Clasificaciones, modalidades y tendencias de investigación educativa.
Mas allá de la informática
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COLEGIO SECUNDARIO Nº 15 “Padre Miguel Ángel Aquino”
Responsable: Lic. Ana María Mansilla
Asignatura: Tecnología
La informática prohibida
Por Ana María Mansilla
Siempre que dispongo de un tiempo libre busco artículos importantes para leer.
Trato en lo posible que sea referente a lo que enseño ya que me ayudan a
programar clases atractivas para los alumnos.
Buceando en internet, encontré un texto titulado “La informática prohibida”,’ y me
di cuenta que más que de informática, hablaba de programación. Yo tenía una
idea somera del tema, sabía que se trataba de un lenguaje con el cual se
establecen comunicaciones con las computadoras cuando reciben órdenes.
Terminé de leer y dimensioné todo lo que podrían hacer mis alumnos. Comencé a
proyectar y me di cuenta que un año era poco, pensé en dos o más, se necesitaba
mucho tiempo para lograr el objetivo que me había propuesto.
Ya había descubierto un programa que tienen las portátiles de Conectar Igualdad.
Se llama Scratch, ¡y allí vi un piano! El piano sonaba tocando las teclas de la
Netbooks pero, había que dibujar cada tecla, y darles la información necesaria
para que completen la escala… Desde ese momento empecé el largo camino
hacia la programación. Había intentado, sin éxito, inscribirme en un curso de
programación recreativa pero eso no me venció.
Busqué un tutorial y empecé a estudiar solita, era la única manera de poder
enseñar a los chicos de primer año de ambos turnos, a fabricar “ese pianito” y,
hasta había pensado dar un concierto en el salón del Colegio Nº15.
Mientras estudiaba y enseñaba lo que iba aprendiendo, percibí que el éxito de
esta experiencia, se basaba en la capacidad de los alumnos de interpretar textos,
no solo a través de la lectura de la letra escrita, sino de la lectura de imágenes y
de códigos.
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Lo primero que teníamos que aprender es a secuenciar procesos sencillos. En la
primera clase la consigna dada fue ordenar en forma secuencial procesos, por
ejemplo, “pelar una naranja”. A partir de allí fueron capaces de sugerir y ordenar
otros: cómo lavarse el cabello, hacer una gelatina, etc. Esta actividad no sólo
mantenía a los alumnos leyendo sino también escribiendo, redactando las
secuencias. Se corregían los errores de escritura y se instaba a los chicos a la
comprensión de texto porque si no lo hacían, no podían entender el proceso.
En las próximas clases, se aumentó en las consignas de trabajo, el grado de
dificultad. Se les entregó las secuencias desordenadas o incompletas y tuvieron
que leer e interpretar para otorgarles sentido lógico a cada paso de los procesos.
Lo que los estudiantes debían comprender es que en la clase se podían corregir
los errores de las secuencias, pero desde el momento en que se entabla un
diálogo con las máquinas, la información tiene que ser exacta, pues la
computadora no acepta un margen de error.
Usando un proyector, les presenté imágenes de algunos tipos de códigos que
reconoce la computadora, también les dije que en este año no íbamos a aprender
todo, pero que si íbamos a ir trabajando usando un lenguaje específico aunque no
mostráramos todos los códigos.
Llegó el día de empezar a trabajar con programación recreativa usando Scratch.
Debían entender la consigna, leer la barra de herramientas y la caja de
comandos. Ahí caí en la cuenta que se enfrentaban a un verdadero desafío, pues
tenían que leer y escribir de manera diferente, dando órdenes. El gato (imagen
lista del programa para colocarle animación), fue una herramienta eficaz para
motivar a los alumnos: maulló, saludó, cambió de color, se multiplicó, etc.
Mario Bross debía saltar sobre una pequeña tapia para levantar la mano y emitir
un sonido, y como no tenemos acceso a internet, les llevé las imágenes que
rescataron a través del servidor del colegio. Para esa actividad se hizo necesario
que supieran leer coordenadas, (enseñarles a interpretar números en un par de
ejes). Esta lectura les permitiría ubicar en un eje cartesiano imaginario los
números positivos y negativos que hicieran que Súper Mario pudiera saltar, y
caminar hacia la derecha.
