Comentarios de la SAI al borrador de proyecto de ley Plan Nacional de Desarro...
Caminando por cinco cerros de medellin 2022
1. CAMINANDO POR CINCO CERROS DE MEDELLÍN
Enrique Posada Restrepo
Enero de 2022
Les invit0 a un recorrido
fotográfico, poético,
descriptivo y anecdótico
por cinco de los cerros
tutelares de la ciudad de
Medellín, en el Valle de
Aburrá, departamento de
Antioquia, en Colombia.
Picacho, Las Tres Cruces,
Pan de Azúcar, Nutibara,
El Volador
2. Un recorrido por cinco cerros
Los cerros tutelares de la ciudad de Medellín son El Picacho, el Pan de Azúcar, El Salvador, El
Volador, La Asomadera, Las Tres Cruces, el Cerro Nutibara y el Cerro Santo Domingo.
Son una red de visibles accidentes geográficos que poseen valores tradicionales, históricos,
arqueológicos, ecológicos y turísticos.
Quise aprovechar las vacaciones de diciembre para realizar caminatas por cuatro de estos cerros.
He prepara una crónica anecdótica y poética de estas caminatas, como una invitación a nuestros
lectores para que se enamoren cada vez más de nuestra región y a que la recorran con orgullo, con
ojos despiertos y con agradecimiento a tantos que trabajan para que esté hermosa y acogedora.
A continuación les comparto fotografías tomadas de Google maps en Medellín, en las cuales se
aparecen señalados todos los cerros tutelares y en particular los que describo en este recorrido.
He señalado las rutas que tomé para llevarlos a cabo
3. Existe, según los expertos (ver Dialnet, Estudio EIA), una cierta asimetría de las
formas en las cadenas montañosas del Valle de Aburré (oriental y occidental). Hacia
el norte, se observa un perfil escalonado en la vertiente oriental, con una distribución
compleja de los depósitos de ladera, que muestra una dinámica de bloques, cuyas
estructuras están relacionadas con una falla, la Falla Manrique. En cambio hacia el
occidente los depósitos son el rasgo predominante, formándose laderas largas y
homogéneas, que solamente están interrumpidas por el cerro el Picacho.
El valle de Aburrá ocupa un valle entre montañas, profundo y relativamente estrecho
que corta un sistema de superficies de erosión o altiplanos, ubicados a alturas sobre
el nivel del mar que oscilan entre 2.200 y 3.200 m, los cuales conforman el rasgo
morfológico más sobresaliente del norte de la Cordillera Central colombiana. La
figura muestra un perfil general del valle en su parte central, el cual ilustra bien el
perfil general.
4. Los cerros tutelares de la ciudad de Medellín son El Picacho, el Pan de Azúcar, El Salvador, El Volador, La Asomadera, Las Tres
Cruces, el Cerro Nutibara y el Cerro Santo Domingo. Son una red de visibles accidentes geográficos que poseen valores
tradicionales, históricos, arqueológicos, ecológicos y turísticos. Acá se los muestra en un mapa de Googlemaps
Tres cruces
Asomadera
Nutibara
El Salvador
El Volador
El Picacho
Pan de Azúcar
Santo Domingo
Norte
Sur
Este
Oeste
5. V
Vista de google maps del Cerro El Picacho, al occidente de la ciudad. Se señala la ruta desde la Estación
Acevedo del Metro hasta la Estación El Progreso del Metro cable el Picacho y el camino hacia el Ecoparque
6. V
Vista de google maps del Cerro Las Tres Cruces, al occidente de la ciudad. Se señala la ruta desde el Edificio
Siempreviva, subiendo por la vía al Manzanillo, la desviación hacia la cima y el descenso por la ladera
7. V
Vista de google maps del Cerro Pan de Azúcar, al oriente de la ciudad. Se señala la ruta luego de llegar a la
estación 13 de Noviembre del Metrocable de Miraflores
8. Vista de google maps del Cerro Nutibara, cerca a la orilla occidental del Río Medellín. Se señala la ruta desde la
entrada por la calle 30 A y el regreso bajando por el sendero de escalas.
9. Vista de google maps del Cerro El Volador, cerca a la orilla occidental del Río Medellín. Se señala la ruta desde
la entrada carrera 65
10. EL PICACHO
Con la nueva ruta de el Metrocable de El Picacho se facilita bastante la visita a este hermoso lugar.
Podemos apreciar un panorama poco visto para muchos habitantes de nuestra ciudad, el de las
laderas del noroeste. Y el que se aprecia desde este impresionante punto de vista.
Podemos apreciar la magnitud de las obras que emprende el Metro y sentir mucho orgullo. Ver
cómo van evolucionando estos sistemas de metro cables, cuyas cabinas son cómodas, de mayor
tamaño; cuyas estaciones tienen elegante diseño y obras de integración con las comunidades
vecinas; cuya función es vital para miles de habitantes. Se convierte en una forma de integración de
las personas, en una posibilidad real de acercamiento y de contacto.
Esta visita la hice con mi esposa Luz Alba Pineda y nuestro hijo David, quien actualmente vive y
trabaja en Estados Unidos.
11. Vamos en la línea
del Metrocable hacia
el Cerro del Picacho.
Estamos en el
segundo año de la
epidemia del Covid-
19, muy
disciplinados con
nuestras máscaras.
Afortunadamente
no obligan a tapar
los ojos y por ello no
estamos
completamente
ciegos por causa del
virus. A través de
nuestros ojos se
nota que estamos
vivos y optimistas,
disfrutando de
nuestra ciudad de
Medellín.
13. La ciudad amable
Las nuevos sistemas de transporte
masivo, construidos y diseñados
de una forma amable y digna, han
conferido a la ciudad un aire
nuevo y renovado.
Acá apreciamos una de las
estaciones del metro cable del
Picacho. Se aprecia el tratamiento
del terreno, que es inclinado, y la
disposición con jardines, zonas
verdes y espacios amplios de
circulación.
14. La ciudad de alguna manera logra combinar lo verde de sus abundantes árboles y montañas
con los colores grises, ocres y rojizos de sus siempre crecientes estructuras urbanas
15. Al fondo el Cerro del Picacho. Tiene una altura sobre el nivel del mar de 2.066 metros.
16. Los colores de la ciudad
Se ha extendido
la ciudad,
llenando de ladrillos
sus paisajes.
Ahora se adorna
con cables
que llegan a las lomas
con veloz altivez.
Nada detiene
a la inquieta ciudad.
Mucho le conviene
llenarse de verde.
Hay que buscar,
creativamente,
que se combinen
los grises y los verdes.
17. En primer plano las viviendas de los barrios de la ladera nor-occidental de la ciudad. Al fondo el centro de la
ciudad. Detrás de una torre se aprecia la colina verde de El Volador y más atrás la del Cerro Nutibara
18. En la estación El
Progreso del Metro
Cable de El Picacho.
19. Obras para el futuro
En la estación El
Progreso vemos esta
pasarela, que nos
imaginamos está
preparada para conectar
con un futuro cable que
lleva al pico del cercano
cerro el Picacho
20. Madre e hijo
¿Quién iba a imaginar
que una noche
de amor sentido
iba a dar lugar
a una amistad
que trasciende
los espacios
y los tiempos,
como es
la de madre amorosa
y la de hijo muy
querido?
21. Estamos en una amplia
zona de parque al pie
de la Estación el
Progreso, la cual tiene
una hermosa vista
hacia el valle.
22. Ocasión
Momento
de celebrar
la vida
y agradecer
al Dios inmenso
Creador,
que nos regala
la familia.
Momento
de caer en cuenta
de que es buena
la siembra,
que da frutos,
el cultivo
que se cuida
con cariño
24. Una historia personal
Hace más de 50 años vivía en el Barrio Manrique de Medellín. Es un
barrio montañoso, recostado en las laderas orientales, de la ciudad,
tradicional y bien trazado, a pesar de sus lomas y sus calles inclinadas.
Allí llegó nuestra familia luego de vivir en una casa alquilada del Barrio
de Belén, este más plano, al otro lado del río. Estábamos felices,
estrenando casa propia, que costó, bien recuerdo, solamente 28.000
pesos. Era de color azul claro, hermosa, iluminada, amplia, tenía patio
central, solar y balcón. Pero a las pocas semanas, descubrimos que nos
habían engañado, que era una casa que tenía fama en todo el barrio de
que se iba a caer, con fallas, grietas (tarjaduras decíamos), que
empezaron a aparecer y a volverse grandes, a preocuparnos y llenarnos
de miedo. De todas formas fueron seis años hermosos los que allí
vivimos, antes de que mis padres se rindieran intentando arreglos
financiados por mi tío, y la dejaran tumbar y vendieran los materiales a
un demoledor. Yo estaba lejos, estudiando y sentí tristeza e impotencia
cuando lo supe. Pero, fue en esa querida casa donde conocí a mi primera
amiga, novia y hoy esposa, quien vivía al frente. La vi desde el balcón y
sentí que algo nacía. Y algo nació y se quedó, me imagino, hasta que la
muerte nos separe, y seguramente, para siempre. Ella ha sido mi
compañera de muchas caminatas, como la que hoy hacemos, casi
siempre por las montañas y los cerros de esta ciudad montañera.
