuanto la Iglesia ha recibido y de responsabilidad por la tarea que nos espera, atravesaremos la Puerta Santa, en la plena confianza de sabernos acompañados por la fuerza del Señor Resucitado que continua sosteniendo nuestra peregrinación. El Espíritu Santo que conduce los pasos de los creyentes para que cooperen en la obra de salvación realizada por Cristo, sea guía y apoyo del Pueblo de Dios para ayudarlo a contemplar el rostro de la misericordia. Aparecida 417: La Iglesia ha hecho una opción por la vida. Esta nos proyecta necesariamente hacia las periferias más hondas de la existencia: el nacer y el morir, el niño y el anciano, el sano y el enfermo. San Ireneo nos dice que ―la gloria de Dios es el hombre viviente‖, aun el débil, el recién concebido, el gastado por los años y el enfermo. Cristo envió a sus apóstoles a predicar el Reino de Dios y a curar a los enfermos, verdaderas catedrales del encuentro con el Señor Jesús. 418. Desde el inicio de la evangelización, se ha cumplido este doble mandato. El combate a la enfermedad tiene como finalidad lograr la armonía física, psíquica, social y espiritual para el cumplimiento de la misión recibida. La Pastoral de la Salud es la respuesta a los grandes interrogantes de la vida, como son el sufrimiento y la muerte, a la luz de la muerte y resurrección del Señor. 419. La salud es un tema que mueve grandes intereses en el mundo, pero que no proporcionan una finalidad que la trascienda. En la cultura actual no cabe la muerte y, ante su realidad, se trata de ocultarla. Abriéndola a su dimensión espiritual y trascendente, la Pastoral de la Salud se transforma en el anuncio de la muerte y resurrección del Señor, única verdadera salud. Ella aúna, en la economía sacramental del amor de Cristo, el amor de muchos ―buenos samaritanos‖, presbíteros, diáconos, religiosas, laicos y profesionales de la salud. Las instituciones católicas dedicadas a la Pastoral de la Salud en América Latina representan un recurso para la evangelización que se debe aprovechar. 420. En las visitas a los enfermos en los centros de salud, en la compañía silenciosa al enfermo, en el cariñoso trato, en la delicada atención a los requerimientos de la enfermedad, se manifiesta, a través de los profesionales y voluntarios discípulos del Señor, la maternidad de la Iglesia que arropa con su ternura, fortalece el corazón y, en el caso del moribundo, lo acompaña en el tránsito definitivo. El enfermo recibe con amor la Palabra, el perdón, el Sacramento de la Unción y los gestos de caridad de los hermanos. El sufrimiento humano es una experiencia especial de la cruz y de la resurrección del Señor. 421. Se debe, por tanto, alentar en las Iglesias particulares la Pastoral de la Salud que incluya distintos campos de atención. Consideramos de gran prioridad fomentar una pastoral con personas que viven con el VIH Sida, en su amplio contexto y en sus significaciones pastorales: que promueva el acompañamiento comprensivo, misericordioso y la defensa de los derechos de las personas infectadas; que implemente la información, promueva la educación y la prevención, con criterios éticos, principalmente entre las nuevas generaciones, para que despierte la conciencia de todos a contener esta pandemia. Desde esta V Conferencia, pedimos a los gobiernos el acceso gratuito y universal de los medicamentos para el Sida y las dosis oportunas. Deus CharitasEst(Benedicto XVI) 25. Llegados a este punto, tomamos de nuestras reflexiones dos datos esenciales: a) La naturaleza íntima de la Iglesia se expresa en una triple tarea: anuncio de la Palabra de Dios (kerygma-martyria), celebración de los Sacramentos (leiturgia) y servicio de la caridad (diakonia). Son tareas que se implican mutuamente y no pueden separarse una de otra. Para la
  • 18. 18 Iglesia, la caridad no es una especie de actividad de asistencia social que también se podría dejar a otros, sino que pertenece a su naturaleza y es manifestación irrenunciable de su propia esencia. b) La Iglesia es la familia de Dios en el mundo. En esta familia no debe haber nadie que sufra por falta de lo necesario. Pero, al mismo tiempo, la caritas-agápe supera los confines de la Iglesia; la parábola del buen Samaritano sigue siendo el criterio de comportamiento y muestra la universalidad del amor que se dirige hacia el necesitado encontrado «casualmente» (cf. Lc 10, 31), quienquiera que sea. No obstante, quedando a salvo la universalidad del amor, también se da la exigencia específicamente eclesial de que, precisamente en la Iglesia misma, como familia, ninguno de sus miembros sufra por encontrarse en necesidad. En este sentido, siguen teniendo valor las palabras de la Carta a los Gálatas: «Mientras tengamos oportunidad, hagamos el bien a todos, pero especialmente a nuestros hermanos en la fe» (6, 10). Virgen María La madre de nuestro Señor Jesucristo ha vivido en su vida cotidiana esta atención de ser el prójimo (próximo) de los demás, como se ve en su visitación a su pariente Isabel que estaba esperando un hijo en su vejez. Ella se hizo prójima, se aproximó a su pariente para ayudarla en un momento difícil de su vida. Su amor a Dios, su docilidad al Espíritu, la hizo a ella sujeto misionero de la misericordia de Dios: «su misericordia llega a sus fieles de generación en generación» (Lc 2,50.54).
