El lobo Gravote está muy hambriento y triste porque nadie quiere ser su amigo. Cuando ve a Agudita en un árbol, le dice que quiere jugar pero que realmente la quiere comer. Agudita no confía en él porque saben que se ha vuelto malo. Sin embargo, ella decide ayudarlo si promete no hacerle daño. Gravote promete no lastimarla y desde entonces Agudita le enseña a comer granos de maíz en lugar de otros animales, haciéndolo sentir mejor y menos solo.