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2015
¿Qué carajo es la
Contrahegemonía?
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Contrahegemonía
3
Advertencia.
Este es el capítulo 4 de “Cristales: Manual para mirar el
mundo social.”1
Que puede consultarse gratuitamente en Inter-
net.
El libro, que tiene una unidad estructural, admite lecturas
independientes de sus capítulos.
Parece pertinente presentar entonces este capítulo por se-
parado y, para que pueda comprenderse mejor, defino hegemo-
nía.. Como prevención agregaré que utilizo algunos instrumen-
tos de análisis que Gramsci2
ha propuesto.
La Hegemonía es una construcción dinámica y activa que
cuenta con la complicidad o la anuencia de quienes no se resis-
ten y aceptan pasivamente, “naturalmente” la vida que “el desti-
no” les tiene asignada.
La terminología política actual utiliza el concepto para designar
el grado avanzado de influencia que permite a un Estado convertirse
en el conductor ejerciendo la dirección de las relaciones internaciona-
les, de la política interna, de las relaciones sociales de clase, de géne-
ro, de etnias, de colectividades, de nacionalidades, de ciudadanos y
habitantes. Esa conducción hegemónica se concreta a través del con-
senso y, si resulta necesario, la coerción.
Desde aquí se definirá la preponderancia de la acción hegemóni-
ca de los grupos de poder y mi trabajo pretende aportar una mirada
consecuente con ella de la contrahegemonía.
1
GUEVARA, Raúl Alfredo. Cristales: manual para mirar el mundo social. UNLZ, 2014
http://es.slideshare.net/RalGuevara/cristalesdigital
2
Para abordar el pensamiento Gramsciano se ha consultado:
GRAMSCI, Antonio. (1967) La formación de los Intelectuales, Grijalbo, México.
GRAMSCI, Antonio.(1976) Cartas de la Cárcel. Cuadernos para el diálogo, Madrid.
Raúl Alfredo Guevara
4
¿Qué carajo es la
Contrahegemonía?
Un capítulo a demanda, como este, es un ejercicio militante. Es
la puesta en acto de un esfuerzo intelectual y un intercambio apasio-
nado con mis alumnos de la Universidad Nacional de Lomas de Za-
mora durante el segundo cuatrimestre de 2009. Claro que no pienso
cambiar el título que salió de una consulta en los pasillos:
- Profe, al final: ¿qué carajo es la contrahegemonía?
Le dimos vueltas al concepto para darnos cuenta que no estaba lo
suficientemente ejemplificado o que las naturalizaciones de la hege-
monía no nos permitían ver más allá. Exploramos la tarea dinámica
de los intelectuales orgánicos y particularmente de aquellos difusores
que operan en los niveles más bajos de la elaboración intelectual. Los
que se remiten a difundir máximas y sentencias desde un Sentido Co-
mún. Los que se ven acorralados cada vez que se los confronta o inte-
rroga. Toda vez que le preguntamos razones quedan perplejos o ter-
minan aceptando que no las tienen para afirmar luego, categóricamen-
te: - pero es así, porque siempre ha sido así.
De eso trata este ejercicio, seguramente incompleto, de desen-
mascarar la dominación cultural descubriendo lo que el pueblo hace
para enfrentarla.
Hace dos décadas García Canclini3
se preguntaba:
¿Cómo analizar las manifestaciones que no caben en lo cul-
to o lo popular, que brotan de sus cruces o en sus márgenes?
Si esta parte insiste en presentarse como un capítulo, con ci-
tas y notas al pie, ¿no será por falta de preparación profesional
del autor para producir una serie de videoclips en que un gau-
cho y un poblador de una favela conversaran sobre la moder-
nización de las tradiciones con los migrantes mexicanos que
pasan ilegalmente a los Estados Unidos, o mientras visitan el
Museo de Antropología, o hacen cola en un cajero automático y
comentan cómo cambiaron los carnavales de Río o Veracruz?
3
GARCÍA CANCLINI, Nestor. (1989) Culturas Híbridas. Estrategias para entrar y salir de
la Modernidad. México D.F., Grijalbo
Contrahegemonía
5
Buscando articulaciones entre cultura y poder propone
observar tres procesos clave para explicar lo que él llama
Hibridación de la Cultura:
la quiebra y mezcla de las colecciones que organizaban los
sistemas culturales, la desterritorialización de los procesos
simbólicos y la expansión de los géneros impuros.
1. ¿Existen cosmovisiones confrontativas, culturas
de oposición o contraculturas?
He planteado, desde los capítulos anteriores, el concepto de re-
sistencia, la idea de la existencia de otras visiones del mundo, de otras
perspectivas sojuzgadas, marginadas, acalladas, relegadas, desterra-
das, confinadas, aisladas, proscritas, deportadas, condenadas, limita-
das, rechazadas, postergadas, adormecidas, silenciadas, ocultadas,
censuradas, perseguidas, criticadas, reprobadas, fustigadas, prohibi-
das, castigadas.
Todas las iniciativas y contribuciones, aún cuando sean mani-
fiestamente de oposición, están enlazadas con lo hegemónico. Esta es
la dimensión y la potencia de la hegemonía cultural. Las expresiones
alternativas, pretenden una renovación, una reforma, algún cambio en
las formas y no la ruptura de lo hegemónico y su contenido esencial.
Lo alternativo, reconoce a la hegemonía, no necesariamente quiere
confrontar, sino modificar su posición relativa dentro del mismo Blo-
que Histórico en la sociedad civil o en la sociedad política que, alter-
nando en el gobierno, representa al poder de una misma clase o grupo.
¡Quiere encontrar un lugar dentro de ella!
Por su lado, la contracultura, por definición y por su dialectici-
dad intrínseca, se produce para confrontar, para oponerse y, en los
grados menos confrontativos, para lograr un reconocimiento en los
ámbitos de definición de “lo cultural”. Se engendra en un territorio
cultural compartido, hegemónico, dominante, que estimula o limita
su progreso según sus intereses coyunturales. No obstante, hay mani-
festaciones contrahegemónicas que constituyen efectivas rupturas
reveladoras de una ebullición social que no ha podido ser cooptada ni
acallada. Suelen desarrollarse en períodos de crisis del bloque hege-
mónico que redobla esfuerzos para confinarlas, marginarlas, neutrali-
Raúl Alfredo Guevara
6
zarlas o reformularlas, haciendo difícil la supervivencia de las mani-
festaciones más originales e independientes. La cosmovisión domi-
nante puede ignorar o aislar las propuestas alternativas y las manifes-
taciones de oposición pero, al decir de Williams,
(…) en la medida en que estas son significativas, la función
hegemónica decisiva es controlarlas, transformarlas o incluso
incorporarlas.
En los casos que el sector hegemónico -la nación, la etnia, la cla-
se, el género, el grupo etáreo, la urbe- no logra obtener el consenso
recurre sistemáticamente a la coerción. Allí la contrahegemonía se
fortalece. En la imposición coercitiva encuentra su mayor fundamento
la contracultura. Podrá adoptar formas disímiles, desde la lucha arma-
da hasta la callada resistencia. Numerosísimos grupos de nativos ori-
ginarios, migrantes suburbanos, árabes en sus países ocupados, entre
otros, resisten a las imposiciones del pensamiento europeo / estadou-
nidense. Lo hacen empecinadamente conservando su lengua, su reli-
giosidad, sus relaciones de parentesco y de reproducción social.
Para trabajar este apartado me he planteado algunas preguntas
que dirijan mi discurrir, habida cuenta que asumo la contracultura, la
contrahegemonía, las cosmovisiones sojuzgadas:
¿Cuál es el lugar que ocupan entonces?
¿Qué es la contrahegemonía?
¿Cómo se manifiestan los movimientos contrahegemónicos?
Un modo de expresar la distinción necesaria entre las acep-
ciones prácticas y abstractas dentro del concepto consiste en
hablar de “lo hegemónico” antes que de la “hegemonía”, y de
“lo dominante” antes que de la simple “dominación”. La reali-
dad de toda hegemonía, en su difundido sentido político y cul-
tural, es que mientras que por definición siempre es dominante,
jamás lo es de un modo total o exclusivo. En todas las épocas
las formas alternativas o directamente opuestas de la política y
la cultura existen en la sociedad como elementos significativos.
Habremos de explorar sus condiciones y sus límites, pero su
presencia activa es decisiva; no sólo porque deben ser inclui-
dos en todo análisis histórico (a diferencia del análisis tras-
cendental), sino como formas que han tenido un efecto signifi-
Contrahegemonía
7
cativo en el propio proceso hegemónico. Esto significa que las
alternativas acentuaciones políticas y culturales y las numero-
sas formas de oposición y lucha son importantes no sólo en sí
mismas, sino como rasgos indicativos de lo que en la práctica
ha tenido que actuar el proceso hegemónico con la finalidad de
ejercer su control. Una hegemonía estática, del tipo indicado
por las abstractas definiciones totalizadoras de una “ideología”
o de una “concepción del mundo” dominante, puede ignorar o
aislar tales alternativas y tal oposición; pero en la medida en
que éstas son significativas, la función hegemónica decisiva es
controlarlas, transformarlas o incluso incorporarlas. Dentro de
este proceso activo lo hegemónico debe ser visto como algo
más que una simple transmisión de una dominación (inmodifi-
cable). Por el contrario, todo proceso hegemónico debe estar
en un estado especialmente alerta y receptivo hacia las alterna-
tivas y la oposición que cuestiona o amenaza su dominación. La
realidad del proceso cultural debe incluir siempre los esfuerzos
y contribuciones de los que de un modo u otro se hallan fuera o
al margen de los términos que plantea la hegemonía especifi-
ca.4
La contrahegemonía es necesariamente un ejercicio de construc-
ción comprometida, con todos los elementos que la derrota previa
aporta, pero es un desafío y una posibilidad que merece vivirse.
Toda elaboración intelectual que intente distanciarse de lo esta-
blecido, todo otro pensamiento que se precie, no tendrá más remedio
que remitirse a aquello cuando quiera hacerlo en los términos de la
elite. Como todo reinado de lo hegemónico se hace imposible pensar
el mundo sin los parámetros que fijó su Filosofía en el poder, aún para
quienes pretendan confrontarla, desdecirla, negarla.
Pero el espíritu de rebelión que sostiene a las posiciones contra-
hegemónicas permite un salto cualitativo. No se ve entrampado en las
categorías analíticas de las clases y grupos dominantes. Hace surgir,
desordenadamente, todas las áreas de manifestación humana, donde la
razón ya no es el cenit de la expresión colectiva. La ciencia es un
saber ajeno que no genera interés más allá de una perspectiva utilita-
4
WILLIAMS, Raymond. Op. Cit.
Raúl Alfredo Guevara
8
ria. De allí que sea temible para los poderosos. La emotividad se ma-
nifestará entrelazada desde el saber del pueblo. Hay una estética po-
pular que atraviesa e impregna los comportamientos éticos, el sentido
de justicia, de equidad, de solidaridad. La persistente acción de la
hegemonía ha quebrado grandes núcleos de población que han acepta-
do la derrota y sus expresiones confrontativas pendulan entre la men-
dicidad y el delito. Han quedado imposibilitados de recuperar su con-
ciencia de clase y la han reemplazado por códigos cerrados de convi-
vencia al interior de pequeños grupos e incluso de tribus urbanas.
Los principios de igualdad, fraternidad y libertad en los sectores
populares, ya no se toman de la Revolución Francesa. Se toman de las
primeras manifestación de la doctrina judeo cristiana. El pueblo sabe,
nosotros sabemos, que si hay un Dios Creador, este nos ha hecho a su
imagen y semejanza. Y ahí está el fundamento de la libertad. Si-
guiendo esa línea de pensamiento religioso, cuasi mágico, también ese
Dios es Padre. Allí está la explicación de la necesaria fraternidad
entre iguales.
Una condición esencialmente humana y centralmente liberadora
es el desarrollo del pensamiento. Pero éste nunca será puramente
autónomo. Se verá obligado a usar el lenguaje y las ideas dominantes
en cada época para pensar desde allí un mundo diferente que hoy se
presenta como un desafío democratizador para propugnar una ciuda-
danía nueva, participativa, pacífica, comprometida con la sociedad
global, con la protección del planeta, con la supervivencia de la espe-
cie y con cada comunidad particular. Con la mujer, el hombre, la
niñez, la juventud y la ancianidad, todos ellos alienados por una con-
ciencia mediática de sentido común que nada tiene que ver con un
pensamiento trascendente. La hegemonía se empeña en sustituir lo
popular, como expresión genuina aunque imperfecta; con lo masivo,
como consumo.
Sólo considerando lo hegemónico, que es político, militar, eco-
nómico, tecnológico y cultural puede pensarse una transformación
filosófica de las sociedades. Una modificación sustancial en el modo
de ver el mundo. Una transformación de las cosmovisiones dominan-
tes no puede hacerse desde el llano, desde el sometimiento que provo-
can la coerción, la imposición por la fuerza o la aceptación consen-
suada y acrítica que propone la ideología.
Contrahegemonía
9
La contrahegemonía se estructura de modo rizomático, en el sen-
tido que le atribuyen Deleuze y Guattari5
. Ellos sostienen que la es-
tructura del conocimiento no se deriva por medios lógicos de un con-
junto de principios apriorísticos. Hablan de una simultaneidad en la
elaboración con la influencia recíproca de conceptualizaciones dife-
rentes que convergen.
Un rizoma es un modelo descriptivo o epistemológico en el que
la organización de los elementos no sigue líneas de subordinación
jerárquica.
Esta noción del conocimiento confronta con la estructura con-
vencional de las disciplinas cognoscitivas. Para desnaturalizar de-
muestran que lo naturalizado no está en la estructura de la naturaleza,
sino que es un resultado de la distribución de poder y autoridad en el
cuerpo social.
Afirman que una organización rizomática del conocimiento es un
método para ejercer la resistencia contra un modelo jerárquico, que
traduce en términos epistemológicos una estructura social opresiva.
Para cambiar una sociedad es necesario tomar distancia de la
ideología dominante sea racista, clasista, sexista, urbana o una combi-
nación de todo ello. Luego, disputar en cada uno de los ámbitos y los
niveles en que aquella se manifiesta: Filosofía; Sentido Común; Reli-
gión; Folklore.
En cada ámbito se reproduce la estructura formal de la esfera fi-
losófica. Cada uno tendrá explicitadas las consideraciones necesarias
para describir lo justo, lo bello y lo bueno (nuevas leyes, nueva estéti-
ca, nueva moral).
En los últimos años, la exacerbación de las luchas parciales, lo-
cales, restringidas, de las diferencias, va en torno a la difuminación.
Esto acrecienta la segmentación y la imposibilidad de los excluidos,
los marginados y los explotados de verse como conjunto y, por tanto,
de organizarse para encontrar soluciones comunes a los problemas de
todos.
La tarea de la hegemonía es imponerse por coerción o por con-
senso. “Por la razón o por la fuerza”, como reza el escudo de Chile,
5
DELEUZE, Gilles & GUATTARI, Félix (1972). Capitalisme et Schizophrénie 1. L'Anti-
Edipe. París: Minuit.
DELEUZE, Gilles & GUATTARI, Félix (1980). Capitalisme et Schizophrénie 2. Mille Pla-
teaux. París: Minuit.
Raúl Alfredo Guevara
10
remitiendo al lema en latín “aut consiliis aut ense” (“por consejos o
por espada”).
• Consenso: (“a las buenas”)
- Reconocer
- Cooptar
- Reformular
- Tolerar
• Coerción: (“a las malas”)
- Confrontar
- Desautorizar
- Reprimir
- Perseguir
- Censurar
- Capturar
La tolerancia es un término de relativa actualidad. Magnánima-
mente se ejerce desde el poder.
Trataré de hacer un ejercicio meramente descriptivo que no in-
tenta abrir juicios de valor. Será polémico porque avanzará sobre al-
gunas naturalizaciones de los lectores. Gramsci nos proponía una es-
cala de complejidad creciente. Tomaré el sentido inverso al de la im-
posición hegemónica utilizando el método inductivo. Iré ascendiendo
en mi análisis de lo más simple a lo más complejo: Folklore, Religión,
Sentido Común.
Lo primero que hay que identificar es Lo Hegemónico. Su justi-
cia, su arte, sus valores. Ardua tarea es delimitar el campo enemigo.
Y aún peor. ¿Cómo reconocerse dentro del campo de la Hegemonía?
¿Puede uno asumirse como reproductor del consenso, como producto
de la naturalización?
En todos los casos intentaré ver específicamente la resistencia, la
manifestación que, siendo autónoma y hasta original se para enfrente
o de espaldas a lo hegemónico, mostrándose independiente. En tanto,
el poder hegemónico buscará dar cuenta de ella por la absorción y la
reformulación; corrigiendo, depurando, prescribiendo. Entonces la
asume como aceptable y la reenvía a la esfera cultural, incluso, como
“cultura popular”, donde “lo popular” es una manifestación menor,
subcultura asimilada. Si los procedimientos de cooptación fracasan se
recurrirá, sin miramientos, a la coerción.
Contrahegemonía
11
1.1. Folklore.
En este apartado, y en los que presentaré a continuación, como
“Religión” y “Lo bello” buscaré observar la manera en que García
Canclini nos remitía a “la quiebra y mezcla de las colecciones que
organizaban los sistemas culturales (...) la expansión de los géneros
impuros.”. La mayor parte de las colecciones se sistematizan en estos
espacios culturales.
Es asumida en Latinoamérica, como he dicho, la idea de que lo
folklórico se vincula a lo agrario y para hacerlo más propio hasta se ha
“castellanizado” el término, ahora, para muchos es “folclore” dando
vuelo al desarrollo de un “spanglish” cada vez más pertinaz.
Pretendiendo que el folklore debe ser rural no se sabía que hacer,
o como clasificar y categorizar ese “saber popular” que nació en las
orillas de las grandes urbes rioplatenses: el tango. Manifestación de
una poesía lunfarda, con un argot “canero”6
musicalizado con una o
dos guitarras, bailado inicialmente por hombres, como inequívoca
manifestación de lo masculino marginal. Fue retomado varias décadas
después por poetas y músicos académicos que lo reformularon. Reco-
nocidos compositores de formación clásica le imprimieron un sello
distintivo con orquestas complejas que hicieron difícil la primigenia
interpretación de instrumentos solistas.
Definieron a este “folklore” como “música ciudadana” e introdu-
jeron la mujer en el baile. Lo significativo es que luego de su incorpo-
ración a la cultura oficial ha perdido la sustantividad popular de sus
orígenes. La danza ha sido encorsetada en instituciones que la enseñan
y la normatizan. Ya casi no hay compositores, las orquestas son una
rara avis, un nostalgioso artículo para consumo cultural de restringi-
dos ámbitos para turistas. Ahora sí, depurado, el tango es la música
“ciudadana” argentina y uruguaya. Los sectores populares ya no en-
cuentran en el tango un lugar de expresión genuino y han mudado sus
inclinaciones musicales. Cuesta encontrar jóvenes bailarines de tango
que hubieran aprendido a bailarlo en el ámbito familiar o en su círculo
de amistades. Ya no es popular, aunque conserva un imaginario de
masividad “for- export”. Busque el lector a un porteño que tenga, al
6
Canero: de “cana”, policía. Lenguaje desarrollado en las cárceles o en ámbitos considerados
“peligrosos”, vinculados al delito. Hoy el lenguaje se denomina “tumbero” (Carcel= Tumba)
Raúl Alfredo Guevara
12
menos, tres generaciones de porteños en su genealogía para garantizar
que -al menos- sus abuelos fueron tangueros. Pídale que le recite o
tararee alguna letra de tango y tendrá mucha más suerte que si le pide
que baile un tango.
Más o menos lo mismo ocurre con el folklore “oficial”. Con una
salvedad. Desde la década de los `80 se produjo una fusión de música
folklórica tradicional y rockera, habida cuenta que la mayoría de los
músicos cultores de esos géneros musicales son de origen urbano o
suburbano y compartían espacios culturales semejantes. Nuevas iden-
tidades musicales florecieron y la hegemonía fue tras ellas, para coop-
tarlas y garantizarles masividad. Consumo de masas negocio compar-
tido.
En cuanto al folklore (literalmente saber del pueblo), atraviesa
varias generaciones. Todos lo bailan, todos lo cantan. El corte esen-
cial es de clase social.