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El proceso fue rápido, los chicos están familiarizados con los videojuegos. Los
“Mario” ¡saltaban por todos lados! Un día, mientras trabajábamos, escuché que en
el fondo del aula sonaba la música del juego, me acerqué y una alumna que tenía
un modem bajó la música y la había colocado en su trabajo!! Enséñame le dije, y
me enseñó. Por un momento la alumna se convirtió en profesora y yo en alumna.
Escuché que otro, con una expresión de alegría, me dijo: -¿ha visto profe que se
puede grabar el sonido de la voz?, yo grité y ahí quedó grabado el sonido de mi
voz. Otra vez la profesora se convertía en aprendiz.
Luego le llegó el turno a la bailarina que saltaba al son de una música suave. De
pronto noté que un alumno no trabajaba, me acerqué para saber cuál era su
dificultad y me dijo: “profe, ¿puede ser un varón?, no quiero que los “changos” se
rían de mi cuando baile la muñeca .Me reí y me mostró luego que había
encontrado un bailarín de hip-hop, ¡¡y le había puesto música y todo!!! Siguieron
los de la tierra girando alrededor del sol, la bruja gritona y voladora de Halloween,
etc., etc.
Me sorprendieron también los creativos que pueden llegar a ser cuando se les da
la oportunidad. Se animaron a jugar con otros personajes y ¡darles vida! Son
vivencias que las palabras no son capaces de describir, pero sé que los que
enseñamos las podemos entender.
Habían sido capaces de usar otros personajes y otras historias; de interpretar el
lenguaje del programa y el de las imágenes, lo que me dio la certeza de que
habían aprendido a leer la caja de comandos. Esta actividad “recreativa” posibilitó
el desarrollo de otras formas de lectura y de expresión.
En el colegio nos brindaron una capacitación durante una jornada para conocer el
programa que los chicos habían estado usando, allí pude mostrar a todos mis
colegas lo que fueron capaces de hacer. El programa se prestaba para trabajar
desde todas las áreas.
Subí las producciones de mis alumnos al sitio que tiene Scratch y de allí al blog
que edito, me cursaron una invitación vía mail de Hadi Partovi, para participar en
“La hora del código” y los inscribí. Estar conectados a la red era una condición
necesaria, pero no exclusiva, de manera que tuvimos nuestra hora del código en
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el aula. Nos otorgaron el certificado que acreditaba nuestra participación, los
imprimí y los entregué a los chicos, fue un momento de alegría para los alumnos.
También les pedí que hicieran de a dos, un tutorial donde ellos enseñen a usar el
programa Scratch, un mini proyecto que se llamó “te enseño a programar”,
hicieron la presentación en Power Point y lo subieron al servidor del colegio. En
esta producción hubo lectura, redacción, matizado con imágenes que obtenían
mediante impresiones de pantalla recortadas con Paint. Ese tutorial me dio la
pauta de que habían encontrado otra forma de expresar lo aprendido.
El proyecto “Concierto en el Cole 15” era todavía una serie de borrones. Yo quería
que ellos aprendieran a dibujar tecla por tecla su propio piano, y que al terminar el
ciclo lectivo, los pianos estuvieran listos.
Los teclados de los pianos sonaban perfectamente, pero no tuvimos tiempo para
brindar el concierto tan deseado.
Hoy mis alumnos cursan el 2º año de tecnología, había previsto que siguiéramos
programando pero esta vez, usando “Python”, que para su ejecución necesita de
otro lenguaje diferente. Ya las órdenes se transformarían en sentencias.
Pero este año tuvimos problemas. Las computadoras se fueron bloqueando y
como no nombraron RTE, nos fuimos atrasando. Busqué otra estrategia, con las
pocas máquinas que funcionaban armamos grupos de trabajo. Yo sé que no es lo
mismo porque las actividades ya no son individuales pero se logró continuar con lo
proyectado. Construimos otros juegos y aparecieron otros programas, por ejemplo,
el Alice y hubo que hacer otras lecturas, comprender textos y códigos para
resolver las consignas.
Cada actividad es un estímulo textual, la necesidad los lleva a interpretar los
textos porque si no lo hacen no pueden realizar su tarea; tienen que relacionar
sus conocimientos y habilidades con esa información nueva que se les brinda y
en esa construcción de sentido está el éxito de su trabajo.