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Ensayo sobre
“Las dimensiones subjetivas del
envejecimiento”.

Estrella Dulce Castro Pazó.
Me dispongo a hacer un análisis de la obra “Las dimensiones subjetivas del
envejecimiento” en la cual se analizan los elementos subjetivos, las emociones, que
sugiere el envejecer, y las consecuencias que éstas tienen, así como los elementos que
hacen que esa experiencia sea mas o menos satisfactoria. El análisis se lleva a cabo
partiendo de dos perspectivas. Por un lado se observa, no el tiempo, sino cómo perciben
el paso del tiempo las personas mayores en relación a su estado de salud, su situación
laboral, sus relaciones con los demás, con el entorno, etc... y a los cambios que esto
conlleva. Por otro lado se pretende ordenar todos esos estados subjetivos particulares en
relación a tres elementos: género, hábitat y estrato social. A partir de esto se consigue
ligar elementos tan subjetivos como la relación con la familia con hechos objetivos como
la posición social. Esto se consigue a través de la entrevista en profundidad, la mas
capacitada para traducir emociones. El objetivo realmente es intentar averiguar qué
podemos cambiar, qué esta en nuestra mano para ofrecer un envejecimiento satisfactorio
a nuestros mayores, envejecimiento como proceso, por que nadie es viejo de la noche a
la mañana, hay todo un proceso adaptativo que pasa por diversas etapas. Ademas el
envejecimiento, como concepto, es cambiante, lo que significa envejecer a cambiado
enormemente a lo largo del tiempo. Antes suponía prácticamente una condena al
ostracismo mientras que en la actualidad, y cada vez mas, se va convirtiendo en algo
cargado de posibilidades. Precisamente por que no es la edad lo que define cuán viejos
somos sino los cambios emocionales, físicos y sociales que sufrimos, se analizan estos
cambios como los retos adaptativos a los que se enfrentan las personas mayores,
enfrentamiento que conlleva aprendizaje, lo cual a su vez nos hace volver a las
emociones como grandes moduladoras de ese aprendizaje.
Este estudio divide el envejecer en tres etapas las cuales son puestas en relación
con otros tres elementos, la salud, la actividad y los vínculos. Una viene marcada por el
abandono de la vida laboral, por la jubilación, momento en el que aún nos sentimos
jóvenes aunque el sistema nos obliga a un cambio que muchas veces no es deseado
pues significa, como hemos dicho antes, un reto adaptativo. La segunda etapa es el
declive del cuerpo, momento en el que ya sentimos los primeros achaques y dolores, que
nos hacen sentir que algo empieza a fallar, momento en el que las contradicciones entre
deseos y posibilidades se hace patente. Y la tercera etapa es la del repliegue de la
persona, es en esta etapa cuando mas difícil resulta mantener un vínculo con un mundo
que cada vez nos es mas extraño.
En todas estas etapas tienen una gran influencia esos elementos de los que antes
hablábamos. De la influencia del género no cabe ninguna duda por que a pesar de todos
los cambios acontecidos a este respecto es imposible negar las diferencias que han
existido y existen entre hombres y mujeres. La mujer queda relegada al ámbito doméstico
y solo se relaciona con lo público para reafirmar su identidad femenina, es el hombre el
que tiene el estatus público, el independiente. La mujer representa cuidados, dependencia
(económica, por ejemplo, ya que es el marido el que sostiene la economía), rutina,
sacrificio, pues es ella la encargada de cuidar del marido, de la madre, de todo familiar
que la necesite, y esta posición no se discute, es como si naciera con ciertas
disposiciones “como mujer”. El hombre por el contrario tiene un papel público, el hogar es
sólo su lugar de descanso, esta ligado al acontecimiento pues las cosas extraordinarias
ocurren fuera del hogar, el hogar representa la rutina y lo público, su lugar, el
acontecimiento, lo extraordinario. Aún así, esto cambia enormemente si diferenciamos
entre diferentes hábitats, y estos roles son menos perceptibles en un contexto
metropolitano. Y mucho mas si hablamos de estrato social, con elementos emocionales
bien diferenciados entre distintas posiciones sociales. El capital cultural que vamos
adquiriendo a lo largo de la vida y que esta en gran parte limitado por nuestro estatus
social,
determina nuestros campos de acción, nuestros habitus, que serán los responsables de
una mayor adaptación al cambio que supone envejecer. La anterior generación de
mayores es un buen ejemplo de como este habitus influye en nuestra recepción del
cambio. El cambio fue muy brusco para ellos, no existía nada en su habitus, en su capital
cultural, que les permitiera adaptarse a cambios tan vertiginosos y de ahí surge el
rechazo, la insatisfacción de sentir que nada nos une con el mundo en que vivimos,
libertad donde antes solo había constricción, igualdad donde había sexismo, a pesar de
que los cambios sean en positivo la adaptación no es posible sin las herramientas
culturales adecuadas. Para la nueva generación de mayores, parte de ese cambio, es
mas sencillo aunque, una vez mas, las personas con un capital cultural mas amplio, las
clases media-alta y alta de las urbes, lo tienen mas fácil. Todo esto se refleja en la
adaptación a cada etapa del envejecimiento.