La manifestación musical popular más importante de Argentina
se da en los sectores urbano marginales o suburbanos. En términos
cuantitativos y culturales podemos afirmar que la cumbia de origen
colombiano, hoy transformada, es la música popular argentina y lati-
noamericana. La cumbia recorre Latinoamérica con variantes en la
danza, los instrumentos, la vestimenta de los intérpretes y bailarines.
Se canta en castellano, en quechua, en aymara, en guaraní, en portu-
gués y hasta se encuentran versiones en inglés producidas para los
migrantes latinos en Estados Unidos. En cada país se remiten a su
propia cultura superando la idea de hibridación. Antes bien, puede
decirse que su potencia cultural entre los sectores populares es sor-
prendentemente contrahegemónica ya que no cuenta con el aval insti-
tucional de los núcleos de definición cultural hegemónica que la des-
precia.
Surgida en la década de los `60, proveniente de Colombia, se fue
modificando, incorporando a un saber popular que no requiere certifi-
caciones de pureza. Tiene una positividad única. Se baila en los hoga-
res, allí se aprenden las melodías y las letras, se conoce a los intérpre-
tes y su difusión es horizontal con emisoras de radio en FM o con CD
reproducidos prolíficamente. Los medios concentrados de comunica-
ción y las empresas discográficas lo saben y lo explotan a su servicio,
ya hay varios programas de TV abierta y por cable ocupados en redi-
Contrahegemonía
13
reccionar y encauzar esta expresión contracultural que no tardará en
estar al servicio de la hegemonía.
Sus estudiosos de marketing buscaron un camino corto. Asu-
miendo que la cumbia es una manifestación cultural de “la negrada”7
y, en la necesidad de convertirla en un negocio rentable, han avanza-
do sobre su estética copiando a los cultores norteamericanos de hip-
hop cuyo origen es africano y latinoamericano: peinados, gafas oscu-
ras, piercings, tatuajes, tinturas, gorras, capuchas, zapatillas, remeras y
pantalones grandes, gestos, modos de caminar, etcétera. Esto les
permite asimilarla al mercado y los medios de comunicación han
cumplido un rol relevante al respecto.
Por su parte, Córdoba se manifiesta con un tipo de música de ai-
re tropical venezolano pero que le es propia. Denominada genérica-
mente “el cuarteto” ha podido, por décadas, mantenerse al margen del
gran circuito de la cultura hegemónica.
A su vez el chamamé-originario de la provincia de Corrientes- se
ha extendido por todo el litoral argentino y el sur de Brasil. Rechazado
y negado durante décadas se ha ganado un lugar por sí mismo. Mu-
chas de sus letras continúan estando en guaraní, razón original de su
marginación desde los sectores de cultura europea. Algunos músicos
se han aggiornado e incorporaron instrumentos utilizados en las ban-
das de rock & rol para su interpretación. Es probablemente la única
manifestación folklórica musical que ha permanecido siendo popular y
ha trascendido las fronteras del litoral argentino debido, especialmen-
te, a la migración forzada de los litoraleños.
“Ponerle el cuerpo” es una característica saliente de todas estas
expresiones. Es siempre música para bailar masivamente, lo que hace
la diferencia con la mayoría de las expresiones de la cultura oficial
que no admite la danza de todos. No es necesario concurrir a una peña
o una academia para aprender a bailar. Por otro lado se torna indispen-
sable concurrir a lugares especiales para aprender a bailar el tango o
el mencionado “folklore oficial” porque, ajenos a la práctica cultural
7
Como expliqué en el Capítulo 1 la población de origen africano en Argentina es muy escasa, y
se aplica la denominación “negro” a los pobres, para discriminar por clase social, más que por el
color de la piel. La primera vez que escuché la palabra “negritud” fue muchos años después de
cursar múltiples seminarios de postgrado en Ciencias Sociales. La dijo, al pasar, mi amigo
Milton Trasante Crocco, de origen afro-uruguayo y me sorprendió. Me obligó a tratar de enten-
der que hay de oculto en lo afro-argentino, siempre negado.
Raúl Alfredo Guevara
14
de las mayorías, resultan tan exóticos en Argentina, como la salsa, el
son caribeño o cualquier otra danza de colectividad de inmigrantes
(vascos, daneses, gallegos, italianos, irlandeses...) que, en sus países
de origen, han corrido la misma suerte que el tango.
1.2. Religión.
El ámbito religioso es prolífico en manifestaciones populares
ajenas a lo instituido. Con sólo recorrer las rutas argentinas el viajero
puede encontrar altares dedicados a cantantes populares fallecidos en
plena juventud y apogeo artístico (Rodrigo, Gilda); a la Difunta Co-
rrea, a un araucano cristianizado como Ceferino Namuncurá, a un
gaucho matrero como el Gauchito Gil, a San La Muerte, a la Pacha-
mama, y un sinfín de expresiones por el estilo.
En todos estos lugares de culto popular pueden encontrarse velas
encendidas y una cantidad de artículos insospechados en retribución y
gratitud al santo “milagrero”, desde vestidos de novia, muletas, sillas
de ruedas, placas de agradecimiento, automóviles, uniformes, anillos,
cadenas, fotografías, pañuelos, trenzas, placas de bronce, altares, y
todo aquello que la imaginación de los más humildes interprete como
manifestación de sacrificio material para agradar al “santo” con es-
fuerzo (las peregrinaciones a pie son moneda frecuente, incluso con
largos tramos finales de rodillas).
Cierto es que todos los altares tienen en común una base cristia-
na macerada con antiguos politeísmos nunca extirpados. En esta reli-
giosidad sincrética todas las divinidades pueden convivir, no es nece-
sario negar a ninguna, se incorpora o se adoptan nuevas deidades cada
vez que una necesidad se avecina. La vela es un símbolo inequívoca-
mente religioso en todo el mundo que remite a la asociación Luz /
Dios.
Los altares hogareños de las clases subalternas cuentan con imá-
genes, estampitas, fotos de políticos, de Evita, de Maradona, de algún
equipo de fútbol, velas encendidas, promesas escritas, pañuelos atados
en las puntas (“Santo Pilatos, hasta que no se cumpla mi deseo no te
desato”). El vínculo religioso suele ser siempre condicionado: un pe-
dido implica una promesa. Se le pide al santo algo que el “promesero”
desea y éste, a su vez, ofrece alguna “prenda” o sacrificio para “pagar”
el milagro. Existe una marcada vinculación entre la percepción que se
tiene del destino como algo azaroso, producto de la suerte o de desig-
Contrahegemonía
15
nios prefijados que encauzan la vida y que sólo pueden cambiarse con
la intervención benigna de alguna divinidad. El “promesero” promete,
establece un pacto, una transacción con estos mediadores de lo divino,
de lo sobrenatural, y ofrece, a cambio de su intercesión o realización
de algún milagro alguna de las prendas arriba indicadas.
Por mucho esfuerzo que hacen los sectores hegemónicos para
modificar o sancionar estas prácticas las mismas han sobrevivido des-
de la conquista en el caso de los nativos originarios y se han conden-
sado sustancialmente con el pensamiento y la religiosidad afín de los
esclavos africanos, los campesinos europeos y del Asia menor que han
poblado este suelo.
No se puede afirmar, con certeza, que se trate de expresiones
contrahegemónicas -en el sentido de subvertir el orden establecido- o
si son meras adaptaciones simplificadas de la compleja cultura domi-
nante. En tal caso serían doblemente alienantes ya que lo hegemóni-
co, de suyo, pretende el control ideológico. Trata de influir directa-
mente por consenso explícito. Al no lograrlo plenamente con sus
aparatos ideológicos termina haciéndolo por una especie de consenso
implícito, tácito. Éste aceptaría la existencia de un destino del que no
podemos escapar y por ello se verían legítimas todas las expresiones
de espiritualidad y religiosidad que ayudan a transitar con esperanza
este “valle de lágrimas”. Si bien no responden al modelo primigenio
que proponen las religiones oficiales, o reconocidas oficialmente por
el Estado, sus resultados son los mismos ya que lo religioso se remite
a salidas individuales y excepcionalmente se refieren a reclamos co-
lectivos. Éste sería el caso de sequías prolongadas en que todos piden
por lluvia. Si no hay cosecha no sólo se perjudica el terrateniente.
Para los grupos dominantes se tratará de desviaciones doctrinarias y
distorsivas de la dogmática oficial.
También cabrá alguna explicación sociológica que admita como
plenamente lícita cualquier manifestación del sentido trascendente en
los grupos humanos, particularmente de los que habiendo conocido el
infierno en este mundo se consuelan con la esperanza única, de una
vida venturosa, de un paraíso, al finalizar su precaria existencia de
explotación, resignación, sumisión, y carencias de todas las caracterís-
ticas imaginables que suelen definirse como “pobreza estructural”.
Aunque podría serlo, no es necesariamente contrahegemónico el
ateísmo “tolerante”. Si no propone el cambio de manos de la hege-
Raúl Alfredo Guevara
16
monía en su conjunto su lucha es localísima y hasta funcional a la
conservación de lo establecido.
La religiosidad es un espectro difuso ya que hay múltiples for-
mas de buscar respuestas en lo sobrenatural. Se estructuran como
religiones, cultos, sectas, asociaciones civiles, iglesias…
La mayoría de las alternativas religiosas no superan ese nivel.
En el fondo no discrepan con las autoridades eclesiales de la Iglesia
Oficial.
El catolicismo politeísta popular se corporizó en altares. En ru-
tas y casas de familia. Los santos populares canonizados por el pue-
blo, Gauchito Gil, Gilda, Difunta Correa, San La Muerte, no son reco-
nocidos por la Iglesia, Católica que sigue de cerca la evolución y está
siempre atenta a las “misteriosas” apariciones de imágenes de vírgenes
en lugares que después convierten en santuarios. (Itatí, Guadalupe,
Caacupé, San Nicolás, Luján…)
Las religiones Cristianas Evangélicas, rechazan de plano, toda
adoración de imágenes, incluso las católicas. Siguiendo a Lutero
aceptan como textos sagrados los mismos cuatro evangelios que en el
año 367, el obispo de Alejandría, Anastasio, incorporó a las Escrituras
Sagradas. Desestiman los otros veintiún evangelios que circulaban
por entonces.
Cada vez más se difunde por la prensa la condición humana de
miles de sacerdotes católicos que, conminados por su elección de vida
se constituyen en ejemplo a seguir, deben ser un ejemplo ético y mo-
ral. Esta condición humana nos remite a ladrones, violadores, pede-
rastas, torturadores, homosexuales, heterosexuales no célibes. ¿Son
ellos contrahegemónicos? ¡Claro que no!
No confrontan con la hegemonía. Por un lado asumen que son
pecadores a los ojos de la Iglesia y su comunidad. Por otro lado son
juzgados como delincuentes por la justicia común.
De ningún modo pueden ser considerados “contrahegemónicos”
o “alternativos” ya que no proponen nuevas formas religiosas, o de
vivir la religión. Mucho menos cuestionan los artículos de fe esencia-
les, ni los dogmas. Asumen que han violentado las reglas, incumplido
las normas éticas y morales, roto sus votos, pero no proponen que su
comportamiento sea tomado como ejemplo. Sin meternos con los
curas casados que suelen estar más enojados con la institución Iglesia,
como construcción humana, que con la propia fe cristiana.
Contrahegemonía
17
Un espacio relevante en la religiosidad contrahegemónica lo
ocupan las religiones afroamericanas: Vudú, Santería, Candomblé,
Quimbanda, Aruanda, Umbanda, Palo, Rastafari, Hoodoo. Sin em-
bargo se hallan en un nivel de difusión exclusivo de los sectores me-
nos escolarizados y más marginales de la sociedad.
1.3. Sentido Común.
La hegemonía cultural, más sutil, más vivida prácticamente, más
metida en nuestros cuerpos, mentes y corazones, deja poco lugar para
la pervivencia de otros “sentidos comunes”. Desde los sectores de
poder se ha definido el bien y el mal. Esa es función de los Grandes
Intelectuales.
La sociedad toda, en América Latina, va corrompiéndose desde
la cúspide. Y aparecen justificaciones para aceptar que las verdades ya
no son absolutas, hay verdades o mentiras a medias, se está “mas allá
del bien y del mal” en un sentido nietzchiano o de Felipe el Evange-
lista. Nada ni nadie es absolutamente bueno, ni justo, ni bello, ni mo-
ral, ni ético. Se convive con la corrupción, el robo, la deshonestidad.
Aunque se insista en que esos son males del presente, se intente insta-
lar la idea de que “todo tiempo pasado fue mejor”, “que antes valía la
palabra”, que la ética y la moral presidían el sentido de la vida, el aná-
lisis de fuentes escritas da cuenta de las quejas manifestadas por escri-
tores, políticos, clérigos, militares, y una variedad de hombres públi-
cos respecto de comportamientos no-éticos e inmoralidades recurren-
tes.
El tango Cambalache pintaba en 1934, la desilusión en los valo-
res vividos por la sociedad. Cabe preguntarse si todos estos disvalores
son patrimonio del género humano o son etapas sociales transitorias.
Una sucesión de dichos y sentencias populares se van ajustando
a una realidad de corrupción y junto a las certezas de este tango em-
blemático aparece un rico refranero: Al dicho “Vergüenza es robar” se
opondrá “Vergüenza es que te vean robando” o “Vergüenza es robar y
no traer nada pa´ las casas”. Y podemos enumerar una cantidad difícil
de precisar: “no me voy a ensuciar por unas monedas, para robar hay
que robar en grande, como los políticos”, “Este es un país católico”,
“Otra muestra de viveza criolla”, “Aunque sabemos que se malversa-
ron los fondos, esperamos que al menos aparezcan los recibos de
Raúl Alfredo Guevara
18
compra”, “Haz lo que digo, no lo que hago”, “Hecha la ley hecha la
trampa”, “si dejamos de robar durante dos años el país se arregla”.
El refranero no admite la utopía, asume con fatalismo que no
puede cambiarse esta sociedad que vive estos valores. Se demanda
que el buen ejemplo, la justicia, la ética, la moral, venga de las clases
dirigentes. Pero se percibe drásticamente que será una espera infruc-
tuosa.
CAMBALACHE (1934)
Letra y Música de Enrique Santos Discépolo
Que el mundo fue y será una porquería, ya lo sé;
en el quinientos seis y en el dos mil también;
que siempre ha habido chorros, maquiavelos y estafaos,
contentos y amargaos, valores y dublés,
pero que el siglo veinte es un despliegue de maldá insolente
ya no hay quien lo niegue; vivimos revolcaos en un merengue
y en un mismo lodo todos manoseaos.
Hoy resulta que es lo mismo ser derecho que traidor,
ignorante, sabio, chorro, generoso, estafador.
Todo es igual; nada es mejor;
lo mismo un burro que un gran profesor.
No hay aplazaos ni escalafón; los inmorales nos han igualao.
Si uno vive en la impostura y otro roba en su ambición,
da lo mismo que si es cura, colchonero, rey de bastos,
caradura o polizón.
Que falta de respeto, que atropello a la razón;
cualquiera es un señor, cualquiera es un ladrón.
Mezclaos con Stavisky, van Don Bosco y la Mignon,
don Chicho y Napoleón, Carnera y San Martín.
Igual que en la vidriera irrespetuosa de los cambalaches
se ha mezclao la vida, y herida por un sable sin remaches
ves llorar la Biblia contra un calefón.
Siglo veinte, cambalache, problemático y febril;
el que no llora, no mama, y el que no afana es un gil.
Dale nomás, dale que va,
que allá en el horno nos vamo a encontrar.
No pienses mas, echate a un lao,
que a nadie importa si naciste honrao.
Que es lo mismo el que labura noche y día como un buey
que el que vive de las minas,
que el que mata o el que cura, o está fuera de la ley.
Contrahegemonía
19
No se cree en las instituciones ni en los funcionarios que las en-
carnan. Obispos, sacerdotes, policías, militares, jueces, empresarios,
ministros, políticos, médicos, abogados, economistas, maestras, corren
la misma suerte que cientos de profesiones desacreditadas. Ya en
1879, el hijo de Martín Fierro describe al tutor (el viejo Vizcacha) que
un juez le asignó con el propósito de prepararlo para la vida. La per-
cepción de esta situación terminal es un buen caldo de cultivo para la
construcción de nuevos sentidos comunes, que confronten.
Cuando el juez me lo nombró
al darmeló de tutor,
me dijo que era un señor
el que me debía cuidar,
enseñarme a trabajar
y darme la educación.
Pero qué había de aprender
al lado de ese viejo paco
que vivía como el chuncaco
en los bañaos, como el tero;
un haragán, un ratero,
y más chillón que un barraco.8
Las militantes feministas son activas promotoras de nuevas mi-
radas que las integran, algunas minorías étnicas están haciendo oír su
voz, los habitantes de los suburbios buscan expresarse y hacerse no-
tar, pero parece lejano el tiempo de la organización que ponga del
mismo lado a todos los que luchan. Desde el poder se alientan todas
las demandas locales, parciales, pequeñas, con la condición de que no
se unan o desconfíen de quienes se solidaricen, en especial cuando se
presume que el solidario es un enemigo potencial, “un lobo con piel
de cordero” como en el caso de varones no machistas que pretenden
acompañar a las feministas en sus luchas.
En el Capítulo 3 expliqué las estrategias que la derecha ha des-
plegado en las últimas tres décadas del siglo XX. Es notable la falta
de respuestas orgánicas de la izquierda derrotada o asimilada.
8
HERNÁNDEZ, José. (1879) La Vuelta De Martín Fierro, Ed. Capalbo Lucas Bs. As
Raúl Alfredo Guevara
20
La lucha por la instalación de nuevos sentidos es localizada, in-
tuitiva, vacilante, confrontativa, dispersa, desperdigada, desarticulada,
infructuosa. Cuando no alcanza el rango de contrahegemonía es una
mera alternativa.
Los valores que devienen de la filosofía hegemónica son los va-
lores que enunciamos como sociedad, como clases subalternas. Los
que decimos sostener. Veamos un ejemplo:
En un partido de fútbol holandés, Ajax tenía un jugador le-
sionado, en el piso. Los rivales tiraron la pelota afuera para
que sea atendido el lastimado.
Cuando restituyeron la pelota un jugador de Ajax quiso dár-
sela al arquero adversario con tan mala fortuna que terminó
metiéndola en el arco. Todos quedaron perplejos, el que con-
virtió el gol no sabía que hacer. El árbitro validó el gol. Y los
rivales sacaron del medio reiniciando el juego.
Ajax, sin proponérselo iba ganando el partido. Querían ga-
nar. Pero no de ese modo.
Espontáneamente se quedaron parados en sus lugares, hasta
que los rivales enmendaron la ventaja obtenida ilegítimamente
y convirtieron el gol del empate sin oposición.
Puede verse en:
http://www.youtube.com/watch?v=Pro7ZY-Xab8
El relato viene a cuento porque en nuestro Sentido Común está
instalado ese valor de la lealtad deportiva. Ver ese ejemplo conforta e
invita a exaltarlo.
Pero existe un sentido común alternativo, expresado en múltiples
acciones de la vida cotidiana.
Para no salir del fútbol...
Aunque lo anterior nos pareció bueno y ejemplificador, en Ar-
gentina seguimos festejando el gol de Maradona en el Mundial 86, con
la mano, a los Ingleses. Ese gol eliminó a Inglaterra del mundial.
Esto en modo alguno es contrahegemónico. Forma parte del do-
ble mensaje que dan los que imparten justicia, con fallos que contrarí-
an los sentimientos de la población: culpables de todo tipo de críme-
nes declarados inocentes por algún artilugio legal o por algún tecni-
Contrahegemonía
21
cismo, sacerdotes que incumplen sus votos de castidad llegando, in-
cluso, a abusos sexuales contra niños en sus escuelas, con políticos
corruptos, economistas que estafan al país, militares que usan las ar-
mas pagadas por el pueblo en contra de su mismo pueblo e instalan
dictaduras en nombre de la libertad y la democracia, legisladores que
en lugar de servir a la política se sirven de ella.
El Sentido Común se ve atacado por el doble mensaje y la doble
moral que emana de los grupos hegemónicos en pugna.
Son hombres ricos urbanos quienes escribieron la Biblia y dije-
ron que Dios era Padre (hombre), además dijeron que él (Dios) les
dictaba o inspiraba para escribir los textos sagrados (el deber ser).
