Discurso de Alberto Galarza en la Cátedra Elena Poniatowska con Juan Carlos Monedero
1.
2. Hay hombres que luchan un día y son buenos,
Hay otros que luchan un año y son mejores,
Hay otros que luchan muchos años y son muy buenos;
Pero hay los que luchan toda la vida, esos son los imprescindibles.
Bertolt Brecht.
Hay letras que se meten al corazón y terminan forjando el destino. La expresión de los
genios con los que podemos vivir experiencias sin que jamás nos hubiéramos cruzado
en el tiempo o el espacio son de las más enriquecedoras. Soy de los que creen todavía
que sentarse a pensar la política es una de las actividades humanas más elevadas, por-
que nos ayuda a conocer las interminables facetas de nuestro mundo y de la propia
condición humana, a la vez que deja testimonio del momento individual y colectivo.
A lo largo de la vida me he encontrado con textos y personas que se han convertido en
imprescindibles, que han ido guiando gustos, posturas, encuentros y cuestionamientos
internos que resultan formativos por las lecciones que dejan, las preguntas que plan-
tean y los conflictos que en algunos casos ayudan a resolver y en otros a enredar aún
más.
Las vivencias que esos textos y personas han dado, resultan producto de un caminar
que ha sido una lucha inacabada e inacabable del hombre y que hoy pasa por un mo-
mento complejo. Por eso miente quien dice que los cambios son fáciles, así también
como quién dice que son imposibles.
Atravesamos por una realidad cada vez más irreal, un país que cada vez cosecha más
muertos, que asesina periodistas, maestros y estudiantes. Un país con un presidente
que desgobierna a travéz de la corrupción, de la ignorancia, del ridículo. Atravesamos
un país en el que todavía existe quien se oponga a los Derechos Humanos y Civiles de
otros; con el fanatismo y la mentira como aliados, y con el actuar de los grupos fácticos
3. más conservadores de nuestra nación. Atravesamos por un país en el que cada vez es
menos tangible la diferencia entre nuestros gobernantes y el crimen organizado, sien-
do en ocasiones los segundos los mismos que los primeros. Como diría Juan Villoro,
¿Cómo creer en un país donde los bandos combatientes destrozan por igual la vida de
la gente?
Vivimos en una realidad tan irreal y cambiante, que en el camino olvidamos dete-
nernos a pensarla, a actuar por ella. A sustituir las preguntas sustanciales que nos
encarnan como sociedad por otras más vanas y superficiales. Vivimos en una realidad
tan irreal, que nos motiva a olvidarnos de la memoria, a encarnarla por una más ofi-
cial, por verdades históricas que laceran el sentido común. ¿Cómo es posible entonces,
entender un país cuyas banquetas se tiñen de sangre por defender los intereses de unos
cuantos? ¿Cómo es posible entender que después de una casa blanca, Ayotzinapa,
Tlatlaya, Tanhuato, la invitación a un imbécil que quiere contruir un muro, sigamos
teniendo al mismo presidente?
Nos han dicho demasiado que la solución está en nosotros, pero de manera individual.
Cambia tú, el error eres tú, hay gente que le va bien, eso significa que si no te va bien
es tu culpa, las soluciones son individuales, las soluciones colectivas son difíciles, que
digo difíciles, imposibles, no valen, no debemos aspirar a ellas.
Pero la política es demasiado importante como para dejárselas a los políticos. Hoy
la participación tiene muchas formas posibles: marchas, iniciativa popular, plebiscito,
referéndum, revocación de mandato, candidaturas independientes; herramientas que
nuestra sociedad, lamentablemente, no se termina por apropiar. Hoy la indignación
desborda la casa, la escuela, la oficina, las fábricas, y puede tomar las calles como lo
han hecho alrededor del mundo, los obreros franceses, los jóvenes de la primavera
árabe, los indignados griegos y españoles, los ocupantes de Wall Street, el Yo Soy 132
y muchos más.
4. En medio de la marcha al precipicio que atravesamos como sociedad, existen destellos
de luz que nos ayudan a entender y luchar por esta realidad adversa, invitándonos a
pensar cómo es el mundo que deberíamos preocuparnos por trazar los universitarios.
En medio del tormento encontramos luces que nos dicen que después de 52 años de
guerra en Colombia, la paz es el único camino viable para avanzar como sociedad.
Recuerdo a Anibal Gaviria y su apoyo a la política de paz en su país, recuerdo a su
esposa, que antes de que los mexicanos al grito de guerra la reclamáramos como puede
haber paz sin justicia, nos contaba de la muerte del hermano de Anibal, Guillermo,
asesinado por la guerrilla de su país cuando convocó a una marcha por la paz y fue
secuestrado porque desarmó a su policía como señal de buena voluntad (reflexión Ma-
ría Zambrano). En medio del tormento encontramos puertas, pocas, estrechas, que
nos dicen que los muros sí caen con las candidaturas independientes. En medio del
tormento encontramos movimientos que nos dicen que es posible institucionalizar la
indignación, como PODEMOS. En medio del tormento encontramos voces valientes,
como Javier Sicilia que busca la Paz con Justicia y Dignidad acompañando a víctimas
en su dolor, que es muy suyo y a la vez de todos, a Elena Poniatowska que nos relata la
represión del 68 para nunca olvidarla, a Adela Navarro que desnuda al narcotráfico en
este país y su complicidad con la clase política, escribiendo sus textos dentro de una ofi-
cina reforzada con doble muro de concreto y vidrios blindados para no ser una perio-
dista muerta más en este país, o Pepe Mujica que nos enseña que la vida se puede sufrir
porque te la imponen o se puede recrear porque tú deliberadamente tomas un rumbo.
En medio del tormento, ¿qué nos toca a nosotros los Universitarios? la invitación de
Juan Carlos Monedero constituye una búsqueda a dicha pregunta. Constituye una
invitación a detenernos a repensar la realidad, a buscar alternativas a respuestas da-
das para transformarla. Constituye una esperanza a no estar solos en una lucha que
por momentos pareciera imposible librarla. Pero esta lucha ha generado unas cuantas
5. puertas estrechas por las cuales se puede burlar el sistema, que invitan al descaro, a la
irreverencia como acción coherente.
En esta lucha, debemos entender que la política es una actividad humana y que, por
tanto, es tarea de nosotros volver a humanizar la política. Que la política siempre partirá
del disenso pues la hacen los hombres. Por tanto es tarea de todos caminar a los puntos
básicos para volver a hacernos las preguntas esenciales para saber leer y entender nues-
tra realidad. Es tarea de nosotros “llenar de amor a la política”, como diría Monedero.
Es tarea de nosotros seguir los pequeños destellos de luz que nos brindan alternativas.
Es tarea de nosotros reconquistar la luz en la produnda obscuridad que vivimos en un
país de muertos, de desaparecidos, de indignados. Es tarea de nosotros recuperar la
política, para reinventar la democracia.
Muchas gracias.