Este documento presenta un recorrido fotográfico y poético por cuatro cerros tutelares de la ciudad de Medellín: El Picacho, Las Tres Cruces, Pan de Azúcar y Nutibara. Incluye descripciones del paisaje urbano y rural de la ciudad, así como de la dinámica de crecimiento hacia las montañas. El autor comparte reflexiones y anécdotas personales sobre la historia y transformación de Medellín.
Europa y la Exploración del continente americano.pptx
Recorrido fotográfico por cuatro cerros tutelares de Medellín
1. CAMINANDO POR CUATRO CERROS DE MEDELLÍN
Enrique Posada Restrepo
Diciembre de 2021
Les invit0 a un recorrido
fotográfico, poético,
descriptivo y anecdótico
por cuatro de lo cerros
tutelares de la ciudad de
Medellín, en el Valle de
Aburrá, departamento de
Antioquia, en Colombia.
Picacho, Las Tres Cruces,
Pan de Azúcar, Nutibara
2. Existe, según los expertos (ver Dialnet, Estudio EIA), una cierta asimetría de las
formas en las cadenas montañosas del Valle de Aburré (oriental y occidental). Hacia
el norte, se observa un perfil escalonado en la vertiente oriental, con una distribución
compleja de los depósitos de ladera, que muestra una dinámica de bloques, cuyas
estructuras están relacionadas con una falla, la Falla Manrique. En cambio hacia el
occidente los depósitos son el rasgo predominante, formándose laderas largas y
homogéneas, que solamente están interrumpidas por el cerro el Picacho.
El valle de Aburrá ocupa un valle entre montañas profundo y relativamente estrecho
que corta un sistema de superficies de erosión o altiplanos, ubicados a alturas sobre
el nivel del mar que oscilan entre 2 200 y 3 200 m, los cuales conforman el rasgo
morfológico más sobresaliente del norte de la Cordillera Central colombiana. La
figura muestra un perfil general del valle en su parte central, el cual ilustra bien el
perfil general.
3. Los cerros tutelares de la ciudad de Medellín son El Picacho, el Pan de Azúcar, El Salvador, El Volador, La
Asomadera, Las Tres Cruces, el Cerro Nutibara y el Cerro Santo Domingo. Son una red de visibles accidentes
geográficos que poseen valores tradicionales, históricos, arqueológicos, ecológicos y turísticos.
Tres cruces
Asomadera
Nutibara
El Salvador
El Volador
El Picacho
Pan de Azúcar
Santo Domingo
Norte
Sur
Este
Oeste
4. V
Vista de google maps del Cerro El Picacho, al occidente de la ciudad. Se señala la ruta desde la Estación
Acevedo del Metro hasta la Estación El Progreso del Metro cable el Picacho y el camino hacia el Ecoparque
5. V
Vista de google maps del Cerro Las Tres Cruces, al occidente de la ciudad. Se señala la ruta desde el Edificio
Siempreviva, subiendo por la vía al Manzanillo, la desviación hacia la cima y el descenso por la ladera
6. V
Vista de google maps del Cerro Pan de Azúcar, al oriente de la ciudad. Se señala la ruta luego de llegar a la
estación 13 de Noviembre del Metrocable de Miraflores
7. Vista de google maps del Cerro Nutibara, cerca a la orilla occidental del Río Medellín. Se señala la ruta desde la
entrada por la calle 30 A y el regreso bajando por el sendero de escalas.
8. Vamos en la línea
del Metrocable hacia
el Cerro del Picacho.
Estamos en el
segundo año de la
epidemia del Covid-
19, muy
disciplinados con
nuestras máscaras.
Afortunadamente
no obligan a tapar
los ojos y por ello no
estamos
completamente
ciegos por causa del
virus. A través
nuestros ojos se
nota que estamos
vivos y optimistas,
disfrutando de
nuestra ciudad de
Medellín.
10. La ciudad amable
Las nuevos sistemas de transporte
masivo, construidos y diseñados
de una forma amable y digna, han
conferido a la ciudad un aire
nuevo y renovado.
Acá apreciamos una de las
estaciones del metro cable del
Picacho. Se aprecia el tratamiento
del terreno, que es inclinado, y la
disposición con jardines, zonas
verdes y espacios amplios de
circulación.
11. La ciudad de alguna manera logra combinar lo verde de sus abundantes árboles y montañas
con los colores grises, ocres y rojizos de sus siempre crecientes estructuras urbanas
12. Al fondo el Cerro del Picacho. Tiene una altura sobre el nivel del mar de 2066 metros.
13. Los colores de la ciudad
Se ha extendido
la ciudad,
llenando de ladrillos
sus paisajes.
Ahora se adorna
con cables
que llegan a las lomas
con veloz altivez.
Nada detiene
a la inquieta ciudad.