Hubo allí pactos de caballeros: “No desearás la mujer de tu prójimo,
no codiciarás su casa, su campo, su siervo o su sierva, su buey o su
asno: nada que sea de tu prójimo”. Pero sobre todo “no robarás”. En
la misma línea, varios milenios después, escribieron constituciones
que garantizan lo inalienable de la Propiedad Privada. Y nunca esta-
ban hablando de cuestiones menores. Se referían a los modos de ga-
rantizar las condiciones en que los medios de producción y los recur-
sos naturales estén en manos de algunos varones de cada sociedad.
Desde la administración del poder político cristalizan el despojo de las
clases subalternas. Lo hacen con medidas económicas confiscatorias,
la entrega del patrimonio colectivo y de recursos naturales a intereses
particulares, el endeudamiento financiero de las próximas generacio-
nes y la permanente exclusión de las mayorías con el soporte ideoló-
gico que brindan los constructores de sentido común. Los poseedores
de la Opinión Publicada, generan un sentido común individualista
que se resume en: “Sálvese quien pueda”; “No digo que los políticos
dejen de robar, sólo pido que dejen algo para el pueblo”.
Un ejército de pequeños propietarios / consumidores / pagadores
de impuestos/ asumen el fantasma del comunismo en defensa de sus
insignificantes propiedades, sus consumos en cuotas, con usurarias
tarjeta de crédito, su “nivel de vida”. Levantan las banderas de la
inseguridad para justificar mayor represión a los sectores populares y
no advierten que quienes endeudan a sus descendientes no purgarán
condena.
Pobres contra pobres, el otro es la amenaza, con el agravante
que, en este caso, el otro es mi igual, mi idéntico.
Raúl Alfredo Guevara
22
Los sectores dominantes recurren a la escuela para “contener”
(dique – corral) y confinar a los hijos de los pobres sacándolos de las
calles. El grado de alienación llega a niveles tales que los mismos
marginados solicitan escuelas. En casos más extremos hay salidas
alternativas, nunca contrahegemónicas, en que organizaciones popula-
res crean sus propias escuelas, cargando con la responsabilidad que
debiera ser del Estado, aceptando los contenidos y las pautas impues-
tas a cambio de subsidios y reconocimiento oficial.
En culturas patriarcales diferentes de las nuestras, donde el lugar,
la actividad, la vestimenta, y todo lo que rodea a la mujer está fuerte-
mente reglamentado y legislado, el consenso cultural de las mujeres es
un logro hegemónico. La periodista sudanesa Lubna Husein, por
vestir pantalones vaqueros, prenda que la ley de este país considera
“inadecuada” e “inmoral”, por lo que se enfrenta a una condena de
cuarenta latigazos. Ella se negó a pagar la multa porque no quería
legitimar la decisión judicial, ya que quería ser juzgada y mostrar al
mundo el disparate y lo retrógrado de la norma. Después la asociación
de periodistas pagó la multa y la mujer fue liberada. La mujer buscó
la confrontación abierta con el sistema, pero sus colegas varones lo
evitaron poner en duda el patriarcado respondiendo al Sentido Común
de Sudán.
1.4. El núcleo filosófico.
1.4.1. Lo Justo
Como se ha visto, las leyes pueden ser progresivas, alternativas,
ir en el sentido de favorecer a los olvidados de las sociedades, pero no
serán contrahegemónicas hasta que se tome el poder.
Lo del Movimiento Cannabis por la Legalización y la Normali-
zación del consumo de marihuana me parece de estrechos horizontes,
pero ciertamente confronta con la legislación. En el ámbito del Senti-
do Común tienen ganada la batalla, al igual que la igualdad de dere-
chos para lesbianas, gays, bisexuales, transexuales (LGBT). "Que
cada uno se meta en el cuerpo lo que quiera, mientras no perjudiquen
a terceros". En este sentido común se asentarán nuevas legislaciones,
pero ninguno de los movimientos modificará las bases del poder he-
gemónico, ya que el primer postulado es un principio del liberalismo
Contrahegemonía
23
político clásico: la libertad individual. Ambas son medidas cosméti-
cas, que retocan lo que permanece intacto.
Hay un fenómeno urbano denominado Okupas. Son contrahe-
gemónicos porque confrontan directamente con el principio burgués
de defensa de la propiedad privada. ¿Pero buscan un cambio en la
sociedad? ¿Alguna revolución que los haga avanzar y crecer como
movimiento social? ¿O sólo se conforman con apropiarse, sin papeles,
de las propiedades? La hegemonía tomará cartas en el asunto. Como
no forman parte de un movimiento social que los sostenga, no se ajus-
tan a derecho, y el valor supremo de la burguesía en el poder es la
Propiedad Privada, están condenados al fracaso. Su acción no pasa de
ser alternativa. Su mayor desarrollo político podrá lograr títulos de
propiedad -en caso de que los inmuebles fueran estatales- o contratos
de comodato para legitimar las ocupaciones. No alcanzarán a modifi-
car el statu quo. De lograrlo todos podríamos ser Okupas y no habría
necesidad de procurarse la vivienda, con tomarla sería suficiente.
Estaríamos ante la ausencia de Estado de Derecho: en un colectivismo
primitivo o en una sociedad anarquista superior, que procure el dere-
cho universal de la humanidad al disfrute de los bienes materiales, o
bien una de esas sociedades post-nucleares que muestra el cine de
ciencia ficción..
En 2009 treinta líderes de las comunidades afrodescendientes,
gitanas, palenqueros e indígenas de todo el país, se dieron cita en la
capital colombiana para analizar de manera conjunta con funcionarios
del gobierno los 33 artículos que componían un Proyecto de Ley de
Lenguas Nativas. Éste proponía, entre otras cuestiones, la creación
del Consejo Nacional de Lenguas Nativas como organismo técnico
encargado de asesorar al Gobierno Nacional en definición, adopción y
orientación de los planes de protección y fortalecimiento de las len-
guas de grupos étnicos presentes en el territorio colombiano. Es una
manifestación con clara presencia de las etnias olvidadas o negadas
que han resistido a la imposición hegemónica. De dictarse la ley esta-
rán en mejores condiciones materiales para preservar su identidad.
Debe destacarse que estos avances se dan en un marco de distensión,
propuesta por el mismo neoliberalismo, que propone y estimula la
demanda local, fragmentaria, parcial de los derechos de minorías invi-
sibilizadas. El propósito es que las mismas no alcancen a verse como
miembros de un conjunto amplio de sojuzgados, explotados y margi-
Raúl Alfredo Guevara
24
nados. Sin embargo, la respuesta de los líderes es congruentemente
contrahegemónica porque acuden a la apertura, pero bajo los términos
de unidad que nunca hubieran propuesto desde el poder.
Un hecho similar ocurrió el Día Internacional de los Gitanos. En
2009 se celebró un acto en la sede del Parlamento Regional de Anda-
lucía. Allí el Movimiento Asociativo Cántabro de esta etnia expresó
su aspiración de seguir avanzando para alcanzar "la plena ciudadanía"
e izó su propia bandera.
Estos dos últimos ejemplos llevan en sí mismos la voluntad de
mostrar las diferencias, asumiéndose minorías que reclaman los dere-
chos de las mayorías. Simultáneamente se ponen una cápsula de cia-
nuro entre los dientes. La plena integración podría operar en una co-
optación no esperada. ¿Quieren seguir siendo contrahegemónicos o
diluirse en la ciudadanía global?
1.4.2. Lo Bello
Es en este ámbito donde la disputa es encarnizada y la contrahe-
gemonía muestra incontables aristas, siempre censuradas o acosadas
desde el poder.
Cada una de las consideradas Bellas Artes será interpelada y los
sectores subalternos darán respuesta a todas en mayor o menor grado.
No debe olvidarse que aquí también se juegan cuestiones de acceso a
los recursos.
Hay una arquitectura popular en cada región que responde a las
necesidades y a las posibilidades de los más humildes con materiales
del lugar.
Las danzas que la hegemonía entroniza son reemplazadas por to-
do tipo de manifestación corporal vinculada con el baile. La transmi-
sión es espontánea, entre generaciones, o al interior de una misma
generación.
La escultura es reemplazada por tallas menores en madera, arci-
lla, parsec, cerámicas.
La música, de la mano de la danza tiene la potencia cultural irre-
frenable que en los grupos hegemónicos ha alcanzado un techo y por
eso se dedican a reproducirse y conservarse. Tal el caso del ballet
clásico.
La pintura tendrá correlatos con los grafittis y sténciles que se fi-
jan en las paredes de los centros urbanos, aunque llama la atención el
Contrahegemonía
25
beneplácito que está causando la emulación de grafittis del movimien-
to hip-hop, especialmente porque no expresan posiciones políticas
contraculturales.
La asociación entre música y poesía es permanente. Predomina
en todo este movimiento la oralidad y la gestualidad. Los payadores
fueron una forma de juglar itinerante en el ámbito rural. Hoy los can-
tantes populares logran difundir sus letras cuando el pueblo se identi-
fica con sus temáticas. Las melodías verdaderamente populares son
replicadas en los estadios de fútbol y en las movilizaciones populares.
A su vez, la literatura, encuentra un correlato en la conservación de
antiguas leyendas rurales y en la proliferación de Leyendas Urbanas
que llevan un hilo conductor y que se cuentan como acontecimientos
que realmente han ocurrido. Logran verosimilitud, cuando los perso-
najes de cada historia llevan nombres y apellidos conocidos o remiten
a el amigo de un amigo, el primo de, el cuñado de, el vecino de...
Estas manifestaciones, ¿pueden ser consideradas acciones de
sentido contrario a la hegemonía? Sí. La contrahegemonía se mani-
fiesta en acciones minúsculas, inconexas, reactivas, que no siempre
tienen conciencia de serlo, pero lo son en la medida en que no intentan
agradar ni pertenecer a lo hegemónico. Lo confrontan, lo discuten, lo
tratan con desprecio e indiferencia. Las acciones confrontativas más
orgánicas pueden llevarnos a clasismos, racismos, sexismos, territoria-
lismos, etnicismos, de sentido contrario y de dispar potencia y exten-
sión en la población.
En poblaciones fronterizas se observa la fusión de lenguas:
“spanglish”, “portuñol”, “guaruñol”. Responderían a lo que García
Canclini llamó Culturas Híbridas o procesos de hibridación de la
cultura.
No me atrevería a afirmar que alguna forma cultural pueda deve-
nir híbrida, ya que supondría que allí encontraría su fin y negaría la
posibilidad de desarrollo de esas nuevas formas culturales del pueblo
que resiste y se adapta sin renunciar del todo a sus raíces y tomando
elementos de la otra cultura que le permiten sobrevivir. Todas estas
formas son contraculturales o contrahegemónicas en sentido extenso
ya que ninguno de los grupos hegemónicos que controlan las socieda-
des de origen o de residencia las acepta o las reconoce. No habrá ins-
tituciones formales para contenerlas. Las escuelas se aferrarán a la
cultura y la lengua de la sociedad que las financian.
Raúl Alfredo Guevara
26
A la cinematografía, la pintura y la historieta se las confronta con
el video casero pero, sobre todo, con el videoclip. Una lógica y una
construcción vertiginosa que reúne la síntesis argumental, con música,
danza, vestimenta.
En Chiapas se leen discursos del EZLN en castellano pero a la
vez en tzotzil. Es una manifestación contrahegemónica que pretende
la incorporación y la aceptación de lo sojuzgado. Mucho más contra-
hegemónica sería si el discurso sólo se diera en tzotzil.
1.4.3. Lo bueno
Bajo un rótulo tenebroso se encuentran las denominadas “Malas
Artes”:
Brujería Curanderismo Adivinación
Quiromancia Tarot Espiritismo
Satanismo Videncia Clarividencia
Magia Rúnica Magia Negra Magia Blanca
BibliomanciaNigromancia o
Necromancia Selenomancia
HoróscopoTaseomancia o
Tasomancia Carta Natal
Catoptromancia o
Catoptromancía o
Captromancia o
Enoptromancia
Astrología Bactromancia Taseografía
Cuando me adentré en la investigación de estas manifestaciones
me encontré con un universo desconocido que superaría largamente
todo el contenido de este libro. Baste decir que son manifestaciones
contrahegemónicas que se ocupan de disputar el terreno a la ciencia
médica oficial y especialmente a lo religioso. Se parte del concepto de
la inevitabilidad de un destino prefijado, pero la acción contrahege-
mónica es el esfuerzo por desentrañarlo, por conocer el futuro para
torcerlo, engañar al destino, prevenir enfermedades y accidentes, con-
seguir salud, dinero, amor, trabajo, bienestar, triunfar en el estudio o
aprobar exámenes sin estudiar.
En una palabra, lograr una vida más llevadera. Sin dudas, a los
que mejor les va es a quienes logran convencer a otros para que les
paguen por estos servicios tan beneficiosos. En el fondo no hay dife-
rencia material con los sacerdotes de las religiones reconocidas ofi-
Contrahegemonía
27
cialmente, que son mantenidos por sus feligreses directamente, o me-
diante los impuestos que el Estado se encarga de recaudar para luego
derivarlos al sostenimiento del culto.
2. La acción.
Es una cuestión central determinar si una técnica, una acción,
puede ser algo más que eso. La misma técnica puede utilizarse para
diferentes fines, propósitos, metas, objetivos.
Pongamos un ejemplo: El método de lectoescritura propuesto por
Freire no es más que eso. Se utilizó en las favelas, pero también en
Nicaragua Sandinista de los 80, en la Argentina alfonsinista, y ya lo
había usado Pinochet en Chile.
Las armas, las herramientas, las computadoras, las maquinarias o
los medios de comunicación, en tanto son elementos técnicos, son
sólo eso.
Su potencialidad no reside en ellos mismos, sino en el uso que
seamos capaces de darles y de lo que pretendamos hacer con ellos.
Es la intencionalidad lo que da sentido a la técnica. Y eso la
convierte alternativamente en hegemónica o contrahegemónica. Los
pastores norteamericanos y algunos militantes populares caminan las
mismas calles del barrio. Ambos hablan con los más pobres, reparten
sus folletos, a veces hasta los escuchan y quizá hasta compartan sus
condiciones de vida. Sus propósitos son, en principio, diferentes.
Unos proponen que acepten su destino, la mejor vida es la que se
adquiere después de la muerte ya que no hay nada que puedan hacerse
aquí. Los otros los incitan a ser artífices de su propio destino, nada se
puede esperar de los poderosos, la mejor vida puede ser vivida aquí,
pero hay que luchar y comprometerse para ello.
Si no hay propósitos, sino hay fines, el sujeto queda sujetado y
deviene objeto de una acción que persigue fines que él desconoce. Es
un idiota útil, aunque los fines puedan ser altruistas. Un ejemplo inte-
resante es el que nos brinda el grupo "Ukamau y ké" que significa
"Así es y qué". Jóvenes bolivianos, de El Alto, ciudad contigua a La
Paz, de extracción humilde, vieron en el hip-hop una válvula de esca-
pe para su descontento social. Rapean en aymara, la lengua predomi-
nante. Sus letras tienen contenido social y político. Son ciertamente
contrahegemónicos.
Raúl Alfredo Guevara
28
Pero ya la hegemonía se ha percatado y promueve nuevos grupos
funcionales al sistema de dominación, que ahora se visten usan panta-
lones anchos, camisas con logos en inglés y gorras de beisbolista: la
típica vestimenta de los raperos estadounidenses, algo con lo que no
están de acuerdo los pioneros del rap en aymara.
Los Medios no garantizan un Fin. Y, aunque es tema de otro de-
sarrollo: El Fin no justifica los Medios.
Contrahegemónico
Me gustaría comentar algo que tal vez aporte a este debate
sobre lo hegemónico / contrahegemónico / alternativo...
En 1930 Mahatma Gandhi realizó una "desobediencia civil"
contra los colonialistas británicos cuando movilizó a miles de
indios hacia las costas en busca de sal, rehusándose a comprar
la sal que no solo monopolizaban los británicos, sino que tam-
bién habían aplicado unos impuestos abusivos e injustos para
los indios. Anteriormente en 1906 hizo un llamado a no sacar
la cédula de identidad que se les exigía, todos lo siguieron. Me
parece que es interesante analizar estos hechos como una resis-
tencia, como la no aceptación de algo simplemente "porque si"
. Sería como pararse en la vereda de enfrente y decir, a noso-
tros no nos parece, creemos en otra forma de hacer, pensar o
ver las cosas.
Claro que hay que tener en cuenta que fue en un colonialis-
mo y aún las instituciones gubernamentales no habían calado
en las mentes de esa sociedad, es decir, Gandhi y sus seguido-
res pudieron ver otra posibilidad porque no tenían naturalizado
comprar sal o necesitar una tarjeta para saber quienes eran.
En cambio, hoy en día para nosotros si no tenemos el "DNI" ,
no tenemos identidad.... o creemos que la sal brota en paqueti-
tos “ Dos Anclas.... ”
También creo que, justamente por esa razón, de no haber
naturalizado ciertas cosas, los colonialistas británicos se veían
obligados a usar métodos coercitivos (Ghandi como cientos de
indios fueron arrestados y reprimidos violentamente por sus
"violaciones a la ley".)
Miguel Ángel Amarilla (Estudiante de la UNLZ)
Contrahegemonía
29
Es difícil pensar la contrahegemonía porque estamos metidos
dentro de los valores hegemónicos.
3. Algunos ejemplos para pensar
3.1. Religión
En 2009 hubo un grupo de personas que entregó en el Arzobis-
pado de Buenos Aires una nómina con 1.085 firmas que quieren des-
vincularse para siempre de los registros de bautismo y que rechazan la
política "social y sexual de la Iglesia Católica"
Es una postura contrahegemónica, de ruptura, que confronta con
el sacramento y su simbolismo. Ya no quieren tener nada que ver con
lo anterior. Han formado parte de la estructura hegemónica. Pero ya
no más.
3.2. Valores
a) En Salta, un policía, a quien no le sobra nada, encontró un
bolso con miles de dólares y lo devolvió al dueño. Recibió una re-
compensa miserable y la donó a un hogar de ancianos desvalidos.
b) En San Juan un colectivero encontró en su ómnibus un male-
tín con dinero y lo devolvió.
La pregunta que hay que hacerse es ¿Qué prescribían los valores
hegemónicos? ¿Qué debía hacerse con el dinero encontrado? Y vere-
mos que ambos sirvieron a la hegemonía ya que ésta espera que:
• se devuelvan los dineros ajenos. (no robar, ganar el pan con
el sudor de la frente)
• quien devuelve sea recompensado. (con la idea de que el
gesto sea público y por ello imitado)
• se hagan obras benéficas. (caridad)
• “al César lo que es del César” (el dinero a su dueño original)
¿Y por qué estas noticias resultan inquietantes?
Porque en nuestro Sentido Común también hemos aprendido la
cultura del “doble standard” que maneja la propia Hegemonía para la
clase dirigente “el que devuelve es un gil (imbécil)”.
Raúl Alfredo Guevara
30
Desde esta mirada, contrahegemónico es un señor cajero banca-
rio de Santa Fe que se robó tres millones de dólares en pequeñas can-
tidades, durante años, del Banco.
Cuando descubrieron el faltante lo metieron preso por tres años.
Ahora está libre. El dinero nunca se recuperó (el banco nunca lo en-
contró). La justicia hegemónica ya no puede juzgarlo nuevamente por
la misma causa. Para nuestro Sentido Común Contrahegemónico “ese
la hizo bien”.
La delincuencia, en general, es contrahegemónica. Nuestro Sen-
tido Común Contrahegemónico de clase subalterna no está en contra
de los delincuentes en general, pero haciendo una salvedad: “Que le
roben a los que tienen” y censuramos al ratero que roba las zapatillas
o la garrafa de gas al vecino. Es decir que se pone en cuestión lo que
es Justo para la hegemonía.
Como se ha visto, la contrahegemonía se construye de pequeñas
manifestaciones, no siempre conexas, no siempre homogéneas. Cada
una confronta en el nivel que le toca y, de ese modo, cuestiona al con-
junto.
Digamos que una fábrica cerrada por sus dueños, en quiebra, en
concurso de acreedores, si es recuperada por una Cooperativa de tra-
bajadores es una manifestación contrahegemónica al capitalismo sal-
vaje. Esa cooperativa no cuestiona el folklore ni la religión. Sin em-
bargo pone en tela de juicio Lo Justo (los criterios de justicia social) y
Lo Bueno (la propiedad privada), pero no se mete con lo bello.