  • 19. 19 QUINTO DÍA: miércoles 2 de diciembre de 2015 Predicador: 07:00 hs. Mons. Francisco Javier Pistilli, Obispo de la Santísima Encarnación. 19:00 hs.Mons. Francisco Javier Pistilli, Obispo de la Santísima Encarnación. Tema: La mujer, destinataria de la misericordia divina Obra de misericordia: Aconsejar y dar de comer al hambriento Quién no recuerda o valora los consejos de las madres o abuelas; y quién olvida la casa o la comida a cargo de la mujer. El hogar donde se aprende la actitud y la obra de misericordia desde el seno materno. La casa donde llama el hambriento y el pobre en la mayoría de los casos es regido por la mujer. Los consejos son funciones de los sabios, ancianos, profesionales (…) y de la mujer, cuando se la reconoce, dignifica y promueve. Ella realiza por sí y por nosotros las obras de misericordia, que en caso contrario reinarían en las familias y en la sociedad personas inmisericordes, expuestas a graves males. Las mujeres, en nuestra nación y en otros pueblos, son un don privilegiado de misericordia para cada persona y para la Iglesia. Sólo faltaría que a falta del reconocimiento se tolere y consienta todo aquello que deje que las cosas sigan de la misma manera, sería un dejar hacer, una falsa misericordia, por razones éticas de colegialidad o de amistad. Lecturas: 1 Re 17,17-24 Sal 116 Lc 7,36-50 Ideas centrales de los textos bíblicos: 1 Reyes 17,17-24 Se trata del caso de la viuda de Sarepta en Sidón, una mujer extranjera que fue destinataria de la misericordia y de la acción milagrosa de Yhwh por mediación del profeta Elías. Este es un hecho significativo, teniendo presente que la intervención de Dios se realiza en el país de Jezabel, la reina pagana, esposa del rey Ajab, cuyo dios es el ídolo Ba‘al. Cuando Elías resucita al hijo de la viuda, esa mujer extranjera exclama: ―Ahora reconozco que eres un hombre de Dios y que la palabra del Señor que tu pronuncias se cumple‖ (v. 24). Esta acción profética que pone en movimiento la acción misericordiosa y prodigiosa de Dios, indica que para el Señor no hay fronteras para la misericordia; no hace acepción de personas; al contrario, derrama su favor sobre los pobres, extranjeros, sobre las mujeres desamparadas como la viuda de Sarepta. Sal 116 Es un himno de acción de gracias unido a una súplica y a expresiones de confianza. Se narra la historia de una grave dolencia, una auténtica trampa mortal. Pero Dios ha intervenido y el orante, en un soliloquio, evoca la liberación con gran intensidad de sentimientos y de imágenes.
  • 20. 20 Además, el orante reconoce que Dios no es indiferente a la muerte de sus fieles, que el justo es miembro de la familia de Dios y que el Señor rompe las cadenas de la muerte. Se trata, pues, de un canto de enorme confianza en el poder de Dios, que prevalece sobre la muerte física y sobre el mal. Evangelio: Lc 7,36-50 En este pasaje se centra sobre el tema del amor, del perdón y de la misericordia.El principio que emerge es el siguiente: A mucho amor corresponde mucho perdón. El contexto se desarrolla en un banquete en casa de un fariseo. Y nos pone en contraposición entre los dones (ofrendas) del fariseo y los de la mujer. El fariseo le invita a una comida material. El fariseo se atreve a sancionar la actitud del maestro. Tiene su verdad hecha, conoce ya a Dios y no necesita que nadie le enseñe la nueva profundidad del reino y de la vida. Sin embargo, la pecadora pública, no está invitada pero viene. Sabe que Jesús busca la salvación, lucha por los demás, la mujer viene a ofrecerle lo que tiene, el perfume que usa en su propio ―trabajo‖, sus propias lágrimas y sus besos. El fariseo juzga a la mujer por su conducta alejada de los mandatos de Dios y, además, también juzga a Jesús por recibir a una mujer pecadora, dejar que lo toque y que lo bese, dejándose contaminar por una mujer siendo pecadora pública. Jesús, sin embargo, interpreta la actitud de la mujer como consecuencia de su amor hacia ella, es una expresión de agradecimiento por ser amada, comprendida y perdonada. Jesús ilumina la situación con una parábola, la de los dos deudores insolventes: Amará más aquel deudor que tenía mayor deuda. Jesús ofrece el perdón de Dios a las personas insolventes de la tierra, lo que nos indica que nunca se merecerá recibir el perdón, sino que siempre será un regalo. El fariseo no está preocupado en aceptar el perdón, porque no se siente aludido a lo que Jesús dice, cree que paga siempre la deuda con sus méritos, cumpliendo estrictamente lo que Dios manda, él ya merece recibir el perdón, por lo tanto, no le afecta lo que Jesús está diciendo. La mujer se siente pecadora ante Dios y ante los hombres, se confiesa insolvente, pues nunca podrá pagar toda la deuda de sus pecados. Antes se sentía condenada, porque no podría pagar todos sus pecados, y ahora que llega Jesús, se siente acogida, comprendida y amada profundamente. El amor de la mujer es una respuesta al Amor de Dios porque Dios siempre toma la iniciativa, ya que ―Él nos amó primero‖ (1 Jn 4,10), aun sabiendo que sería traicionado, regala todo su amor a través de su Hijo. Además, luego del encuentro y el gesto de gratitud, tendría que venir, las ganas de seguirlo, convirtiéndose en su discípula. Jesús no sólo recibe a esta mujer pecadora, sino que deja que ella lo toque, y lo bese. Y porque se reconoce pecadora con todos los gestos que hace con Él, entonces la pone como ejemplo de humildad ante los que están ahí en la casa. Y finalmente, le dice que sus pecados le son perdonados. ―Cada hombre vale, lo que puede valer su amor. El amor no tiene precio lo hemos escuchado tantas veces, por eso si alguien quisiese comprar el amor con sus riquezas, se hace el más despreciable entre los hombres. El amor es algo inapreciable y vale más que todas las riquezas del mundo, por eso vale más la persona capaz de amar. ¿Quieres saber cuánto vales? No cuentes lo que tienes, mira si te aman y si amas; como la pecadora del Evangelio que amaba a Cristo y Cristo lo amaba porque sabía que le daba no sólo un valioso perfume, sino un valioso amor que vale más que todas las riquezas del fariseo.
