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Carlos romero u
1. Tratado PrimeroTratado Primero
Cuenta Lázaro su vida y cúyo hijo fue.
Pues sepa vuestra merced ante todas cosas que a mí llaman Lázaro de
Tormes, hijo de Tomé González y de Antona Pérez, naturales de Tejares,
aldea de Salamanca. Mi nacimiento fue dentro del río Tormes, por la
cual causa tomé el sobrenombre, y fue desta manera. Mi padre, que Dios
perdone, tenia cargo de proveer una molienda de una aceña, que está
ribera de aquel río, en la cual fue molinero más de quince años; y
estando mi madre una noche en la aceña, preñada de mí, tomóle el parto
y parióme allí: de manera que con verdad puedo decir nacido en el río.
Pues siendo yo niño de ocho años, achacaron a mi padre ciertas sangrías
mal hechas en los costales de los que allí a moler venían, por lo que
fue preso, y confesó y no negó y padeció persecución de justicia.
Espero en Dios que está en la Gloria, pues el Evangelio los llama
bienaventurados. En este tiempo se hizo cierta armada contra moros,
entre los cuales fue mi padre, que a la sazón estaba desterrado por el
desastre ya dicho, con cargo de acemilero de un caballero que allá fue,
y con su señor, como leal criado, feneció su vida.
Mi viuda madre, como sin marido y sin abrigo se viese, determinó
arrimarse a los buenos por ser uno dellos, y vínose a vivir a la
ciudad, y alquiló una casilla, y metióse a guisar de comer a ciertos
estudiantes, y lavaba la ropa a ciertos mozos de caballos del
Comendador de la Magdalena, de manera que fue frecuentando las
caballerizas.
Ella y un hombre moreno de aquellos que las bestias curaban, vinieron
en conocimiento. Éste algunas veces se venía a nuestra casa, y se iba a
la mañana. Otras veces de día llegaba a la puerta, en achaque de
comprar huevos, y entrábase en casa. Yo al principio de su entrada,
pesábame con él y habíale miedo, viendo el color y mal gesto que tenía;
mas de que vi que con su venida mejoraba el comer, fuile queriendo
bien, porque siempre traía pan, pedazos de carne, y en el invierno
leños, a que nos calentábamos.
De manera que, continuando con la posada y conversación, mi madre vino
a darme un negrito muy bonito, el cual yo brincaba y ayudaba a calentar