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Lección Nº 28
El Diezmo
Las Sagradas Escrituras nos enseñan que el diezmo era la décima parte de
los alimentos que debían entregar todos los israelitas del producto anual del
campo a la tribu de Leví, lo cual fue ordenado por Dios única y
exclusivamente para la nación de Israel por la siguiente razón; en vista de
que en esa nación habían doce tribus, el Señor decretó entre ellas, que once
trabajaran la tierra y que una, la cual era la tribu de Leví, se dedicara a
atender el sacerdocio de Dios solamente.
Para probar con las Sagradas Escrituras que son verdaderas las palabras que
hemos mencionado, observemos en forma cuidadosa lo que en relación a
esto nos dice Número 18.23 Y 24: Más los levitas harán el servicio del
tabernáculo de reunión, y ellos llevarán su iniquidad; estatuto para
vuestros descendientes y no poseerán heredad entre los hijos de Israel,
que ofrecerán a Jehová en ofrenda; por lo cual les he dicho: Entre los
hijos de Israel no poseerán heredad. Vimos aquí donde se indica
claramente, que esta tribu no trabajaba la tierra y que las once restantes les
entregaban el diez por ciento en alimentos solamente, para su sustento.
Con el fin de confirmar que estamos enseñando la verdad, analicemos
detenidamente lo que a continuación nos detalla Deuteronomio 14.22:
Indefectiblemente diezmarás todo el producto del grano que rindiere
tu campo cada año. Encontramos aquí donde se nos dice, que cada israelita
tenía que entregar el diez por ciento de todo el producto del que rindiera su
campo cada año; pero lo más importante que debemos analizar aquí, es que
en ningún momento se menciona que en el diezmo se debía dar dinero.
Estimado lector, es necesario aclarar, que a ellos se les dijo, que en caso de
que estuviesen lejos del lugar donde debían llevar el diezmo, podían vender
ese producto y cerca del lugar de entrega volver a comprar alimentos con
ese mismo dinero y entregarlo.
Para demostrar bíblicamente que es cierto lo antes mencionado, observemos
en forma cuidadosa lo que al respecto nos dice Deuteronomio14.24 al 26: y
si el camino fuere tan largo que no puedas llevarlos por estar lejos de ti
el lugar que Jehová tu Dios hubiere escogido para poner en él su
nombre, cuando Jehová tu Dios te bendijere, entonces lo venderás y
guardarás el dinero en tu mano, y vendrás al lugar que Jehová tu Dios
escogiere; y darás el dinero por todo lo que deseas, por vacas, por
ovejas, por vino, por cidra, o por cualquier cosa que tú deseares; y
comerás allí delante de Jehová tu Dios, y te alegraras tú y tu familia.
Hemos visto aquí donde claramente se manifiesta, que al venderse el
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producto del diezmo, la persona tenía que invertir esa misma cantidad de
dinero en los alimentos que desease, fuese por vacas, por ovejas, por vino,
por sidra o por cualquier cosa que él desease y lo entregase; estas palabras
pues nos enseñan claramente, que jamás se diezmó dinero sino solo
alimentos. De la misma manera observemos lo que con relación al diezmo
también nos dice Malaquías 3.10: Traed todos los diezmos al alfolí y haya
alimento en mi casa; y probadme ahora en esto, dice Jehová de los
ejércitos, si no os abriré las ventanas de los cielos, y derramare sobre
vosotros bendición hasta que sobreabunde. Contemplamos aquí donde
el Señor dice que llevasen los diezmos al Alfolí para que hubiese alimento
en su casa, indicándonos con la palabra alimento, que en ese lugar sólo se
llevaban cosa de comer y no dinero, porque sabemos claramente que el
Alfolí era un granero donde se guardaban los alimentos del diezmo cuando
eran traídos a la tribu de Leví, que no era ni templo, ni tampoco iglesia, sino
un granero para que esta tribu tuviese alimentos que dar a sus familias, ya
que ellos no trabajan la tierra por estar ocupado única y exclusivamente en
el servicio de Dios.