  • 21. 21 El fariseo dejaba de lado a todos aquellos que él consideraba pecadores pero no sabía que en el corazón de Jesús no hay apartados. Él ama a todos los hombres y espera ser correspondido por cada uno de nosotros. De igual forma el Señor nos invita: a amarnos los unos a los otros, sin mirar condiciones sociales u otras diferencias o defectos. El amor cubre una multitud de pecados, por eso ella escucha de labios de Jesús, ¡vete en paz! Benedicto XVI ―El amor es la fuerza del alma y la llave que abre todas las puertas‖ (7 de marzo de 2008). EvangeliiGaudium 24. ―La Iglesia en salida es la comunidad de discípulos misioneros que primerean, que se involucran, que acompañan, que fructifican y festejan. ‗Primerear‖: sepan disculpar este neologismo. La comunidad evangelizadora experimenta que el Señor tomó la iniciativa, la ha primereado en el amor (cf. 1 Jn 4,10); y, por eso, ella sabe adelantarse, tomar la iniciativa sin miedo, salir al encuentro, buscar a los lejanos y llegar a los cruces de los caminos para invitar a los excluidos. Vive un deseo inagotable de brindar misericordia, fruto de haber experimentado la infinita misericordia del Padre y su fuerza difusiva‖. Aparecida 451. ―La antropología cristiana resalta la igual dignidad entre varón y mujer, en razón de ser creados a imagen y semejanza de Dios. El misterio de la Trinidad nos invita a vivir una comunidad de iguales en la diferencia. En una época de marcado machismo, la práctica de Jesús fue decisiva para significar la dignidad de la mujer y su valor indiscutible: habló con ellas (cf. Jn 4,27), tuvo singular misericordia con las pecadoras (cf. Lc 7,36-50; Jn 8,11), las eligió como primeras testigos de su resurrección (cf. Mt 28,9-10), e incorporó mujeres al grupo de personas que le eran más cercanas (cf. Lc 8,13). La figura de María, discípula por excelencia entre discípulos, es fundamental en la recuperación de la identidad de la mujer y de su valor en la Iglesia. El canto del Magnificat muestra a María como mujer capaz de comprometerse con su realidad y de tener una voz profética ante ella‖. 453. ―…su urgente dignificación y participación (de la mujer) pretende ser distorsionada por corrientes ideológicas, marcadas por la impronta cultural de las sociedades del consumo y el espectáculo, que son capaces de someter a las mujeres a nuevas esclavitudes‖. MisericordiaeVultus 9. ―La misericordia de Dios es su responsabilidad por nosotros. Él se siente responsable, es decir, desea nuestro bien y quiere vernos felices, colmados de alegría y serenos…Como ama el Padre, así aman los hijos. Como Él es misericordioso, así estamos nosotros llamados a ser misericordiosos los unos con los otros‖. 14. ―¡Cuánto mal hacen las palabras cuando están motivadas por sentimientos de celos y envidia! Hablar mal del propio hermano en su ausencia equivale a exponerlo al descrédito, a comprometer su reputación y a dejarlo a merced del chisme. No juzgar y no condenar significa, en positivo, saber percibir lo que de bueno hay en cada persona y no permitir que deba sufrir por nuestro juicio parcial y por nuestra presunción de saberlo todo. Sin embargo, esto no es todavía suficiente para manifestar la misericordia. Jesús pide también perdonar y dar. Ser instrumentos del perdón, porque hemos sido los primeros en haberlo recibido de Dios‖.
  • 22. 22 Virgen María MisericordiaeVultus 24. ―El pensamiento se dirige ahora a la Madre de la Misericordia. La dulzura de su mirada nos acompañe en este Año Santo, para que todos podamos redescubrir la alegría de la ternura de Dios. Ninguno como María ha conocido la profundidad del misterio de Dios hecho hombre. Todo en su vida fue plasmado por la presencia de la misericordia hecha carne. La Madre del Crucificado Resucitado entró en el santuario de la misericordia divina porque participó íntimamente en el misterio de su amor‖.
  • 23. 23 SEXTO DÍA: jueves 3 de diciembre de 2015 Predicador/es: 07:00 hs. Mons. Miguel Ángel Cabello, Obispo de la Santísima Concepción. 19:00 hs.Mons. Guillermo Steckling, Obispo de Ciudad del Este. Tema: El sacramento de la reconciliación, lugar de la misericordia de Dios Obras de misericordia:Consolar y confortar La acción de consolar se orienta a cubrir de misericordia a la persona sola, abatida y sobrecargada. Es un don de Dios ofrecido sobretodo en el sacramento de la reconciliación. El sacerdote en el ejercicio del ministerio y el perdón ofrecido y recibido entre los cónyuges son los lugares privilegiados. También toma la forma de visitar al encarcelado o redimir al cautivo. Pero siempre se necesita de una compañía, unos gestos o palabras, como lo sugiere San Pablo: ―reír con el que ríe, llorar con el que llora‖, o como se valora en esta época el ―compartir‖. Confortar, en cambio, se traduce por ―corregir al pecador‖ o hacer fuerte al débil según el apoyo que precise. El conocimiento de la persona, las disculpas de los defectos y las palabras o ejemplos oportunos pueden confortar o ayudar la misericordia de Dios, bajo las formas del perdón, el consuelo y el fortalecimiento. A propósito, el fortalecimiento es un uso actual en las instituciones, personas y programas que requieren de una acción oportuna de apoyo: es una forma secular de la obra de misericordia. Lecturas: Is 40,1-8 Sal 51(50) Miserere Lc 5,17-26 Ideas centrales de los textos bíblicos: Isaías 40,1-8 Isaías declara que Dios quiere el consuelo para su pueblo porque ya se ha cumplido su condena. La voz declara: ―Hablad al corazón de Jerusalén‖, anunciando de esta forma una palabra que, en lenguaje bíblico, debe afectar no sólo a los sentimientos, sino a la inteligenica y a la voluntad del que la recibe. Una voz (anónima) confía a un grupo la misión de bajar las monstañas (cf. las montañas de la arrogancia del I Isaías), con objeto de abrir el camino de la humildad que Yhwh exige para venir a su pueblo. Se trata de un texto muy misterioso puesto que, a raíz de lo que precede, se ha constatado que para hacer renunciar al orgullo se necesita una mediación sobrenatural, que supera, con mucho, las posibilidades de la buena voluntad del hombre. ¿Quién será el encargado de llevar a cabo esta obra? En el v. 6 la voz se dirige al profeta, que tendrá que recordar al pueblo la solidez de la palabra de Dios (v. 8) que viene. Esta venida se refiere a la del Todopoderoso que es presentado como el pastor que colma de ternura y atenciones a su rebaño (cf. v. 11). Salmo 51 (50) Miserere
