1. La llorona
Quienes le han visto dicen que es una mujer revueltay enlodada, ojos rojizos, vestidos sucios y deshilachados. Llevaentre sus
brazos un bultico como de niño recién nacido. No hace mal a lagente, pero causanterrorsus quejasy alaridos gritando a su hijo.
Las apariciones se verifican en lugares solitarios, desde las ocho de lanoche, hastalas cinco de lamañana.Sus sitios preferidos
son las quebradas, lagunas y charcos profundos, donde se oye el chapaleo y los ayes lastimeros. Se les aparece a los hombres
infieles, a los perversos,a los borrachos,a los jugadores y en fin, a todo ser que ande urdiendo maldades.
Dice la tradición que la llorona reclama de las
personas ayuda para cargaral niño; al recibirlo se
libra del castigo convirtiéndose en la llorona la
persona que lo ha recibido. Otras versiones dicen
que es el espíritu de una mujer que matópor celos a
la mamá y prendió fuego a la casa con su
progenitora dentro, recibiendo de ésta, en el
momento de agonizarlamaldición que lacondenara:
"Andarássin Dios y sin santaMara,persiguiendo a
í
los hombres por los caminos del llano".
Durante la guerracivil, se estableció en la Villade
las Palmas o Purificación, un Comando General,
donde concentraban gentes de distintas partes del
país.
Uno de sus capitanes, de conductapoco recomendable y que encontrabaen la guerrauna aventuradivertida paradesahogarsu
pasado luctuoso de asaltoy crimen, se instalócon su esposaen estavilla,que alpoco tiempo abandonóparaseguir en lalucha.
Su afligida y abandonada mujer se dedicó a la modistería para no morir de hambre mientras su marido volvíay terminaba la
guerra.
Alcorrerdel tiempo las gentes hicieron circularlanoticia de lamuerte del capitán y lapobre señoraguardó luto riguroso hasta
que se le presentó un soldado que formaba parte del batallónde reclutas que venían de la capitalhacia el sur, pero que por
circunstanciasespeciales, debía demoraren aquellalocalidad algunassemanas.
Laviuda convencida de lasaseveraciones sobre lamuerte de su marido, creyóencontraren aquel nuevo amor un lenitivo parasu
pena, aceptóaljoven e intimó con él.
Los días de locurapasionalpasaron veloces y nuevamente lacostureraquedó saboreando el abandono, lasoledad, la pobreza y
sorbiéndose laslágrimaspor laausencia de su amado.
2. Aquellaaventureradejó huellas imborrables en la atribulada mujer, porque a los pocos días sintió palpitaren sus entrañasel
frutode su amor.
Eltiempo transcurrasin tener noticias de su amado. Laañoranzase tornabatiernaalcomprobarque se cumplían lasnueve lunas
í
de su gestación.
Un batallónde combatientes regresaba del sur el mismo día que la costureradaba a luz un niño flacuchento y pálido. Aquel
cartuchosilencioso y pobre se alegrócon el llantodel pequeñín.
Alatardecer de aquel mismo día, llegó corriendo a su casa una vecina amiga, a informarle que su esposo el capitán, no había
muerto, porque sin temor a equivocarse,lo acababade verentre el cuerpo de tropaque arribabaalcampamento.
En tan importuno momento, esa noticia era como paradesfallecer, no por el caso que pocas horas antes había soportado, como
por el agotamiento físico en que se encontraba.Miles de pensamientos fluíana su mente febril. Se levantodecidida de su cama.
Se colocóun ropóndeshilachado, sobre sus hombros, cogió alrecién nacido, lo abrigóbien, le agarrófuertemente contrasu pecho
creyendo que se lo arrebatarany sin cerrarla puertaabandonó la choza, corriendo con dificultad. Se encaminó por el sendero
í
oscurobordeado de arbustoy protegida por el mantonegro de lanoche.
Gruesas gotas de lluvia empezaron a caer, seguía corriendo, los nubarrones eran más densos, la tempestad se desato con más
furia. La luz de los relámpagos le iluminaba el camino. La naturalezasacudía con estertores de muerte. La demente lloraba.Los
arroyos crecieron, se desbordaron. Al terminar la vereda encontróel primer riachuelo, pero ya la mujer no veía. Penetróa la
corriente impetuosaque laarrollórápidamente. Las aguasbramaron. En sus estrepitosos rugidos parecíapercibirse el lamento de
una mujer