Mucho le conviene
llenarse de verde.
Hay que buscar,
creativamente,
que se combinen
los grises y los verdes.
14. En primer plano las viviendas de los barrios de la ladera nor-occidental de la ciudad. Al fondo el centro de la
ciudad. Detrás de una torre se aprecia la colina verde de El Volador y más atrás la del Cerro Nutibara
15. En la estación El
Progreso del Metro
Cable de El Picacho.
16. Obras para el futuro
En la estación El
Progreso vemos esta
pasarela, que no
imaginamos está
preparada para conectar
con un futuro cable que
lleva al pico del cercano
cerro el Picacho
17. Madre e hijo
¿Quién iba a imaginar
que una noche
de amor sentido
iba a dar lugar
a una amistad
que trasciende
los espacios
y los tiempos,
como es
la de madre amorosa
y la de hijo muy
querido?
18. Estamos en una amplia
zona de parque al pie
de la Estación el
Progreso, la cual tiene
una hermosa vista
hacia el valle.
19. Ocasión
Momento
de celebrar
la vida
y agradecer
al Dios inmenso
Creador,
que nos regala
la familia.
Momento
de caer en cuenta
de que es buena
la siembra,
que da frutos,
el cultivo
que se cuida
con cariño
21. Una historia personal
Hace más de 50 años vivía en el Barrio Manrique de Medellín. Es un
barrio montañoso, recostado en las laderas orientales, de la ciudad,
tradicional y bien trazado, a pesar de sus lomas y sus calles inclinadas.
Allí llegó nuestra familia luego de vivir en una casa alquilada del Barrio
de Belén, este más plano, al otro lado del río. Estábamos felices,
estrenando casa propia, que costó, bien recuerdo, solamente 28.000
pesos. Era de color azul claro, hermosa, iluminada, amplia, tenía patio
central, solar y balcón. Pero a las pocas semanas, descubrimos que nos
habían engañado, que era una casa que tenía fama en todo el barrio de
que se iba a caer, con fallas, grietas (tarjaduras decíamos), que
empezaron a aparecer y a volverse grandes y a preocuparnos y llenarnos
de miedo. De todas formas fueron seis años hermosos los que allí
vivimos, antes de que mis padres se rindieran intentando arreglos
financiados por mi tío, y la dejaran tumbar y vendieran los materiales a
un demoledor. Yo estaba lejos, estudiando y sentí tristeza e impotencia
cuando lo supe. Pero, fue en esa querida casa donde conocí a mi primera
amiga, novia y hoy esposa, quien vivía al frente. La vi desde el balcón y
sentí que algo nacía. Y algo nació y se quedó, me imagino, hasta que la
muerte nos separe, y seguramente, para siempre. Ella ha sido mi
compañera de muchas caminatas, como la que hoy hacemos, casi
siempre por las montañas y los cerros, de esta ciudad montañera.
22. La ciudad invasora
Como invencibles matas
trepadoras, los centenares de
miles de migrantes que han
venido de los pueblos de
Antioquia, de los departamentos
vecinos, y de todo el país, han
ido conquistando buena parte de
las dos laderas de las dos
imponentes montañas que
forman el Valle de Aburrá,
estableciendo masivos
asentamientos urbanos a partir
de 1964. Esto ocurrió más que
todo hacia el norte.
También se dio el avance hacia
las montañas bajo la presión de
las clases medias y altas,
especialmente al sur de las dos
laderas.
Al fondo, las densamente
pobladas laderas del noreste
23. Manchas verdes
Como hay tantas quebradas
que descienden desde lo
alto de las montañas, han
permanecido algunas
manchas verdes, a lo largo
de las corrientes, matizando
las manchas de cemento,
ladrillos, techos de teja y de
zinc, asfalto de las zonas
pobladas. Igualmente los
habitantes, en general,
sienten respeto por los
árboles y, muchos de ellos,
nostalgias por sus antiguas
tierras campesinas, así que
bastantes calles tienen
arboledas y, aquí y allá, más
de un jardín y de un parque
matizan y alegran el paisaje,
como acá se aprecia.
24. Fotos familiares
Sin duda atrae tomarse fotos
familiares en lo alto de las
montañas de nuestra ciudad.
De inmediato afloran las
sonrisas, se adoptan sencillas
poses y todo parece amable.
Al fondo la ciudad, bullosa,
ocupada en sus cosas, nada
consciente de que la estamos
fotografiando también. De
alguna forma también hace
poses y es amable.
Todo queda en el recuerdo.
En el amable recuerdo.
25. El cerro el Picacho
Existe un ecoparque -
mirador en el cerro, el cual es
un hito ecológico de la
ciudad. En su cima se
encuentra un Cristo, al
parecer desde 1936,
impulsado, con los vecinos
del sector, por Monseñor
Félix Henao Botero, rector de
la UPB, quien tenía una finca
cercana,
29. Sin duda se han
hecho importantes
desarrollos
urbanos en la zona,
asociados con las
estaciones de este
novedoso sistema
de transporte
masivo.