La primera etapa, marcada ya no por problemas de salud sino por la jubilación, es
un cambio drástico, sobre todo en el caso de los hombres, pues todo ese tiempo y
energía dedicados al trabajo remunerado debe canalizarse en otras actividades. A lo largo
del tiempo esta adaptación se ha tornado mas fácil por todas las posibilidades que la
sociedad de bienestar y consumo ofrecen, cada vez mas, los mayores se lanzan a esta
nueva etapa con ganas de hacer cosas, viéndola como una oportunidad en vez de como
una limitación.
La segunda etapa es mas difícil por que el cuerpo empieza a estar desligado de la
mente, una mente que siente deseos, que tiene expectativas que su cuerpo ya no puede
realizar. Comienza la inseguridad, ya no confiamos en nuestro cuerpo, que se empieza a
convertir en un extraño, y la estabilidad, lo seguro, nos parece cada vez mas apetecible
pues no nos obliga a enfrentarnos a los miedos, al riesgo. En esta etapa se observa más
aun la necesidad de encontrar alguna actividad que mantenga vivo el deseo de vivir, que
nos impida tomar el camino”fácil” de dejarnos llevar por el estancamiento de lo cotidiano,
del dejarse cuidar. Se necesita un vínculo con algo externo, que despierte nuestra energía
vital a través del deseo, de la ilusión. Es importante la compañía, siempre partiendo de la
independencia, porque la compañía, no solo de la familia sino también de amigos, aporta
seguridad, aparte de alegrías.
Es la tercera etapa la mas complicada pues cada vez nos invade mas la
inseguridad. Los dolores y pesares del cuerpo se convierten en parte de nuestro yo, una
parte central e imposible de obviar. La relación con lo exterior, fuera del hogar, con lo
imprevisto, se torna cada vez mas complicada por que da cuenta de nuestras limitaciones,
lo cual repercute en la relación con los amigos, casi inexistente. La rutina acompaña a las
personas en esta etapa y si no encuentran una actividad que les haga sentirse realizados,
que nutra su imagen pública, el resto de su existencia no tendrá sentido y se convertirá en
una espera del momento final, la muerte. La soledad se torna mas enemiga pues da la
sensación de desamparo, de abandono. La ilusión por el futuro se vuelca hacia el pasado,
hacia el recuerdo de todos los buenos momentos que se han vivido.
Así observamos como la salud, y no realmente el tiempo, determina
inevitablemente nuestra relación con el entorno si bien es el capital cultural el que nos
permite asumir esos cambios del cuerpo de una forma u otra y nos permite ser capaces
de encontrar una actividad y no embaucarnos en un proceso de fragilidad que nos haga
movernos desde la inseguridad y dejarnos llevar por el cansancio, distanciándonos así
cada vez mas del entorno social. Dicho esto, podemos deducir que observando el tipo de
vínculos que mantiene la persona podemos deducir el estado subjetivo en el que se
encuentra.
