2. En Gálatas, 5: 16-26 Pablo nos habla de “andar en el Espíritu” en contraposición de
hacer las “obras de la carne”.
¿Qué quiere decir la Biblia cuando nos habla de “andar” en los caminos de Dios
(Deuteronomio, 13: 4-5; Romanos, 13: 13; Colosenses, 1: 10)?
Temer a Dios
Guardar sus mandamientos
Escuchar su voz
Servirle
Seguirle
Agradarle en todo
Llevar fruto de buenas obras
Crecer en el conocimiento de Dios
Comportarse honestamente
En definitiva, “andar” implica la conducta
que debe caracterizar la vida del creyente.
“Yo pues, preso en el Señor, os ruego
que andéis como es digno de la vocación
con que fuisteis llamados” (Efesios, 4: 1)
3. En la Biblia, “andar” se relaciona con la observancia de la ley.
En el Nuevo Testamento, esta
idea adquiere nuevos matices.
No solo implica la observancia
de los diez mandamientos
ampliados por la enseñanza de
Jesús, sino que se indica que
esta observancia debe ser
guiada o motivada por el
Espíritu.
Pablo contrasta la conducta
cristiana (el fruto del Espíritu)
con una conducta no cristiana
(las obras de la carne)
4. “Por cuanto los designios de la ¿CUÁLES SON LA
carne son enemistad contra Dios;
OBRAS DE LA CARNE?
porque no se sujetan a la ley de
Dios, ni tampoco pueden; y los que
viven según la carne no pueden
agradar a Dios” (Romanos, 8: 7-8)
Con la expresión “obras de la carne”,
Pablo hace referencia a la violación
de los mandamientos de Dios.
Hacer las obras de la carne es
dejarnos llevar por nuestra
naturaleza pecaminosa en lugar
de dejarnos guiar por el Espíritu.
“Y manifiestas son las obras de la carne, que son:
adulterio, fornicación, inmundicia, lascivia, idolatría,
hechicerías, enemistades, pleitos, celos, iras,
contiendas, disensiones, herejías, envidias, homicidios,
borracheras, orgías, y cosas semejantes a estas;
acerca de las cuales os amonesto, como ya os lo he
dicho antes, que los que practican tales cosas no
heredarán el reino de Dios” (Gálatas, 5: 19-21)
5.
6. “¿Consideraremos que somos capaces de preparar nuestra
vida y carácter para entrar por los portales de gloria?
No podemos hacerlo. A cada momento dependemos del
Espíritu de Dios que obra sobre nosotros y nuestros
hijos…
Vuestro compasivo Redentor está observando con amor y simpatía, listo para
oír vuestras oraciones, y brindaros la ayuda que necesitáis para la obra de
vuestra vida. El amor, el gozo, la paz, la longanimidad, la benignidad, la fe y la
caridad son los elementos del carácter cristiano. Estas preciosas gracias son
los frutos del Espíritu. Son la corona y el escudo del cristiano. Nada puede
otorgar un contentamiento y una satisfacción más perfectos.
A medida que recibáis el Espíritu de Cristo -el espíritu de amor desinteresado
y de trabajo por otros-, iréis creciendo y dando frutos. Las gracias del Espíritu
madurarán en vuestro carácter. Se aumentará vuestra fe, vuestras
convicciones se profundizarán, vuestro amor se perfeccionará. Reflejaréis más
y más la semejanza de Cristo en todo lo que es puro, noble y bello…
Este fruto nunca puede perecer, sino que producirá una cosecha, según su
género, para vida eterna”
E.G.W. (Hijos e hijas de Dios, 26 de enero)
7. “Porque en lo íntimo de mi ser me deleito en la ley de Dios; pero me
doy cuenta de que en los miembros de mi cuerpo hay otra ley, que es
la ley del pecado. Esta ley lucha contra la ley de mi mente, y me
tiene cautivo. ¡Soy un pobre miserable! ¿Quién me librará de este
cuerpo mortal?” (Romanos, 7: 22-24 NVI)
Para el creyente, la lucha entre el deseo
de pecar (las obras de la carne) y el
deseo de hacer la voluntad de Dios (el
fruto del Espíritu) es una lucha continua
que solo podemos ganar aferrados a
Jesucristo.
La única esperanza que tenemos de
dominar la carne es hacer una decisión
diaria de ponernos del lado del Espíritu
contra la parte pecaminosa de nosotros.
8. Es interesante notar que las obras de la
carne están en plural, y el fruto del espíritu Pablo, a través de cinco formas verbales,
en singular. Hay muchas maneras de pecar, nos enseña en Gálatas, 5: 16-26 cómo
pero una sola manera de vivir una vida que debe ser la vida del creyente.
agrade a Dios.
1. “Andar” (caminar, pasear), versículo 16. Vivir
diariamente en armonía con la voluntad de Dios,
como lo hizo Enoc.
2. “Ser guiados” versículo 18. Permitir que el Espíritu
nos guíe por donde debemos andar.
3. “Crucificar”, versículo 24. Debemos hacer una
decisión firme de hacer morir los deseos de la
carne. Crucificamos la carne cuando alimentamos
nuestra vida espiritual.
4. “Vivir”, versículo 25. El creyente debe renovar
diariamente la experiencia del nuevo nacimiento.
5. “Andar” (desfilar, caminar en una dirección),
versículo 25. Si hemos aceptado la conducción del
Espíritu Santo, demostrémoslo en forma efectiva
en nuestra vida diaria.
9. “El Espíritu Santo es nuestra suficiencia
en la obra de edificar el carácter, de
formarlo de acuerdo con la semejanza
divina. Cometemos un grave error
cuando pensamos que somos capaces de
modelar nuestra propia vida. Nunca
podemos por nosotros mismos vencer la
tentación. Pero los que tienen una fe
genuina en Cristo serán movidos por el
Espíritu Santo. El alma en cuyo corazón
habita la fe, crecerá constituyendo un
bello templo para el Señor. Será dirigida
por la gracia de Cristo. Crecerá en la
misma proporción en que dependa de las
enseñanzas del Espíritu Santo. La
influencia del Espíritu Santo es la vida
de Cristo en el alma”
E.G.W. (A fin de conocerle, 20 de febrero)