30. El Metro de Medellín tiene
la excelente costumbre de
embellecer con obras de
arte las estaciones de su
sistema Metro, como este
vitral, alusivo al metro
cable, al Cerro el Picacho
y a sus relaciones con la
religiosidad, el paisaje, la
ecología y los habitantes
de los barrios beneficiados
31. Vamos subiendo por la
carretera que lleva a la
vereda Manzanillo, partiendo
desde el conjunto residencial
Aviva en la Loma de los
Bernal. Vamos hacia el Cerro
de las Tres Cruces, situado
entre Belén y Altavista.
Abajo se aprecia la gran
concentración de nuevas
unidades residenciales de la
Loma de los Bernal.
Por donde pasamos se nota,
como acá se ve, actividad
constructora, con atrevidos
edificios apoyados en esas
laderas desafiantes, en
muchos casos de aspecto
creativo e ingeniería y
arquitectura que no parece
completamente certificada
por las curadurías.
32. Tenemos un día despejado.
Estamos en las
estribaciones de las
montañas del suroeste de
Medellín, cerca a los
límites con Itagüí.
33. En nuestra curiosa ciudad,
caminando por las
montañas, se encuentran
muchas cosas inesperadas,
como estas estructuras
metálicas coronadas por
banderas que invitan a un
vuelo escénico en
helicóptero, situadas en un
sitio que, pienso, pocos
visitantes apreciarían.
Al fondo, en las laderas del
sureste, el sector del
Poblado, densamente
cubierto por altos edificios,
en el cual viven personas
que en general hacen parte
de las clases más pudientes
de la ciudad.
34. La ciudad se
extiende por las
montañas desde
hace años. En
los inicios
poblada de
fincas y de
casas
campesinas,
situadas a la
vera del camino.
Poco a poco,
van apareciendo
calles que
cruzan la vía
principal,
nuevas casas,
con terrazas y
pisos superiores
y edificios,
como acá se
aprecia.
35. Es evidente la dinámica
del crecimiento urbano
en estas laderas.
Entre rezagos de casas
verdaderamente
campesinas y algunos
pequeños huertos, van
pululando las viviendas y
se va formando el nuevo
barrio.
Las quebradas fluyen y
bajan por cañadas, ricas
todavía en vegetación,
como la que se observa
en el centro, al fondo.
36. Otra curiosa vista. Se
trata de un vivero a la
vera del camino, que
adorna nuestro paso con
un jardín y un huerto
sembrado de cebollas,
bordeando con un vistoso
muro de madera. Y
aprovechando el sol del
medio día, algún
habitante ha extendido su
prendas recién lavadas
para que se sequen y para
que las admiremos al
pasar.
37. Alambre de púas
No hay mucho ganado
por acá, pero la carretera
está separada de las
propiedades por hileras
de alambre espinoso,
como aviso y signo de
evitar penetrar a los
campos, quizás para
evitar invasiones
urbanas. En los campos
se notan plataneras y un
majestuoso eucalipto. En
la hondonada se extiende
el nuevo barrio.
38. Nacimiento
Por acá pasa un
nacimiento, un
hilillo de agua
que va a unirse
con la quebrada
La Guayabala
que fluye más
abajo en la
hondonada.
Pasa entre
variados
matorrales y un
hermoso
guadual. Nada
indica que una
ciudad bulle
cercana.
39. La ciudad de Medellín tiene una extensa zona rural, que se extiende
hacia las montañas que forman el Valle de Aburrá. Esta zona rural
está conformada por los denominados corregimientos que son los
siguientes: Santa Elena hacia el oriente y Altavista, San Antonio de
Prado, San Cristóbal y San Sebastián de Palmitas hacia el
occidente.
En nuestra ruta hacia el cerro de Las Tres Cruces, dejamos la
comuna 16 de Belén y entramos a Altavista, como nos indica el
aviso del camino, por la vereda El Jardín. Estamos en cercanías
también del Corregimiento de San Antonio de Prado.
Las palabras de bienvenida en realidad se palpan en sus gentes,
puesto que al pasar por las casas, la gente que está en las puertas o
aceras conversando, responde con amabilidad a los saludos corteses
que intercambiamos.
Es también la vereda un jardín del campo, en los límites de la
ciudad de cemento, asfalto y ladrillos que avanza sin pausa.