Para comprobar una vez más que el diezmo sólo era alimentos, pongamos
mucha atención lo que al respecto nos está diciendo el Señor Jesucristo en
Lucas 11.42: Mas ¡ay de vosotros, fariseos! que diezmáis la menta, y la
ruda, y toda hortaliza, y pasáis por alto la justicia y el amor de Dios.
Esto os era necesario hacer, sin dejar aquello. He aquí donde el mismo
Señor hablando del diezmo menciona los nombres de una serie de plantas
alimenticias que se usaban para diezmar, sin pronunciar entre ellas, el
dinero, enseñándonos el mismo Señor Jesús, que el diezmo era
específicamente alimentos nada más; algo contrario a la ofrenda de la cual
podemos ver que ella sino era alimento, sino dinero nos dice Marcos 12.41.
Estando Jesús sentado delante del arca de la ofrenda, miraba como el
pueblo echaba dinero en el arca; y muchos ricos echaban mucho.
Hemos visto donde se nos confirma en la cita anterior y en esta, que el
diezmo era solo alimentación y que la ofrenda era solo dinero exceptuando
la ofrenda de animales que se ofrecía en sacrificio a Dios. Pero en cuanto a
lo del fariseo, es importante presentar la verdadera interpretación de lo que
él dijo en Lucas 18.12. Ayuno dos veces a la semana, doy diezmos de
todo lo que gano. Sepamos que con esto lo que el fariseo nos está diciendo
sin duda alguna es, que como él no trabajaba la tierra sino que trabajaba por
un sueldo, con el compraba el diez por ciento en alimentos y lo daba como
diezmo porque en esos momentos todavía se estaba bajo la ley de la misma
manera que se menciona en Levítico 27.30 al 32. Y el diezmo de la tierra,
así de la simiente de la tierra como del fruto de los árboles, de Jehová
es; es cosa dedicada a Jehová. Y si alguno quisiere rescatar algo del
diezmo, añadirá la quinta parte de su precio por ello. Y todo diezmo de
vacas o de ovejas, de todo lo que pasa bajo la vara, el diezmo será
consagrado a Jehová. Presenciamos aquí donde se indicó que el diezmo
de la simiente de la tierra como del fruto de los árboles, de Jehová eran;
notemos una vez más que sólo es mencionado el diezmo de la simiente de
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la tierra y del fruto de los árboles, agregándonos a su vez que el diezmo de
vaca o de ovejas era consagrado a Jehová; esto nos enseña de manera
objetiva, que en el diezmo sólo se entregó alimentos y no dinero. Por tanto,
estas palabras confirman claramente que sin duda alguna estamos diciendo
sólo la verdad.
Estimado Lector, la parte más importante que queremos resaltar, es que este
mandamiento del diezmo fue dado en la ley de Moisés para el pueblo de
Israel solamente nos dicen las Sagradas Escrituras en Levítico 27.34. Estos
son los mandamientos que ordenó Jehová a Moisés para los hijos de
Israel, en el Monte de Sinaí. Hemos apreciado aquí donde se manifiesta
que estos mandamientos se los ordenó Jehová a Moisés para los hijos de
Israel; esto pues nos deja completamente aclarado, que nosotros no tenemos
que cumplir con estas cosas que fueron ordenadas a esta nación, la cual en
aquellos tiempos estaba bajo esa ley. Para dejar bien clara la enseñanza que
les hemos venido presentando, analicemos pues, con sumo cuidado, lo que
con relación al diezmo nos dice el Nuevo Testamento en Hebreos 7.5.
Ciertamente los que de entre los hijos de Leví reciben el sacerdocio,
tienen mandamiento de tomar del pueblo los diezmos según la ley, es
decir, de sus hermanos, aunque éstos también hayan salido de los lomos
de Abraham. Observemos aquí donde se vuelve a mencionar, que era la
tribu de Leví la que tenía mandamiento de tomar del pueblo los diezmos,
según la ley: pero lo más importante de analizar aquí, es donde se nos dice,
que estos mandamientos se dieron según la ley y no según la gracia. Para
demostrar bíblicamente que los mandamientos de la ley eran única y
exclusivamente para los que estaban bajo la ley, veamos detenidamente lo
que al respecto nos muestran las Sagradas Escrituras en Romanos 3.19.
