1. El diálogo, la organización y el
establecimiento de acuerdos; apego a la
legalidad; respeto a los derechos
humanos; responsabilidad y compromiso
en la participación.
El diálogo es clave de la participación
social, por ende, de la democracia. Dialogar
significa exponer ideas de forma clara y ordenada
a otro. También quiere decir escuchar,
comprender, apreciar las ideas del otro; es
reconocer en los demás a personas tan valiosas
como uno; es hablar y escuchar. Sin diálogo la
participación social se esfuma. Cuando no hay
diálogo, sólo queda la imposición, la violencia.
El diálogo va de la mano de la tolerancia,
que es otro principio necesario en la democracia,
consiste en respetar las ideas de los demás,
porque reconocemos que tiene la misma
dignidad que nosotros, sin importar cultura,
religión, posición social, edad, sexo, ideología
política, etc. Tolerar y dialogar son dos lados de
la misma moneda, porque con la tolerancia y en
el diálogo se reconoce el valor de los demás.
Cuando hay verdadero diálogo y
tolerancia, se establecen acuerdos. En una
verdadera democracia, no basta con decidir por
mayoría de votos. La votación sin diálogo puede
llevar al enfrentamiento, al resentimiento, al
odio.
La auténtica democracia desemboca en
acuerdos. ¿Sabes de dónde proviene la palabra
acuerdo?, de la palabra latina cor, cordis
(corazón, del corazón). Entonces ponerse de
acuerdo significa querer con el corazón,
sintonizar; pues los seres humanos aprenden a
armonizarse con otros mediante el diálogo, el
intercambio de razones y argumentos.
Los acuerdos se logran si se comprende
el punto de vista de los demás. Solamente si te
pones en los zapatos de los demás (empatía),
vives democráticamente. Este “ponerse en los
zapatos del otro” no equivale a abandonar tu
manera de ver las cosas, tus opiniones. Dialogar
no equivale a ceder siempre y en todo; no es
gritar ni rebatir ni refutar, sino hallar soluciones
racionales en conjunto; significa encontrar la
mejor respuesta lógica a un problema.
Sin acuerdos, no se avanza. Los acuerdos
hacen que las sociedades cambien para bien
porque resuelven sus problemas. Otro aspecto
importante de la participación es el respeto a las
normas y leyes. El apego a la legalidad sirve para
que la participación de una persona no dañe a
los demás. Las reglas y normas son importantes,
toda vez que hacen que funcionemos como
sociedad. El uso de las reglas permite la
comunicación.
En la democracia todos tenemos el
mismo idioma: el de la participación con apego a
la legalidad; es decir, colaborar en equipo
respetando las reglas.
Toda participación social implica una
responsabilidad y un compromiso, porque la
acción u omisión de una persona repercute en
todas las demás. En las democracias, los
ciudadanos cumplen con su corresponsabilidad
haciendo bien su trabajo y estudio, participando
en las elecciones, informando al gobierno de las
necesidades comunes e insistiendo en que el
gobierno cumpla su deber.