1. Año 10, nº 507 - 27 de julio de 2014
“El reino de los cielos se parece a un tesoro escondido en el campo”
EL PÚLPITO
PARROQUIA DE NTRA. SRA. DE LA MEDALLA MILAGROSA
EL PUERTO DE SANTA MARÍA (CÁDIZ)
!San Pantaleón
Domingo 17º del Tiempo Ordinario
C u a n d o s e a s g r a n d e ,
después de haber sido
pequeño, no presumas de
tus tesoros.
(Anónimo)
La fe es una llave que nos
proporciona el conocer y
abrirnos a los tesoros de
Dios. Sin ella es imposible
vender otros campos (lo
material, lo aparente o lo
superficial) para quedarnos
c o n l o e s e n c i a l y
verdaderamente valioso: el
amor de Dios. Desde lo más
hondo de nuestras almas
sentimos la presencia de
Dios, pero son tantos los
obstáculos que salen a
nuestro encuentro que, en
muchas ocasiones, ese
sentimiento de lo divino
queda en segundo o en
tercer lugar. Siempre, y lo
tenemos que reconocer, es
más fácil marcharnos o
escaparnos en busca de lo
que reluce (aunque sea
simplona hojalata) y dejar
de lado aquello que no es tan
alucinante pero que resulta
ser oro.
Hoy, más que nunca, vemos
que el tesoro de la fe es joya
escondida en el inmenso
campo de nuestra sociedad.
Resulta arduo dar con él;
nos quedamos en las cosas y
olvidamos las personas.
Apostamos por las ideas y
relegamos el lado humano
de los que las defienden. Nos
a s o m b r a m o s p o r l a
grandeza del mundo y
desertamos de Aquel que lo
creó para la perfección,
disfrute y supervivencia
humana: a Dios.
¿Dónde hemos dejado a
Cristo? ¿En qué risco lo
hemos olvidado? ¿Es la
familia un huerto en el que
cultivamos la perla de la fe?
¿Es la política una tierra en
la que los católicos, cuando
a c c e d e n a e l l a d e s d e
distintas opciones, respetan
e incluso valoran el tesoro
de la fe? ¿Es el corazón y
nuestra vida misma un
rincón en el que cuidamos
con esmero nuestra pasión
p o r C r i s t o ? H a y q u e
comenzar desde abajo. Si
hay cosecha es porque,
previamente, ha existido
siembra, riega, poda, abono
y esfuerzo. La fe, aun siendo
una fortuna, nos exige un
trabajo de conocimiento y
de transmisión. ¿Sirven de
algo cruces o imágenes en
los montes o en las plazas si,
l u e g o , l a v i d a d e s u s
ciudadanos van en dirección
contraria a lo que esos
símbolos significan? Desde
l u e g o , l a s i m b o l o g í a
cristiana, ha de ser más que
pura estética. Mucho más
que un decoro histórico o
cultural.
El tesoro de la fe no
p o d e m o s s u s t e n t a r l o
exclusivamente en las
formas o en las tradiciones
seculares heredadas. En
cuántos momentos, sin
percatar nos de ello o
incluso sabiéndolo, podemos
caer en un paralelismo
entre fe celebrada y fe
vivida: celebro festivamente
a María, a los santos….en
mil expresiones populares
pero, a continuación, la fe
no cambia mi forma de
pensar, vivir o actuar. Es
cuando vemos que la fe,
lejos de ser un tesoro, es
moneda irrelevante y sin
valor. Se queda en la
superficie, su manifestación,
pero no ha llegado a calar en
nuestro comportamiento
personal o comunitario.
¿Qué hacer para que, la fe,
llegue a ser un tesoro
apetitoso y recuperarla de
nuevo? No poner a las
cosas, lo efímero, por
encima de Dios. Volver a la
lectura de su Palabra.
Vivir como cristianos
implica no mirar hacia atrás
(quemar o vender lo que
puede convertirse en huida)
No vivir apegados (como el
erizo en un acantilado
m a r i n o ) a n u e s t r o s
caprichos o religión a la
carta Considerar el ser
católico o cristiano, como
una ganancia, un orgullo,
una oportunidad para ser
diferentes y distanciarnos
de muchos dictados de la
sociedad.