También intenta modificar el Sentido Común (“siempre ha ha-
bido y siempre habrá pobres”) mostrando que no hay un destino mar-
cado y que no tiene por qué seguir habiendo pobres.
3.3. Folklore
El reggae y el reggaetón confrontan porque son expresiones po-
pulares no oficiales. Además no es sólo la música y la danza, hay un
look propio, una estética que rechaza la establecida. Aunque siempre
queda la duda, porque el capitalismo está siempre atento para absor-
ber todo lo que se presenta. Por ejemplo ha convertido a el Che, para
enormes masa de población en sólo un souvenir, aún en Cuba.
Las Murgas de Buenos Aires fueron una expresión popular tan
contrahegemónica que las dictaduras prohibían la realización de Cor-
sos en Carnaval, particularmente por la gran participación popular y el
Contrahegemonía
31
contenido social de la protesta murguera. En tiempos de censura
política y cultural el Carnaval obligaba a distender las proscripciones
por su ambiente festivo de ocho noches. Las murgas presentaban su
reina-vedette: un travesti.
En Argentina se cancelaron los feriados de Carnaval en 1977,
durante la dictadura. Desde 1983 hubo gobiernos democráticos, los
legisladores no han podido (no han querido) reinstalarlos hasta 2011.
El Poder Ejecutivo, escuchando el clamor de los carnavaleros, los ha
restablecido por Decreto además de enviar un proyecto de Ley al
Congreso Nacional.
La censura modificó el fenómeno carnavalero. Lo multiplicó.
Históricamente el Carnaval fue una fiesta pagana (fiesta de la carne y
la lujuria). Cooptado y reformulado por la hegemonía eclesial en la
antigüedad se le ajustó el calendario. Desde entonces la fecha es mó-
vil y se ajusta a 40 días antes de Pascua (la cuaresma cristiana). En
Cuba los carnavales se festejan en junio, también con fechas móviles.
En 1988, con el propósito de promover el turismo interno de las
clases medias, las fechas patrias y los feriados nacionales se corrieron
caprichosamente hacia los fines de semana.
Los carnavaleros, que carecían de calendario oficial, también
acomodaron las fechas a su conveniencia. Y con la antigua consigna
“todo el año es carnaval” recuperaron las calles para encontrarse a
repicar tambores y bailar.
Las murgas y comparsas presentaron resistencia cultural desde
sus orígenes. Lo hacen con danza y percusión en el Río de la Plata,
con trajes de raso y lentejuelas, las caras maquilladas. Del mismo
modo, aunque con otros ritmos en el litoral . Con diabladas, capora-
les y mucho desfile con baile e instrumentos de viento y percusión en
el noroeste. Puede verse como una resistencia de clase, es el momento
en que el pobrerío se enmascara, se disfraza, y desfila ante sus propios
parientes, amigos y vecinos, frente a miles de otros pobres.
El carnaval argentino permanece con la lengua arrancada. Sólo
en la Ciudad de Buenos Aires hay más de 400 asociaciones carnavale-
ras que se movilizan todo el año. El fenómeno se multiplica en el
país. En algunas localidades se fueron permitiendo y estimulando
estas fiestas antes de la restitución del feriado.
Hay un peligro latente que se cierne sobre esta expresión genui-
na: por un lado las autoridades municipales ponen cada vez más requi-
Raúl Alfredo Guevara
32
sitos para permitir los desfiles. Imponen reglamentos y sobornan a las
agrupaciones con subsidios (que se pierden si no se acata el reglamen-
to). Por otro lado las escuelas van incorporando la actividad murguera
como forma recreativa que permite hacer intervenir a los docentes de
música, de plástica, labores, literatura, historia, educación física. La
murga encerrada en la escuela correrá la misma suerte que ha corrido
la educación artística: perderá su dinámica y su potencia cultural. Se
convertirá en un contenido rutinario, en una actividad extraprogramá-
tica pautada, reglamentada y previsible que, finalmente se tornará
aburrida. La murga solo puede ser creada y recreada por auténticos
carnavaleros fuera de la institución que la hegemonía ha creado para
perpetuarse.
La Murga Uruguaya no se parece a la Argentina. Ellos pudieron
conservar la voz y nunca perdieron el carnaval.
Ha sido una clara manifestación contrahegemónica y desde hace
una década (Jaime Roos mediante) se ha difundido hacia Argentina y
se ha convertido en un espectáculo for export. Se fue estandarizando,
adaptando, naturalizando y hoy es , en gran medida, una manifesta-
ción cooptada por la hegemonía. Con reglamentos rígidos, con jura-
dos implacables que juzgan poesía, melodía, arreglo coral, percusión,
trajes, maquillajes... La espontaneidad del pueblo se ha profesionali-
zado y terminaron siendo restrictivas. Límite en la percusión (tres),
número máximo de integrantes (diecisiete). Tal limitación es imposi-
ble de imaginar en ninguna agrupación carnavalera del continente.
Todas ellas son inclusivas. Todos tienen algún lugar o función: baila-
rines, percusionistas y hasta trompetistas, abanderados, maquilladores,
costureras.
3.4. Peronismo.
Respecto del peronismo hegemónico, en 1955, la Iglesia y el
Partido Comunista eran “contrahegemónicos”. Cabe aquí la pregunta
central... ¿respecto de qué el primer peronismo (1945-1955) era he-
gemónico y respecto de qué era contrahegemónico? Cierto es que
significó un cambio en el Bloque Histórico. Fue un conglomerado de
fuerzas que estaban dispuestas a terminar con el Antiguo Bloque His-
tórico y en él confluyeron elementos - personas y agrupaciones- con-
trahegemónicas y también alternativas. Es un movimiento policlasis-
Contrahegemonía
33
ta. Es el hecho maldito del país burgués9. Llevó a cabo una verdadera
revolución cultural que modificó para siempre la organización social y
política del país. Saldó, en 1951, toda la Deuda Externa del país, de-
clarando la Independencia Económica. Hizo saber al mundo, abierta-
mente, su clara posición antiimperialista. Se negó a integrarse a los
organismos multilaterales de crédito como el Fondo Monetario Inter-
nacional y el Banco Mundial. Reestructuró la distribución de la renta
y, aunque significó el mayor de sus avances, no alcanzó a modificar
las bases capitalistas en que se asentaba la sociedad. Su límite fue la
distribución de la renta entre los capitalistas (49 %) y los trabajadores
(51 %). Es un límite que conlleva contradicciones en el marco de una
sociedad policlasista que no tiene la latente confrontación entre el
Capital y el Trabajo, sino una más difícil de resolver. Que está vincu-
lada a la conciencia de clase y a la solidaridad de clase o entre clases
subalternas que están sometidas a diferentes grados de explotación.
La discusión esencial se da respecto de la distribución de ese 51 %.
La desproporción en las escalas salariales es tan grande que cualquier
objetivo de equidad social se desbarata.
En 1973, al arribo del peronismo al gobierno, con Hector J.
Cámpora, se tomaron medidas relevantes que buscaban recuperar
aquel 51 % perdido en años de desgobierno y además equilibrar la
distribución de la renta. Para ello los aumentos de sueldo se hacían
con montos fijos y no estableciendo porcentajes sobre los salarios que
venían cobrando los trabajadores. Esto permitió mejorar sustantiva-
mente los ingresos de los sectores de menores recursos aunque se pos-
tergó la de sectores con salarios medios y altos. El otro camino para
la redistribución de esos recursos es aplicar gravámenes a los ingresos
más altos.
En 2012 asistimos a una disputa férrea por parte de algunos Sin-
dicatos de trabajadores bien remunerados que no aceptan impuestos
sobre sus ingresos. Sin la indispensable solidaridad de clases el pero-
nismo muestra uno de sus costados ideológicos más débiles. Si no se
ha podido construir una conciencia de clase basada en la equidad, la
solidaridad y la organización, los sindicatos confundirán el adversario
principal. En lugar de continuar su disputa palmo a palmo con el Ca-
pital para incrementar el porcentaje en la distribución, se enfrascan en
9
Frase que se atribuye a Jhon William Cooke
Raúl Alfredo Guevara
34
luchas intestinas entre sindicatos o contra el Gobierno que necesita de
esos recursos genuinos para una redistribución que sería estratégica en
términos de una lucha prolongada por la distribución de la renta.
3.4.1. Filosofía.
La Doctrina Social de la Iglesia y la Doctrina Justicialista tienen
innumerables puntos en común que enfocan su lucha contra el impe-
rialismo individualista del capitalismo y el imperialismo colectivista
de Stalin que diluye la persona humana. En este aspecto, los princi-
pios cristianos idealistas transformaron la concepción filosófica.10
3.4.1.1. Lo Justo
• El Derecho se modificó sustancialmente.
• Una Nueva Carta Magna que enunciaba Derechos de la
Mujer, de la Niñez, de los Trabajadores y de la Anciani-
dad.
• Se explicitó una clara definición antiimperialista.
• Se asumió la Justicia Social y se garantizaron derechos
sociales nunca antes vistos en América.
• Los derechos civiles de las mujeres a elegir y ser elegi-
das. Las únicas mujeres diputadas pertenecieron al Jus-
ticialismo hasta 1955.
3.4.1.2. Lo Bello
• Se trabajó bajo el antiguo lema “mens sana in corpore
sano”: se estimuló la actividad física y los deportes tu-
vieron una gran difusión y estímulo estatal desde la ni-
ñez.
• La música nacional se estimuló desde los medios de co-
municación y la escuela, con la imposición de un Can-
cionero Escolar de música nacional y marchas patrióti-
cas.
• El cine vivió su mayor desarrollo.
3.4.1.3. Lo Bueno
10
PERÓN, Juan Domingo. (1952) La Comunidad Organizada, Buenos Aires.
Contrahegemonía
35
• Estaba vinculado a la ideas del trabajo como vía para la
dignificación plena de la persona y la política como me-
dio de servir a la Patria.
• Se confronta con el individualismo del capitalismo libe-
ral y no se pretende una sociedad de proletarios.
• El Justicialismo propone una sociedad de pequeños pro-
pietarios lo que se entronca con la cultura popular, donde
cada uno tenga acceso, al menos, a su vivienda propia.
Esto que hoy es una quimera cada vez más lejana para
nuevas generaciones: “el sueño de la casita propia”.
3.4.2. Sentido Común.
La construcción del nuevo Sentido Común podría concentrarse
en dos elementos que lo condensan y que prácticamente hoy se acep-
tan por consenso en la sociedad, aunque la población se encuadre en
diferentes organizaciones políticas:
a) Las Tres Banderas:
• Justicia Social,
• Independencia Económica
• Soberanía Política,
b) Las 20 verdades peronistas:
1. La verdadera democracia es aquella donde el gobierno hace lo
que el pueblo quiere y defiende un solo interés: el del Pueblo.
2. El Peronismo es esencialmente popular. Todo círculo político
es antipopular, y por lo tanto, no es Peronista.
3. El Peronista trabaja para el Movimiento. El que en su nombre
sirve a un círculo, o a un caudillo, lo es solo de nombre.
4. No existe para el Peronismo más que una sola clase de hom-
bres: los que trabajan.
5. En la Nueva Argentina el trabajo es un derecho, y es un deber,
por que es justo que cada uno produzca por lo menos lo que
consuma.
6. Para un Peronista no puede haber nada mejor que otro Pero-
nista. (en 1973, luego de un exilio de 18 años, Perón lo refor-
mó y dijo “Para un Argentino no puede haber nada mejor que
otro Argentino”
Raúl Alfredo Guevara
36
7. Ningún Peronista debe sentirse más de lo que es y menos de lo
que debe ser. Cuando un Peronista comienza a sentirse mas de
lo que es, empieza a convertirse en oligarca.
8. En la acción política la escala de valores de todo Peronista es
la siguiente: Primero la Patria, después el Movimiento y luego
los hombres.
9. La política no es para nosotros un fin, sino solo el medio para
el bien de la Patria, que es la felicidad de sus hijos y la gran-
deza Nacional.
10. Los dos brazos del Peronismo son la Justicia Social y la ayuda
Social. Con ellos damos al Pueblo un abrazo de justicia y
amor.
11. El Peronismo anhela la Unidad Nacional y no la lucha. Desea
héroes pero no mártires.
12. En la Nueva Argentina los únicos privilegiados son los niños.
13. Un Gobierno sin doctrina es un cuerpo sin alma. Por eso el Pe-
ronismo tiene una doctrina política, económica y social: El
Justicialismo.
14. El Justicialismo es una nueva filosofía de la vida, simple,
práctica, popular, profundamente Cristiana y profundamente
Humanista.
15. Como doctrina política, el Justicialismo realiza el equilibrio
del derecho del individuo con el de la comunidad.
16. Como doctrina económica, el Justicialismo realiza la Econo-
mía Social, poniendo el capital al servicio de la Economía y
ésta al servicio del bienestar social.
17. Como doctrina social, el Justicialismo realiza la Justicia So-
cial, que da a cada persona su derecho en función social.
18. Queremos una Argentina socialmente justa, económicamente
libre y políticamente soberana.
19. Constituimos un Gobierno centralizado, un Estado organizado
y un Pueblo libre.
20. En esta tierra lo mejor que tenemos es el Pueblo.
3.4.3. Religión: Iglesia Católica.
La jerarquía de la Iglesia Católica hizo un pacto doctrinal y de
gobernabilidad con el peronismo. La educación pública, en todas las
jurisdicciones, fue católica desde 1947. Se permitió a las escuelas
Contrahegemonía
37
religiosas emitir certificaciones y títulos que hasta entonces estaban
monopolizados bajo la supervisión del Estado Laico. Sin embargo el
bajo clero, los curas de parroquia, formados en una cultura masculina
que relega a la mujer, veían con malos ojos el avance femenino en
todas las áreas de la vida pública y aquí estaría el germen de la ruptura
que se da a fines de 1954.
3.4.4. Folklore.
Hubo un estímulo especial de lo folklórico rural, con un Cancio-
nero Escolar que reunía canciones populares con marchas militares.
La época de oro del Tango se extiende desde los años `40 hasta
mediados de la década del `50 con la caída del peronismo.
4. Contrahegemonía Restauradora
Es la primera vez que se me presenta la oportunidad de pensar
una contrahegemonía de derecha. Y lo peor es que la mayoría de estas
manifestaciones están a la vista: frente a la Revolución Cubana están
los "Marielitos", frente a los gobiernos árabes progresistas están los
talibanes (que son contrahegemónicos pero son de derecha).
No busca más igualdad, busca más discriminación con la restau-
ración y perpetuación de modelos sociales superados. Estos antiguos
intelectuales que no han sido cooptados por las transformaciones de la
hegemonía pertenecen al Antiguo Bloque Histórico.
En las últimas décadas hubo un avance de las mujeres primero, y
luego de las minorías sexuales, en la obtención de derechos. Ante
esto, el núcleo que resiste y propone volver a los valores del pasado
reside en los ámbitos de menor compromiso intelectual de la hegemo-
nía: la Religión y el Folklore.
4.1. Religión.
Las organizaciones religiosas se oponen a la homosexualidad en
cualquiera de sus formas y, simultáneamente, obispos y sacerdotes son
demandados penalmente por sus hijos naturales, sus amantes, sus feli-
greses víctimas de abuso sexual. Es el doble standard que ya he men-
cionado.
Los casos más resonantes son el Obispo Lugo de Paraguay, ac-
tual Presidente de esa Nación que reconoció paternidad de un niño y
Raúl Alfredo Guevara
38
es demandado por varias mujeres al respecto; el Obispo Maccarone11
de Santiago del Estero, denunciado por un taxista con quien mantenía
relaciones homosexuales, los cientos de denuncias en la Iglesia de
Irlanda por abusos sexuales en las escuelas católicas, y más reciente-
mente en Alemania o el escándalo del Obispo Bargalló12
veraneando
con una mujer. Es urticante la situación por los votos de castidad
permanente que estos sacerdotes asumen. Es dañino para la institu-
ción porque ellos, que debieran tener una vida ejemplar, también vi-
ven de acuerdo a la doble moral: “haz lo que digo, no lo que hago”.
Sin embargo, esta institución lleva adelante demandas de restau-
ración conservadora, una verdadera contrahegemonía de derecha.
4.2. Folklore.
Desde la hegemonía se dice que cualquier otra lengua que difiera
de la oficial es "folklórica", como podría ser el guaraní entre nosotros.
En Cataluña hay un movimiento que propone restaurar el caste-
llano. El problema es que en Cataluña, el catalán es la lengua hege-
mónica. Los que se oponen, que serían "contrahegemónicos", son los
que proponen el castellano, es decir, los de la lengua hegemónica del
imperialismo interno castellano, en el anterior Bloque Histórico. En
tal situación, parece una lucha al interior de la hegemonía, que no
terminó de saldar sus cuentas. No parece una minoría castiza que pide
que se les reconozca, todo lo contrario.
De todos modos el castellano en Cataluña, no es "el saber del
pueblo", como no lo es el inglés en Puerto Rico.
5. Una perspectiva.
Tanto en lo individual como en lo colectivo debe identificarse
cual es el enemigo, en primer lugar. Acto seguido, cuando y donde se
debe o se puede dar batalla. En lo ideológico se puede luchar toda la
vida. Mientras se es minoría o no se tiene acceso a los ámbitos de
poder o de definición de la cultura, la lucha será como una empecina-
da evangelización.
11
http://www.pagina12.com.ar/diario/elpais/1-55418-2005-08-21.html
12
http://archivo.losandes.com.ar/notas/2012/6/26/vaticano-acepta-renuncia-
obispo-bargallo-651127.asp
Contrahegemonía
39
Estas prédicas contraculturales son una táctica contrahegemónica
de conflictos desnaturalizadores de arbitrarios culturales. Consistente
en hostigar al enemigo en su propio terreno con propuestas alternati-
vas o innovadoras y mediante embates rápidos y sorpresivos, desmo-
ronando las premisas de las proposiciones lógicas que se presentan
para el sometimiento de las mayorías, utilizando sus instalaciones,
instituciones, medios y recursos. Se sabe que la confrontación es asi-
métrica. La hegemonía suele descansar en la comodidad de su enorme
poder cultural. Para confrontarla se requiere agilidad intelectual y
movilización. Irrumpir en los núcleos del Sentido Común permite
preparar el terreno para cambios de paradigmas. Las actividades crea-
tivas y espontáneas resultan muy difíciles de neutralizar.
Se debe alentar la confianza de que no es una guerra, es una mo-
numental obra de construcción, desde los cimientos, despertando con-
ciencias. Es el trabajo tesonero el que supera la contradicción con su
lucha sólida, obstinada, consistente. No es dando la vida en un instan-
te, como un mártir, que se producen los cambios duraderos. Es dán-
dola cotidianamente, como un obrero constructor del Machu Pichu,
del Chichén Itzá, de la Gran Muralla, todo crece desde el pie.
Crece desde el pie
Alfredo Zitarrosa
Crece desde el pie, musiquita,
crece desde el pie
uno dos y tres, derechita,
crece desde el pie.
Crece la pared por hiladas
crece la pared
crece desde el pie amurallada
crece desde el pie.
Dentro de su lata la mata
crece desde el pie,
crece desde el pie la fogata
crece desde el pie.
Raúl Alfredo Guevara
40
Crecen los mejores amores
crecen desde el pie,
para sus colores, las flores
crecen desde el pie.
Crece desde el pueblo el futuro
crece desde el pie,
ánima del rumbo seguro
crece desde el pie.
Cantan para usted los cantores
crecen desde el pie
un poco de fe y los tambores
pueden florecer.
Crece desde el pie la mañana
crece desde el pie
el sonido de la campana
crece desde el pie.
Crece desde el pie la semana
crece desde el pie
no hay revoluciones tempranas
crecen desde el pie.
No olvides que el día y la hora
crecen desde el pie
después de la noche la aurora
crece desde el pie.