40. La capital de la montaña
Así se conoce a nuestra
ciudad de Medellín, con
absoluta propiedad. Es esta
una tierra de montañas, que
dominan el paisaje e
imprimen un carácter único
a sus habitantes y a sus
desarrollos urbanos, que acá
se aprecian claramente en la
zona sur. Al fondo la zona
de El Poblado en las laderas
orientales; en primer plano
la extensión del Barrio El
Rincón hacia las montañas
del occidente por las que
caminamos. En la parte alta
de las montañas que acá se
observan, de color azulado,
todavía no llega la mancha
urbana masivamente,
aunque avanza, sin duda,
poco a poco, pero sin pausa.
41. Ahora avanzamos por
una desvío del camino,
que nos lleva hacia la
cima del cerro de las
Tres Cruces.
Disfrutamos de
magnificas vistas a la
zona sur de la ciudad.
El cielo está nublado a lo
lejos, pero el paisaje
permanece iluminado en
nuestras cercanías por un
sol bastante fuerte.
42. Las montañas cercanas hacia
el suroeste están bastante
arborizadas en sus cimas con
plantaciones de pinos que de
alguna forma señalan un
límite al avance del barrio,
aunque seguramente la
carretera de la izquierda, que
serpentea hacia los cultivos
forestales, será lugar, en un
futuro no muy lejano, de más
asentamientos.
En cambio, por donde ahora
avanzamos, ya es parte de un
nuevo parque urbano
recientemente adquirido por
la ciudad y será un espacio
para caminar y disfrutar.
43. Se observan en las lejanas
montañas del fondo, hacia
el sureste, zonas de reserva
forestal en las estribaciones
del morro de San Miguel,
en los municipios de
Envigado, Sabaneta y
Caldas, este último el más
sureño de los del Valle de
Aburrá. En ese morro y en
ese municipio nace el Río
Medellín.
44. A la izquierda, abajo, se
aprecia la carretera por
donde veníamos subiendo,
antes de desviarnos por la
que lleva al cerro.
Se aprecia a la izquierda
la forma en que se van
estableciendo unidades
residenciales con altos
edificios en la zona del
suroeste, siguiendo el
mismo patrón que ya se
ha dado al sureste y que se
aprecia al fondo en las
estibaciones de las
montañas del oriente.
45. A la izquierda, al
centro, el aeropuerto
Olaya Herrera y las
zonas verdes que lo
limitan, del cementerio
Campos de paz y del
Club El Rodeo.
En primer plano, los
terrenos del cerro de
las Tres Cruces,
46. Una pausa en el camino
para tomarnos un foto
para el recuerdo
47. Esta es la vía que lleva
al Cerro. Ya estamos
muy cercanos a la
cima.
Al fondo la vereda del
Manzanillo
48. Como bien señala el aviso, “todo va a estar bien”, pues hemos
llegado a la cima y a la zona del nuevo parque ecológico de la
ciudad luego de una dura caminada que nos ha llevado de los 1.550 a
los 1.930 metros.
El nuevo parque comprende un área total de 107 hectáreas.
49. De acuerdo a la página del Área Metropolitana del Valle de
Aburrá, la figura describe la forma en que se logró estructurar el
negocio de compra de los lotes de los predios del nuevo parque.
El Cerro es un lugar de deporte y disfrute no solamente para los
habitantes Belén, la Comuna 16, donde vivo, sino para muchas
personas de la ciudad. Es impresionante la cantidad de visitantes,
caminantes y deportistas que diariamente y especialmente en los s
fines de semana suben al cerro utilizando caminos labrados en la
ladera (algo inseguros y hay que tener cuidado con las caídas).
Con seguridad serán adecuados y mejorados a medida que se
desarrolle el nuevo parque. En la cima hay un restaurante y en el
camino sencillos puestos de venta de alimentos y bebidas. Existen
dos instalaciones de acondicionamiento físico al aire libre que
fueron instaladas por acción de los deportistas que frecuentan el
cerro.
En la cima del cerro se encuentran tres cruces metálicas sencillas
a modo de símbolo de las tres cruces del calvario, que también
han sido tradicional lugar de peregrinación.
50. Contemplamos una amplia
vista del noroeste del valle
con los morros del padre
Amaya (con 3.000 m, el
más alto de la cordillera
occidental del valle) y el de
Boquerón, más hacia el
norte. Se aprecian las zonas
pobladas de las laderas del
noroeste, que ya
contemplamos desde el
Picacho.
En el centro, se destaca la
gran mancha de las
explotaciones de materiales
para las ladrilleras del
corregimiento de Altavista y
a la izquierda, las viviendas
del mismo. Por la
hondonada adyacente fluye
la quebrada Altavista.
51. Ya van apareciendo
algunos amueblamientos
en los terrenos del parque,
a modo de jardines,
senderos y sitios para
conversar, como estos en
la cima del Cerro.
52. Instalaciones de
acondicionamiento físico al
aire libre en la cima del
cerro, que han sido
mejoradas.
Al fondo el sitio de Tres
Morros en la cordillera,
cercano al Corregimiento de
San Antonio de Prado
53. En una pequeña planicie
en la cima del cerro.