Todo lo expuesto antes cambia en relación a las variables de las que hablamos al
principio, género, hábitat y estrato social. Se podría decir que la mayoría de las mujeres
no sufren un proceso adaptativo tan drástico como los hombres debido a que el trabajo
doméstico “nunca termina”y así siempre hay algo con lo que llenar el tiempo sumándole
además que son ellas normalmente las encargadas de cuidar familiares dependientes. El
hombre en cambio si sufre esa ruptura con lo que ha definido su identidad, su trabajo, y
debe entonces buscar algo nuevo, cambiar su habitus, adaptarlo a sus nuevas
circunstancias, lo cual, después de toda una vida, no se torna fácil. Esto ocurre sobre
todos en las ciudades, donde es difícil encontrar una alternativa inmediata en la que
volcar toda esa energía que se dedicaba al trabajo remunerado mientras que en el ámbito
rural hay mas posibilidades de seguir siendo sujetos activos. Así mismo la mujer
metropolitana abandona poco a poco el rol de cuidadora a tiempo completo repartiendo
cada vez mas las tareas domesticas, la crianza de los hijos, etc...con el genero masculino.
Se podría decir que el capital cultural que aporta el ámbito metropolitano es, la mayoría de
las veces, mas adecuado a un envejecimiento satisfactorio, pues rompe un poco con las
limitaciones fruto de unos roles de género muy definidos, pero en realidad también dentro
de la urbe hay diferencias entre clases sociales siendo las clases media-alta y alta las
mejores preparadas para el envejecimiento, con mas actividades al alcance de su capital
cultural y económico, con un capital cultural que posibilita una menor dependencia de la
familia y una apertura al disfrute de las posibilidades que el estado de bienestar ofrece a
los mayores. Además, las clases mas bajas se han visto obligadas en muchas ocasiones
a abandonar sus estudios tempranamente y son las que desempeñan los trabajos mas
duros por lo que su salud estará mas deteriorada y sus expectativas y proyectos, su
horizonte, será mas limitado. Aun así, todos, en todos los ámbitos, admiten mejoras con
respecto a sus mayores incluso habiendo limitaciones inherentes al estrato social,
etc...Cada vez están mas predispuestos al cambio, a la adaptación, animados por ciertos
avances como son el sistema de pensiones universal (aún así deficiente) y el acceso
gratuito a la sanidad que alivia esa tendencia de las personas mayores, motivada por
periodos de gran escasez pasados, a la austeridad e impulsa el desarrollo de actividades
que hace una generación eran impensables para nuestros abuelos. El mundo comienza a
adaptarse a ellos, a tenerlos en cuenta, a hacerlos sentirse parte de él. Cada vez hay mas
espacios destinados al disfrute de nuestros mayores diferenciándose cada vez menos en
estos espacios los roles de género. Así mismo, estos lugares de encuentro adaptados, por
ejemplo asociaciones, permiten que la relación amistosa e incluso sentimental aflore mas
fácilmente dando un empujón a la soledad y creando vínculos con el mundo. El abanico
de posibilidades se abre ofreciendo actividades con las que llenar el hueco que deja la
pérdida que supone el envejecer y transformando así esta perdida en algo no tan
catastrófico, en posibilidad, posibilidad que sólo será visible para aquel que posea las
aptitudes y actitudes pertinentes para ello, o sea, el que tenga el habitus adecuado.
Todo esto deja claro hasta qué punto el Estado es responsable tanto de las mejoras
que ha habido a este respecto como de todas las deficiencias que aún existen. Esta claro
que la situación a cambiado ha mejor si comparamos la situación de las personas
mayores en la actualidad con respecto a la anterior generación, pero esto no quiere decir
que el camino ya esté hecho. El Estado debería proporcionar los suficientes recursos para
que las diferencias entre clases sociales se disuelva, para que la oportunidad de llevar un
envejecimiento satisfactorio este al alcance de más manos. Sin embargo lo que vemos es
que la edad de jubilación se retrasa y se recortan las pensiones. Esto se podría comparar
con la lucha por la igualdad de género, que a ojos de muchos es una lucha cuasi acabada
pues se a avanzado mucho en cuanto a igualdad formal. Igual que con los mayores, en
comparación con el pasado la mujer ha dado un gran paso pero la realidad, objetiva (las
mujeres ganan un 37% menos que los hombres según el diario El País), nos dice que aún
admitiendo estos grandes pasos el conflicto sigue presente. En definitiva, las deficiencias
adaptativas son resultado de algo que se sale del circulo del envejecer, es producto del
hecho de que vivimos en una sociedad de clases en donde nuestro estrato social define
nuestras posibilidades, no sólo de un envejecimiento satisfactorio sino educativas y por
ello laborales, etc... Estamos sino determinados, ciertamente inclinados a un lado de la
balanza según nuestro estrato social, es poco admirable que aún hoy la economía dicte la
calidad de nuestra educación, que el lugar donde nacemos marque el capital cultural del
que dispondremos para enfrentarnos a la vida y al envejecer, que mi género describa mis
aptitudes y posibilidades. En fin, creo que el camino es todavía largo y espero no nos
quedemos regodeemos admirando nuestros avances y nos acerquemos a la realidad
objetiva que viven nuestros mayores al modo que lo ha hecho este trabajo para luego dar
el siguiente paso, transformar la realidad.
