La sexualidad y el amor están influenciados por procesos bioquímicos en el cerebro. Sustancias como la feniletilamina, dopamina, oxitocina y norepinefrina juegan un papel en la atracción, pasión y vínculo entre parejas. A medida que cambian los niveles de estas sustancias químicas con el tiempo, también lo hacen los sentimientos, pasando de la pasión inicial a un afecto más estable y duradero.
1. UNIVERSIDAD TECNICA DE MACHALA
FACULTAD DE CIENCIAS QUIMICAS Y DE LA SALUD
ESCUELA DE ENFERMERIA
ALUMNA:
Celena Montenegro
Catedrático:
DR. CARLOS GARCIA
TEMA:
BIOQUIMICA EN LA SEXUALIDAD
2. BIOQUIMICA EN LA SEXUALIDAD
Los bioquímicos y neurólogos están empeñados
en encontrar una explicación para todas las cosas
que nos pasan, incluidas las llamadas "locuras de
amor", es decir, cuando nos sentimos atraídos y
excitados irremediablemente por alguien y
experimentamos durante un tiempo más o menos
largo pero, generalmente demasiado breve, toda
la gloria y el vértigo de sentirnos enamorados.
Las investigaciones que enmarcan el amor como un proceso bioquímico no han
concluido todavía. El descubrimiento que la feniletilamina está vinculada con el
amor se inició con la teoría propuesta por los médicos Donald F. Klein y Michael
Lebowitz del Instituto Psiquiátrico de Nueva York, quienes sugirieron que el
cerebro de una persona enamorada contenía grandes cantidades de esta
sustancia y que sería la responsable de las sensaciones y modificaciones
fisiológicas que experimentamos cuando nos enamoramos.
3. Los expertos coinciden en que la pasión radica en la
corteza cerebral, en concreto en las sustancias
llamadas anfetaminas. Al inundarse el cerebro de
ellas, se produce la secreción de dopamina, un
neurotransmisor que refuerza la capacidad del deseo
y el placer.
Otras similares son la oxitocina y la norepinefrina,
auténticos estimulantes del impuso sexual. Estudios
de prestigiosos sexólogos norteamericanos, donde
existe una gran literatura sobre el tema, indican que
el cerebro de una persona apasionada contiene
cantidades de feniletilamina, una de las anfetaminas
más potentes.
Naturalmente, con el paso del tiempo, esta pasión se
desvanece. Según Shere Hie, el amor pasional suele
durar unos tres años, pero al final la bioquímica
cerebral decae y los sentimientos se van mitigando
4. Existe, por tanto, en el cerebro humano un gran laboratorio
que potencia los sentimientos, estímulos, atracción y
rechazo. Ello explica que, en ocasiones, las personas pasen
del amor al odio, de la seducción a la frustración, sin ningún
motivo aparente.
También de la fogosidad sexual a la insatisfacción,
controlado por los niveles de testosterona y serotonina, otras
sustancias que influyen en la conducta afectiva. En definitiva,
las relaciones personales se mueven en este complejo
laboratorio químico cerebral, que dirige los pasos de la
pasión y el desamor.
Diversas indagaciones han concluido que se puede incluso
hacer una matriz con las variadas manifestaciones y etapas
del amor y sus relaciones con diferentes sustancias químicas
en el cuerpo. De esta manera, el deseo ardiente de sexo
está unido a la testosterona; mientras que la atracción y el
amor en la etapa de euforia, así como el sentirse involucrado
emocionalmente están relacionados con altos niveles de
dopamina y norepinefrina y bajos niveles de serotonina. El
vínculo y la atracción que evolucionan hacia una relación
calmada, duradera y segura tienen que ver con la oxitocina y
la vasopresina.
5. La atracción física, según ellos, es un suceso que involucra efectos químicos en nuestro
organismo que nos hace sentir algo especial por alguien. Además del encanto de una
persona, los factores fundamentales son las feromonas y el olor particular que emite
cada cuerpo.
Las feromonas son producidas por hombres y mujeres y éstas son liberadas a través de
la piel. Aunque no se percibe de forma consciente, éstas ingresan por el olfato.
Nuevamente, el culpable es el cerebro, ya que desarrolla una tolerancia especial a la
feniletilamina, que hace que el estado de excitación y euforia disminuya con el tiempo.
La locura de la pasión del primer momento se desvanece gradualmente en favor de
sentimientos más emocionales y afectivos, gracias a que aumenta el protagonismo de
otra sustancia química: la endorfina, la hormona de la felicidad, que genera una
sensación de confianza, tranquilidad y armonía.