Este salmo invita a poner los ojos en Dios que perdona, que levanta, que redime, que cuida la vida. En situaciones desesperadas todos nos encontramos en algún momento de nuestra vida. El salmista nos invita a hacer oración esas situaciones dolorosas diciéndoselas a Dios tal y como las sentimos. Son nuestros gritos de angustia, de culpa, de abandono, de desesperación que presentamos a Dios, con la certeza de que nos escucha siempre y con su ayuda aprendemos a acoger su perdón, a perdonarnos a nosotros mismos y a perdonar a los demás.