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PRÓLOGO
Esta no es una aventura oficial de la Primera Temporada de la Serie Nueva
de Doctor Who, con el Noveno Doctor. Es fruto de mi imaginación, esta
obra está realizada por un fan para divertimiento de otros fans, y espero que
les guste tanto como me está gustando escribirlo a mí. No quiero que esto
se vea como un intento de escribir algo de Doctor Who y que se me
conozca por ello sino que la gente que lo lea lo disfrute y pueda vivir más
aventuras y sueños imposibles con nuestro querido Doctor. Esta aventura
está protagonizada por el Noveno Doctor (papel interpretado en la serie por
Christopher Eccleston) y su acompañante Rose Tyler (papel interpretado en
la serie por Billie Piper) y se sitúa entre el episodio 1x07: Una jugada
larga (A Long Game) y el episodio 1x08: El día del padre (Father’s Day).
¡Espero que os guste! Un saludo y buena lectura,
David Rodríguez, 2013
CAPÍTULO 1
Londres, Edad Media, Abril de 1207. Una gran cabina azul aparece de la nada, en una
esquina de la calle. La cabina azul, en la que se pude leer arriba „‟Police Public Call
Box‟‟ es en realidad una nave espacial que puede viajar por todo el espacio y el tiempo.
Esta nave se llama la TARDIS, que representa las siglas de „‟Tiempo y Dimensión
Relativas en el Espacio‟‟ (En inglés, ‟‟Time And Relative Dimension In Space,
T.A.R.D.I.S). „‟La mejor nave del universo‟‟, como diría el Doctor. El Doctor es un
alienígena que viaja por todo el tiempo y el espacio en su TARDIS del planeta Gallifrey
Su pueblo son los Señores del Tiempo. Estos conocen el secreto para viajar por el
tiempo. Los Señores del Tiempo también tienen el poder de que, a la hora de su muerte,
puedan cambiar todas sus células y su cuerpo para vivir más. Este proceso se llama
„‟regeneración‟‟. El Doctor ha tenido once encarnaciones distintas. La encarnación con
la que le vemos salir de la TARDIS es la novena, el noveno Doctor. Es un hombre alto
y oscuro. Lleva chaqueta de cuero negra, camiseta granate y pantalones y zapatos
negros. Tiene el pelo corto y unas grandes orejas y una gran nariz. El Doctor nunca
viaja solo. Siempre viajan con él sus „‟acompañantes‟‟. La acompañante que lleva ahora
se llama Rose. Rose es una chica londinense de barrio de 19 años. Nunca terminó sus
estudios, vive con su madre y trabaja en unos grandes almacenes. Conoció al Doctor en
la lucha contra la „‟Conciencia Nestene” y sus maniquíes de plástico vivos. Desde
entonces viajan juntos luchando contra fantasmas, Sletheen, Daleks… Viajar con el
Doctor siempre es peligroso, pero, sin la más mínima duda, será el viaje de tu vida.
El Doctor y Rose aterrizan en un mercadillo, en el que hay mucha gente y mucho ruido
y bullicio de la gente hablando y de las gallinas, asnos, vacas y demás animales que se
venden allí. El Doctor quierer comprar unas frutas exóticas de un puestecito, que el
vendedor afirma que vienen del mismo Oriente Próximo.
- ¡Compre unas de estas delicias, su persona verá que nunca ha probado nada
igual! ¡Frutas exóticas, señor! ¡De primera calidad, y a un precio irresistible!
- ¡Ah, fantástico! ¡Tienen una pinta estupenda! Deme dos, muchas gracias.
El Doctor ofrece una a Rose, pero antes, este apunta con su destornillador sónico a la
fruta para hacerle un escáner rápido.
- Rose, puedes comerla sin preocuparte de nada. No es tóxica, no es venenosa y
no está podrida. ¡Están deliciosas y son perfectamente normales!
- Doctor, ¿por qué hemos venido aquí? ¿Qué tiene de especial esto?
- Aquí no pasa nada, somos viajeros, viajamos, la misma palabra lo dice, ¿no?
- Claro, pero nunca aterrizas en un sitio sin una razón. ¡Nunca tenemos un viaje
tranquilo, siempre pasa algo!
- Eso se llaman casualidades, pero buenas casualidades, ¿a quién no le gusta una
gran aventura? Siempre está ahí, pero casi nunca la vemos.
De pronto Rose siente algo raro. Sentía que las sombras, por las esquinas les miraban.