que ha habido a este respecto como de todas las deficiencias que aún existen. Esta claro
que la situación a cambiado ha mejor si comparamos la situación de las personas
mayores en la actualidad con respecto a la anterior generación, pero esto no quiere decir
que el camino ya esté hecho. El Estado debería proporcionar los suficientes recursos para
que las diferencias entre clases sociales se disuelva, para que la oportunidad de llevar un
envejecimiento satisfactorio este al alcance de más manos. Sin embargo lo que vemos es
que la edad de jubilación se retrasa y se recortan las pensiones. Esto se podría comparar
con la lucha por la igualdad de género, que a ojos de muchos es una lucha cuasi acabada
pues se a avanzado mucho en cuanto a igualdad formal. Igual que con los mayores, en
comparación con el pasado la mujer ha dado un gran paso pero la realidad, objetiva (las
mujeres ganan un 37% menos que los hombres según el diario El País), nos dice que aún
admitiendo estos grandes pasos el conflicto sigue presente. En definitiva, las deficiencias
adaptativas son resultado de algo que se sale del circulo del envejecer, es producto del
hecho de que vivimos en una sociedad de clases en donde nuestro estrato social define
nuestras posibilidades, no sólo de un envejecimiento satisfactorio sino educativas y por
ello laborales, etc... Estamos sino determinados, ciertamente inclinados a un lado de la
balanza según nuestro estrato social, es poco admirable que aún hoy la economía dicte la
calidad de nuestra educación, que el lugar donde nacemos marque el capital cultural del
que dispondremos para enfrentarnos a la vida y al envejecer, que mi género describa mis
aptitudes y posibilidades. En fin, creo que el camino es todavía largo y espero no nos
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  • 1. Ensayo sobre “Las dimensiones subjetivas del envejecimiento”. Estrella Dulce Castro Pazó.
  • 2. Me dispongo a hacer un análisis de la obra “Las dimensiones subjetivas del envejecimiento” en la cual se analizan los elementos subjetivos, las emociones, que sugiere el envejecer, y las consecuencias que éstas tienen, así como los elementos que hacen que esa experiencia sea mas o menos satisfactoria. El análisis se lleva a cabo partiendo de dos perspectivas. Por un lado se observa, no el tiempo, sino cómo perciben el paso del tiempo las personas mayores en relación a su estado de salud, su situación laboral, sus relaciones con los demás, con el entorno, etc... y a los cambios que esto conlleva. Por otro lado se pretende ordenar todos esos estados subjetivos particulares en relación a tres elementos: género, hábitat y estrato social. A partir de esto se consigue ligar elementos tan subjetivos como la relación con la familia con hechos objetivos como la posición social. Esto se consigue a través de la entrevista en profundidad, la mas capacitada para traducir emociones. El objetivo realmente es intentar averiguar qué podemos cambiar, qué esta en nuestra mano para ofrecer un envejecimiento satisfactorio a nuestros mayores, envejecimiento como proceso, por que nadie es viejo de la noche a la mañana, hay todo un proceso adaptativo que pasa por diversas etapas. Ademas el envejecimiento, como concepto, es cambiante, lo que significa envejecer a cambiado enormemente a lo largo del tiempo. Antes suponía prácticamente una condena al ostracismo mientras que en la actualidad, y cada vez mas, se va convirtiendo en algo cargado de posibilidades. Precisamente por que no es la edad lo que define cuán viejos somos sino los cambios emocionales, físicos y sociales que sufrimos, se analizan estos cambios como los retos adaptativos a los que se enfrentan las personas mayores, enfrentamiento que conlleva aprendizaje, lo cual a su vez nos hace volver a las emociones como grandes moduladoras de ese aprendizaje. Este estudio divide el envejecer en tres etapas las cuales son puestas en relación con otros tres elementos, la salud, la actividad y los vínculos. Una viene marcada por el abandono de la vida laboral, por la jubilación, momento en el que aún nos sentimos jóvenes aunque el sistema nos obliga a un cambio que muchas veces no es deseado pues significa, como hemos dicho antes, un reto adaptativo. La segunda etapa es el declive del cuerpo, momento en el que ya sentimos los primeros achaques y dolores, que nos hacen sentir que algo empieza a fallar, momento en el que las contradicciones entre deseos y posibilidades se hace patente. Y la tercera etapa es la del repliegue de la persona, es en esta etapa cuando mas difícil resulta mantener un vínculo con un mundo que cada vez nos es mas extraño. En todas estas etapas tienen una gran influencia esos elementos de los que antes