Al fondo una caseta
administrativa del nuevo
parque. Se planean 6.500
metros cuadrados entre
senderos, balcones,
plataformas y zona de
avistamiento.
Se aprecian algunos de
los nuevos árboles
sembrados en el cerro,
que comprenden
especies como balso,
algarrobo, guayacán
amarillo, nogal, casco de
vaca
54. La siembra respetuosa y los nuevos paisajes
Cuando contemplo estas imágenes, caigo en cuenta de la variedad
de elementos: el caminito de piedras sueltas bordeado por
barandas de madera y jardines florecidos; los bancos de madera
para descansar, para conversar, para la contemplación creativa del
ambiente que se extiende a lo lejos. La enorme ciudad de edificios
altos, pintada aquí y allá con manchas verdes y las altas montañas
del oriente. En lo alto, el cielo blanco de nubes matizado con
tímidos atisbos azules. A la derecha la pérgola de madera y las
enredaderas que apenas se atreven a subir por las columnas.
Entonces recuerdo mi niñez, en Fredonia, al suroeste, tierra muy
montañera, asentada a los pies del Cerro Combia. Y en ella, la
calle del Tanque, que terminaba en unos jardines donde estaban
los tanques del acueducto. Nosotros a veces nos escapábamos y
subíamos al lugar y mirábamos las matas y los senderos. Tal como
lo hago en estos mismos momentos. Quizás en esas humildes
excursiones de niño recibí en mi mente la siembra de la senda
respetuosa que me hace admirar las flores, las matas, los jardines
y los senderos.
55. Miren pues esta ciudad, que
acá se domina en buena parte
de su extensión.
En primer plano los
matorrales; luego, brillantes,
los edificios de la Loma de
los Bernal; a continuación, en
zona plana, el Barrio Belén;
en el centro la línea verde del
aeropuerto; a la izquierda, en
el centro, la mancha verde del
cerro Nutibara y a su derecha,
la del cerro de la Asomadera.
A la derecha de este, la zona
de San Diego y arriba la
montaña de Santa Elena. A la
izquierda, el centro de la
ciudad en la zona plana y
detrás de este, en las
montañas, los sectores
populares del oriente, que
casi se extienden hacia lo alto
de la cordillera.
56. Se planea construir
varios miradores como
este. A su lado, una de
las tres sencillas cruces
que dan su nombre la
cerro.
En verdad, se trata de
una magnífica y muy
completa vista de la
ciudad y del Valle de
Aburrá.
57. Acá se inicia, desde la
cima, el sendero que lleva
hasta la Loma de los
Bernal, cuyos edificios se
encuentran en primer
plano al pie del cerro.
Acá el sendero se insinúa
auspicioso y cómodo,
entre jardines, con
escalones ergonómicos.
Pero a la fecha de hoy,
enero de 2022, no se ha
construido más allá de lo
que acá se observa y se
convierte en un camino
muy inclinado que hay
que transitar con cuidado,
si se quieren evitar caídas
y resbalones.
58. Termina esta visita al
Cerro de las Tres Cruces
con esta gloriosa mirada
a la ciudad, que se
desprende, al menos
visualmente, de estos
matorrales florecidos en
las faldas del cerro.
59. Vamos hacia el
Cerro Pan de
Azúcar, al
oriente de la
ciudad.
Acabamos de
llegar a la zona
en Metrocable,
de Miraflores
que termina en
la Estación 13
de Noviembre.
Subimos y nos
encontramos el
Ecoparque 13
de Noviembre
llamado Jardín,
que hace parte
del proyectado
cinturón verde
de la ciudad.
60. Un sendero
bastante bien
construido, fácil
de transitar y
bien señalizado,
lleva hacia la
cima del cerro.
Es evidente el
buen manejo de
las aguas que
fluyen montaña
abajo,
especialmente
con las lluvias,
para proteger el
sendero.
61. Estamos en una de las dos cadenas de montañas que bordean el valle secundario que forma la quebrada Santa Elena, que
discurre entre nosotros y las altas montañas que se aprecian a la derecha.
62. Hasta las mismas
estribaciones del
cerro, que son
bastante inclinadas
llegan las casas, las
terrazas y los
asentamientos
urbanos, como este
y la cancha de
basquetbol
adyacente, situados
al lado del trozo de
cinturón verde,
desde el cual parte
el sendero
ecológico que lleva
a la cima.