Pero sabemos que todo lo que la ley dice, lo dice a los que están bajo la
ley, para que toda boca se cierre y todo el mundo quedé bajo el juicio
de Dios. Vimos aquí donde se nos indica en forma clara, que todo lo que la
ley dice, lo dice a los que están bajo la ley, mostrándonos con estas palabras,
que los cristianos no tienen obligación de diezmar porque no están bajo la
ley; por tanto, es importante mencionar, que esto lo estamos afirmando en
base a lo que a continuación nos dice Romanos 6.14. Porque el pecado no
se enseñoreará de vosotros; pues no estáis bajo la ley, sino bajo la
gracia. Apreciamos aquí donde la bendita Palabra de Dios es quien
confirma, que no estamos bajo la ley, sino bajo la gracia; por tal motivo
debemos entender, que no debemos diezmar, porque el diezmo era de la ley,
y no de la gracia.
Somos testigos que las extraviadas doctrinas en su errado procedimiento,
enseñan a las almas ingenuas, que es obligatorio entregar los diezmos, lo
cual es completamente incorrecto porque en este tiempo no se debe cumplir
con nada de lo que fue ordenado por la ley. Por tal motivo es necesario
analizar con sumo cuidado lo que referente a esto nos dice Romanos 7.6.
Pero ahora estamos libres de la ley, por haber muerto para aquella en
que estábamos sujetos, de modo que sirvamos bajo el régimen nuevo
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del Espíritu y no bajo el régimen viejo de la letra. Encontramos aquí
donde se nos indica, que ahora estamos libres de la ley, por haber muerto
para aquella en que estábamos sujetos, enseñándonos de esta manera, que
debemos obedecer el nuevo régimen del Espíritu el cual es la gracia, y no
al viejo régimen de la letra que era la ley del Antiguo Testamento. Por tanto,
esto nos está diciendo que sólo debemos cumplir con lo que Dios ha
establecido en la gracia porque la ley finalizó en la muerte del Señor
Jesucristo nos dice la Santa Biblia en Romanos 10.4. Porque el fin de la
ley es Cristo, para justicia a todo aquel que cree. Presenciamos aquí
donde en una forma clara se nos está señalando, que Cristo es el fin de la
ley, enseñándonos con las mencionadas frases, que la ley finalizó y que por
tal razón no se debe obedecer nada de lo que en ella fue escrito porque ahora
estamos bajo la nueva ley del Nuevo Testamento y no bajo la vieja ley del
Antiguo Testamento que fue en la cual se ordenó el diezmo. Por esta causa
debemos entender, que esta ley fue abolida con la muerte del Señor
Jesucristo porque a partir del derramamiento de su sangre comenzó a regir
el Nuevo Pacto para toda la humanidad nos dice Mateo 26.28. Porque esto
es mi sangre del nuevo pacto, que por muchos es derramada para
remisión de los pecados. Vimos aquí donde el Señor manifiesta que su
sangre constituiría un Nuevo Pacto, dándonos a entender con estas palabras,
que a partir de su muerte dejaría de existir la ley del Antiguo Testamento y
empezaría a regir, a partir de ese momento, lo que se habría de ordenar en
el Pacto al cual nosotros debemos obedecer. Para confirmar que son
verdaderas las palabras que acabamos de mencionar, analicemos con mucho
cuidado lo que a continuación se nos detalla en Hebreos 9.16 y 17. Porque
donde hay testamento, es necesario que intervenga muerte del testador.