Contrahegemonía
41
Índice
ADVERTENCIA............................................................................................3
¿QUÉ CARAJO ES LA CONTRAHEGEMONÍA?...................................4
1. ¿EXISTEN COSMOVISIONES CONFRONTATIVAS, CULTURAS DE
OPOSICIÓN O CONTRACULTURAS?.............................................................5
1.1. Folklore.........................................................................................11
1.2. Religión. ........................................................................................14
1.3. Sentido Común. .............................................................................17
1.4. El núcleo filosófico........................................................................22
1.4.1. Lo Justo.............................................................................................22
1.4.2. Lo Bello............................................................................................24
1.4.3. Lo bueno...........................................................................................26
2. LA ACCIÓN............................................................................................27
3. ALGUNOS EJEMPLOS PARA PENSAR ....................................................29
3.1. Religión .........................................................................................29
3.2. Valores ..........................................................................................29
3.3. Folklore.........................................................................................30
3.4. Peronismo. ....................................................................................32
3.4.1. Filosofía............................................................................................34
3.4.1.1. Lo Justo ....................................................................................34
3.4.1.2. Lo Bello....................................................................................34
3.4.1.3. Lo Bueno..................................................................................34
3.4.2. Sentido Común. ................................................................................35
a) Las Tres Banderas:............................................................................35
b) Las 20 verdades peronistas:...............................................................35
3.4.3. Religión: Iglesia Católica..................................................................36
3.4.4. Folklore.............................................................................................37
4. CONTRAHEGEMONÍA RESTAURADORA................................................37
4.1. Religión. ........................................................................................37
5. UNA PERSPECTIVA................................................................................38
ÍNDICE.........................................................................................................41

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Contrahegemonía: resistencia cultural

  • 1. Raúl Guevara raulguevara@gmail.com 2015 ¿Qué carajo es la Contrahegemonía? Raúl Alfredo Guevara 2 Copyleft Usted es libre de: Copiar, distribuir y comunicar públicamente la obra Hacer obras derivadas Bajo las condiciones siguientes: Reconocimiento — Debe reconocer los créditos de la obra de la manera especificada por el autor (pero no de una manera que sugiera que tiene su apoyo) No comercial — No puede utilizar esta obra para fines comerciales. Compartir bajo la misma licencia — Si altera o transforma esta obra, o genera una obra derivada, sólo puede distribuir la obra generada bajo una licencia idén- tica a ésta.
  • 2. Contrahegemonía 3 Advertencia. Este es el capítulo 4 de “Cristales: Manual para mirar el mundo social.”1 Que puede consultarse gratuitamente en Inter- net. El libro, que tiene una unidad estructural, admite lecturas independientes de sus capítulos. Parece pertinente presentar entonces este capítulo por se- parado y, para que pueda comprenderse mejor, defino hegemo- nía.. Como prevención agregaré que utilizo algunos instrumen- tos de análisis que Gramsci2 ha propuesto. La Hegemonía es una construcción dinámica y activa que cuenta con la complicidad o la anuencia de quienes no se resis- ten y aceptan pasivamente, “naturalmente” la vida que “el desti- no” les tiene asignada. La terminología política actual utiliza el concepto para designar el grado avanzado de influencia que permite a un Estado convertirse en el conductor ejerciendo la dirección de las relaciones internaciona- les, de la política interna, de las relaciones sociales de clase, de géne- ro, de etnias, de colectividades, de nacionalidades, de ciudadanos y habitantes. Esa conducción hegemónica se concreta a través del con- senso y, si resulta necesario, la coerción. Desde aquí se definirá la preponderancia de la acción hegemóni- ca de los grupos de poder y mi trabajo pretende aportar una mirada consecuente con ella de la contrahegemonía. 1 GUEVARA, Raúl Alfredo. Cristales: manual para mirar el mundo social. UNLZ, 2014 http://es.slideshare.net/RalGuevara/cristalesdigital 2 Para abordar el pensamiento Gramsciano se ha consultado: GRAMSCI, Antonio. (1967) La formación de los Intelectuales, Grijalbo, México. GRAMSCI, Antonio.(1976) Cartas de la Cárcel. Cuadernos para el diálogo, Madrid. Raúl Alfredo Guevara 4 ¿Qué carajo es la Contrahegemonía? Un capítulo a demanda, como este, es un ejercicio militante. Es la puesta en acto de un esfuerzo intelectual y un intercambio apasio- nado con mis alumnos de la Universidad Nacional de Lomas de Za- mora durante el segundo cuatrimestre de 2009. Claro que no pienso cambiar el título que salió de una consulta en los pasillos: - Profe, al final: ¿qué carajo es la contrahegemonía? Le dimos vueltas al concepto para darnos cuenta que no estaba lo suficientemente ejemplificado o que las naturalizaciones de la hege- monía no nos permitían ver más allá. Exploramos la tarea dinámica de los intelectuales orgánicos y particularmente de aquellos difusores que operan en los niveles más bajos de la elaboración intelectual. Los que se remiten a difundir máximas y sentencias desde un Sentido Co- mún. Los que se ven acorralados cada vez que se los confronta o inte- rroga. Toda vez que le preguntamos razones quedan perplejos o ter- minan aceptando que no las tienen para afirmar luego, categóricamen- te: - pero es así, porque siempre ha sido así. De eso trata este ejercicio, seguramente incompleto, de desen- mascarar la dominación cultural descubriendo lo que el pueblo hace para enfrentarla. Hace dos décadas García Canclini3 se preguntaba: ¿Cómo analizar las manifestaciones que no caben en lo cul- to o lo popular, que brotan de sus cruces o en sus márgenes? Si esta parte insiste en presentarse como un capítulo, con ci- tas y notas al pie, ¿no será por falta de preparación profesional del autor para producir una serie de videoclips en que un gau- cho y un poblador de una favela conversaran sobre la moder- nización de las tradiciones con los migrantes mexicanos que pasan ilegalmente a los Estados Unidos, o mientras visitan el Museo de Antropología, o hacen cola en un cajero automático y comentan cómo cambiaron los carnavales de Río o Veracruz? 3 GARCÍA CANCLINI, Nestor. (1989) Culturas Híbridas. Estrategias para entrar y salir de la Modernidad. México D.F., Grijalbo
  • 3. Contrahegemonía 5 Buscando articulaciones entre cultura y poder propone observar tres procesos clave para explicar lo que él llama Hibridación de la Cultura: la quiebra y mezcla de las colecciones que organizaban los sistemas culturales, la desterritorialización de los procesos simbólicos y la expansión de los géneros impuros. 1. ¿Existen cosmovisiones confrontativas, culturas de oposición o contraculturas? He planteado, desde los capítulos anteriores, el concepto de re- sistencia, la idea de la existencia de otras visiones del mundo, de otras perspectivas sojuzgadas, marginadas, acalladas, relegadas, desterra- das, confinadas, aisladas, proscritas, deportadas, condenadas, limita- das, rechazadas, postergadas, adormecidas, silenciadas, ocultadas, censuradas, perseguidas, criticadas, reprobadas, fustigadas, prohibi- das, castigadas. Todas las iniciativas y contribuciones, aún cuando sean mani- fiestamente de oposición, están enlazadas con lo hegemónico. Esta es la dimensión y la potencia de la hegemonía cultural. Las expresiones alternativas, pretenden una renovación, una reforma, algún cambio en las formas y no la ruptura de lo hegemónico y su contenido esencial. Lo alternativo, reconoce a la hegemonía, no necesariamente quiere confrontar, sino modificar su posición relativa dentro del mismo Blo- que Histórico en la sociedad civil o en la sociedad política que, alter- nando en el gobierno, representa al poder de una misma clase o grupo. ¡Quiere encontrar un lugar dentro de ella! Por su lado, la contracultura, por definición y por su dialectici- dad intrínseca, se produce para confrontar, para oponerse y, en los grados menos confrontativos, para lograr un reconocimiento en los ámbitos de definición de “lo cultural”. Se engendra en un territorio cultural compartido, hegemónico, dominante, que estimula o limita su progreso según sus intereses coyunturales. No obstante, hay mani- festaciones contrahegemónicas que constituyen efectivas rupturas reveladoras de una ebullición social que no ha podido ser cooptada ni acallada. Suelen desarrollarse en períodos de crisis del bloque hege- mónico que redobla esfuerzos para confinarlas, marginarlas, neutrali- Raúl Alfredo Guevara 6 zarlas o reformularlas, haciendo difícil la supervivencia de las mani- festaciones más originales e independientes. La cosmovisión domi- nante puede ignorar o aislar las propuestas alternativas y las manifes- taciones de oposición pero, al decir de Williams, (…) en la medida en que estas son significativas, la función hegemónica decisiva es controlarlas, transformarlas o incluso incorporarlas. En los casos que el sector hegemónico -la nación, la etnia, la cla- se, el género, el grupo etáreo, la urbe- no logra obtener el consenso recurre sistemáticamente a la coerción. Allí la contrahegemonía se fortalece. En la imposición coercitiva encuentra su mayor fundamento la contracultura. Podrá adoptar formas disímiles, desde la lucha arma- da hasta la callada resistencia. Numerosísimos grupos de nativos ori- ginarios, migrantes suburbanos, árabes en sus países ocupados, entre otros, resisten a las imposiciones del pensamiento europeo / estadou- nidense. Lo hacen empecinadamente conservando su lengua, su reli- giosidad, sus relaciones de parentesco y de reproducción social. Para trabajar este apartado me he planteado algunas preguntas que dirijan mi discurrir, habida cuenta que asumo la contracultura, la contrahegemonía, las cosmovisiones sojuzgadas: ¿Cuál es el lugar que ocupan entonces? ¿Qué es la contrahegemonía? ¿Cómo se manifiestan los movimientos contrahegemónicos? Un modo de expresar la distinción necesaria entre las acep- ciones prácticas y abstractas dentro del concepto consiste en hablar de “lo hegemónico” antes que de la “hegemonía”, y de “lo dominante” antes que de la simple “dominación”. La reali- dad de toda hegemonía, en su difundido sentido político y cul- tural, es que mientras que por definición siempre es dominante, jamás lo es de un modo total o exclusivo. En todas las épocas las formas alternativas o directamente opuestas de la política y la cultura existen en la sociedad como elementos significativos. Habremos de explorar sus condiciones y sus límites, pero su presencia activa es decisiva; no sólo porque deben ser inclui- dos en todo análisis histórico (a diferencia del análisis tras- cendental), sino como formas que han tenido un efecto signifi-
  • 4. Contrahegemonía 7 cativo en el propio proceso hegemónico. Esto significa que las alternativas acentuaciones políticas y culturales y las numero- sas formas de oposición y lucha son importantes no sólo en sí mismas, sino como rasgos indicativos de lo que en la práctica ha tenido que actuar el proceso hegemónico con la finalidad de ejercer su control. Una hegemonía estática, del tipo indicado por las abstractas definiciones totalizadoras de una “ideología” o de una “concepción del mundo” dominante, puede ignorar o aislar tales alternativas y tal oposición; pero en la medida en que éstas son significativas, la función hegemónica decisiva es controlarlas, transformarlas o incluso incorporarlas. Dentro de este proceso activo lo hegemónico debe ser visto como algo más que una simple transmisión de una dominación (inmodifi- cable). Por el contrario, todo proceso hegemónico debe estar en un estado especialmente alerta y receptivo hacia las alterna- tivas y la oposición que cuestiona o amenaza su dominación. La realidad del proceso cultural debe incluir siempre los esfuerzos y contribuciones de los que de un modo u otro se hallan fuera o al margen de los términos que plantea la hegemonía especifi- ca.4 La contrahegemonía es necesariamente un ejercicio de construc- ción comprometida, con todos los elementos que la derrota previa aporta, pero es un desafío y una posibilidad que merece vivirse. Toda elaboración intelectual que intente distanciarse de lo esta- blecido, todo otro pensamiento que se precie, no tendrá más remedio que remitirse a aquello cuando quiera hacerlo en los términos de la elite. Como todo reinado de lo hegemónico se hace imposible pensar el mundo sin los parámetros que fijó su Filosofía en el poder, aún para quienes pretendan confrontarla, desdecirla, negarla. Pero el espíritu de rebelión que sostiene a las posiciones contra- hegemónicas permite un salto cualitativo. No se ve entrampado en las categorías analíticas de las clases y grupos dominantes. Hace surgir, desordenadamente, todas las áreas de manifestación humana, donde la razón ya no es el cenit de la expresión colectiva. La ciencia es un saber ajeno que no genera interés más allá de una perspectiva utilita- 4 WILLIAMS, Raymond. Op. Cit. Raúl Alfredo Guevara 8 ria. De allí que sea temible para los poderosos. La emotividad se ma- nifestará entrelazada desde el saber del pueblo. Hay una estética po- pular que atraviesa e impregna los comportamientos éticos, el sentido de justicia, de equidad, de solidaridad. La persistente acción de la hegemonía ha quebrado grandes núcleos de población que han acepta- do la derrota y sus expresiones confrontativas pendulan entre la men- dicidad y el delito. Han quedado imposibilitados de recuperar su con- ciencia de clase y la han reemplazado por códigos cerrados de convi- vencia al interior de pequeños grupos e incluso de tribus urbanas. Los principios de igualdad, fraternidad y libertad en los sectores populares, ya no se toman de la Revolución Francesa. Se toman de las primeras manifestación de la doctrina judeo cristiana. El pueblo sabe, nosotros sabemos, que si hay un Dios Creador, este nos ha hecho a su imagen y semejanza. Y ahí está el fundamento de la libertad. Si- guiendo esa línea de pensamiento religioso, cuasi mágico, también ese Dios es Padre. Allí está la explicación de la necesaria fraternidad entre iguales. Una condición esencialmente humana y centralmente liberadora es el desarrollo del pensamiento. Pero éste nunca será puramente autónomo. Se verá obligado a usar el lenguaje y las ideas dominantes en cada época para pensar desde allí un mundo diferente que hoy se presenta como un desafío democratizador para propugnar una ciuda- danía nueva, participativa, pacífica, comprometida con la sociedad global, con la protección del planeta, con la supervivencia de la espe- cie y con cada comunidad particular. Con la mujer, el hombre, la niñez, la juventud y la ancianidad, todos ellos alienados por una con- ciencia mediática de sentido común que nada tiene que ver con un pensamiento trascendente. La hegemonía se empeña en sustituir lo popular, como expresión genuina aunque imperfecta; con lo masivo, como consumo. Sólo considerando lo hegemónico, que es político, militar, eco- nómico, tecnológico y cultural puede pensarse una transformación filosófica de las sociedades. Una modificación sustancial en el modo de ver el mundo. Una transformación de las cosmovisiones dominan- tes no puede hacerse desde el llano, desde el sometimiento que provo- can la coerción, la imposición por la fuerza o la aceptación consen- suada y acrítica que propone la ideología.
  • 5. Contrahegemonía 9 La contrahegemonía se estructura de modo rizomático, en el sen- tido que le atribuyen Deleuze y Guattari5 . Ellos sostienen que la es- tructura del conocimiento no se deriva por medios lógicos de un con- junto de principios apriorísticos. Hablan de una simultaneidad en la elaboración con la influencia recíproca de conceptualizaciones dife- rentes que convergen. Un rizoma es un modelo descriptivo o epistemológico en el que la organización de los elementos no sigue líneas de subordinación jerárquica. Esta noción del conocimiento confronta con la estructura con- vencional de las disciplinas cognoscitivas. Para desnaturalizar de- muestran que lo naturalizado no está en la estructura de la naturaleza, sino que es un resultado de la distribución de poder y autoridad en el cuerpo social. Afirman que una organización rizomática del conocimiento es un método para ejercer la resistencia contra un modelo jerárquico, que traduce en términos epistemológicos una estructura social opresiva. Para cambiar una sociedad es necesario tomar distancia de la ideología dominante sea racista, clasista, sexista, urbana o una combi- nación de todo ello. Luego, disputar en cada uno de los ámbitos y los niveles en que aquella se manifiesta: Filosofía; Sentido Común; Reli- gión; Folklore. En cada ámbito se reproduce la estructura formal de la esfera fi- losófica. Cada uno tendrá explicitadas las consideraciones necesarias para describir lo justo, lo bello y lo bueno (nuevas leyes, nueva estéti- ca, nueva moral). En los últimos años, la exacerbación de las luchas parciales, lo- cales, restringidas, de las diferencias, va en torno a la difuminación. Esto acrecienta la segmentación y la imposibilidad de los excluidos, los marginados y los explotados de verse como conjunto y, por tanto, de organizarse para encontrar soluciones comunes a los problemas de todos. La tarea de la hegemonía es imponerse por coerción o por con- senso. “Por la razón o por la fuerza”, como reza el escudo de Chile, 5 DELEUZE, Gilles & GUATTARI, Félix (1972). Capitalisme et Schizophrénie 1. L'Anti- Edipe. París: Minuit. DELEUZE, Gilles & GUATTARI, Félix (1980). Capitalisme et Schizophrénie 2. Mille Pla- teaux. París: Minuit. Raúl Alfredo Guevara 10 remitiendo al lema en latín “aut consiliis aut ense” (“por consejos o por espada”). • Consenso: (“a las buenas”) - Reconocer - Cooptar - Reformular - Tolerar • Coerción: (“a las malas”) - Confrontar - Desautorizar - Reprimir - Perseguir - Censurar - Capturar La tolerancia es un término de relativa actualidad. Magnánima- mente se ejerce desde el poder. Trataré de hacer un ejercicio meramente descriptivo que no in- tenta abrir juicios de valor. Será polémico porque avanzará sobre al- gunas naturalizaciones de los lectores. Gramsci nos proponía una es- cala de complejidad creciente. Tomaré el sentido inverso al de la im- posición hegemónica utilizando el método inductivo. Iré ascendiendo en mi análisis de lo más simple a lo más complejo: Folklore, Religión, Sentido Común. Lo primero que hay que identificar es Lo Hegemónico. Su justi- cia, su arte, sus valores. Ardua tarea es delimitar el campo enemigo. Y aún peor. ¿Cómo reconocerse dentro del campo de la Hegemonía? ¿Puede uno asumirse como reproductor del consenso, como producto de la naturalización? En todos los casos intentaré ver específicamente la resistencia, la manifestación que, siendo autónoma y hasta original se para enfrente o de espaldas a lo hegemónico, mostrándose independiente. En tanto, el poder hegemónico buscará dar cuenta de ella por la absorción y la reformulación; corrigiendo, depurando, prescribiendo. Entonces la asume como aceptable y la reenvía a la esfera cultural, incluso, como “cultura popular”, donde “lo popular” es una manifestación menor, subcultura asimilada. Si los procedimientos de cooptación fracasan se recurrirá, sin miramientos, a la coerción.
