Aprendiendo a sacarle provecho al primer computador
1. “MÉTALE DE TODO”… “Métale de todo”…esa fue la burda expresión que utilicé con el técnico del almacén el día en que, cuan orgulloso padre, compré el primer computador para la familia. Debo empezar reconociendo, eso si, algunas cosillas como que, por ejemplo, la compra obedeció más al hecho de entrar a la “moda tecnológica”, pues estábamos inaugurando el siglo XXI, que a los conocimientos que tuviera sobre el uso del PC, ya que ignoraba por completo qué era un procesador, una board, una memoria Ram y menos aún había trabajado con alguna aplicación de oficina. Para la época, el costo fue altísimo, teniendo en cuenta lo reducido de mi presupuesto; así que como quien lo usaba era mi hija, y sólo para jugar, terminé viéndolo más como un gasto que como una inversión. Éste era entonces, en principio, un hermoso y costoso adorno en la sala de la casa, admirado por los amigos de mi hija, y un recordatorio casi odiado por lo que había afectado mi bolsillo. Ahora bien, era consciente de los servicios que un PC prestaba y hasta “envidia” sentía con aquellos que, haciendo su mejor esfuerzo, le sacaban provecho. De otra parte, siempre estaba en espera de Leonel, un gran colega y amigo, el cual se había ofrecido a “enseñarme” gratuitamente –quizá porque era su Coordinador en el colegio- pero que nunca llegó ni siquiera a visitarme. Por otro lado, las quejas de mi hija eran frecuentes: “Papá ese computador se demora en arrancar…Papá ese computador está muy lento…Papá esto…Papá aquello”…De manera que un buen día tomé la decisión: “o lo vendo o aprendo”…Y me decidí por aprender. No faltó la suscripción a una revista muy conocida en nuestro medio – “Enter” si se me permite mencionarla- y la férrea decisión de empezar a “cacharriar”, tal como lo decían los muchachos. Buscar, indagar, reiniciar, borrar, descomprimir, chatear, navegar…fueron verbos que se convirtieron en parte de mi vocabulario en esa nueva aventura y que, con el tiempo, he buscado que mis estudiantes los incorporen a su cotidianidad. Y claro, al buscar…al indagar…al “cacharriar”, fui encontrando respuestas a múltiples de los interrogantes, contando entre ellos los de mi hija. El vendedor le había “metido tantas cosas” a nuestro PC que la memoria -256 Mb- terminó siendo insuficiente y cuando quería ejecutar, por ejemplo, el AutoCad, del cual no tenía ni la menor idea para qué servía, y a la vez algún editor de vídeo, sumado con el antivirus y un quemador, pues el pobre procesador terminaba casi que colapsando- para no utilizar un término mas fuerte-. Entendí entonces que la tarea inevitable era borrar y borrar cantidades de archivos y desinstalar programas innecesarios, pues a un PC no hay necesidad de “meterle de todo” pues lo ralentiza…¡Y al fin mi PC fue medianamente rápido! Pasó el tiempo. Conocí…aprendí secreticos…trucos…técnicas para su mantenimiento…manejo de ciertos programas básicos… etc…¡ Ah…y me acerqué a las TIC! . Supe de su importancia, reinicié con ellas mi aventura, entendí sus bondades; comprendí que al incorporarlas a mi quehacer educativo mejoraría mi trabajo dentro y fuera del aula; no me quedaron dudas que al utilizarlas motivaría a mis estudiantes y colaboraría en la lucha por cerrar la brecha tecnológica que caracteriza y diferencia a infinidad de instituciones públicas de las privadas. Hoy sigo considerándome un neófito y evado la expresión “experto”, puesto que no lo soy y poco gusto de ella. Sólo sé que en este mundo cambiante, debo estar dispuesto a abandonar paradigmas o estructuras mentales que me impidan abrirme al cambio…al uso personal y en el aula de las Nuevas Tecnologías de la Información y la Comunicación, NTIC. Prof. JOSÉ ADRIANO FERNÁNDEZ RESTREPO