El documento presenta varias historias cortas de la mitología y folclore egipcio. La primera historia trata sobre el faraón Dyoser y su primer ministro Imhotep buscando una solución a la sequía causada por la falta de crecida del Nilo. La segunda historia es una fábula sobre un anciano y su caballo. La tercera historia describe a Ra, el rey de los dioses, discutiendo con su hija Hathor y la oscuridad resultante.
2. El faraón Dyoser
y la crecida del Nilo
Sentado en su trono, silencioso y
apenado, se encontraba el faraón
Dyoser.
Egipto había caído en desgracia ya que
hacía siete años que la crecida del Nilo
era insuficiente. No había agua
suficiente para regar las tierras, y las
reservas de los graneros, que hasta
ahora habían permitido al pueblo
alimentarse, se estaban quedando
vacíos.
Los meses pasaban y la preocupación
del faraón aumentaba. Su pueblo no
tenía apenas con qué alimentarse, los
campesinos observaban con tristeza los
campos secos, los niños lloraban y los
ancianos se debilitaban. Incluso los
templos se cerraban por falta de
ofrendas a sus dioses.
El Nilo se negaba a fecundar la tierra de
Egipto. Por eso, decidió pedir ayuda a
su amigo y primer ministro Imhotep,
arquitecto, médico, mago y astrólogo.
-Nuestro país está sufriendo una grave
situación -dijo el rey dirigiéndose a
Imhotep-. Si no encontramos una
solución moriremos de hambre. Hay
que darse prisa y descubrir dónde nace
el Nilo para saber cuál es el poder
divino responsable de que suban las
aguas.
Imhotep se marchó a Heliópolis, donde
se encontraba el gran templo de Thot,
dios de la sabiduría y protector de los
escribas. Buscó entre los libros sagrados
y documentos más antiguos que
hablaran sobre la crecida del Nilo y
volvió al palacio para informar a
Dyoser.
-Eres el primer faraón que se interesa
por los secretos de los caudales del Nilo
-comentó Imhotep mientras
desenrollaba un montón de papiros, y
prosiguió-: Los textos indican que en el
sur de Egipto se encuentra la isla de
Elefantina. Allí apareció la luz divina
cuando decidió dar vida a todos los
seres. El Nilo nace en ese lugar, en dos
cavernas de donde manan todas las
riquezas de la tierra. Cuando lo desea,
el Nilo fertiliza sus orillas.
-¿Quién vigila esas cavernas? -
preguntó ansioso el faraón
3. El
juicio
En una aldea había un anciano muy pobre,
pero hasta los reyes lo envidiaban porque
poseía un hermoso caballo blanco.
Los reyes le ofrecieron cantidades
fabulosas por el caballo, pero el hombre
decía: "Para mí, él no es un caballo, es una
persona. ¿Y cómo se puede vender a una
persona, a un amigo?" Era un hombre
pobre pero nunca vendió su caballo.
Una mañana descubrió que el caballo ya no
estaba en el establo. Todo el pueblo se
reunió diciendo:
-Viejo estúpido. Sabíamos que algún día le
robarían su caballo. Hubiera sido mejor que
lo vendieras. ¡Qué desgracia!
-No vayan tan lejos -dijo el viejo-.
Simplemente digan que el caballo no
estaba en el establo. Este es el hecho, todo
lo demás es juicio de ustedes. Si es una
desgracia o una suerte, yo no lo sé, porque
esto apenas es un fragmento.¿Quién sabe
lo que va a suceder mañana?
La gente se rió del viejo. Ellos siempre
habían sabido que estaba un poco loco.
Pero después de 15 días, una noche el
caballo regresó. No había sido robado, se
había escapado. Y no sólo eso, sino que
trajo consigo una docena de caballos
salvajes.
De nuevo se reunió la gente diciendo:
-Tenías razón, viejo. No fue una desgracia
sino una verdadera suerte.
-De nuevo están yendo demasiado lejos -
dijo el viejo-. Digan sólo que el caballo ha
vuelto... ¿quién sabe si es una suerte o no?
Es sólo un fragmento. Están leyendo
apenas una palabra en una oración. ¿Cómo
pueden juzgar el libro entero?
Esta vez la gente no pudo decir mucho más,
pero por dentro sabían que estaba
equivocado. Habían llegado doce caballos
hermosos...
