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Teologia Pastoral
REVELACION: Dios mismo nos enseña
sobre él mismo, el hombre y el mundo
Necesitamos,
urge pensar la fe
El mundo busca solo lo que genera dinero
Hiperracionalismo
Dominaciones: Populismo
Ciencia y tecnologia
Adormecimiento intelectual
La experiencia de Dios
necesita ser profundizada,
alimentada, para que de frutos
La teologia
es la expresion
de una fe madura,
adulta, consciente
HUMILDAD Y RESPETO
JESUCRISTO SIEMPRE
ES UNA PROPUESTA
NO IMPONIENDO,
SINO ESCUCHANDO Y
DIALOGANDO
Esten siempre dispuestos
a dar razon de su
esperanza a todo aquel
que se los pida, pero
haganlo con humildad y
con respeto (1 Pe 3,15)
Las disciplinas teológicas han de enseñarse a la luz de la fe y bajo la guía del magisterio de la Iglesia,
de modo que los alumnos deduzcan cuidadosamente la doctrina católica de la Divina Revelación;
penetren en ella profundamente, la conviertan en alimento de la propia vida espiritual, y puedan en su
ministerio sacerdotal anunciarla, exponerla y defenderla (OT 16)
La teologia tiene ante si el reto de volverse un planteamiento mucho mas atento a
los signos de los tiempos y a las condiciones de su propio contexto para poveer
analisis que ayuden a comprender sityuaciones dificiles como las que estamos
atravezando y pára orientar las cocneicias ante la gran incertidumbre que vivimos
El teologo, investiga, profundiza. No inventa
La teologia debe aterrizar en el campo pastoral o evangelizador
Orientar y
animar
los esfuerzos
de todos
los creyentes
Teologia Pastoral
Nacida del amor del Padre Eterno, fundada en el tiempo por Cristo Redentor,
reunida en el Espíritu Santo, la Iglesia tiene una finalidad escatológica y de
salvación, que sólo en el mundo futuro podrá alcanzar plenamente. Está
presente ya aquí en la tierra, formada por hombres, es decir, por miembros de
la ciudad terrena que tienen la vocación de formar en la propia historia del
género humano la familia de los hijos de Dios, que ha de ir aumentando sin
cesar hasta la venida del Señor. Unida ciertamente por razones de los bienes
eternos y enriquecida por ellos, esta familia ha sido "constituida y organizada
por Cristo como sociedad en este mundo" y está dotada de "los medios
adecuados propios de una unión visible y social". De esta forma, la Iglesia,
"entidad social visible y comunidad espiritual", avanza juntamente con toda la
humanidad, experimenta la suerte terrena del mundo, y su razón de ser es
actuar como fermento y como alma de la sociedad, que debe renovarse en
Cristo y transformarse en familia de Dios (GS 40)
La Iglesia se basa en Cristo.
Con este fundamento puede ser luz de las naciones.
En cuanto se nutre del Evangelio, forma una comunidad
específica, cuyo Espíritu es la base de toda comunidad
verdadera.
Sólo esta comunidad vence el pecado y la muerte.
Sin ésta, su fundamentación específica, la Iglesia no
tuviera razón de ser; sería tan sólo una organización
más, dentro del concierto pluralista
de las instituciones en la sociedad actual.
Durante su vida en esta tierra, Jesús realizó la obra de salvación
que el Padre le encomendó a favor nuestro.
Pero una vez muerto y resucitado, ascendió de nuevo a la gloria del
Padre.
Por eso durante su ministerio eligió discípulos; de entre ellos de
modo especial a doce, a quienes llamó «Apóstoles» (es decir,
«enviados») para que, una vez que Él se hubiese retirado visiblemente
de nosotros, continuaran la misión salvadora a favor de todas las
naciones.
Esta es la semilla de la que germinó la Iglesia, que empezó a brotar el
día de Pentecostés, cuando el Espíritu Santo los ungió para lanzarlos
a la- misión apostólica. Ellos, a su vez, impusieron las manos para
comunicar el ministerio recibido por el Espíritu Santo a otros
cristianos, entre ellos a San Pablo (elegido directamente por el Señor
resucitado), y éstos a otros (a quienes desde el tiempo apostólico se
les llamó Obispos, sucesores de los Apóstoles), de manera que la
Iglesia continuase la misión salvadora de Jesús hasta el final de los
tiempos.
