2. En el siglo XIX se desmantelaron en España, como en el resto de Europa, las estructuras del
Antiguo Régimen y se consolidó un modelo económico basado en la industria y el capitalismo.
La sociedad estamental dio paso a una sociedad de clases, definida por la propiedad y la riqueza.
Pero la industrialización se realizó con retraso y sólo algunos núcleos (Cataluña, País Vasco,
Madrid) se industrializaron. España continuó siendo un país esencialmente agrícola, con un gran
número de campesinos, una burguesía industrial débil y escaso proletariado.
En la nueva sociedad capitalista las condiciones de vida y de trabajo de los obreros fabriles y de
los jornaleros agrícolas eran muy precarias, y el sindicalismo, así como las ideas anarquistas y
marxistas, se expandieron desde mediados de siglo.
Introducción
3. 2.1. Crecimiento demográfico y emigración
En el siglo XIX, la población española creció, aunque en menor medida que en otros países europeos. España pasó de 11,5
millones de habitantes en 1797 a 18,6 millones en 1900, lo que representó un aumento del 60%. Este crecimiento fue el
resultado, como en el resto de Europa occidental, de la disminución de la mortalidad y del mantenimiento de la natalidad.
Con todo, la mortalidad se mantuvo en España más elevada que en otros países industrializados, como consecuencia de la
persistencia de las crisis de subsistencia (hambrunas) que afectaban especialmente a las capas más humildes de la
población.
Asimismo, el aumento de la población no fue homogéneo en toda la Península. El peso demográfico de la periferia se
incrementó respecto a las regiones del interior. En Madrid, Cataluña, Murcia, Canarias y el País Vasco fue donde se produjo
un mayor crecimiento poblacional.
2. La población y la agricultura
4.
5. El crecimiento demográfico estuvo acompañado de
importantes movimientos de población. La abolición del
régimen señorial (que expulsó a muchos campesinos de sus
tierras), la concentración de la propiedad, las
transformaciones técnicas de la agricultura, la mejora de los
transportes y las expectativas de una vida mejor en otro lugar,
animaron u obligaron a muchos campesinos a emigrar.
a. Éxodo rural, es decir, abandono de las áreas rurales para
buscar en las zonas industriales que experimentaron un mayor
auge económico. Así, a partir de 1860 se inició un éxodo rural
hacia Madrid, Barcelona y Vizcaya, las zonas más
industrializadas de la Península.
2. La población y la agricultura
Tasa de emigración hacia 1919 Densidad de población en el siglo XIX
6. El éxodo rural comportó también un aumento de la urbanización, en detrimento de los
núcleos rurales. Entre 1850 y 1900, España multiplicó por dos su nivel de población
urbana. Madrid, Barcelona, Valencia, Sevilla, Málaga y Zaragoza fueron las ciudades con
mayor incremento de habitantes.
Pero, a pesar de la creciente urbanización, a principios del siglo XX la mayoría de la
población española continuaba siendo rural. Un 70% de la población residía en núcleos
de menos de 20.000 habitantes. Entre estas poblaciones, muchas tenían menos de
5.000 habitantes.
Barcelona a mediados del siglo XIX
7. Emigración a América (1885-1886)
b. Emigración exterior en dirección a América Latina, en especial a Cuba y Argentina, que se produjo en las últimas décadas del siglo
XIX en busca de mejores oportunidades de empleo. Canarias y toda el área cantábrica fueron las regiones con mayor emigración.
8. 2.1. La transformación de la agricultura
La agricultura continuó siendo la principal actividad económica del país
durante el siglo XIX. Su renovación se inició con la reforma agraria
liberal, que pretendía poner fin al régimen señorial y acabar con la
gran cantidad de tierras amortizadas en manos de la nobleza y el clero.
En los primeros sesenta años del siglo XIX, la superficie de tierra
cultivada se incrementó de 10 a 16 millones de hectáreas, la mayor
expansión de cultivos se produjo en los cereales y después en la vid.
