El documento discute el rol del trabajador social frente a la problemática de la violencia contra la mujer. Explica que los enfoques actuales se han centrado en la atención individualizada y el tratamiento, no en la prevención. Argumenta que el trabajo con grupos y colectivos desde una perspectiva socioeducativa permite criticar y sancionar socialmente la violencia contra las mujeres. Además, la intervención preventiva del trabajo social a través de procesos formativos que promueven los derechos humanos contribuye a afirmar a las personas como sujetos autónomos y