  • 24. 24 * Sobre este salmo, cf. la explicación presentada para el ―Primer día del novenario‖, en la página 3. Evangelio: Lc 5,17-22 La escena descrita en este relato está llena de dramatismo. A media mañana una multitud estaba apiñada en una casa, ansiosa por escuchar a Jesús. También está presente un grupo de expertos religiosos que han oído hablar de los hechos de Jesús. Se muestran llenos de suspicacia porque han oído qué clase de cosas hace. Pero son ciegos al poder de Dios y no lo reconocen en Jesús. Encima, en la terraza, unos hombres han subido allí a un enfermo y han quitado las tejas para poder bajar la camilla directamente frente a Jesús. Hubo protestas por esa acción; pero a Jesús le agradó: ―hombre, tus pecados quedan perdonados‖. Las autoridades religiosas quedan consternadas al oír lo que consideran una blasfemia. Aquellos fariseos estaban convencidos de que sólo el Dios de Israel podía perdonar los pecados, después de los sacrificios y actos penitenciales apropiados. Jesús les pregunta: ¿Qué es más fácil, decir: ―Tus pecados quedan perdonados‖ o decir ―levántate y anda‖? Por supuesto, ninguna de esas cosas es ―más fácil!‖; las dos requieren poder divino. Pero los expertos religiosos estaban tan ciegos que no podían ver que el poder de Jesús para curar y su poder para perdonar procedían del mismo Dios. La muchedumbre volvió a sus casas atónita, lo cual significa que en realidad no habían comprendido lo que acababa de suceder. Por lo menos tienen que suceder tres cosas para que los fieles redescubran la belleza y el poder del Sacramento de la Reconciliación. En primer lugar, es necesario recuperar la conciencia del poder destructivo del pecado. En segundo lugar, es necesario recuperar una saludable conciencia de nuestra tendencia pecaminosa. En tercer lugar, es necesario lograr una visión clara de los beneficios tangibles que provienen de sentir la curación y el fortalecimiento del poder de la misericordia de Dios en este Sacramento. En la primera lectura se presenta por eso a Dios que quiere consolar a su pueblo atribulado por sus propios pecados y lo llama a la conversión. El Salmo, que es el pedido de perdón por excelencia, es la súplica de quien se reconoce pecador, requisito esencial para recibir el sacramento de la reconciliación. La Iglesia pide que si no existe una contrición perfecta, por lo menos una contrición imperfecta, que es aquella en la que la persona humana reconoce necesitar de la misericordia de Dios, es necesaria para recibir con fruto el sacramento del perdón de los pecados. Dios mismo en Jesucristo a través de su Iglesia sigue perdonando los pecados de las personas humanas, lo cual tiene consecuencias en la vida integral de la persona. El sacramento de la reconciliación es un sacramento de curación de las consecuencias funestas del pecado en la vida de los seres humanos. El Dios de misericordia sigue esperando a todos sus hijos con los brazos abiertos para ofrecerles su abrazo, su perdón, su amor infinito que pide no ser desdeñado. MisericordiaeVultus 17.La Cuaresma de este Año Jubilar sea vivida con mayor intensidad, como momento fuerte para celebrar y experimentar la misericordia de Dios. ¡Cuántas páginas de la Sagrada Escritura pueden ser meditadas en las semanas de Cuaresma para redescubrir el rostro misericordioso del Padre! Con las palabras del profeta Miqueas también nosotros podemos repetir: Tú, oh Señor, eres un Dios que cancelas la iniquidad y perdonas el pecado, que no
  • 25. 25 mantienes para siempre tu cólera, pues amas la misericordia. Tú, Señor, volverás a compadecerte de nosotros y a tener piedad de tu pueblo. Destruirás nuestras culpas y arrojarás en el fondo del mar todos nuestros pecados (cf. 7,18-19). Las páginas del profeta Isaías podrán ser meditadas con mayor atención en este tiempo de oración, ayuno y caridad: « Este es el ayuno que yo deseo: soltar las cadenas injustas, desatar los lazos del yugo, dejar en libertad a los oprimidos y romper todos los yugos; compartir tu pan con el hambriento y albergar a los pobres sin techo; cubrir al que veas desnudo y no abandonar a tus semejantes. Entonces despuntará tu luz como la aurora y tu herida se curará rápidamente; delante de ti avanzará tu justicia y detrás de ti irá la gloria del Señor. Entonces llamarás, y el Señor responderá; pedirás auxilio, y él dirá: ―¡Aquí estoy!‖. Si eliminas de ti todos los yugos, el gesto amenazador y la palabra maligna; si partes tu pan con el hambriento y sacias al afligido de corazón, tu luz se alzará en las tinieblas y tu oscuridad será como al mediodía. El Señor te guiará incesantemente, te saciará en los ardores del desierto y llenará tus huesos de vigor; tú serás como un jardín bien regado, como una vertiente de agua, cuyas aguas nunca se agotan » (58,6-11). La iniciativa ―24 horas para el Señor‖, a celebrarse durante el viernes y sábado que anteceden el IV domingo de Cuaresma, se incremente en las Diócesis. Muchas personas están volviendo a acercarse al sacramento de la Reconciliación y entre ellas muchos jóvenes, quienes en una experiencia semejante suelen reencontrar el camino para volver al Señor, para vivir un momento de intensa oración y redescubrir el sentido de la propia vida. De nuevo ponemos convencidos en el centro el sacramento de la Reconciliación, porque nos permite experimentar en carne propia la grandeza de la misericordia. Será para cada penitente fuente de verdadera paz interior. Nunca me cansaré de insistir en que los confesores sean un verdadero signo de la misericordia del Padre. Ser confesores no se improvisa. Se llega a serlo cuando, ante todo, nos hacemos nosotros penitentes en busca de perdón. Nunca olvidemos que ser confesores significa participar de la misma misión de Jesús y ser signo concreto de la continuidad de un amor divino que perdona y que salva. Cada uno de nosotros ha recibido el don del Espíritu Santo para el perdón de los pecados, de esto somos responsables. Ninguno