1. ¿A quién creer?
28/02/14
La discusión teórica en política es un aspecto esencial en cualquier democracia, teniendo
en cuenta que esta dialéctica podría ocasionar el replanteamiento de posiciones
antagónicas, cuando la preocupación es sana y se centra en el desarrollo sostenible y
armonioso de una sociedad.
En este sentido, cuando sucede un hecho polémico como el acaecido en Venezuela las
posiciones se alinean aprobando o desaprobando las decisiones según su parecer. En
nuestro país, durante más de doscientos años de vida republicana ha gobernado -bastante
mal- la derecha, conformada inicialmente, por una manguala liberal-conservadora que
últimamente ha engendrado nuevos “partidos” que han sido amamantados en el seno
bipartidista (La U, Cambio Radical y Uribe Centro Democrático). La opinión pública, por
tanto, ha sido la de los medios masivos de comunicación en manos de la derecha
gobiernista.
Los gobiernos de derecha califican cualquier protesta popular como: anarquía,
vandalismo, subversión o terrorismo, y sus líderes son maltratados, encarcelados,
enjuiciados, asesinados o desaparecidos. Sin embargo, no han medido con el mismo
rasero los hechos violentos ocurridos en Venezuela, pues éstos han sido calificados como:
valerosos, heroicos o democráticos. Al contrario, quienes hemos justificado las protestas
en nuestro país, ahora nos oponemos a los actos violentos que acontecen hoy en el
hermano país. Entonces ¿a quién creer? ¿A quién darle la razón en esta lucha de
posiciones?
Pienso que quien no posea una formación política bien cimentada con argumentos
teóricos, históricos y fundamentada en la lucha de clases, podría pensar que ambas
posiciones estarían viciadas al tener una visión sesgada, ocasionada –por ejemplo- en
veleidades de índole partidista. Mi respuesta no es de ninguna manera inapelable y
responde -obviamente- a mis inclinaciones ideológicas de corte revolucionario, término
que ha sido bastante desprestigiado –ex profeso- en nuestra nación.
Lo que se debe tener en cuenta, en este caso, son los intereses que defiende uno y otro
bando, y es posible que quienes defendemos las ideas de izquierda estemos equivocados,
sin embargo, habría que consultar si quien escribe estas palabras está movido por algún
interés particular, si anda buscando puesto, contrato, dádiva o limosna, pues la tarea de
un verdadero revolucionario se debe enmarcar en principios como la dignidad, la
solidaridad, la equidad y la justicia. A diferencia de quienes utilizan la política como un
ascensor particular y defienden intereses que benefician solamente a unas minorías.