Se sentía observada. Pero nadie parece percatarse excepto ella. Su preocupación
aumenta cuando ve a un hombre encapuchado al final de la calle, no se le ve la cara.
Está inmóvil, no mueve un solo dedo. Esto a Rose le extraña mucho porque nadie
parece percatarse de que ese hombre está ahí. O mejor dicho, parece que no quieren
saber que está ahí.
- Doctor, siento algo raro… Nos observan, nos siguen… Estoy segura…
- ¡Bah, bobadas! Todos vosotros, los simios, sois iguales, unos paranoicos. Yo lo
llamo mala jugada de la imaginación. No hay de qué preocuparse.
- Yo no estaría tan segura… Pero, imagínate…
El Doctor interrumpe a Rose, ya que ha encontrado un puesto en el que se vende lo que
se ve que parecen unos manuscritos antiguos.
- ¡Rose, mira allí! ¡Manuscritos antiguos, me pirro por los manuscritos antiguos!
Haré un buen negocio.
El comerciante de manuscritos es un hombre alto y delgado, de pelos negros y ojos
marrones. Al ver que se acerca un cliente su cara muestra una gran felicidad.
- Buenos días señor, son todos auténticos, se lo aseguro yo, ¡todos originales, no
vendo copias!
- Fantástico, justo lo que esperaba. Veamos que hay por aquí…
El tendero, que nunca había visto ni a Rose ni al Doctor, se dispone a descubrir
quienes son…
- Nunca les había visto por aquí, ¿son nuevos en la zona?
- No, es que somos viajeros, venimos de muy lejos. ¿Este cuánto vale?
- Diez libras, señor. Pero vos habláis como los habitantes del norte, ¿me
equivoco?
- Bueno, en todos los sitios se supone que tiene que haber un norte, ¿no es así?
- Claro que sí señor. ¿Se lleva este?
- Si, muchas gracias, aquí tiene.
- Si no es indiscreción, ¿cómo se llaman?
- ¡Ah, claro! Ella, mi amiga, se llama Rose y yo el Doctor, simplemente, solo el
Doctor, a secas. Mucho gusto.
El comerciante cara su cara alegre por una cara asustada, como si hubiera visto un
fantasma. Tartamudeando pregunta:
- ¿Ha…Ha di…Dicho…El…El Doctor…?
El mercadillo entero se queda en silencio. Nadie habla y no hay ni un ruido. Rose se
acerca al Doctor preocupada:
- Doctor, ¿qué está pasando?
Entre el silencio se pueden distinguir algunos murmullos. El Doctor empieza a
preocuparse de verdad.
- “No puede ser”
- “Es el, es el Doctor”
- “La profecía se ha cumplido”
- “Y está con él la muchacha con cabellos dorados, tal como el Adivino predijo”
El Doctor pensaba que allí estaba pasando algo raro mientras Rose estaba cada vez más
asustada:
- Doctor, ¿qué pasa? ¿¡Qué está pasando aquí?!
De pronto de todos los rincones y esquinas, salen velozmente hombres encapuchados.
Van directos a por los viajeros, a por el Doctor y Rose. Uno se acerca por detrás de
Rose y la secuestra y se la lleva corriendo. Nadie hace nada. El Doctor lo ve y grita:
-¡Rose! ¡¡Rose, no!!
El Doctor se gira a los hombres encapuchados y le dice:
- Ahora sí que me habéis cabreado, y, creedme, no os gustaría verme cabreado.
¿Quiénes sois?
- Lo comprenderás pronto
- ¿Comprenderé qué? Soltad a Rose, no os hemos hecho nada, esto es injusto.
- Tú eres el Doctor, el destructor de razas enteras. El Dios de la Última Gran
Guerra del Tiempo. Eso fue injusto.
- No tuve elección… ¡Nadie la tuvo, no se podía hacer nada, todos murieron!
- Eso no es importante para nosotros. Vendrás con nosotros.
De pronto el Doctor siente como le ponen un pañuelo bajo la nariz. Cloroformo. Pronto
se queda completamente dormido. Cuando los encapuchados se llevan al Doctor
cloroformizado, en el mercadillo todo vuelve a la normalidad, como si nada hubiera
pasado. Suben al Doctor en un carro en el que está Rose también dormida. El carro está
tirado por dos caballos y dos encapuchados lo conducen. Salen de la ciudad, hacia
rumbo desconocido.