de nosotros es dueño del Sacramento, sino fiel servidor del perdón de Dios. Cada confesor deberá acoger a los fieles como el padre en la parábola del hijo pródigo: un padre que corre al encuentro del hijo no obstante hubiese dilapidado sus bienes. Los confesores están llamados a abrazar ese hijo arrepentido que vuelve a casa y a manifestar la alegría por haberlo encontrado. No se cansarán de salir al encuentro también del otro hijo que se quedó afuera, incapaz de alegrarse, para explicarle que su juicio severo es injusto y no tiene ningún sentido ante la misericordia del Padre que no conoce confines. No harán preguntas impertinentes, sino como el padre de la parábola interrumpirán el discurso preparado por el hijo pródigo, porque serán capaces de percibir en el corazón de cada penitente la invocación de ayuda y la súplica de perdón. En fin, los confesores están llamados a ser siempre, en todas partes, en cada situación y a pesar de todo, el signo del primado de la misericordia. Carta del Papa Francisco a Mons. RinoFisichella, ante la cercanía del año de la Misericordia (01 de setiembre) La carta está dirigida al Presidente del Consejo Pontificio para la Promoción de la Nueva Evangelización y contiene indicaciones específicas sobre el perdón de pecados graves como el aborto, las indulgencias plenarias y otros temas de interés para todos los católicos. Uno de los graves problemas de nuestro tiempo es, ciertamente, la modificación de la relación con la vida. Una mentalidad muy generalizada que ya ha provocado una pérdida de la debida sensibilidad personal y social hacia la acogida de una nueva vida. Algunos viven el drama del aborto con una consciencia superficial, casi sin darse cuenta del gravísimo mal que comporta
  • 26. 26 un acto de ese tipo. Muchos otros, en cambio, incluso viviendo ese momento como una derrota, consideran no tener otro camino por donde ir. Pienso, de forma especial, en todas las mujeres que han recurrido al aborto. Conozco bien los condicionamientos que las condujeron a esa decisión. Sé que es un drama existencial y moral. He encontrado a muchas mujeres que llevaban en su corazón una cicatriz por esa elección sufrida y dolorosa. Lo sucedido es profundamente injusto; sin embargo, sólo el hecho de comprenderlo en su verdad puede consentir no perder la esperanza. El perdón de Dios no se puede negar a todo el que se haya arrepentido, sobre todo cuando con corazón sincero se acerca al Sacramento de la Confesión para obtener la reconciliación con el Padre. También por este motivo he decidido conceder a todos los sacerdotes para el Año jubilar, no obstante cualquier cuestión contraria, la facultad de absolver del pecado del aborto a quienes lo han practicado y arrepentidos de corazón piden por ello perdón. Los sacerdotes se deben preparar para esta gran tarea sabiendo conjugar palabras de genuina acogida con una reflexión que ayude a comprender el pecado cometido, e indicar un itinerario de conversión verdadera para llegar a acoger el auténtico y generoso perdón del Padre que todo lo renueva con su presencia. Virgen María La Virgen María, la Inmaculada Concepción, Madre de la Iglesia, Madre de todos los cristianos es ejemplo de la postura necesaria para acceder a la reconciliación con el Señor: es la humildad: «He aquí a la sierva del Señor, se cumpla en mí según tu palabra», «Ha mirado la humillación de su esclava», «[el Señor] enaltece a los humildes». SEPTIMO DÍA: viernes 4 de diciembre de 2015
  • 27. 27 Predicador: 07:00 hs. Mons. Juan Bautista Gavilán, Obispo de Coronel Oviedo. 19:00 hs.Mons. Juan Bautista Gavilán, Obispo de Coronel Oviedo. Tema: Justicia y misericordia, plenitud del amor: Obras de misericordia:redimir al cautivo Cautivo es el que está sometido a un régimen de privación de la libertad en razón de una causa justa o injusta. Es el ―cautivo‖, el ―encarcelado‖, el ―recluso‖, el ―confinado‖, el que vive en cautiverio forzoso. Y por tanto, vive en una situación de ―límite‖ por el cual no puede desplazarse o irse donde quisiera. Es verdad que muchos presos y encarcelados van a las penitenciarías por causas justas, pero también es cierto que muchos están en las cárceles injustamente, sin haber cometido delito alguno fueron llevados por error, por falsa acusación o por otro motivo. Jesús fue puesto en prisión injustamente; también Pedro y Pablo, los apóstoles y tantos cristianos que dieron testimonio de Jesús. Jesús mismo se identifica con el ―preso‖: ―(estuve) en la cárcel y acudisteis a mí‖ (Mt 25,36). Mucho bien se puede hacer visitando a los presos, llevándoles palabras de aliento, de esperanza, interesándose por su causa, promoviendo sentencias justas o luchando por su liberación si son inocentes. Lecturas: Sir 28,1-7 Sal 34 (33) Mt 5,1-8 Ideas centrales de los textos bíblicos Sirácide (Eclesiático) 28,1-7 Dos de los atributos básicos de Dios en la Biblia son la justicia y la misericordia. Los que tratan de vengarse de los demás tendrán que hacer frente a la justicia de Dios. Sobre esta misma dinámica se comprende la parábola del siervo injusto de Mt 18,23-35. Los que van tras la misericordia de Dios deben estar dispuestos a ser misericordiosos con los demás (28,2-5). Como ulterior motivación para el perdón, el sabio es invitado a ―recordar‖ la muerte y los mandamientos dela alianza de Dios (28,6-7). Solo quienes son misericordiosos con los demás pueden esperar misericordia de Dios. De otro modo, habrá que estar preparado para la estricta justicia de Dios. Salmo 34 (33) El salmista bendice a Yahvéh en el que se gloría su ser y clama para que ―lo oigan los humildes y se alegren‖ (v. 2). Yahvé libra al orante de sus temores (v. 5) y escucha el grito del pobre y lo salva de todas sus angustias (v. 7). El cantor antiguo invita a buscar a Yahvéh porque quien lo posee de nada carece (v. 11). Insiste en el ―temor de Dios‖ que es principio de toda sabiduría. El Salmista recomienda, en su oración, la prudencia, ―guardar del mal la lengua‖, evitar la mentira, huir del mal y obrar el bien, buscar constantemente la paz. Dios protege al justo, oye sus gritos y lo libra de sus angustias, da muerte al malvado. Se advierte que Dios hará pagar al que odia al justo.
