4. El contexto: de la lealtad a la emancipación
Con cierta frecuencia, los historiadores iberoamericanos han
desenfocado el estudio de la emancipación, obsesionados por la
búsqueda de los orígenes de las naciones surgidas de aquel
proceso,
Cayendo así en el vicio habitual de casi toda la historiografía -también
la nuestra-, excesivamente condicionada por el nacionalismo.
Otros enfoques también erróneos son los “americanistas” o
indigenistas, que han pretendido explicar la independencia ya
desde los orígenes de la presencia europea, como un resultado de
la confrontación lógica entre colonizadores y pueblos oprimidos.
5. La emancipación de la América española tuvo lugar en el primer
cuarto del siglo XIX, contemporáneamente a la del Brasil portugués
y sólo unas décadas después de la de las trece colonias inglesas de
Norteamérica.
Tal coincidencia revela la existencia de causas más allá de cada uno de
dichos procesos y nos permite hablar de un periodo histórico
caracterizado por la descolonización de América, al cabo del cual
solo quedaban restos de las antiguas posesiones, como Cuba o
Puerto Rico en el caso de España.
6. La Ilustración, con la exaltación de la libertad y los derechos del
hombre, el liberalismo, el surgimiento de los estados nacionales o
el incipiente romanticismo suponen el transfondo evidente, al
que habría que sumar el efecto mimético desencadenado por la
temprana independencia de los Estados Unidos, así como la
enorme convulsión que supuso la revolución francesa.
7. El final de la colonización europea en América ha permitido
numerosos análisis comparativos de los diferentes procesos, los
cuales presentan, obviamente, similitudes y diferencias.
Una de las similitudes más importantes radica en lo que las
independencias americanas tuvieron de reacción contra el
fiscalismo y la política centralizadora puesta en práctica por las tres
metrópolis en el siglo XVIII, especialmente después de la paz de
París (1763), que puso fin a la guerra de los Siete Años.
8. La estrecha relación entre los problemas y situaciones de Europa y
América nos recuerda la necesidad de analizar la emancipación en
el marco de la pujante historia atlántica, atenta a las múltiples
interconexiones entre ambas orillas del océano.
En el caso concreto de la emancipación de las colonias españolas -y
también del Brasil portugués- el precipitante fue la formidable
crisis política desencadenada en 1808 por la invasión
napoleónica.
9. Puede decirse, con razón, que la
independencia de la América
hispana surgió inicialmente de un
movimiento de lealtad. Al igual
que en España, la desaparición del
poder y las instituciones legítimas
determinó el surgimiento de
múltiples juntas de base
esencialmente local. Ellas ejercían
la soberanía, entendida como un
depósito hasta tanto volviera el
rey legítimo.
10. No había pues nada de revolucionario, sino la aplicación de la teoría
desarrollada por la escolástica castellana en el siglo XVI de
que, ante la imposibilidad de ejercicio por parte del rey, la
soberanía volvía al pueblo, aunque el carácter de depósito
limitaba sus posibilidades.
11. Tales teorías, sin embargo, se sumieron en los más ambiciosos
planteamientos del naciente liberalismo, dando lugar a la
constitución de Cádiz (1812), que desarrollaba ya la idea de la
soberanía de la nación, entendida como la reunión de los
españoles de ambos hemisferios.
12. La vuelta del “deseado” Fernando VII, la represión que desencadenó
contra los constitucionalistas y su reflejo en América hicieron que
la efervescencia creada diera lugar a la aparición de posturas
independentistas y que los conflictos generados por la lucha de
legitimidades e intereses se convirtieran en un enfrentamiento
entre realistas y patriotas.
Se ha resaltado también la importancia que tuvo la reacción de los
criollos contra los españoles, aunque se olvida la frontera
resbaladiza que hubo en ocasiones entre los distintos grupos, así
como la existencia de frecuentes cambios de bando.
13. A diferencia de los Estados Unidos o Brasil, la independencia no
generó un único estado, pese a que hubiera intentos de crear
entidades más amplias, como el de Bolívar.
La inmensa extensión del territorio, la intensidad del proceso de
regionalización desarrollado en los siglos anteriores o los intereses
contrapuestos de distintos grupos criollos determinaron la
aparición de diversos países, si bien la frecuente imprecisión de las
fronteras incrementó los enfrentamientos.
14. Sobre los distintos estados se construyó posteriormente un
nacionalismo -frecuentemente con matices
antiespañoles-, a partir del cual ha querido explicarse
luego todo, aunque éste fuera una consecuencia y no una
causa de la emancipación.