También aumentaron el maíz, el olivo y, sobre todo, la patata, que se
convirtió en el gran alimento popular junto al pan.
Pero en general esta agricultura se caracterizó por el mantenimiento
de unos bajos rendimientos agrícolas y la pobreza de la mayor parte
de la población agraria, lo que supuso un escaso estímulo para el
avance de la industrialización.
2. La población y la agricultura
9. Hubo, asimismo una cierta especialización regional:
frutales y vid en la costa mediterránea, maíz y patata
en la costa cantábrica y cereales y pienso en el
interior. En consecuencia, la exportación de cítricos,
vino y aceite comenzó a cobrar importancia.
Los rebaños trashumantes de ganadería ovina
disminuyeron notablemente como resultado de la
quiebra de las tradicionales exportaciones de lana. En
cambio aumentó la cabaña porcina, para la
alimentación humana y los caballos, asnos y mulas
para el transporte.
Sin embargo, una crisis agraria a finales de siglo,
derivada de la llegada a Europa de trigo americano a
bajo precio, frenó los avances de la agricultura y
provocó un aumento del proteccionismo y la
emigración.
2. La población y la agricultura
10. La crisis agraria de finales del siglo XIX
A finales del siglo XIX la agricultura sufrió, como en el resto de Europa, una grave crisis. La causa más directa fue la llegada al continente de
productos procedentes de países con una agricultura mucho más competitiva (EE.UU., Canadá, Argentina), que ofrecían cereales a precios
considerablemente más baratos. Los nuevos medios de transporte marítimo fueron decisivos para poder trasladar la producción a larga
distancia.
En un país como España, en el que el cereal significaba el 50% de la producción agraria, la caída de los ingresos agrarios fue muy importante y
comportó un descenso de los salarios campesinos. Con todo, los grandes propietarios consiguieron imponer, para el cereal, aranceles
proteccionistas que les permitían mantener el dominio del mercado agrícola nacional.
Exportaciones de vino español.
11. Asimismo, la viticultura, que había vivido una época de esplendor, con grandes
exportaciones, sufrió una grave crisis al extenderse por España la plaga de la filoxera
francesa, que comportó la desaparición de casi la totalidad de las cepas.
Exportaciones de vino español
13. 2.3. ¿En qué consistió la reforma agraria
liberal?
La reforma agraria liberal fue un conjunto de
reformas que se realizaron en España a partir de la
subida al poder de los progresistas en 1837. Su
objetivo era la disolución del Antiguo Régimen en el
campo y la introducción de formas de propiedad y
producción capitalistas.
Así, se abolió el régimen señorial*, se desvinculó la
propiedad y se desamortizaron la mayoría de las
tierras de la Iglesia (desamortización de Mendizábal
en 1836) y de los ayuntamientos (desamortización
de Madoz en 1855). Estas reformas consolidaron la
propiedad privada de la tierra.
Una parte de las tierras fue comprada por
burgueses o campesinos acomodados que tenían
interés en cultivarlas y sacar un rendimiento de su
inversión. Pero otra gran parte de la tierra
permaneció en manos de sus antiguos propietarios,
o de funcionarios, militares y comerciantes con una
mentalidad rentista. Es decir, en lugar de mejorar
las explotaciones para hacerlas más productivas,
vivían de las elevadas rentas que cobraban a los
arrendatarios o de los bajos salarios que pagaban a
los jornaleros.
Además, la privatización de las tierras comunales
significó, para el campesinado pobre, la pérdida de
los derechos a la utilización de pastos, obtención de
leña, arriendo, etc. y, por tanto, un
empobrecimiento aún mayor.
2. La población y la agricultura
Mendizábal Pascual Madoz
15. Respecto a la estructura de la propiedad, en la mayor
parte de Extremadura, Castilla y Andalucía existían grandes
latifundios, cuyos propietarios eran absentistas y basaban
sus beneficios en el escaso coste de la mano de obra.