  • 28. 28 Evangelio: Mateo 5,1-8 El texto se refiere a las bienaventuranzas, inicio del sermón del monte: Discurso programático de Jesús al inicio de su ministerio en Galilea. En los motivos de bienaventuranza, justicia y misericordia guardan estrecha relación. De hecho, justicia y misericordia no se oponen; son dos bienaventuranzas anunciadas por Jesús como signo de la pertenencia al Reino; no se oponen sino se complementan porque el Dios de la Biblia al tiempo de ser misericordioso es también un Dios justo. Actuar con misericordia, por tanto, no implica actuar injustamente; al contrario, quien es misericordioso no desconoce la justicia; la asume y la dimensiona en un espíritu misericordioso y compasivo; la justicia es el contenido fundamental de las Bienaventuranzas; se repite 2 veces, resume las bienaventuranzas; es el contenido fundamental del programa de Jesús que vino para que se cumpla toda justicia. En el centro del anuncio se halla, precisamente, las bienaventuranzas que hacen relación a la justicia y a la misericordia: Sobre la justicia: Se declara bienaventurados a los que tienen hambre y sed de la justicia. Hambre y sed son necesidades espontáneas y elementales. Se trata de un deseo que requiere satisfacción inmediata. Sin esa satisfacción, en un lapso breve de tiempo, la vida del hombre se expone a la muerte. Se trata de una necesidad fuerte y natural. La justicia de la que habla Mateo no es ni legislativa ni distributiva. Se trata del proyecto de Dios, de su voluntad que actúa a través del hombre mediante el ejercicio del amor (25,37). Hambrientos y sedientos de la justicia son aquellos que han hecho del cumplimiento de la voluntad de Dios la máxima aspiración y realización de la propia vida, hasta tal punto que su búsqueda resulta vital para ellos, para su sobrevivencia, como el comer y el beber. La recompensa consiste en la saciedad, en la comunión plena y definitiva con Dios y con los hermanos. Sobre la misericordia: se declara felices a los misericordiosos. La misericordia es una de las actitudes que en el Antiguo Testamento Dios ejerce con más frecuencia en relación con su pueblo: perdonándoles los pecados, socorriendo a los necesitados. Mateo presenta a Jesús como misericordioso, apelando al dicho de Os 6, 6: misericordia quiero y no sacrificios (Mt 9, 13). Se trata de una actitud que se opone, básicamente, al puritanismo (cf. 12, 7). De hecho, la religiosidad de Jesús no estaba centrada ni preocupada por una pureza cúltica sino en el amor solidario o en el amor manifestado en la solidaridad con los más necesitados. Por eso, cura a enfermos, dan pan al hambriento, socorre al necesitado. En este sentido, un ejemplo de anti-misericordia se plantea en el relato que describe al siervo despiadado que fue incapaz de actuar con misericordia con su colega, al contrario del rey que tuvo misericordia de él (cf. Mt 18, 21-35). De hecho, el perdón fraterno es la única condición (según el v. 35) para poder obtener también el perdón de Dios. Esto mismo plantea la oración del Padre Nuestro: ...Perdona nuestras deudas así como nosotros perdonamos a nuestros deudores... La misericordia, amor solidario con relación al prójimo, es el criterio para recibir la misericordia de Dios. Finalmente, la última bienaventuranza de nuevo plantea el tema de la justicia. Se refiere a los perseguidos por causa de la justicia.No cualquier persecución hace del perseguido un bienaventurado. Solo por causa de la justicia; justicia realizada por aquel que actúa en conformidad con la voluntad de Dios.
  • 29. 29 Los discípulos sufren persecución a causa de Jesús porque su actuación contraviene la lógica del mundo. Por eso, hay un paralelismo entre las dos expresiones ―a causa de la justicia‖ y ―por causa mía‖. El cumplimiento de la justicia está en estrecha relación con Jesús, el revelador definitivo. La persecución puede tomar varias formas: insulto, maledicencia, difamación. Los perseguidos por causa de la justicia se asocian a todos los mártires, desde Abel hasta Zacarías (cf. Mt 23, 34-35); se asocian al destino del crucificado. Por eso, a ellos les corresponde el Reino, la misma promesa de la primera bienaventuranza (los pobres en el espíritu). EvangeliiGaudium No a la inequidad que genera violencia 45. Hoy en muchas partes se reclama mayor seguridad. Pero hasta que no se reviertan la exclusión y la inequidad dentro de una sociedad y entre los distintos pueblos será imposible erradicar la violencia. Se acusa de violencia a los pobres y a los pueblos pobres, pero, sin igualdad de oportunidades, las diversas formas de agresión y de guerra encontrarán un caldo de cultivo que tarde o temprano provocará su explosión. Cuando la sociedad –local, nacional o mundial – abandona en la periferia una parte de sí misma, no habrá programas políticos ni recursos policiales o de inteligencia que puedan asegurar indefinidamente la tranquilidad. Esto no sucede solamente porque la inequidad provoca la reacción violenta de los excluidos del sistema, sino porque el sistema social y económico es injusto en su raíz. Así como el bien tiende a comunicarse, el mal consentido, que es la injusticia, tiende a expandir su potencia dañina y a socavar silenciosamente las bases de cualquier sistema político y social por más sólido que parezca. Si cada acción tiene consecuencias, un mal enquistado en las estructuras de una sociedad tiene siempre un potencial de disolución y de muerte. Es el mal cristalizado en estructuras sociales injustas, a partir del cual no puede esperarse un futuro mejor. Estamos lejos del llamado ―fin de la historia‖, ya que las condiciones de un desarrollo sostenible y en paz todavía no están adecuadamente planteadas y realizadas. → Puede verse también, los números 182 