1. El caso de Althusser
Hoy precisamente ha saltado a la prensa esta noticia: una sentencia sobre un hombre
probablemente esquizofrénico que atentó contra la vida de una persona al azar
precipitándola a la vias del metro en Madrid.
Los jueces han aplicado el manual y le han “condenado” a 11 años en una institución
psiquiátrica. Esta sentencia merece al menos dos comentarios:
• No existen instituciones psiquiátricas cerradas por lo que este hombre tendrá que
compartir -con el resto de pacientes psiquiátricos- un entorno normalizado y
abierto donde se supone que seguirá un tratamiento. Si es un enfermo y debe
seguir tratamiento, ¿qué sentido tiene la condena de 11 años?¿Es que el médico
que le trate sólo tiene 11 años para curarlo? ¿Será suficiente ese tiempo o
excesivo?
• La sentencia parece decirle al enfermo “no fue usted sino su locura la que
cometió el crimen”. Este tipo de leyendas son peores que la propia enfermedad
porque al irresponsabilizar al paciente se le aliena aun más sobre su propia
subjetividad.
El castigo de cárcel es mucho más benéfico para los pacientes mentales graves que las
condenas en esos lugares que llamamos manicomios, de manera que si aseguráramos
que en las cárceles esos pacientes fueran a recibir tratamiento (cosa que no sucede)
estariamos en condiciones de afirmar que el loco delincuente debe de cumplir su pena
de reparación en el mismo lugar que el resto de ciudadanos que delinquen. Nadie puede
rectificar o reparar una conducta si antes no la ha incorporado o asumido como propia.
El loco debe saber que fue él y no otra persona quien precipitó a aquella mujer a las vias
del tren, es verdad que el motivo fue absolutamente enajenado pero asi y todo es su
responsabilidad y por eso se le debe condenar y no absolver de la pena permutándola
por el tratamiento psiquiátrico.
Es imposible curar a una persona que no se hace responsable de sus actos y mucho
menos cuando esta irresponsabilidad nos viene por sentencia. Althusser lo sabía y por
eso peleó toda su vida por el derecho a ser culpable.
"Frente a mí: Hèlene, tumbada de espaldas, también en bata. Sus caderas reposan sobre
el borde de la cama, las piernas abandonadas sobre la moqueta del suelo. Arrodillado
muy cerca de ella, inclinado sobre su cuerpo, estoy dándole un masaje en el cuello. A
menudo le doy masajes en silencio, en la nuca, la espalda y los riñones: aprendí la ténica
de un camarada de cautiverio, el amigo Clrec, un futbolista profesional, experto en todo.
Pero en esta ocasión, el masaje es en la parte delantera de su cuello. Apoyo los dos
pulgares en el hueco de la carne que bordea lo alto del esternón y voy llegando
lentamente, un pulgar hacia la derecha, otro un poco sesgado hacia la izquierda, hasta la
zona más dura encima de las orejas. El masaje es en V. Siento una gran fatiga muscular
en los antebrazos: es verdad, dar masajes siempre me produce dolor en el antebrazo. La
cara de Hèlene está inmóvil y serena, sus ojos abiertos, miran al techo. Y, de repente,
me sacude el terror: sus ojos están interminablemente fijos y, sobre todo, la punta de la
lengua reposa, insólita y apacible, entre sus dientes y labios. Ciertamente, ya había visto
muertos, pero en mi vida he visto el rostro de una estrangulada. Y, no obstante, sé que
es una estrangulada. Pero, ¿cómo?. Me levanto y grito: ¡He estrangulado a Hèlene!".
2. El 16 de noviembre de 1980, en su piso de profesor de la Escuela Normal Superior de
París, el pensador y filósofo francés Louis Althusser, uno de los más importantes
teóricos del marxismo, estrangulaba en un arrebato de locura en la cama del dormitorio
a su compañera, Hélène Rytmann, con la que había compartido su vida durante más de
siete lustros. El episodio conmocionó entonces a Francia, que contemplaba atónita cómo
uno de sus intelectuales más renombrados del momento acababa encarnando el sombrío
papel de filósofo enajenado y homicida. Althusser fué absuelto por considerar el juez
que había actuado en estado de confusión mental y delirio onírico. Dos eufemismos que
sólo disfrazaban la locura inédita del gran pensador. Transcurre su vida, narrada en "El
porvenir es largo" entre sanatorios y aulas. Althusser y su filosofía marxista,
(turbulentas fueron las relaciones con el partido comunista), el estructuralismo práctico
que inspiró a generaciones venideras. Aparecen ahora unas cartas inéditas a Hélene,
setescientas páginas desordenadas escritas antes de su muerte en un asilo, en 1992. Un
poco antes de estrangular a su compañera durante más de 30 años, escribía: "Tengo la
convicción profunda, reflexiva, para nada aventurada ni hipotética, de que las cosas se
van a arreglar entre nosotros, de que yo voy a ser capaz de no provocar más, de no
sucumbir por miedo ante los otros, de darme cuenta de las lecciones que hay que extraer
del hecho de haberte hecho daño durante 35 años". Filosofía y locura. Versus. ¿?.
Los trastornos psicóticos son trastornos mentales graves que causan ideas y
percepciones anormales. Las personas con psicosis pierden el contacto con la realidad.
Dos de los síntomas principales son delirios y alucinaciones. Los delirios son falsas
creencias, tales como la idea de que alguien está en su contra o que la televisión le envía
mensajes secretos. Las alucinaciones son percepciones falsas, como escuchar, ver o
sentir algo que no existe. La esquizofrenia es un tipo de trastorno psicótico.
El tratamiento de los trastornos psicóticos varía según el trastorno. Puede incluir
fármacos para el control de los síntomas y psicoterapia. La hospitalización es una
opción para los casos serios en los que una persona puede ser peligrosa para sí misma o
para los demás.
http://sociedad.elpais.com/sociedad/2011/05/02/actualidad/1304287201_850215.html
LA ANTIPSIQUIATRÍA INGLESA
D.Cooper, A.Esterson, R.D. Laing, fueron los iniciadores y máximos representantes de
esta corriente en su país. La locura es ponderada como una forma natural y positiva de
enfrentarse a la patología social (la familia aparece como una estructura portadora y
continuadora de las contradicciones sociales) .
Cooper nació en 1931 en Ciudad del Cabo, Sudáfrica. Allí se graduó de médico en 1955
y después se trasladó a Londres para hacer su formación psiquiátrica. Influenciado por
el pensamiento de Sartre, H.Marcuse y con unas inclinaciones póliticas cercanas al
anarquismo, comienza a desarrollar una teoría y práxis propias, manteniendo una
concepción existencial y fenomenológica de la locura.
Cooper ditinguía tres tipos de locura:
1.- La primera, que el denominaba "demencia" es la locura social que nos envuelve
(explotación, guerras, desastres ecológicos, masacre del deseo, relaciones de
3. competencia…) fruto del capitalismo y de la sociedad espectacular- mercantil en la que
vivimos.
2.- La segunda locura que distinguía era la locura de "viaje interior", defendiéndola
como un medio de desestructuración de la experiencia alienada y de construcción del
propio proyecto existencial .
3.- La tercera locura que señalaba era la producida por la "demencia social", la creada
por los entornos esquizofregénicos, (generalmente a partir de la estructura familiar
patriarcal pero también en el trabajo, escuela…) que sitúan a la persona en una posición
sin otra salida que la locura.