c3.hu3.p1.p2.El ser humano y el sentido de su existencia.pptx
Leyendas chilenas
1. La Añañuca
Es una flor típica de la zona norte de nuestro país, que crece específicamente entre Copiapó
(Región de Atacama) y el valle de Quilimarí (Región de Coquimbo). Pocos saben que su
nombre proviene de una triste historia de amor.
Cuenta la leyenda que en tiempos previos a la Independencia de Chile, en la localidad de
Monte Patria, vivía Añañuca, una bella joven indígena que todos los hombres querían
conquistar, pero nadie lograba.
Un día llegó al pueblo un minero que andaba en busca de un tesoro. Al conocer a Añañuca,
surgió el amor entre ambos, por lo que decidieron casarse.
La pareja fue feliz durante un tiempo, pero una noche, el joven tuvo un sueño donde un
duende le revelaba el lugar en donde se encontraba la mina que por tanto tiempo buscó. A la
mañana siguiente, sin avisarle a nadie, ni siquiera a su mujer, partió a buscarla.
Añañuca, desolada, lo esperó y esperó, pero pasaban los días, las semanas, los meses y el
joven minero nunca regresó.
Se dice que éste habría sido víctima del espejismo de la pampa o de algún temporal,
causando su desaparición y, presuntamente, su muerte.
Añañuca pronto murió, producto de la gran pena de haber perdido a su amado. Fue enterrada
por los pobladores en pleno valle en un día de suave lluvia. Al día siguiente, salió el sol y
todos los vecinos del pueblo pudieron ver un sorprendente suceso. El lugar donde había sido
enterrada la joven se cubrió por una abundante capa de flores rojas.
Desde ese momento, se asegura que esta joven se convirtió en flor, como un gesto de amor a
su esposo, ya que de esta manera permanecerían siempre juntos. Así fue que se le dio a esta
flor el nombre de Añañuca.
2. La Calchona
Muchas son las versiones que se han tejido en torno a la fantástica historia de la Calchona.
Mientras algunas personas se refieren a ella como una mujer fea y malévola que ataca a los
jinetes, otras dicen que, tomando forma de animal, ataca a los hombres desobedientes e
infieles. Existe, además, la versión de la mujer que por las noches se transforma en diferentes
animales.
Aquí te presentamos una de ellas: cuenta la historia de un matrimonio que vivía sin problemas
en el campo, junto a sus dos hijos. Sin embargo, la familia no sabía que la mujer era bruja y
que en su hogar escondía varios frascos con unas cremas que, al aplicarlas sobre su cuerpo,
le permitían transformarse en el animal que ella eligiese. Todas las noches realizaba el rito de
colocarse los ungüentos y salir a pasear por los campos. En la mañana regresaba, se aplicaba
sus cremas y volvía a recobrar la forma de madre.
Así pasó el tiempo, hasta que un día sus hijos la vieron, e imitando a su mamá se pusieron las
cremas, transformándose en múltiples animales. Pero cuando quisieron volver a ser niños, no
supieron cómo, y convertidos en animalitos se pusieron a llorar. El padre despertó con los
sollozos de los hijos, pero su sorpresa fue enorme, pues en lugar de verlos a ellos encontró
solamente pequeños animales. Con inteligencia, logró encontrar el frasco con la pócima
indicada y consiguió que los niños se transformaran nuevamente en niños; pero para evitar
que les volviera a ocurrir lo mismo, tomó las cremas y las botó en las aguas de un río.
La madre, convertida en oveja negra, regresó a su casa, comenzó a buscar sus cremas por
todos lados, y como no pudo encontrarlas, quedó para siempre convertida en ese animal. Por
eso, cuando se siente balar una oveja negra que vaga de noche sola por los campos, los
campesinos saben que se trata de la Calchona. Todos acostumbran dejarle un plato de
comida para que se alimente, ya que es totalmente inofensiva.
3. La Laguna del Inca
Escondida en las alturas de la Cordillera de los Andes, en Portillo, se encuentra una hermosa
laguna que hoy se conoce como Laguna del Inca. Algunas personas aseguran que sus
tranquilas aguas color esmeralda se deben a una romántica historia de amor.