En la Submeseta Norte y en Galicia predominaban los
minifundios, propiedades de escasa extensión, difíciles de
mecanizar y con rendimientos que apenas alcanzaban a
mantener una familia.
Tan sólo en algunas regiones, como Cataluña, Valencia, la
cornisa cantábrica y La Rioja, la estructura de la propiedad
resultaba más equilibrada.
2. La población y la agricultura
16. En España, el proceso de industrialización se produjo
con retraso respecto de los países europeos más
avanzados, y se realizó de forma incompleta. A finales
del siglo XIX, España continuaba siendo un país
agrícola y sólo algunas regiones españolas se habían
industrializado (Cataluña, Asturias, País Vasco).
Los principales factores que influyeron negativamente
en la industrialización fueron:
1. La escasa capacidad de compra de la población
española como resultado de la pobreza de la mayoría
del campesinado.
2. La falta de inversiones y la ausencia de una
burguesía industrial en muchas regiones.
3. Los problemas de transporte, por la inexistencia de
buenas carreteras y el retraso del ferrocarril.
4. La escasez de fuentes de energía, por los pocos
cursos de agua aprovechables para obtener energía
hidráulica y la mala calidad del carbón.
5. La posición alejada de España respecto de los
núcleos más industrializados de Europa, que dificultó
la adquisición de materias primas y la venta de la
producción.
6. Para proteger a la industria española se recurrió a
impuestos o aranceles sobre la producción extranjera.
Este proteccionismo reservó el mercado español a la
producción autóctona, pero no estimuló a los
fabricantes a renovarse, abaratar costos y, en
definitiva, a ser competitivos en el ámbito
internacional.
3. Los inicios de la industrialización española
17. A. La industria textil algodonera
El primer sector productivo que se industrializó en España fue, como en el resto de Europa, el textil. Se concentró esencialmente en
Cataluña, donde desde mediados del siglo XVIII ya existía una importante producción manufacturera de indianas. La prohibición, en
1802, de importar algodón hilado estimuló el nacimiento de la moderna industria textil.
Hacia 1830, esta industria inició un proceso de mecanización instalando las máquinas de hilar que se utilizaban en Gran Bretaña y, en
1833, empezó a funcionar la primera máquina de vapor. La mecanización de estas fábricas, que se llamaban vapores, tuvo un gran
impulso entre 1830 y 1860.
Textil Aymerit, Amat y Jover de Terrassa.
18. Pero Cataluña carecía de carbón y tenía que importarlo, por mar, desde Asturias o Gales, lo cual encarecía la producción. De
este modo, muchas industrias se localizaron en la franja marítima, cerca del puerto de Barcelona, por donde llegaban las
materias primas. A partir de 1860, algunas industrias también se establecieron en los márgenes de los ríos para poder
sustituir el carbón por energía hidráulica, creándose colonias industriales.
19. También dificultó su expansión la debilidad del mercado español, compuesto, sobre todo, por campesinos con escaso poder
adquisitivo.
El crecimiento de la industria algodonera desplazó, por su mejor calidad y precio, a la industria tradicional de la lana,
dispersa por el territorio español.
Aunque existían en otras zonas pequeñas industrias textiles, Cataluña se convirtió en la gran región industrial española,
protegida de la competencia exterior por la legislación proteccionista.
20. B. La siderurgia vasca
El hierro y sus derivados fueron un elemento central de la industrialización. Su producción debía realizarse en altos hornos
que requerían una gran cantidad de carbón, que en España se localizaba en Asturias, aunque era de bajo poder calorífico y
de compleja extracción.
El problema del abastecimiento de carbón y de hierro dificultó la consolidación de la industria siderúrgica, que pasó por
diferentes etapas y localizaciones.
3. Los inicios de la industrialización española
21. A. Los primeros altos hornos españoles se instalaron en Málaga (Marbella, 1826). Contaban con
mineral de hierro, pero debían alimentar los hornos con carbón vegetal, de escasa capacidad
calorífica, o importar carbón de coque, lo que elevaba enormemente los costes de producción. Esta
situación provocó el declive y posterior desaparición de la siderurgia andaluza a mediados del siglo
XIX.