Muy pronto la Iglesia se dio cuenta de que, a través de Jesús, el
«Mesías» (es decir el «Cristo»), era la comunidad que heredaba las
promesas y la misión de Israel, para las cuales Dios lo había
escogido como su Pueblo en el Antiguo Testamento. Sólo que,
habiendo extendido Jesús la misión salvadora «a todas las
gentes» (Mt 28, 19), ya no eran sólo las tribus hebreas las
beneficiadas por la elección del Señor, sino las personas de todos
los pueblos de la tierra.
EL PUEBLO DE DIOS
En el Antiguo Testamento es muy común llamar a Israel «pueblo de Dios» (laós
TheoÚ). Un autor experto en la Sagrada Escritura explica: «Con laós se
entiende, de esta manera, la comunidad nacional israelita según el motivo
religioso que la motiva y califica ... Al elegir una palabra que pertenece al
antiguo lenguaje poético, solemne y elevado, [la Biblia griega] trata de
explicar el sentido de un contraste con base religiosa respecto a los otros
pueblos no israelitas, la consciencia de que Israel está en una relación
particular con Yawhé que es superior, sin comparación, con los otros
pueblos de la tierra».
Israel, en sus orígenes, es un pueblo de «parientes», es decir, una especie de clan.
Está formado por una variedad de tribus unidas por vínculos de sangre. Entre estos
«parientes» con el correr del tiempo se cuenta sobre todo Yahvé, el Dios que por
pura generosidad ha tomado la iniciativa de hacerlo suyo, y de formar parte de él.
Esta elección se forma en el desierto del Sinaí, después de la salida de Egipto. Yahvé
revela a Moisés que ha liberado las tribus esclavas para hacer de ellas «El pueblo de
mi propiedad, sacerdotal y santo» (Ex 19, 5-6). Yahvé quien los liberó por medio de
Moisés, se ha convertido en el «padre» de su clan (o familia tribal). Por eso los
miembros de ese nuevo pueblo no sólo se deben reconocer como conciudadanos, sino
también como hermanos.
Precisamente, por eso, expone el gran teólogo bíblico Luciano Cerfaux, Israel es figura de
la futura Iglesia, pero no puede ser propiamente Iglesia él mismo: es un pueblo teocrático,
demasiado identificado con la propia raza, y con exclusión de las demás naciones.
Si algún gentil quería ser salvo, primeramente debía hacerse hebreo, circuncidarse y
observar la Ley de Moisés. «¿Para qué pronunciar la palabra Iglesia? Los antiguos no lo
hicieron.
Un pueblo que sueña en universalizar su religión, para absorber en ella a su vida
nacionat--a todas las demás naciones, no es Iglesia. Habrá Iglesia cuando la religión se
desligue efectivamente de la raza y de la nacionalidad». y, sin embargo, algunas veces el
Antiguo Testamento griego usa la palabra Ekk/esía (Iglesia) aunque en un sentido muy
restringido respecto al uso que le damos nosotros.
Finalmente, una característica del Pueblo de Dios es el estar siempre en
camino.
Es un pueblo peregrino, que va sin cesar hacia una meta, porque se ve
reflejado en la vocación de su padre Abraham. «Vete ... a la tierra que yo te
mostraré» (Gen 12, 1), en el fondo es una invitación a caminar siempre
buscando a Yahvé. Por eso Israel «será un pueblo en camino, un pueblo que
no tenga morada permanente. Un pueblo que esté preocupado de caminar día
tras día en pos de las huellas de Dios, en compañía de su Dios. Vivirá con la
vigorosa y alentadora esperanza de la herencia prometida, aguardando la
tierra santa que Dios le hará capaz de conquistar».
Es importante recordar, que la Eclesiología distingue «la
estructura esencial de la Iglesia, de su figura concreta y
evolutiva». La primera, es decir, su fundamentación en
Jesucristo, su carácter de misterio-sacramento, su
unidad como Iglesia universal en la diversidad de Ilglesias
particulares, su orden jerárquico y sacerdotal, su
carácter escatológico, etc., no es susceptible de
modificación. En esta «estructura esencial» debemos
profundizarnos como Iglesia, siempre y en todo el
mundo.
Pero la distinción planteada es importante: de la claridad de
su autocomprensión esencial depende la futura irradiación
de la Iglesia y de la Nueva Evangelización, y el margen de
nuestra especificidad como Iglesia. Aparte de la «estructura
esencial» de la Iglesia, ella «está presente ya aquí en la
tierra, formada por hombres, es decir, por miembros de la
ciudad terrena, que tienen la vocación de formar en la
propia historia del género humano la familia de hijos de Dios,
que ha de ir aumentando sin cesar hasta la venida del
Señor.»