Antes que los españoles llegaran a estas tierras, los incas habían extendido sus dominios
hasta las riberas del río Maule, y como se consideraban hijos del Sol, las cumbres andinas
eran el escenario ideal para realizar sus rituales y ceremonias religiosas.
Según cuenta la leyenda, el inca Illi Yupanqui estaba enamorado de la princesa Kora-llé, la
mujer más hermosa del imperio. Decidieron casarse y escogieron como lugar de la boda una
cumbre ubicada a orillas de una clara laguna. Cuando la ceremonia nupcial concluyó, Kora-llé
debía cumplir con el último rito, que consistía en descender por la ladera del escarpado cerro,
ataviada con su traje y joyas, seguida por su séquito. Pero el camino era estrecho, cubierto de
piedras resbalosas y bordeado por profundos precipicios. Fue así como la princesa, mientras
cumplía con la tradición, cayó al vacío.
Illi Yupanqui, al escuchar los gritos, se echó a correr, pero cuando llegó al lado de la princesa,
ella estaba muerta. Angustiado y lleno de tristeza, el príncipe decidió que Kora-llé merecía un
sepulcro único, por lo que hizo que el cuerpo de la princesa fuera depositado en las
profundidades de la laguna.
Cuando Kora-llé llegó a las profundidades envuelta en blancos linos, el agua mágicamente
tomó un color esmeralda, el mismo de los ojos de la princesa. Se dice que desde ese día la
Laguna del Inca está encantada. Incluso hay quienes aseguran que en ciertas noches de
plenilunio el alma de Illi Yupanqui vaga por la quieta superficie de la laguna emitiendo tristes
lamentos.
4. El Trauco
Es tal vez uno de los más representativos. Según la leyenda chilota, se trata de un hombre
pequeño, deforme y de baja estatura, que habita en los bosques de la región. Sus facciones
son gruesas y toscas, y su cuerpo, además de asemejarse al tronco de un árbol, está cubierto
de fibras de quilineja (planta trepadora usada para la fabricación de canastos y cordeles). Usa
un gorro en forma de cono, como un cucurucho, y porta una pequeña hacha de piedra o
bastón de madera llamado pahueldún, con el que es capaz de derribar cualquier árbol, pues
tiene la fuerza de un gigante.
Se dice que es capaz de matar a una persona con la mirada, siempre que la vea antes de ser
observado; pero es más frecuente que ella quede deforme, con el cuello torcido, o
sentenciada a morir dentro de un año.
Tiene instintos lascivos y procura siempre apoderarse de alguna mujer para abusar de ella.
5. La Pincoya
Es una mujer joven de extraordinaria belleza que representa la personalidad de los mares y
las playas. Sale de la profundidad de las aguas a danzar en las playas o sobre las olas, semi-
vestida con un traje de algas. Sus brazos y piernas son similares a los de una persona.
Cuando realiza su baile mirando hacia alta mar, significa que abundarán los peces y mariscos.
En cambio, si lo hace con el rostro en dirección hacia la playa, indica que los peces y mariscos
serán escasos. Si por la ausencia de la Pincoya la escasez se mantiene, es posible hacerla
volver por medio de una ceremonia mágica donde intervienen brujos o machis.
Cuando los isleños naufragan, la Pincoya acude a su auxilio. A veces algunos pescadores la
ven entre los roqueríos peinando su larga cabellera, rojiza o rubia. Su acompañante, como
hermano o esposo, es el Pincoy.
6. La Fiura
Es una mujer de horrible aspecto, pequeña estatura y mal aliento que habita en los bosques.
Es coqueta; se baña en las vertientes o cascadas, y luego peina su larga y abundante
cabellera con un peine de cristal. Después del baño, se sienta sobre el musgo y permanece
desnuda durante horas. Tiene un gran poder de seducción, y una vez que logra atraer a su
víctima lo enloquece. Por eso las expresiones populares dicen que “lo tentó la condená”.
Representa lo femenino de la perversidad y se deleita haciendo el mal a quienes la rechazan,
sean estos animales o seres humanos. El mito dice que la Fiura los tuerce con el poder de su
aliento, produciéndoles ciática o “tullimiento”. Los animales quedan “descuadrilados” o
quebrados sin tener señales de golpes o garrotazos.