3. Los inicios de la industrialización española Producción siderúrgica.
Altos hornos de Málaga
22. Asturias fue el siguiente centro siderúrgico (1868-1874). Aunque la calidad de su carbón no era muy alta, destacaba como zona más rica de
España en este mineral, lo que facilitaba la instalación de altos hornos.
3. Los inicios de la industrialización española
Cuenca del Nalón desde la Felguera
23. Pero fue en el País Vasco donde, a partir de 1876, se consolidó la industria
siderúrgica. Las razones de su éxito se hallan en la creación de un eje
comercial por el cual se exportaba hierro bilbaíno, abundante y de gran
calidad, a Inglaterra, a cambio de la importación de carbón galés, de mayor
poder calorífico que el asturiano.
Además, la industria vasca se diversificó y aparecieron nuevas empresas de
construcción metalúrgica y naval.
Altos hornos de Bilbao
3. Los inicios de la industrialización española
24. 4.1. La explotación minera
Durante la Revolución industrial, la demanda de productos mineros en la mayor parte de Europa aumentó considerablemente. España contaba
con abundantes minas y su explotación sistemática se inició en 1868, con la aprobación de la Ley de Minas.
Como la extracción minera necesitaba gran cantidad de capital, el gobierno optó por otorgar su explotación a compañías extranjeras, sobre todo
francesas e inglesas. Además, el pago de la concesión ayudaría a disminuir la deuda de la Hacienda española.
4. Minería, banca y red ferroviaria
25. 4. Minería, banca y red ferroviaria
Las dos principales actividades mineras de este período eran la extracción de carbón (hulla) y hierro, debido a la expansión de
la siderurgia.
Los yacimientos hulleros más importantes se encontraban en Asturias, y aunque se mantuvo su explotación, rápidamente
tuvieron que hacer frente a la competencia del carbón galés, de mayor poder calorífico.
Las principales minas de hierro estaban en Vizcaya, y dado que este mineral tenía poco fósforo, resultaba de gran calidad para
ser utilizado en la fabricación de acero.
También destacaron los yacimientos de plomo (Linares, La Carolina), cobre (Riotinto), mercurio (Almadén) y cinc (Reocín).
La explotación del carbón, la principal fuente de energía industial, presentó diversos problemas: el carbón asturiano tenía
escaso poder calorífico y se encontraba a gran profundidad, lo que encarecía su extracción.
Pero la escasa demanda interior hizo que la mayor parte del mineral extraído fuese exportado a Europa, especialmente la
producción de hierro, del que España fue el principal suministrador.
26. 4. Minería, banca y red ferroviaria
4.2. La banca y las finanzas.
A mediados del siglo XIX se inició el proceso de sustitución de las antiguas casas de banca y de préstamos, características del
Antiguo Régimen, por un nuevo sistema financiero capaz de hacer frente a las necesidades del capitalismo industrial.
Por un lado se consolidó la banca pública y el Banco de España, obtuvo el monopolio de emisión de moneda y la gestión de la
deuda pública.
27. En 1868 se creó una nueva moneda oficial, la peseta de
100 céntimos, que puso fin a la diversidad de monedas
existentes en España.
Por otro lado, en el sector privado se crearon nuevos
bancos como el Banco de Barcelona, el de Santander, el
de Bilbao y el de Vizcaya, vinculados a la financiación de
los ferrocarriles y del sector minero.
En 1831 comenzó a funcionar la Bolsa de Madrid y en
1861 se creó el Bolsín de Barcelona con la voluntad de
financiar a las empresas con capital privado.
4. Minería, banca y red ferroviaria
28. Fotografía de los constructores y accionistas de la línea Barcelona-Mataró, hacia 1848.
4.3. ¿Qué efectos tuvo la construcción del ferrocarril?
La mejora de los sistemas de transporte para estimular el comercio y vertebrar el mercado interior era una de las grandes necesidades de la
industrialización española. Por ello el Estado dio grandes facilidades a las empresas privadas para que emprendieran su construcción.