al 185: La enseñanza de la Iglesia sobre cuestiones sociales; y los números 202 al 208: Economía y distribución del ingreso. Aparecida 384:Ser discípulos y misioneros de Jesucristo para que nuestros pueblos, en Él, tengan vida, nos lleva a asumir evangélicamente y desde la perspectiva del Reino las tareas prioritarias que contribuyen a la dignificación de todo ser humano, y a trabajar junto con los demás ciudadanos e instituciones en bien del ser humano. El amor de misericordia para con todos los que ven vulneradas su vida en cualquiera de sus dimensiones, como bien nos muestra el Señor en todos sus gestos de misericordia, requiere que socorramos las necesidades urgentes, al mismo tiempo que colaboremos con otros organismos o instituciones para organizar estructuras más justas en los ámbitos nacionales e internacionales. Urge crear estructuras que consoliden un orden social, económico y político en el que no haya inequidad y donde haya posibilidades para todos. Igualmente, se requieren nuevas estructuras que promuevan una auténtica convivencia humana, que impidan la prepotencia de algunos y faciliten el diálogo constructivo para los necesarios consensos sociales. 385: La misericordia siempre será necesaria, pero no debe contribuir a crear círculos viciosos que sean funcionales a un sistema económico inicuo. Se requiere que las obras de misericordia estén acompañadas por la búsqueda de una verdadera justicia social, que vaya elevando el nivel de vida de los ciudadanos, promoviéndolos como sujetos de su propio desarrollo. Benedicto XVI afirma que ―el orden justo de la sociedad y del Estado es una tarea principal de la política‖ y no de la Iglesia. Pero la Iglesia ―no puede ni debe quedarse al
  • 30. 30 margen en la lucha por la justicia. Ella colabora purificando la razón de todos aquellos elementos que la ofuscan e impiden la realización de una liberación integral. También es tarea de la Iglesia ayudar con la predicación, la catequesis, la denuncia, y el testimonio del amor y de justicia, para que se despierten en la sociedad las fuerzas espirituales necesarias y se desarrollen los valores sociales. Sólo así las estructuras serán realmente más justas, podrán ser eficaces y sostenerse en el tiempo. Sin valores no hay futuro, y no habrá estructuras salvadoras, ya que en ellas siempre subyace la fragilidad humana. → Puede verse también: 386 al 430. Laudato si 93: …La tradición cristiana nunca reconoció como absoluto o intocable el derecho a la propiedad privada y subrayó la función social de cualquier forma de propiedad privada. San Juan Pablo II recordó con mucho énfasis esta doctrina, diciendo que ―Dios ha dado la tierra a todo el género humano para que ella sustente a todos sus habitantes, sin excluir a nadie ni privilegiar a ninguno‖. Son palabras densas y fuertes. Remarcó que ―no sería verdaderamente digno del hombre un tipo de desarrollo que no respetara y promoviera los derechos humanos, personales y sociales, económicos y políticos, incluidos los derechos de las naciones y de los pueblos‖. Con toda claridad explicó que ―la Iglesia defiende, sí, el legítimo derecho a la propiedad privada, pero enseña con no menor claridad que sobre toda propiedad privada grava siempre una hipoteca social, para que los bienes sirvan a la destinación general que Dios les ha dado‖. Por tanto, afirmó que ―no es conforme con el designio de Dios usar este don de modo tal que sus beneficios favorezcan sólo a unos pocos‖. Esto cuestiona seriamente los hábitos injustos de una parte de la humanidad. Cf. la continuación en el No 94. → Puede verse también del 159 al 162 (―justicia entre las generaciones‖). MisericordiaeVultus 20: No será inútil en este contexto recordar la relación existente entre justicia y misericordia. No son dos momentos contrastantes entre sí, sino dos dimensiones de una única realidad que se desarrolla progresivamente hasta alcanzar su ápice en la plenitud del amor… 21: La misericordia no es contraria a la justicia sino que expresa el comportamiento de Dios hacia el pecador, ofreciéndole una ulterior posibilidad para examinarse, convertirse y creer… Virgen María La justicia de Dios no consiste en una justicia forense, como la de los Tribunales; es una justicia ―causativa‖, sobreabundante que ―justifica‖ y ―redime‖; por eso, Dios es justo cuando nos salva y nosotros somos justos cuando nos dejamos salvar, cuando decimos ―sí‖ al plan de Dios. María, Madre de nuestro Redentor fue la primera entre todos quien dio su ―Sí‖ generoso al enviado de Dios. Ella permitió que la ―Justicia de Dios‖ se haga realidad colaborando con el plan de salvación, aceptando humildemente que el Dios Todopoderoso derrame su gracia y su misericordia sobre la humanidad. OCTAVO DÍA: sábado 5 de diciembre de 2015
  • 31. 31 Predicador/es: 07:00 hs. Mons. Ignacio Gogorza Izaguirre, ObispoEmérito de la Santísima Encarnación. 19:00 hs.Mons. Ignacio Gogorza Izaguirre, Obispo Emérito de la Santísima Encarnación. Tema: “misericordia quiero y no sacrificios” Obras de misericordia:vestir al desnudo y enterrar a los muertos La desnudez es una expresión de la disminución de la dignidad, al que pueden acompañar los sentimientos de vergüenza u ofensa. Es próxima a la mendicidad y requieren de mucho respeto, cercanía y apoyo discreto. Para que sea una auténtica obra de caridad, el desnudo no debería quedar dependiente, deudor o humillado por su situación, para que reconozca la misericordia de Dios. Al contrario, la baja autoestima, el crecimiento espiritual y la promoción humana quedarían al margen; o se cambiaría por una nueva dependencia de quienes los ayudan. En esto vale el refrán: ―que la mano izquierda no sepa lo que hace la derecha‖. El sepelio de los muertos, en cambio, es también una