En este sentido, podemos definir la «Teología Pastoral» como
la reflexión teológico-sistemática de la «autorealización de la
Iglesia».
Estamos pensando la autorealización de la Iglesia en su
especificidad propia y en su autenticidad como comunidad de
creyentes.
Muchas teologías actuales lamentan esta diferencia
fundacional entre la Iglesia y la sociedad contemporánea.
olvidándose que sólo esta diferencia nos da la tarea y la
legitimidad como Iglesia de promover en todas las naciones.
culturas y tiempos, el Espíritu que une a los hombres.
La Iglesia se realiza como símbolo real y como medio del Espíritu
Santo; en ella debe concretarse el amor del Padre hacia el Hijo.
En ella debe objetivizarse el Espíritu de Dios, debe infundirse en la
historia y en la convivencia humana concretas.
Este Espíritu es en Dios y para nosotros, es amor que nos une con
Cristo, y por él con el Padre, yen consecuencia, nos une entre los
hombres (Gal 4, 4).
La Iglesia es el lugar de la fe. por la cual el hombre participa de la
relación de Cristo con su Padre. Por su mandato y con la ayuda del
Espíritu, la Iglesia ha de servir a esta fe y en ella a los hombres.
La Teología Pastoral reflexiona acerca de la Iglesia en
sus actitudes prácticas o en su autorealización. «La
teología pastoral no es una mera práctica derivada de
un derecho eclesiástico ni deducida de unos contenidos
teológicos, sino que es teología práctica. A saber, una
teoría cristiana de la praxis de la Iglesia y de los
cristianos. Su planteamiento básico es el binomio
teoría-praxis.»
En forma sistemática, la pastoral reflexiona la praxis
de la autorealización de la Iglesia.
1 . La
«Colaboración
de los Laicos
en la Pastoral
de la Iglesia
Teniendo en cuenta los documentos del Magisterio.
sobre todo del Concilio Ecuménico Vaticano II y las
últimas Asambleas generales del Sínodo de los Obispos
en Roma y las Asambleas generales de los Obispos en
América Latina, se ha reafirmado la identidad, en la
común dignidad y diversidad de funciones propias, de
los fieles laicos, de los sagrados ministros y de los
consagrados, y se ha estimulado a todos los fieles a
edificar la Iglesia colaborando en comunión para la
salvación del mundo.
Es necesario tener presente la urgencia y la importancia de la
acción apostólica de los fieles laicos en el presente y en el
futuro de la evangelización. La Iglesia no puede prescindir de
esta obra, porque le es connatural, en cuanto Pueblo de Dios, y
porque tiene necesidad de ella para realizar la propia misión
evangelizadora.
Hoy, en particular, el prioritario compromiso de la nueva
evangelización, que implica a todo el Pueblo de Dios, exige junto
al «especial protagonismo» del sacerdote, la total recuperación
de la conciencia de la índole secular de la misión del laico.
Dentro de esta vasta área de concorde trabajo existe un campo más
especial, aquel que se relaciona con el sagrado ministerio de los
clérigos, en el ejercicio del cual pueden ser llamados a colaborar los
fieles laicos, hombres y mujeres y, naturalmente, también los miembros
no ordenados de los Institutos de Vida Consagrada y de las Sociedades
de Vida Apostólica.
A tal ámbito particular se refiere el Concilio Ecuménico Vaticano II, allí
en donde enseña: «La jerarquía encomienda a los seglares ciertas
funciones que están más estrechamente unidas a los deberes de los
pastores, como, por ejemplo, en la exposición de la doctrina cristiana,
en determinados actos litúrgicos y en la cura de almas».
Precisamente porque se trata de tareas íntimamente
relacionadas con los deberes de los pastores -que para
ser tales deben ser marcados con el Sacramento del
Orden- se exige, de parte de todos aquellos que en
cualquier modo están implicados, una particular
atención para que se salvaguarden bien, sea la
naturaleza y la misión del sagrado ministerio, sea la
vocación y la índole secular de los fieles laicos.
Colaborar no significa, en efecto, sustituir.
Debemos constatar que en muchas Iglesias
particulares la colaboración de los fieles no ordenados
en el ministerio pastoral del clero se desarrolla de
manera bastante positiva, con abundantes frutos de
bien, en el respeto de los liímites fijados por la
naturaleza de los sacramentos y por la diversidad de
carismas y funciones eclesiales, con soluciones
generosas e inteligentes para hacer frente a las
situaciones de falta o escasez de sagrados ministros.