  • 6. Contrahegemonía 11 1.1. Folklore. En este apartado, y en los que presentaré a continuación, como “Religión” y “Lo bello” buscaré observar la manera en que García Canclini nos remitía a “la quiebra y mezcla de las colecciones que organizaban los sistemas culturales (...) la expansión de los géneros impuros.”. La mayor parte de las colecciones se sistematizan en estos espacios culturales. Es asumida en Latinoamérica, como he dicho, la idea de que lo folklórico se vincula a lo agrario y para hacerlo más propio hasta se ha “castellanizado” el término, ahora, para muchos es “folclore” dando vuelo al desarrollo de un “spanglish” cada vez más pertinaz. Pretendiendo que el folklore debe ser rural no se sabía que hacer, o como clasificar y categorizar ese “saber popular” que nació en las orillas de las grandes urbes rioplatenses: el tango. Manifestación de una poesía lunfarda, con un argot “canero”6 musicalizado con una o dos guitarras, bailado inicialmente por hombres, como inequívoca manifestación de lo masculino marginal. Fue retomado varias décadas después por poetas y músicos académicos que lo reformularon. Reco- nocidos compositores de formación clásica le imprimieron un sello distintivo con orquestas complejas que hicieron difícil la primigenia interpretación de instrumentos solistas. Definieron a este “folklore” como “música ciudadana” e introdu- jeron la mujer en el baile. Lo significativo es que luego de su incorpo- ración a la cultura oficial ha perdido la sustantividad popular de sus orígenes. La danza ha sido encorsetada en instituciones que la enseñan y la normatizan. Ya casi no hay compositores, las orquestas son una rara avis, un nostalgioso artículo para consumo cultural de restringi- dos ámbitos para turistas. Ahora sí, depurado, el tango es la música “ciudadana” argentina y uruguaya. Los sectores populares ya no en- cuentran en el tango un lugar de expresión genuino y han mudado sus inclinaciones musicales. Cuesta encontrar jóvenes bailarines de tango que hubieran aprendido a bailarlo en el ámbito familiar o en su círculo de amistades. Ya no es popular, aunque conserva un imaginario de masividad “for- export”. Busque el lector a un porteño que tenga, al 6 Canero: de “cana”, policía. Lenguaje desarrollado en las cárceles o en ámbitos considerados “peligrosos”, vinculados al delito. Hoy el lenguaje se denomina “tumbero” (Carcel= Tumba) Raúl Alfredo Guevara 12 menos, tres generaciones de porteños en su genealogía para garantizar que -al menos- sus abuelos fueron tangueros. Pídale que le recite o tararee alguna letra de tango y tendrá mucha más suerte que si le pide que baile un tango. Más o menos lo mismo ocurre con el folklore “oficial”. Con una salvedad. Desde la década de los `80 se produjo una fusión de música folklórica tradicional y rockera, habida cuenta que la mayoría de los músicos cultores de esos géneros musicales son de origen urbano o suburbano y compartían espacios culturales semejantes. Nuevas iden- tidades musicales florecieron y la hegemonía fue tras ellas, para coop- tarlas y garantizarles masividad. Consumo de masas negocio compar- tido. En cuanto al folklore (literalmente saber del pueblo), atraviesa varias generaciones. Todos lo bailan, todos lo cantan. El corte esen- cial es de clase social. La manifestación musical popular más importante de Argentina se da en los sectores urbano marginales o suburbanos. En términos cuantitativos y culturales podemos afirmar que la cumbia de origen colombiano, hoy transformada, es la música popular argentina y lati- noamericana. La cumbia recorre Latinoamérica con variantes en la danza, los instrumentos, la vestimenta de los intérpretes y bailarines. Se canta en castellano, en quechua, en aymara, en guaraní, en portu- gués y hasta se encuentran versiones en inglés producidas para los migrantes latinos en Estados Unidos. En cada país se remiten a su propia cultura superando la idea de hibridación. Antes bien, puede decirse que su potencia cultural entre los sectores populares es sor- prendentemente contrahegemónica ya que no cuenta con el aval insti- tucional de los núcleos de definición cultural hegemónica que la des- precia. Surgida en la década de los `60, proveniente de Colombia, se fue modificando, incorporando a un saber popular que no requiere certifi- caciones de pureza. Tiene una positividad única. Se baila en los hoga- res, allí se aprenden las melodías y las letras, se conoce a los intérpre- tes y su difusión es horizontal con emisoras de radio en FM o con CD reproducidos prolíficamente. Los medios concentrados de comunica- ción y las empresas discográficas lo saben y lo explotan a su servicio, ya hay varios programas de TV abierta y por cable ocupados en redi-
  • 7. Contrahegemonía 13 reccionar y encauzar esta expresión contracultural que no tardará en estar al servicio de la hegemonía. Sus estudiosos de marketing buscaron un camino corto. Asu- miendo que la cumbia es una manifestación cultural de “la negrada”7 y, en la necesidad de convertirla en un negocio rentable, han avanza- do sobre su estética copiando a los cultores norteamericanos de hip- hop cuyo origen es africano y latinoamericano: peinados, gafas oscu- ras, piercings, tatuajes, tinturas, gorras, capuchas, zapatillas, remeras y pantalones grandes, gestos, modos de caminar, etcétera. Esto les permite asimilarla al mercado y los medios de comunicación han cumplido un rol relevante al respecto. Por su parte, Córdoba se manifiesta con un tipo de música de ai- re tropical venezolano pero que le es propia. Denominada genérica- mente “el cuarteto” ha podido, por décadas, mantenerse al margen del gran circuito de la cultura hegemónica. A su vez el chamamé-originario de la provincia de Corrientes- se ha extendido por todo el litoral argentino y el sur de Brasil. Rechazado y negado durante décadas se ha ganado un lugar por sí mismo. Mu- chas de sus letras continúan estando en guaraní, razón original de su marginación desde los sectores de cultura europea. Algunos músicos se han aggiornado e incorporaron instrumentos utilizados en las ban- das de rock & rol para su interpretación. Es probablemente la única manifestación folklórica musical que ha permanecido siendo popular y ha trascendido las fronteras del litoral argentino debido, especialmen- te, a la migración forzada de los litoraleños. “Ponerle el cuerpo” es una característica saliente de todas estas expresiones. Es siempre música para bailar masivamente, lo que hace la diferencia con la mayoría de las expresiones de la cultura oficial que no admite la danza de todos. No es necesario concurrir a una peña o una academia para aprender a bailar. Por otro lado se torna indispen- sable concurrir a lugares especiales para aprender a bailar el tango o el mencionado “folklore oficial” porque, ajenos a la práctica cultural 7 Como expliqué en el Capítulo 1 la población de origen africano en Argentina es muy escasa, y se aplica la denominación “negro” a los pobres, para discriminar por clase social, más que por el color de la piel. La primera vez que escuché la palabra “negritud” fue muchos años después de cursar múltiples seminarios de postgrado en Ciencias Sociales. La dijo, al pasar, mi amigo Milton Trasante Crocco, de origen afro-uruguayo y me sorprendió. Me obligó a tratar de enten- der que hay de oculto en lo afro-argentino, siempre negado. Raúl Alfredo Guevara 14 de las mayorías, resultan tan exóticos en Argentina, como la salsa, el son caribeño o cualquier otra danza de colectividad de inmigrantes (vascos, daneses, gallegos, italianos, irlandeses...) que, en sus países de origen, han corrido la misma suerte que el tango. 1.2. Religión. El ámbito religioso es prolífico en manifestaciones populares ajenas a lo instituido. Con sólo recorrer las rutas argentinas el viajero puede encontrar altares dedicados a cantantes populares fallecidos en plena juventud y apogeo artístico (Rodrigo, Gilda); a la Difunta Co- rrea, a un araucano cristianizado como Ceferino Namuncurá, a un gaucho matrero como el Gauchito Gil, a San La Muerte, a la Pacha- mama, y un sinfín de expresiones por el estilo. En todos estos lugares de culto popular pueden encontrarse velas encendidas y una cantidad de artículos insospechados en retribución y gratitud al santo “milagrero”, desde vestidos de novia, muletas, sillas de ruedas, placas de agradecimiento, automóviles, uniformes, anillos, cadenas, fotografías, pañuelos, trenzas, placas de bronce, altares, y todo aquello que la imaginación de los más humildes interprete como manifestación de sacrificio material para agradar al “santo” con es- fuerzo (las peregrinaciones a pie son moneda frecuente, incluso con largos tramos finales de rodillas). Cierto es que todos los altares tienen en común una base cristia- na macerada con antiguos politeísmos nunca extirpados. En esta reli- giosidad sincrética todas las divinidades pueden convivir, no es nece- sario negar a ninguna, se incorpora o se adoptan nuevas deidades cada vez que una necesidad se avecina. La vela es un símbolo inequívoca- mente religioso en todo el mundo que remite a la asociación Luz / Dios. Los altares hogareños de las clases subalternas cuentan con imá- genes, estampitas, fotos de políticos, de Evita, de Maradona, de algún equipo de fútbol, velas encendidas, promesas escritas, pañuelos atados en las puntas (“Santo Pilatos, hasta que no se cumpla mi deseo no te desato”). El vínculo religioso suele ser siempre condicionado: un pe- dido implica una promesa. Se le pide al santo algo que el “promesero” desea y éste, a su vez, ofrece alguna “prenda” o sacrificio para “pagar” el milagro. Existe una marcada vinculación entre la percepción que se tiene del destino como algo azaroso, producto de la suerte o de desig-
  • 8. Contrahegemonía 15 nios prefijados que encauzan la vida y que sólo pueden cambiarse con la intervención benigna de alguna divinidad. El “promesero” promete, establece un pacto, una transacción con estos mediadores de lo divino, de lo sobrenatural, y ofrece, a cambio de su intercesión o realización de algún milagro alguna de las prendas arriba indicadas. Por mucho esfuerzo que hacen los sectores hegemónicos para modificar o sancionar estas prácticas las mismas han sobrevivido des- de la conquista en el caso de los nativos originarios y se han conden- sado sustancialmente con el pensamiento y la religiosidad afín de los esclavos africanos, los campesinos europeos y del Asia menor que han poblado este suelo. No se puede afirmar, con certeza, que se trate de expresiones contrahegemónicas -en el sentido de subvertir el orden establecido- o si son meras adaptaciones simplificadas de la compleja cultura domi- nante. En tal caso serían doblemente alienantes ya que lo hegemóni- co, de suyo, pretende el control ideológico. Trata de influir directa- mente por consenso explícito. Al no lograrlo plenamente con sus aparatos ideológicos termina haciéndolo por una especie de consenso implícito, tácito. Éste aceptaría la existencia de un destino del que no podemos escapar y por ello se verían legítimas todas las expresiones de espiritualidad y religiosidad que ayudan a transitar con esperanza este “valle de lágrimas”. Si bien no responden al modelo primigenio que proponen las religiones oficiales, o reconocidas oficialmente por el Estado, sus resultados son los mismos ya que lo religioso se remite a salidas individuales y excepcionalmente se refieren a reclamos co- lectivos. Éste sería el caso de sequías prolongadas en que todos piden por lluvia. Si no hay cosecha no sólo se perjudica el terrateniente. Para los grupos dominantes se tratará de desviaciones doctrinarias y distorsivas de la dogmática oficial. También cabrá alguna explicación sociológica que admita como plenamente lícita cualquier manifestación del sentido trascendente en los grupos humanos, particularmente de los que habiendo conocido el infierno en este mundo se consuelan con la esperanza única, de una vida venturosa, de un paraíso, al finalizar su precaria existencia de explotación, resignación, sumisión, y carencias de todas las caracterís- ticas imaginables que suelen definirse como “pobreza estructural”. Aunque podría serlo, no es necesariamente contrahegemónico el ateísmo “tolerante”. Si no propone el cambio de manos de la hege- Raúl Alfredo Guevara 16 monía en su conjunto su lucha es localísima y hasta funcional a la conservación de lo establecido. La religiosidad es un espectro difuso ya que hay múltiples for- mas de buscar respuestas en lo sobrenatural. Se estructuran como religiones, cultos, sectas, asociaciones civiles, iglesias… La mayoría de las alternativas religiosas no superan ese nivel. En el fondo no discrepan con las autoridades eclesiales de la Iglesia Oficial. El catolicismo politeísta popular se corporizó en altares. En ru- tas y casas de familia. Los santos populares canonizados por el pue- blo, Gauchito Gil, Gilda, Difunta Correa, San La Muerte, no son reco- nocidos por la Iglesia, Católica que sigue de cerca la evolución y está siempre atenta a las “misteriosas” apariciones de imágenes de vírgenes en lugares que después convierten en santuarios. (Itatí, Guadalupe, Caacupé, San Nicolás, Luján…) Las religiones Cristianas Evangélicas, rechazan de plano, toda adoración de imágenes, incluso las católicas. Siguiendo a Lutero aceptan como textos sagrados los mismos cuatro evangelios que en el año 367, el obispo de Alejandría, Anastasio, incorporó a las Escrituras Sagradas. Desestiman los otros veintiún evangelios que circulaban por entonces. Cada vez más se difunde por la prensa la condición humana de miles de sacerdotes católicos que, conminados por su elección de vida se constituyen en ejemplo a seguir, deben ser un ejemplo ético y mo- ral. Esta condición humana nos remite a ladrones, violadores, pede- rastas, torturadores, homosexuales, heterosexuales no célibes. ¿Son ellos contrahegemónicos? ¡Claro que no! No confrontan con la hegemonía. Por un lado asumen que son pecadores a los ojos de la Iglesia y su comunidad. Por otro lado son juzgados como delincuentes por la justicia común. De ningún modo pueden ser considerados “contrahegemónicos” o “alternativos” ya que no proponen nuevas formas religiosas, o de vivir la religión. Mucho menos cuestionan los artículos de fe esencia- les, ni los dogmas. Asumen que han violentado las reglas, incumplido las normas éticas y morales, roto sus votos, pero no proponen que su comportamiento sea tomado como ejemplo. Sin meternos con los curas casados que suelen estar más enojados con la institución Iglesia, como construcción humana, que con la propia fe cristiana.
  • 9. Contrahegemonía 17 Un espacio relevante en la religiosidad contrahegemónica lo ocupan las religiones afroamericanas: Vudú, Santería, Candomblé, Quimbanda, Aruanda, Umbanda, Palo, Rastafari, Hoodoo. Sin em- bargo se hallan en un nivel de difusión exclusivo de los sectores me- nos escolarizados y más marginales de la sociedad. 1.3. Sentido Común. La hegemonía cultural, más sutil, más vivida prácticamente, más metida en nuestros cuerpos, mentes y corazones, deja poco lugar para la pervivencia de otros “sentidos comunes”. Desde los sectores de poder se ha definido el bien y el mal. Esa es función de los Grandes Intelectuales. La sociedad toda, en América Latina, va corrompiéndose desde la cúspide. Y aparecen justificaciones para aceptar que las verdades ya no son absolutas, hay verdades o mentiras a medias, se está “mas allá del bien y del mal” en un sentido nietzchiano o de Felipe el Evange- lista. Nada ni nadie es absolutamente bueno, ni justo, ni bello, ni mo- ral, ni ético. Se convive con la corrupción, el robo, la deshonestidad. Aunque se insista en que esos son males del presente, se intente insta- lar la idea de que “todo tiempo pasado fue mejor”, “que antes valía la palabra”, que la ética y la moral presidían el sentido de la vida, el aná- lisis de fuentes escritas da cuenta de las quejas manifestadas por escri- tores, políticos, clérigos, militares, y una variedad de hombres públi- cos respecto de comportamientos no-éticos e inmoralidades recurren- tes. El tango Cambalache pintaba en 1934, la desilusión en los valo- res vividos por la sociedad. Cabe preguntarse si todos estos disvalores son patrimonio del género humano o son etapas sociales transitorias. Una sucesión de dichos y sentencias populares se van ajustando a una realidad de corrupción y junto a las certezas de este tango em- blemático aparece un rico refranero: Al dicho “Vergüenza es robar” se opondrá “Vergüenza es que te vean robando” o “Vergüenza es robar y no traer nada pa´ las casas”. Y podemos enumerar una cantidad difícil de precisar: “no me voy a ensuciar por unas monedas, para robar hay que robar en grande, como los políticos”, “Este es un país católico”, “Otra muestra de viveza criolla”, “Aunque sabemos que se malversa- ron los fondos, esperamos que al menos aparezcan los recibos de Raúl Alfredo Guevara 18 compra”, “Haz lo que digo, no lo que hago”, “Hecha la ley hecha la trampa”, “si dejamos de robar durante dos años el país se arregla”. El refranero no admite la utopía, asume con fatalismo que no puede cambiarse esta sociedad que vive estos valores. Se demanda que el buen ejemplo, la justicia, la ética, la moral, venga de las clases dirigentes. Pero se percibe drásticamente que será una espera infruc- tuosa. CAMBALACHE (1934) Letra y Música de Enrique Santos Discépolo Que el mundo fue y será una porquería, ya lo sé; en el quinientos seis y en el dos mil también; que siempre ha habido chorros, maquiavelos y estafaos, contentos y amargaos, valores y dublés, pero que el siglo veinte es un despliegue de maldá insolente ya no hay quien lo niegue; vivimos revolcaos en un merengue y en un mismo lodo todos manoseaos. Hoy resulta que es lo mismo ser derecho que traidor, ignorante, sabio, chorro, generoso, estafador. Todo es igual; nada es mejor; lo mismo un burro que un gran profesor. No hay aplazaos ni escalafón; los inmorales nos han igualao. Si uno vive en la impostura y otro roba en su ambición, da lo mismo que si es cura, colchonero, rey de bastos, caradura o polizón. Que falta de respeto, que atropello a la razón; cualquiera es un señor, cualquiera es un ladrón. Mezclaos con Stavisky, van Don Bosco y la Mignon, don Chicho y Napoleón, Carnera y San Martín. Igual que en la vidriera irrespetuosa de los cambalaches se ha mezclao la vida, y herida por un sable sin remaches ves llorar la Biblia contra un calefón. Siglo veinte, cambalache, problemático y febril; el que no llora, no mama, y el que no afana es un gil. Dale nomás, dale que va, que allá en el horno nos vamo a encontrar. No pienses mas, echate a un lao, que a nadie importa si naciste honrao. Que es lo mismo el que labura noche y día como un buey que el que vive de las minas, que el que mata o el que cura, o está fuera de la ley.