  • 3. hablábamos. De la influencia del género no cabe ninguna duda por que a pesar de todos los cambios acontecidos a este respecto es imposible negar las diferencias que han existido y existen entre hombres y mujeres. La mujer queda relegada al ámbito doméstico y solo se relaciona con lo público para reafirmar su identidad femenina, es el hombre el que tiene el estatus público, el independiente. La mujer representa cuidados, dependencia (económica, por ejemplo, ya que es el marido el que sostiene la economía), rutina, sacrificio, pues es ella la encargada de cuidar del marido, de la madre, de todo familiar que la necesite, y esta posición no se discute, es como si naciera con ciertas disposiciones “como mujer”. El hombre por el contrario tiene un papel público, el hogar es sólo su lugar de descanso, esta ligado al acontecimiento pues las cosas extraordinarias ocurren fuera del hogar, el hogar representa la rutina y lo público, su lugar, el acontecimiento, lo extraordinario. Aún así, esto cambia enormemente si diferenciamos entre diferentes hábitats, y estos roles son menos perceptibles en un contexto metropolitano. Y mucho mas si hablamos de estrato social, con elementos emocionales bien diferenciados entre distintas posiciones sociales. El capital cultural que vamos adquiriendo a lo largo de la vida y que esta en gran parte limitado por nuestro estatus social, determina nuestros campos de acción, nuestros habitus, que serán los responsables de una mayor adaptación al cambio que supone envejecer. La anterior generación de mayores es un buen ejemplo de como este habitus influye en nuestra recepción del cambio. El cambio fue muy brusco para ellos, no existía nada en su habitus, en su capital cultural, que les permitiera adaptarse a cambios tan vertiginosos y de ahí surge el rechazo, la insatisfacción de sentir que nada nos une con el mundo en que vivimos, libertad donde antes solo había constricción, igualdad donde había sexismo, a pesar de que los cambios sean en positivo la adaptación no es posible sin las herramientas culturales adecuadas. Para la nueva generación de mayores, parte de ese cambio, es mas sencillo aunque, una vez mas, las personas con un capital cultural mas amplio, las clases media-alta y alta de las urbes, lo tienen mas fácil. Todo esto se refleja en la adaptación a cada etapa del envejecimiento. La primera etapa, marcada ya no por problemas de salud sino por la jubilación, es un cambio drástico, sobre todo en el caso de los hombres, pues todo ese tiempo y energía dedicados al trabajo remunerado debe canalizarse en otras actividades. A lo largo del tiempo esta adaptación se ha tornado mas fácil por todas las posibilidades que la sociedad de bienestar y consumo ofrecen, cada vez mas, los mayores se lanzan a esta nueva etapa con ganas de hacer cosas, viéndola como una oportunidad en vez de como
  • 4. una limitación. La segunda etapa es mas difícil por que el cuerpo empieza a estar desligado de la mente, una mente que siente deseos, que tiene expectativas que su cuerpo ya no puede realizar. Comienza la inseguridad, ya no confiamos en nuestro cuerpo, que se empieza a convertir en un extraño, y la estabilidad, lo seguro, nos parece cada vez mas apetecible pues no nos obliga a enfrentarnos a los miedos, al riesgo. En esta etapa se observa más aun la necesidad de encontrar alguna actividad que mantenga vivo el deseo de vivir, que nos impida tomar el camino”fácil” de dejarnos llevar por el estancamiento de lo cotidiano, del dejarse cuidar. Se necesita un vínculo con algo externo, que despierte nuestra energía vital a través del deseo, de la ilusión. Es importante la compañía, siempre partiendo de la independencia, porque la compañía, no solo de la familia sino también de amigos, aporta seguridad, aparte de alegrías. Es la tercera etapa la mas complicada pues cada vez nos invade mas la inseguridad. Los dolores y pesares del cuerpo se convierten en parte de nuestro yo, una parte central