De este modo se ha aclarado aquel aspecto de la comunión,
por el que algunos miembros de la Iglesia se ocupan con
solicitud de remediar en la medida en que les es posible, no
siendo marcados por el carácter del sacramento del Orden,
a situaciones de emergencia y crónicas necesidades en
algunas comunidades.
Tales fieles son llamados y delegados para asumir precisas
tareas, tan importantes cuanto delicadas, sostenidos por la
gracia del Señor, acompañados por los sagrados ministros y
bien acogidos por las comunidades en favor de cuales
prestan el propio servicio.
Los sagrados pastores agradecen profundamente la
generosidad con la cual numerosos consagrados y
fieles laicos se ofrecen para este específico servicio,
desarrollado con un fiel espíritu de la Iglesia y
abnegada dedicación.
Particular gratitud y estímulo va a cuantos asumen
estas tareas en los ambientes, donde la Iglesia aún
está escasamente radicada, y la presencia del
sacerdote es sólo esporádica
En los documentos conciliares, entre los varios aspectos de la
participación de fieles no marcados por el carácter del Orden a la
misión de la Iglesia, se considera su directa colaboración en las
tareas especificas de los pastores.
En efecto, «cuando la necesidad o la utilidad de la Iglesia lo exige,
los pastores pueden confiar a los fieles no ordenados, según las
normas establecidas por el derecho universal algunas tareas que
están relacionadas con su propio ministerio de pastores pero
que no exigen el carácter del Orden».
Tal colaboración ha sido sucesivamente regulada por la
legislación postconciliar y, en modo particular, por el nuevo
Código de Derecho Canónico
Este, después de haberse referido a las obligaciones y
los derechos de todos los fieles, trata no solo de aquello
que específicamente les compete, teniendo presente su
condición secular, sino también de tareas o funciones
que en realidad no son exclusivamente de ellos.
De estas, algunas corresponderían a cualquier fiel sea
o no ordenado,otras, al contrario se colocan en la línea
de directo servicio en el sagrado ministerio de los fieles
ordenados.
Respecto a estas últimas tareas o funciones, los fieles
no ordenados no son detentares de un derecho a
ejercerlas, pero son «hábiles para ser llamados por los
sagrados pastores en aquellos oficios eclesiásticos y en
aquellas tareas que están en grado de ejercitar según
las prescripciones del derecho» o también «donde no
haya ministros [ ... ] pueden suplirles en algunas de sus
funciones [ ... ] según las prescripciones del derecho».
Al fin de que esta colaboración se pueda insertar armónicamente en
la pastoral ministerial, es necesario que, para evitar desviaciones
pastorales y abusos disciplinares, los principios doctrinales sean
claros y que, de consecuencia, con coherente determinación, se
promueva en toda la Iglesia una atenta y leal aplicación de las
disposiciones vigentes, no alargando, abusivamente, los límites de
excepcionalidad a aquellos casos que no pueden ser juzgados como
«excepcionales».
Sintetizando el documneto citado, podemos decir que: La Iglesia
necesita de la colaboración rial de los fieles laicos en la pastoral y la
agradece muy sentidamente; pero, (colaboración pastoral) nunca
significa (sustitución de los pastores).
2. La
Pastoral
Parroquial
¿Qué es la Parroquia en la Iglesia de hoy?
Podemos intentar una primera descripción,
La parroquia es una comunidad estable y pública, formada
por todos los cristianos que viven en un territorio
determinado y que, presidida por un presbítero en nombre
del Obispo, asume el conjunto de la misión evangelizadora
sobre todos los hombres de ese territorio.
Para desentrañar el contenido de esta descripción, hacemos una serie
de afirmaciones:
1. La parroquia es presencia cercana y célula viva de la Iglesia diocesana
2. La parroquia es una comunidad cristiana
3. La parroquia es una comunidad estable y pública
4. La parroquia es una comunidad integral
5. La parroquia es una comunidad territorial
6. La parroquia está confiada a un presbítero que Ejerce su función
de pastor en nombre dEl Obispo
La «Parroquia» es la comunidad de fieles que hace presente, en el lugar, a la
Iglesia particular. A la vez, es la comunidad de comunidades y movimientos
Acogiendo las esperanzas y las angustias de los hombres, la Parroquia
expresa y orienta la comunión, participación y misión de sus miembros y
colaboradores Como presencia de la Iglesia particular en nuestros distritos,
barrios y asentamientos humanos, la Parroquia tiene la misión de evangelizar,
de celebrar la liturgia, de impulsar la promoción humana, de empujar la
inculturación de la fe en las familias, en las comunidades eclesiales, en los
grupos y movimientos y, a través de todos ellos, en la sociedad.