Ojalá que, al meditar el
evangelio de este domingo,
nos preguntemos ¿qué
tengo que vender para
salvaguardar el tesoro de
Cristo? Cosas tan sencillas
como el egoísmo, la timidez
c o m o c r i s t i a n o , e l
testimonio silenciado ante
las gentes, la vanidad, el
mal carácter, la tacañería,
las malas palabras, la falta
de oración o de comunión
con la Iglesia… pueden
s e r v i r p a r a s e g u i r
cultivando el campo del
gran tesoro de nuestra fe en
Jesús.
Javier
Leoz,
sacerdote
En busca del tesoro perdido
No me contestes,
Señor
Que me dicen que, hace un tiempo,
te sembraron en mi corazón
y no te encuentro.
Que pregonan
que en el cielo te hallas,
y cuando levanto la vista
no te alcanzo.
Me repiten que,
en los destrozos del mundo,
es donde especialmente
sales a su lado
y no llego a percibir tu presencia.
¡Dónde estás, Señor!
¿Qué tengo que vender para poder
comprarte?
¿Qué tengo que dejar para poder
conseguirte?
¿Qué parte de mi hacienda he de
regalar para que, Tú, seas la
definitiva riqueza y valor a mi vida?
¡NO ME CONTESTES, SEÑOR!
Mis ojos no te ven porque andan
distraídos. Porque prefieren verse
seducidos por el gran capital
que el mundo oferta.
Mis manos disfrutan mucho más
cuando acarician los lingotes del oro
del bienestar de lo que cuenta
y vale en la sociedad,
del prestigio o del dinero,
del buen nombre y buena vida
sin mínimo esfuerzo
¡NO ME CONTESTES, SEÑOR!
¡Demasiado bien sé donde se
encuentra tu tesoro!
En el silencio, que tanto hiere
porque tanto me dice.
En la humildad, donde la pequeñez
tanto me asusta.
En la sinceridad, que me convierte
en diana de tantos dardos.
Ayúdame, oh Cristo, a no perder
el campo de tu tesoro.
La fe que es llave para poder
amarte y descubrirte.
El amor que es bono seguro
que cotiza en el cielo.
Mi perfección,
para no convertirme
en algo vulgar y solitario
¡NO ME CONTESTES, SEÑOR!
Soy yo, quien hoy más que nunca,
necesito buscarte por mí mismo
y ponerte en el lugar
que te corresponde:
¡EN EL CENTRO DE MI TODO!
Amén.
2. PRIMERA LECTURA
(1R 3, 5.7-12)
“Da a tu siervo un corazón dócil
para gobernar a tu pueblo”
En aquellos días, el Señor se
apareció en sueños a Salomón y le
dijo: “Pídeme lo que quieras”.
Respondió Salomón: “Señor, Dios
mío, tú has hecho que tu siervo
suceda a David, mi padre, en el
trono, aunque yo soy un muchacho y
no sé desenvolverme. Tu siervo se
encuentra en medio de tu pueblo, un
pueblo inmenso, incontable,
innumerable. Da a tu siervo un
corazón dócil para gobernar a tu
pueblo, para discernir el mal del
bien, pues, ¿quién sería capaz de
g o b e r n a r a e s t e p u e b l o t a n
numeroso?” Al Señor le agradó que
Salomón hubiera pedido aquello, y
Dios le dijo: “Por haber pedido esto y
no haber pedido para ti vida larga ni
riquezas ni la vida de tus enemigos,
sino que pediste discernimiento para
escuchar y gobernar, te cumplo tu
petición: te doy un corazón sabio e
inteligente, como no lo ha habido
antes ni lo habrá después de ti”.
! SALMO RESPONSORIAL
(Sal 118, 57.72.76-77.127.130)
R: ¡Cuánto amo tu voluntad, Señor!
!Mi porción es el Señor;
he resuelto guardar tus palabras.
Más estimo
yo los preceptos de tu boca
que miles de monedas
de oro y plata. R.
!Que tu bondad me consuele,
según la promesa hecha a tu siervo;
cuando me alcance tu compasión,
viviré,
y mis delicias serán tu voluntad. R.
!Yo amo tus mandatos
más que el oro purísimo;
por eso aprecio tus decretos
y detesto el camino de la mentira. R.
!Tus preceptos son admirables,
por eso los guarda mi alma;
la explicación
de tus palabras ilumina,
da inteligencia a los ignorantes. R.