CAPÍTULO 2
El carro se dirige a las afueras de Londres, va por un camino poco conocido que lleva a
un bosque. Dentro del bosque, escondido por los grandes árboles, se puede distinguir lo
que parece una gran mansión, un castillo. Escondido entre todos los arboles. Allí es
donde va el carro con los hombres encapuchados El Doctor y Rose aún duermen en la
parte trasera del carro. Se acercan a una puerta de unos tres metros de alta. De allí sale
otro hombre encapuchado que le pide una contraseña al conductor de la carreta. Este se
la dice al oído y se les abren las puertas para entrar. El castillo es de dimensiones
bastante notables con grandes ventanales construido en piedra de tonalidad beige. En la
entrada cuatro encapuchados más esperan para llevar al Doctor y a Rose, que siguen
dormidos. Una gran puerta de madera se abre y podemos ver el interior de la mansión.
En el centro se ven unas escaleras que deben llevar a los aposentos y habitaciones. A la
izquierda se puede notar un sabroso olor a comida, por ahí debería estar la cocina y a la
derecha, se puede ver lo que parece ser un comedor. Los encapuchados llevan a Rose y
al Doctor debajo de la escalera donde hay una trampilla que lleva a la bodega. Hay una
escalera. Abajo hay grandes toneles que supuestamente contienen vino u otros licores en
su interior. Los hombres encapuchados van hasta el último tonel, y uno de los hombres
pulsa un botón que activa un mecanismo para abrir el tonel. Pero dentro no hay vino ni
ninguna otra bebida, es un pasadizo secreto. Los encapuchados llevan a los viajeros de
la TARDIS por dentro del falso tonel hasta llegar a una puerta. Detrás de esa puerta hay
una especie de cueva oscura en la que hay una mazmorra con una vela y sendos grilletes
y cadenas para mantener quietos a los presos. Meten al Doctor y a Rose en la mazmorra
y les ponen las cadenas y los grilletes, para que cuando despierten no puedan moverse.
Cuando están asegurados y bien atados uno de los encapuchados da una señal a otro y
este retoma el camino de vuelta por el pasadizo. Llega a la entrada y sube las grandes
escaleras y las sube hasta el segundo piso. Se para frente a una puerta y llama. En el
interior alguien contesta:
- ¿Quién es?
El encapuchado abre un poco la puerta y la deja entornada, contesta:
- Señor, le tenemos. Está en las mazmorras atado con su acompañante. Están aún
dormidos, pero les despertarán pronto. Puede bajar cuando quiera. ¡Ah!, por
cierto, cuatro hombres han ido a buscar su TARDIS.
- Excelente, el plan va sobre ruedas. Bajaré en seguida, mientras tanto, asegúrate
de que todo está listo para cuando vaya.
- Bien, señor.
El hombre encapuchado cierra la puerta y vuelve a la mazmorra. En la mazmorra otro
hombre encapuchado está tirando un cubo de agua fría como el hielo al Doctor y a Rose
para despertarlos. Estos se despiertan asustados y el Doctor nota que esta encadenado y
tira de las cadenas. Rose, por su parte, aún está conmocionada y, nerviosa, pregunta al
Doctor:
- ¡Doctor! ¿¿Qué está pasando?? ¿¿Qué hacemos aquí?? Y, ¿¿Por qué estamos
encadenados?? ¡Doctor, dime algo!
- Ojalá lo supiera, Rose, pero se lo mismo que tu, además de que aquí hace mucho
frío, estamos mojados y encadenados, no sé nada. Y sugiero una explicación al
por qué de este rapto, si puede saberse.
Una voz de hombre, grave y adulta que se oculta en las sombras, contesta al Doctor:
- Lo sabrás pronto, Señor del Tiempo.
El Doctor está anonadado, quien quiera que sea quien le ha contestado sabía que era un
Señor del Tiempo y puede que supiera muchas cosas más…
- Perona, ¿cómo has dicho?
- Señor del Tiempo, lo has oído bien. Eres un Señor del Tiempo, o debería decir,
una leyenda entre los Señores del Tiempo. Rassilon, Omega y otros famosos
Señores del Tiempo deberían envidiarte. Eres un Dios, Doctor.
El Doctor está asombrado de las palabras que está oyendo.
- Yo no me consideraría un Dios, ni mucho menos. Me considero un viajero del
tiempo que observa la historia sin interferir en nada.