25. La ciudad invasora
Como invencibles matas
trepadoras, los centenares de
miles de migrantes que han
venido de los pueblos de
Antioquia, de los departamentos
vecinos, y de todo el país, han
ido conquistando buena parte de
las dos laderas de las dos
imponentes montañas que
forman el Valle de Aburrá,
estableciendo masivos
asentamientos urbanos a partir
de 1964. Esto ocurrió más que
todo hacia el norte.
También se dio el avance hacia
las montañas bajo la presión de
las clases medias y altas,
especialmente al sur de las dos
laderas.
Al fondo, las densamente
pobladas laderas del noreste
26. Manchas verdes
Como hay tantas quebradas
que descienden desde lo
alto de las montañas, han
permanecido algunas
manchas verdes, a lo largo
de las corrientes, matizando
las huellas de cemento,
ladrillos, techos de teja y de
zinc y asfalto de las zonas
pobladas. Igualmente los
habitantes, en general,
sienten respeto por los
árboles y, muchos de ellos,
nostalgias por sus antiguas
tierras campesinas, así que
bastantes calles tienen
arboledas y, aquí y allá, más
de un jardín y de un parque
matizan y alegran el paisaje,
como acá se aprecia.
27. Fotos familiares
Sin duda atrae tomarse fotos
familiares en lo alto de las
montañas de nuestra ciudad.
De inmediato afloran las
sonrisas, se adoptan sencillas
poses y todo parece amable.
Al fondo la ciudad, bullosa,
ocupada en sus cosas, nada
consciente de que la estamos
fotografiando también. De
alguna forma ella hace poses
y es amable.
Todo queda en el recuerdo.
En el amable recuerdo.
28. El cerro el Picacho
Existe un ecoparque -
mirador en el cerro, el cual es
un hito ecológico de la
ciudad. En su cima se
encuentra un Cristo, al
parecer desde 1936,
impulsado, con los vecinos
del sector, por Monseñor
Félix Henao Botero, rector de
la UPB, quien tenía una finca
cercana,
32. Sin duda se han
hecho importantes
desarrollos
urbanos en la zona,
asociados con las
estaciones de este
novedoso sistema
de transporte
masivo.
33. El Metro de Medellín tiene
la excelente costumbre de
embellecer con obras de
arte las estaciones de su
sistema Metro, como este
vitral, alusivo al metro
cable, al Cerro el Picacho
y a sus relaciones con la
religiosidad, el paisaje, la
ecología y los habitantes
de los barrios beneficiados
35. EL CERRO DE LAS TRES CRUCES
En la actualidad vivo en la Loma de los Bernal.
Esta amplia zona del sureste de la ciudad, en el sector de Belén, tiene este nombre debido a sus
terrenos faldudos, a modo de loma, que fueron ocupado en su mayor parte por una extensa comuna
de familias de apellido Bernal, que tenían hermosas casas-finca.
Con el tiempo, casi todas esas propiedades se convirtieron en unidades residenciales, dando lugar a
un impresionante desarrollo urbanístico.
Nosotros vivimos en una de ellas, un pequeño edificio, producto de un proyecto cooperativo, desde
hace 25 años. Desde allí salí a caminar hacia el cerro con mi hijo David.
Nos queda cerca este Cerro de las Tres Cruces, actualmente un lugar muy visitado por caminantes y
deportistas, que se va a convertir en un nuevo gran parque ecológico de la ciudad.
36. Subiendo por la carretera que
lleva a la vereda Manzanillo,
partiendo desde el conjunto
residencial Aviva en la Loma
de los Bernal, hacia el Cerro
de las Tres Cruces, entre
Belén y Altavista. Abajo se
aprecia la gran concentración
de nuevas unidades
residenciales de la Loma de
los Bernal. Por donde
pasamos se nota actividad
constructora, con atrevidos
edificios apoyados en esas
laderas desafiantes, en
muchos casos de aspecto
creativo, e ingeniería y
arquitectura seguramente
bien hechas, que esperamos
que estén, como en esas
unidades de la Loma,
debidamente certificadas por
las curadurías.
37. Tenemos un día despejado.
Estamos en las
estribaciones de las
montañas del suroeste de
Medellín, cerca a los
límites con Itagüí.
38. En nuestra curiosa ciudad,
caminando por las
montañas, se encuentran
muchas cosas inesperadas,
como estas estructuras
metálicas coronadas por
banderas que invitan a un
vuelo escénico en
helicóptero, situadas en un
sitio que, pienso, pocos
visitantes conocen.
Al fondo, en las laderas del
sureste, el sector del
Poblado, densamente
cubierto por altos edificios,
en el cual viven personas
que en general hacen parte
de las clases más pudientes
de la ciudad.
39. La ciudad se
extiende por las
montañas desde
hace años. En
los inicios
poblada de
fincas y de
casas
campesinas,
situadas a la
vera del camino.
Poco a poco,
van apareciendo
calles que
cruzan la vía
principal,
nuevas casas,
con terrazas y
pisos superiores
y edificios,
como acá se
aprecia.
40. Es evidente la dinámica
del crecimiento urbano
en estas laderas.
Entre rezagos de casas
verdaderamente
campesinas y algunos
pequeños huertos, van
pululando las viviendas y
se va formando el nuevo
barrio.
Las quebradas fluyen y
bajan por cañadas, ricas
todavía en vegetación,
como la que se observa
en el centro, al fondo.
41. Otra curiosa vista. Se
trata de un vivero a la
vera del camino, que
adorna nuestro paso con
un jardín y un huerto
sembrado de cebollas,
bordeado con un vistoso
muro de madera. Y
aprovechando el sol del
medio día, algún
habitante ha extendido su
prendas recién lavadas
para que se sequen y para
que las admiremos al
pasar.
42. Alambre de púas
No hay mucho ganado
por acá, pero la carretera
está separada de las
propiedades por hileras
de alambre espinoso,
como aviso y signo de
evitar penetrar a los
campos, quizás para
evitar invasiones
urbanas. En los campos
se notan plataneras y un
majestuoso eucalipto. En
la hondonada se extiende
el nuevo barrio.
43. Nacimiento
Por acá pasa un
nacimiento, un
hilillo de agua
que va a unirse
con la quebrada
La Guayabala
que fluye más
abajo en la
hondonada.
Pasa entre
variados
matorrales y un
hermoso
guadual. Nada
indica que una
ciudad bulle
cercana.
44. La ciudad de Medellín tiene una extensa zona rural, que se extiende
hacia las montañas que forman el Valle de Aburrá. Esta zona rural
está conformada por los denominados corregimientos que son los
siguientes: Santa Elena hacia el oriente y Altavista, San Antonio de
Prado, San Cristóbal y San Sebastián de Palmitas hacia el
occidente.
En nuestra ruta hacia el cerro de Las Tres Cruces, dejamos la
comuna 16 de Belén y entramos a Altavista, como nos indica el
aviso del camino, por la vereda El Jardín. Estamos en cercanías
también del Corregimiento de San Antonio de Prado.
Las palabras de bienvenida en realidad se palpan en sus gentes,
puesto que al pasar por las casas, la gente que está en las puertas o
aceras conversando, responde con amabilidad a los saludos corteses
que intercambiamos.
Es también la vereda un jardín del campo, en los límites de la
ciudad de cemento, asfalto y ladrillos que avanza sin pausa.
45. La capital de la montaña
Así se conoce a nuestra
ciudad de Medellín, con
absoluta propiedad. Es esta
una tierra de montañas, que
dominan el paisaje e
imprimen un carácter único
a sus habitantes y a sus
desarrollos urbanos, que acá
se aprecian claramente en la
zona sur. Al fondo la zona
de El Poblado en las laderas
orientales; en primer plano
la extensión del Barrio El
Rincón hacia las montañas
del occidente por las que
caminamos. En la parte alta
de las montañas que acá se
observan, de color azulado,
todavía no llega la mancha
urbana masivamente,
aunque avanza, sin duda,
poco a poco, pero sin pausa.
