3. José mandó a llamar a su padre. ¡Imagínense el encuentro de los dos!
La Biblia lo cuenta con lujo de detalles. Para que vivieran con toda su
familia, José le destinó uno de los mejores lugares de Egipto: la
comarca de Goshen. Una tierra para pastoreos, para que allí su padre
con sus hijos y sus familias pudieran pasar con sus majadas esta época
de hambre.
Jacob luego de reencontrarse con su hijo le dijo:
-Ahora ssíí,, yyaa ppuueeddoo mmoorriirr ttrraannqquuiilloo
ppoorrqquuee mmiiss oojjooss ttee hhaann vviissttoo yy sséé qquuee vviivveess..
Imagínense lo que fue para este padre, que durante muchos años creyó
perdido a su hijo, de repente descubrirlo viviente. Y no solo viviente
sino con toda una historia de dolor y de sufrimiento, pero que había
terminado en el triunfo y en el éxito. Su hijo era ahora nada menos
que el ministro de economía de Egipto, una de las grandes potencias
de aquel tiempo.
4. Pasaron los años. Un día Jacob llamó a sus hijos y los bendijo.
En especial a los dos hijos que le habían nacido a José: Efraín
y Manases. Los bendijo a los dos y después murió. Para su
sepultura lo llevaron a la tierra de sus padres y lo depositaron
en la tumba familiar.
Cuando volvieron del entierro, los hermanos pensaron para
sus adentros que José se las había aguantado, pero que seguro
ahora aprovecharía para vengarse de lo que ellos le habían
hecho. No sabían ellos que José hacía mucho que les había
perdonado. O mejor dicho, que nunca les había guardado
rencor.
SSiigguuiieennttee
5. Y cuando los hermanos le arman
una historia diciéndole que su
padre le había dejado dicho:
-¡Perdónales el mal que te
hicieron!
José se larga a llorar y dice:
-¡Hermanos no piensen eso!
Ustedes creyeron hacerme un mal
pero era Dios el que estaba
actuando. Dios utilizó un
momento malo de ustedes para
sacar un bien. No solo un bien
para mí, sino para que todo este
pueblo no pereciera de hambre.
SSiigguuiieennttee
6. Los hermanos estaban angustiados. Tenían el corazón achicharrado
por el miedo. Y José les dilató el corazón. Los sacó de la angustia,
hablándoles con cariño:
-Detrás de todo esto ha estado la mano de Dios. Y yo sé que Dios
tiene todavía mucho futuro para nuestro pueblo. Un día todos
nuestros descendientes van a pasar por la opresión como la pasé yo.
Pero no tengan miedo, porque Dios volverá para liberar a todo
nuestro pueblo de esa opresión, y los va a llevar a todos nuestros
descendientes a la tierra de la promesa. La que juró dar a Abrahán, a
Isaac y Jacob. Para ese entonces todos nosotros habremos muerto. Y
les pido que comprometan a los descendientes para que no dejen mis
huesos en Egipto. Prefiero ser uno más con mi pueblo en la tierra de
la promesa, que ser un personaje aquí en la tierra que no es la
nuestra. Cuando Dios venga a visitarlos y los lleve a la tierra de la
promesa, llévense con ustedes mis huesos. Porque yo quiero estar
allá donde Dios esté bendiciendo a mi pueblo.
SSiigguuiieennttee
7. Cuando muchos años después
los hebreos salgan de Egipto y
vayan a la tierra de la promesa
llevarán consigo los huesos de
José.
SSiigguuiieennttee
8. Aquí finaliza esta primera etapa en el recorrido
por la Historia Sagrada del Antiguo
Testamento.
Lo hacemos con la bendición y la gracia de Dios
que es Padre, Hijo y Espíritu Santo.
Amén.
SSiigguuiieennttee
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10. Génesis 50
15 Vieron los hermanos de José que había muerto su padre y dijeron:
«A ver si José nos guarda rencor y nos devuelve todo el daño que le
hicimos.»
16 Por eso mandaron a José este recado: «Tu padre encargó antes de
su muerte:
17 “Así diréis a José: Por favor, perdona el crimen de tus hermanos y
su pecado.” Cierto que te hicieron daño, pero ahora tú perdona el
crimen de los siervos del Dios de tu padre.» Y José lloró mientras le
hablaban.
18 Fueron entonces sus hermanos personalmente y cayendo delante de
él dijeron: «Henos aquí, esclavos tuyos somos.»
19 Replicóles José: «No temáis, ¿estoy yo acaso en vez de Dios?
20 Aunque vosotros pensasteis hacerme daño, Dios lo pensó para bien,
para hacer sobrevivir, como hoy ocurre, a un pueblo numeroso.
21 Así que no temáis; yo os mantendré a vosotros y a vuestros
pequeñuelos.» Y les consoló y les habló con afecto.
11. 22 José permaneció en Egipto junto con la familia de su padre, y
alcanzó José la edad de 110 años.
23 José vio a los biznietos de Efraím; asimismo los hijos de Makir, hijo
de Manasés, nacieron sobre las rodillas de José.
24 Por último, José dijo a sus hermanos: «Yo muero, pero Dios se
ocupará sin falta de vosotros y os hará subir de este país al país que juró
a Abraham, a Isaac y a Jacob.»
25 José hizo jurar a los hijos de Israel, diciendo: «Dios os visitará sin
falta, y entonces os llevaréis mis huesos de aquí.»
26 Y José murió a la edad de 110 años; le embalsamaron, y se le puso
en una caja en Egipto.
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