obra de misericordia que expresa la piedad. Está presente en todas las religiones y culturas ancestrales. No acompañar y expresar las condolencias sería como un acto irreverente o de ateísmo. Pero tal vez, es uno de los pocos deberes que no han perdido del sentido real y profundo de la misericordia, aún en las sociedades secularistas. Sin embargo, en esta época corre el riesgo de ocultar el sentido familiar y social, cuando no se cuidan los camposantos o cementerios y pierden la conexión con la vida de la ciudad. La memoria de los difuntos, el respeto y acompañamiento a los familiares y el cuidado de los cementerios se suman a las obras de misericordia. Lecturas: Os 6,1-6 Sal 103 (102) Mt 9,9-13 Ideas centrales de los textos bíblicos Oseas 6,1-6 El texto no es una exhortación del profeta a la conversión, ni una auténtica declaración de los deseos e intenciones de Efraím y Judá, sino un presunto discurso del pueblo pronunciado por el profeta en nombre de Yhwh, que pone al descubierto la engañosa conversión de su pueblo. En los vv. 1-3 el pueblo se aplica a sí mismo de modo positivo las amenazas del anterior discurso de Yhwh (5,13-15ª): Yhwh se aleja, vayamos pues detrás de él; Yhwh desgarra, pero cura; Yhwh espera hasta que el pueblo busque su rostro, el pueblo está dispuesto a vivir en su presencia (―ante su rostro‖); Yhwh espera que lo busquen, y el pueblo supone que su manifestación será segura como la aurora. Pero Yhwh retoma a su vez (vv. 4-6) la respuesta del pueblo para denunciar esta ilusoria conversión. Su voluntad se manifestará seguramente, como la aurora; él no vendrá como la lluvia de invierno o primavera porque la fidelidad de Israel es como la nube matutina, que promete lluvia, y luego se disipa. El conocimiento de Yhwh no irrigará la tierra porque la fidelidad de Israel es tenue como el rocío, que desaparece ante el sol de la mañana. La contraposición se resume en 6,6: ―Quiero misericordia y no sacrificio‖.
  • 32. 32 Salmo 103 (102) Este himno de alabanza y de acción de gracias se desarrolla en dos movimientos: En el primero (vv. 2-10) se exaltan el amor y el perdón de Dios. Dios es el que perdona, sana, redime, corona, sacia. Dios pone en acción su misericordia divina que perdona. En el segundo movimiento (vv. 11-19) se comparan el amor eterno de Dios y la fragilidad humana. Las dimensiones vertical y horizontal del espacio y la psicología de la profundidad del amor paterno son aplicadas a la ―ternura‖ divina. Evangelio: Mt 9,9-13 La vocación de Mateo se describe de manera muy escueta. Jesús, pasando por el lugar, da origen a un movimiento en el que el llamado es solicitado a responder con el seguimiento. Mientras en el primer evangelio el destinatario de la quinta llamada es Mateo, aquel que inmediatamente entrará a formar parte del grupo de los ―doce apóstoles‖ (10,3), en los otros dos sinópticos es en cambio Leví (Mc 2,14; Lc 5,27), que para Marcos es el hijo de Alfeo. Jesús llama a Mateo mientras él, encontrándose en el banco de los impuestos, ejercita su profesión de cobrador de impuestos (recaudador). Con mucha posibilidad en Cafarnaúm – lugar donde Jesús se encuentra– donde hay una aduana sobre la ruta comercial y militar que lleva a Damasco. Mateo recogía las tasas que iban a parar en la casa del tetrarca. En el ambiente judío la profesión del recaudador era considerada impura porque la ganancia era fruto de estafas y de tráficos ilícitos. Por esta razón, los publicanos eran tenidos por ―pecadores‖ (v. 11; cf. Mt 11, 19). Equiparados a los ladrones, delincuentes, jugadores de azar o al ―pueblo de la tierra‖ que no conocía ni practicaba la ley, los publicanos eran evitados por los judíos observantes que no querían tener ningún contacto con ellos. El relato de la vocación de Mateo no es una repetición de la llamada de los primeros cuatro pescadores (Mt 4,18-22), sino pone a la luz un nuevo aspecto del seguimiento: Jesús, al llamar a sus discípulos, no mira su pasado, a su condición social o intelectual, ni mucho menos a su estatuto religioso. Discriminante, en cambio, para entrar a formar parte de los discípulos de Jesús es la respuesta a su invitación (―sígueme‖) que debe ser inmediata: ―Y él levantándose lo siguió‖. ―Seguir‖ supone compartir el mismo destino del que llama y abandonar todo aquello que constituía su realidad precedente (En este caso su actividad profesional). La tradición sinóptica es concorde respecto al episodio que sigue: Jesús en la mesa con los publicanos y los pecadores. Para un judío, compartir la mesa era signo de comunión, del compartir. Jesús, comiendo con ellos, desencadena inmediatamente la reacción de los fariseos para quienes la separación de los pecadores, y consecuentemente la abstención del pecado, eran los signos de una auténtica religiosidad. Los fariseos, con la pregunta dirigida a los discípulos de Jesús: ―¿Porqué vuestro maestro come con los publicanos y pecadores?‖, evidencian su extrañeza en relación al ―maestro‖. El apelativo es puesto siempre en los labios de personas extrañas que, al contrario de los discípulos, no lo reconocen como ―Señor‖. Pero, por el otro lado, el título pone en luz la misión que Jesús tiene de enseñar y prepara al lector a la sentencia sobre la misericordia que constituye uno de los aspectos más específicos de su misión. Vértice de todo el relato es la respuesta de Jesús. Con una sentencia de estilo proverbial él, recurriendo a la figura del médico que recurre en socorro de los enfermos, funda su misión hacia los pecadores, que son los verdaderos enfermos. La atención que presta Jesús por los pecadores, que culmina en su llamada, es equiparable a su acción terapéutica: el pecador es un enfermo que se cura, entrando a formar parte del grupo de los discípulos.