46. Ahora avanzamos por
una desvío del camino,
que nos lleva hacia la
cima del cerro de las
Tres Cruces.
Disfrutamos de
magnificas vistas a la
zona sur de la ciudad.
El cielo está nublado a lo
lejos, pero el paisaje
permanece iluminado en
nuestras cercanías por un
sol bastante fuerte.
47. Las montañas cercanas hacia
el suroeste están bastante
arborizadas en sus cimas con
plantaciones de pinos que de
alguna forma señalan un
límite al avance del barrio,
aunque seguramente la
carretera de la izquierda, que
serpentea hacia los cultivos
forestales, será lugar, en un
futuro no muy lejano, de más
asentamientos.
En cambio, por donde ahora
avanzamos, ya es parte de un
nuevo parque urbano
recientemente adquirido por
la ciudad y será un espacio
para caminar y disfrutar.
48. En primer plano, el barrio
que avanza hacia las
cercanas montañas. En
segundo plano, se observan
en las lejanas montañas del
fondo, hacia el sureste,
zonas de reserva forestal en
las estribaciones del morro
de San Miguel, en los
municipios de Envigado,
Sabaneta y Caldas, este
último el más sureño de los
del Valle de Aburrá. En ese
morro y en ese municipio
nace el Río Medellín.
49. A la izquierda, abajo, se
aprecia la carretera por
donde veníamos subiendo,
antes de desviarnos por la
que lleva al cerro.
Se aprecia a la izquierda
la forma en que se van
estableciendo unidades
residenciales con altos
edificios en la zona del
suroeste, siguiendo el
mismo patrón que ya se
ha dado al sureste y que se
aprecia al fondo en las
estibaciones de las
montañas del oriente.
50. A la izquierda, al
centro, el aeropuerto
Olaya Herrera y las
zonas verdes que lo
limitan, del cementerio
Campos de paz y del
Club El Rodeo.
En primer plano, los
terrenos del cerro de
las Tres Cruces,
51. Una pausa en el camino
para tomarnos un foto
para el recuerdo
52. Esta es la vía que lleva
al Cerro. Ya estamos
muy cercanos a la
cima.
Al fondo la vereda del
Manzanillo
53. Como bien señala el aviso, “todo va a estar bien”, pues hemos
llegado a la cima y a la zona del nuevo parque ecológico de la
ciudad luego de una dura caminada que nos ha llevado de los 1.550 a
los 1.930 metros.
El nuevo parque comprende un área total de 107 hectáreas.
54. De acuerdo a la página del Área Metropolitana del Valle de
Aburrá, la figura describe la forma en que se logró estructurar el
negocio de compra de los lotes de los predios del nuevo parque.
El Cerro es un lugar de deporte y disfrute no solamente para los
habitantes Belén, la Comuna 16, donde vivo, sino para muchas
personas de la ciudad. Es impresionante la cantidad de visitantes,
caminantes y deportistas que diariamente y especialmente en los
fines de semana suben al cerro utilizando caminos labrados en la
ladera (algo inseguros y hay que tener cuidado con las caídas).
Con seguridad serán adecuados y mejorados a medida que se
desarrolle el nuevo parque. En la cima hay un restaurante
particular y en el camino sencillos puestos de venta de alimentos
y bebidas. Existen dos instalaciones de acondicionamiento físico
al aire libre que fueron instaladas por acción de los deportistas
que frecuentan el cerro.
En la cima del cerro se encuentran tres cruces metálicas sencillas
a modo de símbolo de las tres cruces del calvario, que también
han sido tradicional lugar de peregrinación.
55. Contemplamos una amplia
vista del noroeste del valle
con los morros del padre
Amaya (con 3.000 m, el
más alto de la cordillera
occidental del valle) y el de
Boquerón, más hacia el
norte. Se aprecian las zonas
pobladas de las laderas del
noroeste, que ya
contemplamos desde el
Picacho.
En el centro, se destaca la
gran mancha de las
explotaciones de materiales
para las ladrilleras del
corregimiento de Altavista y
a la izquierda, las viviendas
del mismo. Por la
hondonada adyacente fluye
la quebrada Altavista.
56. Ya van apareciendo
algunos amueblamientos
en los terrenos del parque,
a modo de jardines,
senderos y sitios para
conversar, como estos en
la cima del Cerro.
57. Instalaciones de
acondicionamiento físico al
aire libre en la cima del
cerro, que han sido
mejoradas.
Al fondo el sitio de Tres
Morros en la cordillera,
cercano al Corregimiento de
San Antonio de Prado
58. En una pequeña planicie
en la cima del cerro.
Al fondo una caseta
administrativa del nuevo
parque. Se planean 6.500
metros cuadrados entre
senderos, balcones,
plataformas y zona de
avistamiento.
Se aprecian algunos de
los nuevos árboles
sembrados en el cerro,
que comprenden
especies como balso,
algarrobo, guayacán
amarillo, nogal, casco de
vaca
59. La siembra respetuosa y los nuevos paisajes
Cuando contemplo estas imágenes, caigo en cuenta de la variedad
de elementos: el caminito de piedras sueltas bordeado por
barandas de madera y jardines florecidos; los bancos de madera
para descansar, para conversar, para la contemplación creativa del
ambiente que se extiende a lo lejos. La enorme ciudad de edificios
altos, pintada aquí y allá con manchas verdes y las altas montañas
del oriente. En lo alto, el cielo blanco de nubes matizado con
tímidos atisbos azules. A la derecha la pérgola de madera y las
enredaderas que apenas se atreven a subir por las columnas.
Entonces recuerdo mi niñez, en Fredonia, al suroeste, tierra muy
montañera, asentada a los pies del Cerro Combia. Y en ella, la
calle del Tanque, que terminaba en unos jardines donde estaban
los tanques del acueducto. Nosotros a veces nos escapábamos y
subíamos al lugar y mirábamos las matas y los senderos. Tal como
lo hago en estos mismos momentos. Quizás en esas humildes
excursiones de niño recibí en mi mente la siembra de la senda
respetuosa que me hace admirar las flores, las matas, los jardines
y los senderos.
60. Miren pues esta ciudad, que
acá se domina en buena parte
de su extensión.
En primer plano los
matorrales; luego, brillantes,
los edificios de la Loma de
los Bernal; a continuación, en
zona plana, el Barrio Belén;
en el centro la línea verde del
aeropuerto; a la izquierda, en
el centro, la mancha verde del
cerro Nutibara y a su derecha,
la del cerro de la Asomadera.
A la derecha de este, la zona
de San Diego y arriba la
montaña de Santa Elena. A la
izquierda, el centro de la
ciudad en la zona plana y
detrás de este, en las
montañas, los sectores
populares del oriente, que
casi se extienden hacia lo alto
de la cordillera.
61. Se planea construir
varios miradores como
este. A su lado, una de
las tres sencillas cruces
que dan su nombre la
cerro.
En verdad, se trata de
una magnífica y muy
completa vista de la
ciudad y del Valle de
Aburrá.
62. Acá se inicia, desde la
cima, el sendero que lleva
hasta la Loma de los
Bernal, cuyos edificios se
encuentran en primer
plano al pie del cerro.
Acá el sendero se insinúa
auspicioso y cómodo,
entre jardines, con
escalones ergonómicos.
Pero a la fecha de hoy,
enero de 2022, no se ha
construido más allá de lo
que acá se observa y se
convierte en un camino
muy inclinado que hay
que transitar con cuidado,
si se quieren evitar caídas
y resbalones.
63. Termina esta visita al
Cerro de las Tres Cruces
con esta gloriosa mirada
a la ciudad, que se
desprende, al menos
visualmente, de estos
matorrales florecidos en
las faldas del cerro.
65. EL PAN DE AZUCAR
Es este un punto geográfico que todos los habitantes de la ciudad pueden reconocer, ya que se aprecia
fácilmente desde el centro de la ciudad. Quizás muchos recuerden las letras de Coltejer al pie del
cerro.
Con la ruta de el Metrocable de Miraflores, que sale del Tranvía de Ayacucho, se facilita bastante la
visita a este hermoso lugar.
Podemos apreciar un panorama poco visto para muchos habitantes de nuestra ciudad, el de las
laderas del centro-este, adyacentes a la quebrada Santa Elena. Desde allí se aprecian impresionantes
vistas.
Como ocurre con los demás metro cables, podemos apreciar la magnitud de las obras que emprende el
Metro y sentir mucho orgullo. Ver cómo van evolucionando estos sistemas de metro cables, de cabinas
cómodas; de estaciones de elegante diseño y obras de integración con las comunidades vecinas; cuya
función es vital para miles de habitantes. Se convierte en una forma de unión de las personas, en una
posibilidad real de acercamiento y de contacto.