Porque el testamento con la muerte se confirma; pues no es válido entre
tanto que el testador vive. Hemos visto aquí donde se nos dice, que un
Nuevo Testamento comienza a tener validez, inmediatamente que el
testador muere, dándonos a entender con esto, que al confirmarse el Nuevo
Pacto con la muerte de Cristo, todas las cosas del Antiguo Pacto quedaron
sin valor porque un Nuevo Pacto deroga el anterior; esta es la razón por la
que no se debe diezmar sino ofrendar, porque el diezmo pertenecía al
Antiguo Pacto, pero la ofrenda corresponde al Nuevo Testamento.
En cuanto al diezmo que Abraham le dio a Melquisedec, es necesario
presentar claramente el verdadero significado de lo que referente a esto nos
está enseñando la Santa Biblia en Génesis 14.17 al 20. Cuando volvía de
la derrota de Quedorlaomer y de los reyes que con él estaban, salió el
rey de Sodoma a recibirlo al Valle de Sabe, que es el Valle del Rey.
Entonces Melquisedec, Rey de Salen y Sacerdote del Dios altísimo, sacó
pan y vino; y le bendijo, diciendo: bendito sea Abraham del Dios
altísimo, creador de los cielos y de la tierra; y bendito sea el Dios
altísimo que entregó tus enemigos en tu mano. Y le dio Abraham los
diezmos de todo. Apreciamos aquí donde se manifiesta, que al regresar
Abraham de la derrota, Melquisedec Rey de Salem y Sacerdote del Dios
altísimo sacó pan y vino; pero lo más importante de aclarar aquí, es que
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Melquisedec no era un rey físico ni Salem una ciudad como lo indican las
erradas doctrinas, sino el mismo Señor Jesucristo en representación del
Antiguo Testamento, ya que las frases, Rey de Salem, significan rey de paz
o rey de justicia, adjetivos que pertenecen única y exclusivamente al Señor
Jesucristo, porque notemos aquí donde el Señor simbólicamente presenta el
pan y el vino como muestra de la entrega posterior de su cuerpo y de su
sangre, a quien en su nombre Abraham entregó el diezmo para beneficio del
sacerdocio. Para probar bíblicamente que Melquisedec no era físicamente
un rey de una ciudad llamada Salem sino el Señor Jesucristo, observemos
pues detenidamente lo que referente a éstos nos confirman las Sagradas
Escrituras en Hebreos 7.1 al 3. Porque este Melquisedec, Rey de Salem,
sacerdote del Dios altísimo, que salió a recibir a Abraham que volvía
de la derrota de los reyes, y le bendijo, a quien asimismo dio Abraham
los diezmos de todo; cuyo nombre significa primeramente rey de
justicia, y también Rey de Salem, esto es, rey de paz. Sin padre, sin
madre, sin genealogía; que ni tiene principio de días ni fin de vida, sino
hecho semejante al hijo de Dios, permanece sacerdote para siempre.
Encontramos aquí donde se nos reafirma claramente que el nombre de
Melquisedec significa rey de justicia y también rey de Salem que eso es, rey
de paz. Pero lo más importante de analizar aquí, es donde a su vez se nos
dice, que Melquisedec fue sin padre, sin madre, sin genealogía; que no tiene
principio de días, ni fin de vida, sino hecho semejante al Hijo de Dios; esto
pues no enseña de manera objetiva, que sin duda alguna Melquisedec no era
físicamente un rey sino el Señor Jesucristo. Por tanto ¿puede acaso nacer
alguien físicamente sin padre y sin madre? ¿Puede haber alguien sin
genealogía? ¿Podrá existir alguien que no tiene principio de día ni fin de
vida como nos dice aquí? Sabemos que no, solamente nuestro gran Dios y
salvador Jesucristo que es precisamente de quien se está hablando aquí. Esto
pues nos enseña de una vez por todas, que es completamente falso que
Melquisedec haya sido físicamente el rey de una ciudad llamada Salem y
que al encontrarse corporalmente con Abraham este personalmente le
hubiese entregado los diezmos.
De esta manera dejamos aclarada la verdadera enseñanza sobre el diezmo,
si alguien enseñase cosas diferentes, sus enseñanzas no serían verdaderas
porque estarán en contra de la Palabra de Dios.