- ¡Ahí te equivocas, Doctor! Interfieres en todo. Dime, ¿Cuántos planes has
frustrado? Daleks, Cybermen, Sontarans, Zygons y demás seres podrían haber
invadido este planeta hace muchos siglos… Pero siempre está aquí, el, el
guerrero, el defensor de la Tierra, la tormenta que viene, El Doctor. ¿Eso no es
interferir?
- No es lo mismo intervenir en puntos fijos del tiempo que impedir una invasión
alienígena, tenlo claro. Estos simios acaban de aprender a caminar, muchos ni
siquiera hablan aún correctamente. Es injusto apropiarse de su planeta. Que se
metan con los de su tamaño.
- Y, ¿Gallifrey? ¿No lo defendiste?
El Doctor cambia su expresión. Su cara ahora es triste y más oscura. Casi a punto de
llorar contesta:
- No tuve elección, en esa guerra no había un bando con razón. Los Señores del
Tiempo se volvieron locos. Tuve que hacerlo.
- ¿Asesinarlos a todos? Señores del Tiempo y Daleks, todos destruidos. Y
Gallifrey, Skaro y más planetas carbonizados. Y todo por ti. Eso es de dioses.
- Basta ya
- La Gran Guerra del Tiempo fue traumática para todo el universo conocido.
El Doctor intenta cambiar de tema.
- Bueno, dime, y tú, ¿quién eres?
- Eso no importa ahora mismo
- A ti no te importará claro, pero yo quiero saber quien me ha raptado y por qué.
- No es asunto tuyo
- Bueno, como veo que eres cabezón como una mula, dejaré ese tema, pero,
respóndeme a esto: ¿cómo sabías que íbamos a aterrizar justo hoy en este año y
en Londres?
- Sencillo: yo se toda la historia del universo, momento a momento. Desde el
mismo principio de la creación. Y, también puedo ver el futuro. Mis
predicciones nunca fallan.
El Doctor empieza a sacar sus conclusiones.
- Entonces, por lo que me has dicho, definitivamente, no eres humano, ya que
sabes de mi existencia y la de los demás alienígenas del universo y estás
enterado de la Guerra del Tiempo. Fantástico
- También se que tu eres el último de los Señores del Tiempo y que tú tienes la
última TARDIS del universo en tu poder. Es decir, que eres el único que sabes
ahora mismo el secreto de los viajes en el tiempo.
- Exacto. ¿A qué viene esto?
- Oh, Doctor, pero si está bastante claro. Dentro de poco seremos dos los que
sabremos el secreto de viajar en el tiempo, ya que me lo vas a contar.
El Doctor empieza a reírse a carcajadas mientras Rose le mira desconcertada porque
no tiene ni idea de lo que está sucediendo y no entiende de que hablan el Doctor y el
extraño de las sombras.
- ¡Eso tiene gracia, amigo! No, no, no. Ni loco te contaría el secreto de viajar por
el tiempo. Muchos lo han intentado, y no vas a ser tú al primero que se lo
cuente. No, lo siento, pero no.
La voz de las sombras cambia su tono de voz que por ahora era tranquila y suave, a más
fuerte y enfadada.
- Pues, si no me lo dices por las buenas, te lo tendré que sacar por las malas. Y,
¿sabes? No creo que te guste decírmelo por las malas, no, señor.
El Doctor no le teme, no es la primera vez que le amenazan, además es sabido que es
muy tozudo y que no lo contará tan fácilmente.
- Bah, no me preocupa. No eres el primero en torturarme. Cuando digo que no es
que no. Aplícate el cuento.
- Doctor, seré bueno contigo. Te dejo esta noche para pensártelo. Si después de
esta noche sigues igual de testarudo… Me lo dirás, te lo aseguro.
Una puerta se abre y salen tres figuras: dos de los hombres encapuchados y el
misterioso tipo de las sombras. No se le diferencia bien ya que está oscuro pero se
puede ver que es un hombre adulto, de gran altura y bien robusto. Rose todavía en
shock, habla rápidamente al Doctor, intentando buscar respuestas a cuestiones que ni el
puede responder.
- Doctor, ¿quién es? ¿Para qué nos quiere?
- Es un maniaco, un loco. Pretende que le cuente el secreto del viaje a través del
tiempo. Si va a ser con todo el mundo como es con nosotros será mejor que
pensemos rápido en como escapar de aquí esta misma noche y pensar algo.
Rose se preocupa más, escapar no es tan fácil.
- Doctor, no sé si te das cuenta pero estamos aquí encadenados. Escapar esta
misma noche se dice muy rápido, pero, desgraciadamente, no es tan fácil.