Esta visita la hice con mi hijo David, quien actualmente vive y trabaja en Estados Unidos.
66. Vamos hacia el
Cerro Pan de
Azúcar, al
oriente de la
ciudad.
Acabamos de
llegar a la zona
en Metrocable,
de Miraflores
que termina en
la Estación 13
de Noviembre.
Subimos y nos
encontramos el
Ecoparque 13
de Noviembre
llamado Jardín,
que hace parte
del proyectado
cinturón verde
de la ciudad.
67. Un sendero
bastante bien
construido, fácil
de transitar y
bien señalizado,
lleva hacia la
cima del cerro.
Es evidente el
buen manejo de
las aguas que
fluyen montaña
abajo,
especialmente
con las lluvias,
para proteger el
sendero.
68. Estamos en una de las dos cadenas de montañas que bordean el valle secundario que forma la quebrada Santa Elena, que
discurre entre nosotros y las altas montañas que se aprecian a la derecha.
69. Hasta las mismas
estribaciones del
cerro, que son
bastante inclinadas
llegan las casas, las
terrazas y los
asentamientos
urbanos, como este
y la cancha de
basquetbol
adyacente, situados
al lado del trozo de
cinturón verde,
desde el cual parte
el sendero
ecológico que lleva
a la cima.
70. Se observa un pequeño tramo del cinturón verde. Es una obra que se ha
realizado en algunos tramos, relativamente pequeños. Acá se aprecia que
está algo deteriorada
Según la Empresa de Desarrollo Urbano de Medellín, EDU, el Cinturón
Verde Metropolitano, es una estrategia de planificación y de intervención
integral de largo plazo, para controlar la expansión y consolidar un
territorio equilibrado y equitativo en la zona de encuentro entre lo
urbano y lo rural, mediante la sumatoria de programas y proyectos de la
Alcaldía de Medellín y de los Municipios que conforman el Área
Metropolitana del Valle de Aburrá. Está complementado con la idea del
Jardín Circunvalar de Medellín, que es una estrategia de intervención
integral del hábitat de corto y mediano plazo, en el marco de tal Cinturón
Verde Metropolitano, para mejorar la calidad de vida de los habitantes de
Medellín.
Pienso que es importante que esta obra sea continuada, y sujeta a
conservación y mantenimiento. Las inversiones son grandes, pero en
realidad necesarias. Ojalá que las naturales controversias no tengan el
efecto de evitar su realización, sino de mejorar el proyecto.
71. Los hermosos rayos
solares caen
inclinadamente como
desprendiéndose de las
nubes. En verdad esta es
una región bendecida por
la belleza del cielo, por las
altas montañas y por las
formaciones nubosas que
cambian continuamente.
Las casas de colores y
texturas variadas se elevan
atrevidas por la montaña,
llegando hasta el borde
mismo del cinturón verde.
72. Son impresionantes las
edificaciones. Las personas
aprovechan los espacios y los
amplifican hacia las alturas,
con plena confianza en la
estabilidad de los terrenos, en
la calidad de las obras y en su
capacidad para resistir sismos y
avalanchas.
La verdad es que se trata de
zonas de alto riesgo, como se
ha evidenciado con la tragedia
de Villa Tina, un barrio
cercano, en el cual, en 1987 un
deslizamiento destruyó 70
viviendas del barrio, dando
lugar a cerca de 500 víctimas
fatales. 20.000 metros cúbicos
se desprendieron sobre 1,2
hectáreas , desde la ladera
suroriental cercana al Cerro
Pan de Azúcar.
73. Mapa de la ciudad,
con los cerros
tutelares y algunos
otros hitos
74. Aula ambiental.
Son muchos los
esfuerzos que se han
hecho para crear
conciencia ambiental
entre nuestros habitantes
75. El camino hacia la cima
está rodeado de
abundantes arboledas,
con ejemplares muy
hermosos. También se
han sembrado nuevos
árboles, como este
yarumo.
76. Se siente orgullo al
observar los distintos
aspectos del sendero que
conduce a la cima. En los
tramos inclinados cuenta
con cómodas barandas para
evitar caídas. Las escalas
son amplias y muy
ergonómicas, los materiales
estables y firmes. Cuenta
con iluminación. Las vistas
son espectaculares.
77. En el cerro la vegetación
es variada, con matorrales
y árboles, tanto nativos,
como otros foráneos, pero
ya muy adaptados a lo
nuestro, pinos y cipreses.
78. Aspecto de los
canales que
conducen las
aguas que
bajan de la
montaña, poco
abundantes
cuando no hay
lluvias.
Representación
de campesino
con carriel y
mula.
79. Los árboles que
se encuentran
en las cercanías
del camino,
mezcla de
especies nativas
y foráneas
80. El cielo azul, ligeramente
nublado, sirve de marco
superior al pico del cerro,
que es rocoso en algunos
de sus bordes, formando
precipicios.
En la zona es frecuente
que haya pencas de
cabuya, como las que se
observan en primer
plano.
81. Estribaciones del cerro.
Y las bellas flores del
campo, aquí y allá,
adornan el tapete verde
con sus colores.
82. Diseño de Viviana Palacio, imagen
tomada de
https://payload.cargocollective.com/1/8/271277/
3880585/coltejer_1250.jpg
Hace años, cuando no existía el sendero ecológico, subí con mi esposa al cerro,
utilizando un camino desde los barrios cercanos, en la época, muy alejados del
cerro, como se aprecia en la fotografía de la derecha.
En sus estribaciones existía un aviso que se veía desde toda la ciudad, dando
publicidad a la empresa Coltejer. Las Letras de COLTEJER desde el aire.
Foto del grupo Medellín EsCultural,
imagen tomada de
https://www.facebook.com/MemoriaVisualDeMedel
lin/posts/10156280243626308/
83. Un hermoso árbol,
florecido con rojos
ramilletes, sirve de
marco a esta visión de
los barrios del sector
de Buenos Aires, un
barrio tradicional, que
se extendió hacia las
laderas sureñas del
valle de la quebrada
Santa Elena, en forma
bastante ordenada,
como se nota en los
trazos de las calles y
de las casas y en la
arborización.
84. Cuenta el sendero con
algunos miradores
situados en forma
estratégica, como este, que
nos invitan a hacer una
pausa en el camino y a
apreciar los paisajes.
Acá vemos, en la montaña
del fondo, el nuevo
viaducto que lleva al túnel
de oriente, que comunica
el valle de Aburrá con el
de San Nicolás, en la
meseta del oriente
cercano. Debajo del
viaducto, el crecimiento de
la ciudad más arriba del
sector de Buenos Aires,
atendido en parte por el
sistema de tranvía de
Ayacucho del Metro.
85. A modo de
reminiscencias
de las antiguas
letras de Coltejer
se han colocado
estas con el
nombre JARDÍN,
aplicado al
parque que
estamos
recorriendo.
Estas elegantes
pencas de
cabuya, con sus
espigadas flores
y sus hojas de
tonos rojizos son
un verdadero
regalo para la
vista.
86. Se observa que las
laderas cercanas a la
cima del cerro son
bastante verticales y
desprovistas de
árboles y matorrales,
mostrando cierta
tendencia a la erosión
87. Mirada hacia el centro de
la ciudad, a la derecha, y
del sector de Buenos
Aires con su enorme y
nuevo Centro Comercial
y el trayecto del Tranvía,
más a la izquierda.
Detrás de él, el barrio de
El Salvador, con su cerro,
también el cerro de la
Asomadera, el Cerro
Nutibara, el aeropuerto,
el Barrio Belén, el Cerro
de las Tres Cruces y las
montañas del occidente.
En el plano cercano el
camino a la cima, la
arborización del parque y
su sistema de
iluminación.
88. Algunos hitos
que se observan
Tres cruces
Centro
ciudad
Tranvía
Salvador
Nutibara
Asomadera
Buenos Aires
Centro comercial
90. Ejercicio del sentir
Observa algo
por ejemplo, ese árbol.
Mira
detalles diversos,
cosas
que no habías visto antes.
Recorre los límites del
objeto, las formas y las
fronteras que lo rodean.
Ahora, sé ese objeto, sé ese
árbol.
Experimenta su presencia.
Siente que eres esa
presencia.
Expándete con esa presencia
hasta los límites del objeto.
91. Vidas paralelas
Se unieron dos,
camino y árbol.
Decidieron
hacerse amigos
permanentes.
El uno junto al
otro,
mutuamente.