Sin embargo, los problemas derivados de su rápida planificación y construcción limitaron el papel del ferrocarril como difusor de la
industrialización.
Además, el elevado coste de su construcción y la escasez de mercancías y viajeros llevó a la quiebra en 1866 de muchas compañías ferroviarias.
29. A pesar de las iniciativas anteriores (líneas
Barcelona-Mataró en 1848 o Madrid-
Aranjuez en 1851), la construcción de una
amplia red de ferrocarriles tuvo que esperar
a la Ley General de Ferrocarriles de junio de
1855. Entre los años 1856 y 1865 se
tendieron en España alrededor de 4.500 km
de vía, y entre 1876 y 1885, unos 3.000 km
más.
30. Los problemas de la red ferroviaria:
1. La red se construyó siguiendo una estructura radial, con centro en Madrid, lo que no favorecía la conexión entre los centros
industriales más activos.
2. Asimismo se construyó con un ancho entre carriles superior a la mayoría de las líneas europeas. Ello dificultó los intercambios
con el resto de Europa, ya que obligaba a transbordar las mercancías en la frontera, con el consiguiente aumento de costes y
tiempo.
3. La necesidad de construir con rapidez el tendido ferroviario con el fin de estimular el comercio interior, hizo que la mayoría de
materiales fuesen importados, dada la incapacidad de la siderurgia española para cubrir la demanda de hierro. De esta forma, el
sector siderúrgico no se benefició del aumento de la demanda provocado por la construcción del ferrocarril.
Pero a pesar de todas estas limitaciones, el ferrocarril tuvo efectos positivos para la economía española, puesto que favoreció el
traslado de personas y mercancías, ayudando a su vez a la formación de un mercado nacional más integrado.
31. 5. El cambio social y sus límites
5.1. Del privilegio a la clase
Durante el siglo XIX se produjo en España el paso de una sociedad estamental a una sociedad de clases, con unas profundas
diferencias entre ellas. A pesar de la transformación social, la nobleza, los altos cargos del ejército y la jerarquía eclesiástica
continuaban manteniendo su preeminencia social y una gran influencia política.
La nobleza terrateniente, que había perdido los derechos señoriales, pero todavía conservaba la propiedad de la tierra, continuó
desempeñando un papel relevante en la sociedad. Sin embargo, a finales de siglo, algunas familias aristocráticas, incapaces de
incorporarse a las nuevas actividades económicas (industria, comercio…) se arruinaron y tuvieron que vender su patrimonio.
La burguesía aumentó durante el siglo XIX, pero el retraso industrial comportó que fuera más escasa y con menos poder político que
en otros países de Europa.
La nueva clase adinerada era la alta burguesía. Compartía con la nobleza su predominio social y era la propietaria de las nuevas
industrias, las grandes compañías y los bancos. También se convirtió en terrateniente gracias a la adquisición de buena parte de las
tierras desamortizadas. Estaba formada por empresarios industriales, banqueros y grandes comerciantes.
La mediana y pequeña burguesía, la llamada clase media, era escasa y estaba constituida por pequeños empresarios industriales,
comerciantes, profesionales liberales, funcionarios, etc.
32. Nuevas clases dirigentes
Nobleza
terrateniente
Habían perdido los
derechos señoriales pero
conservaban la propiedad de
la tierra.
Sin embargo algunas
familias aristocráticas,
incapaces de incorporarse a
las nuevas actividades
económicas, se arruinaron y
tuvieron que vender su
patrimonio.
Alta burguesía
Era la nueva clase
adinerada.
Compartía con la nobleza su
predominio social y era la
propietaria de las nuevas
industrias, las grandes
compañías y los bancos.
Se convirtió en
terrateniente por la
adquisición de gran parte de
las tierras desamortizadas.
