1. Primera Lectura: del profeta Jeremías (15,10.16-21):
Salmo Responsorial: Salmo 58,2-18
R/. Dios es mi refugio en el peligro
Evangelio: san Mateo (13,44-46)
El tesoro y la perla
El problema no es buscar el tesoro,
sino saber dónde se encuentran los
tesoros que Dios ha preparado para
nuestra vida.
Autor: P. Clemente González | Fuente: Catholic.net
2. Primera lectura
Lectura del profeta Jeremías (15,10.16-21):
Ay de mí, ¡madre mía!, ¿por qué me diste a luz? Soy hombre que
trae líos y contiendas a todo el país. No les debo dinero, ni me
deben; ¡pero todos me maldicen! Cuando me llegaban tus palabras,
yo las devoraba. Tus palabras eran para mí gozo y alegría, porque
entonces hacías descansar tu Nombre sobre mí, ¡oh Yavé Sabaot!
Yo no me sentaba con otros para bromear, sino que, apenas tu
mano me tomaba, yo me sentaba aparte, pues me habías llenado
de tu propio enojo. ¿Por qué mi dolor no tiene fin y no hay remedio
para mi herida? ¿Por qué tú, mi manantial, me dejas de repente sin
agua?
Entonces Yavé me dijo: «Si vuelves a mí, yo te haré volver a mi
servicio. Separa el oro de la escoria si quieres ser mi propia boca.
Tendrán que volver a ti, pero tú no volverás a ellos. Haré que tú
seas como una fortaleza y una pared de bronce frente a ellos; y si te
declaran la guerra, no te vencerán, pues yo estoy contigo para
librarte y salvarte. Te protegeré contra los malvados y te arrancaré
de las manos de los violentos.»
¡Es palabra de Dios! ¡Te alabamos Señor !
3. Salmo 58,2-18
R/. Dios es mi refugio en el peligro
Líbrame de mi enemigo, Dios mío,
protégeme de mis agresores;
líbrame de los malhechores,
sálvame de los hombres sanguinarios. R/.
Mira que me están acechando
y me acosan los poderosos.
Sin que yo haya pecado ni faltado, Señor,
sin culpa mía, avanzan para acometerme. R/.
Estoy velando contigo, fuerza mía,
porque tú, oh Dios, eres mi alcázar;
que tu favor se adelante, oh Dios,
y me haga ver la derrota del enemigo. R/.
Yo cantaré tu fuerza,
por la mañana aclamaré tu misericordia:
porque has sido mi alcázar
y mi refugio en el peligro. R/.
Y tañeré en tu honor, fuerza mía,
porque tú, oh Dios, eres mi alcázar. R/.
4. Evangelio
Lectura del santo evangelio según san Mateo (13,44-46):
En aquel tiempo, dijo Jesús a la gente: «El
Reino de los Cielos se parece a un tesoro
escondido en el campo: el que lo encuentra, lo
vuelve a esconder, y, lleno de alegría, va a
vender todo lo que tiene y compra el campo. El
Reino de los Cielos se parece también a un
comerciante en perlas finas, que, al encontrar
una de gran valor, se va a vender todo lo que
tiene y la compra.»
¡Es palabra del Señor! ¡Gloria a Ti, Señor Jesús!
5. Oración
Jesús, Tú eres mi mayor tesoro. Mi vida sin Ti no vale ni
sirve para nada. Permite que sepa darte el cien por
ciento de este tiempo de oración. Que nada ni nadie
interrumpa este diálogo que creo y espero tener con
Quien tanto me ama.
Petición
Dios mío, dame la gracia de amarte más este día.
6. Meditación
Es importante que se creen en la Iglesia las condiciones favorables
para que puedan aflorar tantos "sí", en respuesta generosa a la
llamada del amor de Dios. Será tarea de la pastoral vocacional
ofrecer puntos de orientación para un camino fructífero.
Un elemento central debe ser el amor a la Palabra de Dios, a través
de una creciente familiaridad con la Sagrada Escritura y una oración
personal y comunitaria atenta y constante, para ser capaces de
sentir la llamada divina en medio de tantas voces que llenan la vida
diaria.
Pero, sobre todo, que la Eucaristía sea el "centro vital" de todo
camino vocacional: es aquí donde el amor de Dios nos toca en el
sacrificio de Cristo, expresión perfecta del amor, y es aquí donde
aprendemos una y otra vez a vivir la “gran medida” del amor de
Dios. Palabra, oración y Eucaristía son el tesoro precioso para
comprender la belleza de una vida totalmente gastada por el
Reino. (Benedicto XVI, 13 de febrero de 2012.)
7. Reflexión
Siempre me ha parecido lo más normal, que un hombre haga todo lo que está
a su alcance para conseguir la perla o el tesoro más valioso del mundo. Eso
fue lo que hizo Kalif. No tenía trabajo y los problemas económicos empezaban
a ser cada vez más serios para su familia. Una noche, soñó que bajo el
puente que unía la ciudad con el resto del valle, había un tesoro.
De madrugada se levantó, fue al puente y comenzó a cavar. La policía le vio
excavando y dudó de sus intenciones. El pobre Kalif, después de unos
intentos por evitar la respuesta, se sinceró: hoy soñé que debajo del puente
había un tesoro y por ello vine aquí.
Uno de los policías con ironía le respondió: ¿cómo es posible que usted crea
eso? Fíjese, hoy también soñé yo que debajo de la casa de un tal Kalif había
un tesoro escondido. ¿Usted cree que me lo voy a creer?. Kalif calló, regresó
a su casa, excavó y encontró el tesoro.
El problema no es buscar el tesoro, sino saber dónde se encuentran los
tesoros que Dios ha preparado para nuestra vida. ¿Cuáles son tus tesoros?
¿Consideras tu vida matrimonial y tus hijos, verdaderos tesoros o no te das
cuenta del regalo que Dios te ha concedido, porque sólo sientes el cansancio
y el sudor que produce el remover la tierra para disfrutar de ellos?
¿Alguna vez has experimentado el valor de la Santa Misa y de la confesión, o
la pereza de levantarte unos minutos antes el domingo te lo han ocultado?
8. Propósito
No se puede amar lo que no se conoce, por eso,
buscaré participar en alguna actividad formativa en torno
a la Eucaristía.
Diálogo con Cristo
Gracias, Señor, por tu generosidad porque
gratuitamente y sin ningún merito de mi parte me
ofreces el tesoro de la Eucaristía y tu Palabra. No tengo
que vender nada, sólo debo dejar a un lado todo lo que
me pueda apartar de Ti. Ayúdame a ser santo al saber
aprovechar cada minuto de la vida que me has regalado
para crecer en el amor a Ti y a los demás.