Votar por cualquier opción política es lo que hace que un país sea libre, como el nuestro. Cambiar al partido que gobierna no es desestabilizar al gobierno, porque con o sin ese partido la democracia y las instituciones no dejan de existir. Tu partido y tú no son el gobierno, son un grupo de personas encargadas de administrarlo. Me recuerdas a Luis XIV cuando dijo “el estado soy yo”, pero eso fue hace cuatro siglos y en un contexto de absolutismo.
Proyecto por la Regionalización y la Función Municipal
Carta abierta a Rafael Correa sobre democracia y alternancia en el poder
1. Diario La Hora, Ecuador, 15 de febrero de 2014, Sección de Opinión, p. A5
Compañero
Rafael
Te escribo a nombre mío, de
nadie más. Soy un ciudadano,
común y corriente. De compañerismo entre los dos creo que
no hay nada porque un compañero es quien trata con sentido
de igualdad a sus pares y eso
implica respeto y reciprocidad.
Tú me calificarás como enemigo, no me importa, deberías
pensar que los gobiernos se
sostienen con elecciones y que
perderlas no significa desestabilizarlos, sino alternarlos,
rotarlos, cambiarlos. Para eso
sirve la democracia.
Votar por cualquier opción
política es lo que hace que un
país sea libre, como el nuestro.
Cambiar al partido que gobierna
no es desestabilizar al gobierno,
porque con o sin ese partido la
democracia y las instituciones
no dejan de existir. Tu partido
y tú no son el gobierno, son un
grupo de personas encargadas
de administrarlo. Me recuerdas
a Luis XIV cuando dijo "el estado soy yo", pero eso fue hace
cuatro siglos y en un contexto
de absolutismo. Ustedes representan una opción política, válida como todas. Sí la sociedad
prefiere otra opción es necesario
aceptarla, respetarla y felicitarla. Eso es lo que hace un demócrata y lo que no haría un absolutista.
En una democracia sana no
existen los enemigos, existen los
contrincantes que compiten por
el poder. Ver enemigos por todas
partes convierte a la política en
una permanente conspiración y
a la democracia en una abstracción innecesaria o imposible.
Cuando hay contrincantes y no
enemigos, la política es una disputa en construcción y un lugar
de encuentro de las posiciones
que se oponen y convergen,
que acuerdan y colaboran. En
un contexto de conspiradores,
enemigos y traidores es imposible respetar al otro y respetar su
opinión que es tan válida como
la de cualquiera.
Es innecesario que nos trates
como niños. Ser o no ser engañados es un eufemismo que no
nos describe como sociedad. A
nosotros corresponde el derecho
a elegir libremente y en secreto
sobre cuál es la opción política
que queremos al frente nuestros
gobiernos. Tampoco es justo que
seamos calificados en bandos,
de buenos y malos, de simpatizantes y opositores, de amigos y
enemigos. Somos una sociedad
diversa y pluralista. Es imposible que existan solamente dos
opciones. Existen miles de criterios, preferencias, opiniones y
dudas. Algunas convergen parcialmente, por segmentos, otras
divergen de miles de maneras.
Es muy poco inteligente creer
que los ecuatorianos tengamos
el mismo criterio simplificador
de la vida y de la política.
Ganar o perder unas elecciones no dan mayor o menor
valor a las personas, solamente
definen una circunstancial situación electoral. Te felicito por
haber ganado tantas elecciones,
pero eso no te da el derecho a
insultar y a menospreciar a las
personas que tenemos idéntico
derecho al tuyo para interesarnos en la política aun sin ganar
una elección. ¿Cómo te verás
después de unos arios cuando ya
no ganes elecciones? ¿Desmoralizado, inútil, vacío?
Estás a tiempo de cambiar
de actitud. Aunque lideras un
momento de cambios tienes que
aceptar que nada es para siempre.
ghidalgoandrade@usal.es