  • 10. Contrahegemonía 19 No se cree en las instituciones ni en los funcionarios que las en- carnan. Obispos, sacerdotes, policías, militares, jueces, empresarios, ministros, políticos, médicos, abogados, economistas, maestras, corren la misma suerte que cientos de profesiones desacreditadas. Ya en 1879, el hijo de Martín Fierro describe al tutor (el viejo Vizcacha) que un juez le asignó con el propósito de prepararlo para la vida. La per- cepción de esta situación terminal es un buen caldo de cultivo para la construcción de nuevos sentidos comunes, que confronten. Cuando el juez me lo nombró al darmeló de tutor, me dijo que era un señor el que me debía cuidar, enseñarme a trabajar y darme la educación. Pero qué había de aprender al lado de ese viejo paco que vivía como el chuncaco en los bañaos, como el tero; un haragán, un ratero, y más chillón que un barraco.8 Las militantes feministas son activas promotoras de nuevas mi- radas que las integran, algunas minorías étnicas están haciendo oír su voz, los habitantes de los suburbios buscan expresarse y hacerse no- tar, pero parece lejano el tiempo de la organización que ponga del mismo lado a todos los que luchan. Desde el poder se alientan todas las demandas locales, parciales, pequeñas, con la condición de que no se unan o desconfíen de quienes se solidaricen, en especial cuando se presume que el solidario es un enemigo potencial, “un lobo con piel de cordero” como en el caso de varones no machistas que pretenden acompañar a las feministas en sus luchas. En el Capítulo 3 expliqué las estrategias que la derecha ha des- plegado en las últimas tres décadas del siglo XX. Es notable la falta de respuestas orgánicas de la izquierda derrotada o asimilada. 8 HERNÁNDEZ, José. (1879) La Vuelta De Martín Fierro, Ed. Capalbo Lucas Bs. As Raúl Alfredo Guevara 20 La lucha por la instalación de nuevos sentidos es localizada, in- tuitiva, vacilante, confrontativa, dispersa, desperdigada, desarticulada, infructuosa. Cuando no alcanza el rango de contrahegemonía es una mera alternativa. Los valores que devienen de la filosofía hegemónica son los va- lores que enunciamos como sociedad, como clases subalternas. Los que decimos sostener. Veamos un ejemplo: En un partido de fútbol holandés, Ajax tenía un jugador le- sionado, en el piso. Los rivales tiraron la pelota afuera para que sea atendido el lastimado. Cuando restituyeron la pelota un jugador de Ajax quiso dár- sela al arquero adversario con tan mala fortuna que terminó metiéndola en el arco. Todos quedaron perplejos, el que con- virtió el gol no sabía que hacer. El árbitro validó el gol. Y los rivales sacaron del medio reiniciando el juego. Ajax, sin proponérselo iba ganando el partido. Querían ga- nar. Pero no de ese modo. Espontáneamente se quedaron parados en sus lugares, hasta que los rivales enmendaron la ventaja obtenida ilegítimamente y convirtieron el gol del empate sin oposición. Puede verse en: http://www.youtube.com/watch?v=Pro7ZY-Xab8 El relato viene a cuento porque en nuestro Sentido Común está instalado ese valor de la lealtad deportiva. Ver ese ejemplo conforta e invita a exaltarlo. Pero existe un sentido común alternativo, expresado en múltiples acciones de la vida cotidiana. Para no salir del fútbol... Aunque lo anterior nos pareció bueno y ejemplificador, en Ar- gentina seguimos festejando el gol de Maradona en el Mundial 86, con la mano, a los Ingleses. Ese gol eliminó a Inglaterra del mundial. Esto en modo alguno es contrahegemónico. Forma parte del do- ble mensaje que dan los que imparten justicia, con fallos que contrarí- an los sentimientos de la población: culpables de todo tipo de críme- nes declarados inocentes por algún artilugio legal o por algún tecni-
  • 11. Contrahegemonía 21 cismo, sacerdotes que incumplen sus votos de castidad llegando, in- cluso, a abusos sexuales contra niños en sus escuelas, con políticos corruptos, economistas que estafan al país, militares que usan las ar- mas pagadas por el pueblo en contra de su mismo pueblo e instalan dictaduras en nombre de la libertad y la democracia, legisladores que en lugar de servir a la política se sirven de ella. El Sentido Común se ve atacado por el doble mensaje y la doble moral que emana de los grupos hegemónicos en pugna. Son hombres ricos urbanos quienes escribieron la Biblia y dije- ron que Dios era Padre (hombre), además dijeron que él (Dios) les dictaba o inspiraba para escribir los textos sagrados (el deber ser). Hubo allí pactos de caballeros: “No desearás la mujer de tu prójimo, no codiciarás su casa, su campo, su siervo o su sierva, su buey o su asno: nada que sea de tu prójimo”. Pero sobre todo “no robarás”. En la misma línea, varios milenios después, escribieron constituciones que garantizan lo inalienable de la Propiedad Privada. Y nunca esta- ban hablando de cuestiones menores. Se referían a los modos de ga- rantizar las condiciones en que los medios de producción y los recur- sos naturales estén en manos de algunos varones de cada sociedad. Desde la administración del poder político cristalizan el despojo de las clases subalternas. Lo hacen con medidas económicas confiscatorias, la entrega del patrimonio colectivo y de recursos naturales a intereses particulares, el endeudamiento financiero de las próximas generacio- nes y la permanente exclusión de las mayorías con el soporte ideoló- gico que brindan los constructores de sentido común. Los poseedores de la Opinión Publicada, generan un sentido común individualista que se resume en: “Sálvese quien pueda”; “No digo que los políticos dejen de robar, sólo pido que dejen algo para el pueblo”. Un ejército de pequeños propietarios / consumidores / pagadores de impuestos/ asumen el fantasma del comunismo en defensa de sus insignificantes propiedades, sus consumos en cuotas, con usurarias tarjeta de crédito, su “nivel de vida”. Levantan las banderas de la inseguridad para justificar mayor represión a los sectores populares y no advierten que quienes endeudan a sus descendientes no purgarán condena. Pobres contra pobres, el otro es la amenaza, con el agravante que, en este caso, el otro es mi igual, mi idéntico. Raúl Alfredo Guevara 22 Los sectores dominantes recurren a la escuela para “contener” (dique – corral) y confinar a los hijos de los pobres sacándolos de las calles. El grado de alienación llega a niveles tales que los mismos marginados solicitan escuelas. En casos más extremos hay salidas alternativas, nunca contrahegemónicas, en que organizaciones popula- res crean sus propias escuelas, cargando con la responsabilidad que debiera ser del Estado, aceptando los contenidos y las pautas impues- tas a cambio de subsidios y reconocimiento oficial. En culturas patriarcales diferentes de las nuestras, donde el lugar, la actividad, la vestimenta, y todo lo que rodea a la mujer está fuerte- mente reglamentado y legislado, el consenso cultural de las mujeres es un logro hegemónico. La periodista sudanesa Lubna Husein, por vestir pantalones vaqueros, prenda que la ley de este país considera “inadecuada” e “inmoral”, por lo que se enfrenta a una condena de cuarenta latigazos. Ella se negó a pagar la multa porque no quería legitimar la decisión judicial, ya que quería ser juzgada y mostrar al mundo el disparate y lo retrógrado de la norma. Después la asociación de periodistas pagó la multa y la mujer fue liberada. La mujer buscó la confrontación abierta con el sistema, pero sus colegas varones lo evitaron poner en duda el patriarcado respondiendo al Sentido Común de Sudán. 1.4. El núcleo filosófico. 1.4.1. Lo Justo Como se ha visto, las leyes pueden ser progresivas, alternativas, ir en el sentido de favorecer a los olvidados de las sociedades, pero no serán contrahegemónicas hasta que se tome el poder. Lo del Movimiento Cannabis por la Legalización y la Normali- zación del consumo de marihuana me parece de estrechos horizontes, pero ciertamente confronta con la legislación. En el ámbito del Senti- do Común tienen ganada la batalla, al igual que la igualdad de dere- chos para lesbianas, gays, bisexuales, transexuales (LGBT). "Que cada uno se meta en el cuerpo lo que quiera, mientras no perjudiquen a terceros". En este sentido común se asentarán nuevas legislaciones, pero ninguno de los movimientos modificará las bases del poder he- gemónico, ya que el primer postulado es un principio del liberalismo
  • 12. Contrahegemonía 23 político clásico: la libertad individual. Ambas son medidas cosméti- cas, que retocan lo que permanece intacto. Hay un fenómeno urbano denominado Okupas. Son contrahe- gemónicos porque confrontan directamente con el principio burgués de defensa de la propiedad privada. ¿Pero buscan un cambio en la sociedad? ¿Alguna revolución que los haga avanzar y crecer como movimiento social? ¿O sólo se conforman con apropiarse, sin papeles, de las propiedades? La hegemonía tomará cartas en el asunto. Como no forman parte de un movimiento social que los sostenga, no se ajus- tan a derecho, y el valor supremo de la burguesía en el poder es la Propiedad Privada, están condenados al fracaso. Su acción no pasa de ser alternativa. Su mayor desarrollo político podrá lograr títulos de propiedad -en caso de que los inmuebles fueran estatales- o contratos de comodato para legitimar las ocupaciones. No alcanzarán a modifi- car el statu quo. De lograrlo todos podríamos ser Okupas y no habría necesidad de procurarse la vivienda, con tomarla sería suficiente. Estaríamos ante la ausencia de Estado de Derecho: en un colectivismo primitivo o en una sociedad anarquista superior, que procure el dere- cho universal de la humanidad al disfrute de los bienes materiales, o bien una de esas sociedades post-nucleares que muestra el cine de ciencia ficción.. En 2009 treinta líderes de las comunidades afrodescendientes, gitanas, palenqueros e indígenas de todo el país, se dieron cita en la capital colombiana para analizar de manera conjunta con funcionarios del gobierno los 33 artículos que componían un Proyecto de Ley de Lenguas Nativas. Éste proponía, entre otras cuestiones, la creación del Consejo Nacional de Lenguas Nativas como organismo técnico encargado de asesorar al Gobierno Nacional en definición, adopción y orientación de los planes de protección y fortalecimiento de las len- guas de grupos étnicos presentes en el territorio colombiano. Es una manifestación con clara presencia de las etnias olvidadas o negadas que han resistido a la imposición hegemónica. De dictarse la ley esta- rán en mejores condiciones materiales para preservar su identidad. Debe destacarse que estos avances se dan en un marco de distensión, propuesta por el mismo neoliberalismo, que propone y estimula la demanda local, fragmentaria, parcial de los derechos de minorías invi- sibilizadas. El propósito es que las mismas no alcancen a verse como miembros de un conjunto amplio de sojuzgados, explotados y margi- Raúl Alfredo Guevara 24 nados. Sin embargo, la respuesta de los líderes es congruentemente contrahegemónica porque acuden a la apertura, pero bajo los términos de unidad que nunca hubieran propuesto desde el poder. Un hecho similar ocurrió el Día Internacional de los Gitanos. En 2009 se celebró un acto en la sede del Parlamento Regional de Anda- lucía. Allí el Movimiento Asociativo Cántabro de esta etnia expresó su aspiración de seguir avanzando para alcanzar "la plena ciudadanía" e izó su propia bandera. Estos dos últimos ejemplos llevan en sí mismos la voluntad de mostrar las diferencias, asumiéndose minorías que reclaman los dere- chos de las mayorías. Simultáneamente se ponen una cápsula de cia- nuro entre los dientes. La plena integración podría operar en una co- optación no esperada. ¿Quieren seguir siendo contrahegemónicos o diluirse en la ciudadanía global? 1.4.2. Lo Bello Es en este ámbito donde la disputa es encarnizada y la contrahe- gemonía muestra incontables aristas, siempre censuradas o acosadas desde el poder. Cada una de las consideradas Bellas Artes será interpelada y los sectores subalternos darán respuesta a todas en mayor o menor grado. No debe olvidarse que aquí también se juegan cuestiones de acceso a los recursos. Hay una arquitectura popular en cada región que responde a las necesidades y a las posibilidades de los más humildes con materiales del lugar. Las danzas que la hegemonía entroniza son reemplazadas por to- do tipo de manifestación corporal vinculada con el baile. La transmi- sión es espontánea, entre generaciones, o al interior de una misma generación. La escultura es reemplazada por tallas menores en madera, arci- lla, parsec, cerámicas. La música, de la mano de la danza tiene la potencia cultural irre- frenable que en los grupos hegemónicos ha alcanzado un techo y por eso se dedican a reproducirse y conservarse. Tal el caso del ballet clásico. La pintura tendrá correlatos con los grafittis y sténciles que se fi- jan en las paredes de los centros urbanos, aunque llama la atención el
  • 13. Contrahegemonía 25 beneplácito que está causando la emulación de grafittis del movimien- to hip-hop, especialmente porque no expresan posiciones políticas contraculturales. La asociación entre música y poesía es permanente. Predomina en todo este movimiento la oralidad y la gestualidad. Los payadores fueron una forma de juglar itinerante en el ámbito rural. Hoy los can- tantes populares logran difundir sus letras cuando el pueblo se identi- fica con sus temáticas. Las melodías verdaderamente populares son replicadas en los estadios de fútbol y en las movilizaciones populares. A su vez, la literatura, encuentra un correlato en la conservación de antiguas leyendas rurales y en la proliferación de Leyendas Urbanas que llevan un hilo conductor y que se cuentan como acontecimientos que realmente han ocurrido. Logran verosimilitud, cuando los perso- najes de cada historia llevan nombres y apellidos conocidos o remiten a el amigo de un amigo, el primo de, el cuñado de, el vecino de... Estas manifestaciones, ¿pueden ser consideradas acciones de sentido contrario a la hegemonía? Sí. La contrahegemonía se mani- fiesta en acciones minúsculas, inconexas, reactivas, que no siempre tienen conciencia de serlo, pero lo son en la medida en que no intentan agradar ni pertenecer a lo hegemónico. Lo confrontan, lo discuten, lo tratan con desprecio e indiferencia. Las acciones confrontativas más orgánicas pueden llevarnos a clasismos, racismos, sexismos, territoria- lismos, etnicismos, de sentido contrario y de dispar potencia y exten- sión en la población. En poblaciones fronterizas se observa la fusión de lenguas: “spanglish”, “portuñol”, “guaruñol”. Responderían a lo que García Canclini llamó Culturas Híbridas o procesos de hibridación de la cultura. No me atrevería a afirmar que alguna forma cultural pueda deve- nir híbrida, ya que supondría que allí encontraría su fin y negaría la posibilidad de desarrollo de esas nuevas formas culturales del pueblo que resiste y se adapta sin renunciar del todo a sus raíces y tomando elementos de la otra cultura que le permiten sobrevivir. Todas estas formas son contraculturales o contrahegemónicas en sentido extenso ya que ninguno de los grupos hegemónicos que controlan las socieda- des de origen o de residencia las acepta o las reconoce. No habrá ins- tituciones formales para contenerlas. Las escuelas se aferrarán a la cultura y la lengua de la sociedad que las financian. Raúl Alfredo Guevara 26 A la cinematografía, la pintura y la historieta se las confronta con el video casero pero, sobre todo, con el videoclip. Una lógica y una construcción vertiginosa que reúne la síntesis argumental, con música, danza, vestimenta. En Chiapas se leen discursos del EZLN en castellano pero a la vez en tzotzil. Es una manifestación contrahegemónica que pretende la incorporación y la aceptación de lo sojuzgado. Mucho más contra- hegemónica sería si el discurso sólo se diera en tzotzil. 1.4.3. Lo bueno Bajo un rótulo tenebroso se encuentran las denominadas “Malas Artes”: Brujería Curanderismo Adivinación Quiromancia Tarot Espiritismo Satanismo Videncia Clarividencia Magia Rúnica Magia Negra Magia Blanca BibliomanciaNigromancia o Necromancia Selenomancia HoróscopoTaseomancia o Tasomancia Carta Natal Catoptromancia o Catoptromancía o Captromancia o Enoptromancia Astrología Bactromancia Taseografía Cuando me adentré en la investigación de estas manifestaciones me encontré con un universo desconocido que superaría largamente todo el contenido de este libro. Baste decir que son manifestaciones contrahegemónicas que se ocupan de disputar el terreno a la ciencia médica oficial y especialmente a lo religioso. Se parte del concepto de la inevitabilidad de un destino prefijado, pero la acción contrahege- mónica es el esfuerzo por desentrañarlo, por conocer el futuro para torcerlo, engañar al destino, prevenir enfermedades y accidentes, con- seguir salud, dinero, amor, trabajo, bienestar, triunfar en el estudio o aprobar exámenes sin estudiar. En una palabra, lograr una vida más llevadera. Sin dudas, a los que mejor les va es a quienes logran convencer a otros para que les paguen por estos servicios tan beneficiosos. En el fondo no hay dife- rencia material con los sacerdotes de las religiones reconocidas ofi-
  • 14. Contrahegemonía 27 cialmente, que son mantenidos por sus feligreses directamente, o me- diante los impuestos que el Estado se encarga de recaudar para luego derivarlos al sostenimiento del culto. 2. La acción. Es una cuestión central determinar si una técnica, una acción, puede ser algo más que eso. La misma técnica puede utilizarse para diferentes fines, propósitos, metas, objetivos. Pongamos un ejemplo: El método de lectoescritura propuesto por Freire no es más que eso. Se utilizó en las favelas, pero también en Nicaragua Sandinista de los 80, en la Argentina alfonsinista, y ya lo había usado Pinochet en Chile. Las armas, las herramientas, las computadoras, las maquinarias o los medios de comunicación, en tanto son elementos técnicos, son sólo eso. Su potencialidad no reside en ellos mismos, sino en el uso que seamos capaces de darles y de lo que pretendamos hacer con ellos. Es la intencionalidad lo que da sentido a la técnica. Y eso la convierte alternativamente en hegemónica o contrahegemónica. Los pastores norteamericanos y algunos militantes populares caminan las mismas calles del barrio. Ambos hablan con los más pobres, reparten sus folletos, a veces hasta los escuchan y quizá hasta compartan sus condiciones de vida. Sus propósitos son, en principio, diferentes. Unos proponen que acepten su destino, la mejor vida es la que se adquiere después de la muerte ya que no hay nada que puedan hacerse aquí. Los otros los incitan a ser artífices de su propio destino, nada se puede esperar de los poderosos, la mejor vida puede ser vivida aquí, pero hay que luchar y comprometerse para ello. Si no hay propósitos, sino hay fines, el sujeto queda sujetado y deviene objeto de una acción que persigue fines que él desconoce. Es un idiota útil, aunque los fines puedan ser altruistas. Un ejemplo inte- resante es el que nos brinda el grupo "Ukamau y ké" que significa "Así es y qué". Jóvenes bolivianos, de El Alto, ciudad contigua a La Paz, de extracción humilde, vieron en el hip-hop una válvula de esca- pe para su descontento social. Rapean en aymara, la lengua predomi- nante. Sus letras tienen contenido social y político. Son ciertamente contrahegemónicos. Raúl Alfredo Guevara 28 Pero ya la hegemonía se ha percatado y promueve nuevos grupos funcionales al sistema de dominación, que ahora se visten usan panta- lones anchos, camisas con logos en inglés y gorras de beisbolista: la típica vestimenta de los raperos estadounidenses, algo con lo que no están de acuerdo los pioneros del rap en aymara. Los Medios no garantizan un Fin. Y, aunque es tema de otro de- sarrollo: El Fin no justifica los Medios. Contrahegemónico Me gustaría comentar algo que tal vez aporte a este debate sobre lo hegemónico / contrahegemónico / alternativo... En 1930 Mahatma Gandhi realizó una "desobediencia civil" contra los colonialistas británicos cuando movilizó a miles de indios hacia las costas en busca de sal, rehusándose a comprar la sal que no solo monopolizaban los británicos, sino que tam- bién habían aplicado unos impuestos abusivos e injustos para los indios. Anteriormente en 1906 hizo un llamado a no sacar la cédula de identidad que se les exigía, todos lo siguieron. Me parece que es interesante analizar estos hechos como una resis- tencia, como la no aceptación de algo simplemente "porque si" . Sería como pararse en la vereda de enfrente y decir, a noso- tros no nos parece, creemos en otra forma de hacer, pensar o ver las cosas. Claro que hay que tener en cuenta que fue en un colonialis- mo y aún las instituciones gubernamentales no habían calado en las mentes de esa sociedad, es decir, Gandhi y sus seguido- res pudieron ver otra posibilidad porque no tenían naturalizado comprar sal o necesitar una tarjeta para saber quienes eran. En cambio, hoy en día para nosotros si no tenemos el "DNI" , no tenemos identidad.... o creemos que la sal brota en paqueti- tos “ Dos Anclas.... ” También creo que, justamente por esa razón, de no haber naturalizado ciertas cosas, los colonialistas británicos se veían obligados a usar métodos coercitivos (Ghandi como cientos de indios fueron arrestados y reprimidos violentamente por sus "violaciones a la ley".) Miguel Ángel Amarilla (Estudiante de la UNLZ)
  • 15. Contrahegemonía 29 Es difícil pensar la contrahegemonía porque estamos metidos dentro de los valores hegemónicos. 3. Algunos ejemplos para pensar 3.1. Religión En 2009 hubo un grupo de personas que entregó en el Arzobis- pado de Buenos Aires una nómina con 1.085 firmas que quieren des- vincularse para siempre de los registros de bautismo y que rechazan la política "social y sexual de la Iglesia Católica" Es una postura contrahegemónica, de ruptura, que confronta con el sacramento y su simbolismo. Ya no quieren tener nada que ver con lo anterior. Han formado parte de la estructura hegemónica. Pero ya no más. 3.2. Valores a) En Salta, un policía, a quien no le sobra nada, encontró un bolso con miles de dólares y lo devolvió al dueño. Recibió una re- compensa miserable y la donó a un hogar de ancianos desvalidos. b) En San Juan un colectivero encontró en su ómnibus un male- tín con dinero y lo devolvió. La pregunta que hay que hacerse es ¿Qué prescribían los valores hegemónicos? ¿Qué debía hacerse con el dinero encontrado? Y vere- mos que ambos sirvieron a la hegemonía ya que ésta espera que: • se devuelvan los dineros ajenos. (no robar, ganar el pan con el sudor de la frente) • quien devuelve sea recompensado. (con la idea de que el gesto sea público y por ello imitado) • se hagan obras benéficas. (caridad) • “al César lo que es del César” (el dinero a su dueño original) ¿Y por qué estas noticias resultan inquietantes? Porque en nuestro Sentido Común también hemos aprendido la cultura del “doble standard” que maneja la propia Hegemonía para la clase dirigente “el que devuelve es un gil (imbécil)”. Raúl Alfredo Guevara 30 Desde esta mirada, contrahegemónico es un señor cajero banca- rio de Santa Fe que se robó tres millones de dólares en pequeñas can- tidades, durante años, del Banco. Cuando descubrieron el faltante lo metieron preso por tres años. Ahora está libre. El dinero nunca se recuperó (el banco nunca lo en- contró). La justicia hegemónica ya no puede juzgarlo nuevamente por la misma causa. Para nuestro Sentido Común Contrahegemónico “ese la hizo bien”. La delincuencia, en general, es contrahegemónica. Nuestro Sen- tido Común Contrahegemónico de clase subalterna no está en contra de los delincuentes en general, pero haciendo una salvedad: “Que le roben a los que tienen” y censuramos al ratero que roba las zapatillas o la garrafa de gas al vecino. Es decir que se pone en cuestión lo que es Justo para la hegemonía. Como se ha visto, la contrahegemonía se construye de pequeñas manifestaciones, no siempre conexas, no siempre homogéneas. Cada una confronta en el nivel que le toca y, de ese modo, cuestiona al con- junto. Digamos que una fábrica cerrada por sus dueños, en quiebra, en concurso de acreedores, si es recuperada por una Cooperativa de tra- bajadores es una manifestación contrahegemónica al capitalismo sal- vaje. Esa cooperativa no cuestiona el folklore ni la religión. Sin em- bargo pone en tela de juicio Lo Justo (los criterios de justicia social) y Lo Bueno (la propiedad privada), pero no se mete con lo bello. También intenta modificar el Sentido Común (“siempre ha ha- bido y siempre habrá pobres”) mostrando que no hay un destino mar- cado y que no tiene por qué seguir habiendo pobres. 3.3. Folklore El reggae y el reggaetón confrontan porque son expresiones po- pulares no oficiales. Además no es sólo la música y la danza, hay un look propio, una estética que rechaza la establecida. Aunque siempre queda la duda, porque el capitalismo está siempre atento para absor- ber todo lo que se presenta. Por ejemplo ha convertido a el Che, para enormes masa de población en sólo un souvenir, aún en Cuba. Las Murgas de Buenos Aires fueron una expresión popular tan contrahegemónica que las dictaduras prohibían la realización de Cor- sos en Carnaval, particularmente por la gran participación popular y el