63. Se observa un pequeño tramo del cinturón verde. Es una obra que se ha
realizado en algunos tramos, relativamente pequeños. Acá se aprecia que
está algo deteriorada
Según la Empresa de Desarrollo Urbano de Medellín, EDU, el Cinturón
Verde Metropolitano, es una estrategia de planificación y de intervención
integral de largo plazo, para controlar la expansión y consolidar un
territorio equilibrado y equitativo en la zona de encuentro entre lo
urbano y lo rural, mediante la sumatoria de programas y proyectos de la
Alcaldía de Medellín y de los Municipios que conforman el Área
Metropolitana del Valle de Aburrá. Está complementado con la idea del
Jardín Circunvalar de Medellín, que es una estrategia de intervención
integral del hábitat de corto y mediano plazo, en el marco de Cinturón
Verde Metropolitano, para mejorar la calidad de vida de los habitantes de
Medellín.
Pienso que es importante que esta obra sea continuada, y sujeta a
conservación y mantenimiento. Las inversiones son grandes, pero en
realidad necesarias. Ojalá que las naturales controversias no tengan el
efecto de evitar su realización, sino de mejorar el proyecto.
64. Los hermosos rayos
solares caen
inclinadamente como
desprendiéndose de las
nubes. En verdad esta es
una región bendecida por
la belleza del cielo, por las
altas montañas y por las
formaciones nubosas que
cambian continuamente.
Las casas de colores y
texturas variadas se elevan
atrevidas por la montaña,
llegando hasta el borde
mismo del cinturón verde.
65. Son impresionantes las
edificaciones. Las personas
aprovechan los espacios y los
amplifican hacia las alturas,
con plena confianza en la
estabilidad de los terrenos, en
la calidad de las obras y en su
capacidad para resistir sismos y
avalanchas.
La verdad es que se trata de
zonas de alto riesgo, como se
ha evidenciado con la tragedia
de Villa Tina, un barrio
cercano, en el cual, en 1987 un
deslizamiento destruyó 70
viviendas del barrio, dando
lugar a cerca de 500 víctimas
fatales. 20.000 metros cúbicos
se desprendieron sobre 1,2
hectáreas , desde la ladera
suroriental cercana al Cerro
Pan de Azúcar.
66. Mapa de la ciudad,
con los cerros
tutelares y algunos
otros hitos
68. El camino hacia la cima
está rodeado de
abundantes arboledas,
como ejemplares muy
hermosos. También se
han sembrado nuevos
árboles, como este
yarumo.
69. Distintos aspectos del
sendero que conduce a la
cima. En los tramos
inclinados cuenta con
cómodas barandas para
evitar caídas. Las escalas
son amplias y muy
ergonómicas, los materiales
estables y firmes. Cuenta
con iluminación. Las vistas
son espectaculares.
70. En el cerro la vegetación
es variada, con matorrales
y árboles, tanto nativos
como pinos y cipreses.
71. Aspecto de los
canales que
conducen las
aguas que
bajan de la
montaña, poco
abundantes
cuando no hay
lluvias.
Representación
de campesino
con carriel y
mula.
72. Los árboles que
se encuentran
en las cercanías
del camino,
mezcla de
especies nativas
y foráneas
73. El cielo azul, ligeramente
nublado, sirve de marco
superior al pico del cerro,
que es rocoso en algunos
de sus bordes, formando
precipicios.
En la zona es frecuente
que haya pencas de
cabuya, como las que se
observan en primer
plano.
74. Estribaciones del cerro.
Y las bellas flores del
campo, aquí y allá,
adornan el tapete verde
con sus colores.
75. Diseño de Viviana Palacio, imagen
tomada de
https://payload.cargocollective.com/1/8/271277/
3880585/coltejer_1250.jpg
Hace años, cuando no existía el sendero ecológico, subí con mi esposa al cerro,
utilizando un camino desde los barrios cercanos, en la época, muy alejados del
cerro, como se aprecia en la fotografía de la derecha.
En sus estribaciones existía un aviso que se veía desde toda la ciudad, dando
publicidad a la empresa Coltejer. Las Letras de COLTEJER desde el aire.
Foto del grupo Medellín EsCultural,
imagen tomada de
https://www.facebook.com/MemoriaVisualDeMedel
lin/posts/10156280243626308/
76. Un hermoso árbol,
florecido con rojos
ramilletes, sirve de
marco a esta visión de
los barrios del sector
de Buenos Aires, un
barrio tradicional, que
se extendió hacia las
laderas sureñas del
valle de la quebrada
Santa Elena, en forma
bastante ordenada,
como se nota en los
trazos de las calles y
de las casas y en la
arborización.
77. Cuenta el sendero con
algunos miradores
situados en forma
estratégica, como este, que
nos invitan a hacer una
pausa en el camino y a
apreciar los paisajes.
Acá vemos, en la montaña
del fondo, el nuevo
viaducto que lleva al túnel
de oriente, que comunica
el valle de Aburrá con el
de San Nicolás, en la
meseta del oriente
cercano. Debajo del
viaducto, el crecimiento de
la ciudad más arriba del
sector de Buenos Aires,
atendido en parte por el
sistema de tranvía de
Ayacucho del Metro.