Mediana y pequeña
burguesía
La llamada clase media, era
escasa y estaba formada
por pequeños empresarios
industriales, comerciantes,
profesionales liberales,
funcionarios…
5. El cambio social y sus límites
33. 5.2. Las clases populares
Los campesinos constituían la mayoría de la población española, cerca del 65% en 1860. Una parte de ellos no eran propietarios de sus tierras, o
su propiedad era tan pequeña que no les permitía subsistir, y trabajaban las tierras de los grandes propietarios agrícolas en régimen de
arrendamiento. Otra parte, todavía más numerosa, debía emplearse por un jornal: eran los jornaleros y los mozos (criados). Su número creció
considerablemente en el siglo XIX, pasando de 3.600.000 a 5.400.000.
34. Las condiciones de vida de esa población eran, como las de los obreros, muy difíciles. Los arriendos resultaban caros, el empleo,
escaso, los jornales apenas les permitían subsistir y estaban sometidos siempre a la arbitrariedad de los propietarios. Privados,
además, por las desamortizaciones, de las tierras comunales, no podían aprovecharse de los recursos que en otros tiempos les
ayudaban a sobrevivir.
35. Campesinos.
Constituían la mayor parte de la población, aproximadamente un 65% en 1860.
De ellos sólo el 20% poseía alguna propiedad, pero eran tan pequeñas que no
les permitía subsistir.
Sus salarios eran escasos y estaban sometidos siempre a la arbitrariedad de
sus amos.
Privados por las desamortizaciones de las tierras comunales, no podían
aprovecharse de recursos como la leña, los pastos o la caza, que en otros
tiempos les ayudaban a sobrevivir.
Arrendatarios.
Muchos campesinos trabajaban las tierras
de los grandes propietarios agrícolas.
Jornaleros.
Grupo aún más numerosos, se empleaban
por un jornal.
Su número aumentó durante el siglo XIX,
pasando de 3.600.000 a 5.400.000.
5. El cambio social y sus límites
36. Clases populares urbanas.
Sus condiciones de vida eran precarias, con jornadas laborales de 12 ó 14
horas, bajos salarios que apenas les permitían alimentarse, sin seguros ante la
enfermedad y con viviendas pequeñas, insalubres, mal ventiladas sin servicios
(alcantarillado, alumbrado público, empedrado…)
Proletariado
industrial.
El crecimiento de la
industria propició que
muchos campesinos
emigrasen a las ciudades en
busca de trabajo.
Se empleaban en las nuevas
industrias, junto a los
artesanos sin trabajo.
Servicio
doméstico.
Más de la mitad eran
mujeres (lavadoras,
planchadoras, criadas…)
Aproximadamente el 90%
de las mujeres de las clases
populares trabajaban.
Las mujeres que sólo se
dedicaban al hogar,
pertenecían a las clases
altas.
Artesanado
urbano.
En las ciudades continuó
viviendo un gran número de
artesanos (zapateros,
herreros, carpinteros…) y
de personas dedicadas a los
servicios (mozos,
vendedores callejeros,
transportistas, criados…)
5. El cambio social y sus límites
37.
38. Chabolas en Peñuelas (Madrid). Principio del siglo XX
El crecimiento de la industria y la falta de actividad en las zonas agrarias propiciaron que muchos campesinos emigrasen a las
ciudades en busca de trabajo. Se empleaban en las nuevas fábricas, junto a los artesanos sin trabajo, y constituyeron el proletariado
industrial.
5. El cambio social y sus límites
39. Ahora bien, el limitado proceso de industrialización español implicó que el número de obreros industriales fuese relativamente
pequeño y que se concentrase básicamente en Cataluña.
A mediados del siglo XIX eran aproximadamente 150.000, y unos 100.000 trabajaban en el textil catalán. En el último tercio del siglo,
el crecimiento de la industria y la minería consolidó un importante sector obrero en el País Vasco, Asturias y Madrid.
Como ya hemos visto, las condiciones de vida de los obreros resultaban muy difíciles, y en poco tiempo se sentirían atraídos por las
nuevas ideas revolucionarias que se expandían por Europa.