En este sEntido deben quedar claras dos cosas:
1. La Parroquia es de mucha importancia para la Iglesia,
pero
2. la Pastoral no queda restringida a ella.

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  • 10. La teologia es la expresion de una fe madura, adulta, consciente
  • 12. JESUCRISTO SIEMPRE ES UNA PROPUESTA NO IMPONIENDO, SINO ESCUCHANDO Y DIALOGANDO
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  • 15. Esten siempre dispuestos a dar razon de su esperanza a todo aquel que se los pida, pero haganlo con humildad y con respeto (1 Pe 3,15)
  • 16. Las disciplinas teológicas han de enseñarse a la luz de la fe y bajo la guía del magisterio de la Iglesia, de modo que los alumnos deduzcan cuidadosamente la doctrina católica de la Divina Revelación; penetren en ella profundamente, la conviertan en alimento de la propia vida espiritual, y puedan en su ministerio sacerdotal anunciarla, exponerla y defenderla (OT 16)
  • 17. La teologia tiene ante si el reto de volverse un planteamiento mucho mas atento a los signos de los tiempos y a las condiciones de su propio contexto para poveer analisis que ayuden a comprender sityuaciones dificiles como las que estamos atravezando y pára orientar las cocneicias ante la gran incertidumbre que vivimos
  • 18.
  • 19. El teologo, investiga, profundiza. No inventa
  • 20. La teologia debe aterrizar en el campo pastoral o evangelizador
  • 21.
  • 22. Orientar y animar los esfuerzos de todos los creyentes
  • 24.
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  • 64.
  • 65.
  • 66. Nacida del amor del Padre Eterno, fundada en el tiempo por Cristo Redentor, reunida en el Espíritu Santo, la Iglesia tiene una finalidad escatológica y de salvación, que sólo en el mundo futuro podrá alcanzar plenamente. Está presente ya aquí en la tierra, formada por hombres, es decir, por miembros de la ciudad terrena que tienen la vocación de formar en la propia historia del género humano la familia de los hijos de Dios, que ha de ir aumentando sin cesar hasta la venida del Señor. Unida ciertamente por razones de los bienes eternos y enriquecida por ellos, esta familia ha sido "constituida y organizada por Cristo como sociedad en este mundo" y está dotada de "los medios adecuados propios de una unión visible y social". De esta forma, la Iglesia, "entidad social visible y comunidad espiritual", avanza juntamente con toda la humanidad, experimenta la suerte terrena del mundo, y su razón de ser es actuar como fermento y como alma de la sociedad, que debe renovarse en Cristo y transformarse en familia de Dios (GS 40)
  • 67. La Iglesia se basa en Cristo. Con este fundamento puede ser luz de las naciones. En cuanto se nutre del Evangelio, forma una comunidad específica, cuyo Espíritu es la base de toda comunidad verdadera. Sólo esta comunidad vence el pecado y la muerte. Sin ésta, su fundamentación específica, la Iglesia no tuviera razón de ser; sería tan sólo una organización más, dentro del concierto pluralista de las instituciones en la sociedad actual.
  • 68. Durante su vida en esta tierra, Jesús realizó la obra de salvación que el Padre le encomendó a favor nuestro. Pero una vez muerto y resucitado, ascendió de nuevo a la gloria del Padre. Por eso durante su ministerio eligió discípulos; de entre ellos de modo especial a doce, a quienes llamó «Apóstoles» (es decir, «enviados») para que, una vez que Él se hubiese retirado visiblemente de nosotros, continuaran la misión salvadora a favor de todas las naciones.
  • 69. Esta es la semilla de la que germinó la Iglesia, que empezó a brotar el día de Pentecostés, cuando el Espíritu Santo los ungió para lanzarlos a la- misión apostólica. Ellos, a su vez, impusieron las manos para comunicar el ministerio recibido por el Espíritu Santo a otros cristianos, entre ellos a San Pablo (elegido directamente por el Señor resucitado), y éstos a otros (a quienes desde el tiempo apostólico se les llamó Obispos, sucesores de los Apóstoles), de manera que la Iglesia continuase la misión salvadora de Jesús hasta el final de los tiempos.