  • 16. Contrahegemonía 31 contenido social de la protesta murguera. En tiempos de censura política y cultural el Carnaval obligaba a distender las proscripciones por su ambiente festivo de ocho noches. Las murgas presentaban su reina-vedette: un travesti. En Argentina se cancelaron los feriados de Carnaval en 1977, durante la dictadura. Desde 1983 hubo gobiernos democráticos, los legisladores no han podido (no han querido) reinstalarlos hasta 2011. El Poder Ejecutivo, escuchando el clamor de los carnavaleros, los ha restablecido por Decreto además de enviar un proyecto de Ley al Congreso Nacional. La censura modificó el fenómeno carnavalero. Lo multiplicó. Históricamente el Carnaval fue una fiesta pagana (fiesta de la carne y la lujuria). Cooptado y reformulado por la hegemonía eclesial en la antigüedad se le ajustó el calendario. Desde entonces la fecha es mó- vil y se ajusta a 40 días antes de Pascua (la cuaresma cristiana). En Cuba los carnavales se festejan en junio, también con fechas móviles. En 1988, con el propósito de promover el turismo interno de las clases medias, las fechas patrias y los feriados nacionales se corrieron caprichosamente hacia los fines de semana. Los carnavaleros, que carecían de calendario oficial, también acomodaron las fechas a su conveniencia. Y con la antigua consigna “todo el año es carnaval” recuperaron las calles para encontrarse a repicar tambores y bailar. Las murgas y comparsas presentaron resistencia cultural desde sus orígenes. Lo hacen con danza y percusión en el Río de la Plata, con trajes de raso y lentejuelas, las caras maquilladas. Del mismo modo, aunque con otros ritmos en el litoral . Con diabladas, capora- les y mucho desfile con baile e instrumentos de viento y percusión en el noroeste. Puede verse como una resistencia de clase, es el momento en que el pobrerío se enmascara, se disfraza, y desfila ante sus propios parientes, amigos y vecinos, frente a miles de otros pobres. El carnaval argentino permanece con la lengua arrancada. Sólo en la Ciudad de Buenos Aires hay más de 400 asociaciones carnavale- ras que se movilizan todo el año. El fenómeno se multiplica en el país. En algunas localidades se fueron permitiendo y estimulando estas fiestas antes de la restitución del feriado. Hay un peligro latente que se cierne sobre esta expresión genui- na: por un lado las autoridades municipales ponen cada vez más requi- Raúl Alfredo Guevara 32 sitos para permitir los desfiles. Imponen reglamentos y sobornan a las agrupaciones con subsidios (que se pierden si no se acata el reglamen- to). Por otro lado las escuelas van incorporando la actividad murguera como forma recreativa que permite hacer intervenir a los docentes de música, de plástica, labores, literatura, historia, educación física. La murga encerrada en la escuela correrá la misma suerte que ha corrido la educación artística: perderá su dinámica y su potencia cultural. Se convertirá en un contenido rutinario, en una actividad extraprogramá- tica pautada, reglamentada y previsible que, finalmente se tornará aburrida. La murga solo puede ser creada y recreada por auténticos carnavaleros fuera de la institución que la hegemonía ha creado para perpetuarse. La Murga Uruguaya no se parece a la Argentina. Ellos pudieron conservar la voz y nunca perdieron el carnaval. Ha sido una clara manifestación contrahegemónica y desde hace una década (Jaime Roos mediante) se ha difundido hacia Argentina y se ha convertido en un espectáculo for export. Se fue estandarizando, adaptando, naturalizando y hoy es , en gran medida, una manifesta- ción cooptada por la hegemonía. Con reglamentos rígidos, con jura- dos implacables que juzgan poesía, melodía, arreglo coral, percusión, trajes, maquillajes... La espontaneidad del pueblo se ha profesionali- zado y terminaron siendo restrictivas. Límite en la percusión (tres), número máximo de integrantes (diecisiete). Tal limitación es imposi- ble de imaginar en ninguna agrupación carnavalera del continente. Todas ellas son inclusivas. Todos tienen algún lugar o función: baila- rines, percusionistas y hasta trompetistas, abanderados, maquilladores, costureras. 3.4. Peronismo. Respecto del peronismo hegemónico, en 1955, la Iglesia y el Partido Comunista eran “contrahegemónicos”. Cabe aquí la pregunta central... ¿respecto de qué el primer peronismo (1945-1955) era he- gemónico y respecto de qué era contrahegemónico? Cierto es que significó un cambio en el Bloque Histórico. Fue un conglomerado de fuerzas que estaban dispuestas a terminar con el Antiguo Bloque His- tórico y en él confluyeron elementos - personas y agrupaciones- con- trahegemónicas y también alternativas. Es un movimiento policlasis-
  • 17. Contrahegemonía 33 ta. Es el hecho maldito del país burgués9. Llevó a cabo una verdadera revolución cultural que modificó para siempre la organización social y política del país. Saldó, en 1951, toda la Deuda Externa del país, de- clarando la Independencia Económica. Hizo saber al mundo, abierta- mente, su clara posición antiimperialista. Se negó a integrarse a los organismos multilaterales de crédito como el Fondo Monetario Inter- nacional y el Banco Mundial. Reestructuró la distribución de la renta y, aunque significó el mayor de sus avances, no alcanzó a modificar las bases capitalistas en que se asentaba la sociedad. Su límite fue la distribución de la renta entre los capitalistas (49 %) y los trabajadores (51 %). Es un límite que conlleva contradicciones en el marco de una sociedad policlasista que no tiene la latente confrontación entre el Capital y el Trabajo, sino una más difícil de resolver. Que está vincu- lada a la conciencia de clase y a la solidaridad de clase o entre clases subalternas que están sometidas a diferentes grados de explotación. La discusión esencial se da respecto de la distribución de ese 51 %. La desproporción en las escalas salariales es tan grande que cualquier objetivo de equidad social se desbarata. En 1973, al arribo del peronismo al gobierno, con Hector J. Cámpora, se tomaron medidas relevantes que buscaban recuperar aquel 51 % perdido en años de desgobierno y además equilibrar la distribución de la renta. Para ello los aumentos de sueldo se hacían con montos fijos y no estableciendo porcentajes sobre los salarios que venían cobrando los trabajadores. Esto permitió mejorar sustantiva- mente los ingresos de los sectores de menores recursos aunque se pos- tergó la de sectores con salarios medios y altos. El otro camino para la redistribución de esos recursos es aplicar gravámenes a los ingresos más altos. En 2012 asistimos a una disputa férrea por parte de algunos Sin- dicatos de trabajadores bien remunerados que no aceptan impuestos sobre sus ingresos. Sin la indispensable solidaridad de clases el pero- nismo muestra uno de sus costados ideológicos más débiles. Si no se ha podido construir una conciencia de clase basada en la equidad, la solidaridad y la organización, los sindicatos confundirán el adversario principal. En lugar de continuar su disputa palmo a palmo con el Ca- pital para incrementar el porcentaje en la distribución, se enfrascan en 9 Frase que se atribuye a Jhon William Cooke Raúl Alfredo Guevara 34 luchas intestinas entre sindicatos o contra el Gobierno que necesita de esos recursos genuinos para una redistribución que sería estratégica en términos de una lucha prolongada por la distribución de la renta. 3.4.1. Filosofía. La Doctrina Social de la Iglesia y la Doctrina Justicialista tienen innumerables puntos en común que enfocan su lucha contra el impe- rialismo individualista del capitalismo y el imperialismo colectivista de Stalin que diluye la persona humana. En este aspecto, los princi- pios cristianos idealistas transformaron la concepción filosófica.10 3.4.1.1. Lo Justo • El Derecho se modificó sustancialmente. • Una Nueva Carta Magna que enunciaba Derechos de la Mujer, de la Niñez, de los Trabajadores y de la Anciani- dad. • Se explicitó una clara definición antiimperialista. • Se asumió la Justicia Social y se garantizaron derechos sociales nunca antes vistos en América. • Los derechos civiles de las mujeres a elegir y ser elegi- das. Las únicas mujeres diputadas pertenecieron al Jus- ticialismo hasta 1955. 3.4.1.2. Lo Bello • Se trabajó bajo el antiguo lema “mens sana in corpore sano”: se estimuló la actividad física y los deportes tu- vieron una gran difusión y estímulo estatal desde la ni- ñez. • La música nacional se estimuló desde los medios de co- municación y la escuela, con la imposición de un Can- cionero Escolar de música nacional y marchas patrióti- cas. • El cine vivió su mayor desarrollo. 3.4.1.3. Lo Bueno 10 PERÓN, Juan Domingo. (1952) La Comunidad Organizada, Buenos Aires.
  • 18. Contrahegemonía 35 • Estaba vinculado a la ideas del trabajo como vía para la dignificación plena de la persona y la política como me- dio de servir a la Patria. • Se confronta con el individualismo del capitalismo libe- ral y no se pretende una sociedad de proletarios. • El Justicialismo propone una sociedad de pequeños pro- pietarios lo que se entronca con la cultura popular, donde cada uno tenga acceso, al menos, a su vivienda propia. Esto que hoy es una quimera cada vez más lejana para nuevas generaciones: “el sueño de la casita propia”. 3.4.2. Sentido Común. La construcción del nuevo Sentido Común podría concentrarse en dos elementos que lo condensan y que prácticamente hoy se acep- tan por consenso en la sociedad, aunque la población se encuadre en diferentes organizaciones políticas: a) Las Tres Banderas: • Justicia Social, • Independencia Económica • Soberanía Política, b) Las 20 verdades peronistas: 1. La verdadera democracia es aquella donde el gobierno hace lo que el pueblo quiere y defiende un solo interés: el del Pueblo. 2. El Peronismo es esencialmente popular. Todo círculo político es antipopular, y por lo tanto, no es Peronista. 3. El Peronista trabaja para el Movimiento. El que en su nombre sirve a un círculo, o a un caudillo, lo es solo de nombre. 4. No existe para el Peronismo más que una sola clase de hom- bres: los que trabajan. 5. En la Nueva Argentina el trabajo es un derecho, y es un deber, por que es justo que cada uno produzca por lo menos lo que consuma. 6. Para un Peronista no puede haber nada mejor que otro Pero- nista. (en 1973, luego de un exilio de 18 años, Perón lo refor- mó y dijo “Para un Argentino no puede haber nada mejor que otro Argentino” Raúl Alfredo Guevara 36 7. Ningún Peronista debe sentirse más de lo que es y menos de lo que debe ser. Cuando un Peronista comienza a sentirse mas de lo que es, empieza a convertirse en oligarca. 8. En la acción política la escala de valores de todo Peronista es la siguiente: Primero la Patria, después el Movimiento y luego los hombres. 9. La política no es para nosotros un fin, sino solo el medio para el bien de la Patria, que es la felicidad de sus hijos y la gran- deza Nacional. 10. Los dos brazos del Peronismo son la Justicia Social y la ayuda Social. Con ellos damos al Pueblo un abrazo de justicia y amor. 11. El Peronismo anhela la Unidad Nacional y no la lucha. Desea héroes pero no mártires. 12. En la Nueva Argentina los únicos privilegiados son los niños. 13. Un Gobierno sin doctrina es un cuerpo sin alma. Por eso el Pe- ronismo tiene una doctrina política, económica y social: El Justicialismo. 14. El Justicialismo es una nueva filosofía de la vida, simple, práctica, popular, profundamente Cristiana y profundamente Humanista. 15. Como doctrina política, el Justicialismo realiza el equilibrio del derecho del individuo con el de la comunidad. 16. Como doctrina económica, el Justicialismo realiza la Econo- mía Social, poniendo el capital al servicio de la Economía y ésta al servicio del bienestar social. 17. Como doctrina social, el Justicialismo realiza la Justicia So- cial, que da a cada persona su derecho en función social. 18. Queremos una Argentina socialmente justa, económicamente libre y políticamente soberana. 19. Constituimos un Gobierno centralizado, un Estado organizado y un Pueblo libre. 20. En esta tierra lo mejor que tenemos es el Pueblo. 3.4.3. Religión: Iglesia Católica. La jerarquía de la Iglesia Católica hizo un pacto doctrinal y de gobernabilidad con el peronismo. La educación pública, en todas las jurisdicciones, fue católica desde 1947. Se permitió a las escuelas
  • 19. Contrahegemonía 37 religiosas emitir certificaciones y títulos que hasta entonces estaban monopolizados bajo la supervisión del Estado Laico. Sin embargo el bajo clero, los curas de parroquia, formados en una cultura masculina que relega a la mujer, veían con malos ojos el avance femenino en todas las áreas de la vida pública y aquí estaría el germen de la ruptura que se da a fines de 1954. 3.4.4. Folklore. Hubo un estímulo especial de lo folklórico rural, con un Cancio- nero Escolar que reunía canciones populares con marchas militares. La época de oro del Tango se extiende desde los años `40 hasta mediados de la década del `50 con la caída del peronismo. 4. Contrahegemonía Restauradora Es la primera vez que se me presenta la oportunidad de pensar una contrahegemonía de derecha. Y lo peor es que la mayoría de estas manifestaciones están a la vista: frente a la Revolución Cubana están los "Marielitos", frente a los gobiernos árabes progresistas están los talibanes (que son contrahegemónicos pero son de derecha). No busca más igualdad, busca más discriminación con la restau- ración y perpetuación de modelos sociales superados. Estos antiguos intelectuales que no han sido cooptados por las transformaciones de la hegemonía pertenecen al Antiguo Bloque Histórico. En las últimas décadas hubo un avance de las mujeres primero, y luego de las minorías sexuales, en la obtención de derechos. Ante esto, el núcleo que resiste y propone volver a los valores del pasado reside en los ámbitos de menor compromiso intelectual de la hegemo- nía: la Religión y el Folklore. 4.1. Religión. Las organizaciones religiosas se oponen a la homosexualidad en cualquiera de sus formas y, simultáneamente, obispos y sacerdotes son demandados penalmente por sus hijos naturales, sus amantes, sus feli- greses víctimas de abuso sexual. Es el doble standard que ya he men- cionado. Los casos más resonantes son el Obispo Lugo de Paraguay, ac- tual Presidente de esa Nación que reconoció paternidad de un niño y Raúl Alfredo Guevara 38 es demandado por varias mujeres al respecto; el Obispo Maccarone11 de Santiago del Estero, denunciado por un taxista con quien mantenía relaciones homosexuales, los cientos de denuncias en la Iglesia de Irlanda por abusos sexuales en las escuelas católicas, y más reciente- mente en Alemania o el escándalo del Obispo Bargalló12 veraneando con una mujer. Es urticante la situación por los votos de castidad permanente que estos sacerdotes asumen. Es dañino para la institu- ción porque ellos, que debieran tener una vida ejemplar, también vi- ven de acuerdo a la doble moral: “haz lo que digo, no lo que hago”. Sin embargo, esta institución lleva adelante demandas de restau- ración conservadora, una verdadera contrahegemonía de derecha. 4.2. Folklore. Desde la hegemonía se dice que cualquier otra lengua que difiera de la oficial es "folklórica", como podría ser el guaraní entre nosotros. En Cataluña hay un movimiento que propone restaurar el caste- llano. El problema es que en Cataluña, el catalán es la lengua hege- mónica. Los que se oponen, que serían "contrahegemónicos", son los que proponen el castellano, es decir, los de la lengua hegemónica del imperialismo interno castellano, en el anterior Bloque Histórico. En tal situación, parece una lucha al interior de la hegemonía, que no terminó de saldar sus cuentas. No parece una minoría castiza que pide que se les reconozca, todo lo contrario. De todos modos el castellano en Cataluña, no es "el saber del pueblo", como no lo es el inglés en Puerto Rico. 5. Una perspectiva. Tanto en lo individual como en lo colectivo debe identificarse cual es el enemigo, en primer lugar. Acto seguido, cuando y donde se debe o se puede dar batalla. En lo ideológico se puede luchar toda la vida. Mientras se es minoría o no se tiene acceso a los ámbitos de poder o de definición de la cultura, la lucha será como una empecina- da evangelización. 11 http://www.pagina12.com.ar/diario/elpais/1-55418-2005-08-21.html 12 http://archivo.losandes.com.ar/notas/2012/6/26/vaticano-acepta-renuncia- obispo-bargallo-651127.asp
  • 20. Contrahegemonía 39 Estas prédicas contraculturales son una táctica contrahegemónica de conflictos desnaturalizadores de arbitrarios culturales. Consistente en hostigar al enemigo en su propio terreno con propuestas alternati- vas o innovadoras y mediante embates rápidos y sorpresivos, desmo- ronando las premisas de las proposiciones lógicas que se presentan para el sometimiento de las mayorías, utilizando sus instalaciones, instituciones, medios y recursos. Se sabe que la confrontación es asi- métrica. La hegemonía suele descansar en la comodidad de su enorme poder cultural. Para confrontarla se requiere agilidad intelectual y movilización. Irrumpir en los núcleos del Sentido Común permite preparar el terreno para cambios de paradigmas. Las actividades crea- tivas y espontáneas resultan muy difíciles de neutralizar. Se debe alentar la confianza de que no es una guerra, es una mo- numental obra de construcción, desde los cimientos, despertando con- ciencias. Es el trabajo tesonero el que supera la contradicción con su lucha sólida, obstinada, consistente. No es dando la vida en un instan- te, como un mártir, que se producen los cambios duraderos. Es dán- dola cotidianamente, como un obrero constructor del Machu Pichu, del Chichén Itzá, de la Gran Muralla, todo crece desde el pie. Crece desde el pie Alfredo Zitarrosa Crece desde el pie, musiquita, crece desde el pie uno dos y tres, derechita, crece desde el pie. Crece la pared por hiladas crece la pared crece desde el pie amurallada crece desde el pie. Dentro de su lata la mata crece desde el pie, crece desde el pie la fogata crece desde el pie. Raúl Alfredo Guevara 40 Crecen los mejores amores crecen desde el pie, para sus colores, las flores crecen desde el pie. Crece desde el pueblo el futuro crece desde el pie, ánima del rumbo seguro crece desde el pie. Cantan para usted los cantores crecen desde el pie un poco de fe y los tambores pueden florecer. Crece desde el pie la mañana crece desde el pie el sonido de la campana crece desde el pie. Crece desde el pie la semana crece desde el pie no hay revoluciones tempranas crecen desde el pie. No olvides que el día y la hora crecen desde el pie después de la noche la aurora crece desde el pie.
  • 21. Contrahegemonía 41 Índice ADVERTENCIA............................................................................................3 ¿QUÉ CARAJO ES LA CONTRAHEGEMONÍA?...................................4 1. ¿EXISTEN COSMOVISIONES CONFRONTATIVAS, CULTURAS DE OPOSICIÓN O CONTRACULTURAS?.............................................................5 1.1. Folklore.........................................................................................11 1.2. Religión. ........................................................................................14 1.3. Sentido Común. .............................................................................17 1.4. El núcleo filosófico........................................................................22 1.4.1. Lo Justo.............................................................................................22 1.4.2. Lo Bello............................................................................................24 1.4.3. Lo bueno...........................................................................................26 2. LA ACCIÓN............................................................................................27 3. ALGUNOS EJEMPLOS PARA PENSAR ....................................................29 3.1. Religión .........................................................................................29 3.2. Valores ..........................................................................................29 3.3. Folklore.........................................................................................30 3.4. Peronismo. ....................................................................................32 3.4.1. Filosofía............................................................................................34 3.4.1.1. Lo Justo ....................................................................................34 3.4.1.2. Lo Bello....................................................................................34 3.4.1.3. Lo Bueno..................................................................................34 3.4.2. Sentido Común. ................................................................................35 a) Las Tres Banderas:............................................................................35 b) Las 20 verdades peronistas:...............................................................35 3.4.3. Religión: Iglesia Católica..................................................................36 3.4.4. Folklore.............................................................................................37 4. CONTRAHEGEMONÍA RESTAURADORA................................................37 4.1. Religión. ........................................................................................37 5. UNA PERSPECTIVA................................................................................38 ÍNDICE.........................................................................................................41