El Doctor sonríe a Rose, tiene un as guardado bajo la manga:
- Rose, si te das cuenta, nuestros raptores no son tan listos. Ni siquiera nos han
registrado y cacheado. Es muchísimo más fácil de lo que piensas.

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  • 2. PRÓLOGO Esta no es una aventura oficial de la Primera Temporada de la Serie Nueva de Doctor Who, con el Noveno Doctor. Es fruto de mi imaginación, esta obra está realizada por un fan para divertimiento de otros fans, y espero que les guste tanto como me está gustando escribirlo a mí. No quiero que esto se vea como un intento de escribir algo de Doctor Who y que se me conozca por ello sino que la gente que lo lea lo disfrute y pueda vivir más aventuras y sueños imposibles con nuestro querido Doctor. Esta aventura está protagonizada por el Noveno Doctor (papel interpretado en la serie por Christopher Eccleston) y su acompañante Rose Tyler (papel interpretado en la serie por Billie Piper) y se sitúa entre el episodio 1x07: Una jugada larga (A Long Game) y el episodio 1x08: El día del padre (Father’s Day). ¡Espero que os guste! Un saludo y buena lectura, David Rodríguez, 2013
  • 3. CAPÍTULO 1 Londres, Edad Media, Abril de 1207. Una gran cabina azul aparece de la nada, en una esquina de la calle. La cabina azul, en la que se pude leer arriba „‟Police Public Call Box‟‟ es en realidad una nave espacial que puede viajar por todo el espacio y el tiempo. Esta nave se llama la TARDIS, que representa las siglas de „‟Tiempo y Dimensión Relativas en el Espacio‟‟ (En inglés, ‟‟Time And Relative Dimension In Space, T.A.R.D.I.S). „‟La mejor nave del universo‟‟, como diría el Doctor. El Doctor es un alienígena que viaja por todo el tiempo y el espacio en su TARDIS del planeta Gallifrey Su pueblo son los Señores del Tiempo. Estos conocen el secreto para viajar por el tiempo. Los Señores del Tiempo también tienen el poder de que, a la hora de su muerte, puedan cambiar todas sus células y su cuerpo para vivir más. Este proceso se llama „‟regeneración‟‟. El Doctor ha tenido once encarnaciones distintas. La encarnación con la que le vemos salir de la TARDIS es la novena, el noveno Doctor. Es un hombre alto y oscuro. Lleva chaqueta de cuero negra, camiseta granate y pantalones y zapatos negros. Tiene el pelo corto y unas grandes orejas y una gran nariz. El Doctor nunca viaja solo. Siempre viajan con él sus „‟acompañantes‟‟. La acompañante que lleva ahora se llama Rose. Rose es una chica londinense de barrio de 19 años. Nunca terminó sus estudios, vive con su madre y trabaja en unos grandes almacenes. Conoció al Doctor en la lucha contra la „‟Conciencia Nestene” y sus maniquíes de plástico vivos. Desde entonces viajan juntos luchando contra fantasmas, Sletheen, Daleks… Viajar con el Doctor siempre es peligroso, pero, sin la más mínima duda, será el viaje de tu vida. El Doctor y Rose aterrizan en un mercadillo, en el que hay mucha gente y mucho ruido y bullicio de la gente hablando y de las gallinas, asnos, vacas y demás animales que se venden allí. El Doctor quierer comprar unas frutas exóticas de un puestecito, que el vendedor afirma que vienen del mismo Oriente Próximo. - ¡Compre unas de estas delicias, su persona verá que nunca ha probado nada igual! ¡Frutas exóticas, señor! ¡De primera calidad, y a un precio irresistible! - ¡Ah, fantástico! ¡Tienen una pinta estupenda! Deme dos, muchas gracias. El Doctor ofrece una a Rose, pero antes, este apunta con su destornillador sónico a la fruta para hacerle un escáner rápido. - Rose, puedes comerla sin preocuparte de nada. No es tóxica, no es venenosa y no está podrida. ¡Están deliciosas y son perfectamente normales! - Doctor, ¿por qué hemos venido aquí? ¿Qué tiene de especial esto? - Aquí no pasa nada, somos viajeros, viajamos, la misma palabra lo dice, ¿no? - Claro, pero nunca aterrizas en un sitio sin una razón. ¡Nunca tenemos un viaje tranquilo, siempre pasa algo! - Eso se llaman casualidades, pero buenas casualidades, ¿a quién no le gusta una gran aventura? Siempre está ahí, pero casi nunca la vemos.