e imposible de obviar. La relación con lo exterior, fuera del hogar, con lo imprevisto, se torna cada vez mas complicada por que da cuenta de nuestras limitaciones, lo cual repercute en la relación con los amigos, casi inexistente. La rutina acompaña a las personas en esta etapa y si no encuentran una actividad que les haga sentirse realizados, que nutra su imagen pública, el resto de su existencia no tendrá sentido y se convertirá en una espera del momento final, la muerte. La soledad se torna mas enemiga pues da la sensación de desamparo, de abandono. La ilusión por el futuro se vuelca hacia el pasado, hacia el recuerdo de todos los buenos momentos que se han vivido. Así observamos como la salud, y no realmente el tiempo, determina inevitablemente nuestra relación con el entorno si bien es el capital cultural el que nos permite asumir esos cambios del cuerpo de una forma u otra y nos permite ser capaces de encontrar una actividad y no embaucarnos en un proceso de fragilidad que nos haga movernos desde la inseguridad y dejarnos llevar por el cansancio, distanciándonos así cada vez mas del entorno social. Dicho esto, podemos deducir que observando el tipo de vínculos que mantiene la persona podemos deducir el estado subjetivo en el que se encuentra. Todo lo expuesto antes cambia en relación a las variables de las que hablamos al principio, género, hábitat y estrato social. Se podría decir que la mayoría de las mujeres no sufren un proceso adaptativo tan drástico como los hombres debido a que el trabajo doméstico “nunca termina”y así siempre hay algo con lo que llenar el tiempo sumándole además que son ellas normalmente las encargadas de cuidar familiares dependientes. El
  • 5. hombre en cambio si sufre esa ruptura con lo que ha definido su identidad, su trabajo, y debe entonces buscar algo nuevo, cambiar su habitus, adaptarlo a sus nuevas circunstancias, lo cual, después de toda una vida, no se torna fácil. Esto ocurre sobre todos en las ciudades, donde es difícil encontrar una alternativa inmediata en la que volcar toda esa energía que se dedicaba al trabajo remunerado mientras que en el ámbito rural hay mas posibilidades de seguir siendo sujetos activos. Así mismo la mujer metropolitana abandona poco a poco el rol de cuidadora a tiempo completo repartiendo cada vez mas las tareas domesticas, la crianza de los hijos, etc...con el genero masculino. Se podría decir que el capital cultural que aporta el ámbito metropolitano es, la mayoría de las veces, mas adecuado a un envejecimiento satisfactorio, pues rompe un poco con las limitaciones fruto de unos roles de género muy definidos, pero en realidad también dentro de la urbe hay diferencias entre clases sociales siendo las clases media-alta y alta las mejores preparadas para el envejecimiento, con mas actividades al alcance de su capital cultural y económico, con un capital cultural que posibilita una menor dependencia de la familia y una apertura al disfrute de las posibilidades que el estado de bienestar ofrece a los mayores. Además, las clases mas bajas se han visto obligadas en muchas ocasiones a abandonar sus estudios tempranamente y son las que desempeñan los trabajos mas duros por lo que su salud estará mas deteriorada y sus expectativas y proyectos, su horizonte, será mas limitado. Aun así, todos, en todos los ámbitos, admiten mejoras con respecto a sus mayores incluso habiendo limitaciones inherentes al estrato social, etc...Cada vez están mas predispuestos al cambio, a la adaptación, animados por ciertos avances como son el sistema de pensiones universal (aún así deficiente) y el acceso gratuito a la sanidad que alivia esa tendencia de las personas mayores, motivada por periodos de gran escasez pasados, a la austeridad e impulsa el desarrollo de actividades que hace una generación eran impensables para nuestros abuelos. El mundo comienza a adaptarse a ellos, a tenerlos en cuenta, a hacerlos sentirse parte de él. Cada vez hay mas espacios destinados al disfrute de nuestros mayores diferenciándose cada vez menos en estos espacios los roles de género. Así mismo, estos lugares de encuentro adaptados, por ejemplo asociaciones, permiten que la relación amistosa e incluso sentimental aflore mas fácilmente dando un empujón a la soledad y creando vínculos con el mundo. El abanico de posibilidades se abre ofreciendo actividades con las que llenar el hueco que deja la pérdida que supone el envejecer y transformando así esta perdida en algo no tan catastrófico, en posibilidad, posibilidad que sólo será visible para aquel que posea las aptitudes y actitudes pertinentes para ello, o sea, el que tenga el habitus adecuado. Todo esto deja claro hasta qué punto el Estado es responsable tanto de las mejoras