78. A modo de
reminiscencias
de las antiguas
letras de Coltejer
se han colocado
estas con el
nombre JARDÍN,
aplicado al
parque que
estamos
recorriendo.
Estas elegantes
pencas de
cabuya, con sus
espigadas flores
y sus hojas de
tonos rojizos son
un verdadero
regalo para la
vista.
79. Se observa que las
laderas cercanas a la
cima del cerro son
bastante verticales y
desprovistas de
árboles y matorrales,
mostrando cierta
tendencia a la erosión
80. Mirada hacia el centro de
la ciudad, a la derecha, y
del sector de Buenos
Aires con su enorme y
nuevo Centro Comercial
y el trayecto del Tranvía,
más a la izquierda.
Detrás de él, el barrio de
El Salvador, con su cerro,
también el cerro de la
Asomadera, el Cerro
Nutibara, el aeropuerto,
el Barrio Belén, el Cerro
de las Tres Cruces y las
montañas del occidente.
En el plano cercano el
camino a la cima, la
arborización del parque y
su sistema de
iluminación.
81. Algunos hitos
que se observan
Tres cruces
Centro
ciudad
Tranvía
Salvador
Nutibara
Asomadera
Buenos Aires
Centro comercial
83. Ejercicio del sentir
Observa algo
por ejemplo, ese árbol.
Mira
detalles diversos,
cosas
que no habías visto antes.
Recorre los límites del
objeto, las formas y las
fronteras que lo rodean.
Ahora, sé ese objeto, sé ese
árbol.
Experimenta su presencia.
Siente que eres esa
presencia.
Expándete con esa presencia
hasta los límites del objeto.
84. Vidas paralelas
Se unieron dos,
camino y árbol.
Decidieron
hacerse amigos
permanentes.
El uno junto al
otro,
mutuamente.
Enlazados por
su misma
presencia,
sin pretextos
ni razones
para
la separación.
85. Huerto
Algún atrevido y
desconocido pionero ha
cultivado un huerto al
borde del camino
ecológico.
Buena idea me parece,
combinar todas las
formas de agricultura:
flores, arbustos, árboles,
verduras, cebollas,
pencas, todo eso que
nace y que nutre.
La ciudad se lo merece.
Así todos somos
ciudadanos respetuosos.
86. Ya nos
acercamos a la
cima. El
camino se
vuelve de
empedrado, a
imitación de los
antiguos
caminos de los
indígenas que
habitaron estas
tierras hace
centenares de
años, caminos
de los cuales
quedan algunos
vestigios.
87. El sendero,
naturalmente,
evita las laderas
muy inclinadas
y se dirige entre
terrenos
amables de
suaves
pendientes,
ricos en
arboledas y
matorrales
88. Estamos muy cercanos a la
cima. Al fondo se aprecian
las faldas de las montañas
en cuyas cimas y en cuya
meseta, se encuentra el
Parque Arví. Existe un
camino que lleva hacia ese
parque.
Muy cercanos a la cima del
cerro que estamos
visitando, hay nuevos
barrios, y se siente desde
aquí la música invasora que
algunos de sus habitantes
tocan a máximo volumen,
quizás sin pensar demasiado
en los vecinos que se la
tienen que aguantar.
¿Habrá compasión y salida
para tales desafortunados?
89. Nos dicen que esta zona
hace parte de la reserva
forestal protectora del
Nare.
Bueno saberlo, pero
resulta curioso, porque las
vertientes que alimentan al
Río Nare comienzan
después de las montañas
del oriente (y no de todas,
pues algunas como la de la
quebrada Piedras Blancas,
desaguan en el Valle de
Aburrá)
90. Llegamos a la cima. Está
está a 2.138 metros sobre el
nivel del mar.
Allí está una imagen, de 10
metros de altura, de Nuestra
Señora de la Candelaria;
patrona de Medellín.
Aprovechamos para señalar
que además del pino, hay
presencia en el cerro de
árboles como noro, yarumo,
ciprés, acacia japonesa,
chucho, uvito de monte,
niguito, guayabo
arrayán y cola de zorro.
Vimos algunos pájaros,
entre ellos guacharacas,
cardenales y dos hermosos
carriquíes de montaña.
91. Virgen Patrona
Vigila
y protege,
A Medellín,
la villa gigante,
que te tiene
por patrona,
Virgen de la
Candelaria.
No es nada fácil
cuidar de tanta
gente, díscola a
veces, pero en
genera buena y
sincera.
Así que ánimo,
Virgen de las
luces.
Te queremos
92. En todo su esplendor, el
valle que forma la
quebrada Santa Elena al
dirigirse desde las cimas
del Corregimiento de su
nombre al Río Medellín.
Nuevos asentamientos
urbanos se aprecian.