7. El Camahueto
Es otro de los personajes que aparecen en la mitología chilota. Se trata de un ternero parecido
al unicornio, de pelaje color plomizo muy brillante. En la frente posee un cuerno dorado que
brilla a la luz de la luna. Los que lo han visto dicen que es un animal muy ágil y vigoroso, de
gran hermosura. Nace y habita en las quebradas donde existe una caída de agua, y en
lagunas pantanosas. En ese lugar permanece hasta los 25 años y después emigra al mar,
pero para llegar a su destino destruye la naturaleza circundante y los sembrados de los
agricultores. Según la leyenda, cuando alguien sabe que se está desarrollando un Camahueto
en su terreno, busca un machi o brujo para que lo atrape en el plenilunio, laceándolo con una
soga de sargazo, y lo conduzca al mar sin provocar daño. El machi que captura al Camahueto
recibe una recompensa en dinero o especies y el cuerno del animal.
8. El Alicanto
El Alicanto es, en esta zona del país, el sueño de muchos mineros, que esperan que algún día
este personaje se les aparezca y les muestre el sendero hacia una veta de oro o plata. Se
trata de un enorme pájaro, de grandes alas color metálico, pico encorvado y patas alargadas
con enormes garras. Se alimenta de oro o de plata y sus alas fosforecen durante la noche. Si
el animal come oro, despide destellos dorados; o argentados si su alimento fue la plata.
Las personas que lo han podido ver han dejado todo de lado por seguirlo, pues se dice que el
ave se ubica en el lugar exacto de la riqueza. Pero quien sigue al alicanto repentinamente, al
llegar al lugar del supuesto tesoro, el ave lo abandona, dejándolo sin agua y sin comida. Sólo
una plegaria a la virgen de Punta Negra le puede mostrar el camino de regreso.
9. La Lola
La Lola es un personaje que foma parte de la mitología de una amplia zona geográfica, pues
su leyenda se registra en Antofagasta, Santiago, O’Higgins y Colchagua.
En la provincia de Antofagasta, en la época de los descubrimientos, fue muy conocida una
bella mujer llamada Lola. Su padre vivía para cuidar a su hija y distanciarla de sus
enamorados.
La Lola sembraba ilusiones y desengaños en los hombres, y mucha envidia entre las mujeres.
Un día conoció a un hombre del que se enamoró, pero él amaba a otra mujer; ella, al sentirse
desplazada, se transformó en una terrible celosa. Fue así como, una noche, se dirigió
descalza y silenciosa a la habitación donde dormía el hombre y lo mató con un puñal.
Después huyó a los cerros dando gritos y alaridos. Al tiempo regresó al poblado, víctima de la
locura, solo sabiendo reír, hasta que murió. Desde entonces la Lola y su espíritu vengativo
recorren los cerros.
10. El Chonchón
El Chonchón se presenta como una cabeza humana, de la que nacen unas enormes orejas
que usa a modo de alas para volar. Su presencia es delatada por su fatídico grito de tué, tué,
que indica que una persona va a morir. Revolotea alrededor de la habitación de los enfermos,
lucha con el espíritu de estos, y, si los vence, chupa la sangre de los pacientes.
Se considera a los Chonchones como brujos que tienen el secreto para volar. Esto lo hacen
untándose unas cremas en la garganta, con lo que logran que salga a volar sólo la cabeza,
diciendo: Sin Dios ni Santa María. El cuerpo permanece en la casa.
Para ahuyentarlos se reza la siguiente oración: San Cipriano va para arriba, San Cipriano va
para abajo, sosteniendo una vela del buen morir. Con estas palabras el Chonchón cae al
suelo. También se le echa sal al fuego de la cocina y se dice: Pasa, Chonchón, tu camino, o
vuelve mañana por sal. Al día siguiente se presentará alguien a pedir sal y no hay que
negársela.
11. El Pihuchén
En mapuche significa secar a la gente. Es un personaje cuya existencia se registra más allá
de la zona central, pues también aparece en Coquimbo, La Araucanía y Chiloé.
Se trata de un culebrón verdoso, de alrededor de medio metro de largo, que vive en el corazón
de los árboles huecos. Chupa la sangre de las ovejas o de los cristianos desde lejos.
Su presencia se reconoce por las huellas de sangre que deja.