5. El cambio social y sus límites
Trabajadoras de una fábrica textil catalana
40. Lavanderas y areneros en el río Manzanares
En las ciudades vivía un número importante de artesanos (zapateros, herreros, carpinteros...), que en ocasiones eran propietarios de
sus talleres, pero principalmente eran asalariados. En general, sus condiciones de vida resultaban muy precarias. Además, la
competencia de las nuevas industrias fue arruinando, poco a poco, a estos talleres artesanos y llevó al paro a sus propietarios y
trabajadores.
También había muchas personas dedicadas a los servicios, como criados, transportistas, vendedores callejeros, etc. Sus trabajos eran
a menudo ocasionales, sus jornadas, muy largas, y sus salarios, escasos.
En el servicio doméstico, más de la mitad eran mujeres (criadas, lavanderas, planchadoras, etc.), y la proporción de mujeres de las
clases populares que trabajaban alcanzaba el 90%. La mujer dedicada al hogar sólo se encontraba entre las clases medias o altas.
41. A. Las primeras asociaciones obreras
Las primeras formas de protesta obrera tuvieron un carácter ludita. Destacaron los sucesos de Alcoy, donde en marzo de 1821 personas de
pueblos vecinos asaltaron la ciudad y destruyeron los telares mecánicos, por el temor a perder su trabajo, en el que usaban telares manuales.
También se produjo, en 1835, el incendio de la fábrica Bonaplata de Barcelona, una de las primeras en instalar una máquina de vapor.
6. Los orígenes del movimiento obrero
42. Los obreros españoles rápidamente comprendieron que para defender sus derechos en el nuevo
sistema industrial era necesario unirse y crear organizaciones propias: los sindicatos. En 1840 se
fundó en Barcelona el primer sindicato, la Asociación de Tejedores de Barcelona, que actuaba
como una Sociedad de Socorros Mutuos y que en poco tiempo consiguió una alta afiliación. Pero
los patronos, agrupados en la Comisión de Fábricas, consiguieron que, en 1843, esta asociación
fuera prohibida por el gobierno de Isabel II.
6. Los orígenes del movimiento obrero
43. Durante el Bienio Progresista, en que el gobierno volvió a permitir las asociaciones obreras, el sindicalismo conoció una gran
expansión. En 1855 tuvo lugar en Barcelona la primera huelga general realizada en España, para protestar por la
introducción de nuevas máquinas que los obreros consideraban que les quitaban el trabajo.
Trabajadores del sector textil en huelga
6. Los orígenes del movimiento obrero
44. B. Las revueltas campesinas
En el campo, la precaria situación de los campesinos se agravaba con las periódicas crisis de subsistencia (malas cosechas,
aumento del precio del pan, etc.) que provocaban en muchas zonas situaciones de hambruna. La crispación social se plasmaba,
en forma de asaltos, robos e incendios de cosechas, etc., con acciones similares a los movimientos de carácter ludita.
A partir de 1855, tras la venta de los bienes comunales, la situación aún empeoró y se produjeron verdaderos alzamientos
campesinos, sobre todo en Andalucía, en ocasiones dirigidos por líderes del incipiente republicanismo, siendo el más
importante el de Loja (Granada) en 1861. Se extendió por Jaén y Málaga y fue duramente reprimido por el Ejército y la Guardia
Civil.
6. Los orígenes del movimiento obrero
45. La concienciación entre
algunos grupos católicos de
las consecuencias sociales de
la industrialización estimuló
la creación de pequeños
sindicatos católicos en zonas
rurales para ayudar a los
campesinos y fomentar el
crédito agrícola.
6. Los orígenes del movimiento obrero
El obispo de Bilbao bendice la bandera de los tranviarios que
constituyen el Sindicato Profesional Católico. Año 1924
Fiesta anual del Sindicato Catolico. Agueria. Aller.
Asturias 1927
Alojamiento de jornaleros, Segovia.
46. 6. Los orígenes del movimiento obrero
C. La llegada de la Primera Internacional
Un grabado del Congreso Obrero de 1870 que se celebró en el Teatro Circo de Barcelona.
