Este documento discute dos obstáculos principales para que los estudiantes españoles estudien en el extranjero: 1) El sistema educativo español se ha retrasado 15 años en la implementación del Espacio Europeo de Educación Superior, mientras que otros países como Alemania y Francia lo han adoptado exitosamente; 2) No existen mecanismos de financiamiento para que los estudiantes españoles puedan estudiar en el extranjero, mientras que bancos franceses ofrecen préstamos estudiantiles a bajo interés. El autor argumenta que los estud
1. Hipotecarse a uno mismo
Publicado en La VANGUARDIA, 08.10.07
A muchos de mis compañeros les prueban sus estudios superiores. En
lo que respecta a los idiomas, están convencidos que les convendría
ser trilingües, como mínimo, para estar preparados para el mercado
laboral actual. La gran mayoría fantasean con saber que se siente al
ser joven, estudiante y autónomo en otro país de la Unión Europea a
27 sin tener que dejar sus carreras respectivas (por no mencionar el
interés que despiertan otras tantas regiones del mundo como
América Latina, Asia o Norte América). Y todos, sin excepción,
consideran que deberían existir mecanismos económicos para
ayudarles a lograr todo eso sin tener que recurrir a sus progenitores.
Como ellos, la inmensa mayoría de los jóvenes españoles de hoy en
día se hacen las mismas reflexiones y sin embargo, pocos llegan a
plantearse estudiar “fuera” como una opción real y viable.
Primer gran escollo: estudiar en España. El balance español en la
aplicación del Espacio Europeo de Educación Superior que se inició
con el proceso de Bolonia en 1991 es bastante catastrófico. Solo a
principios del año que viene existirán las primeras carreras adaptadas
al sistema europeo, es decir con el sistema de “ciclos” de una misma
duración y con un número de créditos universitarios armonizados. En
las universidades españolas, siguiendo una lógica que se me escapa,
se ha decidido que los futuros primeros ciclos duren 4 años en vez de
tres como Alemania, Francia, Italia…
Llevamos nada menos que 15 años de atraso en la puesta en marcha
de una política de educación superior europea que debería despertar
mucho más interés entre la administración, la sociedad, el
profesorado y el alumnado. Se trata de librar la batalla por la
Universidad Europea, un espacio común educativo que bien pudiera
ser visto como punto de encuentro de una Europa más real, más
2. práctica, más ciudadana y con mucha más capacidad de competir con
las grandes potencias internacionales, un espacio común sinónimo de
movilidad estudiantil, de conocimiento intra-europeo, de
enriquecimiento cultural, académico, personal y político no
cuantificable. Y más en el caso de España, que a pesar de tener
algunas escuelas de negocios de gran prestigio internacional, no tiene
sin embargo ninguna universidad tanto pública como privada entre
las 200 mejores del mundo, según datos de los dos ránkings en
educación superior más importantes del mundo, ARWU y THES 2006.
Un déficit que sitúa nuestros titulados superiores en el segundo lugar
de la lista de los peores pagados en toda la Unión Europea, solo por
detrás de los checos. Todo eso sin mencionar que España en 2050
será el país que más habrá envejecido de toda la Unión Europea con
36% de su población por encima de los 65 años (ahora esa franja
representa 17% de la población) y donde la población activa deberá
tirar con fuerza para mantener el equilibrio económico de nuestro
modelo social.
Segundo gran escollo: la financiación. No hablo por hablar, lo he
vivido en carne propia. No existe ninguna ayuda pública, ni que sea
para costearse el viaje, para un estudiante español inscrito en una
universidad francesa (insisto, inscrito, no de Erasmus). Ningún banco
tiene una red internacional o europea suficientemente preparada para
aceptar como avalista un ciudadano que no tenga su residencia fiscal
en el país donde se contacta la entidad financiera. Los universitarios,
igual que los empresarios con sus proyectos, nos construimos a
nosotros mismos y dependiendo de los recursos de que dispongamos
podremos enriquecer nuestras capacidades personales y
profesionales en un futuro muy próximo. Dos de los mayores bancos
franceses, la Société Générale y la BnpParibas ofrecen créditos
estudiantes con un tipo de interés fijo al 2,5%, con un período de
carencia de hasta un año después de acabar los estudios y un total
3. de 9 para devolver el crédito. Piden que el avalista sea francés, un
problema nuevamente para aquellos que no tenemos la nacionalidad
francesa. No obstante, en España, los bancos ni se han planteado
algo así. Las posibilidades de las que disponemos se limitan a un
crédito estudiante con un tipo de interés variable dependiendo del
EURIBOR (lo que en Francia sale por 2,5% aquí a 6%) y con un
tiempo de carencia mucho menor que en el caso francés.
Evidentemente pidiendo un avalista de nacionalidad española y
exigiéndole a éste último que inmovilice una parte del capital. Voy a
expresarlo de otra forma, ningún banco español se ha planteado que
el hecho que yo pueda pedir un préstamo para un proyecto
universitario de segundo o tercer ciclo puede ser una situación un
poquito diferente a pedir una hipoteca y que puede conllevar, tal vez,
una adaptación de los servicios bancarios a este tipo de demanda.
Lamentablemente es de lo más frecuente que el recorrido del
estudiante, sus capacidades, su proyecto de estudios, sus
calificaciones, su experiencia o su simple voluntad de estar mejor
preparado sean considerados simples pormenores de su “dossier”.
Un momento, un momento. “¿Pedir un préstamo, para estudiar, con
una veintena corta de años?” se exclaman nuestros padres entre
indignados y preocupados por el futuro de sus hijos. Pero en realidad
¿qué otra cosa nos queda? ¿El nuevo “Préstamo Renta Universidad”
estrenado este año? Si, pero con cuantías insuficientes por mes para
pagar una matrícula en una universidad en Londres al lado de un
alquiler por ejemplo. ¿Las becas? Si, algunas están bien y las
empresas y fundaciones trabajan para que cada día haya más oferta,
pero la mayoría de veces se tratan más bien de “concursos”
restringidos a campos de estudio o casos determinados y con
requisitos académicos y una competencia altísimos, solo unos pocos
privilegiados pueden conseguirlas. ¿“Ayudas sociales”? Depende,
siguen basadas en la “renta familiar”. Algo que tiene poco sentido
pues si como ciudadano mayor de edad puedo ser conducido delante
4. de la justicia sea hijo de quién sea, no sé entiende porque debería
importar hasta convertirse en elemento condicionante la renta de mis
progenitores para obtener ayudas para una carrera universitaria o un
préstamo oficial. No existe ninguna ley que diga que los padres deban
pagarles la universidad a sus hijos. Igual que no hay ninguna que me
obligue a pedirles su apoyo.
En un mundo globalizado e imprevisible cada universitario y por
consecuente futuro profesional seremos embajadores de nuestros
ideales y de nuestra cultura. Como mejor preparados y más
tolerantes mayores posibilidades tendrá la Unión Europea como
sociedad de conjunto y mezcla de identidades de hacerse respetar y
tener voz y voto en las grandes decisiones venideras. Pronto nos
daremos cuenta que no solo es rentable sino necesario que el viejo
continente apueste en todos los sentidos por su generación actual de
jóvenes universitarios y emprendedores.