El viejo tenía un hijo que comenzó a
entrenar a los caballos. Una semana más
tarde se cayó de un caballo y se rompió las
dos piernas. La gente volvió a reunirse y a
juzgar:
-De nuevo tuviste razón -dijeron-. Era una
desgracia. Tu único hijo ha perdido el uso
de sus piernas y a tu edad él era tu único
sostén. Ahora estás más pobre que nunca.
4. El ojo
del sol
Ra, el rey de los dioses, sabía que su hija
Hathor, cuando tenía apariencia humana,
era la diosa más agraciada en virtudes.
Llenaba de alegría y de encanto todos los
lugares. Era la protectora de los dioses.
“El Ojo Del Sol” era el lado más negativo de
la diosa Hathor. Ella adquiría muy variadas
formas. Cuando se enojaba todos los dioses
la temían.
Un día Ra tuvo que discutir con su hija. El
Ojo Del Sol tenía muchísimos celos de los
dioses que creó su padre. Éste no pudo
consentir ese comportamiento tan injusto y
Hathor se enfadó muchísimo y se marchó
hacia Nubia, teniendo que atravesar
desiertos. La diosa ya no mostraba su
forma humana, tenía la apariencia de un
gato salvaje o la de una leona furiosa.
Cualquier criatura que se le acercase sería
víctima de ella. Cazaba y mataba, vivía de
ese modo.
Ra entristeció y cayó en una profunda
melancolía, hasta tal punto que “ El dios
Sol” ocultó su rostro y la tierra se quedó sin
luz, en una profunda oscuridad.
Yo me pregunto una cosa:
-¡Ra! ¿Cómo pudo ocurrir tal cosa, tú, que
eres el que envía la alegría al mundo y
ahuyentas las desgracias y las penas?
Egipto estaba desconocido. Era muy cruel
ver ese panorama en la tierra. ¡Qué
tristeza!
Ra pidió ayuda a los dioses y le dijo a Thot,
el dios más sabio, uno de mis dioses
favoritos, que fuera a Nubia a convencer a
Hathor para que volviera a Egipto. Thot
estaba atemorizado, pues sabía que en
cuanto lo viera, Hathor lo mataría.
Entonces pensó que lo mejor sería adquirir
la forma de un mandril para ser más
insignificante.
Después de seguir los pasos de la diosa, la
encontró y se acercó a ella. Thot le dio
conversación haciendo referencia a Ra y
recordándole que era la hija del sol, pero
ella bajo la forma de gato salvaje le dijo:
-¡Dime lo que tengas que decir y muere!
5. La creación
del universo
Al principio, en medio de las tinieblas,
sólo existía un océano infinito de aguas
inmóviles, el cual se llamaba Nun. Y
así, de este océano, emerge Amón-Ra,
el dios del Sol, sin padre ni madre. Ha
nacido del océano. Ha nacido el primer
dios.
Aparece en la cima de una colina
saliendo de Nun y escupe a Shu, dios
del aire, y a Tefnut, diosa de la
humedad. Y juntos engendran a Gueb,
el dios de la tierra, y a Nut, la diosa del
cielo... Y Gueb y Nut dan nacimiento a
los demás dioses egipcios.
De esta forma, nace el universo.
Pero el océano Nun no desaparece, sino
que rodea el cielo. Ante esto, los
egipcios temen que se vierta sobre la
tierra inundándola. Por eso, ante este
miedo que provoca esta situación,
representan este océano con la forma
de un lago sagrado junto a sus templos.
EL NACIMIENTO DE LOS HOMBRES
Una vez que el universo está en su
lugar, deben nacer los hombres,
que después serán faraones.
Los egipcios consideraron como
creador de los hombres al dios con
forma de carnero llamado Jnum. En su
torno de alfarero fue modelando el
cuerpo humano, y también su alma,
preocupándose especialmente en
formar a los futuros faraones, y darle su
ka, es decir, su energía vital.
6. La leyenda
de Osiris
Osiris era el hijo mayor de
Nut, la diosa del Cielo, y de
Gueb, el dios de la Tierra. Se
dice que fue el primer rey de
Egipto, hasta el día en que la
desgracia cayó sobre él.