  • 4. De pronto Rose siente algo raro. Sentía que las sombras, por las esquinas les miraban. Se sentía observada. Pero nadie parece percatarse excepto ella. Su preocupación aumenta cuando ve a un hombre encapuchado al final de la calle, no se le ve la cara. Está inmóvil, no mueve un solo dedo. Esto a Rose le extraña mucho porque nadie parece percatarse de que ese hombre está ahí. O mejor dicho, parece que no quieren saber que está ahí. - Doctor, siento algo raro… Nos observan, nos siguen… Estoy segura… - ¡Bah, bobadas! Todos vosotros, los simios, sois iguales, unos paranoicos. Yo lo llamo mala jugada de la imaginación. No hay de qué preocuparse. - Yo no estaría tan segura… Pero, imagínate… El Doctor interrumpe a Rose, ya que ha encontrado un puesto en el que se vende lo que se ve que parecen unos manuscritos antiguos. - ¡Rose, mira allí! ¡Manuscritos antiguos, me pirro por los manuscritos antiguos! Haré un buen negocio. El comerciante de manuscritos es un hombre alto y delgado, de pelos negros y ojos marrones. Al ver que se acerca un cliente su cara muestra una gran felicidad. - Buenos días señor, son todos auténticos, se lo aseguro yo, ¡todos originales, no vendo copias! - Fantástico, justo lo que esperaba. Veamos que hay por aquí… El tendero, que nunca había visto ni a Rose ni al Doctor, se dispone a descubrir quienes son… - Nunca les había visto por aquí, ¿son nuevos en la zona? - No, es que somos viajeros, venimos de muy lejos. ¿Este cuánto vale? - Diez libras, señor. Pero vos habláis como los habitantes del norte, ¿me equivoco? - Bueno, en todos los sitios se supone que tiene que haber un norte, ¿no es así? - Claro que sí señor. ¿Se lleva este? - Si, muchas gracias, aquí tiene. - Si no es indiscreción, ¿cómo se llaman? - ¡Ah, claro! Ella, mi amiga, se llama Rose y yo el Doctor, simplemente, solo el Doctor, a secas. Mucho gusto. El comerciante cara su cara alegre por una cara asustada, como si hubiera visto un fantasma. Tartamudeando pregunta: - ¿Ha…Ha di…Dicho…El…El Doctor…? El mercadillo entero se queda en silencio. Nadie habla y no hay ni un ruido. Rose se acerca al Doctor preocupada: - Doctor, ¿qué está pasando?
  • 5. Entre el silencio se pueden distinguir algunos murmullos. El Doctor empieza a preocuparse de verdad. - “No puede ser” - “Es el, es el Doctor” - “La profecía se ha cumplido” - “Y está con él la muchacha con cabellos dorados, tal como el Adivino predijo” El Doctor pensaba que allí estaba pasando algo raro mientras Rose estaba cada vez más asustada: - Doctor, ¿qué pasa? ¿¡Qué está pasando aquí?! De pronto de todos los rincones y esquinas, salen velozmente hombres encapuchados. Van directos a por los viajeros, a por el Doctor y Rose. Uno se acerca por detrás de Rose y la secuestra y se la lleva corriendo. Nadie hace nada. El Doctor lo ve y grita: -¡Rose! ¡¡Rose, no!! El Doctor se gira a los hombres encapuchados y le dice: - Ahora sí que me habéis cabreado, y, creedme, no os gustaría verme cabreado. ¿Quiénes sois? - Lo comprenderás pronto - ¿Comprenderé qué? Soltad a Rose, no os hemos hecho nada, esto es injusto. - Tú eres el Doctor, el destructor de razas enteras. El Dios de la Última Gran Guerra del Tiempo. Eso fue injusto. - No tuve elección… ¡Nadie la tuvo, no se podía hacer nada, todos murieron! - Eso no es importante para nosotros. Vendrás con nosotros. De pronto el Doctor siente como le ponen un pañuelo bajo la nariz. Cloroformo. Pronto se queda completamente dormido. Cuando los encapuchados se llevan al Doctor cloroformizado, en el mercadillo todo vuelve a la normalidad, como si nada hubiera pasado. Suben al Doctor en un carro en el que está Rose también dormida. El carro está tirado por dos caballos y dos encapuchados lo conducen. Salen de la ciudad, hacia rumbo desconocido.