Igualmente se observa la
línea del viaducto que va
del Túnel Seminario al
Túnel de Oriente,
construido de tal manera
que se han respetado las
montañas sin crear grandes
taludes que pueden dar
orígenes a derrumbes en
estas laderas de geología
compleja.
93. El valle de la Santa Elena, y
sus estribaciones hacia las
montañas de las cuales baja
la quebrada. Se aprecia al
centro, hacia arriba, la
carretera que lleva al
corregimiento de Santa
Elena, y la entrada al Túnel
de Oriente, que acorta las
distancias desde Medellín
hacia el Oriente.
Las laderas cercanas al
cerro están muy desnudas
de árboles y se aprecian
erosionables.
Probablemente serán
invadidas por
asentamientos, como los
que ya existen en la derecha
de la fotografía, en los años
que vienen, si no se
controlan y regulan.
94. Bueno, acá estamos los
tres, contemplando la
ciudad y posando:
Virgen, padre e hijo.
Amenaza lluvia, así
que dimos comienzo a
nuestro descenso. Al
final, no cayó nada que
nos perturbara.
95. En verdad, gracias
Espíritu Santo.
Por tantas cosas.
Por esta ciudad tan
hermosa, asentada
en estas montañas
maravillosas.
Que quede sellada
en piedra esta
proclamación.
96. Ya de regreso,
advertimos lo
cercanos al cerro
que están los
asentamientos,
aprovechando esta
zona, que no es
demasiado
inclinada.
98. El cerro Nutibara es una
elevación pequeña, de 80
metros sobre el nivel del río
que pasa a su lado. Su cima
está a 1.630 m sobre el
nivel del mar
aproximadamente.
Es un importante lugar
recreativo y ecológico de la
ciudad.
Como se aprecia acá, está
muy bien arborizado con
una buena variedad de
árboles, muchos de ellos de
gran tamaño.
99. Uno de los más
hermosos árboles
el cerro es el
carbonero, que acá
se aprecia
bellamente
florecido.
100. Flores rojas
espectaculares del
carbonero.
Este árbol y el de flor
blanca que aparece en la
siguiente fotografía me
traen imágenes de mi
niñez, ya que eran
relativamente
abundantes en las
mangas del barrio
Belén, donde viví de los
6 a los 14 años.
101. Carbonero de flores
blancas.
Al fondo, en primer
plano, se aprecia la
subida al alto de las
Palmas desde San
Diego, que se ha
llenado de altos
edificios y nuevas
unidades
residenciales. Al
fondo están las
montañas de Santa
Elena. Al centro, un
poco a la izquierda, la
mancha verde del
Cerro de la
Asomadera.
105. Dos de mis hijos y dos de mis nietros son mis compañeros de viaje.
Acá vamos por el sendero peatonas que discurre al lado de la vía de
ingreso al cerro. Se trata de un sendero amplio, bien trazado,
adecuadamente provisto de barandas.
El Cerro Nutibara tiene 33 hectáreas de extensión. Ofrece una
espectacular panorámica sobre toda la ciudad.
Vamos hacia la cima, donde se encuentra el llamado Pueblito Paisa,
una alegoría a los municipios de la Región Paisa (antioqueña)
construido en 1977. En el camino nos encontraremos el Teatro al
Aire Libre “Carlos Vieco” con una capacidad de 3.800 espectadores,1
levantado en homenaje al compositor Carlos Vieco Ortiz.
También cuenta el cerro con un Parque de las Esculturas, establecido
en 1983, con su exposición permanente de esculturas elaboradas por
once artistas nacionales e internacionales e instaladas en el entorno
natural del cerro.
111. En el Museo
de la Ciudad se
estaban
exhibiendo
fotografías y
modelos en
diversos
materiales de
las obras de
nuestro gran
escultor
Rodrigo
Arenas
Betancourt,
quien es de
Fredonia, mi
pueblo, cuyas
obras están
presentes en
diversos sitios
icónicos de la
ciudad y del
país.
112. Estas que acá
se presentan
están hechas en
resina y
estaban en el
taller del artista
en México
113. Rodrigo Arenas Betancourt
Se aproximó el artista al sentir monumental
de los símbolos de la tierra colombiana
y plasmó con profunda visión y humanidad
imágenes que se han quedado en nuestras almas.
No tuvo timidez ninguna, ni pretendida pequeñez
para esculpir las hazañas y los mitos nacionales.
Atrevido se lanzó a las conquistas con altivez
llenando los espacios con grandes obras inmortales.
Pero la importancia yace también en los detalles
y ninguno descuidó, este maestro de los gestos,
esculpiendo personajes sentidos, inquietos y vitales.
Sentimientos dejó grabados en piedra y en bronce,
que reflejan profundas realidades y visionarios sueños,
inspirando con encendido espíritu, sorprende y sobrecoge.