En el Sexenio Democrático llegaron a España las ideas de la Primera Internacional y, en 1870, se creó la Federación Española de la
Asociación Internacional de Trabajadores. Por esta vía se difundieron en España el marxismo y el anarquismo, que acabó siendo
mayoritario entre los internacionalistas españoles. El socialismo arraigó con fuerza en Madrid, Asturias y País Vasco, mientras que el
anarquismo lo hacía en Cataluña y en el campo andaluz.
47. El marximo
El socialismo tuvo un lento desarrollo en
España. Aunque en 1872 ya se había
creado la Federación Madrileña, un grupo
internacionalista de carácter marxista, no
fue hasta el año 1879, bajo el impulso de
Pablo Iglesias, que se fundó el Partido
Socialista Obrero Español (PSOE).
Asimismo, y siguiendo las directrices
marxistas, los socialistas impulsaron, en
1888, la creación de un sindicato, la
Unión General de Trabajadores (UGT). Pablo Iglesias.
6. Los orígenes del movimiento obrero
Pablo Iglesias
Paul Lafargue con algunos miembros de su familia, entre los
que figuraba Karl Marx, su suegro
48. El PSOE tuvo mayor influencia entre el proletariado y las clases medias de Madrid, el País Vasco y Asturias. Defendía la acción
política, pero con el tiempo se caracterizó por un marcado carácter obrerista y por su oposición a la colaboración con otras fuerzas
políticas.
El objetivo final de los socialistas era la revolución social y el cambio del sistema capitalista por una sociedad igualitaria. Apoyaban el
uso de la huelga como el instrumento que permitía a los trabajadores luchar por defender sus derechos frente al capital.
49. El anarquismo
El anarquismo arraigó fuertemente, en el último tercio del siglo XIX, entre los obreros de Cataluña y el campesinado andaluz, quizá por el
desencanto que ambos colectivos tenían respecto a los grupos políticos a los que habían dado apoyo (progresistas, republicanos) y por la
sencillez y claridad del mensaje anarquista.
6. Los orígenes del movimiento obrero
Grupo de fundadores de la Primera Internacional, en Madrid,
en noviembre de 1868. Giuseppe Fanelli aparece en el
centro, arriba del todo, con una larga barba.
50. Ejecución de Santiago Salvador (autor del atentado en el Liceo de Barcelona) por proceso de garrote vil públicamente en Barcelona, el 21 de
noviembre de 1894.
A finales de siglo, el anarquismo defendió la acción directa contra la sociedad burguesa y capitalista y se produjo una espiral de
violencia, dada la fuerte represión que ejerció el gobierno sobre el movimiento obrero. Fue una época marcada por los atentados a
personajes políticos (Cánovas, Martínez Campos) y a los símbolos de la burguesía (bomba en el Liceo de Barcelona) y la Iglesia
(atentado de la procesión del Corpus también en Barcelona).
51. Asesinato de Cánovas del Castillo (1), 1897, Canalejas (2), 1912, y de Eduardo Dato (3), 1921, todos ellos obra de anarquistas.
2
1
3
6. Los orígenes del movimiento obrero
52. Uno de los hechos de mayor relevancia fue el de la Mano Negra, (1883), una sociedad clandestina de supuesto origen anarquista a la que se
imputó (sin pruebas) la autoría de varios asesinatos. El gobierno utilizó este hecho para reprimir duramente al anarquismo andaluz.
6. Los orígenes del movimiento obrero
53. La proliferación de atentados impulsó a
grupos de anarquistas contrarios a la
violencia a fundar sindicatos obreros para
conducir a los trabajadores hacia la
revolución social. Esta corriente
anarcosindicalista fundó, en 1910, la
Confederación Nacional del Trabajo (CNT),
que llegó a ser el sindicato más importante
de España.
6. Los orígenes del movimiento obrero
II Congreso de
solidaridad
Obrera y
fundacional
de CNT