  • 6. CAPÍTULO 2 El carro se dirige a las afueras de Londres, va por un camino poco conocido que lleva a un bosque. Dentro del bosque, escondido por los grandes árboles, se puede distinguir lo que parece una gran mansión, un castillo. Escondido entre todos los arboles. Allí es donde va el carro con los hombres encapuchados El Doctor y Rose aún duermen en la parte trasera del carro. Se acercan a una puerta de unos tres metros de alta. De allí sale otro hombre encapuchado que le pide una contraseña al conductor de la carreta. Este se la dice al oído y se les abren las puertas para entrar. El castillo es de dimensiones bastante notables con grandes ventanales construido en piedra de tonalidad beige. En la entrada cuatro encapuchados más esperan para llevar al Doctor y a Rose, que siguen dormidos. Una gran puerta de madera se abre y podemos ver el interior de la mansión. En el centro se ven unas escaleras que deben llevar a los aposentos y habitaciones. A la izquierda se puede notar un sabroso olor a comida, por ahí debería estar la cocina y a la derecha, se puede ver lo que parece ser un comedor. Los encapuchados llevan a Rose y al Doctor debajo de la escalera donde hay una trampilla que lleva a la bodega. Hay una escalera. Abajo hay grandes toneles que supuestamente contienen vino u otros licores en su interior. Los hombres encapuchados van hasta el último tonel, y uno de los hombres pulsa un botón que activa un mecanismo para abrir el tonel. Pero dentro no hay vino ni ninguna otra bebida, es un pasadizo secreto. Los encapuchados llevan a los viajeros de la TARDIS por dentro del falso tonel hasta llegar a una puerta. Detrás de esa puerta hay una especie de cueva oscura en la que hay una mazmorra con una vela y sendos grilletes y cadenas para mantener quietos a los presos. Meten al Doctor y a Rose en la mazmorra y les ponen las cadenas y los grilletes, para que cuando despierten no puedan moverse. Cuando están asegurados y bien atados uno de los encapuchados da una señal a otro y este retoma el camino de vuelta por el pasadizo. Llega a la entrada y sube las grandes escaleras y las sube hasta el segundo piso. Se para frente a una puerta y llama. En el interior alguien contesta: - ¿Quién es? El encapuchado abre un poco la puerta y la deja entornada, contesta: - Señor, le tenemos. Está en las mazmorras atado con su acompañante. Están aún dormidos, pero les despertarán pronto. Puede bajar cuando quiera. ¡Ah!, por cierto, cuatro hombres han ido a buscar su TARDIS. - Excelente, el plan va sobre ruedas. Bajaré en seguida, mientras tanto, asegúrate de que todo está listo para cuando vaya. - Bien, señor.
  • 7. El hombre encapuchado cierra la puerta y vuelve a la mazmorra. En la mazmorra otro hombre encapuchado está tirando un cubo de agua fría como el hielo al Doctor y a Rose para despertarlos. Estos se despiertan asustados y el Doctor nota que esta encadenado y tira de las cadenas. Rose, por su parte, aún está conmocionada y, nerviosa, pregunta al Doctor: - ¡Doctor! ¿¿Qué está pasando?? ¿¿Qué hacemos aquí?? Y, ¿¿Por qué estamos encadenados?? ¡Doctor, dime algo! - Ojalá lo supiera, Rose, pero se lo mismo que tu, además de que aquí hace mucho frío, estamos mojados y encadenados, no sé nada. Y sugiero una explicación al por qué de este rapto, si puede saberse. Una voz de hombre, grave y adulta que se oculta en las sombras, contesta al Doctor: - Lo sabrás pronto, Señor del Tiempo. El Doctor está anonadado, quien quiera que sea quien le ha contestado sabía que era un Señor del Tiempo y puede que supiera muchas cosas más… - Perona, ¿cómo has dicho? - Señor del Tiempo, lo has oído bien. Eres un Señor del Tiempo, o debería decir, una leyenda entre los Señores del Tiempo. Rassilon, Omega y otros famosos Señores del Tiempo deberían envidiarte. Eres un Dios, Doctor. El Doctor está asombrado de las palabras que está oyendo. - Yo no me consideraría un Dios, ni mucho menos. Me considero un viajero del tiempo que observa la historia sin interferir en nada. - ¡Ahí te equivocas, Doctor! Interfieres en todo. Dime, ¿Cuántos planes has frustrado? Daleks, Cybermen, Sontarans, Zygons y demás seres podrían haber