Ya reposan en las bodegas y floristerías de Estados Unidos los 500 millones de tallos de flores que entre el 23 de enero y el 10 de febrero llegaron procedentes de Colombia en aviones cargueros, a razón de 30 vuelos diarios...
Detrás de las flores y los dólares de San Valentín: Un ejército de trabajadoras mal pagados
1. Detrás de las flores y los dólares de San Valentín:
Un ejército de trabajadores mal pagados
Ya reposan en las bodegas y floristerías de
Estados Unidos los 500 millones de tallos de
flores que entre el 23 de enero y el 10 de
febrero llegaron procedentes de Colombia en
aviones cargueros, a razón de 30 vuelos
diarios.
Allí están empacados y listos para satisfacer
mañana, 14 de febrero, ese gigantesco
mercado que es la fiesta de San Valentín. Los
gringos, que todo lo consumen, esté día
consumen muchos miles de millones de
dólares en flores. Y uno de sus principales
abastecedores es la industria floricultora
colombiana (el 78% de la producción nacional
va a Estados Unidos), que para el San Valentín
se prepara con sus mejores galas. Este solo
día realiza el 12% de sus ventas.
Pese a las condiciones climáticas adversas por el fenómeno del niño, que ha
afectado cultivos en algunas partes, este año la floricultura colombiana le cumplió
a San Valentín. Exportó la misma cantidad que el año anterior, pero esta vez con
un dólar que no baja de $3.400, o sea $1.100 más que en el San Valentín pasado.
Un año pues muy satisfactorio para el sector de las flores, que viene de padecer
un viacrucis por cuenta del fenómeno contrario: el dólar barato, que estuvo por
debajo de los $2.000 varios años. Años de “vacas flacas”, en los que se precarizó
aún más la forma de contratación, aumentó el uso de empresas de servicios
temporales y las SAS, se redujo el periodo de los contratos, al tiempo que se
intensificaron las jornadas laborales y las metas de producción de cada trabajador.
Y llevó al gobierno a subsidiar al sector a fin de que no se perdieran empleos,
gabelas que no en todos los casos fueron bien aprovechadas.
Pero de cualquier forma el sector floricultor siempre ha contado con mano de obra
barata. La tuvo cuando el dólar estuvo por el suelo y la tiene ahora que está por
Agencia de Información Laboral
2. las nubes. Las condiciones de trabajo siempre han sido precarias, y tienden
incluso a desmejorar. Es un sector donde los y las trabajadoras (en su mayoría
mujeres) apenas ganan el estricto salario mínimo legal y las prestaciones sociales
básicas que ordena la ley. Hay personas que llevan veinte años trabajando con
flores y no ganan más de un salario mínimo. La antigüedad no vale nada.
Tampoco tiene valor el diálogo
social. Es un sector que no
tolera los sindicatos. Se cuentan
en los dedos de una mano las
organizaciones sindicales
existentes, todas de poca
membresía y ninguna de ellas
ha podido adelantar un proceso
exitoso de negociación
colectiva.
El sector floricultor tiene un
peso estratégico en la
economía nacional, no solo por el constante flujo de exportaciones sino por la
generación de empleo en las regiones donde se concentra. Finagro estima que
para el 2012 se emplearon 141 mil personas de forma directa y 119 mil indirectos,
y que son 9 mil las hectáreas sembradas en 60 municipios, especialmente en la
sabana de Bogotá y, en menor proporción, en el altiplano del oriente de Antioquia.
Resultado de una encuesta a trabajadores de las flores
El año pasado la Escuela Nacional Sindical adelantó una investigación financiada
por la ONG holandesa, SOMO, en la que se aplicó una encuesta a 171
trabajadores y trabajadoras de Antioquia (La Ceja, Rionegro y Llanogrande) y
Cundinamarca (Facatativá), la cual nos ofrece un panorama general acerca de sus
condiciones laborales. Veamos:
El 59% de las personas encuestadas fueron mujeres, en razón a que en la sabana
de Bogotá la proporción de mujeres es mayor que la de hombres: 70% - 30%. En
Antioquia el fenómeno se invierte: 60% son hombres y el 40% mujeres.
Se encontró que es una población muy adulta. Los menores de 28 años son la
tercera parte, pero los mayores de 38 son más de la mitad.
El 90.6% pertenece a los estratos socioeconómicos 2 y 3.
El 90,6% tiene el trabajo con flores como su única fuente de ingreso.
El 65,6% de las mujeres son cabeza de familia.
3. El 78,9% de los encuestados dijo pertenecer a empresas de más de 50
trabajadores, solo el 2,3% a empresas de menos de 10 trabajadores.
Es una población fiel al oficio. El 17% lleva entre 16 y 20 años en la actividad de
las flores, el 14.5% entre 6 a 10 años, el 24% entre 1 y 5 años, y solo el 15% lleva
menos de un año.