En algunos campos, a los rebaños de ovejas se les ponen seis o más cabros, pues la sangre
de estos animales es muy fuerte y ahuyenta a los pihuchenes.
Para matarlo, se cubre el árbol en que está escondido con una tela fuerte, para que no pueda
huir, y en seguida se prende fuego al árbol.
12. La Cuca
De la leyenda de la Cuca se conocen tres versiones: la Cuca negra, la Cuca blanca y la Cuca
cordillerana. La primera es un ave que vuela de noche. Cuando lo hace en las noches de luna,
si su sombra toca a una persona, esta muere antes de cumplirse un año. Su grito se asemeja
al rebuzno de la mula. Si lo lanza sobre una casa, al poco tiempo muere uno de los moradores
de ella.
La Cuca blanca es un ave benéfica que ayuda a las personas que andan extraviadas a
encontrar el camino. Cuando canta, dice: ¡Cuca! ¡Cuca!
La Cuca cordillerana habita cerca de los Andes y es un ser mitad mujer, mitad vaca que
siempre anda con la cabeza tapada. Entra en las casas, saca a las personas mientras
duermen y las deja en un sitio distante sin causarles ningún daño.
13. Las Tres Pascualas
A fines del siglo XVIII, en Concepción vivían tres hermanas, a quienes se las conocía como las
tres Pascualas. Como era su costumbre lavar juntas la ropa en una laguna cercana a su
hogar, se las veía frecuentemente afanadas en esta labor.
Una tarde, algunas mujeres encontraron sus cadáveres flotando en el agua. ¿Qué había
pasado? Según se cuenta, las hermanas se enamoraron del mismo hombre, quien las sedujo
y, luego, las abandonó. Desesperadas, ellas decidieron terminar con sus vidas y se arrojaron a
la laguna. Inexplicablemente, se formó un gran remolino y las aguas, furiosas, se desbordaron.
Cuando la quietud volvió, la laguna tomó la forma de la luna en cuarto menguante.
Desde entonces, los lugareños cuentan que algunas noches suelen ver lavando a las tres
Pascualas.
Otra versión de la leyenda dice que a la casa donde vivían con su padre habría llegado a
hospedarse un forastero. El hombre se enamoró de las tres muchachas y cada una, en
secreto, le correspondió su amor. Sin embargo, él no supo a cuál de las tres escoger, así que
las citó a la laguna en la noche de San Juan. Las esperó sentado en un bote y cuando vio su
reflejo, desesperado, comenzó a gritar: ¡Pascuala!…
¡Pascuala!… ¡Pascuala! Las tres creyeron ser las elegidas, entraron en la laguna y se
ahogaron. Desde entonces, se dice que en las noches de San Juan, en la laguna aparece un
bote y se escucha una voz angustiada que llama a las muchachas.
14. El Pillán
Los principales dioses del pueblo mapuche eran imaginados como malos espíritus a los que
había que apaciguar mediante algunos sacrificios. La más poderosa de estas divinidades era
Pillán, el dios del trueno y el proveedor del fuego. Este dios provocaba los temblores de la
tierra, las erupciones volcánicas y los relámpagos.
Se representaba como una divinidad corporal en varias formas. Los jefes guerreros que
morían luchando eran reabsorbidos por Pillán y se convertían en volcanes; los simples
guerreros lo hacían en nubes. A partir de esta creencia se elaboró el siguiente mito: durante
una tempestad los indígenas miraban al cielo para ver hacia qué lado se dirigían las nubes,
suponiendo que significaban la batalla entre ellos y los españoles invasores. Si las nubes iban
hacia el sur, los mapuches se lamentaban porque significaba la derrota indígena; en cambio,
si lo hacían en dirección al norte se alegraban por la derrota española que representaba.
El dios Pillán tenía como servidores a otros espíritus llamados wekufus, que para hacer el mal
poseían la facultad de transformarse a su antojo. Los mapuches atribuían a estos espíritus
todas las enfermedades y algunos de los fenómenos meteorológicos que ocurrían a
destiempo, como por ejemplo que lloviese en el momento de recoger la cosecha.
La divinidad benéfica que tenían los mapuches era Anchimayén, la Luna, esposa del Sol.
Protegía a este pueblo de los desastres y expulsaba a los malos espíritus, que huían por
miedo a ella.