invadido este planeta hace muchos siglos… Pero siempre está aquí, el, el guerrero, el defensor de la Tierra, la tormenta que viene, El Doctor. ¿Eso no es interferir? - No es lo mismo intervenir en puntos fijos del tiempo que impedir una invasión alienígena, tenlo claro. Estos simios acaban de aprender a caminar, muchos ni siquiera hablan aún correctamente. Es injusto apropiarse de su planeta. Que se metan con los de su tamaño. - Y, ¿Gallifrey? ¿No lo defendiste? El Doctor cambia su expresión. Su cara ahora es triste y más oscura. Casi a punto de llorar contesta: - No tuve elección, en esa guerra no había un bando con razón. Los Señores del Tiempo se volvieron locos. Tuve que hacerlo. - ¿Asesinarlos a todos? Señores del Tiempo y Daleks, todos destruidos. Y Gallifrey, Skaro y más planetas carbonizados. Y todo por ti. Eso es de dioses. - Basta ya
  • 8. - La Gran Guerra del Tiempo fue traumática para todo el universo conocido. El Doctor intenta cambiar de tema. - Bueno, dime, y tú, ¿quién eres? - Eso no importa ahora mismo - A ti no te importará claro, pero yo quiero saber quien me ha raptado y por qué. - No es asunto tuyo - Bueno, como veo que eres cabezón como una mula, dejaré ese tema, pero, respóndeme a esto: ¿cómo sabías que íbamos a aterrizar justo hoy en este año y en Londres? - Sencillo: yo se toda la historia del universo, momento a momento. Desde el mismo principio de la creación. Y, también puedo ver el futuro. Mis predicciones nunca fallan. El Doctor empieza a sacar sus conclusiones. - Entonces, por lo que me has dicho, definitivamente, no eres humano, ya que sabes de mi existencia y la de los demás alienígenas del universo y estás enterado de la Guerra del Tiempo. Fantástico - También se que tu eres el último de los Señores del Tiempo y que tú tienes la última TARDIS del universo en tu poder. Es decir, que eres el único que sabes ahora mismo el secreto de los viajes en el tiempo. - Exacto. ¿A qué viene esto? - Oh, Doctor, pero si está bastante claro. Dentro de poco seremos dos los que sabremos el secreto de viajar en el tiempo, ya que me lo vas a contar. El Doctor empieza a reírse a carcajadas mientras Rose le mira desconcertada porque no tiene ni idea de lo que está sucediendo y no entiende de que hablan el Doctor y el extraño de las sombras. - ¡Eso tiene gracia, amigo! No, no, no. Ni loco te contaría el secreto de viajar por el tiempo. Muchos lo han intentado, y no vas a ser tú al primero que se lo cuente. No, lo siento, pero no. La voz de las sombras cambia su tono de voz que por ahora era tranquila y suave, a más fuerte y enfadada. - Pues, si no me lo dices por las buenas, te lo tendré que sacar por las malas. Y, ¿sabes? No creo que te guste decírmelo por las malas, no, señor. El Doctor no le teme, no es la primera vez que le amenazan, además es sabido que es muy tozudo y que no lo contará tan fácilmente. - Bah, no me preocupa. No eres el primero en torturarme. Cuando digo que no es que no. Aplícate el cuento.
  • 9. - Doctor, seré bueno contigo. Te dejo esta noche para pensártelo. Si después de esta noche sigues igual de testarudo… Me lo dirás, te lo aseguro. Una puerta se abre y salen tres figuras: dos de los hombres encapuchados y el misterioso tipo de las sombras. No se le diferencia bien ya que está oscuro pero se puede ver que es un hombre adulto, de gran altura y bien robusto. Rose todavía en shock, habla rápidamente al Doctor, intentando buscar respuestas a cuestiones que ni el puede responder. - Doctor, ¿quién es? ¿Para qué nos quiere? - Es un maniaco, un loco. Pretende que le cuente el secreto del viaje a través del tiempo. Si va a ser con todo el mundo como es con nosotros será mejor que pensemos rápido en como escapar de aquí esta misma noche y pensar algo. Rose se preocupa más, escapar no es tan fácil. - Doctor, no sé si te das cuenta pero estamos aquí encadenados. Escapar esta misma noche se dice muy rápido, pero, desgraciadamente, no es tan fácil. El Doctor sonríe a Rose, tiene un as guardado bajo la manga: - Rose, si te das cuenta, nuestros raptores no son tan listos. Ni siquiera nos han registrado y cacheado. Es muchísimo más fácil de lo que piensas.