  • 70. Muy pronto la Iglesia se dio cuenta de que, a través de Jesús, el «Mesías» (es decir el «Cristo»), era la comunidad que heredaba las promesas y la misión de Israel, para las cuales Dios lo había escogido como su Pueblo en el Antiguo Testamento. Sólo que, habiendo extendido Jesús la misión salvadora «a todas las gentes» (Mt 28, 19), ya no eran sólo las tribus hebreas las beneficiadas por la elección del Señor, sino las personas de todos los pueblos de la tierra.
  • 71. EL PUEBLO DE DIOS En el Antiguo Testamento es muy común llamar a Israel «pueblo de Dios» (laós TheoÚ). Un autor experto en la Sagrada Escritura explica: «Con laós se entiende, de esta manera, la comunidad nacional israelita según el motivo religioso que la motiva y califica ... Al elegir una palabra que pertenece al antiguo lenguaje poético, solemne y elevado, [la Biblia griega] trata de explicar el sentido de un contraste con base religiosa respecto a los otros pueblos no israelitas, la consciencia de que Israel está en una relación particular con Yawhé que es superior, sin comparación, con los otros pueblos de la tierra».
  • 72. Israel, en sus orígenes, es un pueblo de «parientes», es decir, una especie de clan. Está formado por una variedad de tribus unidas por vínculos de sangre. Entre estos «parientes» con el correr del tiempo se cuenta sobre todo Yahvé, el Dios que por pura generosidad ha tomado la iniciativa de hacerlo suyo, y de formar parte de él. Esta elección se forma en el desierto del Sinaí, después de la salida de Egipto. Yahvé revela a Moisés que ha liberado las tribus esclavas para hacer de ellas «El pueblo de mi propiedad, sacerdotal y santo» (Ex 19, 5-6). Yahvé quien los liberó por medio de Moisés, se ha convertido en el «padre» de su clan (o familia tribal). Por eso los miembros de ese nuevo pueblo no sólo se deben reconocer como conciudadanos, sino también como hermanos.
  • 73. Precisamente, por eso, expone el gran teólogo bíblico Luciano Cerfaux, Israel es figura de la futura Iglesia, pero no puede ser propiamente Iglesia él mismo: es un pueblo teocrático, demasiado identificado con la propia raza, y con exclusión de las demás naciones. Si algún gentil quería ser salvo, primeramente debía hacerse hebreo, circuncidarse y observar la Ley de Moisés. «¿Para qué pronunciar la palabra Iglesia? Los antiguos no lo hicieron. Un pueblo que sueña en universalizar su religión, para absorber en ella a su vida nacionat--a todas las demás naciones, no es Iglesia. Habrá Iglesia cuando la religión se desligue efectivamente de la raza y de la nacionalidad». y, sin embargo, algunas veces el Antiguo Testamento griego usa la palabra Ekk/esía (Iglesia) aunque en un sentido muy restringido respecto al uso que le damos nosotros.
  • 74. Finalmente, una característica del Pueblo de Dios es el estar siempre en camino. Es un pueblo peregrino, que va sin cesar hacia una meta, porque se ve reflejado en la vocación de su padre Abraham. «Vete ... a la tierra que yo te mostraré» (Gen 12, 1), en el fondo es una invitación a caminar siempre buscando a Yahvé. Por eso Israel «será un pueblo en camino, un pueblo que no tenga morada permanente. Un pueblo que esté preocupado de caminar día tras día en pos de las huellas de Dios, en compañía de su Dios. Vivirá con la vigorosa y alentadora esperanza de la herencia prometida, aguardando la tierra santa que Dios le hará capaz de conquistar».
  • 75. Es importante recordar, que la Eclesiología distingue «la estructura esencial de la Iglesia, de su figura concreta y evolutiva». La primera, es decir, su fundamentación en Jesucristo, su carácter de misterio-sacramento, su unidad como Iglesia universal en la diversidad de Ilglesias particulares, su orden jerárquico y sacerdotal, su carácter escatológico, etc., no es susceptible de modificación. En esta «estructura esencial» debemos profundizarnos como Iglesia, siempre y en todo el mundo.
  • 76. Pero la distinción planteada es importante: de la claridad de su autocomprensión esencial depende la futura irradiación de la Iglesia y de la Nueva Evangelización, y el margen de nuestra especificidad como Iglesia. Aparte de la «estructura esencial» de la Iglesia, ella «está presente ya aquí en la tierra, formada por hombres, es decir, por miembros de la ciudad terrena, que tienen la vocación de formar en la propia historia del género humano la familia de hijos de Dios, que ha de ir aumentando sin cesar hasta la venida del Señor.»