Enlazados por
su misma
presencia,
sin pretextos
ni razones
para
la separación.
92. Huerto
Algún atrevido y
desconocido pionero ha
cultivado un huerto al
borde del camino
ecológico.
Buena idea me parece,
combinar todas las
formas de agricultura:
flores, arbustos, árboles,
verduras, cebollas,
pencas, todo eso que
nace y que nutre.
La ciudad se lo merece.
Así todos somos
ciudadanos respetuosos.
93. Ya nos
acercamos a la
cima. El
camino se
vuelve de
empedrado, a
imitación de los
antiguos
caminos de los
indígenas que
habitaron estas
tierras hace
centenares de
años, caminos
de los cuales
quedan algunos
vestigios.
94. El sendero,
naturalmente,
evita las laderas
muy inclinadas
y se dirige entre
terrenos
amables de
suaves
pendientes,
ricos en
arboledas y
matorrales
95. Estamos muy cercanos a la
cima. Al fondo se aprecian
las faldas de las montañas
en cuyas cimas y en cuya
meseta, se encuentra el
Parque Arví. Existe un
camino que lleva hacia ese
parque.
Muy cercanos a la cima del
cerro que estamos
visitando, hay nuevos
barrios, y se siente desde
aquí la música invasora que
algunos de sus habitantes
tocan a máximo volumen,
quizás sin pensar demasiado
en los vecinos que se la
tienen que aguantar.
¿Habrá compasión y salida
para tales desafortunados
oyentes involuntarios?
96. Nos dicen que esta zona
hace parte de la reserva
forestal protectora del
Nare.
Bueno saberlo, pero
resulta curioso, porque las
vertientes que alimentan al
Río Nare comienzan
después de las montañas
del oriente (y no de todas,
pues algunas como la de la
quebrada Piedras Blancas,
desaguan en el Valle de
Aburrá)
97. Llegamos a la cima. Está a
2.138 metros sobre el nivel
del mar.
Allí hay una imagen, de 10
metros de altura, de Nuestra
Señora de la Candelaria;
patrona de Medellín.
Aprovechamos para señalar
que además del pino, hay
presencia en el cerro de
árboles como noro, yarumo,
ciprés, acacia japonesa,
chucho, uvito de monte,
niguito, guayabo
arrayán y cola de zorro.
Vimos algunos pájaros,
entre ellos guacharacas,
cardenales y dos hermosos
carriquíes de montaña.
98. Virgen Patrona
Vigila
y protege,
a Medellín,
la villa gigante,
que te tiene
por patrona,
Virgen de la
Candelaria.
No es nada fácil
cuidar de tanta
gente, díscola a
veces, pero en
genera buena y
sincera.
Así que ánimo,
Virgen de las
luces.
Te queremos
99. En todo su esplendor, el
valle que forma la
quebrada Santa Elena al
dirigirse desde las cimas
del Corregimiento de su
nombre al Río Medellín.
Nuevos asentamientos
urbanos se aprecian.
Igualmente se observa la
línea del viaducto que va
del Túnel Seminario al
Túnel de Oriente,
construido de tal manera
que se han respetado las
montañas sin crear grandes
taludes que pueden dar
orígenes a derrumbes en
estas laderas de geología
compleja.
100. El valle de la Santa Elena, y
sus estribaciones hacia las
montañas de las cuales baja
la quebrada. Se aprecia al
centro, hacia arriba, la
carretera que lleva al
corregimiento de Santa
Elena, y la entrada al Túnel
de Oriente, que acorta las
distancias desde Medellín
hacia el Oriente.
Las laderas cercanas al
cerro están muy desnudas
de árboles y se aprecian
erosionables.
Probablemente serán
invadidas por
asentamientos, como los
que ya existen en la derecha
de la fotografía, en los años
que vienen, si no se
controlan y regulan.
101. Bueno, acá estamos los
tres, contemplando la
ciudad y posando:
Virgen, padre e hijo.
Amenaza lluvia, así
que dimos comienzo a
nuestro descenso. Al
final, no cayó nada que
nos perturbara.
102. En verdad, gracias
Espíritu Santo.
Por tantas cosas.
Por esta ciudad tan
hermosa, asentada
en estas montañas
maravillosas.
Que quede sellada
en piedra esta
proclamación.
103. Ya de regreso,
advertimos lo
cercanos al cerro
que están los
asentamientos,
aprovechando esta
zona, que no es
demasiado
inclinada.
104. En recuerdo de las
letras de Coltejer,
estas letras que
dicen que acá hay
un Jardín
106. EL CERRO NUTIBARA
Este es en verdad un punto geográfico que todos los habitantes de la ciudad reconocen de inmediato.
Tiene forma de pirámide, recordándonos esas pirámides mayas escondidas entre los árboles de las
selvas de Guatemala. Es una verdadera maravilla, un tesoro de esta ciudad de encanto.
Con la ruta de Metroplus, y la estación Nutibara, cualquier visitante tiene acceso a este mítico cerro.
En mi niñez vivía en el cercano Barrio Belén y con frecuencia bajábamos a caminar en cercanías del
aeropuerto Olaya Herrera y subíamos al cerro.
Recién casado, muchas veces lo visité con mis niños, atraído por las clases de ecología que allí daban
cuando la doctora Yolanda Orozco, a quien conocía en la UPB, era la gerente del cerro.
Visitar el Pueblito Paisa, comer chócolo asado, contemplar la vista de 360 grados de la ciudad, elevar
cometas en la cima, tomar fotos de la ciudad y tomarse fotos, contemplar los aviones que despegan del
cercano aeropuerto, oír como bulle la ciudad, recorrer las esculturas del parque de esculturas, admirar
la gran variedad de árboles, siempre serán placeres renovados.
Así que con mis hijos David y Ricardo y mis nietos Samuel e Isabela, dimos una vuelta por el cerro, ya
hacia el atardecer.
107. El cerro Nutibara es una
elevación pequeña, de 80
metros sobre el nivel del río
que pasa a su lado. Su cima
está a 1.630 m sobre el
nivel del mar
aproximadamente.
Es un importante lugar
recreativo y ecológico de la
ciudad.
Como se aprecia acá, está
muy bien arborizado con
una buena variedad de
árboles, muchos de ellos de
gran tamaño.
108. Uno de los más
hermosos árboles
el cerro es el
carbonero, que acá
se aprecia
bellamente
florecido.
109. Flores rojas
espectaculares del
carbonero.
Este árbol y el de flor
blanca que aparece en la
siguiente fotografía me
traen imágenes de mi
niñez, ya que eran
relativamente
abundantes en las
mangas del barrio
Belén, donde viví de los
6 a los 14 años.
110. Carbonero de flores
blancas.
Al fondo, en primer
plano, se aprecia la
subida al alto de las
Palmas desde San
Diego, que se ha
llenado de altos
edificios y nuevas
unidades
residenciales. Al
fondo están las
montañas de Santa
Elena. Al centro, un
poco a la izquierda, la
mancha verde del
Cerro de la
Asomadera.
114. Dos de mis hijos y dos de mis nietos son mis compañeros de viaje.
Acá vamos por el sendero peatonal que discurre al lado de la vía de
ingreso al cerro. Se trata de un sendero amplio, bien trazado,
adecuadamente provisto de barandas.
El Cerro Nutibara tiene 33 hectáreas de extensión. Ofrece una
espectacular panorámica sobre toda la ciudad.
Vamos hacia la cima, donde se encuentra el llamado Pueblito Paisa,
una alegoría a los municipios de la Región Paisa (antioqueña)
construido en 1977. En el camino nos encontraremos el Teatro al
Aire Libre “Carlos Vieco” con una capacidad de 3.800 espectadores,1
levantado en homenaje al compositor Carlos Vieco Ortiz.
También cuenta el cerro con un Parque de las Esculturas, establecido
en 1983, con su exposición permanente de esculturas elaboradas por
once artistas nacionales e internacionales e instaladas en el entorno
natural del cerro.
120. En el Museo
de la Ciudad se
estaban
exhibiendo
fotografías y
modelos en
diversos
materiales de
las obras de
nuestro gran
escultor
Rodrigo
Arenas
Betancourt,
quien es de
Fredonia, mi
pueblo, cuyas
obras están
presentes en
diversos sitios
icónicos de la
ciudad y del
país.
121. Estas que acá
se presentan
están hechas en
resina y
estaban en el
taller del artista
en México
122. Rodrigo Arenas Betancourt
Se aproximó el artista al sentir monumental
de los símbolos de la tierra colombiana
y plasmó con profunda visión y humanidad
imágenes que se han quedado en nuestras almas.