El 47.4% dijo ganar el salario mínimo, pelado, sin más arandelas; el 45% gana
entre uno y un y medio salario mínimo, gracias a las horas extras. Apenas una
minoría gana más de un millón de pesos. Pero así y todo, el 67.3% dijo estar
satisfecho con su remuneración.
El 75% se reconoció satisfecho con su ocupación como obrero de la industria
floricultora.
El 95.9% tiene contrato de trabajo, pero la modalidad de contratación varía de una
región a otra. En Antioquia la mayoría de empresas contrata directamente al
trabajador. En la sabana de Bogotá el 70% lo hace a través de bolsas de empleo o
empresas intermediarias. A este respecto se recogió este testimonio, de un
trabajador de la sabana:
"Después de completar el periodo de prueba a uno lo contratan durante ocho
meses. Cuando este contrato termina la firma de la flor le dice a uno que tome un
descanso durante dos semanas, que no son vacaciones porque no son pagas.
Durante este período estudian la productividad y la eficiencia de los trabajadores a
través de sus programas de software. Si en ese estudio el trabajador resulta mal,
no lo vuelven a llamar”.
Y es factible que salga mal porque cada vez las exigencias de productividad son
más altas. Las nuevas especies de flores requieren diferentes procesos de cultivo,
manipulación y embalaje. Los encuestados coincidieron en que han cambiado las
tasas de producción, el número de flores por cama, la forma de clasificación. Se
ha intensificado el proceso de trabajo, en parte por la introducción de especies
nuevas para satisfacer nuevos mercados. La práctica los ha convertido en
trabajadores especializados, pero que siguen ganando el salario mínimo.
En cuanto a jornada laboral, el 84,8% dijo trabajar regularmente hasta 8 horas
diarias, y el 14.6% más de 8 horas, llegando al tope de las 12 autorizadas por ley.
Pero esas horas extras no son opcionales, prácticamente son una obligación. Si
quieren ser bien calificados deben decir sí cada vez que la empresa solicite horas
extras en temporadas altas. Sin embargo a no todos les pagan las extras. El
13.5% dijo no recibir pago en dinero.
El 93% dijo recibir todas las herramientas necesarias para hacer su trabajo y todos
los elementos de protección.
4. Las enfermedades más comunes en la cotidiana labor de los floricultores, son:
síndrome del túnel del carpio, migrañas, alergias, lumbagos y problemas de
columna, rinitis, intoxicaciones, problemas de circulación generados por las malas
posturas, gastritis, manguito rotador, pérdida de capacidad auditiva por el ruido de
las máquinas, problemas respiratorios para quienes trabajan en los cuartos fríos.
También caídas de altura, cortadas, intoxicaciones y quemaduras por manejo de
químicos, hasta lesiones por electrocutación.
La tasa de sindicalización es inexistente en el oriente de Antioquia, y bajísima en
la sabana de Bogotá. Al indagar sobre las razones por las cuales no existen
sindicatos, el 41.5% contestó que éstos no son necesarios, el 19.9% dio como
razón que la empresa promueve prácticas antisindicales; el 15.2% piensa que es
por falta de unidad de los trabajadores; que es por falta liderazgo piensa el 13.5%;
falta interés de los gremios de las flores el 12.3%; por tener la condición de
trabajadores temporales el 5.8%.
Y a la pregunta por las razones concretas para no querer organizarse en sindicato,
algunas de las respuestas recurrentes fueron:
- La creencia generalizada de que los sindicatos acaban las empresas y los
trabajadores pierden su empleo.
- Que no hace falta este tipo de organización cuando la empresa es pequeña o
cumple con todas las obligaciones.
- Por el tipo de contratación. Los enganchados por empresas temporales no
pueden organizarse por miedo a que no les renueven sus contratos, o porque los
sindicatos no afilian temporales.
- Desconocimiento de los derechos laborales y de lo que es un sindicato.
- Temor a perder el empleo si se afilia a un sindicato, o de perder bonificaciones,
regalos navideños, etc.
Otras razones fueron falta de tiempo, falta de liderazgos, o incredulidad frente a
los liderazgos existentes.
Esas son las preocupaciones cotidianas de los y las trabajadoras de las flores,
para quienes el San Valentín no significa otra cosa que esfuerzo y el pago de unas
horas de más, solo eso.
El San Valentín es la fiesta de los empresarios, que mañana harán su febrero
cuando pongan sus 500 millones tallos, la mitad de ellos de rosas, en las manos
de los enamorados gringos. Su único temor es que ocurran heladas y nevadas
que hagan encerrar la gente. También está por verse la mella que hará la
competencia de las flores ecuatorianas, que ahora por el alza del dólar están más
baratas que las colombianas.
5. Y hasta el hecho de que el San Valentín caiga en domingo, día festivo, resulta un
detalle no menor. La gente en Estados Unidos está acostumbrada a comprar las
flores y enviarlas a las oficinas y lugares de trabajo, es probable que la motivación
sea menor si toca enviarlas a las casas. Algunos calculan que ese detalle puede
hacer caer las ventas en un buen porcentaje.
Publicado 13 de febrero de 2016.