  • 77. En este sentido, podemos definir la «Teología Pastoral» como la reflexión teológico-sistemática de la «autorealización de la Iglesia». Estamos pensando la autorealización de la Iglesia en su especificidad propia y en su autenticidad como comunidad de creyentes. Muchas teologías actuales lamentan esta diferencia fundacional entre la Iglesia y la sociedad contemporánea. olvidándose que sólo esta diferencia nos da la tarea y la legitimidad como Iglesia de promover en todas las naciones. culturas y tiempos, el Espíritu que une a los hombres.
  • 78. La Iglesia se realiza como símbolo real y como medio del Espíritu Santo; en ella debe concretarse el amor del Padre hacia el Hijo. En ella debe objetivizarse el Espíritu de Dios, debe infundirse en la historia y en la convivencia humana concretas. Este Espíritu es en Dios y para nosotros, es amor que nos une con Cristo, y por él con el Padre, yen consecuencia, nos une entre los hombres (Gal 4, 4). La Iglesia es el lugar de la fe. por la cual el hombre participa de la relación de Cristo con su Padre. Por su mandato y con la ayuda del Espíritu, la Iglesia ha de servir a esta fe y en ella a los hombres.
  • 79. La Teología Pastoral reflexiona acerca de la Iglesia en sus actitudes prácticas o en su autorealización. «La teología pastoral no es una mera práctica derivada de un derecho eclesiástico ni deducida de unos contenidos teológicos, sino que es teología práctica. A saber, una teoría cristiana de la praxis de la Iglesia y de los cristianos. Su planteamiento básico es el binomio teoría-praxis.» En forma sistemática, la pastoral reflexiona la praxis de la autorealización de la Iglesia.
  • 80. 1 . La «Colaboración de los Laicos en la Pastoral de la Iglesia
  • 81. Teniendo en cuenta los documentos del Magisterio. sobre todo del Concilio Ecuménico Vaticano II y las últimas Asambleas generales del Sínodo de los Obispos en Roma y las Asambleas generales de los Obispos en América Latina, se ha reafirmado la identidad, en la común dignidad y diversidad de funciones propias, de los fieles laicos, de los sagrados ministros y de los consagrados, y se ha estimulado a todos los fieles a edificar la Iglesia colaborando en comunión para la salvación del mundo.
  • 82. Es necesario tener presente la urgencia y la importancia de la acción apostólica de los fieles laicos en el presente y en el futuro de la evangelización. La Iglesia no puede prescindir de esta obra, porque le es connatural, en cuanto Pueblo de Dios, y porque tiene necesidad de ella para realizar la propia misión evangelizadora. Hoy, en particular, el prioritario compromiso de la nueva evangelización, que implica a todo el Pueblo de Dios, exige junto al «especial protagonismo» del sacerdote, la total recuperación de la conciencia de la índole secular de la misión del laico.
  • 83. Dentro de esta vasta área de concorde trabajo existe un campo más especial, aquel que se relaciona con el sagrado ministerio de los clérigos, en el ejercicio del cual pueden ser llamados a colaborar los fieles laicos, hombres y mujeres y, naturalmente, también los miembros no ordenados de los Institutos de Vida Consagrada y de las Sociedades de Vida Apostólica. A tal ámbito particular se refiere el Concilio Ecuménico Vaticano II, allí en donde enseña: «La jerarquía encomienda a los seglares ciertas funciones que están más estrechamente unidas a los deberes de los pastores, como, por ejemplo, en la exposición de la doctrina cristiana, en determinados actos litúrgicos y en la cura de almas».
  • 84. Precisamente porque se trata de tareas íntimamente relacionadas con los deberes de los pastores -que para ser tales deben ser marcados con el Sacramento del Orden- se exige, de parte de todos aquellos que en cualquier modo están implicados, una particular atención para que se salvaguarden bien, sea la naturaleza y la misión del sagrado ministerio, sea la vocación y la índole secular de los fieles laicos. Colaborar no significa, en efecto, sustituir.
  • 85. Debemos constatar que en muchas Iglesias particulares la colaboración de los fieles no ordenados en el ministerio pastoral del clero se desarrolla de manera bastante positiva, con abundantes frutos de bien, en el respeto de los liímites fijados por la naturaleza de los sacramentos y por la diversidad de carismas y funciones eclesiales, con soluciones generosas e inteligentes para hacer frente a las situaciones de falta o escasez de sagrados ministros.