No tuvo timidez ninguna, ni pretendida pequeñez
para esculpir las hazañas y los mitos nacionales.
Atrevido se lanzó a las conquistas con altivez
llenando los espacios con grandes obras inmortales.
Pero la importancia yace también en los detalles
y ninguno descuidó, este maestro de los gestos,
esculpiendo personajes sentidos, inquietos y vitales.
Sentimientos dejó grabados en piedra y en bronce,
que reflejan profundas realidades y visionarios sueños,
inspirando con encendido espíritu, sorprende y sobrecoge.
126. EL CERRO EL VOLADOR
Este es también un punto geográfico que todos los habitantes de la ciudad reconocen de inmediato.
Como el Nutibara, tiene forma de pirámide y nos recuerda esas pirámides mayas escondidas entre los
árboles de las selvas de Guatemala y Yucatán. Es una maravilla ecológica, un espectacular jardín
botánico de 103 hectáreas, abundante en notables árboles y hermosos jardines, con hermosas vistas
de 360 grados a toda la ciudad. Allí existe el Parque Natural Regional Metropolitano Cerro El Volador.
Como bien señala el Área Metropolitana AMVA, en su página web relativa al cerro, es grande la
riqueza de avifauna, y se han registrado unas 100 especies de aves. En nuestra visita ello fue palpable.
Los mismo que la riqueza arbórea que reporta medio centenar de especies: tulipán africano, vara
santa, ébano, guamo, urapán, pino, casco de vaca, leucaena, madroño, caimito, búcaro, guayacán
amarillo y rosado, mango, níspero, mandarino, eucalipto y carbonero, entre otros.
Este parque tiene importante valor cultural y social, entre otras cosas por su especial riqueza
arqueológica, que llevó que fuera declarado Monumento Nacional en 1993, y Bien de Interés Cultural
de Carácter Nacional en 1998, según el Ministerio de Cultura de Colombia.
Como cuenta con excelentes accesos y senderos, hay abundante presencia de visitantes, deportistas, y
caminantes como nosotros.
127. Descripción del
Parque Regional de El
Volador, tomada de la
página web del
AMVA.
Al respecto la entidad
cuenta con un
completo Plan de
Manejo, como
instrumento de
planeación.
Ello muestra la
importancia de contar
con zonas de reserva
y de manejo en
nuestra región, dando
así lugar a acciones
técnicas, diseñadas
por personas
especializadas, para el
disfrute cívico.
128. Siempre agradecen los
visitantes estas vallas de
instrucciones y de
bienvenida, ya que:
- Cuentan algo sobre los
lugares.
- Dan a indicar que se
trata de zonas
protegidas, cuidadas,
administradas y
vigiladas.
- Crean orgullo y
agradecimiento cívico
129. Cuenta el cerro con un
amplio parqueadero.
Los visitantes deben
dejar sus carros y subir
caminando hacia la
montaña.
130. Bajo la acogida amorosa de
un árbol casco de vaca
florecido damos inicio a
nuestra caminata hacia el
cerro.
Ahora está muy bien
arborizado. Hace 50 años
cuando subí con mi
entonces novia (que no
tenía su cara afeada por el
tapabocas del covid) el
cerro estaba cubierto por
mangas, con pocos árboles.
Luego, con el impulso de la
profesora Gladys Vélez de
la Universidad Nacional, en
los años 80 se plantaron
eucaliptos. Todo ello
contribuyó a crear capas
vegetales y a establecer
gran abundancia de árboles.
131. Las flores del casco de
vaca se asemejan a
orquídeas.
Son una maravilloso
regalo para la vista.
Regalo que recibe el
caminante si se detiene,
observador.
Miren esos tonos rosa,
esos pétalos que forman
una mano abierta a
modo de corona,
como homenaje para el
majestuoso conjunto
central.
Y contemplen esas hojas
simétricas y elegantes,
tan particulares.
132. Tonos verdes y formas
Es el verde el más
hermoso y significativo
de los colores que
adornan nuestras
montañas.
Millones de hojas forman
conjuntos de tonos
variados, oscuros y
claros, amarillentos y
azulados, dejando que se
luzca la luz con infinitas
sobras y brillos. Aquí y
allá las flores exhiben su
belleza en medio del
follaje, mientras que los
troncos y las ramas dan
atrevida estructura que se
entrelaza en equilibrada
confusión de formas.
133. Cuadro de maravillas
Un pintor desconocido ha
elaborado este cuadro.
Detengo mi marcha y
caigo en cuenta de esos
trazos preciosos, de esa
profundidad, de esos
planos que se repiten, uno
detrás del otro, a base de
verdes, de sombras y de
vida vibrante.
Nada sobra, nada falta, es
total el acierto de este
artista natural.
Yo lo declaro perfecto y
agradezco a mis ojos y mi
cerebro que lo pueden
contemplar.
134. La cañabrava
Airosa esta caña, tan propia
de nuestras regiones, que se
eleva apretujada, coronada
por espigas. Me trae
recuerdos de mi niñez en el
Barrio Belén Altavista y
Aguas Frías. De los nervios
centrales de sus hojas
sacábamos los costillares, en
estrella de las cometas y de
sus espigas se sacaba material
para elaborar las grandes
cometas, llamadas mesas, en
las cuales era experto uno de
mis primos, Darío Ángel, el
“hombre de las cometas”
Sus brotes son también
comestibles, aunque poco se
aprovechan.
135. El verde tapiz
Se cubren las laderas del
cerro de un verde tapiz no
exento de elegante belleza.
Acá los árboles dejan pasar
la luz y ello da lugar a
hermosas tonalidades.
Esta es una finca de la
ciudad, que todos podemos
contemplar y disfrutar,
simplemente dándonos
unos minutos de atención;
de esa que es buena para
nosotros mismos, a modo
de meditación que
descansa la mente y el
alma y eleva todo hacia el
espíritu. Este tapiz, a modo
de mágica alfombra
voladora, nos lleva hacia
allá.
136. Bosque urbano
Desde este bosque se
contribuye a embellecer
y a cuidar el ambiente de
nuestra ciudad.
Los árboles, los
matorrales, los suelos,
los seres vivos que por
acá pululan, en forma
silenciosa y efectiva
trabajan sin descanso.
Les permitimos vivir y
ellos ayudan a que
podamos vivir también.
Y cuando caminamos
por estos senderos y nos
dejamos embrujar por su
magia, crecemos y
evolucionamos.
137. Medellín enmarcado
¿Qué mejor marco para esta
verde ciudad que este que
ofrecen los árboles y el
tupido bosquecillo?
Desde esta ventana vemos
el centro de la ciudad y al
fondo el cerro del Pan de
Azúcar, en perfecta
simetría.
Cualquiera puede acercarse
acá y admirar estos
paisajes, dejándose llevar
de la poesía, de las luces,
de la sinfonía y sus
compases armónicos y
melodiosos, para gustar,
para enamorarse.
138. La hermosa ciudad
Si aprendemos a mirar a
nuestra ciudad enmarcada
en la belleza, se verá
atractiva y hermosa. Está en
nuestras miradas construir
puntos de vista que den
realce a lo que vemos.
Con mirada de artista,
somos pintores, escultores y
cultores de la estética.
Con oído musical,
escuchamos los sonidos
encantados.
Con pensamientos creativos
y enamorados, construimos
un mundo mejor.
139. Diversidad
No hay que
crear divisiones.
Es mejor
animar las
uniones.
Nativos
carboneros, de
flores rojas y
blancas.
Altivos
eucaliptos, de
esencias puras
y refrescantes.
Es la belleza
universal, la
abundante
diversidad.
140. Compañeros
del sendero
El duro cemento
y el grisoso
pavimento,
tan necesarios
para caminar
con comodidad,
se suavizan
y se adornan
con estas hileras
de árboles; en el
inicio, pequeños
y débiles; luego
poderosos y
extendidos, dan
gloriosas
sombras a los
caminos y se
vuelven
refrescantes
compañeros.
141. El futuro
Una cariñosa y sonriente
mujer, que cree en un
mundo mejor, en
avanzado embarazo y a
punto de concebir, traerá
a esta tierra un niño, con
la amorosa bendición de
su joven esposo. La
abuela, ya madre
experta, sabe que es cosa
buena alentar la vida; y
el abuelo fotógrafo y
escritor cronista deja acá
testimonio de esos
instantes que serán
recordados por el nuevo
nieto, quién sabe cuándo,
quién sabe cómo. Éste
árbol de balso es testigo,
a la orilla del camino.
