3. Al estudiar Gálatas 3:15-20, tenemos
que tener en cuenta el significado y
el uso que Pablo da a tres términos:
Promesa, pacto y ley.
4. “Hermanos, hablo en términos humanos: Un pacto, aunque sea de hombre,
una vez ratificado, nadie lo invalida, ni le añade” (Gálatas 3:15)
La palabra griega traducida por “pacto”
(diathēkē) tiene el doble significado de
pacto y testamento. Es un pacto especial
donde una parte se compromete de
forma unilateral ante otra. Son promesas
que se cumplen en un determinado
momento (por ejemplo, tras el
fallecimiento del testador).
El pacto ratificado al que se refiere Pablo
es de este tipo. Son “las promesas”
hechas por Dios “a Abraham” y “a su
simiente”, “la cual es Cristo”
(Gálatas 3:16).
Dios promete y el hombre recibe.
Abraham tan solo tuvo que aceptar —por
fe— la promesa. Y Dios siempre cumple
sus promesas (2ª de Corintios 1:20).
5. Pablo contrasta la promesa recibida por fe
con la ley promulgada 430 años después.
¿Abrogaba la ley la promesa anterior? No.
¿Una vez cumplida la promesa [Cristo], se
abrogaba la ley? No.
En Romanos 3, Pablo trata este mismo
tema: “¿Luego por la fe invalidamos la
ley?” (Romanos 3:31). ¿Desechó Dios la
ley al cumplir su promesa? La respuesta es
clara: “En ninguna manera”.
Si la salvación es por la fe en la promesa,
la ley no puede hacer nada para salvarnos.
Por otra parte, tampoco la fe anula a la
ley. Entonces, ¿para qué sirve la ley?
“Esto, pues, digo: El pacto previamente ratificado por Dios para
con Cristo, la ley que vino cuatrocientos treinta años después,
no lo abroga, para invalidar la promesa” (Gálatas 3:17)
6. “Entonces, ¿para qué sirve la ley? Fue añadida a causa de las transgresiones,
hasta que viniese la simiente a quien fue hecha la promesa; y fue ordenada
por medio de ángeles en mano de un mediador” (Gálatas 3:19)
Pablo no dice que la ley fue añadida al pacto
como un apéndice de nuevas cláusulas. Debemos
recordar que el pacto era unilateral, no dependía
de lo que el hombre pudiera hacer.
Más bien, la ley fue introducida para mostrarnos
nuestra condición pecaminosa y hacernos ver con
claridad el pecado en nuestra vida (Romanos 7:13).
La expresión “hasta” puede dar la impresión de
que la ley dejó de cumplir su función cuando Cristo
vino. Pero “hasta” no siempre significa un periodo
limitado de tiempo.
Por ejemplo, cuando Jesús dice “pero lo que tenéis,
retenedlo hasta que yo venga” (Apocalipsis 2:25)
no implica que, cuando Él venga, ya no
necesitemos el amor, la bondad…
7. “Entonces, ¿para qué sirve la ley? Fue añadida a causa de las
transgresiones, hasta que viniese la simiente a quien fue hecha la promesa;
y fue ordenada por medio de ángeles en mano de un mediador” (Gálatas 3:19)
Lejos de rellenar un hueco que abarcó
desde 430 años después de la promesa
(Sinaí) hasta su cumplimiento (Cristo), la ley
tiene un periodo de vida mucho más largo.
De hecho, Dios dijo que Abraham mismo
“guardó mi precepto, mis mandamientos,
mis estatutos y mis leyes” (Génesis 26:5);
José conocía bien que el adulterio era un
pecado contra Dios (Génesis 39:7-10); el
pueblo de Israel guardó el sábado antes de
la promulgación de la ley (Éxodo 16:22-26).
¿Por qué, pues, fue necesario promulgar la
ley en Sinaí al pueblo de Israel por medio de
Moisés?
Porque durante su esclavitud en Egipto, el
pueblo había olvidado gran parte de la ley.
8. “La ley de Dios es un trasunto de su
carácter. Fue dada al hombre en el principio
como la norma de la obediencia. En los
siglos subsiguientes, se perdió de vista esta
ley… Con el correr del tiempo, los israelitas
fueron a Egipto, donde por muchos años
soportaron una gravosa opresión a manos
de los egipcios…
Sobre el monte Sinaí la ley fue dada por
segunda vez. Con pavorosa majestad el
Señor pronunció sus preceptos y con su
propio dedo grabó el decálogo sobre tablas
de piedra.
Atravesando los siglos, encontramos que
llegó el tiempo cuando la ley de Dios debería
revelarse de una manera inconfundible
como la norma de la obediencia”
E.G.W. (Testimonios para la iglesia, tomo 8, pg. 219)
9. LA SUPERIORIDAD DE
LA PROMESA
“Porque si la
herencia es por la
ley, ya no es por
la promesa; pero
Dios la concedió a
Abraham mediante
la promesa”
(Gálatas 3:18)
Aunque eterna, la ley dada a Israel
no podía, ni puede hoy, proveer un
medio de salvación a nadie.
Pero el sacrificio de Jesús (la
promesa) fue un punto de inflexión
en la historia de la Salvación. A
partir de ese momento, ya existía
un medio por el cual obtener
salvación (prefigurada por la ley
ceremonial).
Por más importante que sea la ley,
no sustituye la promesa de la
salvación mediante la gracia y la fe.
Al contrario, la ley nos ayuda a
entender mejor cuán maravillosa
es esa promesa realmente.
10. “La obra mediatoria de Cristo comenzó en el mismo
momento en que comenzó la culpabilidad, el
sufrimiento y la miseria humana, tan pronto como el
hombre se convirtió en un transgresor. La ley no fue
abolida para salvar al hombre y para lograr su unión
con Dios. Pero Cristo asumió el papel de ser su garante
y libertador al hacerse pecado por el hombre, a fin de
que el hombre viniera a ser la justicia de Dios en y por
medio de Aquel que era [y es] Uno con el Padre. Los
pecadores pueden ser justificados por Dios únicamente
cuando él perdona sus pecados, los libra del castigo que
merecen, y los trata como si fueran verdaderamente
justos y como si no hubieran pecado, recibiéndolos en
el favor divino y tratándolos como si fueran justos. Son
justificados únicamente por la justicia de Cristo que se
acredita al pecador. El Padre acepta al Hijo, y en virtud
del sacrificio expiatorio de su Hijo, acepta al pecador”
E.G.W. (Mensajes selectos, tomo 3, pg. 221)
11. Te invito a bajar y estudiar
cada una de las 14
lecciones que tratan sobre
el tema:
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