  • 86. De este modo se ha aclarado aquel aspecto de la comunión, por el que algunos miembros de la Iglesia se ocupan con solicitud de remediar en la medida en que les es posible, no siendo marcados por el carácter del sacramento del Orden, a situaciones de emergencia y crónicas necesidades en algunas comunidades. Tales fieles son llamados y delegados para asumir precisas tareas, tan importantes cuanto delicadas, sostenidos por la gracia del Señor, acompañados por los sagrados ministros y bien acogidos por las comunidades en favor de cuales prestan el propio servicio.
  • 87. Los sagrados pastores agradecen profundamente la generosidad con la cual numerosos consagrados y fieles laicos se ofrecen para este específico servicio, desarrollado con un fiel espíritu de la Iglesia y abnegada dedicación. Particular gratitud y estímulo va a cuantos asumen estas tareas en los ambientes, donde la Iglesia aún está escasamente radicada, y la presencia del sacerdote es sólo esporádica
  • 88. En los documentos conciliares, entre los varios aspectos de la participación de fieles no marcados por el carácter del Orden a la misión de la Iglesia, se considera su directa colaboración en las tareas especificas de los pastores. En efecto, «cuando la necesidad o la utilidad de la Iglesia lo exige, los pastores pueden confiar a los fieles no ordenados, según las normas establecidas por el derecho universal algunas tareas que están relacionadas con su propio ministerio de pastores pero que no exigen el carácter del Orden». Tal colaboración ha sido sucesivamente regulada por la legislación postconciliar y, en modo particular, por el nuevo Código de Derecho Canónico
  • 89. Este, después de haberse referido a las obligaciones y los derechos de todos los fieles, trata no solo de aquello que específicamente les compete, teniendo presente su condición secular, sino también de tareas o funciones que en realidad no son exclusivamente de ellos. De estas, algunas corresponderían a cualquier fiel sea o no ordenado,otras, al contrario se colocan en la línea de directo servicio en el sagrado ministerio de los fieles ordenados.
  • 90. Respecto a estas últimas tareas o funciones, los fieles no ordenados no son detentares de un derecho a ejercerlas, pero son «hábiles para ser llamados por los sagrados pastores en aquellos oficios eclesiásticos y en aquellas tareas que están en grado de ejercitar según las prescripciones del derecho» o también «donde no haya ministros [ ... ] pueden suplirles en algunas de sus funciones [ ... ] según las prescripciones del derecho».
  • 91. Al fin de que esta colaboración se pueda insertar armónicamente en la pastoral ministerial, es necesario que, para evitar desviaciones pastorales y abusos disciplinares, los principios doctrinales sean claros y que, de consecuencia, con coherente determinación, se promueva en toda la Iglesia una atenta y leal aplicación de las disposiciones vigentes, no alargando, abusivamente, los límites de excepcionalidad a aquellos casos que no pueden ser juzgados como «excepcionales». Sintetizando el documneto citado, podemos decir que: La Iglesia necesita de la colaboración rial de los fieles laicos en la pastoral y la agradece muy sentidamente; pero, (colaboración pastoral) nunca significa (sustitución de los pastores).
  • 93. ¿Qué es la Parroquia en la Iglesia de hoy? Podemos intentar una primera descripción, La parroquia es una comunidad estable y pública, formada por todos los cristianos que viven en un territorio determinado y que, presidida por un presbítero en nombre del Obispo, asume el conjunto de la misión evangelizadora sobre todos los hombres de ese territorio.
  • 94. Para desentrañar el contenido de esta descripción, hacemos una serie de afirmaciones: 1. La parroquia es presencia cercana y célula viva de la Iglesia diocesana 2. La parroquia es una comunidad cristiana 3. La parroquia es una comunidad estable y pública 4. La parroquia es una comunidad integral 5. La parroquia es una comunidad territorial 6. La parroquia está confiada a un presbítero que Ejerce su función de pastor en nombre dEl Obispo
  • 95. La «Parroquia» es la comunidad de fieles que hace presente, en el lugar, a la Iglesia particular. A la vez, es la comunidad de comunidades y movimientos Acogiendo las esperanzas y las angustias de los hombres, la Parroquia expresa y orienta la comunión, participación y misión de sus miembros y colaboradores Como presencia de la Iglesia particular en nuestros distritos, barrios y asentamientos humanos, la Parroquia tiene la misión de evangelizar, de celebrar la liturgia, de impulsar la promoción humana, de empujar la inculturación de la fe en las familias, en las comunidades eclesiales, en los grupos y movimientos y, a través de todos ellos, en la sociedad.
  • 96. En este sEntido deben quedar claras dos cosas: 1. La Parroquia es de mucha importancia para la Iglesia, pero 2. la Pastoral no queda restringida a ella.