143. Abundancia
Si fuéramos a contar las
formas que acá aparecen,
delineando cada borde de
cada hoja, cada pétalo de
cada flor, cada ramillete,
tendríamos una tarea
inmensa.
Pero no es necesario. Basta
con un pequeño ejercicio
de dos o tres minutos para
recorrer algunas formas y
dejar así que el mundo se
vaya iluminando, para que
nuestra mente se vaya
calmando, para sentir que
la trascendencia nos invade
con esa abundancia de
formas creativas naturales.
144. Proclama
Diariamente este balso
dibuja un poderoso relato
de vida, abierto hacia el
cielo azul, en contraste
alucinante.
Es una proclama continua
que derrota la criminal
maldad de los que afean la
tierra con su menosprecio y
su insensibilidad orgullosa,
ignorante e indiferente.
Es una declaración rendida
y agradecida al espíritu
creador que ha extendido la
belleza por la tierra entera.
A ella me uno con mis
palabras apreciativas.
145. Caminos
Un precioso soto
rodea la cañada, a
modo de camino
de las aguas que
descienden
suavemente.
Muy cerca, un
baja un sendero a
modo de camino
ecológico, para
que el visitante
conozca algún
sitio de interés.
Son los caminos
del agua y de la
gente.
146. En verdad es
hermoso esta
planta, similar
al llamado
arbusto de las
mariposas.
Hay que
imaginar que
es muy
atractivo para
los insectos,
que son muy
abundantes en
el cerro
147. Guásimo (49) Alma negra (2) Aguacatillo (3)
Chiminango (2) Pino romerón (2)
Salvia (4)
Velero (4) Suribio (5)
Galería con algunos árboles del cerro (nombres y cantidades tomadas del Plan de Manejo del Volador - AMVA). Fotos del internet, algunas de la EIA
148. Peine de mono (2)
Escobillón rojo (5) Abarco (20)
Cagüí (almendrón) (1) Uvito de monte (1)
Icaco (1)
Chagualo (1) Mestizo (1)
Iguano, Loro (1) Choiba (1)
149. Bautizando árboles
Este hermoso árbol, creo que
es un choiba en crecimiento,
se destaca de inmediato y
llama nuestra atención. Al
final, creo que poco importa
el nombre, ya que
pudiéramos bautizarlo como
deseemos. Así que le daré
cuatro nombres:
Rosa fina (por ese color
rosado delicado)
Emanación danzante (por ese
ágil movimiento)
Capullo rosado (por esas
eflorescencias rosa)
Rosa coqueta (por ese rosa
que te atrae)
150. Se
Miren pues que
delicada belleza
la de estas
flores,
abundantes,
atrevidas, que
se extienden
para ser
contempladas.
151. Creo que este es un árbol yaca, nanca, nanjea o panapén,
perteneciente a la familia de las moráceas, originario de Indonesia,
o de la India, que produce la fruta nacional de Bangladés y de
Indonesia y que tiene similitudes con el árbol del pan.
Este es un ejemplar pequeño, ya que puede crecer bastante. El
interior de la fruta es amarillo-naranja de mango. Da un jugo, que
recuerda a la mezcla de mango con naranja, pero en realidad se
dice que tiene el sabor de todas las frutas.
Foto Wikipedia
152. Descanso
Bien diseñado
está el parque,
con sitios
agradables en los
cuales podemos
descansar y
conversar,
cayendo en
cuenta en grupo
de los detalles
del paseo. Se
agradece a los
que cuidan la
ciudad y la
embellecen con
sus diseños.
Acá con mi
esposa, mi joven
nuera y el niño
que viene.
153. Ramajes
Se entrelazan las ramas
en intrincada red. Entre
ellas se alcanzan a ver
atisbos de los edificios
de la zona del estadio.
Todos estos son diseños
del sol, del suelo, de los
vientos y las aguas. Se
los ha dejado sueltos,
para que se muevan los
elementos con libertad.
Se genera un aparente
desorden de color
marrón ya que dominan
los troncos y las ramas.
154. Paisaje y arquitectura
Hemos llegado a la vía
que da la vuelta a la
parte alta del cerro.
Posee agradables vías,
parajes y espacios, de
diseño cuidadoso que
invita a la
contemplación de la
naturaleza, con
presencia de jardines y
de sitios para descansar
y conversar.
Es una vía peatonal,
enteramente entre
árboles, de modo que
apenas si se contempla a
lo lejos la ciudad.
155. Al fondo, detrás de los
árboles, a veces se deja
ver la ciudad.
156. Paleta de colores
Están acá todos
los tonos del
verde, que es el
color central del
espectro luminoso,
en el cual todo
confluye.
En verdad hay
belleza en cada
espacio. En verdad
se combinan las
formas con
armonía y respeto,
dando sensación
de serena
presencia.
157. Invitación
La ciudad invita al disfrute
de sus espacios y a
caminar.
Está en todos prestar
atención, cuidar y apreciar.
Cada detalle está puesto
para caer en cuenta.
El adoquín, la iluminación,
el muro de piedra
adoquinada, el sendero, las
bancas, la combinación de
colores y de formas.
Y los árboles, razón
suficiente para aceptar tan
agradable propuesta.
158. La ciudad bendecida
Estamos en la ciudad de la
eterna primavera, decían
cuando estaba pequeño.
Quedó resonando en mis
memorias que la primavera
es hermosa, florida, de
cielos azules y clima
fresco. Como nuestra
hermosa ciudad.
Quedó resonando la idea de
que esta es una ciudad
bendecida por el creador,
que juntó cielos, montañas,
quebradas, árboles y gente
buena.
Gente que la cuida, que
quiere y la diseña.
159. Gente buena
En verdad, esta una
ciudad de gentes buenas
que disfrutan y que
sonríen, llenas de
esperanza; que
agradecen y que
trabajan. Como
nosotros, los que
recorremos los espacios
y admiramos los paisajes
y sentimos cercanía con
el diseño y los
ambientes.
Ojalá que haya cuidado,
presencia amorosa y
sentido de pertenencia
en todos los habitantes y
los visitantes de esta
amable ciudad.
160.
161. Caminantes de la vida
Estos dos han recorrido
en todos sus años juntos
los cerros y los caminos
de la ciudad.
Abundan los bellos
recuerdos en sus cuerpos
y en sus mentes, y ello
ha conferido vida a sus
días y energía a sus
espíritus.
La sonrisa no es fingida
ni fotogénica. Y el brillo
de sus gestos no es mero
reflejo del sol. Es el
producto del camino de
la vida.
162. El marco es hermoso. El árbol está acosado por las invasiones de estas
plantas (¿epífitas?) que viven en sus ramas. Me parece que absorben
nutrientes y que de alguna manera bloquean la luz solar afectando la
fotosíntesis del árbol y reduciendo su crecimiento. En algunos casos las
ramas ocupadas mueren aunque el árbol subsiste, creciendo menos.
163. El ecosistema
Una caminata acompañada
de cierta paciencia y de
algún grado de observación
nos permite acercarnos a los
misterios de los ecosistemas.
Advertimos:
La variedad, manifestada en
la diversidad de formas,
alturas, áreas, colores y
organismos.
La competencia por el suelo,
por la luz, por la apariencia
y la permanencia, que hace
que cada organismos esté en
su nicho particular.
El refuerzo mutuo entre los
elementos: suelos, aire,
aguas, vida, organismos.
164. El mejor de las ejercicios
Caminar es una maravillosa
oportunidad para ejercitar el
cuerpo, la mente y el
espíritu.
Se mueven los músculos, los
ojos, los pulmones, la
circulación, la linfa y los
bioquímicos del cuerpo.
Giran y circulan los
pensamientos a medida que
la mente observa, examina,
compara, recuerda y
proyecta. Se equilibran las
emociones y se ennoblecen
los sentimientos.
Se elevan el ser y el alma,
creativamente estimulados
por la imaginación y la
observación.
165. Los ciclos
Un árbol muere,
sin hojas, otro
crece vigoroso.
Las especies se
riegan por el
mundo. Acá un
mango, planta
asiática, crece y
da frutos.
Las personas
visitan, observa,
aprenden y
crecen. Ello se
transmite y
hace parte de la
vida de cada
uno.
166. Interacción
Las personas
hacen parte
importante de
estos espacios:
Con sus
impuestos
financian el
cuidado.
Con su
tecnología
siembran y
cuidan;
construyen y
diseñan.
Con su presencia
visitan, aprecian,
cuidan,
divulgan, crecen
y evolucionan.
167. Portadas y caminos
De la vía periférica se
desprenden dos caminos con
escalas para subir a la cima.
Son otros de los atractivos
del parque y tienen elegante
diseño.