!SEGUNDA LECTURA
(Rm 8, 28-30)
“A los que predestinó, los llamó;
a los que llamó, los justificó”
Hermanos: Sabemos que a los que
aman a Dios todo les sirve para el
bien: a los que ha llamado conforme
a su designio. A los que había
escogido, Dios los predestinó a ser
imagen de su Hijo, para que él fuera
el primogénito de muchos hermanos.
A los que predestinó, los llamó; a los
que llamó, los justificó; a los que
justificó, los glorificó.
! SANTO EVANGELIO
(Mt 13, 44-52)
“El reino de los cielos
se parece también
a la red que echan en el mar”
En aquel tiempo, dijo Jesús a la
gente: “El reino de los cielos se
parece a un tesoro escondido en el
campo: el que lo encuentra lo vuelve
a esconder y, lleno de alegría, va a
vender todo lo que tiene y compra el
campo. El reino de los cielos se
parece también a un comerciante en
perlas finas que, al encontrar una de
gran valor, se va a vender todo lo que
tiene y la compra. El reino de los
cielos se parece también a la red que
echan en el mar y recoge toda clase
de peces: cuando está llena, la
arrastran a la orilla, se sientan, y
reúnen los buenos en cestos y los
malos los tiran. Lo mismo sucederá
al final del tiempo: saldrán los
ángeles, separarán a los malos de los
buenos y los echarán al horno
encendido. Allí será el llanto y el
rechinar de dientes. ¿Entendéis bien
todo esto?” Ellos le contestaron: “Sí”.
Él les dijo: “Ya veis, un escriba que
entiende del reino de los cielos es
como un padre de familia que va
sacando del arca lo nuevo y lo
antiguo”.
“El reino de los cielos se parece a un tesoro escondido en el campo”
Parroquia de Ntra. Sra. de la Medalla Milagrosa. C/Federico García Lorca, s/n. Apdo. de correos, 164. 11.500 El Puerto de Santa María. Tlfno: 956 85 65 61.
Tiempo de oración
Lecturas de la próxima semana
(1ª semana del salterio)
!Lunes 28: San Víctor I
Jr 13, 1-11; Sal Dt 32, 18-21; Mt 13, 31-35
Martes 29: Santos Marta y Lázaro
Jr 78, 8-13; Sal 78, 8-13; Jn 11, 19-27
Miércoles 30: San Pedro Crisólogo
Jr 15, 10.16-21; Sal 58, 2-5.10-11.17-18; Mt 13, 44-46
Jueves 31: San Ignacio de Loyola
Jr 18, 1-6; Sal 145, 1-6; Mt 13, 47-53
Viernes 1: San Alfonso María de Ligorio
Jr 26, 1-9; Sal 68, 5.8-10.14; Mt 13, 54-58
Sábado 2: San Eusebio
Jr 26, 11-16.24; Sal 68, 15-16.30-34; Mt 14, 1-12
Domingo 3: San Martín
Is 55, 1-3; Sal 144, 8-9.15-18; Rm 8, 35.37-39;
Mt 14, 13-21
Envíe sus aportaciones a hojaparroquialmilagrosa@yahoo.es
¿Aún no conoces el blog de la Parroquia?
No dejes de visitarlo:
http://www.parroquiadelamedallamilagrosa.blogspot.com.es
"Testigos del Señor", catecismo para el
crecimiento en la fe, recoge la fe de la
Iglesia y la presenta de una manera
accesible a los niños y adolescentes de
entre 10 y 14 años. Su objetivo es ser un
instrumento que dé continuidad a la
catequesis después de la Primera
Comunión; que se utilice en la preparación
para la Confirmación y que, de esta
manera, ayude a profundizar en la fe.
ORACIÓN
!Alma
de
Cristo,
san01came.
Cuerpo
de
Cristo,
sálvame.
Sangre
de
Cristo,
embriágame.
Agua
del
costado
de
Cristo,
lávame.
Pasión
de
Cristo,
confórtame.
¡Oh,
buen
Jesús!,
óyeme.
Dentro
de
tus
llagas,
escóndeme.
No
permitas
que
me
aparte
de
Ti.
Del
maligno
enemigo,
defiéndeme.
En
la
hora
de
mi
muerte,
llámame.
Y
mándame
ir
a
Ti.
Para
que
con
tus
santos
te
alabe.
Por
los
siglos
de
los
siglos.
Amén.
San
Ignacio
de
Loyola