Seth envidiaba a Osiris, su
hermano. Durante una fiesta
retó a los invitados a que
entrasen en un cofre. Osiris se
introdujo en él y la tapa se
cerró... ¡Osiris cayó en su
trampa! Y Seth hizo tirar el
cofre al Nilo y se apoderó del
trono.
Isis, la mujer de Osiris,
encontró el cadáver de su
esposo y lo escondió. Pero el
malvado Seth se apoderó de
él, cortándolo esta vez en
catorce pedazos, que esparció
en la corriente del Nilo.
Tras una larga búsqueda, la
diosa hechicera Isis recuperó
los pedazos y pacientemente
los unió. Con la ayuda de
Anubis, el dios de los
embalsamadores, le devolvió
la vida a Osiris, que se
convirtió en el dios de los
muertos en el Más Allá. ¡Isis
jamás volvió a reunirse con su
esposo en la tierra!
Sin embargo, hubo venganza.
Su hijo Horus, el dios con
cabeza de halcón, se enfrentó
a Seth en terrible combate,
venciendo y reconquistando
el reino de su padre.
7. Míster
Taylor
-Menos rara, aunque sin duda
más ejemplar -dijo entonces el
otro-, es la historia de Mr. Percy
Taylor, cazador de cabezas en la
selva amazónica.
Se sabe que en 1937 salió de
Boston, Massachusetts, en donde
había pulido su espíritu hasta el
extremo de no tener un centavo.
En 1944 aparece por primera vez
en América del Sur, en la región
del Amazonas, conviviendo con
los indígenas de una tribu cuyo
nombre no hace falta recordar.
Por sus ojeras y su aspecto
famélico pronto llegó a ser
conocido allí como "el gringo
pobre", y los niños de la escuela
hasta lo señalaban con el dedo y
le tiraban piedras cuando pasaba
con su barba brillante bajo el
dorado sol tropical. Pero esto no
afligía la humilde condición de
Mr. Taylor porque había leído en
el primer tomo de las Obras
Completas de William G. Knight
que si no se siente envidia de los
ricos la pobreza no deshonra.
En pocas semanas los naturales se
acostumbraron a él y a su ropa
extravagante. Además, como
tenía los ojos azules y un vago
acento extranjero, el Presidente y
el Ministro de Relaciones
Exteriores lo trataban con
singular respeto, temerosos de
provocar incidentes
internacionales.
Tan pobre y mísero estaba, que
cierto día se internó en la selva en
busca de hierbas para
alimentarse. Había caminado
cosa de varios metros sin
atreverse a volver el rostro,
cuando por pura casualidad vio a
través de la maleza dos ojos
indígenas que lo observaban
decididamente. Un largo
estremecimiento recorrió la
sensitiva espalda de Mr. Taylor.
Pero Mr. Taylor, intrépido,
arrostró el peligro y siguió su
camino silbando como si nada
hubiera pasado.
8. La mosca que
soñaba que era un
águila
Había una vez una Mosca que
todas las noches soñaba que
era un Águila y que se
encontraba volando por los
Alpes y por los Andes.
En los primeros momentos
esto la volvía loca de
felicidad; pero pasado un
tiempo le causaba una
sensación de angustia, pues
hallaba las alas demasiado
grandes, el cuerpo demasiado
pesado, el pico demasiado
duro y las garras demasiado
fuertes; bueno, que todo ese
gran aparato le impedía
posarse a gusto sobre los
ricos pasteles o sobre las
inmundicias humanas, así
como sufrir a conciencia
dándose topes contra los
vidrios de su cuarto.
En realidad no quería andar
en las grandes alturas o en
los espacios libres, ni mucho
menos.
Pero cuando volvía en sí
lamentaba con toda el alma
no ser un Águila para
remontar montañas, y se
sentía tristísima de ser una
Mosca, y por eso volaba
tanto, y estaba tan inquieta, y
daba tantas vueltas, hasta
que lentamente, por la noche,
volvía a poner las sienes en la
mosca
9. Tabla de contenido
El faraón Dioses y la crecida del Nilo ......... 1
El juicio .................................................. 2
El ojo del sol....................................... 3
La creación del universo............................ 4
La leyenda de Osiris ............................... 5
Míster Taylor...................................... 6
La mosca que soñaba ser un águila………..7