  • 6. que ha habido a este respecto como de todas las deficiencias que aún existen. Esta claro que la situación a cambiado ha mejor si comparamos la situación de las personas mayores en la actualidad con respecto a la anterior generación, pero esto no quiere decir que el camino ya esté hecho. El Estado debería proporcionar los suficientes recursos para que las diferencias entre clases sociales se disuelva, para que la oportunidad de llevar un envejecimiento satisfactorio este al alcance de más manos. Sin embargo lo que vemos es que la edad de jubilación se retrasa y se recortan las pensiones. Esto se podría comparar con la lucha por la igualdad de género, que a ojos de muchos es una lucha cuasi acabada pues se a avanzado mucho en cuanto a igualdad formal. Igual que con los mayores, en comparación con el pasado la mujer ha dado un gran paso pero la realidad, objetiva (las mujeres ganan un 37% menos que los hombres según el diario El País), nos dice que aún admitiendo estos grandes pasos el conflicto sigue presente. En definitiva, las deficiencias adaptativas son resultado de algo que se sale del circulo del envejecer, es producto del hecho de que vivimos en una sociedad de clases en donde nuestro estrato social define nuestras posibilidades, no sólo de un envejecimiento satisfactorio sino educativas y por ello laborales, etc... Estamos sino determinados, ciertamente inclinados a un lado de la balanza según nuestro estrato social, es poco admirable que aún hoy la economía dicte la calidad de nuestra educación, que el lugar donde nacemos marque el capital cultural del que dispondremos para enfrentarnos a la vida y al envejecer, que mi género describa mis aptitudes y posibilidades. En fin, creo que el camino es todavía largo y espero no nos quedemos regodeemos admirando nuestros avances y nos acerquemos a la realidad objetiva que viven nuestros mayores al modo que lo ha hecho este trabajo para luego dar el siguiente paso, transformar la realidad.
  • 7. que ha habido a este respecto como de todas las deficiencias que aún existen. Esta claro que la situación a cambiado ha mejor si comparamos la situación de las personas mayores en la actualidad con respecto a la anterior generación, pero esto no quiere decir que el camino ya esté hecho. El Estado debería proporcionar los suficientes recursos para que las diferencias entre clases sociales se disuelva, para que la oportunidad de llevar un envejecimiento satisfactorio este al alcance de más manos. Sin embargo lo que vemos es que la edad de jubilación se retrasa y se recortan las pensiones. Esto se podría comparar con la lucha por la igualdad de género, que a ojos de muchos es una lucha cuasi acabada pues se a avanzado mucho en cuanto a igualdad formal. Igual que con los mayores, en comparación con el pasado la mujer ha dado un gran paso pero la realidad, objetiva (las mujeres ganan un 37% menos que los hombres según el diario El País), nos dice que aún admitiendo estos grandes pasos el conflicto sigue presente. En definitiva, las deficiencias adaptativas son resultado de algo que se sale del circulo del envejecer, es producto del hecho de que vivimos en una sociedad de clases en donde nuestro estrato social define nuestras posibilidades, no sólo de un envejecimiento satisfactorio sino educativas y por ello laborales, etc... Estamos sino determinados, ciertamente inclinados a un lado de la balanza según nuestro estrato social, es poco admirable que aún hoy la economía dicte la calidad de nuestra educación, que el lugar donde nacemos marque el capital cultural del que dispondremos para enfrentarnos a la vida y al envejecer, que mi género describa mis aptitudes y posibilidades. En fin, creo que el camino es todavía largo y espero no nos quedemos regodeemos admirando nuestros avances y nos acerquemos a la realidad objetiva que viven nuestros mayores al modo que lo ha hecho este trabajo para luego dar el siguiente paso, transformar la realidad.