168. La ciudad en 360 grados
Esta beneficiada esta ciudad de
montaña de varios notables
observatorios. Uno de ellos es
este cerro de El Volador. Desde
ellos podemos apreciar cómo
evoluciona la ciudad, cómo
crece, cómo se desarrollan las
distintas laderas, cómo se va
perdiendo la mancha verde a
medida que avanza la marcha
urbana.
Este es un laboratorio de
observación para sus
habitantes, para los que la
estudian, para sus gobernantes.
De ello todos deben sacar
conclusiones, proyecciones,
historias, memorias, historia
viva.
169. El necesario cinturón verde
En estas vistas se aprecia
claramente como va creciendo la
mancha urbana. Hay que
preguntarse si lo conveniente es
que llegue lo urbano hasta las
cimas de las montañas, lo cual
implica complejas
infraestructuras de servicios, de
transporte, de integración,
además de una lamentable
pérdida de espacios naturales, de
reservas y de zonas de alivio
para las presiones de la vida
ciudadana.
Creo que hay que actuar, invertir
en la compra de las tierras de los
cerros, creando parques, vías
perimetrales, controles y límites
a la expansión.
170. La mancha verde
Desde el cerro de El Volador
se desprende una notable
zona verde en la cual se
combinan, de forma
elegante, servicios urbanos
con árboles, jardines y
centros culturales. Ello
incluye el Volador, la
Universidad Nacional, la
cuenca de la Iguaná, la
Universidad de Antioquia,
el Jardín Botánico, el
Parque Norte, el Parque
Explora. El Metro cruza
estas zonas. Sería de
impacto especial y futurista
aprovechar las cuencas de
las quebradas para mantener
y estimular corredores
verdes que se extiendan
hacia las montañas.
171. Sí se puede
De alguna manera la ciudad
fue capaz de reservar estos
espacios verdes, que acá se
ven y que se extienden hacia
las zonas pobladas.
¿Por qué no proyectar hacia
el futuro, de manera
atrevida, invirtiendo en la
compra de terrenos que
rodean las quebradas y el río
y recuperando todas estas
vertientes?
Con seguridad que se
pueden convocar las
voluntades de los habitantes,
de los empresarios, de las
universidades y de las
fuerzas cívicas en esta
dirección.
172. La inestabilidad
En estos climas nuestros, en
los cuales son abundantes y
variables en intensidad y en
ocurrencia las lluvias y dado
que los suelos montañosos
tienen estructuras
heterogéneas y sueltas, es
frecuente la instabilidad en
los taludes, aún en sitios
como este, que no
parecieran ser muy
inclinados y desprovistos de
capas vegetales.
Creo que es importante
aprovechar las montañas
cercanas a la ciudad para
experimentar con diversas
técnicas de estabilización y
de recuperación taludes y
suelos problemáticos.
173. Pérgolas y jardines
Hay que pensar que todo
terreno es un jardín y que
todo espacio es una
oportunidad para que
haya flores y para
destacar los colores y las
formas naturales,
adaptadas por el hombre
y sus diseños, creando
armonía, belleza,
simetrías, diseños,
novedad, contraste y
espacios para dibujar,
conversar y fotografiar.
Todo toma tiempo, pero
hay que empezar y
avanzar. Eventualmente
todo terreno será un
jardín.
175. Colibríes
Esas veloces vibraciones,
esa respiración vivaz,
esos inquietos movimientos
no dejan de asombrar.
Es tan pequeña la avecilla,
y tan sorprendentes sus talentos
que nos llevan a pensar
que la mano de Dios guía sus vuelos.
Otros ven en ello simples mecanismos,
los aciertos de un azar inevitable,
que han diseñado el vuelo mágico,
así que nadie es de ello responsable.
Yo en cambio veo diseño creativo,
un enorme poder allí escondido,
un designio superior maravilloso
un creador divino en todo poderoso.
176. Se ve lo que se ve,
lo que se quiera ver,
lo que pudiera ser.
177. Se aprecian intentos de cultivar jardines en las laderas, lo cual implica cuidado
constante y algunas obras. Nada fácil.
En estas tierras nuestras,
inclinadas, sueltas y lluviosas,
pululan amenazas de derrumbes
178. Nudos y formas
Nos encontramos,
en las sendas de la vida,
complicadas cosas
y también otras sencillas.
Árboles que crecen rectos
de perfecta simetría,
otros de troncos nudosos
y enredadas armonías
Todo tiene origen en las raíces,
escondidas en la tierra,
extendidas, pacientes y aferradas,
oculto sustento de lo que aflora.
Lo que ha crecido, ahí está,
para todo hay razones,
profundas ideas y emociones,
desafíos para observar y aceptar
179. Encantos inesperados
En todas mis caminatas
nunca había ensayado la
idea de hacer un alto en
el recorrido, para
sentarse, sacar un libro
de lectura agradable y
proceder a leerlo en
grupo, dejando que las
cadencias del lector
animen la historia,
dejando que la atención
de la escucha llene de
imágenes el momento.
Una inesperada sinergia
se crea, una oportunidad
para leer bien, para
sentir al autor, al lector,
a la historia y al
agradable sitio que nos
acompaña
180. La polinización
Hay cosas que pasan
diariamente, inadvertidamente,
importantes, necesarias, vitales.
Una de ellas es la reproducción
de las plantas naturales, algo
que damos por sentado, que no
nos desvela y que se basa en el
transporte del polen.
Repasemos y caigamos en
cuenta. Las abejas transportan el
polen en su inquietas patas; las
moscas, que menospreciamos,
transportan polen de flores de
olores extraños; los colibríes, en
busca de los almíbares mueven
polen; el viento y el agua lo
transportan también, como lo
hacen otros insectos, como los
escarabajos y las mariposas.
Todos estos son servicios
ecosistémicos que se agradecen.
181. Cuenta el parque con un
sitio especial para estudiar,
cultivas y cuidar plantas, con
posibilidades didácticas que
vale la pena poner en uso y
divulgar, para crear mayor
conciencia y cultura cívica.
182. Curiosidades
Nos encontramos un hotel
para abejas, un jardín
adornado con formas
extrañas y un mandarino
repleto de frutas maduras.
Estamos a punto de
terminar nuestro recorrido
por la vía perimetral y nos
disponemos a subir a la
cima por uno de los dos
senderos existentes.
Hay que destacar a
aquellos que diseñan estas
amenidades que animan el
viaje, que nos hacen
pensar en que este parque
es un hogar que alguien
cuida con amor.
183. Las mariposas
Abundan las mariposas
en el cerro. Con
frecuencia las vimos de
flor en flor. Recordamos
nuestra niñez en las
mangas del Barrio
Belén. Eran tantas que
se quedaron en la
memoria. Ya no es así en
esos barrios, tan
urbanizados.
Alguien quiso dejar una
huella en el terreno,
como homenaje a estos
seres inquietos y útiles,
trazando un jardín en
forma de mariposa, en
un claro del terreno
rodeado de árboles.
184. Estamos en la terraza de un pequeño
museo donde se exhibe la tumba de una
niña indígena encontrada en los
enterramientos de la zona, que es parque
arqueológico. Los sitios, situados en la
cima, no están abiertos a los visitantes.
Creo que los debieran abrir.
186. Estos dos
jóvenes a la
izquierda van
acumulando
senderos.
Con esta
jovencita de
la derecha he
caminado
muchas
veces.
Es caminar el
mayor de los
placeres
sencillos que
dos que se
quieren
pueden
gozar.
187. La cima
Llegar a lo alto de la cima
es inolvidable. Se siente el
gusto por la conquista, sea
de humilde cerro o de
meritorio pico montañero;
se puede contemplar el
paisaje que se abre y que
se extiende a lo lejos; se
siente el aire y se disfruta
el momento de descanso,
ese reposo merecido que
se agradece; no deja de
experimentarse una
sensación de plenitud. Y
también se puede
proclamar en las alturas,
aunque sea en silencio
interior, la gloria del
Señor creador de
montañas y valles.
188. El momento de los árboles
Es este el momento que dedicamos
a los árboles, perfectamente
enfocados en el primer plano. La
ciudad, a lo lejos, ha perdido foco.
189. Fin de esta crónica
Nos sentamos a
conversar aprovechando
el desnivel del terreno y
el ambiente sombreado
que refresca la cima del
cerro.
Ha sido muy agradable
no solamente nuestro
paseo, sino también
escribir esta crónica, que
espero que sea de su
agrado. Con ella los
invitamos a recorrer los
hermosos sitios de esta
preciosa ciudad,
disfrutando con la
familia y con los amigos.